Capítulo 13

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El primer día del entrenamiento llegó, sin que Hinata tuviera recuerdo alguno de sus propias opiniones acerca de su entrenador.

En casa el ánimo general que reinaba no ayudaba demasiado a su causa y la conversación que escuchara por accidente, durante la noche de su cumpleaños, confundió un poco más las pequeñas ideas que había ido formando.

Ahora no sabía si el odio declarado a Sasuke era solo por sus hazañas como traidor, parecía haber una extraña rivalidad que aún no comprendía y en la que no había podido pensar demasiado; con la sexta sesión había venido el peso del recuerdo de esa brutal pelea entre Neji y ella, aún le resultaba difícil poder invocar el recuerdo completo a su memoria, pero los fragmentos eran dignos de una película de terror psicológico; recordaba el semblante de Neji, la sonrisa vil, ese brillo asesino en la mirada, todo eso se revolvía con sensaciones de desesperación, frustración y una nota final de miedo… y luego Neji comenzaba a ser solícito en los entrenamientos.

Había un periodo de cambio, que definitivamente surgía de los exámenes chunin, pero entre más recordaba, más evidente era el huevo que había en su memoria y menos entendía lo que recordaba.

Chasqueó la lengua, frustrada con su amnesia.

—¿Tienes frío?

Pegó un ligero respingo y miró a Hanabi, que la observaba con curiosidad. El gesto tenso, que le había endurecido los músculos del cuello durante el desayuno, se había quedado prendado de la cara de la muchacha toda la mañana. Se había acostumbrado al silencio y había creído que todo el trayecto al campo de entrenamiento se daría de esa manera, con Hanabi incapaz de hablar por lo apretados que tenía los dientes.

—No, estaba pensando…

—¿En qué?

Lo dudó, pero terminó optando por decir la verdad. —… en los exámenes chunnin.

Era poco lo que conocía a Hanabi en esos momentos, pero si tenía una certeza absoluta con respecto a ella, era que su expresividad era casi inexistente. Sonreía, bufaba y se enojaba, pero nunca se sabía realmente qué estaba sintiendo la muchacha o qué pensaba, así que le sorprendió ver el gesto de sorpresa en el rostro, los ojos la miraron un par de segundos, fijamente, y luego volvieron a mirar al frente. El gesto recompuesto, la mirada errante.

—… ya los recuerdas.

Asintió una sola vez y cambió de tema, al notar que, por primera vez, Hanabi no parecía saber cómo continuar con la conversación.

—… creí que Kō me acompañaría hoy —declaró, mirando al suelo. —Me sorprendió que te ofrecieras a acompañarme.

Sospechaba que quizá aquel ofrecimiento se debiera a sus antiguos intentos por huir, que al parecer aún no habían sido perdonados, pero algo en el tono de voz de la muchacha le indicó que quizá no se trataba del todo de ello.

—Siempre que pueda acompañarte, lo haré.

—¿No tienes obligaciones con el clan?

La mirada de la muchacha volvió a posarse sobre ella, obtuvo un asentimiento, lleno de orgullo. —Tengo mis días perfectamente planeados, tú no te preocupes por eso… además, no pensarás que te dejaríamos a solas con ese bárbaro, ¿o sí?

Se encogió de hombros.

Hanabi enarcó ligeramente la mirada ante aquella respuesta. —Estuviste estudiando las armas los últimos días, ¿has podido recordar misiones por tu cuenta?

—Algunas… todavía necesito estímulos externos —murmuró, repitiendo las palabras de Ino.

—Hm… con la práctica recobrarás la agilidad mental —aseguró, tomándole el brazo sin avisar y aprovechando para observar el vendaje que llevaba. —… colocaste muy bien las vendas.

Detuvieron sus pasos entonces. Hanabi se llevó las manos a la cintura y sus ojos observaron el lugar, detenidamente, las venas no tardaron en hincharse en sus sienes y desaparecieron aún más rápido.

