-"¿Qué ocurre?"- preguntó Luka, preocupado.
-… Necesito hablar con alguien…- respondió la voz solloza al otro lado de la línea.
Gabriel Agreste había terminado con la vida de su esposa. Una mujer en coma que tal vez habría tenido la oportunidad de despertar de no ser por él…
¿Había preferido esconder a su esposa que llevarla a un hospital o a donde fuesen capaces de ayudarla? Aún si estaba "tratando de curarla por sus propios medios", ¿qué garantía tenía de tener éxito? Era diseñador, no médico… hasta donde sabía…
¿Por qué esconderla en primer lugar? ¿Acaso él le había hecho algo…?
¿Por qué no admitir que no podía curarla él mismo y pedir ayuda? Si llevaba casi un año "desaparecida" cuando iniciaron las clases, eso significaba que la había mantenido escondida desde hacía mucho antes de que fuera inculpado por Volpina y se deprimiera.
Todo ese tiempo, pudo haber pedido ayuda…
Tuvo la oportunidad de ayudarla de verdad, y no la había aprovechado…
Es más, había preferido dejar esta vida… y arrastrarla con él…
¿Cómo pudo ser tan egoísta?
Era horrible….
Despreciable…
Con razón lo detestaba, es más, lo odiaba.
Marinette prefirió no saber más. Al menos por el momento. Bueno… no podía culpar a Alya por su renuencia a decirle. Debió ser aterrador para sus padres y amigos el verla en el hospital cada día durante meses, esperando que despertara. La incertidumbre en aquel momento de si algún día lograría despertar. El temor de que ocurriera lo peor…
¿¡Y si alguien hubiese tratado de lastimarla mientras estaba vulnerable…!?
Pensó de nuevo en esa voz y se tranquilizó.
- ¿Por qué me hace sentir… a salvo…?-.
Al día siguiente, esa misma mañana, Tom le pidió que Marinette trabajara con él en un gran pastel para un evento que tendría lugar esa misma noche. Nada menos que el cumpleaños de Manon Chamack. Al parecer, la chica se había enterado de algo llamando "Dulces 16" durante una excursión a New York y desde entonces estaba empecinada en tener el suyo propio; una celebración especial por el cumpleaños 16 de una chica (aunque también se celebraban los 16 de los chicos, solo que no era tan común).
Por supuesto, Marinette y su familia estaban invitados.
-Me intriga cómo será Manon ahora que es una adolescente-.
Una vez en la panadería, Marinette esperó pacientemente a que Adrien se les uniera. En serio debía disculparse correctamente por lo ocurrido. Pero transcurrieron las horas, y Adrien no apareció. Marinette comenzaba a temer que lo de ayer tuviese algo que ver con su ausencia. De hecho, se lo comentó a sus padres durante el almuerzo.
-"Adrien no está molesto contigo por lo que pasó. Sabe muy bien que fue un accidente"- le aseguró Sabine.
-"Simplemente necesitó tomarse otro día libre, eso es todo"- dijo Tom. -"Seguramente no habría podido trabajar hoy, lo hubieses derribado o no"-.
-"¡Tom!"- lo reprendió Sabine.
-"Pero, ¿no sería mejor que no descuide su trabajo?"- preguntó Marinette. -"Digo… ¿no se supone que está pasando por un momento muy difícil?"-.
-"Es más bien una cuestión personal"- aclaró Tom. -"No es que tenga problemas de trabajo o de dinero"-.
-"En cuanto a lo que le llevé ayer, solo eran cosas pequeñas. Un poco de café, algo de jabón para la ropa…"- dijo Sabine.
-"El pobre ha estado tan ocupado que no tuvo oportunidad de ir de compras y quisimos ayudarle"-.
-"¿Ocupado?"- interrogó Marinette con extrañeza.
-"B-bueno… e-es que…"- tartamudeo Tom.
-"Es que… además de trabajar en la panadería, Adrien da clases de piano"- intervino Sabine.
-"¡Así es!"-.
