Abre los ojos

Los personajes de esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi

"…" cuando hablan los personajes

'…' cuando piensan

kkk flashback

XXXXXX cambio de escena

El martes por la mañana Inuyasha se levantó muy temprano, agradeciendo la tranquilidad que le había otorgado el hecho de que ya no tenía más trabajos que presentar en la universidad. Ya, hasta septiembre, estaba completamente libre y a disposición de Kikyo, para que juntos pudieran disfrutar de ese caluroso verano.

Se alisó los cabellos, algo alborotados al haber estado durmiendo, recogiéndoselos en una coleta baja y se vistió con unos pantalones blancos cortos y una camiseta de igual color. Se calzó unas deportivas y salió a la calle. Dejó que los rayos de sol bañaran su rostro un instante, deleitándose con la sensación de frescor del nuevo día, y miró en todas direcciones, viendo a la gente madrugadora paseando tranquilamente por la calle, o a aquellos que, desgraciadamente, tenían que trabajar en un día tan maravilloso como aquel.

'Un día perfecto para correr' pensó. Y así, tomando una profunda bocanada de aire, emprendió su carrera matutina por el barrio. Las calles estaban prácticamente desiertas, apenas cubiertas por unos pocos transeúntes que habían madrugado para disfrutar el sol mañanero o bien porque tenían la desgracia, pensó Inuyasha, de trabajar en un día tan hermoso como ese. Él siguió su camino, mientras diminutas gotas de sudor empezaban a poblar su frente.

Llegó hasta el río que siseaba por el centro de la ciudad y se detuvo en la vera del mismo, descansando su agotado cuerpo sobre la verde hierba. Aspiró el aroma del agua dulce y se dejó caer sobre el césped. Sus brazos, cruzados sobre su cabeza, los situó a modo de almohada, mientras cerraba los ojos, disfrutando del trinar de los pájaros.

"Espera por favor" una voz familiar de hombre llegó hasta sus oídos. Se quitó los mechones de cabello negro de la frente, pegados a ella por el sudor.

"¡Déjame en paz!" en este caso en la discusión también estaba enfrascada una mujer de voz conocida. Esto llamó la atención de Inuyasha, que se giró levemente desde su posición. La vera del río y la calle se encontraban en desnivel, proporcionando al muchacho un pequeño escondite para observar sin ser descubierto. Cual fue su sorpresa cuando se encontró a Sango y a Miroku en ferviente discusión.

"Sabes que no puedo hacer nada al respecto." Gritó el muchacho, acercándose a la joven y abrazándola por detrás.

"Lo se" sollozó ella en su regazo "y eso es lo que más me duele" y se giró entre sus brazos, enfrentando sus ojos. Así se quedaron, mirándose por unos instantes. Los ojos de ella brillaban por las lágrimas que caían por sus mejillas.

"Por favor" suplicó Miroku, rompiendo el silencio "No me odies, sabes que no lo soportaría."

"No te odio" y le abrazó con fuerza, dejando que él apoyara la barbilla sobre su cabeza. "Pero ella es una furcia a la que no perdonaré jamás"

Aun a pesar de la distancia, Inuyasha pudo escuchar claramente un suspiro escapando de los labios de Miroku, que había cerrado los ojos cuando notó como la mujer entre sus brazos le abrazaba y apoyaba la cabeza en su pecho.

"Tampoco es culpa suya Sango. Son órdenes. Lo sabes. Ella es tu mejor amiga. Por favor, no la odies."

Inuyasha estaba anonadado por la situación que se estaba desarrollando enfrente de él. ¿De quién estarían hablando¿Órdenes¿Órdenes de quién¿Y a quién? Miles de preguntas retumbaban en su mente, sin poder dar respuesta a alguna de ellas, o significado a la escena que estaba viendo.

De repente, y para su propia sorpresa, vio como ellos, sin dejar de abrazarse, se separaron ligeramente para poder mirarse. Unas miradas tan intensas que se podían notar el abanico de sentimientos que embargaban el ambiente. Y, sin poder preverlo, Inuyasha ahogó un grito ante la sorpresa de lo que sucedió después.

XXXXXX

Una muchacha de largos cabellos negros estaba sentada en un majestuoso sofá blanco de piel mientras jugueteaba con un felino de piel moteada. Su mirada perdida en un punto en el infinito, recordando una y otra vez la conversación tan íntima que tuvo con el novio de su hermana el día anterior.

"Así que estás aquí" una voz aguda la sacó de su ensoñación, provocándola un respingo ante la repentina aparición de la muchacha de piel pálida.

"Kikyo" el nombre abandonó sus labios de forma dolorosa. "¿Qué quieres?" preguntó Kagome.

"¿Y ese animal?" dijo la muchacha señalando con su fino dedo femenino al gordo y peludo gato.

"Me lo encontré" contestó la menor sin importancia. "Se llama Buyo" lo tomó por la piel de la parte superior del cuello y lo dejó en el suelo. Él, una vez se vio liberado, ronroneó frotándose contra las piernas desnudas de Kagome, en una suave caricia, para luego perderse por los pasillos de la enorme casa.