—¿No te trae recuerdos? —preguntó.

El campo de entrenamiento no había cambiado, aunque algunos árboles habían perdido su follaje y las dianas y los sacos habían sido reemplazados, pero se mantenían en los mismos sitios, el poste no había cedido y quizá solo habían más cortes sobre las cortezas de los árboles… aquello hacía eco a imágenes que no había podido ver hasta aquel día.

Sonrió ligeramente, sentía una nostalgia que parecía llegar a medias. —… sí.

Dio un paso al frente, pero la mano de Hanabi la golpeó con fuerza en el abdomen, sofocándola y enviándola al suelo. Su cuerpo se contuvo de luchar por oxígeno al ver que una larga katana estaba clavada en el sitio que había ocupado antes. Jaló aire cuando pasó la sorpresa inicial y miró a Hanabi, daba la espalda al campo de entrenamiento y había adoptado una posición de ataque, su gesto serio mostraba una agresividad y determinación que nunca antes había visto, pero hacía ecos a miradas un poco menos severas, y se agravaba gracias a las venas hinchadas alrededor de sus ojos.

—No esperaba menos —saludó Sasuke.

—Eso no fue una prueba, Uchiha-san.

Hinata buscó con la mirada, hasta encontrar a Sasuke de pie sobre la rama de un árbol, su gesto no decía nada, parecía aburrido incluso, pero por alguna razón aquellos ojos negros la hicieron sentir enferma… los vagos recuerdos que tenía de él le inundaron la cabeza.

—No estaba probándola a ella.

Un chasquido por parte de la katana la obligó prestar atención a lo que sucedía. La sorprendió encontrar la empuñadura bien aferrada por la mano de Hanabi y el filo justo sobre la piel de Sasuke. Permaneció ignorada en el suelo, preguntándose en qué momento se habían movido, tomando consciencia del abismo que la separaba de Hanabi y el resto… y se sintió tan pequeña como en todos esos recuerdos de entrenamientos en los que su padre simplemente no pasaba de la decepción al mirarla.

Blanco y rojo chocaron con intensidad.

—Esto es un entrenamiento básico —pronunció Hanabi, moviendo hábilmente la mano para alejar el filo de él y entregarle la katana.

Las venas en su rostro se hincharon un poco más, antes de desaparecer por completo. —No lo olvides.

—No lo olvido.

Hanabi enarcó la mirada, pero cedió a pesar del tono, dando un paso atrás. Miró a Hinata y la ayudó a ponerse en pie, se despidió de ella y saltó al árbol en el que había estado Sasuke de pie. La muchacha se perdió por completo de vista, dejándolos aparentemente solos.

Recordando que ella había aprendido a hacer eso, miró los árboles en silencio, con algo de añoranza.

—Vamos —indicó Sasuke.

Caminó, sabiéndose analizada, y respiró tranquila cuando los ojos negros perdieron por completo el interés en ella. Bajó la mirada al sentir lo traicionero que podía ser el suelo al encontrarse tan húmedo y recordó a Hanabi caminar con la cara al viento sin entrecerrar los ojos siquiera.

—No tengo intenciones de permanecer en la aldea demasiado tiempo —dijo Sasuke, sin mirarla. —No me importa saber qué pasó contigo y no soy tu amigo. No estoy aquí para perder el tiempo, si eres un caso perdido se lo haré saber a Kakashi hoy mismo.

Aquellas palabras tenían la fuerza para sofocarla por segunda vez en el día, pero dentro de ella se había despertado una llama de orgullo que llevaba años aletargada. Lo miró, incrédula y ligeramente ofendida. Se tragó esos sentimientos y asintió una sola vez.

—… bien —arrastró Sasuke, alejándose un par de pasos.