-"Lo dejó por un tiempo para ayudarnos con la panadería, y los últimos meses ha estado retomándolo de a poco"-.
-"Volver a su ritmo… como él dice"- dijo Tom en tono bromista.
-¿Es acaso un juego de palabras…?-.
-"Lamentablemente está pasando por algo… complicado"- continuó Sabine. -"… por lo que no está muy bien emocionalmente. Y todavía se esfuerza por salir adelante él solo…"-.
-"Quisiéramos ayudarlo más, en serio, pero por ahora solo podemos asegurarnos de que esté cuidando de sí mismo y escucharlo cuando necesita hablar con alguien"- dijo Tom.
-"El simple hecho de escuchar a una persona puede ayudarla más de lo que crees"-.
-¿Qué puede estarle ocurriendo? Parecía al borde de las lágrimas ayer… Sea por lo que esté pasando, debe ser algo grave. Y seguro que tratar de lidiar con ello él solo no ayuda… -.
Marinette quería ayudarlo. Tal vez podría comenzar por simplemente "escucharlo" la próxima vez que se vieran.
Las siguientes semanas, solo fueron Marinette y su padre ocupándose de la panadería; ya habían reabierto esa sección por completo, en vez de limitarse a tomar pedidos programados.
En cuanto a Adrien, él y Marinette ni siquiera habían cruzado palabra aún. Nunca coincidían como para tomarse un momento para conversar. A veces lo veía desde la panadería cuando salía por la puerta principal, pero tenía prisa o ella estaba muy ocupada ayudando a su padre; no que no quisiera ayudarlo, no podía dejarlo colgado. No estaba segura de a qué hora regresaba; no parecía volver a la misma hora todos los días. Según sus padres, había conseguido un puesto estable como profesor de piano en una escuela, además de comenzar con algunas clases privadas. Por lo que el horario irregular no le permitía continuar trabajando en la panadería, ni siquiera a medio tiempo.
Marinette no podía evitar sentirse como si le hubiese "robado el puesto". Aunque sus padres insistían en que ese no es el caso y que era mejor para Adrien salir un poco.
-Bueno… quedarse recluido en casa no es sano. Aunque creo que también sería bueno que pasara tiempo con mis padres y conmigo… Ojalá hubiese podido acompañarnos a la fiesta de Manon-.
Respecto a la fiesta…
¿Cómo decirlo?
No se sentía diferente a aquella vez en que fue la única chica de 13 años en el quinto cumpleaños de Manon. Es decir, obviamente una fiesta de adolescentes no se parece en nada a una fiesta de niños de preescolar. Era más una cuestión de perceptiva. Siendo adulta, Marinette se encontraba en una etapa diferente de la vida. Pudo escuchar cómo las amigas de Manon se lamentaban por "problemas típicos de adolescentes". Tenía que reconocer que ella misma se había lamentado por cosas similares en su adolescencia, pero ya no le parecían gran cosa.
-Supongo que puedo estar segura de que no soy una mujer con mente de adolescente-.
Si bien Manon ya no era esa niñita revoltosa que hacía berrinches cuando no obtenía lo que quería cuando lo quería, continuaba siendo muy enérgica y entusiasta. Al verla, Manon corrió a abrazarla, exclamando lo feliz que estaba de volver a ver a "la mejor niñera del mundo". También se encontraba entre los invitados un chico llamado Chris, que reconoció como el hermano menor de Nino. Según su hermano mayor, Chris estaba pasando por una etapa en la que se creía "demasiado cool" para todo. Además de unas gemelas llamadas Ella y Etta, que decían ser las hermanas menores de Alya.
Al parecer, nadie les había dicho a los chicos sobre su coma. Chris no dejaba de refunfuñar sobre que "se desapareció por más de un año y tenía la audacia de creer que la recibiría con los brazos abiertos". Seguramente también era "demasiado cool" para demostrar emoción al volver a ver a una amiga cercana de su hermano; y, según Nino, su "antigua niñera".
