Abre los ojos
Los personajes de esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi
"…" cuando hablan los personajes
'…' cuando piensan
XXXXXX cambio de escena
"¡Inuyasha!" una joven de largos cabellos azabaches llamaba al joven desde la lejanía. La muchacha tenía sus ojos posados en un apuesto joven de 24 años. Alto, pecho fuerte, brazos musculosos, largos cabellos negros siempre sueltos y moviéndose al compás del viento. Sus ojos… de un color ambarino que resultaban tremendamente exóticos. En ese momento vestía unos vaqueros que se ajustaban tremendamente bien a sus masculinas piernas y trasero, mientras que una camiseta de color rojo se le pegaba al pecho, haciendo contraste. Él, se podía decir, estaba un poco perdido, buscando entre la muchedumbre a la dueña de la melodiosa voz que lo llamaba. Cuando por fin la localizó, su vista se pobló de adulación por la joven junto con un sentimiento más profundo. Enamoramiento.
Le devolvió el gesto que ella le ofrecía, saludándola en la distancia con la mano, y, haciéndose paso entre el gentío, se acercó a la muchacha, su corazón saltando de la ansiedad.
Ella se veía muy hermosa. Llevaba unos largos pantalones anchos, muy a la moda ahora, de un color también rojizo que, se podía decir, hacían juego con la parte de arriba de él. La blusa blanca que acompañaba su atuendo se ajustaba como un guante a las curvas de su cuerpo y los negros mechones también bailaban al compás del viento.
"Tardaste" dijo con voz juguetona cuando él estuvo lo suficientemente cerca. Llevó los finos brazos femeninos alrededor del cuello del joven y le plantó un casto beso en los labios.
"Lo siento" respondió él con sentimiento. "Estuve muy ocupado en un trabajo que tenemos que presentar el lunes Yumi y yo y se nos ha echado la hora encima."
Ella frunció ligeramente el ceño haciendo un pequeño mohín. "¿Yumi?" preguntó.
"Sí, es mi compañera de prácticas. Te la presenté el otro día en la cafetería de la universidad¿recuerdas?"
La joven se llevó un dedo a los labios y entornó los ojos pareciendo como si, en verdad, estuviera haciendo memoria.
"Ella es muy bonita" dijo al fin, separándose ligeramente del muchacho. "Seguro que piensas que es más guapa que yo" y le dio completamente la espalda, cruzando los brazos sobre su pecho.
Inuyasha sonrió. Este era una especie de juego que ella realizaba casi todos los días por cualquier mujer que se le acercara. Y eso era bastante a menudo. En realidad, él era bastante popular entre las féminas de su clase, lo que le había causado algún que otro problema con la joven enfrente suyo. Pero no le importaba porque él no tenía ojos que no fueran para ella. Así que, siguiendo un patrón altamente practicado, la abrazó por detrás, posando su cabeza en la curva de su cuello, dejando caer en su oído las palabras que, sabía, estaba deseando escuchar.
"Para mí solo existes tú, ya lo sabes" y le regaló un tierno beso en la mejilla. Eso provocó una sonrisa en los labios de la chica. Pero pronto sus arrumacos se vieron interrumpidos por la presencia de otra persona que se acercaba a los jóvenes.
"Hola chicos¿cómo están?" Sango y Miroku Okinawa se acercaron a la pareja. Inuyasha les saludó, haciendo un gesto con la cabeza, y se separó de la muchacha para que ella pudiera saludar también a los presentes. Mientras esto ocurría enfrente de él el hombre no pudo por más que volver a hacerse la misma pregunta desde que había conocido a estos dos. ¿Cómo podían ser hermanos con lo poco que se parecen? Cierto es que no siempre, por el hecho de tener lazos familiares que te unen a otra persona, tienes que parecerte como dos gotas de agua. Pero ellos, simplemente, se veían como dos completos extraterrestres el uno al lado del otro. De alguna manera, siempre le causó gracia.
"Bien, entonces solo nos queda esperar a mi novia" dijo Miroku, mirando en todas direcciones preocupado.
"Y Koga, no te olvides. Además, hoy dijo que nos iba a presentar a su nueva chica. Me pregunto qué tal será." Contestó su hermana.
"¿Tú la conoces, Sango?" preguntó Inuyasha, tomando la mano de su compañera entre las suyas.
"No. Koga me ha hablado un poco de ella, pero la verdad es que también será una novedad para mí."
"¡Hey!" un joven con coleta y enormes y expresivos ojos azules se hizo paso a través de un grupo de chavales que estaban esperando en la cola para entrar a comer a un restaurante, llevando, agarrada de la mano, a una hermosa muchacha pelirroja y con un vestido blanco muy veraniego.
