AUTOR: Advertencia. Temas delicados.
Sabine se acercó silenciosamente a Tom y le susurró al oído:
-"Sabes que no podemos ocultarlo de ella por siempre"-.
-"Lo sé, lo sé…"- respondió Tom por lo bajo. -"Es que… me preocupa cómo le afectará el volver a verla. Para ella, él no es más que un completo extraño… Sin mencionar que todo esto puede haberle abierto viejas heridas…"-.
-"Lo entiendo. Pero también debemos pensar en-…"-.
-"¡Estoy lista!"- anunció Marinette mientras bajada la escalera de su cuarto, luciendo un delantal diseñado por ella misma. Lista para ayudar a su padre.
El mundo a su alrededor se esfumó…
Lo único que existía eran unos hermosos ojos verdes…
Algo le rozaba la punta de la nariz…
Un aliento cálido…
…
…
…
-"¡¿Qué pasó?! ¡¿Alguien se lastimó?!"-.
Los gritos alarmados de su padre la devolvieron a la realidad.
Su padre llegó corriendo. Justo a tiempo para verla sobre un joven en el suelo, con sus rostros a escasos milímetros uno de otro. Rápidamente se retiró del joven que había derribado y trató de pararse. Tropezando con sus propios pies hasta que Alya le ayudó. Tom entró en la panadería y ayudó al joven a levantarse.
Ahí estaban los cuatro. Mirándose entre sí. Esperando que alguno dijera algo. Decir que el momento era "incómodo" se quedaba corto.
-"L-L-Los macarons…"- tartamudeó Marinette. Era una tontería, pero fue lo primero que se le ocurrió. -"Y-ya están listos… Hay que sacarlos o se quemarán"-.
Tom se apresuró a tomar sus guantes de cocina y abrió el horno. El aroma de los macarons era aún más exquisito de cerca. En cuanto al joven, continuaba en su lugar, frotándose un brazo tímidamente. Cabizbajo. Moviendo la cabeza ligeramente, como queriendo levantar la mirada, pero sin atreverse a hacerlo.
-"Bueno, los macarons están sanos y salvos"- anunció Tom, colocando una mano sobre el hombro del joven y aclarándose la garganta. -"Ahora… deberíamos pasar a las presentaciones. Marinette, él es Adrien"-.
Finalmente, Adrien levantó la mirada.
Marinette se le quedó viendo. No parecía mayor que ella y Alya. Era alto. Largo cabello rubio atado en una coleta. Un rostro agraciado, aunque viéndolo bien, se veía "cansado". Tenía ojeras bajo los ojos, también sombra de barba; rubia como su cabello. Su atuendo consistía en unos jeans desteñidos, y una camiseta negra de manga larga. Nada fuera de lo común, salvo por el hecho de que calzaba unas zapatillas que claramente eran para estar en casa.
Alya le dio un toque con el codo.
-Rayos… ¿cuánto tiempo me quedé viéndolo como embobada?-.
-"A-ah… Gusto en conocerte… Adrien"- dijo Marinette. -"Y… Lamento mucho lo de antes"-.
-"Los accidentes ocurren"- respondió Tom, antes de que Adrien tuviese oportunidad de hablar. -"Adrien… Ella es mi hija, Marinette, de la que tanto te he hablado…"-.
Adrien no dijo nada. Solo estaba ahí. Parecía… ¿nervioso? ¿agitado? Marinette no sabría decirlo, hasta que volvió a fijarse en sus ojos.
-Un momento… Acaso… ¿intenta no llorar? Oh, cielos… ¿será que lo lastimé cuando caímos?-.
-"¡Bueno… esos macarons realmente quedaron bien!"- exclamó Tom apresuradamente. -"¿¡Qué tal algo de té para acompañarlos!? ¿¡Te gustaría quedarte, Alya!? ¡Bien! ¡Ustedes adelántense y en un momento estaremos con ustedes! ¡Nada como un buen té y macarons frescos!"-.
Tom empujó suavemente a Marinette y Alya fuera de la panadería y cerró la puerta.
-"Mira el lado bueno… ya recuperaste tus dos pies izquierdos para tu acto del saco de harina"-.
-"¡Oh, cállate!"- replicó Marinette arrojándole un almohadón del sofá a Alya. -"Esto es un desastre"-.
-"Amiga, fue un accidente. Tómalo con calma"-.
-"¿¡Es que no lo viste!? Tenía los ojos vidriosos… puede que le haya roto algo y estaba demasiado adolorido para decir algo… Tal vez debería llamar a un doctor…"-.
-"Tal vez deberías calmarte y…"-.
Su conversación se interrumpió cuando Tom entró en compañía de Sabine, con una caja de macarons en mano. Marinette se acercó a su padre apresuradamente.
-"¿¡Adrien está bien!? ¿¡Lo lastimé!? ¿¡Tiene algo roto…!?"- interrogó.