-Ahora que lo pienso, ¿de qué conocen Ella y Etta a Adrien?-.
En un momento, las gemelas le habían preguntado por Adrien. A lo que ella respondió que no pudo asistir. Recibiendo una expresión de decepción de parte de ambas. Antes de que pudiera interrogarlas al respecto, su madre la llamó, pidiéndole que le ayudara a ella y a su padre con el pastel.
Después de cortar el pastel, pasó el resto de la fiesta hablando con Nadia y sus padres, sin prestar atención a lo que estuviesen haciendo Manon y sus amigos.
-Tal vez simplemente lo conocieron en la panadería. Pueden haber acompañado a Alya a comprar pan en alguna ocasión y lo vieron trabajando con mis padres en mi lugar-.
En fin, la fiesta de Manon la hizo pensar en sus tiempos de estudiante… los que no podía recordar bien. Recordándole que tenía pensado repasar viejos apuntes y libros. Se sorprendió a sí misma por ser capaz de entenderlo todo. De hecho, los libros universitarios no parecían más complicados que los del Collège.
-Debo de haber sido una de las mejores estudiantes… y no es que quiera presumir-.
De paso, había estado inspeccionando una caja de costura bastante grande; rosada, con su característico logo y una manija roja. Lo más peculiar era que la había construido con un sistema de seguridad; el cajón de la caja no podía abrirse a menos que presionara los carretes correctos y en un determinado orden. La caja ya tenía sus años, debió haberla construido hace tiempo.
-Tal vez la hice para que Manon no tomara elementos delicados o peligrosos-.
Al tratar de levantarla, se sentía pesada. ¿Qué estaba guardando ahí?
Tratar de descifrar el código era como resolver un acertijo. Frustrante. Muy frustrante. Y al mismo tiempo, no podía dejarlo hasta que estuviese resuelto.
-Pues… no tengo nada más que hacer esta mañana-.
Su padre le había concedido el día libre para hacer lo que quisiera; "se merecía un descanso" fue lo que dijo. Él estaba en la panadería ocupándose de un pedido y su madre tuvo que salir.
Decidió subir un momento a su balcón. Al igual que su cuarto, el balcón no era extramente como lo recordaba. Las plantas ya no estaban, al igual que la mesa improvisada de té y la silla reclinable.
-Supongo que con el tiempo dejé de subir aquí con tanta frecuencia… Aunque la vista sigue siento excelente-.
En su adolescencia, este solía ser su pequeño rincón para alejarse de todo. A veces pasaba horas dibujando luego de un mal día en la escuela, o simplemente escuchaba su música favorita.
Volvió la vista para admirar su antigua escuela. El Collège Françoise Dupont.
-¿Seguirá allí la Srita. Bustier?-.
Su escuela sí que había cambiado mucho. Las escaleras eran diferentes, e incluso había un elevador de jaula. La pintura era de otro color. Era diferente, pero continuaba siendo hermosa.
Desde el patio, divisó el aula de la clase de la Srita. Bustier. Un sentimiento de nostalgia la invadió.
-Ojalá pudiera recordar los tiempos mejores luego de la llegada de Alya-.
Según le contaron sus padres, ese año, hace poco más de 10 años, realmente comenzó a disfrutar de la escuela luego de conocer a Alya.
Entonces soló la campana.
Rápidamente sacó su teléfono; era nuevo, el que tenía antes se había perdido durante el incidente. Se distrajo tanto explorando que no notó que era la hora del almuerzo. Los estudiantes comenzaron a salir de sus salones y dirigirse a la cafetería; o a sus hogares.
Para su sorpresa, algunos se acercan a ella, llamándola "Srita. Dupain-Cheng", e incluso la abrazaron. No paraban de decir cuánto la habían extrañado y preguntarle si volvería a dar clases de costura y diseño los fines de semana. Marinette se limitó a responder que no estaba segura aún. Con eso, los estudiantes repitieron que estaban muy felices de volver a verla y continuaron su camino. El patio quedó desierto en poco tiempo.
