El pianista
Los reviews voy a contestarlos personalmente, dada la prohibición de Fan fiction a contestarlos en los capítulos. Si queréis que os conteste por e-mail, dejadmelo, si queréis que lo haga por el sistema de enviar mensajes, decidlo también :) Os adoro.
Gracias por esos 777 :)
26. Flores de primavera
Lo acarició suavemente, con la yema de los dedos. Sintió su tacto, delicioso, la tersura de la superficie lisa y oscura. Llenó sus pulmones de aire mientras un extraño temblor se extendía por todo su cuerpo. Lo observó de nuevo y lo rodeó, una vez más, hasta, que al fin, se decidió a sentarse.
Se hundió en el sillín y se quedó estático con la mirada fija en la tapa que aún cubría las teclas, guardándolas. Tragó saliva al tiempo que estiraba los brazos hacia delante y dudaba, sumido en el aire. Suspirando fuertemente, abrió la caja con igual fuerza y valentía.
Tenerlo abierto ante él fue definitivo.
Sintió como sus brazos, sus manos, sus dedos, recobraban la vida con la misma intensidad que su corazón latía al ver de nuevo a Hermione, después de creerla perdida. Sintió toda la energía acumulándose y se dejó llevar, por el poder que ejercía sobre él, la música de su amado piano.
Amo lo que veo y lo que ocultas. Amo lo que muestras o insinuas. Amo lo que eres o imagino. Te amo en lo ajeno y lo que es mío...
Naturalidad, vitalidad, emoción, vida derramándose a borbotones por aquella sala sobria y deshabitada. Vida manchando las paredes blancuzcas, coloreándolas de una iluminación dorada como burbujas de champán. Vida recordando bellos momentos, vida llena de amor, desechando cualquier mal pensamiento.
Amo lo que entregas, lo que escondes Amo tus preguntas, tus respuestas Yo amo tus dudas y certezas Te amo en lo simple y lo compleja...
Vida...¡vida! Había vida, incluso en el infierno. Por un instante gracias a Dios concedido, se llenaba de cielo y armonía y la paz perdida llenaba la habitación secreta, borraba las inquietudes e incertidumbres...por un segundo, lo simple, lo complejo, lo anhelado incluso lo desconocido, era hermoso, era amado.
Y amo lo que dices, lo que callas Amo tus recuerdos, tus olvidos Amo tus olores, tus fragancias Te amo en el beso y la distancia
Ella entró, lentamente y lo observó tocando, sin hacer ruido para no desconcentrarlo. Lo escuchó, entonces, cantando y no pudo evitar sonreír, no por la belleza de las letras, no por la hermosura de la melodía del piano, sino por él, porque se le veía feliz. Sí, quizá fuera un oasis, pero existía, pero estaba allí...y quizá, la música los contagia de felicidad a ambos.
Y amo lo que amas, yo te amo Te amo por amor sin doble filo Te amo y si pudiera no amarte, se que te amaría aún lo mismo.
Y amo lo que amas, yo te amo Te amo por amor a dar lo mío Te amo con orgullo de quererte porque para amarte yo he nacido...
Se desabrochó la túnica, sin perder la sonrisa de la boca y entonces, él la oyó y volvió la cabeza, sin que sus manos se detuvieran...entonces, repitió la última frase...
Te amo con orgullo de quererte porque para amarte yo he nacido...
Hermione se acercó a él y continuó la canción, emocionada.
Amo lo que seas y lo que puedas Amo lo que afirmas, lo que niegas Amo lo que dices, lo que piensas Te amo en lo que mides y lo que pesas
¿Quién lo hubiera pensado, verdad¿Qué mortal hubiera pensando en aquella noche, en aquellas personas y en aquel amor¿Quién hubiera imaginado aquella canción?
Y amo lo que atrapas, lo que dejas Amo tu alegría y tus tristezas Te amo en la carne y en el alma Te amo en tus crisis y en tus calmas
Simplemente...parecía imposible. No sólo su amor, por ser ellos quienes eran, sino porque, al fin, dos personas en el mundo tan extraño que se vivía...se habían encontrado a sí mismas, en el alma del otro, en las canciones, en la música...en la oscuridad.
Amo lo que pides y regalas Amo tus caricias, tus ofensas Amo tus instantes y lo eterno Te amo en tu cielo y en tu infierno
Y ambos, sonriendo, ya abrazados, ya envueltos en la atracción del piano, ambos pianistas, ambos voces con clamores que sólo Dios y nosotros escucharíamos, para callarlo y olvidarlo.
Y amo lo que amas yo te amo Te amo por amor sin doble filo Te amo y si pudiera no amarte se que te amaria aun lo mismo .
Y amo lo que amas yo te amo Te amo por amor a dar lo mío Te amo con orgullo de quererte porque para amarte yo he nacido.
Mecidos, en su romántica complicidad, Draco siguió tocando, a pesar del silencio, él siguió tocando...Hermione cerró los ojos y así los mantuvo la noche...
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
En el transcurso de esa noche, no hablaron de la marca, ni de su amor prohibido, no...ni siquiera hablaron de que no podrían ir juntos al baile, porque no podían ser descubiertos, no, nada de penas ni dolores de cabeza...no, sólo hablaron de lo que más les importaba...de ellos mismos.
Como si Lord Voldemort, Lucius Malfoy, Blaise Zabinni y el mismo Dumbledore, hubieran sido absorvidos por las fuerzas alienígenas y los dejaran respirar tranquilos, al menos esa noche, que, como todas, siempre podía ser la última.
- Me encanta el rojo...como el vestido que te regalé para fin de año¿recuerdas?
Hermione sonrió y asintió.
- Recuerdo. Pero estamos en primavera¿cómo me voy a poner un vestido de terciopelo, Draco?
- Mmm...buena observación. Entonces...tendremos que ir a comprarlo.
- Ajá, y ahora tengo que cambiar de color...
- Me gusta el rojo.
- ¿Qué te parece celeste?
- No. Me gusta el rojo.
- ¿Y el amarillo?
- No. Me gusta el rojo.
Herm rió y le besó, dulcemente.
- Hay muchos colores.
- Mmm...ya...pero me gusta el rojo.
- ¿Y tú te pondrás una corbata que me guste a mí?
- Por supuesto, tú eliges.
- ¡Rosa fuccia!
- ¡Hermione!
- ¡Dijiste que yo elegía!
- ¡Sí¡Pero no para que me apedrearan por hortera!
Ambos rieron, tan sinceros, tan enamorados, tan despreocupados. La noche se les quedaba corta...tendrían que pactar con la luna.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Rápidamente se empezó a respirar el ambiente festivo por todo el colegio. A pesar de la dureza de los exámenes, los chicos y chicas se tomaban un respiro y conspiraban sus estrategias para conseguir a su pareja.
- Este año...la cosa es distinta. - suspiraba Ron Weasley mientras intentaba, sin éxito, memorizar los catorce ingredientes de la poción Clatempo. - Tú ya tienes pareja.