"Hola Koga¿qué tal amigo?" saludó Inuyasha, tendiéndole la mano. La verdad es que Koga e Inuyasha se conocían desde la más tierna infancia. Al principio se llevaban como el perro y el gato. Siempre se decían insultos estúpidos tipo Perro o Lobo, como si aquello fuera lo más terrible que se pudieran llamar. Con el paso de los años, estando en secundaria, aprendieron que tanto discutir no les llevaba a ninguna parte y descubrieron en el otro a un gran amigo. Desde entonces se podía decir que fueron casi inseparables hasta hacía unos años, cuando cada uno empezó la universidad. Se veían menos debido a los estudios, pero siempre que podían sacaban tiempo para, al menos, tomarse una cervecita en alguna parte.
Koga estrechó la mano del pelinegro, de Miroku y dio un amistoso beso en la mejilla a las muchachas. "Chicos, os presento a Ayame. Ellos son Sango, la hermana de Miroku. Él es Inuyasha, ya te he hablado de él. Y esta joven de aquí es su novia, se llama…"
"¡Kagome!" gritó repentinamente Miroku. "¡Estamos aquí!" y estuvo haciendo señas hasta que una hermosa joven se acercó. Kagome llevaba una mini falda de color verde que dejaba a la vista sus largas y torneadas piernas, una blusa blanca con un cuello en V bastante provocador que dejaba a la vista el empiece de sus senos y un bolso colgando de su hombro derecho para terminar el atuendo. El pelo, de un negro azabache con ligeros tonos azulados, lo llevaba atado en una coleta alta, dejando que cayera el resto libremente por su espalda y terminando en unos graciosos rizos.
"¡Hola a todos! Siento llegar tarde pero es que no encontraba aparcamiento y luego he discutido con un hombre porque decía que le había dado en su coche cuando no había hecho más que llegar. ¿Podéis creerlo? La gente de hoy en día anda como loca." Decía haciendo aspavientos con las manos. "Hola cariño" y, ante todos los presentes, pegó un brinco envolviendo la cintura de Miroku entre sus piernas y, con una mano en cada mejilla, le dio un ardiente beso en los labios.
"Ella es Kikyo. Y esta de aquí es su hermana, Kagome. Como verás ella y Miroku están saliendo juntos" terminó las presentaciones Koga, no pudiendo evitar que su vista se posara en las piernas de la joven.
Inuyasha, al que siempre le incomodaron un poco estas escenitas, tosió ligeramente, haciendo notar que ellos también estaban ahí. Resultaba irónico pensar que él, alguna vez, pensó que quizá pudiera surgir algo entre él y Kagome. Lo cierto es que la primera vez que la vio se quedó prendido de ella, y más de una vez la invitó a salir, pero sus esfuerzos fueron en vano. Al final, por azares del destino, los sentimientos cambiaron pues la muchacha era demasiado… "expresiva" para su propio gusto. Y entonces apareció Kikyo. Le gustaba su simplicidad y franqueza. Adoraba eso de ella. Aunque tampoco pudo evitar mirar de reojo la porción de piel que reveló la, ya de por sí, poca ropa que llevaba la chica cuando le dio ese abrazo a su amigo.
"Hermana¡déjalo ya o iros a un hotel!" gritó Kikyo entre los brazos de Inuyasha. La verdad es que a ella le divertía esa situación, pero sabía que a Inuyasha le incomodaba ligeramente y no quería que su novio se sintiera mal.
Una vez que los dos muchachos se separaron, con las mejillas arreboladas, se hicieron las finales presentaciones, y el grupo se dirigió hasta las puertas del cine. Después de ver la película, decidieron tomar algo en la cafetería más cercana. Las muchachas pidieron todas batidos, algunas de fresa y otras de vainilla. Miroku quiso un cortado, mientras que Inuyasha y Koga se pedían un Capuchino.
Lo cierto es que la velada fue bastante agradable. Hacía tiempo que no se reunía el grupo al completo, y poder pasar un rato en compañía los unos con los otros era algo que, realmente, necesitaban. En verdad Koga e Inuyasha fueron los que más tarde se integraron, sin tener en cuenta a Ayame obviamente. Miroku, Sango y Kikyo ya se conocían también desde la niñez. Cuando Inuyasha conoció a Kagome, que por entonces aún no salía con Miroku, fue cuando le presentaron al resto y él, a su vez, les introdujo a Koga.
"Bueno Sango, cuéntanos. ¿Alguna novedad amorosa?" preguntó Kagome con picardía mientras absorbía parte de su batido por la pajita en un gesto tremendamente sensual que no pasó desapercibido por ninguno de los hombres sentados a la mesa.
