Se había preocupado enormemente porque la cabaña de Anciano había estado prácticamente ocupada por él en la noche y éste le había dicho en respuesta que no había problema ninguno, que él lo necesitaba más y, antes de que pudiera insistir, las extrañas ganas de dormir se apoderaron de él medinte un bostezo y el más mayor sonrió de nuevo, casi como contento de que se haya probado su punto.
El acto inconsciente de dormir lo había perturbado un poco. No paraba de caer en un vacío en el que notaba que su cuerpo se recuperaba del desgaste, pero que a la vez aún se acostumbraba a soñar y a entender que esto ya no era un letargo. No obstante, eso no fue un inconveniente para notar cómo se sentía mucho mejor por la mañana.
Su estómago rugía más fuerte y respondía con mayor insistencia al olor a comida que provenía del exterior. Para Link, saber que su cuerpo estaba aprendiendo a reconocer y saber reaccionar a la falta de necesidades básicas y notar cómo sus movimientos eran más fluidos y sus músculos comenzaban a asimilar más peso era un alivio tremendo, puesto que no quería aprovecharse en exceso de la generosidad del hombre.
Además, si bien es cierto que no tenía un sitio a dónde ir, también lo era que tenía un destino desconocido que cumplir.
Supuestamente.
—Buenos días —le respondió Anciano desde la puerta —. Tu ropa está lavada y lista para ser usada, pero a lo mejor te interesa darte un baño en el río mientras termino la comida.
Link salió de la cama y asintió, acercándose a la entrada y dándole un vistazo tímido al exterior.
—¿Es seguro? —preguntó casi por instinto. El hombre asintió.
—He comprobado el perímetro cuando iba a recolectar alimentos. Es seguro por ahora, pero no tardes mucho.
Acató la orden y se acercó al río para bañarse. Se despojó de su ropa interior y reprimió un escalofrío al notar que su cuerpo aún no era muy versado en la detección de temperaturas.
Cuando por fin se dio el lujo de centrarse en los pequeños detalles del paisaje, no tardó en encontrarse apreciando el color casi transparente del agua y el verdor del pasto que denotaba lo sano que se encontraba el terreno, algo que considera normal debido a que no hay construcciones cerca más allá de la cabaña de Anciano.
Un pensamiento llevó al otro y no pudo evitar girarse en la dirección contraria y observar el otro lado del río, con su cabeza comenzando a divagar. Empezó a pensar en lo que habría más allá de este pequeño perímetro recorrido, si había más población aparte del él y Anciano, cosa que no parecía cierto a juzgar por cómo la falta de interacciones había afectado la mente de aquel hombre.
¿Y más allá de allí? ¿Estaban aislados de la población o era que eran las únicas personas vivas que quedaban? ¿Había alguien dentro de aquel gran castillo que había visto en la lejanía?
Y para empezar, ¿cómo se llamaba este mundo donde despertó?
Sea como fuere, le intentaría preguntar a la única persona con la que podía charlar en esos momentos cuando estuvieran comiendo, esperando que su memoria no haya sido tan dañada como para no saberlo y tener que acabar descubriéndolo por él mismo.
Decidido, terminó por poner fin al baño. Salió del río lentamente y aguardó un rato para que el sol hiciera su trabajo y se pudiera secar, procediendo luego a ponerse la ropa y avanzar hacia la cabaña donde un sonriente Anciano lo aguardaba con un cazo de caldo recién hecho que el joven recibió con gusto y saboreó hasta la última gota a pesar de que su garganta no estaba acostumbrada del todo a tragar.
—¿Dónde estamos?
Anciano se sobresaltó y miró directamente al joven, quien le estaba devolviendo el pocillo con ojos inquisitivos.
—¿A qué te refieres?
Link chasqueó la lengua en señal de victoria. Él sabía.
—Sé que estamos en tu cabaña —recitó lentamente, tratando de evitar no formular palabras incompletas —. Pero sólo conozco esto. ¿Sabes dónde estamos?
El barbudo bajó la mirada y Link sintió miedo de haber malinterpretado sus gestos, esperando paciente y firmemente a que el más mayor alzara la vista de nuevo y lo observara con una mirada que no era capaz de comprender pero lo molestaba.
