Capítulo 10
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Se había distraído de sus ansiedades con los preparativos de invierno, la rutina de entrenamiento que poco a poco había ido formando y el malhumor de Hanabi, pero ahora que se encontraba en la acera opuesta a la floristería, bullían de nuevo sus temores.
¿Qué tanto podía confiar en Ino? ¿Qué tanta influencia podía tener sobre sus recuerdos?
Esas dos preguntas eran suficientes para revolverle el estómago. El viento frío que le pegó de pronto en el rostro alivió un poco su sofoco y se atrevió a mirar a Hanabi, que seguía hablando, como lo había hecho esporádicamente durante el camino. Naturalmente no había escuchado una sola palabra de lo que le había dicho y no tenía intenciones de disimular que la había ignorado por completo, no tendría con qué defenderse en caso de que la muchacha le preguntara algo.
—… así que no intentes nada raro o me daré cuenta —aseguró Hanabi, dándose un toquecito con la punta del índice en la mejilla, justo debajo de su ojo derecho.
Parpadeó y asintió, con movimientos dubitativos.
Con las manos en los bolsillos del abrigo, cruzó la calle y se detuvo unos segundos ante la puerta. Adentro había solo un par de personas y la voz alegre que Ino llegaba hasta ella, clara y cálida. Empujó la puerta con cuidado, escuchando la campanilla repiquetear y anunciar su llegada, frustrando su intento de pasar desapercibida. Ino le dio la bienvenida y la invitó a pasar al otro lado del mostrador en lo que se desocupaba, pero prefirió merodear alrededor de las mesas donde esperaban las flores ser compradas.
Sus emociones y pensamientos contradictorios no desaparecían, pero salir de la casa parecía ayudar a tranquilizarlos; quizá fuera la aparente ausencia de vigilancia lo que alimentaba aquel idilio.
La campanilla repiqueteó luego de unos momentos y Hinata no pudo evitar mirar por encima de su hombro, estaba completamente a solas con Ino, que se quitaba el delantal y lo dejaba bien doblado en alguna parte detrás del mostrador. Desvió la mirada hacia los cosmos que había estado observando y detuvo las puntas de sus dedos justo debajo de los pétalos de una de las flores. Los vívidos tonos violetas parecían brillar contra el gris de aquel día terriblemente nublado.
—¿Nos vamos?
Se encontró con el rostro tranquilo de Ino al girar. Asintió, realmente no tenía demasiadas opciones.
—Disculpa que te haga caminar tanto hoy —comenzó a disculparse la rubia al salir y empezar a caminar. —Hace años que no vivo aquí, pero como tardamos en comprar casa, dejé este domicilio en el registro.
—Está bien —murmuró.
Ino levantó la mirada y observó las nubes grises, se veían densas y pesadas.
—¿Lloverá? —preguntó Hinata, temerosa, no había traído un paraguas.
—Nevará en unos días —sonrió.
Asintió y miró al frente. Se sentía cerca y lejos de algo que parecía haber añorado toda la vida.
—¿Por qué no puedo recuperar mis recuerdos de mamá y los demás primero? —soltó, sin mirar a Ino.
Hanabi le había explicado el orden en que iría recordando las cosas durante el desayuno. La ilusión de tener recuerdos de todas las personas que había en las fotos había logrado mantenerla a flote y se había llevado una gran decepción al saber que primero recuperaría sus recuerdos ninja.
—En enero empiezas a entrenar, así que es una prioridad recuperar esos recuerdos… pero en tus recuerdos ninja hay recuerdos de tu familia, Kiba, Shino y Kurenai-sensei…
Por desgracia aquellos nombres no significaban nada más allá de palabras escritas en los diarios y caras impresas en fotografías.
Se detuvieron entonces frente a la casa de Ino y no tardaron en entrar. Dejaron sus zapatos en el genkan y pronto se encontraron en una habitación que servía de oficina para la muchacha.
—Puedes sentarte donde gustes.
—Gracias —murmuró, observando las sillas y el diván.
—Prepararé un poco de té, ¿alguna mezcla en especial?
Miró a Ino y negó luego de sonreír. La muchacha se alejó canturreando algo.