No solía lamentarse, pero en esos momentos estaba luchando contra un ligero temblor que quería atacarle un parpado. A pesar de lo que Sakura le había dicho, aquello no dejaba de parecerle una completa pérdida de tiempo y energía. La Hinata que él recordaba era una pacifista, no tenía la madera de un guerrero, en pocas palabras era un ninja mediocre, y ahora ni siquiera era dueña de la fuerza que todos parecían recordar, ni la destreza que él presenciara durante aquellos lejanos exámenes.

—Atácame con todo lo que tengas —pidió, resignado.

Hinata asintió y respiró profundo, apretando los puños unos momentos y preparándose mentalmente para terminar en el suelo y, probablemente, molida a golpes.

—¿Qué esperas?

Tragó saliva y plantó sus pies en el suelo, comparado con el miedo que tenía a la paliza que probablemente recibiría, él no la intimidaba.

Corrió hacia él, levantó el puño a la altura de su cara y lo dejó ir con toda su fuerza. Sintió que el aire rozarla, mientras su cuerpo giraba, y dio cuatro resbalones en un intento por no caer al suelo. Él seguía parado donde mismo y en el suelo estaba bien trazado el testigo de lo que había sucedido cuando él desviara su brazo y le diera el empujón.

—Atácame.

Por un momento pensó en involucrar las armas, pero a pesar de haber estado entrenando con Hanabi esos últimos días, no sentía la confianza suficiente en sí misma para portarlas. Se olvidó por completo del bolsillo que llevaba atado a la pierna, decidiéndose por un combate cuerpo a cuerpo sin armas blancas, y volvió al ataque.

No tenía muchas esperanzas y pronto perdió la cuenta de todas las veces que fue desviada con simples manotazos, que sus puños fueron detenidos firmemente por la mano de Sasuke y que su cuerpo cayó de lleno sobre el pasto lodoso luego de recibir un traspié.

Se levantó del suelo, jadeando. Su cabello estaba pesado y se pegaba a su ropa y a su rostro. Miró a Sasuke, él seguía plantado donde mismo. Detestó aquella situación por unos momentos y se olvidó de la promesa que se había hecho momentos antes, llevó una mano a su bolsillo y acomodó algunos shuriken en sus dedos. No le sorprendió que al arrojarlos fueran interceptados por la katana que protagonizara aquella inolvidable bienvenida.

Tomó un kunai y se arrojó de nuevo hacia él. Le sorprendió la barrera que representaba la katana, su mano temblaba y su kunai amenazaba con deslizarse por el filo, pero él se mantenía firme como un poste de concreto. Escuchó el sonido del metal al deslizarse y soltó el kunai, alejándose un par de pasos y llevándose las manos a la cabeza. Un mareo la había atacado de pronto, al tiempo que sus únicos recuerdos de la guerra le hacían ecos en la cabeza.

Clavó bien los pies en el suelo y se rehusó a flaquear, pero sus manos se sentían débiles y dudaba poder volver a empuñar un arma pronto. Una mano en el hombro le anunció, demasiado tarde, la cercanía que había entre ella y Sasuke, levantó la mirada y se encontró con su rostro serio.

—Usa la cabeza —susurró. —Deberías tener más experiencia.

Sin saber de dónde venían aquellos movimientos, pero siguiendo un impulso que parecía estar bien grabado en sus músculos, batió su brazo con fuerza, logrando aferrarse al brazo y la manga de Sasuke y con un rápido giro de su cuerpo y un súbito movimiento hacia adelante, logró alejarlo del suelo y tumbarlo. Podría intentar aplicarle una llave, pero aún se sentía demasiado débil por culpa de aquel mareo; soltó al muchacho y se alejó de él unos cuantos metros, buscando distancia y algo de tiempo para recuperarse.

Sasuke observó en silencio las nubes claras en el cielo… había algunos pedazos de azul asomándose entre el blanco y el gris.

