Capítulo 14
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Había despertado lo suficientemente tarde para asearse y arreglarse a las prisas, agradeciendo que en esa casa las cosas fueran tan rutinarias, que con pocos ajustes bastaba para llegar a tiempo o saber a dónde ir.
Podía encontrar a Hanabi en el dojo, la sala de té, el jardín o su habitación a ciertas horas; lo mismo con su padre, que pasaba, gran parte de la mañana, encerrado en su despacho. Neji generalmente brillaba por su ausencia, así estuviera en la aldea, pero coincidían con seguridad durante el desayuno y podía encontrarlo, tarde por las noches, en el dojo. Kō y Natsu variaban un poco más, dependiendo las responsabilidades del día, pero a veces le parecía que con solo pensar en alguno de ellos sería suficiente para tenerles a su lado, prestos y solícitos.
El pensamiento la asfixió un poco, pero se sacudió la sensación con facilidad, en esos momentos de torbellinos mentales tanta monotonía le brindaba seguridad.
Corrió por los pasillos hacia el comedor en el que solían compartir la mayoría de las comidas. El desayuno ya había sido servido, pero Hanabi y Neji parecían estar acomodándose aún; los miró, se dieron los buenos días, y se sentó en su lugar.
—Estaba haciendo cuentas ―dijo Hanabi de pronto, exclusivamente a Neji. ―… sobre lo que hablamos el otro día, hay cosas que no cuadran.
—Estoy en eso ―aseguró Neji. ―Lo arreglaré.
―No tenemos mucho tiempo ―urgió. ―Con suerte hasta mitad de año, pero si pudiera quedar antes de mi cumpleaños…
―No pasará de marzo ―aseguró Neji, con un gesto servicial, pero ligeramente fastidiado.
Hinata alternaba la mirada entre ellos, consciente de que aquel tema era uno que no podía comentar. Los palillos se quedaron en su mano, sin tocar el desayuno.
Las prolongadas ausencias de Neji no le habían permitido confirmar sus sospechas al principio, pero al fin lo había logrado. Esos últimos días Neji los había pasado en casa y bastaba con poner atención a los silencios para notar que había una comunicación no verbal entre él y Hanabi. Comenzaba a sospechar que lo que fuera que se traían entre manos iba más allá de Sasuke, pero por más que intentara descubrir de qué se trataba, no lo lograría hasta que pudiera, al menos, entender un poco sus patrones.
Masticó con desgana el primer bocado.
La conversación dejó de interesarle y comió en silencio, le brindaba cierto alivio no tener que fingir ser la hermana y la prima de ellos en esos momentos. Aunque no era realmente una pantalla, sabía que lo era, pero aún no podía sentirse del todo parte de aquella familia… faltaba algo. Arrugó un poco su gesto y sus ojos vagaron por la mesa, observando a los muchachos con la desconfianza de la que no se podía deshacer, alimentada por los recuerdos no gratos de los exámenes chunin, los entrenamientos en casa y los vistazos al rechazo que había sufrido en su infancia.
―… puedo encargarme de eso, si no puede con ello ―arrastró Neji.
Hanabi, que había agachado la mirada hacia su desayuno, volvió a mirar a Neji y lo enfrentó en silencio.
―¿De qué hablan? ―preguntó de pronto.
Ambos la miraron, pero Neji no se involucró y le dejó el campo abierto a Hanabi, que cambió su actitud huraña de momentos antes.
―… tenemos ciertas responsabilidades ―explicó ―, dentro del clan, ¿lo recuerdas?
Negó.
―Ya lo verás después, poco a poco ―sonrió. ―Papá me hizo un encargo hace tiempo y alguien está retrasando las cosas.
Neji negó y se dedicó a terminar el desayuno.
Los miró en silencio y volvió a agachar la mirada su plato. Siguieron desayunando, rodeados del sonido de la cerámica. Dejó los palillos, aún quedaba la mitad del desayuno, pero de pronto no tenía hambre… y las miradas que le echaban los muchachos no ayudaban a mejorar aquel extraño malestar.