Observó los libros que se mantenían en las repisas, muchos de los títulos no tenían sentido para ella, pero también muchos de ellos hablaban sobre psiquiatría y medicina. Se sentó en el diván, sin quitar la mirada de las paredes; ahí no había demasiadas certificaciones como Hanabi había prometido, pero suponía que el resto se encontrarían en la oficina que tuviera la muchacha fuera de su casa.
—… ¿te parecen pocos?
Disimuló el respingo y miró a Ino, se mantenía en la puerta, con una bandeja en las manos, sus ojos miraban los libros con cariño. Se relajó al saber que no la había pillado siendo un poco prejuiciosa.
Tomó la taza de té que le era ofrecida y sonrió. Ino se acomodó en una silla que acomodó frente a ella.
—Me hubiera gustado abordar tus recuerdos de manera distinta —explicó, antes de empezar. —Los recuerdos tienen sus propios rubros, pero en cada uno llevan un orden cronológico y me gusta respetar el orden natural al recuperarlos, pero Hiashi-san y Kakashi-sama tienen un plan para tu vida en estos primeros meses, así que debo apegarme a ciertos parámetros.
Asintió, pero no sabía qué decir.
—Pero una vez recuperemos tus recuerdos y conocimientos ninja, podremos salirnos un poco del plan y hacer unos cuantos cambios, ¿te parece bien?
—… claro —musitó, mirando la taza.
—¿Algún recuerdo en especial que necesites con urgencia?
Bajó la taza y meditó aquella posibilidad, pero estaba completamente perdida, en su cabeza no había nada que le diera una pauta.
—… n-no lo sé, ¿debería saberlo?
—No tienes que saberlo en este momento —le tranquilizó —, tendrás una mejor idea luego de esta sesión. Empezaremos cuando entres en calor, hace frío afuera.
Asintió y bebió silenciosa su té, sin poder dejar de golpear la cerámica de la taza con la punta de uno de sus dedos cada que la dejaba descansar sobre el platito. Miró a Ino, la rubia había alejado su atención por completo y estaba enfrascada en esos momentos en unas anotaciones que tomaba luego de las lecturas que hacía a un pergamino, que de no ser por el color que tenía, habría sido idéntico al que le viera a Neji en alguna ocasión.
Bajó la mirada y juntó un poco las cejas. —… no sé si quiero recordar —declaró.
Ino enarcó las cejas al mirarla y dejó el pergamino y su libreta luego de unos momentos. —¿Tienes miedo?
—No… no lo sé… —susurró.
—Dime qué sientes —pidió, dedicándole por completo su atención y adoptando un aire similar al que la rodeaba en la clínica.
—… ya no puedo seguir nadando —murmuró.
—¿Nadando? —repitió Ino.
Asintió, sin mirarla. —Me estoy hundiendo… no sé qué pensar, no sé qué creer, ni siquiera sé quién soy, qué soy, qué quiero…
Estiró su brazo y estrechó con fuerza la mano de Hinata. —Eres muchísimas cosas, Hinata —aseguró, buscando con desesperación las palabras, que la habían abandonado de pronto. —Eres fuerte… e inteligente y perseverante… gentil, amable. Eres una buena ninja y una gran amiga, eres mejor amiga de algunas personas, eres la heroína de otras… y eso no va a cambiar solo porque no lo recuerdas, pero vas a recordarlo y vas saber quién eres y qué quieres.
—¿Y si después de todo eso ya no soy la persona que recuerdan? —susurró, mirándola fijamente a los ojos.
Estiró el otro brazo y apretó la mano de Hinata con las suyas, sintiendo que su corazón temblaba ante el vacío que había en la mirada de la muchacha. Había sido sincera al decir que no sabía lo que sentía, no había miedo detrás de las pupilas, ni tristeza, solo vacío y desesperación.
—Es imposible volver a ser quién eras hace siete años, ni siquiera yo soy la misma persona que era hace cuatro años. Ahora soy una tokubetsu jounin, soy esposa de alguien, soy mamá de un niño… no soy la misma que la Ino que era soltera hace siete años.