La muchacha se levantó, sacudió los pelos que se habían quedado adheridos a su gran vestido de lana, y emprendió el mismo camino que su gato. Sin embargo, una bofetada inesperada la hizo que se detuviera. Ella, sorprendida, se llevó la mano derecha a la zona afectada por el golpe, notando el calor provocado por ese acto. Abrió enormemente los ojos y observó a Kikyo delante de ella, aún con la mano alzada. Ella le respondió a su pregunta no formulada.

"Me han dicho que ayer estuviste hablando con Inuyasha" hizo una pequeña pausa mientras dejaba caer la mano "Y no te lo consiento. Inuyasha es mío. Solo mío. No vuelvas a acercarte a él" dicho esto emprendió su retirada, sin mirar atrás.

Kagome la vio alejarse, con las lágrimas amenazando por salir de sus ojos. Ella no lo permitiría. No se permitiría llorar. Absorbió el sollozo tan valientemente como pudo y se encaminó, con paso lento y firme, hasta su habitación. Cuando entró, cerró la puerta con parsimonia, y se dirigió hasta su lecho, cubierto por espumosas sábanas blancas con flores rosadas. Se tiró en ella, hundiendo la cara en el cojín, y solo entonces se dio libertad para llorar amargamente su pena.

XXXXX

Inuyasha estaba dándose una ducha, de vuelta en el apartamento que compartía con Koga. Estaba agradecido porque su amigo pasara últimamente más tiempo con la novia en casa de ella, pues así tenía tiempo de sobra para pensar y meditar sobre lo que había visto. Dejó que las frías gotas de agua recorrieran su escultural cuerpo, calmándolo de esta forma, pero sin poder calmar, así, su mente.

Ambos seguían abrazados, mirándose intensamente a los ojos. Inuyasha dejó de respirar por un instante, asombrado por el despliegue de sentimientos y emociones que se desprendían de la pareja. De pronto, y sin poder preverlo, vio como los rostros de ambos se acercaron lentamente, sin prisa. Los ojos de Inuyasha ralentizaron el momento, sabiendo lo que iba a pasar, sin poder creerlo. Y ahí, en medio de la calle desierta y a plena luz del día, vio como los labios de ambos se juntaban. Vio como sus amigos se unían y fundían en un apasionado beso. Vio como, literalmente, se fusionaban el uno con el otro.

Inuyasha ahogó un grito que amenazó con escapar de su garganta, sin poder creer lo que veían sus ojos. ¡Son hermanos! Gritó su mente, una y otra vez. Se dio un fuerte pellizco en el brazo, por si acaso estuviera soñando. Pero el dolor le dio a entender que aquello era real. Real. Real.

Y allí se quedó, sin poder apartar la vista de esa… ¿pareja? Y siguió con la vista plantada en el mismo sitio incluso mucho después de que ellos hubieran desaparecido calle abajo, las manos entrelazadas.

'Tuvo que ser mi imaginación' pensó, sin poder dar crédito. 'Sí, seguro que fue eso, solo eso' y auto convenciéndose de que su mente le había jugado una mala pasada, siguió enjabonándose el cuerpo con suma delicadeza.

Con una toalla enrollada por la cintura, acudió presuroso al sonido del teléfono, que había interrumpido su ducha. Si algo había en el mundo que odiara era que le estorbaran en esos momentos de tranquilidad que tenía para sí mismo. Así que, fastidiado, respondió a la persona en la otra línea de muy mala gana.

"¿Quién?" gritó casi fieramente aún con algo de espuma sobre su cabello.

"Inuyasha" una dulce voz al otro lado del teléfono ahogó un sollozo.

"¿Kikyo?" preguntó él sorprendido y, a la vez, preocupado. "¿Estás bien?"

"No" dijo ella. "¿Puedo ir a tu casa?"

"Claro. ¿Quieres que vaya a recogerte?"

"No. Pronto estaré ahí. Gracias amor. Te quiero"

"Y yo a ti" y colgó. ¿Estaba llorando? Ese pensamiento rondó su cabeza borrando todo lo anterior. Olvidándose de todo lo que, hacía apenas unos instantes, había estado revoloteando por su mente. Sus pensamientos ahora solo centrados en una sola persona. Kikyo.

Con ella en mente se fue a su habitación para vestirse, esperando la llegada de su novia.

Vale, vale. Siento muchísimo la tardanza, pero la verdad es que la inspiración ha sido bastante escasa. Y encima lo que tenía escrito se me borró porque mi ordenador no está funcionando bien y se apagó antes de que pudiera guardarlo. En fin, espero que os esté gustando. Ains! Que ya vemos más cosillas que están pasando por aquí. No digo más. Intentaré actualizar pronto. Besos!

Pa la yumi: weno, pos si te rallaban los cambios de Kagome ahora te doy cambios en Kikyo Ains, soy mala? porque me encanta jejeje Ya verás, ya verás XXDDDDDD

Para Lady Indomitus: gracias por tus reviews, siempre me arrancan una sonrisa. Se que no quedan muy claras las actitudes de los personajes, pero es necesario para la historia este desarrollo un poco... misterioso. siento, igualmente, no haber podido actualizar antes, pero espero que la espera haya valido la pena. Besos!