—¿Y papá? —, al notar que no se encontraba esa mañana ahí.
—Su viaje se adelantó, se está preparando para salir ―explicó Neji.
―¿Quieres verlo?
Negó en silencio y separó los labios, en un intento por obligarse a comer, pero los cerró de nuevo y se relajó al sentir que Hanabi dejaba de mirarla y volvía su atención a Neji. Miró de reojo a los muchachos y bajó la mirada de inmediato al encontrarse con la mirada curiosa de su primo.
—Ya terminé —anunció, levantándose de la mesa y saliendo de ahí.
Hanabi apenas tuvo tiempo de preguntar si algo pasaba, pero no obtuvo respuesta alguna. Se volvió a sentar y miró a Neji, confundida.
—Estaba un poco pálida —observó el muchacho —, quizá esté enferma.
—Hm… no creo que sea eso.
El silencio los rodeó unos momentos, en los que Hanabi removió el arroz en silencio, antes de levantar la mirada de nuevo.
—… Ya recuerda los exámenes chunnin.
Neji agachó la mirada y dejó de comer unos momentos. Asintió, no le extrañaba la actitud de la muchacha entonces. —¿Desde cuándo los recuerda? ¿Y qué tanto recuerda?
—No lo sé. Ayer la sorprendí pensando en eso, pero no me atreví a preguntar.
Asintió una sola vez y observó lo que le quedaba de pescado. —Debe estar confundida… la sorprendí mirándonos de reojo.
Hanabi suspiró y se frotó el rostro con una mano. —… ¿no se supone que recuperar sus recuerdos debería ayudarla? ¡Se está poniendo peor! —se quejó, mirando después al muchacho a través de sus dedos.
Neji se encogió de hombros por toda respuesta.
Negó y dejó caer las manos, por unos momentos lució derrotada. ―¿Hablaste con Kakashi-sama?
―Sí, no parece estar en contra.
Asintió. ―¿Y estás seguro? Aún estamos a tiempo de cambiar al plan B.
―Obtendré una respuesta pronto ―insistió. ―Usted es la que necesita ayuda.
—No necesito ayuda ―masculló, con recelo, sus palillos golpearon contra el plato.
―Prácticamente perdimos un año con esto.
―Y voy a recuperar el tiempo ―aseguró, levantando la mirada. ―… aunque sean unos meses.
Neji asintió una sola vez, viendo a Hanabi torcer y retorcer aquel mechón de cabello dispar, en un tic nervioso que le había quedado de la infancia y que solo había surgido dos veces antes de aquella mañana: cuando recién sucediera la desaparición de Hinata y cuando la recuperación de la muchacha pareció estar a punto de irse al traste.
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Ninguna perdió el malhumor que había quedado de aquel accidentado desayuno, así que aquel día marcharon obstinadas en su silencio contemplativo. El único intercambio verbal sucedió en la acera, al encontrarse frente a la casa de Ino y solo sirvió para mantener las apariencias de la despedida.
Hanabi estaba completamente distraída en el problema que se le había venido encima, así que ignoró la manera en que Hinata la miró con desconfianza, antes de girarse y caminar a la casa de Ino, y simplemente se marchó. Hinata no pudo evitar mirar por encima de su hombro y se le dificultó sonreír cuando la puerta se abrió y el saludo de Ino la obligara a hacer a un lado sus problemas familiares.
Caminaron a la habitación del fondo.
―¿Cómo te has sentido? ―preguntó Ino, ocupada en acomodar el agua y las golosinas sobre la mesilla. ―Si tienes dolores de cabeza, mareos…
―He estado bien ―aseguró, con una pequeña sonrisa.