Inspiró profundo, sintiéndose un poco más relajada. —… lo sé, pero… no es eso…
Asintió y apretó los labios unos momentos. —Lo sé… pero estarás bien. Tú no te rindes, nunca lo hiciste. Toma esto como una oportunidad para empezar de nuevo, construirte desde cero. Sé la persona que quieras ser y solo apóyate en tus recuerdos si ya no encajas en ellos. Te vas a encontrar, vas a ver… confía en mí.
Observó las manos de Ino sobre la suya y con un movimiento algo lento, giró la mano y se aferró a ellas. Asintió una sola vez.
—… está bien —murmuró. —Confiaré en ti.
Se quedaron en silencio unos momentos, en los que Ino logró relajarse y le soltó la mano luego de estrechársela por última vez. Sonreía de nuevo, pero esta vez no había alegría infantil en su rostro, solo comprensión.
—Mira… debemos empezar con la recuperación de los conocimientos básicos, con ellos recordarás a algunas personas, tu familia estará ahí y quién sabe, quizá Sasuke-kun y yo lo estemos también. Partiremos de ahí a lo que tú necesites, ¿vale?
Juntó unos momentos las cejas, aquel nombre por alguna razón removió una preocupación dentro de ella. Miró a Ino fijamente.
—¿Quién es Sasuke?
—Él es... él fue nuestro compañero de generación —terminó, optando por guardarse la información del entrenamiento para no meterse en problemas con los Hyūga.
Mantuvo el contacto visual unos segundos y luego desvió la mirada, asintiendo. Aquello la había distraído de sus verdaderas reservas, pero ahora que se había atrevido a hablar y estando tan cerca de "recuperar sus recuerdos", no podía volver a silenciarse.
—¿Cómo lo harás?
—¿Qué cosa? —preguntó, sus ojos abiertos con curiosidad.
—… devolverme mis recuerdos.
Hizo una ligera pausa, en la que pensó unos momentos cómo explicarle a alguien que ni siquiera comprendía o sabía de la existencia del chakra y los ninja.
—Pues… tus recuerdos están enterrados en estos momentos, así que voy a desenterrarlos y desempolvarlos… si hay alguno roto, lo voy a arreglar…
—¿Cómo? —insistió.
Las delgadas cejas de Ino se juntaron unos momentos. —La verdad, no sé cómo explicártelo, tu cabeza está completamente vacía… sin ofender.
Sonrió ligeramente y negó. —¿Dolerá?
Sonrió y le estrechó el hombro, suavemente. —Nada más allá de un simple dolor de cabeza… pero si sufrirás un mareo, como la vez pasada.
Bajó la mirada, incapaz de mantenerla ante esos ojos verdes. Ino se removió y se acercó un poco más a ella.
—Si no estás lista, puedo hablarlo con Kakashi-sama, no pensábamos empezar con esto tan pronto, entiendo que necesites tiempo.
—No… —apretó los puños y los párpados.
—En verdad no tienes que hacerlo, si no quieres…
—Quiero hacerlo —susurró, sin abrir los ojos —… pero no sé, ¿cómo puedo estar segura que son mis recuerdos o de que me los han devuelto todos?
Ino no ocultó su sorpresa y agradeció que Hinata mantuviera sus párpados apretados y no pudiera ver el gesto que se había adueñado de su rostro en esos momentos. Los Hyūga le habían amarrado las manos y cortado las alas con crueldad, y aunque aún no tomaba una decisión, había actuado justo de la manera que Hinata estaba temiendo en esos momentos. Inspiró y borró el pesar de su rostro y sonrió, comprensiva.
—He modificado recuerdos antes, pero la situación era completamente diferente… lo hice por el bien del país del fuego y de la alianza y solo fue temporal —se sinceró, bajando la mirada luego de encontrarse con los ojo de Hinata. —Pero lo que voy a hacer contigo podemos tomarlo como un tratamiento médico y no sería ético modificar tus recuerdos, no voy a hacerlo, va en contra de mis principios, los de mi clan y los de mi profesión.
Se giró en la silla y cuando volvió a encarar a Hinata le mostró la fotografía de un bebé de cabellos rubios.
—Y te juro por mi hijo que los recuerdos que recuperemos en estas sesiones no serán fabricados o modificados en absoluto.