Inuyasha pensó que, por un instante, había visto una expresión muy extraña en los ojos de la joven a la que todos miraban en ese instante. Su ceño se había fruncido ligeramente cuando le devolvió la mirada a Kagome, pero esa expresión rápidamente fue sustituida por una de vergüenza y, posando la mirada en su batido, contestó. "Nop, nada en especial la verdad."
Lo demás fueron risas y más risas entre los presentes hasta que Koga y compañía se excusaron pues el muchacho tenía que acercar a Ayame a casa, que quedaba a 30 kilómetros de la ciudad. Sango y Miroku también se despidieron, este último le otorgó otro beso no menos ardiente a una sonriente Kagome, que le prometió, entre juegos, que lo vería esa noche para ya sabían que.
Cuando desaparecieron de la vista de los tres que aún quedaban en la mesa, Kikyo le lanzó a su hermana una mirada desaprobadora, aunque sus labios estaban curvados formando una divertida sonrisa. "Eres incorregible" bromeó mientras se levantaba para ir al baño.
Inuyasha y Kagome se quedaron solos por unos instantes, en una situación un tanto incómoda. La verdad es que desde aquella vez en que Inuyasha le pidió salir y ella se negara para aparecer, poco después, de la mano de Miroku, no habían vuelto a hablar mucho. No es que no fueran amigos. Claro estaba que la amistad siempre estaba ahí, pero nunca volvió a ser lo mismo.
"Bueno, y… ¿cómo te va la carrera?" preguntó él para romper el hielo.
"Oh bueno, ya sabes. Cosas por aquí, cosas por allá… nada que no pueda manejar" dijo, sonriendo, y tomó el último trago de su vaso.
"Sí, entiendo. Tú siempre has tenido las cosas bajo control" él sonrió de vuelta, y miró en la dirección en la que se había perdido su novia.
"No siempre" contestó la joven. Inuyasha la miró incrédulo. El ambiente, por alguna razón que no lograba entender, se había enrarecido. La joven enfrente suyo parecía haberse transformado. Había dejado en alguna parte su personalidad sin tapujos, desenfadada y charlatana, y ahora le miraba tremendamente serio. Sus ojos nerviosos mirando de un lado al otro.
"¿Ah no?" preguntó él sin entender qué es lo que estaba pasando. No podía apartar su mirada de esos ojos marrones, profundos y expresivos, que le hablaban de muchas cosas con algo de… ¿miedo?
"Inuyasha" dijo, sus manos enrollando la servilleta en un gesto de nerviosismo.
"Dime" instó él al ver que la muchacha ahogaba en su garganta lo que sea que pretendía decirle.
"Abre los ojos" contestó con voz queda y ligeramente temblorosa.
"¿Qué?" preguntó, no comprendiendo bien.
"Ya estoy aquí chicos. ¡Uf! No os imagináis la cola que había. Luego yo no se que se supone que hacemos las mujeres en el baño que cada una tardamos eternidades." Sonrió, mirando a los presentes. "¿Pasa algo?"
"Por supuesto que no hermana" contestó Kagome, jovial. El extraño momento acababa, claramente, de esfumarse. "Le decía a Inuyasha que voy a tener que irme. He quedado con Gertrudis para irnos de compras al centro, para terminar de preparar la fiesta de este fin de semana."
Inuyasha la miró dudoso. La expresión de ella había vuelto a ser la de siempre. Intentó leer nuevamente en sus ojos eso que había aparecido antes, pero no pudo encontrarlo. Sea lo que fuere, se había esfumado. "¿Qué fiesta?" preguntó intentando obviarlo, pensando que, seguramente, habían sido imaginaciones suyas.
"¿No te lo había dicho? Como el sábado es el cumpleaños de Kagome mi padre quiere que hagamos una gran fiesta en la casa. Tienes que venir y así, finalmente, os presento. Que ya cree que eres todo un invento de mi imaginación" dijo, riendo su propia broma.
"Bueno chicos, de verdad que tengo que marcharme. Te veo luego nena" dijo dirigiéndose a su hermana. "y a ti te veo en la fiesta¿cierto?" preguntó a Inuyasha. Sin embargo, ya se había levantado antes siquiera de esperar una respuesta, dando por hecho lo obvio. Inuyasha iría a donde le pidiera Kikyo. Cierto es que él se había sentido muy reservado con el hecho de conocer al padre de su novia. Sin embargo estaba segura de que, en esta ocasión, las cosas serían diferentes.
Los ojos ambarinos de Inuyasha la siguieron hasta que desapareció tras una esquina.
"Inuyasha" llamó Kikyo desde su asiento. Pero él no la escuchaba. Su mente seguía divagando en el momento tan extraño que acababa de vivir.