- Sí y no creo que a Ginny le haga gracia que se lo pida a otra...como comprenderás.
- Yo voy con mi Lavender. - murmuró Seamus con una sonrisa.
- Pastelón... eres lo peor, Sean, vencido por una mujer... - farfulló Dean.
Su amigo frunció el ceño:
- Bueno¿y tú qué¿Con quién piensas ir?
- Ni idea. No es algo que me preocupe...
- Venga, pillín, que habrás pensado en alguna...
- Sí...barajo varias.
- Pues date prisa. Y tú también, Ron, que este año no está Krum pero Hermione está de vicio así que...
Harry y Ron lo fulminaron con la mirada.
- Como le cuente a tu novia que andas diciendo que su amiga está de vicio... - murmuró Ron. - Creo que te vas a quedar sin pareja y sin novia.
Repentinamente llegaron a la sala Parvati Patil y Lavender Bronw, muy alegres, dando saltitos.
- Hola, amado novio mío. - exclamó Lavender a la vez que le daba un sonoro beso a Seamus.
- Hola Parvati. - sonrió Dean.
- Hola Dean, Harry...Ron... - dijo la morena mientras se retiraba.
Ron se quedó mirando a Parvati. ¿Y si...? No, era una locura. Él sabía muy bien que no estaba enamorado de Parvati y ella sí de él...no quería darle falsas esperanzas...pero...bueno¿y lo de la otra noche? Eran buenos amigos...no tenía por qué malinterpretar...¿o sí? Bueno...¿por qué no?
- Oye, Lavender...¿y Hermione? - preguntó Harry al no observarla.
Lavender se separó de Seamus, al que le había dejado una mancha rosa en los labios.
- Am...está reunida para lo de la organización, con Malfoy.
- ¡Qué tostón! - espetó Dean. - Pobre Hermione...Draco y ella no se soportan...la que le ha caído...
Ron sonrió interiormente, mientras Parvati se perdía por el hueco de las habitaciones: "Sí...pobre Hermione".
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
- Quiero, ante todo, dejar claro que no aceptaré ninguna negativa. Los prefectos están en la obligación de cumplir con Hogwarts y organizar el baile pero la responsabilidad principal recae en los premios anuales, ustedes.
Mientras McGonagall hablaba, Draco no podía evitar dejar de mirar a Hermione, ella sonreía, disimuladamente. Cuán ingenua era la profesora...
- Así lo hemos acordado y así se hará. Quiero que den ejemplo de buena convivencia entre las casas¿entendido?
Hermione asintió desganada. McGonagall desvió la vista hasta Malfoy.
- ¿Señor Malfoy?
Draco, traído de repente a la realidad, dio un pequeño bote.
- Sí, profesora, sí...
McGonagall frunció el ceño y los miró, un poco confundida.
- Bien. - suspiró. - Procedan pues, a la organización. No se olviden de consultarlo todo con los prefectos y conmigo.
Ambos asintieron. La profesora se levantó de la silla y salió de la habitación, mirando por última vez a los premios anuales, intentando escudriñar con su mirada la razón del comportamiento de ambos. Sin embargo, se dio por vencida y salió del cuarto, dejando caer lentamente la puerta.
Draco y Hermione observaron como ésta se cerraba y no se movieron hasta que el "clic" anunció que estaban a salvo.
Se miraron, entonces y sonrieron, riéndose.
- Señorita Granger... - habló Malfoy con voz fingidamente grave. - haga el favor de no comerse al señor Malfoy...
- No se preocupe, profesora, - dijo la Gryffindor pestañeando de forma angelical. - sólo le morderé un poquito.
Draco se levantó, entonces y se arrodilló frente a ella. Ella le acarició la cara con las manos y él cerró los ojos, dejando caer su cabeza en su regazo.
- Bendita fiesta. - suspiró.
Se quedaron en silencio. Por la ventana del despacho se podían observar los terrenos de Hogwarts, con los árboles a punto de florecer y las flores a punto de abrirse.
- Es un paisaje precioso¿no crees? La primavera es mi estación favorita. - susurró Hermione.
- Mmm...yo prefiero el invierno.
- ¿Te gusta más el frío que el calor?
- No. Solamente me gusta tener una excusa para abrazarte.
Hermione le miró con ternura, como si fuera un niño pequeño y frágil.
- ¿Por qué tienes que buscar una excusa?
Draco abrió los ojos y puso cara de inocente.
- Tonto. - le espetó ella, haciendo una mueca y moviendo la cabeza. - Señorita Granger...no me gustaría tener que llamar a la profesora McGonagall para contarle que me está usted agrediendo verbalmente.
- ¿Me está usted amenazando, señor Malfoy? - preguntó con voz fingidamente molesta.
- Sí.
Se levantó un poco y la besó en los labios castamente. Tomó su rostro y examinó con detenimiento sus labios, sus mejillas, sus ojos, sus pestañas, sus cejas...Ella, a su vez, sólo podía mirar sus ojos, tan grises y misteriosos, tan excepcionales y queridos.
- Me gusta el lunar de tu cuello. - dijo acariciándole la piel de éste. - Y la forma ondulada de tus pestañas...incluso tu pelo enredado me gusta.
Ella sonrió.
- Pues a mí no me gusta que te eches gomina...
Malfoy arqueó las cejas.
- ¿Y qué propones?
- Que no te pongas nada más que agua. La gomina hace que se te caiga el pelo. - dijo enredando un dedo en un mechón rubio.
- ¿Y tú qué me das a cambio...de que lo haga?
Hermione abrió la boca para protestar pero la queja se convirtió en una mueca pícara que se cerró en una sonrisa cómplice.
- Puede que te deje algún baile en la fiesta.
- ¿Algún baile?
- Mmm... sí... alguno que me sobre.
Cogiéndola por la cintura, la tironeó hacia delante y perdiendo el equilibrio, cayeron a la alfombra. Comenzaron a rodar por ésta, chocando con las patas de las sillas, haciéndose cosquillas, riéndose y jugando a besarse como dos locos enamorados...los que eran.
Y así se les pasó el tiempo, en la alfombra, mirándose y descubriéndose. Sin preocuparse por el tiempo que no tenían ni por todo lo que giraba a su alrededor.
El sol se fue ocultando entre las montañas, dejando paso a un hermoso atardecer de destellos anaranjados y sombras doradas que pintaban los campos verdes de vísperas de primavera.
Los estudiantes, aprovechando el último día de la dura semana, salían a observar como se marchaba el sol y dejaba paso a la noche. Se sentaban alrededor del lago, charlaban de sus pruebas y aventuras, conocían la amistad y el amor...y las chispas de la primavera, iban saltando. La propia naturaleza sentía la llegada de la estación. Nadie era ajena a ella.
- Draco¿qué hora es?
- ¿Qué importa?
- Sí importa. ¿Qué hora es?
Draco alzó el brazo y observó su reloj plateado.
- Las...siete y media.
- ¡Las ocho menos cuarto¡Llevamos casi tres horas aquí y no hemos hablado de la fiesta!