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En otro tiempo, saber que Hanabi y su pelotón de inútiles lo habían observado todo y seguro se habían regodeado al verlo bajar tanto la guardia, le había restado sabor al alivio que suponía el que Hinata le hubiera lanzado al suelo.

Un kunai giraba en su dedo, mientras repasaba aquel tonto encuentro. Luego de aquella pequeña victoria, Hinata le había asestado otro golpe al hacerle creer que se encontraba dentro de su genjutsu aún y arrojarle el kunai a la cara; observó el arma que giraba en su dedo, la había detenido con facilidad, una vez ella se había movido, él había visto el resto de la historia. Y, aunque no quería admitirlo, lo había sorprendido un poco.

Sakura tenía razón, él no había estado ahí esos últimos años… tenía que ajustar sus expectativas, aunque no demasiado.

Clavó el kunai en la libreta que descansaba sobre la mesa y arrastro el formato que Kakashi le había facilitado para que rindiera su informe, tomó el lápiz y escribió los detalles en la libreta, para tenerlos tan fidedignos como fuera posible, en caso de que fueran necesarios para reportes posteriores. Sus ojos se quedaron fijos en la evaluación al llenar el rubro de genjutsu y se llevó la mano al rostro, su pulgar descansaba en su mentón, y el nudillo de su índice descansó sobre su labio unos momentos.

Recordaba el chakra de Hinata, había un caos dentro de ella que lo había confundido y la había ayudado a salir airosa de esa segunda parte de la prueba; sus ojos vagaron por la habitación unos momentos y se reclinó en el sillón al recordar el tinte rojo que se había asomado por los labios de la muchacha, al hablar la sangre se había ido esparciendo por los dientes.

Enarcó una ceja al confirmar que había recurrido al dolor para salir de la ilusión y se apresuró a dejarlo establecido en el reporte inicial.

—… no puede usar el puño suave y su estilo cambió —meditó, soltando el lápiz y reclinándose de nuevo en el sillón. —Es más interesante de lo que esperaba.

Sus ojos miraban el reporte, pero su atención estaba en sus recuerdos. Estaba al corriente del estilo de vida de Hinata en aquella dimensión extraña e incluso de toda su trayectoria hasta los dieciséis años. La vida y los detalles de aquella muchacha eran inescapables en esos momentos, casi la conocía como la palma de su mano.

Sonrió ligeramente y cerró los ojos unos momentos… quizá no podría quejarse tanto de su suerte y saldría de ahí antes de la marca de un año que Kakashi había prometido.

Pero le pareció lamentable… si es que Hinata de verdad tenía o había tenido tanto potencial.

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Se dejó caer en la cama y miró el techo.

Su rostro estaba seco, pero había llorado durante el baño. Ahora que sus huesos se habían recuperado del frío del exterior, podía dedicar sus pensamientos a otros problemas y cayó en la cuenta de lo que la había hecho llorar luego de la prueba. Sasuke había tocado una vena sensible. Nunca había reaccionado bien al fracaso, quizá fuera por todos esos sinsabores que cargaba ahora en la memoria, en los que de niña jamás logró dar la talla en los entrenamientos del clan, pero incluso antes de obtener algunos de sus recuerdos había notado cierto grado de perfeccionismo en sus actitudes.

El cuerpo le dolía un poco por culpa del esfuerzo de aquella tarde e incluso ese pequeño movimiento que la había llevado a una corta victoria la tenía adolorida… no quería imaginar cómo se sentiría luego del siguiente entrenamiento y tampoco pensaba martirizarse pensando en ello. Salió de su habitación, directo por un balde que llenó con agua y que llevó consigo a uno de los jardines.

El primer reto que su padre le había dado, cuando empezara a practicar su control de chakra y el puño suave al ser una niña, era mantener el agua en sus palmas, sin que goteara, ni se desbordara; necesitaba mantenerla como si estuviera dentro de un cuenco de madera o cerámica.