-"Tranquila, hija. Respira. Adrien está bien"- la calmó Sabine.
Marinette suspiró aliviada y tomó unas cuantas respiraciones más.
-Debo de parecer una histérica-.
-"Entonces, ¿dónde está? ¿no iba a tomar el té con nosotros?"-.
-"Oh, sobre eso…"- dijo Tom frotándose la nuca. -"Resulta que ahora mismo no puede… Solo se tomaba un momento para preparar macarons para nosotros… Ya sabes, en agradecimiento por lo de esta mañana…"-.
-"¿Esta mañana? Un momento… ¿Adrien es el vecino del que me hablaron?"-.
-Eso explicaría por qué calzaba zapatillas de casa-.
-"Sí, y también es empleado en la panadería. Fue de gran ayuda cuando estabas en el hospital"- acotó Sabine.
Marinette se sentía aún más culpable por lo ocurrido.
En cuanto terminaron el té, Marinette le pidió a Alya que se quedara un poco más y ambas subieron al cuarto de arriba.
-"En serio, si tratas de idear algún plan loco para-…"- comenzó a decir Alya.
-"¿Qué? ¡No…!"- exclamó Marinette. -"Escucha… necesito hablar con alguien. Y siento que… puedo confiar en mi mejor amiga"-.
El rostro de Alya cambió a una expresión seria. Se acercó a su amiga y la tomó de los hombros suavemente.
-"¿De qué quieres hablar?"-.
Con un suspiro, Marinette comenzó desde el principio. La voz que había escuchado poco antes de despertar y que continuaba escuchando en sus sueños. El hecho de que escuchar el nombre de "Gabriel Agreste" le provocaba una punzada de odio. Pero no tanto como el odio que sintió al escuchar el nombre de "Farfalla".
Y… el cómo su corazón había comenzado a palpitar más fuerte al ver a Adrien. Sin mencionar lo preocupada que estaba por él. Es decir, se hubiese preocupado ante la posibilidad de haber lastimado a cualquier otra persona. Pero con Adrien…
-"Viéndolo ahora… estaba muy preocupada por él"- dijo Marinette. -"Y no solo preocupada de haberlo lastimado… No sabría decirte… Era casi como… "-.
-… la preocupación que sientes por alguien que te importa mucho. Pero eso no puede ser… A penas acabo de conocerlo…-.
Alya, que había permanecido muy callada durante toda la explicación, tomó la palabra.
-"Pues… respecto a Gabriel Agreste, creo saber el porqué de esa punzada que mencionaste. Pero, ¿en verdad quieres saber más?"-.
-"Claro"-.
-"Pues… para empezar… debo decirte que Gabriel Agreste murió hace poco más de nueve años"-.
Alya le contó sobre un suceso al que algunos usuarios de internet se referían como "La última ilusión de Volpina".
-No otra vez una punzada…-.
Volpina había sido una de las víctimas de la akumatización de Hawk Moth. Una villana basada en el Portador del Miraculous del Zorro, con la habilidad de crear ilusiones increíblemente realistas. Al parecer, Hawk Moth había vuelto a akumatizarla para inculpar a Gabriel Agreste con una ilusión de los héroes desenmascarándolo en público.
-"¿Cómo se sabe que era una ilusión?"- preguntó Marinette.
-"Un tiempo después, Ladybug y Chat Noir realizaron una conferencia de prensa para aclarar lo ocurrido"-.
¿Su diseñador favorito había sido inculpado y lo odiaba por ello?
No tenía mucho sentido.
A no ser que…
Aunque se rebeló que todo era ilusión, aún prevalecía la duda. Suele pasar. A veces, aunque se intente dar a conocer la verdad, continúa habiendo un ápice de duda y desconfianza. Algunas personas hasta se negaban a creer en algo a pesar de pruebas irrefutables.
-¿Y si la palabra de Ladybug no es tan confiable…?-.
-"Hay más"- dijo Alya, dudando; como quien tiene terribles noticias que debe comunicar. -"Gabriel Agreste calló enfermo por una severa depresión. Resulta que su esposa, la Sra. Agreste… no estaba desaparecida"-.
-"Lo recuerdo, se supone que había desaparecido unos meses antes de que iniciaran las clases. Y el Sr. Agreste se había recluido en su mansión desde entonces"-.
-"En realidad… su esposa estaba en coma. Gabriel Agreste la tenía internada en su mansión"-.
-"¿Cómo una internación domiciliaria?"-.
-"Sí… algo así"-.
Alya hizo una pausa y continuó.
-"Su repentina reclusión se debía a que estaba tratando de curarla por sus propios medios. Pero luego de la ilusión de Volpina…"-.
Otra pausa. Como si Alya necesitara reunir fuerzas para continuar hablando.
-"… Gabriel Agreste desconectó a su esposa del soporte vital… y él mismo sucumbió a su enfermedad"-.
Marinette jadeó, llevándose la mano a la boca.