La muchacha se llevó las manos a la cadera y la miró, satisfecha y aliviada. ―Menos mal… la verdad, estamos empujándote demasiado ―lamentó, sentándose. ―Yo había propuesto solo dos sesiones a la semana, pero…
―Estoy bien ―insistió, removiéndose un poco en su asiento. —Quiero preguntarte algo… y me gustaría que fueras sincera.
El silencio duró apenas un par de segundos, pero Ino lo sintió eterno, por culpa del pánico que se apoderó de ella. Asintió una sola vez, temiendo la pregunta.
—Es sobre… el entrenamiento y mi familia… —comenzó a decir, sin encontrar el valor.
—¿Estás nerviosa? —apresuró, aliviada e interesada en aquel cambio de eventos.
Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y se encogió de hombros. —No lo sé… ¿debería?
Negó suavemente. —¿Te preocupa no dar la talla? Porque es absurdo, eras fuerte y tengo entendido que aún lo eres…
—… gracias —musitó, no muy segura de ello.
—Hinata, confía un poco más en ti —pidió, inclinándose y recargando los antebrazos en sus muslos.
Asintió. —… pero no es eso lo que quería preguntarte —explicó, alejándose de ese tema casi con desesperación. Frotó sus palmas sobre su pantalón y evadió la mirada verde. ―… ¿haces reportes sobre las sesiones?
Parpadeó. ―Sí…
―¿Puedo saber qué reportas?
Separó los labios, pero tardó un poco en hablar, no sabía qué terreno estaba pisando. Miró al techo e inclinó ligeramente la cabeza. ―… El avance, más que nada… debo confirmar que los recuerdos acordados se recuperaron en la sesión, debo reportar tus síntomas y el desarrollo de tu habilidad para rememorar.
―… pero no hablas de lo que hablamos cuando… estoy rememorando… ¿o sí?
Negó.
―Entonces nadie sabe de qué hablamos…
Negó de nuevo. ―… es secreto de profesión.
―… ok ―exhaló, relajándose.
El silencio las rodeó entonces. Hinata había agachado la mirada, así que no notó la preocupación que permeó el gesto de Ino, que no pudo evitar mirarla fijamente unos momentos, antes de frotarse la frente con la mano y desviar la mirada, que vagó por la habitación y volvía a Hinata.
No dejaba de mirarla, entre preocupada y nerviosa.
Hinata aprovechó para hundirse en su mutismo. Se esforzaba por ignorar las sospechas que sentía por todos los que la rodeaban, pero en momentos como ese era imposible hacerlo. Miró unos momentos a Ino, llena de desconfianza, y desvió la mirada de inmediato al notar que los ojos verdes la miraban.
―¿Hinata, estás bien?
―Sí ―apresuró, avergonzada.
—¿Estás… segura que estás bien? —insistió, sacudiendo un escalofrío.
Se frotó el rostro, al tiempo que asentía, y carraspeó.
―Podemos aplazar la recuperación de hoy… a la próxima sesión, para que descanses…
―No estoy cansada ―apresuró, levantando la mirada.
―Quizá no lo estés físicamente, pero mentalmente… Hinata, ya te lo dije, la recuperación de información no es una broma, y prácticamente te estaremos saturando este mes… si necesitas un respiro-
―No necesito un respiro ―estalló, mirándola, desesperada. ―… necesito mis recuerdos, Ino… ¡Necesito saber con quienes vivo, necesito saber quién quién soy! ¡Necesito volver a casa! …necesito volver a casa.
Se levantó y se acercó, con cautela le colocó las manos en los hombros y se acuclilló frente a ella. Intentó mirarla a los ojos, pero Hinata se cubría el rostro con ambas manos. Le peinó el cabello y le frotó los hombros y los brazos.
―… de nada te servirá tener todos tus recuerdos si tu cerebro se daña ―le recordó. ―Lo que sientes es normal. Estás incompleta Hinata… y tardarás en estar completa.
Se descubrió los ojos y miró a Ino.