Se dio manos a la obra. Tenía sus recuerdos y en todo caso también había libros y pergaminos al respecto en la biblioteca. Con las mangas dobladas por encima de sus codos, metió las manos al balde y se concentró, pero los minutos pasaron y pasaron y el agua seguía huyendo entre sus dedos, gota a gota. La sensación que recordaba, del chakra al fluir por su cuerpo, no aparecía.

Dejó caer el agua que quedaba en sus palmas y se permitió unos momentos de frustración, en los que recargó su frente sobre uno de sus puños, húmedo y frío.

—¿Cuál es el truco? —masculló.

—Descansar.

Se sobresaltó al escuchar a Hanabi tan cerca y no le sorprendió encontrarla inclinada a su lado. No hubo necesidad de explicar la situación.

—… no estoy cansada —se defendió, empujando sus mangas de nuevo y hundiendo las manos en el balde.

Hanabi se sentó a lado de ella y la observó. —Van a sacudirte la médula a diario y además tienes la ocasional sacudida de sesos que te dará Ino… no estás acostumbrada a este ritmo, necesitas descansar.

Inspiró profundo y se tragó sus palabras, ya lo había dicho antes, no estaba cansada. Hanabi la miró unos momentos y luego desvió la mirada, en un ligero gesto de fastidio del que no había podido deshacerse del todo.

—Si no necesitaras descansar, también estaríamos entrenando el puño suave —dijo, después de unos segundos de silencio. —Tu agenda está perfectamente planeada. No seas terca.

—Hoy ni siquiera tuve entrenamiento, solo me pusieron a prueba —defendió, con un ligero tono de reproche en la voz. —Además no estoy tan mal… tengo algo de agilidad aún.

Hanabi asintió una sola vez, complacida por el tono aguerrido. —¿Quieres que te diga cuál es el truco?

Dejó caer el agua y la miró, dedicándole por completo su atención. Asintió una sola vez.

Hanabi apretó los labios antes de hablar. —Desbloquear tus puntos de chakra.

Parpadeó. —¿Qué?

La muchacha asintió con movimientos cortos, la culpa parecía formar un halo alrededor de ella, pero el cinismo en su gesto hacía que cualquier compasión se esfumara.

—¿Bloquearon mis puntos de chakra? —balbuceó, indignada.

—No. Nosotros no fuimos, volviste así —apresuró. —Simplemente no los desbloqueamos y ya.

—¿Por qué?

—Para que no pudieras huir —le recordó, con tono de obviedad. —Que no tengas la destreza de antes, no quiere decir que no puedas poner una buena batalla y no queríamos lastimarte, en caso de que te propusieras derribarnos.

Se frotó el cuello y sus ojos vagaron por el suelo, no podía culparla, pero no podía dejar de sentir que le habían visto la cara y habían hecho con ella lo que quisieron. Miró a Hanabi unos momentos y luego volvió la mirada al suelo… tenía días queriendo preguntarle sobre su regreso.

—Esto va a interferir con mi entrenamiento.

Hanabi miró hacia el techo y se encogió de hombros. —… quizá.

Estaba a punto de replicar, cuando la mirada suspicaz de Hanabi se posó sobre ella.

—… ¿es a propósito?

—Si Uchiha no lo nota, entonces no está al nivel necesario para ser tu entrenador y podremos pedir un cambio. Así que no se lo digas.

Asintió, aquello lo recibía del mismo modo que había recibido el sofoco a medio día. —¿Por qué? —apresuró, confundiéndose de nuevo con esas actitudes. —¿Qué hizo? ¿Por qué lo odian?

Hanabi apretó los labios unos momentos, mirándola fijamente.

—¿No crees que ya va siendo hora de que me lo digan? —insistió. —Será mi entrenador, no sé por cuánto tiempo y no sé cuándo vaya a recordar lo que sucedió… y solo hablan mal de él, ¿estoy en peligro?