Observó el guiño juguetón que le fue dedicado antes de que la fotografía volviera a su sitio y miró unos momentos más a aquel rechoncho bebé. Respiró profundo y sintió una sola vez.
—… ok.
—¿Lista?
—Sí.
Se repitió la escena sucedida días atrás en casa de los Hyūga, pero esta vez, cuando sintió la mano sobre su frente se desconectó por completo del mundo real, perdiendo la noción del tiempo, hundiéndose en una especie de sueño sin descanso.
Ino entró en la mente de Hinata sin problema, esta vez llevaba consigo un pergamino especial que al liberar creció al mismo tamaño que el pergamino que se extendía de la mente. Luego de realizar unas series de sellos, extendió los brazos, manteniendo su diestra sobre el pergamino de Hinata y su izquierda sobre el pergamino que había llevado. Inmediatamente, el pergamino en su izquierda se desenrolló completamente y unos símbolos cruzaron su cuerpo de mano a mano.
Activó la técnica y el pergamino en su mano derecha comenzó a desenrollarse a gran velocidad, pero no como el día anterior. Los símbolos en su cuerpo resplandecieron con el paso de los recuerdos, causándole un cosquilleo.
En su gran mayoría los recuerdos pasaron sin problema, pero en momentos la información se estancaba y en esos instantes podía escuchar a Hinata quejarse. Acababa de confirmar lo que había temido, los recuerdos estaban más dañados de lo que había estimado en la primera revisión. Tuvo que esforzarse y realizar series adicionales de sellos para encargarse de la información, pero tener paciencia, pues entre más lo forzaba, más era el dolor que provocaba a su paciente, además una vez esa información pasaba debía re-ajustar el flujo o no se daba tiempo de analizar la información que procesaba.
No pasó mucho tiempo antes de que Ino comprendiera que aquella transferencia sería más complicada de lo que ella y Kakashi habían estimado, y al acercarse a los recuerdos más próximos a la guerra confirmó que esos serían los más problemáticos; luego de una hora y media de traslado sin problema, tuvo que concentrarse demasiado tiempo en información que abarcaba apenas un par de meses y que no le permitió cubrir el hueco dejado por la guerra.
No tardó en encontrarse con los conocimientos de aquel mundo extraño y entonces se detuvo… no se había especificado nada al respecto aún. Sin perder tiempo realizó un sello adicional y trasladó aquellos recuerdos, que quedaron sellados para no poder ser recordaros hasta que ella los liberara.
Sintió alivio cuando los símbolos se retrajeron lentamente sobre su piel, enrollándose sobre el nuevo pergamino y sellando la información en él.
Observó el pergamino dañado con una sonrisa y lo liberó con un sello, mientras intercambiaba la información se vio rodeada de una especie de cenizas en las que se convirtió la información que acaba de destruir. Dibujó un último símbolo y una corta serie de sellos manuales bastó para que la información quedara grabada en la memoria de la muchacha.
Una pequeña inscripción apareció en el sitio donde desapareció el pergamino y se desvaneció luego de unos segundos.
Volvió a la oficina, pero no alejó su mano de la cabeza de Hinata. Se inclinó sobre ella y le habló con voz suave.
—Cuando estés lista, puedes abrir los ojos… pero no te levantes todavía, por favor —le pidió. —Hemos terminado por hoy.
Se dejó caer en la silla, agotada, el cuerpo le pesaba y la cabeza le dolía. Bebió el té frío que había quedado en su taza y se apretó los ojos unos momentos, dándose un poco de tiempo antes de recuperar la postura y sonreír de nuevo. Observó la mano que había mantenido sobre la frente de Hinata y la movió ligeramente, los músculos estaban demasiado tensos y cansados.
Hinata parpadeó entonces y no pasó demasiado tiempo antes de que tuviera que aferrarse a lo primero que encontró, un fuerte mareo la atacó, haciéndola sentir que giraba en el vacío.
—Respira profundo —repetía Ino, tomándola por los hombros para ayudarla a centrarse.