"¡Inuyasha!" la voz de la joven la sintió tan cerca de su oído que dio un salto en su silla, removiéndose incómodo.
"Kikyo, no hace falta que gritaras" se quejó él, tocándose la oreja en señal de dolor.
"No me estabas prestando atención¿te ha pasado algo con mi hermana?" dijo, cruzándose de brazos y mirándolo seria.
"No cariño, no es nada" y besó sus labios, haciendo que ella se olvidara de todo. Removiendo con la cucharita los restos de café, olvidó sus pensamientos y centró toda su atención en la joven que estaba sentada a su lado. "Y cuéntame más sobre esa fiesta…"
XXXXXX
"Todo está preparado jefe. Muy pronto lo podrá comprobar usted en persona."
"Excelente. Y ahora retírate Kanna" la joven de blancos cabellos recogió el espejo que había traído para que su amo y señor se acomodara la corbata a rayas azules y doradas que cruzaban en diagonal la tela. Luego caminó hasta la ventana, admirando el hermoso y vasto jardín que se extendía por un lateral de la vivienda.
"En la noche del 25 cumpleaños… la profecía revelará al eterno guardián" habló para sí mismo. Salió de su ensoñación cuando notó algo restregándose por su pierna y, al bajar la vista, vio un gato color crema con manchas marrones y anaranjadas maullando a sus pies. "¿De dónde has salido tú eh?" preguntó cogiéndole de la piel sobrante del lomo, por la zona del cuello. "¡Kagura!" gritó. Pronto, la mujer de ojos color fuego hizo acto de presencia en la sala.
"Llévale esto a la señorita. Y luego vuelve, tú y yo tenemos algo pendiente" dijo, tendiéndole el animal sin ni siquiera mirarla.
"Sí mi señor" contestó, tomando la bola peluda entre sus finas manos y caminando todo lo largo del pasillo hasta la habitación señalada. Dio un par de toques a la puerta, esperando el permiso que la confirmara que podía entrar en la habitación, pero ningún ruido se hizo camino a través de la puerta. Tenía terminantemente prohibido entrar en el caso de que no fuera autorizada, así que se encontró con un tremendo dilema. El gato entre sus brazos bostezó.
"Oh, bueno. No creo que pase nada si te dejo aquí. Ella no tardará en volver y yo tengo una cita pendiente" sonrió posando el felino delante de la gran puerta de madera sobre la que se había detenido. Miró a un lado y al otro del pasillo para comprobar que estaba sola y abrió ligeramente la puerta tomando el pomo dorado. Soltó al animal dentro y se marchó, sin percatarse de que no terminó de cerrar bien.
Pronto el gato encontró la salida, caminando tranquilamente por los pasillos de la casona, hasta que unos finos brazos lo tomaron del lomo y lo alzaron en volandas. Sin embargo, él no se quejó. Se dejó mimar por su nueva dueña, y durmió en los brazos de ella, mientras era llevado a la cocina a por un cuenco de leche y un poco de pienso.
'¿Cómo te llamaré amiguito?' pensaba, mientras sus pasos se perdían por el largo pasillo.
Bueno, bueno, bueno. El siguiente capítulo, para daros algunas cositas más de este fic, que se que la introducción, verdaderamente, no dijo mucho. Cualquier cosita que queráis decirme siempre será bienvenida. ¡Ah! Lo siento mucho Yumi, pero no podía juntarte con Inuyasha, lo comprendes verdad: p y otro pequeño detallito para Gertru, que espero que la haya gustado. Besines!
Para la Yumi: te lo pongo por aqui nena. Mira quien habla, que tu tb dejas mazo de picada perraca XXDDDDDD ains! yo se que quieres que te junte con inuyasha, pero no va a poder ser asi que ahorrate las babas :p nop, y ahora en serio, que me he puesto las pilas y aqui dejo mas cositas. Mas picada? XXXXDDDDDDDD no me mates por Kagome-Miroku ains! habra sorpresitas!
Para Lady Indomitus: buenas! me alegro volver a saber de ti. sobre tu pregunta... por supuesto que sera un Inuyasha-Kagome. A mi no me sale juntarle con otras parejas, aunque despues de lo que lei en el manga (que voy por una zona muy turbia) se me ha hablandao el corazon. Pero nop, Inu and Kagome 4 ever and ever Y bueno, aqui dejo el siguiente capi pa que ya vayamos entrando en tema, que tengo tantas ganas como vosotros. La historia sera bastante diferente a la de El adios pero intentare que sea de la misma calidad. Besines!
Para milychan: Bueno, no espero que este capitulo haya despejado ninguna duda, pero espero que siga gustando. Besos!