—No —aseguró, alejando la mirada unos momentos. —… es complicado, Hinata, lo mejor es que esperes a que recuperes tus recuerdos.

—… entonces deberían dejar de comportarse de esa manera —musitó, relajando su cuerpo y volviéndose un poco pequeña. —Tengo la cabeza revuelta y las cosas que dicen solo la revuelven más…

El dialogo se descarriló al silencio cuando Hinata cayó en la cuenta de lo vulnerable que estaba portándose frente a Hanabi, pero aquello hizo que la muchacha se mordiera la lengua y que un gesto de decepción se acomodara sobre sus facciones por unos segundos.

—… lo siento —apresuró.

No había sido lo suficientemente cuidadosa alrededor de Hinata, su odio por Sasuke la había hecho olvidarse de lo confuso que era todo eso para su hermana.

—No debí portarme así, lo siento.

Asintió, sorprendida por lo que acababa de escuchar. —¿Me dirás algo o me quedaré igual? ¿Al menos puedo confiar en él?

Aquel ruego tocó una vena de sensibilidad en Hanabi. Que exhaló y se sentó frente a ella, mirándola con un ligero aire de derrota.

—Es que eso no puedo decírtelo yo. Creo que nadie puede decírtelo, en realidad… es algo que debes decidir por ti misma —lamentó. —Pero si me baso en su conducta los últimos años, puedo decirte que no te preocupes por ello… existe un antes y un después, no solo en Sasuke, en el mundo ninja en general, y créeme, aunque no lo parezca, estás del lado en el que brilla el sol.

—¿…en el mundo ninja?

—En la vida de Uchiha —aclaró, clavando la mirada en el suelo, más allá de ellas, le costaba hablar de manera tan objetiva. —No cuentes con él de la manera en que contarías con Kiba o Shino, más bien… cuéntalo como la persona que te cobra en una tienda, puedes confiar en que hace su trabajo y lo hace bien, pero siempre puede intentar quedarse con el cambio.

Hinata asintió, un poco más tranquila ahora que Hanabi le había dicho aquello. —¿Por qué lo odias?

Una risa sin voz escapó de la garganta de Hanabi, que relajó los hombros unos momentos e hizo un gesto con el que le restó importancia a la seriedad con la que solía tratarse el tema de Uchiha Sasuke en esa casa.

—¿Sigues sin creer que un desertor merezca…?

Se encogió de hombros, sin saber si entendía el punto del todo. —… pero volvió.

—Sí… y su regreso es tan claro como tu desaparición.

Aquello la desarmó por unos momentos. Aún vivía con la desconfianza, no solo por su familia, Ino, Naruto y Sakura también se encontraban en la mira; pero la manera en que Hanabi pronunciara aquello le mostró una sinceridad absoluta que se había negado a aceptar. La vio levantarse del suelo y acomodarse la ropa con dignidad, pero la mirada siempre la tuvo encima.

—Es un traidor, Hinata-nee… y si está de vuelta es gracias al favor de Naruto y a que Kakashi-sama es el Hokage ahora.

Observó el gesto resignado de Hanabi y no pudo evitar sentir algo de pena, la poca animosidad que había comenzado a nutrir desapareció por completo. En la mayoría de sus memorias relacionadas a él, había un niño solitario, alejado siempre de todos, siempre huraño… igual de arisco que un gatito callejero; pero también había un estudiante excepcional, un ejemplo a seguir dentro y fuera del aula.

—Y si ellos confían en él, ¿no debería ser suficiente para nosotros? —preguntó, escuchando el eco de la pregunta que Kiba le había hecho al respecto de su familia.

Se sintió hipócrita y se distrajo por unos segundos, pero Hanabi la devolvió pronto a la conversación.