El Slytherin le quitó hierro al asunto.
- No te preocupes. ¿Qué hay qué hablar?
- De la música, de la organización, del horario, del lugar, del escenario, de la comida, de los eventos...
- Para, para, para...
Hermione se enderezó, sentándose inquirió a Draco.
- A ver...música...se contrata a un grupo, que lo hagan los prefectos de Ravenclaw, comida, que lo hagan los prefectos de Huffelpuff, horario, por la noche, claro está, comida, que lo piensen los elfos...¿enventos?cena y baile. Lugar...evidentemente, el gran comedor. ¿Qué más?
Hermione parpadeó.
- Qué fácil te parece todo.
- Amor...es así de fácil. Ojalá todo fuera como organizar una fiesta de primavera... - dijo, y por primera vez en la tarde, se sintió triste.
- Entonces, debemos organizar una reunión con el resto de prefectos...
- Mañana, después del desayuno...aquí mismo.
Hermione, un poco tensa, caviló y de pronto, pareció recordar algo.
- ¿Y el tipo de fiesta?
- ¿Tipo de fiesta¿A qué te refieres?
- Pues...una fiesta... de disfraces...
- Me niego rotundamente. - dijo tajante el rubio.
- O una fiesta de máscaras, o una fiesta de parejas, o una fiesta...
- Espera.
- ¿Qué...?
Se miraron. Los ojos de Malfoy brillaban.
- Creo que tengo una muy buena idea...
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
- Me niego.
- Es una estupidez.
- A mí no me parece mal...tiene que ser divertido.
El murmullo era creciente en el despacho. Hermione trataba poner orden sin éxito. Tuvo que dar una sonora voz Draco, para que la escucharan.
- Gracias, Malfoy. - dijo con desdén la Gryffindor. - Parece que la idea ha desatado polémica. ¿Alguien quiere exponer su razonamiento?
- Yo pienso que es un absurdo, Hermione. - objetó Justin, prefecto de Huffelpuff. - ¿Para qué vamos a ir con máscaras?
- Queremos innovar, Justin. La gente está cansada de las fiestas clásicas, con la comida, el típico vals y su grupo de amigos.
- A mí me parece muy buena idea, Hermy. - sonrió Hannah.
- Yo también estoy a favor. - apuntó Ron.
Hermione le sonrió, agradecida. Ya le había comentado la idea y pedido por favor que aceptara, era muy importante para ella, por la sencilla razón de que, en el anonimato, ella y Draco podrían estar juntos sin que nadie los reconociera. Perfecto.
- Además, es una buena forma para divertirse, es emocionante. - suspiró Hannah. - Tan romántico...
- Es estúpido...yo seré antiguo pero prefiero la forma tradicional. - siguió protestando el prefecto de Huffelpuff.
- ¿Votamos? - propuso Draco Malfoy.
- ¿En contra? - preguntó Hermione.
La mano de Justin se alzó, única en el desierto.
Hermione sonrió por dentro y no pudo evitar que la sonrisa se le contagiara al rostro.
- ¿A favor?
La aplastante mayoría silenció al prefecto, que negó con la cabeza.
- ¿Y McGonagall qué opina de todo esto? - dejó caer, esperanzado de que la idea se cancelara.
Draco y Hermione se miraron. Ahora venía la parte más difícil.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Hermione argumentaba, convencida y firme, ante Draco Malfoy, cruzado de brazos, escuchándola, satisfecho y orgulloso de su desenvoltura, un poco preocupado, ante el rostro sin emoción patente de la profesora de transformaciones. Hermione también estaba nerviosa. Estaban jugando con fuego pero había sido una decisión conjunta. Entre el cielo de sombras que los acechaba, siempre quedaban luces de esperanza, aquella era su esperanza, la aprobación de la vice directora.
Ella hablaba sin temor en la voz, con una sonrisa positiva en los labios, estaba pletórica desde que habían iniciado la organización de la fiesta, quizá porque había olvidado, en parte, todo lo ocurrido a finales del mes de febrero. Por lo menos, otros pensamientos más felices inundaban su cabeza.
Blaise Zabinni no había vuelto a molestarla pero, a pesar de ello, Draco lo vigilaba de cerca, intentando evitar cualquier contraataque del ojiverde. Aunque no lo había hablado con Hermione, Draco sabía que Zabinni no era alguien de quedarse conforme si los acontecimientos le eran desfavorables y eso, le inquietaba. Pero intentaba no exteriorizarlo, intentaba guardar ese secreto, tan profundamente encerrado dentro de él, como el dolor de la marca en su antebrazo.
No ignoraba que, últimamente, le ardía más que nunca. Sabía que Voldemort, y dudaba mucho que fuera por la inminente llegada de la estación de las flores, estaba alegre y no podía dejar de pensar que planeaba algo. Sin embargo, su padre no le había informado de nada, ni siquiera de alguna reunión en Hogwarts, clandestinamente, del grupo de alumnos mortífagos que habitaba en el castillo. "Tengo que escribirle", pensó mientras Hermione mostraba a la profesora el pergamino con la planificación de la fiesta, "Pero...si le escribo, me preguntará por Potter, Weasley y por Hermione...".
Sintió, de pronto, un dolor agudo en el antebrazo y acalló el gemido de angustia, revolviéndose en el asiento y contrayendo la mandíbula. La profesora le miró de reojo y Hermione hizo una referencia hacia él.
- Draco está un poco en desacuerdo con servir pastel de queso, dice que es un poco pesado...
- Así es. - asintió el prefecto. - Lo sustituiría por algo más ligero...como frutas...
La profesora frunció el ceño y desvió la mirada hacia su alumna preferida y siguió atendiéndola.
Su misión estaba ahí y él lo sabía. Era algo que no le había dicho a Hermione y aunque, habían acordado que entre ellos no habría mentiras...era algo que no tenía valor de decirle. Sin embargo, tenía la certeza de que Hermione sospechaba algo. Nunca le había preguntado directamente, no habían hablado sobre nada relacionado con las órdenes del Señor Tenebroso. Pero ella no era ninguna tonta.
¿Qué podía decirle? Mi misión es vigilarte, a ti y a tus dos mejores amigos. Pero...¿qué iba a decir en la reunión de mortífagos¿Qué iba a contar del trío de oro? Hermione le había dicho que Harry estaba recibiendo clases con la profesora de defensa contra las artes oscuras, Helen White. Sabía que formaban parte de La Orden del Fénix y que tanto Weasley como Hermione tenían reuniones muy eventuales con ésta.
Pero...¿cómo iba a decirle algo de todo eso a Voldemort? No podía decirle nada. Pero...¿y si no hacia falta decírlo y Voldemort lo averiguaba¿Qué sería de Hermione y de sus dos amigos? Pero, sobre todo... ¿qué sería de él si a ella le pasaba algo?
- Estoy asombrada, realmente asombrada. - murmuró la profesra, revisando el pergamino, ajustándose las gafas.