—Hyrule —contestó con brusquedad tras haber apretado los labios —. Más específicamente en la Meseta de los Albores.
Eso sobresaltó a Link, quien no esperaba recibir tanta nueva información pero de igual manera la recibió con un lento asentimiento.
Quizás el sobresalto era más debido a que su mente comenzó a empujar sobre la barrera de sus recuerdos, como buscando por qué ese nombre le resultaba tan familiar pero distante a la vez.
No obstante, no permitiría desaprovechar la oportunidad y exprimiría hasta la última gota de información que él pudiera darle, aún si su garganta doliera por el abuso.
—¿Hay más población que nosotros?
Anciano frunció las cejas y se le quedó mirando durante unos segundos.
—No —respondió —. He tenido años de sobra para recorrer este sitio y verificar que somos los únicos.
El joven se inclinó hacia adelante en el tronco donde estaba sentado. Su necesidad de saber más se podía leer en su cara como un libro abierto.
—¿Y fuera?
Él desvió la mirada y el rubio juró que iba dirigida a la piedra sheikah antes de volver a sus ojos.
—No lo sé.
Algo en Link lo incitó a desconfiar, pero acababa de conocer a ese señor y a lo mejor lo estaba juzgando sin realmente saber si era verdad lo que decía.
Por eso suspiró e intentó tirar un poco de la cuerda.
—¿Pasó algo malo aquí?
Los labios del señor parecieron temblar durante unos minutos.
—Que yo sepa, no.
Y la desconfianza creció, sumado a una pequeña molestia. Sin embargo, prefirió pensar positivamente y no insistir en ese tema, pensando que a lo mejor un estímulo como su pregunta y el tiempo podían darle la oportunidad de recordar y, a ser posible, contarle.
Y antes de que pudiera abrir la boca y tras un rato donde Anciano volvía a bajar la cabeza, este último se levantó.
—Vamos a salir. Los dos.
Link se quedó boquiabierto.
—¿Qué…?
—Vamos a salir —volvió a mirar al joven y Link juró por segunda vez que estaba más bien mirando a su piedra sheikah —. Llevaba todo el rato de la comida pensando en que a lo mejor te convenía salir y conocer terreno, y mi convencimiento creció al ver que pareces tener ganas de ver el resto de la meseta. Acompáñame.
A juzgar por la espontaneidad del asunto podría ser perfectamente una excusa para no seguir con la conversación, pero Link reconoce que las ganas de explorar terreno le pueden. Sin mucho más que perder, se levanta de su sitio y sigue la mirada en dirección a donde el anciano le está señalando.
—Este perímetro es seguro —informa el hombre mientras le hace un gesto para que lo acompañe —. No obstante, a partir de cierto punto hay bastante peligro. Convendría que fueras bien equipado si no quieres que los monstruos te maten.
Le hace un gesto con la cabeza, y Link palidece.
—¿No deberías llevarlo tú? —le pregunta, siendo consciente de su debilidad. Con una simple mirada su contrario entiende y, para sorpresa del más bajo, Anciano se echa a reír.
—¿Tú crees?
Esa frase llega para desestabilizar un poco a Link, quien no sabe qué sentir sobre eso. Su cabeza tarda un poco en procesar eso, y esa frase debería ser suficiente para demostrar que Anciano sabía más de lo que le había dejado ver, pero Link está tan concentrado en su cabeza que no se da cuenta. Sin pensarlo, avanzó con la mirada fija en la espada y el escudo apoyados en un tronco, agachándose lentamente para alcanzarlos.
—Son viejos pero pueden durarte… —su voz murió cuando, al acercarse, notó el trance en el que se encontraba el joven, quien se había quedado así al envolver su muñeca en el mango de la espada —. ¿Estás bien?
Link era incapaz de escuchar a Anciano. El mero contacto había despertado un torbellino de pensamientos que se agolpaban en su mente y provocaron que la colocara hacia arriba, cerrando los ojos y acercando la funda que dentro contenía la hoja a su frente.