―No puedo darte ayuda psicológica, no es ético, incluso con esto estoy pisando suelo dudoso, pero tu familia quería a la mejor persona y resulta que yo lo soy… Puedo recomendarte a una persona que trabaja en la clínica, puedes hablar ahí, sin tapujos.
―… de nada me sirve hablar.
―Hablar sirve de mucho ―defendió, cruzando las manos sobre su regazo.
Bajó las manos y apretó los labios unos momentos. ―… te estoy quitando el tiempo.
―Para nada ―sonrió, su día estaba dedicado a la sesión por completo. ―¿Qué es lo que te está molestando? ¿Te abruma la información?
Ino aprovechó para ponerse en pie y volver a su silla. La siguió con la mirada y agachó el rostro cuando la rubia estaba a punto de mirarla a los ojos. Negó.
Era todo lo contrario… la abrumaba su desinformación. ―… todos andan por las ramas alrededor de mí… no me entero de nada…
—Quizá porque no estás lista… Todo viene a su tiempo. Ni siquiera se ha hecho público tu regreso ―declaró, imaginando que la censura del clan había abarcado ese tema también. ―Kakashi-sama tiene que manejar esta información con mucho cuidado, no sabemos qué fue lo que te pasó, ni quién está detrás de esto, ni sus intenciones… Este asunto es delicado, sin mencionar que sufriste un intento de secuestro de niña, es normal que te encerremos en una burbuja luego de este último evento…
El silencio reinó entre ellos unos momentos.
—… sí, supongo que tienes razón… —murmuró, sintiéndose mal por no haber pensado en esas nobles razones.
—Lamento mucho que esto no se maneje de una manera menos estresante para ti, en verdad, pero quizá esta manera sea la más gentil de todas las que había.
Asintió y agachó la mirada un poco más, sin que aquel sentimiento de ingratitud la abandonara. Ino se movió, rodeada de susurros y pronto volvió a sentarse. Garabateó en un trozo de papel un nombre y lo deslizó por la mesilla, acercándolo al vaso de agua que había colocado antes.
―… si necesitas hablar, puedes ir con esta persona ―indicó. ―No debe darte vergüenza, la salud mental también es importante… pero entiendo que pueda haber ciertas reservas, quizá no por tu parte, pero por… otras personas. Si necesitas hablar y quieres hablar, avísame. Sakura trabaja en la clínica y se prestará a cubrir las apariencias si le pido el favor.
El silencio reinó. Hinata tomó el trozo de papel y leyó el nombre escrito en él. No lo reconocía y tampoco se encontraba en los registros que tenía en los diarios interrumpidos a sus dieciséis años. Asintió.
―Cuando estés lista, podemos empezar…
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No era de extrañar que hubiera alguien esperándolo a cualquier hora del día, solo bastaba que saliera de su oficina para que, al volver, alguien estuviera esperándolo junto a la puerta. Así que ver a Ino caminando de un lado a otro no supuso una sorpresa o algo extraño, podía ser preocupante, dependiendo del tema que trajera consigo.
—¡Kakashi-sama! —exclamó, apresurándose hacia él. —Sé que no tenga cita, pero ¿cree que pueda recibirme?
La mano con la que había intentado saludar se quedó incómoda en el aire unos momentos y las buenas tardes se le atoraron en la garganta. No tenía que acercarse para notar la desesperación de la muchacha, pudo verla en esa incapacidad que tenía de quedarse quieta.
—¿Pasó algo?
—No… bueno, no sé —apresuró. —¿Puede atenderme?
Se detuvo ante la puerta y la miró unos momentos. —Pasa.
La puerta se abrió y la muchacha entró antes que él, y antes de que alguien pudiera abordarlo, cerró la puerta, asegurándose de echar el pestillo, no quería que fueran a interrumpirlo en esos momentos. Ino ni siquiera lo esperó a que tomara asiento o le cediera del todo la palabra, lo ametralló en cuanto la puerta se cerró.