Hermione le dedicó una mirada de triunfo. Él hizo un intento por sonreír pero la sonrisa se le congeló en los labios.
- ¿Se reunieron con los prefectos?
- Así es. Todo lo que está escrito en el acta ha sido votado y aprobado por unanimidad.
- Siento tener que repetirme...pero estoy asombrada.
Quitándose las gafas y dejando el pergamino a un lado, miró a ambos premios anuales, con el gesto admirado.
- Nunca pensé que entre ustedes pudiera haber tan buena comunicación y se pusieran de acuerdo así...en buenas maneras. He de decir que en todos mis años como profesora de Hogwarts nunca había visto dos premios anuales tan competentes como ustedes y, por ello, no puedo poner objeción alguna a lo que han decidido.
Hermione sonrió, ansiosa y feliz, Draco esbozó una sonrisa, menos pronunciada pero igualmente sentida.
- Creo que va a ser una fiesta inolvidable. - asintió la profesora.
Inolvidable...
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Le besó con vehemencia y él la correspondió con la misma intensidad. Todo se hallaba sumido en un silencio apaciguador, las tardes de finales de invierno estaban siendo maravillosas.
Estrecharon las mínimas distancias entre ellos y se recorrieron, una y otra vez, enérgicos y apasionados.
En un segundo de sosiego, Hermione abrazó fuertemente a su pianista, riendo alegre, apoyando la cabeza en el hombro de éste.
- Es fantástico, Draco. ¡Es fantástico!
- Sí, lo es... - murmuró éste, mimándola.
- Cada día doy gracias a Merlín por haberte puesto en mi camino...
Se besaron de nuevo, sintiendo ese calor reconfortante que emana del amor.
- Te amo. Te adoro. - le susurró, mordiéndole la oreja suavemente, acariciándola como si del delicado piano se tratase.
- Y yo a ti, con toda mi alma...
Con una pícara sonrisa, trazó círculos en el pecho del buscador.
- Se me ha ocurrido una manera magnífica de celebrarlo... - dijo, rodando los ojos.
- ¿Sí? - indagó con voz grave. - ¿Cuál...?
- Pues...
Mientras le proponía cosas indecentes, en voz baja y escondida en su oído, el buscador clavó la vista fijamente en el pasillo corredero, sin poder evitar que su rostro se llenara de muecas. - Interesante...
Pero cuando iba a retomar, con más ansias si cabe, su guerra de caricias, un movimiento repentino le alertó, rompiendo su ensoñación. Hermione tardó en darse cuenta, sin embargo, al ver la rigidez del Malfoy, notó que algo no iba bien y le miró aturdida.
El rubio se apresuró a ocultarla detrás suya. El silencio que mantenían casi cortaba. Aquella era su realidad, su día a día, esconder del mundo su historia de amor, esconderse.
Sus corazones bombeaban rápidamente, presos de la angustia y la incertidumbre. Los pasos comenzaron a ser perceptibles, se dirigían hacia ellos. La columna tras la que se ocultaban era insuficiente, les verían.
Entonces, la mente de ambos empezó a cavilar. El Slytherin, sabedor de las creencias de su casa hacia la relación que mantenía con Hermione, pensó en la posibilidad de no ocultarse si se trataba de un miembro de ésta. Pero, aunque la firme convicción del Malfoy sobre que todo era un engaño para favorecer a su bando, al bando de Voldemort y sonsacar información a la Gryffindor, no le convencía la idea. No quería arriesgarse.
Hermione buscaba una salida rápida y urgente. Correr por el pasillo no era una buena opción, podían descubrirlos a mitad de camino, o a uno y relacionarlos. Detrás de la columna no estaban seguros. No los dos.
Frente a ellos se encontraba un ventanal de grandes vidrieras y una cortina espesa amarrada en sus extremos. No había viento que agitara estas, dada a la suave brisa primaveral.
Entonces, saltó la chispa y se encendió la idea.
Hermione se quitó los zapatos rápidamente y los cogió con una mano, salió disparada, entonces, hacia la cortina.
A Draco le tomó por sorpresa su iniciativa, intentó detenerla pero no la alcanzó. "Eres única, Hermione", pensó, mientras la veía ocultarse tras el fajo de la tela.
"Será mejor que intente que no pase por aquí", se dijo a sí mismo.
Colocándose el porte gallardo y distingido, salió de su escondrijo y andó a lo largo del pasillo, hacia la dirección donde había visto el movimiento. Cuando llegó a la boca final del pasillo descendente, su sorpresa fue máxima.
Nadie iba hacia ellos, sino que se alejaba. Y frunció el ceño al observar de quien se trataba: Blaise Zabinni.
La idea de que Zabinni conspirase algo contra él y Hermione no dejaba de atormentarlo. Al fin vio como sus pensamientos eran ciertos.
El Slytherin marchaba con avidez, mirando a sus espaldas, nervioso, como si ocultara algo.
Draco lo seguía, totalmente sigiloso, sin hacer ruido alguno, frenético, intuyendo que iba a hacer un gran descubrimiento, nada agradable.
Al fin, Blaise se detuvo, después de torcer en una esquina. Draco lo espió, detrás de la pared: "Voldemort estaría orgulloso de mí", pensó, sintiendo una punzada de dolor al relacionar su encuentro con el Slytherin con su inhumana misión. Zabinni sacó la varita, entonces, murmurando un hechizo fácil, que abrió la puerta del aula donde se había parado. Un aula abandonada, supuso Draco, por su ubicación y su aspecto.
El portón se cerró tras el moreno, produciéndose un sonido ronco y nuevamente, silencio. Sin ver nuevos movimientos, Draco observó con detenimiento el espacio donde se encontraba, lo archivó mentalmente y acordó volver, para entrar en el aula e investigar más profundamente. Ahora debía volver con Hermione.
Sagazmente, recorrió todo el camino anterior, hasta llegar al pasillo donde habían sido sorprendidos. Sin embargo, Hermione no estaba, sólo quedaba la cortina, desatada.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Dean Thomas tiró una piedrecilla al lago, que fue saltando cuatro veces más, antes de hundirse. Ron sonrió y pulió la piedra que iba a lanzar, antes de dar el toque maestro. Su grano saltó cinco veces, creando varias ondas a su alrededor y luego se hundió, dejando el rastro tras de sí.
- ¡Serás...! - exclamó Dean, mientras Ron reía.
- Te dije que era bueno.
- ¡Ya verás!
Bajo los altos árboles de capullos rosas, cuyas flores aún no habían florecido, Ginny y Harry yacían abrazados, sonriéndose, acariciándose y rodando por el césped como los enamorados que eran. Su amor era envidiado, un amor sincero y real, que gritaban al mundo, con la misma felicidad de que lo disfrutaban.
Seamus y Lavender, a su vez, los imitaban, con más intesidad aún.
Las dos parejas felices.
Parvati Patil era la más solitaria, que se entretenía leyendo el último número de Corazón de Bruja.