La memoria muscular estaba trabajando a toda velocidad, pero lo que más le sorprendió fue la reacción que ésta le enviaba a partir de un mero contacto.
Parecía como si le estuviera recordando la existencia de otra espada. Una más pesada, más larga y con un mango más grueso.
Una espada que se había sentido suya, pero que ahora mismo no era capaz de recordar.
Casi por instinto, la sacó de su funda y asestó unos cuantos tajos al aire, dejando que sus gestos fluyeran hasta que se sintió satisfecho y la envainó, tomando también el escudo y echándosela a la espalda. Después se giró, y se encontró con un Anciano que le dedicaba una de sus más radiantes sonrisas.
—Como decía —se acercó unos pasos hacia él, sin siquiera molestarse en ponerse serio —estas armas están un poco ajadas, pero te darán cuerda para un rato.
Link solamente asintió, siguiendo el paso de su acompañante más allá de la cabaña. Miró su mano durante unos segundos, maravillado ante lo que acababa de hacer sin darse cuenta, sintiendo como si su propia mano hubiera sido capaz de darle algún tipo de información maravillosa.
Ese tipo de interacción con la espada le hizo ver que seguramente hubo un tiempo en el que tuvo una y sabía manejarla, y que incluso su lazo con ella era tan fuerte que su recuerdo puede trascender su dañada memoria y recordarle que una vez la empuñó, y que no importa cuántos tipos diferentes tenga: no habrá ninguna mejor que aquella.
Se iba a preguntar si ésta aún existiría, pero chocó contra el brazo de Anciano, quien triunfó en su intento de frenar su avance y señaló con la cabeza hacia el arbusto. Link accedió a su orden silenciosa y miró más allá, encontrando un monstruo prácticamente de su estatura que pasaba por allí vigilando el terreno.
Su ceño se frunció profundamente al saber que existían este tipo de seres. ¿Es un tipo de humano desconocido o es parte del reino animal que esperaba encontrar en medio de la naturaleza?
—Son bokoblins —susurró Anciano a su lado —. Puede que pienses que son humanos raros o algún tipo de animal nunca visto, pero en realidad son monstruos sin raciocinio que te atacarán nada más verte.
Monstruos… eso quiere decir que había pasado algo malo aquí, porque no era normal que esta clase de seres aparecieran sin motivo aparente.
—Entonces… aquí ha pasado algo malo, ¿no?
Link intentó hurgar de nuevo porque, si era honesto, aún sentía una pequeña parte de su ser desconfiar de las respuestas vagas que él le daba y de las miradas que podía calificar como dubitativas que hacía antes de atreverse a contestar. Parecía como si tuviera la necesidad de medir sus palabras para evitar consecuencias que no podía comprender…
—Ni idea.
…y al confundido muchacho se le acabará la paciencia en algún momento.
—Está bien. Vamos —terminó por responder, camuflando la molestia en el tono de su voz por una falsa impaciencia por conocer el resto del terreno que esperaba que su contrario tomara para bien y no haga que la tensión entre los dos crezca.
Y quizás no había disimulando del todo bien. Su acompañante pareció notar el disgusto, por lo que continuó su camino sin mediar palabra y tampoco se molestó en girarse para comprobar que lo seguía hasta que, tras un tiempo de camino donde no encontró nada más que vegetación y algún animal casual, ambos se encontraron con una pared y Anciano se detuvo a unos pasos de ella.
—Hemos llegado.
Link osó ponerse a su lado y alzó la vista, tragando saliva ante el imponente muro que se alzaba hasta los cielos y en los lados se extendía hasta un punto desconocido.
—¿Qué se supone que es esto?
La mirada que el hombre le dedicó al muro alimentó aquella desconfianza que se venía cociendo a fuego lento en su mente.
—El muro límite de la Meseta de los Albores —respondió sin siquiera atreverse a mirarlo —. A partir de aquí se extiende una gran masa de tierra aún más peligrosa que este sitio.
—¿Aún más peligrosa? —repitió, aprovechando que su contrario no lo miraba para entrecerrar los ojos y dar rienda suelta a su escepticismo.
