Abre los ojos
Los personajes de esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi
"…" cuando hablan los personajes
'…' cuando piensan
XXXXXX cambio de escena
Apenas media hora después de recibir la llamada de la muchacha, el timbre de la puerta anuncio su llegada. Inuyasha, quien se había enfundado en unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca, acudió presuroso a abrir a la joven quien, con los ojos aun rojos e inundados en lágrimas, se lanzo a su cuello, ahogando los sollozos que escapaban de su garganta en el hombro del muchacho.
"Kikyo¿qué paso?" pregunto algo preocupado e inquieto. Ella no le respondió enseguida, sino que se abrazó más a su cuerpo, poniendo en contacto las curvas femeninas con el bien delineado del hombre. Él le acarició el pelo con ternura, posando pequeños besos sobre los cabellos para tranquilizarla. Cerró con la mano derecha la puerta que había permanecido abierta todo el rato y, aún sin soltar a la joven entre sus brazos, la acerco al sofá, sentándose en él y situándola a ella sobre sus piernas, aún abrazándola con ferviente desesperación. No la volvió a presionar, cuando ella quisiera hablar él estaría dispuesto a escucharla.
Así se tiraron varios minutos. Kikyo, poco a poco y con las caricias de Inuyasha, iba calmándose, las lágrimas habían cesado, apenas aspiraciones fuertes por la nariz.
"Lo siento, te moje la camisa" dijo cuando su voz se hizo camino a través de su garganta, alzando los ojos castaños.
"Esta bien" sonrió él con dulzura, besándola delicadamente en los labios.
"Soy una tonta" dijo ella después de responder al beso, volviendo a ocultar su rostro en la cuerva del cuello de el.
"No es cierto" respondió Inuyasha, conciliador. Enredó sus dedos en los sedosos cabellos de ella. "Pero cuando quieras hablar sabes que estoy dispuesto a escucharte" la susurro en el oído.
"Es por Kagome" puntualizó pasados unos minutos de silencio, en donde lo único que se oía en el apartamento eran las respiraciones acompasadas de ambos.
"¿Qué pasó?" pregunto el preocupado, el estado en el que ella había llegado le hacia sentirse inquieto, sin saber por que.
"Ella..." la chica dudo entre sus brazos.
"Dime cariño¿ella qué?"
"Ella me abofeteó" finalmente se lo dijo, con la duda aun mostrándose en su timbre de voz.
Inuyasha no salía de su asombro. "¿Por qué?" preguntó. Fue entonces cuando recordó la simpatía que la muchacha desprendió cuando se sentaron bajo el árbol a charlar. Había sido tan diferente a la Kagome de cada día... la Kagome dicharachera y vivaracha que montaba escenitas rayando lo erótico con su amigo Miroku día si y día también... Entonces le vino a su mente la imagen que presenció esa misma mañana entre el joven anteriormente nombrado y su hermana... Movió la cabeza rechazando esos pensamientos 'Debiste habértelo imaginado' volvió a intentar auto convencerse y centró toda su atención en la joven que lo miraba con el ceño fruncido.
"¿Qué pasa?" preguntó él al ver el rostro de ella.
"¿Me estas escuchando? Te has quedado pensando y negando con la cabeza¿pasa algo?" pregunto ella con algo de desconfianza.
"No, nada amor" la tranquilizó humedeciendo con su lengua los rosados labios femeninos, en un beso tierno. "¿Por qué te pegó?"
"Es por la fiesta."
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Kagome estaba recostada sobre la colcha rosada que cubría la amplia cama de matrimonio situada justo en el mismo centro de su habitación. El gato de pelaje blanco y marrón estaba acurrucado sobre su estómago, dejando escapar un ronroneo apenas audible, mientras que la mano de su ama le acariciaba suavemente el lomo, en un movimiento rítmico y acompasado.
Ella, sin embargo, no se encontraba tan feliz y tan a gusto como el animal. Sus pensamientos eran un torbellino que reboloteaban en su cabeza. Ella no quería pensar nada. Solo quería dejar la mente en blanco y olvidar…
'Olvidar…' pensó con melancolía, 'lo que daría por olvidar lo que soy. Por olvidar quién soy.'
Toc, toc, toc. Unos golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos. Rápidamente secó una pequeña lágrima que había escapado de su ojo derecho y resbalaba ya por su sien. Se alzó sobre el lecho recolocando los cabellos despeinados debido a la postura y suspiró ampliamente.