- ¡Es imposible! - farfulló Dean, tirando malhumorado una piedra.
Todos rieron por la terquedad del Gryffindor.
- Déjalo, Dean...admite que Ron es mejor y punto. - se jactó Ginny, sabiendo que su comentario no haría sino que el moreno no cejara en su empeño de vencer.
- ¡No! Seguiré intentándolo y lo conseguiré. - exclamó, con toda la dignidad y valentía de un Gryffindor.
Mientras todos volvían a reír y observaban, como, sin éxito, Dean lo repetía una y otra vez sin llegar a los cinco saltos, Ron se percató de que Parvati estaba sola, leyendo.
Levantándose, fue hacia ella.
- ¿Molesto? - preguntó.
Ella le miró y negó con la cabeza, cerrando la revista, que abría su número con un corazón hecho de fresas, con una frase parpadeante: PrimaveraAmor. El titular rezaba: La primavera...¡el corazón altera!
Con las mejillas encendidas, se mesó el cabello y advirtió como Ron parecía pensar algo importante.
- ¿En qué piensas? - le interrogó.
- En...bueno...¿sabes...ya con quién vas a ir al baile?
Parvati parpadeó, abrió la boca y no dijo nada. Dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo, se rascó la cabeza, nerviosa.
- Ah...no me lo ha pedido nadie. Supongo que...iré sola...
Un grito de Dean los distrajo. El moreno pateó la tierra.
- Parvati, - dijo Ron, intentando captar de nuevo la atención de la Patil. - yo he pensado en...que, bueno, si no tienes ningún plan, si no te parece mal...y bueno...si quieres...podríamos ir...juntos. Tú y yo. Los dos. Al baile.
- ¿Hablas...en serio?
- Sí, claro. - asintió este.
Parvati miró al suelo y se quedó ensimismada.
- En plan amigos. - añadió Ron. - Sin compromiso. Sólo por...ir con alguien y...
- Acepto.
- ¿Sí?
Parvati sonrió.
- Sí¿por qué no?
- Bien. Bien...pues...
- ¡Maldita sea!
- ¡Dean¡Para! - se quejó Harry. - Pareces un loco. No es tan importante...si no te sale, no pasa nada, no se va a acabar el mundo...
- Sí... tienes razón...
El moreno miró en dirección a Ron y Parvati, tragó saliva y bajó los hombros, tirando por última vez la piedra y, acto seguido, metiéndose las manos en los bolsillos y dándole la espalda al lado. Así, no vio como su pequeña piedra daba cinco saltos en el río, antes de hundirse con su derrota.
- Voy a caminar un poco para...despejarme. - dijo, tristemente.
Las dos parejas se miraron, entre sí, sin entender.
- ¿Y ahora, qué le pasa a este? - preguntó Lavender sin entender.
Seamus movió la cabeza y se levantó, diciéndole a su novia que enseguida volvía. Se marchó, gritando el nombre de su amigo y yendo en su dirección.
Parvati y Ron rieron sonoramente, mientras leían un artículo de Corazón de Bruja sobre el destino en primavera de los distintos horóscopos.
Lavender siseó, guiñándole un ojo a Ginny y Harry.
- Creo que pronto seremos tres parejitas...
- Ey chicos...¿no es esa Hermione?
La prefecta Gryffindor se dirigía hacia ellos, un poco agitada.
- ¡Herm¡Aquí!
Ron levantó la cabeza de las hojas de la revista y observó a la castaña. Parvati agachó aún más su cabeza.
- Hola. - saludó Hermione al llegar a la altura de sus amigos. - Os he estado buscando.
- Llevamos aquí un buen rato...se está genial. - comentó Ginny.
- Te has perdido a Dean...al pobre no le salían los cinco saltos... - relató Lavender. - ¿Dónde estabas?
Hermione se mordió el labio.
- Eh...organizando la fiesta.
- ¿Con Malfoy?
Reinó el silencio, mientras los conocedores del secreto miraban maquinalmente a Hermione, quien, congelada, no articulaba palabra.
- Herm, te has puesto blanca. - rió Lavender. - Ya sé que te cae mal pero...no es para tanto¿no?
- Ah...no...no es por eso, es que, se me había olvidado. Ron, tenemos una reunión.
- ¿Ahora?
- Sí. Ahora. Vamos, se nos hace tarde.
El pelirrojo se levantó rápidamente y, arreglándose la túnica, siguió a Hermione, que se despidió con un gesto.
- Vaya... que simpática...
- Esta...nerviosa por la fiesta, Lav. - dijo Ginny, quitándole hierro al asunto.
- Sí...eso espero... -suspiró. - si sigue así...le van a salir muchas arrugas. :
- Hermione, no me puedes pedir eso.
- Ron, por favor, te necesito.
- Herm...yo...ya...
- Ron, compréndeme, sólo será una tapadera. Draco llevará a Pansy...y luego...podrás hacer lo que quieras. Te lo prometo.
El pelirrojo se quedó en silencio.
- Ron...no tengo otra opción. No podemos llegar juntos a la fiesta, sería muy sospechoso, alguien nos reconocería y...sería nuestro fin. Por favor, Ron...
El Weasley miró a su amiga, tenía los ojos empañados y el gesto cansado. Estaba trabajando muy duro para que todo fuese perfecto en la fiesta de Primavera, no paraba de organizar, estudiar y encima, las salidas nocturnas con Malfoy. Al ver sus ojos, tan tristes y suplicantes, sintió remordimiento y no pudo negarse.
- Está bien, iré contigo.
- Oh, gracias.
La morena lo abrazó con fuerza.
- Gracias, Ronnie, gracias. No sabes lo importante que es esto para mí. Gracias.
Ron la abrazó con ternura.
- Lo sé, Herm, lo sé. No te preocupes¿vale? Todo saldrá bien.
- Ah...bueno...
- Lo siento.
La morena sonrió levemente.
- No te preocupes. No pasa nada.
- Gracias, por entenderlo. Yo...nunca te lo habría pedido si hubiera sabido...
- Lo sé.
- Gracias.
Inclinándose hacia ella, le dio un beso en la mejilla. Ella volvió a sonreír y su sonrisa se desvaneció tan veloz como la anterior.
Ron subió las escaleras que conducían a su dormitorio y se perdió por el hueco. Parvati observó la sala común, desolada, tanto como ella.
Se dejó caer en el rincón del sofá y apoyó su cabeza en el apoya brazos a la vez que cerraba los ojos. Sus esperanzas se esfumaban, tan fugaces como habían llegado. No pudo evitar llenarse de decepción y soledad.
No oyó como Dean Thomas entraba en la sala común, cabizbajo y cansado. Al verla, Dean se acercó, llamándola por su nombre.
- Ah, hola Dean. - saludó la morena, arreglándose el pelo que caía por su cara.
- ¿Te pasa algo?
- No, no, nada.
- ¿Entonces...estás bien?
- Sí, sí, bien, estoy bien.
- Mmm... no te creo. En serio¿qué te pasa?