―Yo sé que hay cosas que no me competen o que se mantienen en secreto por necesidad, pero creo que debe incluirme en la investigación que mantiene respecto a la desaparición de Hinata.
―Ok ―pronunció, alargando el momento.
―Están investigando, ¿cierto?
―Naruto y Shikamaru están a cargo ―declaró, juntando un poco las cejas. ―¿Descubriste algo que pueda ayudarlos?
―No, pero… ¿sí leyó mi reporte? Sobre Hinata, el inicial —aclaró, consciente de que rendía reportes de varios asuntos.
—Por encima —se sinceró, en esos momentos estaba haciéndole frente a una carga de papeleo monumental. —¿Dejé pasar algo por alto?
—Quizá… no lo sé —corrigió, sacudiendo la cabeza.
Sin que se dieran cuenta las formalidades se disiparon, Kakashi volvía a ser Kakashi-sensei en esos momentos.
—Háblame de eso —pidió Kakashi, revolviendo los papeles en su escritorio en busca de la copia del reporte.
El consejo estaba más interesado en el resultado, así que seguramente tampoco le habían dado importancia al reporte y estaban dependiendo en que él lo leyera y decidiera lo que fuese necesario.
—Es obvio que el chakra que encontré en la psique de Hinata pertenece a quien la haya secuestrado o por lo menos es lo más probable ―repasó, dando un paso al frente. ―No sé cómo vaya la investigación, pero si están estancados, he estado pensando que podría formar un equipo y rastrear a la persona, usando la seña particular de su chakra.
Asintió, con la mirada clavada aún en el informe. ―¿Cómo piensas llevar a cabo los rastreos?
―… estoy pensando realizar uno solo… Más bien, una serie de rastreos simultáneos, realizados con los amplificadores sensoriales de cada aladea. Así podremos abarcar, por lo menos el territorio de la alianza y descartar la posibilidad de que la persona huya a tierras lejanas, donde no tengamos alcance.
Levantó la mirada y la miró de lleno. La muchacha tenía una diminuta sonrisa nerviosa en los labios y lo miraba, esforzándose de sobremanera por no rehuirle.
—Quieres llevar este asunto a nivel internacional… ―concluyó. ―Tratarlo como un crimen de guerra.
―… es un crimen de guerra.
Dejó el informe en su escritorio y se sentó en la silla. La máscara cubrió la mueca que hizo, no era una mala idea y estaba de acuerdo con la urgencia de Ino, el problema era el consejo. Asintió y se recargó en su silla, había investigaciones por crímenes de guerra que seguían activas, no sería de extrañar que incluso en diez años resultara algo nuevo al respecto. El argumento de Ino no era flojo, pero con lo cerrado que se encontraba el consejo al respecto… explicar lo sucedido con Hinata al resto de las aldeas podría despertar las desconfianzas que dormitaban los últimos meses.
―Existe la posibilidad de que esa persona pueda moverse entre dimensiones, sería difícil atraparle por medio del rastreo si es así.
―La verdad lo dudo ―apresuró, sin saber que hacía eco a conclusiones de Shikamaru.
—¿En qué te basas para concluir eso?
—Si pudiera moverse entre dimensiones, ¿por qué dejaría a Hinata abandonada en aquel lugar? Revisé sus memorias… no hay un solo indicio de que la persona haya estado en contacto con ella… pero más allá de eso no tengo buenos fundamentos —se sinceró, perdiendo algo de altura —, es más bien un presentimiento. Estoy de acuerdo en que se mantenga en secreto la recuperación de Hinata, pero también creo que si habláramos de ello esa persona empezaría a moverse… si es que aún está interesado en ella.
―Siempre existe la posibilidad de que ya no lo esté ―coincidió. ―Bien… el consejo discutirá esto. No puedo prometerte un rastreo de la magnitud que pides.
Asintió.