Las palabras le llegaron como ecos lejanos, hasta que cedió el vértigo. Lentamente recobró el dominio de sí misma y soltó el sillón, sintiendo su mano dolorida por la fuerza con la que se había aferrado. Ino la miraba, como esperando que algo más sucediera.
—¿Qué…?
Una extraña sensación la desconectó. Como envuelta por una película, veía a su alrededor miles de imágenes pasar a una velocidad impresionante. Escuchaba ruidos, oía voces, veía gente moverse, veía páginas de libros pasar, miles de lecciones en el pizarrón aparecer y desaparecer… al mismo grupo de personas pudo apreciarlo en diferentes edades, todos haciendo cosas increíbles que poco a poco le iban resultando familiares. De pronto la sensación desapareció, su mente se apagó como un televisor… se encontraba de nuevo en la oficina de Yamanaka Ino.
Aquello la descolocó por completo, confundiéndola y desorientándola.
—¿Hinata?
Miró a Ino luego de unos instantes, la muchacha le ofrecía un pañuelo y un vaso de agua.
—¿Qué…? —balbuceó, notando entonces el hilo de saliva que escurría de sus labios.
Tomó el pañuelo rápidamente y secó su barbilla. El vaso fue depositado en la mesa frente a ella y pronto lo acercó a sus labios, bebiendo por completo el contenido; la sensación fresca bajó por su garganta y relajó su estómago, que estaba hecho un nudo.
—Eso que acabas de sufrir es la retrospección.
Levantó la mirada, confundida, sin soltar el vaso o alejarlo demasiado de su rostro. —¿Disculpa?
—Retrospección —repitió —… así se le llama a lo que acabas de sufrir. Es como un golpe de recuerdos.
Asintió un poco y miró sus manos… comenzaba a tener una vaga idea de cómo funcionaba lo que Ino había hecho con ella.
Se frotó la frente, sorprendida.
—Descansa por hoy, le recuperación de información no es una broma —indicó Ino con tono serio, recargándose de nuevo en la silla. —En tu casa deben tener un calendario con tareas… son ejercicios de agilidad mental que deberás hacer por tu cuenta, pídeselo a Hanabi-chan si no te lo entregan.
—¿Ejercicios?
Asintió. —No basta con que yo recupere tus recuerdos, tu cerebro ha olvidado cómo buscar y hacer uso de la información que encuentra y tienes que ejercitar esas capacidades.
Asintió y sus ojos se clavaron entonces en el reloj, no pudo evitar reaccionar al ver la hora que era. Ino la miró confundida unos momentos, pero al ubicar lo que miraba, no pudo evitar la pequeña risita que escapó de sus labios.
—No es una broma —le recordó, poniéndose en pie. —Las primeras sesiones serán similares a esta… luego trabajaremos con secciones más pequeñas de tu memoria, así que no tendrás que pasar horas y horas aquí… y el golpe no será tan fuerte.
Asintiendo, se frotó las sienes, preguntándose cuánto faltaba por recordar.
—¿Hinata-chan…?
Miró a la rubia, a través de aquella nube de confusión que aún no la abandonaba, le daba la espalda y enrollaba el pergamino que había estado leyendo antes.
—¿Sí?
Separó los labios para hablar, pero solo pudo mantener el silencio. Miró el pergamino unos momentos, apretándolo entre sus manos. Se giró para mirar a la muchacha, con una amplia sonrisa.
—¡Es hora de regresar a casa! —anunció, poniéndola en pie y extendiendo su meñique. —Promete que comerás bien y descansarás el día hoy.
—L-Lo prometo —aseguró, dejando que su propio meñique fuera atrapado por el de la rubia.
—Es una promesa entonces —le sonrió, guiñándole un ojo.
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Luego de que Hanabi sondeara un poco la situación, por medio de los ejercicios que Ino encargara a Hinata, Hiashi consideró que ya no sería necesario mantenerse alejado de la vista de su hija mayor y decidió retomar la rutina que había interrumpido. Cuando Hinata llegó al comedor por la noche, se quedó pasmada en la puerta, había recordado a Hiashi, mientras Hanabi le mostraba uno de los tantos álbumes de fotos que se guardaban en aquella casa… desgraciadamente sus recuerdos estaban llenos de miradas decepcionadas después de los entrenamientos en su infancia.