- Es que...bueno...me he llevado un pequeño palo.
- No entiendo.
- Es que...bueno...iba a ir con alguien al baile y ahora...voy sola.
- ¿Y eso?
- Pues...ya ves, cosas de la vida.
- ¿Qué ha pasado?
- Se ha arrepentido a última hora.
- ¿Cómo? Pues...será...hijo de...
- ¡Dean! No digas éso. No pasa nada.
Parvati hizo un ademán de irse a su cuarto pero Dean la reclamó.
- ¿Con quién ibas?
- Eso no importa.
- ¿Con quién, Parvati? Vamos, soy tu amigo...bueno, tu compañero al menos.
- Iba a ir con Ron, pero al final, él va con Hermione.
Dean se quedó estático. Parvati suspiró:
- Cosas de la vida. Hasta mañana.
Sin más, Parvati subió por las mismas escaleras que Ron había pisado minutos antes y torció para el lado contrario, en dirección a las habitaciones de las chicas.
Dean permaneció en la misma posición unos segundos antes de reaccionar. Cuando lo hizo, saltó los escalones y corrió veloz hasta abrir furibundo la habitación de un golpe.
En ella se encontraba Ron, quitándose el uniforme para colocarse la ropa de dormir, sin embargo, Dean lo detuvo, cogiéndolo por el cuello de la camisa y con una fuerza inusitada en él, levantó al pelirrojo del suelo.
- Eres un cabrón. - farfulló, mientras los ojos le brillaban de ira.
Ron no entendía nada.
- Dean¡suéltame¿Qué rayos te pasa?
Ambos forcejearon y al fin, Ron, mucho más robusto que el moreno Thomas, lo hizo caer al suelo.
- ¡Cabrón¡Juegas con los sentimientos de las personas y te da igual! - exclamó.
- ¿De qué hablas?
- ¡De Parvati¡Has jugado con ella, otra vez!
- Yo no he jugado con nadie. - dijo con voz seria.
- ¿Y cómo llamas a lo que le has hecho?
- Un error.
- Ahh...ahora se llama así.
Ron se sentó en el borde de la cama. Dean se incorporó, temblaba de rabia.
- Dean, voy a preguntarte una cosa y quiero que seas sincero.
Como respuesta, éste le dedicó una mirada llena de odio.
- ¿A ti te gusta Parvati?
La pregunta le cogió por sorpresa y no pudo disimular su incomodidad, empezó a tartamudear.
- Ee..ese...¡ese no es el caso¡De eso no estábamos hablando!
- Es que todo va unido entre sí. A ti te gusta Parvati, lo he notado hoy en el lago y no era la primera vez. Te ha gustado desde primero, recuerdo tu cara de disgusto cuando fue con Harry al baile y como nos mirabas en año nuevo. Dean...yo nunca he querido hacerle daño a Parvati, de verdad...
- ¿Entonces, por qué le has pedido ir al baile y luego la has dejado tirada por otra?
- Porque...no puedo decírtelo. Hermione me lo ha pedido, era un favor de vida o muerte...y...lo siento, nunca he querido dañar a Parvati, te lo aseguro.
Se produjo un silencio. Dean miró al suelo.
- Ahora tienes todo el camino libre. - habló Ron.
- ¿El camino libre?
- Sí, - asintió con una sonrisa el pelirrojo. - ve y pídele que sea tu pareja. Y deja de hacer estupideces para llamar su atención, ve directamente, de frente...te lo aseguro, si enfrentas de cara las cosas, todo será mucho más fácil.
Se levantó de la cama y siguió desvistiéndose.
- Oye... - le llamó Dean. - lo siento.
- No te preocupes. - sonrió Ron. - Yo hubiera hecho lo mismo por...cualquier chica que quisiera.
- Oye...Ron...ya que estamos de confidencias...¿tú por qué no lo intentas con Hermione? Ella te gusta...no lo niegues.
- No lo niego. - suspiró el pelirrojo y pensó que si Dean supiera toda la verdad, alucinaría. - Pero ella no siente más que amistad por mí.
- ¿Seguro?
- Seguro, sino...no la hubiera dejado escapar. No lo hagas tú¿vale?
- Descuida. Gracias. - De nada.
Chocaron las manos a modo de perdón y siguieron hablando, de estrategias para conquistar.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Después de la ducha se sintió más relajado aunque seguía teniendo una gran confusión en la cabeza. Zabinni le rondaba sin cesar¿qué ocultaba aquella habitación¿Qué estaba planeando aquella serpiente? Nada bueno, seguro. Era de esperarse...
Se frotó con la toalla negra el pelo y vio su reflejo en el espejo empañado, cerró los ojos y suspiró, abriendo la puerta, sintiendo el aire frío fuera del baño.
Abrió la puerta del armario y observó las camisas blancas, los pantalones negros y los chalecos con el escudo de su casa. Las túnicas ondeaban y las corbatas parecían cadenas.
Echó el albornoz al suelo y se colocó la ropa interior, con desgana.
- He de reconocer que tienes un culo de escándalo, Draco...
Sobresaltado, se giró, más pálido que de costumbre, para encontrarse con una sonrisa burlona y resplandeciente.
- Ahora podré morir en paz... - rió la chica.
- Pansy...¿qué haces aquí?
- Vengo a hablar contigo.
Draco observó la escena y no pudo evitar pensar en Hermione. Sería mejor no comentarle los pormenores de aquella aventura...por mucha confianza que tuvieran, seguían siendo personas, con sentimientos irracionales.
- Podrías haber tocado la puerta.
- ¿Y romper mi fantasía erótica? No.
Ambos sonrieron.
- Bueno, voy a ir al grano. - habló la rubia, mirándole fijamente. - Anoche, volvía de la habitación... bueno, suprimamos esa parte, digamos que volvía a la sala común, tarde, muy tarde, arriesgándome a que la estúpida de McGonagall, Snape o cualquier profesor me pillara...y ya sabes, la nueva ley, la expulsión, todo ese rollo. Tú lo manejas mucho mejor que yo.
- Sí, estoy al tanto.
- El caso es que...volvía rápidamente, con cuidado, cuando me sorprendí al ver a alguien, rondando a esas horas por los pasillos, en actitud...sospechosa. - hizo una pausa. - Pensé en ti. Sé de tus...salidas nocturnas...pero, era verdaderamente tarde y me extrañaba que te hubieras retrasado tanto con tu Julieta. Así que...bueno...ya me conoces, soy toda una Slytherin.
- Lo seguiste.
- En efecto. Lo seguí, le, mejor dicho, porque era un chico. Iba escondiéndose, reptando...algo muy extraño, como si esperara algo o a alguien. Para mi sorpresa...llegó a un aula abandonada del segundo piso y se metió en ella. Esperé un buen rato y al fin, salió. Y mi sopresa fue mayúscula cuando, gracias a que empezaba a clarear...les pude ver las caras...
Draco tragó saliva.
- ¿Quiénes eran?
- Michael Murray...y Zabinni.
El rubio se llevó una mano a la cabeza.