—Si te encuentras con Shikamaru, coméntale tu plan y tus sospechas… le haré llegar la información, de igual manera, pero comuníquense ―reiteró, recibiendo un segundo asentimiento. ―No es inaudito lo que pides, Hinata fue víctima de un ataque, la situación es prueba suficiente… solo te pido que tengas paciencia.
―Sí, Kakashi-sama.
Estaba consciente de que lo que pedía sonaba le sonaría como un disparate al consejo, pero tenía demasiado tiempo dándole vueltas al asunto. Ya había hecho una investigación por su cuenta en las prisiones de la aldea y no había encontrado coincidencias en los calabozos, ni en las calles y siempre existía la posibilidad de que esa persona estuviera muerta o viviera en otro lugar… pero algo le decía que aquella persona estaba más cerca de lo que creía.
—¿Es por esto que has estado en las guardias nocturnas? —comprendió Kakashi. —Ino, necesitas descansar.
—No voy a hacerlo hasta saber que la aldea está limpia.
Sonrió. —Y no podrás hacerlo hasta saber que el país lo está y después que el continente lo está y después el mundo. ¿En qué punto piensas detenerte? ¿La luna?
Lo miró con gesto serio, malhumorada, casi volvía a la altanería que la había caracterizado cuando empezara su carrera. No era Shikamaru, ella no podía sacarse un argumento, fundamentado en los tratados continentales y locales de la nada y en cuanto a la legalidad estaba algo perdida.
—Puedo conformarme con Konoha —mintió.
Kakashi sonrió, como lo hace un padre cansado. Si aquello se trataba de un crimen de guerra ya podía descartar a Kabuto, Obito y Orochimaru, Ino conocía sus chakra y no estaría pidiendo la búsqueda en caso de que se tratara de ellos. Exhaló.
—… supongamos que te creo. ¿Tienes en mente quién formará el equipo?
Asintió, perdiéndose unos momentos, rebuscando en uno de sus bolsillos. Sacó un trozo de papel y se lo entregó.
—Son ninja de tipo sensorial excepcionales, abarcan campos extensos sin necesidad de equipo, con ayuda de ellos podía abarcar el país entero sin esforzarnos demasiado… La marca del chakra se ha ido consumiendo con el tiempo, pero está presente y es reconocible, podríamos someter a Hinata a examinación y así ellos se familiarizarían con la firma, no es necesario invadir sus recuerdos, la red es superficial. Una vez tengamos identificado el chakra, encontrar a la persona ya no es tan difícil.
Kakashi exhaló y se frotó la frente unos momentos, leyendo de nuevo el reporte.
—Esas personas podrían realizar expediciones a cargo de un equipo y llevar a cabo la búsqueda en otros países.
—Nos limitaremos a nuestro territorio por el momento ―le recordó. —Hasta el momento, Hinata es la única afectada, a menos de que esto pudiera suponer una gran amenaza para la alianza… no veo manera de que el consejo lo apruebe. Tienes cuatro años a cargo del equipo de barrera, tú más que nadie, conoce la situación de seguridad y tránsito de la aldea. Veré que aprueben el rastreo en el país del fuego… quizá consiga la colaboración del país del aire, pero no lo aseguro.
Asintió, no estaba conforme, pero eso era mejor que nada.
Se inclinó sobre el escritorio y golpeó con la punta de su dedo unas líneas en el reporte. Estaba intranquilo, pero si era sincero, no veía amenaza alguna, los tiempos habían probado poco a poco que la paz era algo asequible. Las investigaciones de Sasuke en el exterior habían sido vanas hasta ese momento y la investigación de Naruto y Shikamaru se mantenía en un punto muerto desde antes de que volviera Hinata. No se le ocurría una manera de plantearlo ante el consejo y el resto de los Kage, objetivamente hablando, no había bases.
—… hay algo más de lo que quiero hablarle ―declaró, apretándose la punta de un dedo.
—¿Qué es?
Tardó unos segundos en recomponerse de aquella victoria a medias, en los cuales asintió con movimientos cortos y lentos.