"Adelante" dijo. Las grandes puertas blancas se abrieron y se pudo ver a un muchacho de cabellos negros mirándola con algo de incertidumbre.
"¿Puedo pasar?"
"Claro Miroku, adelante." No pudo evitar un suspiro de alivio.
"¿Cómo estás? Escuche la pelea que tuvisteis tú y tu hermana. Debes tener cuidado, fue muy arriesgado lo que hiciste y lo sabes. Si tu padre se entera…"
"¡No se enterará!" gritó con un tono de voz más alto de lo que ella quería. "Lo siento" se retractó al notar el cabreo en sus palabras y la mirada sorprendida del muchacho. "Es solo que… estoy un poco cansada."
"Kagome, te conozco mejor que eso. ¿Qué te pasa?" La muchacha no pudo enfrentar sus ojos azulados. Por el contrario, se levantó de la cama y posó al gato en el suelo. Fue hasta el tocador y posó las manos sobre el mueble. Se miró en el espejo y lo que vio la asustó. Ante ella había una muchacha de cabellos oscuros que contrastaban en demasía con el blanquecino de su piel. La mejilla aún roja, marcada por la bofetada propinada por Kikyo, grandes ojeras oscureciendo la parte baja de sus ojos y estos últimos inexpresivos y rojos.
"Estoy muy cansada Miroku, eso es todo."
El muchacho siguió todos sus movimientos sin perderse detalle alguno. Le entristecía cómo se dejaba esta muchacha, que en la calle era toda vida y alegría. Aquí, en la casa, parecía una muerta viviente, como un fantasma que recorría los pasillos sin percatarse de nada ni de nadie. La recordaba más joven, cuando se escapaba por la puerta trasera, la que daba al amplio jardín. Siempre la seguía sin ser visto, escapando de sus labores, hasta la zona más alejada de la casa. Allí la observaba tras unos setos y la veía cantar mientras que recogía flores. Ahora, sin embargo, esa belleza infantil que la caracterizaba, que tiempo atrás le había enamorado de ella, se perdió en algún momento del pasado, dejando a este fantasma de lo que alguna vez fue.
"¿Cómo está Sango?" preguntó repentinamente, atrayendo al chico de sus pensamientos al mundo presente.
"Bien" respondió el con nerviosismo.
"Sigue enfadada¿verdad?" ella se dio la vuelta y le miró a los ojos, en sus labios una sonrisa triste.
Miroku no pudo soportar la mirada tan intensa de los ojos castaños, ni la expresión melancólica de su cara. Se fijó en un pequeño libro que tenía Kagome en la mesita de noche al lado de la cama. Su diario.
"Ella lo intenta Kagome, no puedes culparla por eso."
"No lo hago, la comprendo. Ojalá las cosas fueran diferentes."
"Sí"
"¡Kagome!" una voz masculina y agria gritó desde la puerta de la habitación, asustando a los presentes. "Miroku¿qué haces aquí?"
"Lo siento señor, ya me iba" se despidió el muchacho temblando.
"Papá…"
Pero no pudo continuar hablando, el fuego de los ojos del hombre la asustó. Tiempo atrás podría haberlo amado, ella necesitaba esa figura paterna en la que apoyarse, pero él había cambiado mucho desde aquello. Demasiado.
Asustada, lo vio cerrar la puerta tras de sí con una sonrisa diabólica cruzando su rostro. "Tú y yo tenemos que hablar, jovencita."
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Sango estaba en el jardín, dando de comer a su mascota, Kirara, una pequeña gata de color blanco. Tarareaba una canción, aunque no estaba tan contenta como parecía externamente. Pero ella había aprendido bien. Le habían enseñado a controlarse, casi a no sentir. Sango debía de ser perfecta en su trabajo. Lo demás sobraba. Y las personas que la conocieran, que realmente la conocieran, podrían decir que era maravillosa en su campo. De hecho, tendrían que reconocer que ella era la mejor.
Pero…
No estaba preparada para esto. No estaba preparada para querer y a la vez odiar. Y la echaba de menos, a su amiga del alma. Habían estado tan unidas… y ahora… '¿Ahora qué?' se preguntó. Y es que ahora apenas se hablaban. Tan solo miradas de vez en cuando y en la distancia. La amistad, ya quebrada y rota, luchaba por resurgir. Luchaba por volver a unir a dos personas que se necesitaban tanto la una a la otra. Pero había demasiados inconvenientes. Demasiadas cosas de por medio. De hecho, una de las razones se acercaba a paso veloz hacia ella.