—Imagino que será así. Aquí hay monstruos, pero considerando lo vasto del mundo más allá de aquí, imagino que los peligros serán mucho mayores.
A Link le sorprendió la lentitud con la que había formulado las últimas palabras, como si ahí fuera hubiera algo que lo hiciera sentir mal.
Eso tampoco le gustó. Podría significar que había algo que estaba escondiendo, y pensar en ello sólo le daba dolores de cabeza y una angustia que acabaría con él.
—Voy a dar una vuelta.
La mirada del más mayor seguía fija en el muro, imperturbable a sus palabras.
—Ve con cuidado.
El rubio no pudo evitar soltar una pequeña carcajada de incredulidad al alejarse de allí, cada vez más cansado de la situación y empezando a perder el optimismo que poco le había durado.
—Maldito viejo —se atrevió a decir cuando era consciente de que no podía escucharlo, sintiendo que una especie de gusto lo recorría al poder expresarse libremente.
Su cabeza ya tenía suficiente con la pobre comprensión de su alrededor y la neblina tan horrible que restringía el acceso a su memoria, donde residía su identidad y vivencias que terminarían por revelarle qué pasaba en este mundo y qué había causado que cayera en aquel letargo misterioso en una cámara con motivos curiosos que en algún momento debió de conocer para que le resultaran tan familiares, así como la piedra de su cinto a la que no le había encontrado utilidad alguna.
La misma piedra que ayer había emitido un pequeño ruido.
El recuerdo de aquel momento hizo que detuviera su cabeza y tomara el artefacto de su cinto, mirando hacia la pantalla que venía en ella y esperando hasta que, para su sorpresa, esta se activó y le mostró una enorme mancha azul completamente desconocida en la que destacaba una flecha y un punto redondo que brillaba insistente, invitándolo a ir hasta él. Probó a dar unos pasos y vio cómo la flecha lo acompañaba, mostrando que se iba acercando lentamente al objetivo.
Según lo que parecía, esa flecha representaba su ubicación actual, la cual no era muy lejana del punto que parecía ser el objetivo. Como en presencia de Anciano prefería ocultar el artefacto lo máximo posible y ahora estaba cerca de allí y sin la presencia del mencionado, decidió avanzar y descubrir qué era lo que le estaba marcando la piedra.
De todo corazón esperaba que aquel cachivache le pudiera proporcionar más información de la que el viejo le pretendía ocultar y que pronto pueda conocer la verdad detrás de este misterio. Era horrible para él considerar que la verdad sobre todo lo que lo rodeaba estaba en manos ajenas a las suyas, puesto que lo hacía sentirse indefenso e impotente como si fuera una flor frágil de la que cualquiera pueda aprovecharse usando como recompensa una explicación sobre lo que ha ocurrido en todo este tiempo.
De repente, frena en seco sus pasos y sus pies se quedan pegados al suelo. Su oído se agudiza y al menos agradece que ese sentido también haya mejorado, sólo para que el pequeño sonido que logra captar lo desestabilice por completo.
Un pitido intermitente.
Casi por instinto, baja la mirada y se encuentra una luz roja clavada en él, lo que le inspira una sensación de horror que nunca creyó experimentar y que lo empujó a correr por campo abierto a la mayor velocidad posible y sin importarle absolutamente nada, ni siquiera la debilidad de un cuerpo que sólo llevaba un día activo. La adrenalina y el instinto de supervivencia habían sido combustibles ideales que le permitieron olvidarse de todo y centrarse en el cúmulo de rocas que se veía en la distancia y al cual corría con la esperanza de que pudiera servirle de refugio.
Con todo, no advirtió cómo los pitidos se hacían más rápidos mientras la luz lo apuntaba hasta que sintió la explosión tras de él. Su rostro dejó ver una expresión de terror puro que seguramente nadie hubiera tenido en su vida, y más incrementada por su cuerpo que parecía que ardía en llamas.
Sentía dolor por todo el cuerpo, acompañado de una fuerte sensación de quemazón que salía de ciertas partes de su torso y apretaba su corazón muy fuerte, instándolo a hacer hasta lo imposible por salir de allí y no morir de un disparo.