- Pero espera, hay más. Me adelanté corriendo, ellos no me vieron pero llegué antes a la sala común y me escondí, detrás de la estatua de Salazar Slytherin. Cuando llegaron, escuché su conversación. Quedaron en encontrarse de nuevo, en el mismo sitio...esta noche.
- ¿Esta noche?
- Sí, esta noche. Puedo indicarte donde está el aula y...
- Sé cual es.
- ¿Cómo lo sabes? - preguntó Pansy frunciendo el ceño. - No te lo he dicho...
- Vi a Zabinni esta tarde, entrando.
- Entonces ya lo sabías.
- No, no sabía que había más gente involucrada en esto.
- Draco...creo que Zabinni puede estar tramando algo en contra tuya.
- Yo pienso lo mismo.
- Quería decírtelo, por lo que pueda pasar, para que estés...avisado.
- Muchas gracias, Pansy, no sabes cuánto te lo agradezco, esto es...muy importante para mí.
La chica asintió y se levantó de la cama.
- Creo que me voy...para que te puedas vestir, tranquilo.
- Espera. Pansy...quería hacerte una pregunta...
- Dime. - asintió ésta.
- Bueno...tú...- Draco caviló, pero decidió soltarlo. - ¿Quieres venir conmigo al baile?
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
- ¿Vais a decorar el Gran Comedor?
- Por supuesto, Harry...
- Por Dios, no más corazoncitos rosas y cursiladas de ésas... - farfulló Dean.
- ¡Oh, sería maravilloso! Un gran cartel con luces que dijera: "Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?". - habló Lavender, con acento poético.
Todos en la mesa se quedaron en silencio.
- Precioso, cariño... - sonrió Seamus.
Los dos enamorados se dieron un tierno beso al momento que el resto de los compañeros se reían disimuladamente.
- Mañana nos toca trabajar entonces¿Herm? - suspiró Ron.
- No te preocupes, Ron. Creo que nos toca a los premios anuales la decoración... - suspiró la prefecta con gesto cansado.
- Pobrecita...otra vez soportar al idiota de Malfoy. - la consoló Ginny.
- Sí...va a acabar conmigo. Gin...¿me acompañas al baño? - preguntó Hermione, haciendo un ademán de levantarse.
- Claro.
Las dos chicas se levantaron de sus asientos. Hermione, con disimulo, miró a la mesa Slytherin, esperando ver a Draco, sin embargo, con pasmosa sorpresa descubrió que su asiento estaba vacío. ¿Dónde estaría, se preguntó.
- Gracias, Gin. - le dijo Hermione a la pelirroja.
- ¿Por?
- Por lo de la mesa. A veces...hablaría de él...como, no puedo hacerlo.
- Es normal, Herm. Tienes mucho mérito.
Hermione agachó la cabeza.
- No sé, no le veo ninguno.
Entraron en el baño.
- Oye Herm...he sentido, algo...como si nos siguieran.
- ¿Crees que alguien nos seguía?
- Sí.
La prefecta empuñó la varita y miró a su amiga.
- Deja, iré a ver.
- Vamos juntas.
Ambas Gryffindors abandonaron la estancia e intrépidas, se lanzaron a la caza de su perseguidor. Iban juntas, mirando en todas direcciones.
- ¿Quién anda ahí? - preguntó Ginny, con voz trémula.
- Da la cara. - espetó Hermione.
De pronto, oyeron unos pasos y se volvieron, dos ojos las miraban con desesperación.
- Tú...
ooooooooooooo
- No me vuelvas a dar un susto de estos, Draco, por Merlín... - suspiró Hermione mientras abrazaba a su pianista, encerrados en un aula.
- Lo siento, es que...no sabía cómo interceptarte. Pensaba en señales de humo o algo así...pero era muy obvio.
Hermione sonrió, apoyada en el hombro del rubio Slytherin.
- ¿Qué ocurre¿Pasa algo malo?
Draco se separó de ella y le acarició el pelo.
- No lo sé...creo que sí.
- Oh, no...
- Es Zabinni. Creo que trama algo para la fiesta.
- Zabinni, - dijo la Gryffindor, con una mueca de asco. - otra vez...
Draco le contó lo que Pansy Parkinson había averiguado, lo de las salidas nocturnas de Zabinni y su descubrimiento del aula. Hermione caviló.
- ¿No crees que es muy arriesgado ir a por él esta noche? - preguntó, un poco indecisa.
- No. Creo que es lo que debo hacer.
Ella también le acarició el pelo y se mordió el labio, asintiendo.
- Bien, si crees que es lo correcto, hazlo. Iré contigo.
- No. Tú te quedarás en tu sala común, por si acaso.
- ¡Ni lo sueñes, Malfoy! - exclamó Hermione, contrariada.
- ¡No me lleves la contraria, Granger!
- Estás actuando injustamente y de forma machista.
- ¿Machista? Vamos, Hermione, no conviertas esto en una guerra de sexos. Por supuesto que sé que eres igual o mejor que yo en el uso de la magia, no es por eso que no quiero que me acompañes. No quiero que Zabinni pueda dañarte, no quiero que te relacione conmigo, sea lo que sea lo que trame. Compréndeme, por favor.
- Vale. Sí, te comprendo perfectamente, ahora, escúchame tú a mí. He estado a punto de perderte... - contó con los dedos. - incontable número de veces. Ahora no quiero separarme de ti, no quiero que te arriesgues solo...déjame acompañarte.
- No.
- No tienes opción.
- Soy...más ligero.
Hermione dibujó una mueca burlona en su cara. Draco bufó.
- Más rápido.
Hermione arqueó la ceja.
- Hermione...
- Estás perdiendo lo que más me gusta de ti, Draco...tu locuacidad.
- ¡Hermione!
- Amor...
Draco se dejó caer y dejó su frente contra la frente de Hermione. Ella sonrió.
- Estamos juntos en esto.
Él le cogió las manos y besó sus nudillos.
- Lo sé. - y admitió su derrota, callándose en el silencio de sus besos.
ooooooooooooooooooooo
Esperaron, bajo la capa de invisibilidad de Harry. Esperaron y esperaron...pero la noche transcurría y Zabinni no aparecía.
- ¿Y si ya está dentro?
- No, imposible, cuando salí del cuarto, seguía allí.
- ¿Y si entró por otro lado?
Se produjo un silencio. Hogwarts callaba, sumido en el sueño.
- ¿Y si entramos?
Draco miró a Hermione, estaba preciosa, brillaban sus ojos en la oscuridad.
- Vale, entremos.
Se aproximaron al aula. Draco sacó la varita y murmuró el hechizo que abrió la puerta. Se miraron antes de empujarla.
La oscuridad los llenó de intranquilidad. No se escuchaba nada. Nada absolutamente.
- Lumus.
La luz que brotó de la varita iluminó la estancia. Una estancia miserable, donde una cama destartalada, una mesa, una silla y un armario eran los únicos objetos.