Aunque si era justa, sus recuerdos de Hanabi y Neji tampoco eran del todo gratos, así que no comprendía del todo el cambio en las actitudes de todos ellos… y aunque podía justificar las actitudes de Hanabi y Neji con unos vagos recuerdos en los que lucían más pequeños, aquel hombre senil y ligeramente sonriente no encajaba con el más joven que habitaba en sus recuerdos.
—Ven a sentarte, nee-sama —pidió Hanabi.
Hizo una respetuosa reverencia y entró, con algo de torpeza. Ocupó su lugar en completo silencio y dejó la mirada clavada en la mesa.
—¿Cómo te has sentido, Hinata? —preguntó Hiashi.
—Bien —apresuró, luchando contra el tartamudeo que había intentado asaltarla. —¿Y usted?
—Bien, gracias.
Contrario a lo que había esperado, Natsu no les sirvió la cena aquella noche, el rostro que la sorprendió era, relativamente, nuevo para ella. Los alimentos fueron dispuestos frente a ellos y luego del habitual "Itadakimasu" empezaron a comer. Hanabi y Hiashi no tardaron en envolverse en una conversación de sobremesa que Hinata entendió, no hablaban de cosas extrañas, era algo trivial, sobre la casa y el festival que ya se tenía encima.
Le sorprendió que hablaran de cosas tan mundanas.
—¿Cuándo será la segunda sesión con Yamanaka? —preguntó Hiashi de pronto, mirándolas a las dos.
—En tres días, otō-sama —contestó Hanabi de inmediato.
Hinata observó aquello de reojo, sin dejar de llevarse diminutos bocados a la boca para no tener que hablar demasiado; su padre asintió una sola vez y siguió comiendo, antes de volver a hablar.
—Luego de la segunda sesión, visitaremos a Hokage-sama —anunció.
—¿Por qué? —preguntó Hanabi.
—A diciembre le quedan pocos días y el consejo ha decidido que no podemos dejar pasar enero.
—Pero enero es de los meses más fríos…
—Es la decisión del consejo.
—Hm.
Apretó los labios alrededor de los palillos y los observó sin pronunciar una sola palabra. Tenía curiosidad, quería saber de qué estaban hablando. Miró el plato en silencio unos momentos, reuniendo el valor para preguntar, por suerte Hiashi volvió a hablar.
—Consideramos que una vez recuperes la gran mayoría de tus conocimientos ninja, podrás volver, poco a poco, a tu antiguo estilo de vida diaria.
Asintió una sola vez, sonrió un poco y volvió la mirada a sus alimentos.
Hanabi observó aquello, pero prefirió no comentar al respecto, no podía decir que conocía a la perfección a la hermana que había recuperado, pero había demasiadas cosas que no habían cambiado y los silencios y timidez de Hinata eran uno de ellos.
—¿Será una visita formal? —preguntó, buscando darle más información a Hinata de lo que sucedería.
Hiashi hizo un gesto dubitativo. —Supongo que podría decirse… aunque Kakashi-sama aseguró que relajará bastante el protocolo, dadas las circunstancias.
—… ¿Uchiha estará ahí?
El desdén en el tono de voz no pasó desapercibido a los oídos de Hinata, que miró de reojo a Hanabi.
—Lo dudo.
—¿Quién es Uchiha? —preguntó luego de unos momentos.
—Tu entrenador personal —respondió Hanabi, con la garganta un poco tensa.
Hiashi sonrió al escuchar aquello, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos, el tono de Hanabi había sido demasiado despectivo y había notado la manera en que Hinata había desviado la mirada.
—Neji volverá antes de lo previsto, al parecer a tiempo —anunció, cambiando el tema.
—¿En verdad? —exclamó Hanabi, con algo de emoción en la voz.
Hiashi asintió, por toda respuesta. Hanabi lo celebró unos momentos, confundiendo ligeramente a Hinata.
—… ¿A tiempo para qué?
—Para tu cumpleaños —respondieron los dos, dedicándole una mirada llena de nostalgia.
Aquello la golpeó con una fuerza que no entendía.
Sábado, 07 de mayo de 2022
