El juego de la botella
Segunda vuelta-La marca
Dos semanas después me llegó una carta (esta vez por lechuza), la fecha y el lugar de nuestro siguiente encuentro. Era la misma letra corrida y limpia que firma la primera; aun que esta vez no había un mísero saludo. Era escueta y clara. Y al final de ella una única frase. "No faltes"
Así llegó la siguiente salida a Hogsmeade, y yo tal y como se me indicaba en la nota; me adentre en uno de los más oscuros callejones de pueblo. Allí me esperaba el matrimonio, que me hizo tomar un traslador. Cuando solté la vieja botella que me había ofrecido, me encontré en un páramo oscuro y desangelado. Al fondo había una montaña en la que se podía ver una gran caverna y hacia allí nos dirigimos.
Al principio no parecía más que eso, una gran cueva excavada en la roca, pero tras adentrarnos un poco, pude oír el murmullo de personas, al otro lado de lo que parecía una cortina de oscuridad. Cruce aquel límite siniestro escoltado por mis guardianes y confirme mis sospechas.
Había una gran estancia; iluminada por un gran circulo de velas y al menos una decena de personas enmascaradas que se situaban detrás del circulo. Presidiéndolos, había una figura alta e imponente, que ocultaba su rostro entre las sombras.
Rodolphus y Bellatrix me empujaron para hacerme quedar dentro del circulo, y lo que hasta el momento habían sido velas se transformo en una barrera de fuego incandescente que me llegaba hasta las caderas. Busqué con la mirada a mis guías pero ya no pude distinguirlos, entre la marea de encapuchados y mascaras blancas que me observaba desde fuera. Con el tiempo aprendí a diferenciar a todos y cada uno de los que me rodeaban; pero aquella noche, sorprendido y con el corazón en la garganta, todos me parecieron exactamente iguales.
El jefe, cruzó el círculo de fuego sin inmutarse y mostró su rostro ante mí. Era un hombre guapo, aunque sus rasgos parecían consumidos, sus ojos parecían dar un destello rojizo, que parecía danzar al son del fuego.
-Bienvenido Severus-me dijo en lo que pareció un siseo- me alegra que aceptaras mi invitación
-Gracias a usted por invitarme-atiné a contestar, dedicándole una ligera inclinación de cabeza
Voldemort se rió y yo me limité a levantar ligeramente la cabeza para verle; él dejó de reír cuando se percató de mi mirada de desconcierto y dijo
-Un chico con modales-sus ojos se clavaron en los míos provocándome un escalofrío- ya quedan pocos como tu ¿sabes?
Yo, solo fui capaz de bajar la cabeza en una reverencia; él me puso la mano en el hombro y siguió diciéndome:
-Espero muchas cosas de ti- me dijo con firme y acercándose a mi oído terminó- no me defraudes- después cogió con fuerza mi brazo y colocó la punta de su varita sobre él, para luego pronunciar un siseo indescifrable. Inmediatamente sentí un terrible dolor en el ante brazo, como si este empezara a arder y vi como unas finas líneas se dibujaban en mi piel, creando la marca que me acompañara por el resto de mis días.
Quise gritar, tan fuerte como mis pulmones me lo permitieran, pero mis cuerdas vocales parecieron romperse, sin permitirme sonido alguno; impotente caí al suelo de rodillas, mientras los enmascarados me observaban y se reían. Un sudor frío recorrió todo mi cuerpo y me dejó sin fuerzas, como si extrajera de mi toda mi magia.
-Ahora eres uno de los nuestros.-dijo Voldemort entre carcajadas y todos los asistentes fueron retirándose. Cuando mis guías iban a marcharse Voldemort los detuvo.- ¡Vosotros dos! Encargaos de que llegue al colegio y de que sepa lo que debe, es vuestra responsabilidad y ya sabéis que significa.
Esperaron a que su señor se hubiera ido y después se acercaron a mí.
-¿Te encuentras bien, pequeño Sevi?- preguntó Bellatrix con sorna y entre los dos me levantaron del suelo y me arrastraron a la salida.
Aquella noche la oscuridad, disfrazada de serpiente, me cogió desprevenido y me besó.