—Esto puede esperar al final del tratamiento de Hinata, pero… creo que borrar permanentemente los recuerdos de ese lugar en el que estuvo no será buena idea.
—¿Qué tan segura estás de ello?
—Bastante. Sé que estamos en el primer mes y aun no recuperamos sus recuerdos personales, pero está repitiendo las conductas que tenía en ese Tokio, al despertar hace siete años. Y cuando la encontramos su estado psicológico era deplorable y la verdad no ha mejorado.
Kakashi asintió. Ino agachó la mirada unos momentos, no quería parecer amedrentada.
—¿Usted está de acuerdo con la eliminación?
No habían tenido demasiadas oportunidades para tener aquella conversación y algo le decía a Kakashi que probablemente esta fuera una de las pocas oportunidades que tendrían. Le señaló a Ino la silla, a la que se había negado todo ese tiempo, y caminó en dirección a la tetera eléctrica que mantenía ahí para las noches largas o los días fríos.
Comparado con la calidad del té que Ino servía en su casa, aquello era mediocre con suerte, pero aceptó la taza caliente. Aquella conversación la revisitarían en el futuro, en circunstancias completamente diferentes.
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En sus viajes se había acostumbrado a dormir en periodos cortos de tiempo a lo largo del día y ahora, que estaba en la aldea, se había visto obligado a ajustar aquel horario a uno más normal… o que por lo menos abarcara gran parte de la noche. Ojeó en silencio las notas que había tomado en la prueba que le hiciera a Hinata, prometía más de lo que había esperado y, si lo que Naruto y Sakura le habían dicho era verdad, la muchacha llevaría sus prácticas a sus tiempos libres y aquello se terminaría más rápido de lo planeado, pero no lo suficiente para satisfacerlo.
Alejó la libreta de él y se frotó los ojos unos momentos, ya había rendido su informe inicial y el de rendimiento no lo tendría hasta pasadas dos semanas… así que podía olvidarse de Hinata esas noches y dormir.
Soltó su cabello y frotó unos momentos su cuero cabelludo. Caminó hacia la ventana, aunque no había demasiada luz de luna ahora que las temporadas de nieve estaban encima, quería aprovechar de la completa oscuridad que podía lograr al correr la cortina, pero el estar a punto de hacerlo su brazo se detuvo y sus ojos observaron los techos de la ciudad dormida, que podía ver desde aquella ventana.
Desde hacía días le acompañaba algo y no sentaba bien en su estómago.
Lo que, en un principio, había considerado una violación segura a la cláusula que había agregado al contrato, pronto resultó ser una esperanza frustrada. Además de que no serían tan rápidos para poder evadirlo, ningún Hyūga resultó ser lo suficientemente insubordinado para espiarlo, apenas Hinata se había ido del campo de entrenamiento los mirones desaparecieron con ella. Y él no era una celebridad como Naruto, así que no había una sola persona en aquella aldea que le esperara en las sombras para saltar a pedirle un autógrafo o darle un obsequio.
Abrió la ventana con movimientos suaves y asomó, antes de pegar un salto al techo. Activó su Sharingan y escaneó la ciudad y los alrededores con la mirada, buscando aquello que la pasaba incomodándole, pero los segundos que pasaron se convirtieron pronto en un medio segundo y nada resaltaba… el aire no cargaba con susurros o amenaza.
Konoha dormía plácida y tranquilamente… ajena a su mal presentimiento.
—… me acostumbré a estar en guardia —murmuró, cerrando la ventana una vez se encontró dentro del apartamento.
Caigo en la cuenta de que apenas he hecho referencia del headcanon que tengo de Sasuke durante el exilio (y no quiero dar sorpresas raras todavía más adelante aún jaja): Imagínenlo con el estilo de peinado de Hyakkimaru (Dororo), pero el cabello no tan largo.
Sábado, 02 de julio de 2022