- ¿Cuál es el secreto? - murmuró Hermione, buscando algo extraño en aquella habitación.
- No sé...pero hay algo, seguro. - dijo Draco, buscando algo con ansiedad.
Abrieron el armario, que tan sólo contenía una túnica negra, sin adorno alguno. La cama tenía las sábanas revueltas y nada más...no había nada más...
- Algo no cuadra. - repitió Draco. - Estoy seguro. Algo falla. ¿Por qué Zabinni iba a venir aquí con Murray¿Por qué con tanto sigilo para no ser descubierto? Tendría que ocultar algo o...
- Draco, calla. - ¿Qué...?
Hermione le tapó la boca con una mano y lo arrastró hacia el rincón. Entonces, la puerta se abrió, entrando Blaise Zabinni.
- Pobres idiotas... - masculló mientras apoyaba una bolsa en la mesa. - No saben lo que les espera...
Draco lo vigiló, Hermione no despegaba la mano de la boca del Slytherin.
- Creen que van a tener su fiesta de cuento de hadas. Qué equivocados están...con estos trasladores vamos a tenerlos bien separaditos toda la noche. - rió el Slytherin.
Se frotó las manos, satisfecho. - Será mejor que me acueste...os veré en la fiesta, queridos míos...
Y ante la sorpresa de la pareja, eso fue todo. Zabinni se marchó de la habitación. Pasaron unos segundos antes de que se levantaran y corrieran hacia la bolsa.
- Cuidado, Draco, no los toques, sólo la bolsa. - le avisó, Hermione.
- Descuida...
Deslizando la tela, Draco observó dos finas copas de cristal, envueltas en periódicos.
- Maldito hijo de...
- Basta, Draco, tranquilo...es fácil¿no? Cambiaremos los trasladores por copas normales...y punto...
Draco la miró.
- Zabinni se dará cuenta.
- No, no sabe nada de esto...no tiene por qué darse cuenta, sino...estaremos alerta.
Draco pensó y asintió.
- Tienes razón. Salgamos de aquí, pronto.
Ajustándose la túnica, cogidos de la mano, salieron de la habitación.
La oscuridad seguía, tan impenetrable y compañera como todas las noches.
- ¿Qué te parece si vamos a hacerle compañía al piano? - le preguntó Draco, con una sonrisa.
Hermione asintió, contenta.
- Me parece una buena idea. Nos queda poco tiempo...
- Aprovechémoslo.
Cogidos de la mano, regresaron a su escondite nocturno, arropados por la cálida oscuridad. Quedaba poco para el amanecer, pero el tiempo seguía siendo indeformable.
Aunque todo fuera en su contra, siempre les quedaba aquel piano, que les esperaba, junto con la música y aquellas historias...historias como la suya, que clamaban por ser cantadas.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
¡Hola a todas después de nuestra larga separación! Muchas cosas han cambiado y van a cambiar, pero mi adoración por mis fics y mi gratitud con todas las personas que me apoyáis, nunca cambiará y siempre será eterna. Así que...ni me preguntéis si voy a continuar y acabar mis fics...puedo tardar meses, pero lo haré :)
Una vez más...no tengo excusa, crucificadme, odiadme...pero no abandonéis la historia. Os digo de todo corazón de autora...que está llena de sorpresas y cosas que decir. Aunque reconozco que ya...veo una luz para su final. La veo lejos, pero ya la veo.
Comentando este capítulo, que tiene mucho que comentar:
La canción me la recomendaron porque yo no la conocía y ciertamente, es preciosa. La canta Axel Fernando y se llama, como no "Amo".
Bueno, el baile será en el siguiente capítulo, estos eran los detalles preliminares :P Que creía necesarios, para darle un poquito de forma a lo que será el baile. Creo que este capi ha planteado muchas cosas, entre ellas:
¿Qué ocurre en la relación Parvati-Ron-Dean? Mmm...quiero ver sus comentarios. ¿Está Hermione actuando bien hacia Ron, pidiéndole que se sacrifique por ella?
¿Y Zabinni¿Qué les parece su actitud y sus actos?
¿Pansy?
¿Voldemort?
Este capítulo está lleno de nombres propios. Muchas lectoras me decíais que necesitábais más...familiaridad en el fic, que extrañábais a Seamus y Lavender, a Ginny y a Harry...es poquito el espacio que tienen, pero existen y sus vidas, son menos complicadas que las de Draco y Herm, por ahora.
No quiero adelantaros nada, aunque me muero de ganas. Tengo muchísimas ideas para el próximo capítulo y les aseguro que va a ser un gran capítulo, que recordaran, no será un baile cualquiera, lo aseguro.
Os dejo algunas preguntas clave
oooo
¿Podrán disfrutar del baile sin temor, Draco y Hermione?
¿Será Dean capaz de pedirle a Parvati que sea su pareja?
¿Qué hará Zabinni al verse descubierto?
¿Voldemort sigue ajeno al amor de Draco y Hermione?
¿Por cuánto tiempo podrá Draco ocultar su misión, a Hermione y al mismo Señor Tenebroso?
oooo
La frase que dice Lavender en la conversación en la sala común: "Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?", es de Fernando Pessoa.
Gracias, con el corazón en la mano, de verdad, por todos los reviews, e-mails y chicas en el messenger, que me apoyáis, me felicitáis y me decís que continue, que queréis seguir leyendo mis historias, me dais un ánimo y una fuerza indescriptible y sois fantásticas, en serio, os merecéis lo mejor que yo pueda daros...y si es esto...os lo merecéis y yo no tengo ningún mérito.
Espero que en este nuevo año, todos vuestros deseos se hagan realidad, que reunáis nuevos sueños, nuevas ilusiones, que conozcáis, améis, viváis y sobre todo, sintáis...que por muy mal que vaya todo, mirad a nuestros dos protagonistas, los sentimientos hermosos siempre nos salvaran del abismo y nos llenarán de luz y esperanza.
Gracias, a todas por todo. Feliz Navidad y muy próspero año 2006
Os adora vuestra escritora
Lira Garbo
Para tu amor
Juanes
ooo
Para tu amor lo tengo todo
Desde mi sangre hasta la esencia de mi ser
Y para tu amor que es mi tesoro
Tengo mi vida toda entera a tus pies
Y tengo también
Un corazón que se muere por dar amor
Y que no conoce el fin Un corazón que late por vos
Para tu amor no hay despedidas Para tu amor yo solo tengo eternidad
Y para tu amor que me ilumina
Tengo una luna, un arco iris y un clavel
Y tengo también
Un corazón que se muere por dar amor
Y que no conoce fin Un corazón que late por vos
Por eso yo te quiero tanto que no sé como explicar lo Que siento
Yo te quiero porque tu dolor es mi dolor
Y no hay dudas
Yo te quiero con el alma y con el corazón
Te venero hoy y siempre gracias yo te doy a ti mi amor por existir.
Para tu amor lo tengo todo lo tengo todo y lo que no tengo también,
lo conseguiré,
para tu amor que es mi tesoro...