-Así que fui profesora aquí…-.
Claro, su madre solía dar clases de pintura los fines de semana, y su padre a veces daba clases de repostería. ¿Por qué no dar clases ella también? De hecho, hacía un tiempo que contemplaba volver a hacer costura.
Escuchó un piano sonar.
-¿Será que alguien no escuchó la campana?-.
Subió la escalera y siguió el sonido hasta el salón de arte; su lugar favorito en la escuela. Al asomarse por la ventana de la puerta, vio a Adrien…
Estaba tocando el piano en compañía de un par de niños. El niño debía de tener unos diez años, más o menos, y la niña unos seis. Ambos saltaban y bailaban por el salón al ritmo de la alegre melodía.
-¿Está en medio de una clase?-.
En cuanto Adrien se detuvo, se acercaron pidiendo una canción más. La última y luego prometían ir a comer. Aparentemente, Adrien había aceptado; hablaba tan bajo que Marinette no podía escucharlo, pero vio sus labios moverse. El muchacho comenzó a tocar nuevamente, esta vez una melodía diferente…
-" Miraculous… Lady du cœur "- cantó la niña; bastante fuerte, debía de amar esa canción.
-" C'est moi Chat Noir… Toujours présent "- cantó el niño.
Los niños claramente adoraban pasar tiempo con él.
Adrien veía sobre su hombro constantemente; vigilando a los pequeños. Estaba sonriendo; ligeramente, pero era una sonrisa. Literalmente era la primera vez que Marinette lo veía sonreír.
-Se ve… tan tierno… Un momento, ¿me estoy sonrojando?-.
Creyó ver su reflejo en el cristal de la puerta. Lo que sí pudo notar fue que la niña la estaba viendo y rápidamente se alejó del alcance de su vista.
Salió de ahí antes de alguien más pudiera verla y regresó a casa.
-A pesar de no encontrarse bien… no duda en darles un momento de alegría y diversión a unos niños-.
Se tocó las mejillas. Sacó su teléfono y puso la cámara de fotos en modo selfi. En definitiva, estaba sonrojada. Aunque ya había recuperado el aliento, su corazón continuaba latiendo con fuerza…
-No sé qué clase de problemas tenga Adrien, pero quiero ayudarlo… Quiero verlo sonreír todo el tiempo… Alguien como él no se merece estar triste-.
Sería simple preguntarle qué le ocurría, pero con lo que le dijeron sus padres, de que "no quiere ser una carga", era poco probable que se lo dijera. Tal vez menos después de su primer encuentro un tanto accidentado.
Se acercó a la puerta de la panadería; el acceso junto a la puerta de entrada del edificio. Cerrado. Seguramente su padre había cerrado el local para subir a almorzar. Perfecto. Justo lo que necesitaba.
Tomó sus llaves del bolsillo de su chaqueta y abrió. Inmediatamente se puso a rebuscar entre los archivos de la panadería. Quizás podría encontrar algo útil en el currículum de Adrien. No estaba muy a gusto con lo que estaba haciendo; lo que hacía era "espionaje", no había otra forma de decirlo. Pero era lo único que se le ocurría para poder averiar qué le ocurría y, por ende, cómo ayudarlo. Su currículum tendría las escuelas a las que asistió y posiblemente antiguos puestos de trabajo. Amigos de la escuela o jefes anteriores podrían decirle algo sobre él.
Finalmente lo encontró, una hoja con la foto de un muchacho rubio de ojos verdes; sonriendo tímidamente a la cámara.
-"Así que su nombre completo es Adrien Renoir…"- pensó en voz alta.
Fecha de nacimiento; tan solo era unos meses mayor que ella. Estudios de piano… Estudios de musicoterapia… Universidad…
¡Un momento!
Había estudiado en el Collège Françoise Dupont.
AUTOR: ¿Cuál es el papel de Luka en esto? ¿Qué hay en la caja de costura? ¿Qué será lo próximo que descubra Marinette? ¿Adrien Renoir?