"¡Sango! Llevo buscándote por toda la casa" Ella, arrodillada como estaba, se alzó para quedar a la altura del joven.
"¿Qué pasa Miroku?" preguntó sin expresión.
"Vengo de hablar con Kagome" el rostro de la muchacha se tornó a uno de furia. No quería. Necesitaba sacar por todos los medios eso que inundaba su corazón. Pero no podía.
"No me mires así por favor. Verás, ella…"
"¡Ustedes dos¡Vengan acá en seguida!" la conversación se vio detenida por una mujer de cabellos negros recogidos en un amplio moño y vestida como las mujeres en la época antigua, con un kimono blanco y morado que le llegaba hasta los tobillos. Los pies desnudos sobre el frío suelo.
Miroku y Sango llegaron presurosos frente a la figura femenina y se arrodillaron en una postura ampliamente practicada.
"Hay nuevas órdenes para ustedes."
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Inuyasha estaba tumbado en la cama de su apartamento con el pecho desnudo descubierto. Las sábanas blancas tan solo le cubrían de cintura para abajo. La cabeza apoyada sobre los brazos que estaban cruzados tras su nuca. 'Es el momento cigarro' pensó dirigiendo la mirada a la muchacha que dormía a su lado. 'Ya te has dormido' pensó con pesar. Se levantó de la cama sin hacer ruido, cuidando de no destapar el cuerpo desnudo de Kikyo. Se colocó unos boxers grises que sacó de un cajón y se puso, sobre estos, un pantalón oscuro que había dejado sobre el respaldo de la silla. Terminó de correr la cortina para quitar toda claridad, dejando que la joven descansara tranquilamente, y, con mucho sigilo, salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí.
'Es extraño' se sirvió una taza de café ya hecho de la cafetera y lo metió en el microondas para calentarlo un poco. Suspiró. Abrió uno de los armarios de la cocina y sacó un bollo que había comprado días atrás y que se olvidó de comerlo. Estaba duro, pero no le importó. Cuando el sonido del electrodoméstico le avisó de que había terminado su función, sacó el vaso y echó el contenido en una taza con algo de leche y azúcar. Se sentó en la mesa y mordió sin ganas el pastel que tenía en la mano.
De pronto el sonido del teléfono lo despertó de su ensoñación. Corrió al aparato para evitar que diera un nuevo timbrado y contestó con voz de enfado. "¿Moshi, moshi?"
"Hola hermanito" se escuchó al otro lado de la línea.
"Sesshômaru"
Vale, aquí un nuevo capítulo. Ya era hora¿verdad? He de reconocer que estoy yendo muy lenta por varios motivos, entre ellos falta de tiempo y de imaginación (una muy mala combinación). El caso es que he empezado las clases ya y estoy un poco que no paro, así que os pido paciencia y espero que os haya gustado. ¡Atentos! Puede que parezca que no pero por aquí hay cosas muy interesantes (en el capítulo me refiero :P)
Sayonara!!!
Para Catumy: oye tu!!!!! donde estas????? que se te echa de menos por toas partes! por el forito, por las actualizaciones, por el messenger... Voy a tener que ir a darte un tirón de orejas o que??? Enfermera... vuelveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Para Lady Indomitus: tranquila que no tengo pensado abandonar el fic, pero es verdad que me tardare en ir subiendo. Pero prometo que lo hare, auqnue me tire una eternidad XXDDDDDD Me alegro de escuchar que ya puedes compar el manga, aunque es larguito, yo lo estoy comprando y me estoy dejando una pasta gansa XD En fin, espero que te haya gustado. Besos!
Para la yumi: ains! no me mates!!! (dios, estoy jugando con la muerte, lo veo!) pos si hija si, los he metio "en la camita" a los dos, pero to esta pensaooo!!! (weno, mas o menos XD) y a ver cuando me actualizas ¬¬ que te persigo yo con mi super espatula de Ukyo, eh???? jajaja muaks!!!
Para Peca-chan: espero que te haya gustado el capitulo y siento la demora. Nos vemos en el proximo!
Para Jimena-chan: otra conti!!! XXDDD Lo se, siguen siendo más cortas de lo que deseo, pero bueno, intentare mejorar ese punto. Nos vemos en el proximo capi!
Para dyeLbi-chan: es mas extraño? XD aqui hay muchas cosas nuevas, jeje. Nos vemos!