—La condena de Uchiha fue un chiste de mal gusto para muchas personas… y no lo estoy diciendo motivada por mis propios prejuicios. Objetivamente hablando, y considerando lo que está escrito en las leyes, él debería estar en un calabozo aún y con años de condena delante de él… si no es que muerto ya. Olvidemos todo el daño que provocó al irse con Orochimaru o las groserías que hizo antes de decidirlo… Una vez libre corrió a matar a su hermano, a capturar a un jinchuuriki e intentar asesinar a los cinco Kage. Además abandonó a su equipo como si fueran desechables, asesinó a Danzo y jugó con la vida de su compañera para lograrlo, sin negociarlo con ella… ¡sin mencionar todos los conflictos que despertó después de eso y durante la guerra!

Hinata miró sorprendida a Hanabi, había demasiadas disonancias en los recuerdos que tenía de ella, pero la muchacha impenetrable y fría reinaba en sus memorias… y distaba demasiado de esa muchacha indignada. Incluso con el cambio que se había dado luego de los exámenes chunnin, Hanabi le seguía pareciendo una ninja más bien frívola; pero en esos momentos los ojos fulguraban y gritaban lo inaudito que le parecía todo eso.

Bajó la mirada y asintió, aún no tenía sus recuerdos, pero aquellas palabras despertaron en ella una sensación de tristeza que esperaba pronto fuera explicada.

—La culpa que cargan Mitokado y Utatane con respecto a la matanza del clan Uchiha y el cariño que Naruto le tiene a Sasuke influyeron demasiado en la decisión que tomó el jurado, en el juicio encabezado por Tsunade-sama, y ni siquiera ella se salvó de esa imparcialidad. No estoy diciendo que Naruto, los Hokage y el consejo tengan mal juicio. En general, no lo tienen —hizo un ligero gesto al pensar en Naruto —, pero cuando se trata de Uchiha, no son objetivos.

—¿Y por qué sigue aquí? ¿Por qué le confiaron mi entrenamiento? —murmuró, sintiéndose insegura de nuevo.

—… porque ha pasado sus pruebas —respondió, con la garganta un poco tensa.

Se quedaron en silencio unos momentos, Hinata buscaba en su memoria, pero no encontraba demasiado con qué ayudar a Sasuke… sus memorias estaban limitadas, había algunos asuntos de la aldea filtrándose entre esos recuerdos, pero faltaba demasiada información.

—… no recuerdo la matanza, sé que sucedió, pero no recuerdo —murmuró, esforzándose por recordar, su mirada estaba velada —… recuerdo a Sasuke en la academia y en los exámenes y no sé qué haya pensado de él en aquel momento, pero incluso ahora no puedo pensar que fuera mala persona…

Miró frente a ella unos momentos y luego miró a Hanabi de nuevo, la muchacha tenía un gesto impenetrable, pero la mirada fija en ella.

—Todo eso lo hizo por venganza, ¿cierto? Y fue engañado, vivió engañado… No podemos culparlo por completo por reaccionar así… Solo podemos imaginar su dolor y no podemos decidir si su arrepentimiento es real o no.

Exhaló, cruzándose de brazos. —… no has cambiado.

—… ¿estás decepcionada? —murmuró, sintiendo una terrible desolación al pronunciarlo y manteniendo la mirada sobre sus dedos.

Negó una sola vez. —No… estoy sorprendida de que tu espíritu haya prevalecido a pesar de tu amnesia.

La miró entonces, aunque aliviada, no podía dejar de sentirse diminuta y vulnerable, pero el rostro de Hanabi realmente no mostraba ningún tipo de desdén.

—Solo ten cuidado con él, Hinata-nee… no te dejes llevar por tu buena voluntad. No creo que vaya a volver a la vieja andanza, pero no confíes en él, no es el tipo de persona que puede ser tu amigo.

—… ok.

Hanabi sonrió y le tendió la mano, para ayudarla a ponerse en pie. —Hablaremos de esto después, ¿sí?

—… ok.


Sábado, 18 de junio de 2022