Sin darse cuenta llegó rápidamente al cúmulo de rocas y lo bordeó lo más rápido posible, viendo con una enorme cantidad de alivio que había un hueco donde se podía colar y estar a salvo. Se metió sin dudarlo y pronto dejó de escuchar los pitidos, esta vez mirando por una de las pequeñas aberturas a su atacante: una máquina de motivos parecidos a la del cuarto donde despertó, con patas largas y un color predominantemente rojo en algunas zonas de su cuerpo. En lo que parecía ser su cabeza se adivinaba un ojo que parecía ser de donde salió aquel espantoso pitido y posterior explosión.
Una vez que la criatura se alejó, Link bajó la guardia y cayó al suelo, sintiendo un enorme dolor en las articulaciones y usando la poca fuerza que le quedaba desde aquel instante de adrenalina para palpar su torso por encima de la camiseta hasta notar ciertas irregularidades en su piel que le instaron a sacarse la camiseta con un miedo de que pudieran ser heridas.
Para su sorpresa, la zona donde se suponía que habían desperfectos estaba marcada pero completamente seca.
—Cicatrices.
Definitivamente algo le había pasado, e incluso puede que estuviera relacionado con esa curiosa criatura.
¿Y si Anciano supiera de esto?
Cabía la posibilidad de que él lo hubiera sabido porque le había entregado sus ropas y al estar con el pecho descubierto él se las hubiera visto.
—Pero… ¿por qué no comentó nada? Unas cicatrices son sorprendentes para todo el mundo.
Definitivamente la desconfianza hacia el mayor se había adueñado de él, pero aún así llegó a concluir que a lo mejor él pensó que era mejor que las descubriese por él mismo, o que incluso un ser con una comprensión de su propia identidad tan pobre como la suya no merecía más quebraderos de cabeza.
—Aún así…
Sus pensamientos tuvieron que ser interrumpidos al sentir un ruido proveniente de la piedra sheikah, quien parecía reclamar su atención. Cansado, Link se levantó y la tomó del cinto, buscando la forma de que esta se encendiera para que, una vez que esta lo hizo, descubriera con sorpresa que se encontraba en el punto indicado al que tenía pensado ir.
Había sido una coincidencia, pero no una precisamente agradable.
Aunque su disgusto se suavizó un poco al ver lo que había delante de él: un pedestal para la piedra sheikah.
Asombrado, se acercó allí y observó la ranura para insertar la piedra sheikah que reaccionó a su cercanía, casi como si estuviera rogando para que lo hiciera. Sin esperar mucho más, colocó el artefacto en la ranura y se acabó ajustando al pedestal, terminando por encajar y emitir una pequeña luz naranja que le hubiera parecido de lo más curiosa si no fuera porque el terreno tembló con una fuerza inusual, causando que Link se aferra a la estructura mientras contemplaba con absoluta sorpresa cómo el terreno alrededor suyo ascendía durante un buen rato hasta llegar a una altitud que nunca creyó posible.
Se levantó lentamente tratando de asimilar la realidad, encontrándose al levantarse que una misteriosa gota había caído sobre la pantalla de la piedra. Preocupado porque eso pudiera haber dañado el artefacto se acercó para únicamente descubrir con sorpresa que se había desbloqueado una especie de mapa del terreno.
—"Torre de la Meseta" —leyó sobre su propia ubicación. Estaba en la Torre de la Meseta… la cual también compartía rasgos con la cámara de donde despertó.
Todo estaba conectado y, mientras tomaba la piedra sheikah, se juró que iba a llegar a la cabaña lo antes posible para digerir todo lo que acababa de ocurrir.
"Recuerda…"
Se había dado la vuelta, listo para marchar, cuando aquella voz lo interrumpió y se obligó a corregirse y girar en dirección contraria.
"Haz memoria".
Definitivamente era una voz que provenía de fuera de su cabeza pero que resonaba allí.
Una voz que no podía camuflar del todo la desesperación.
Y Link creyó entender el porqué al girarse y descubrir con asombro que el castillo que ayer había visto en la lejanía estaba envuelto en una masa roja y negra que no tenía buen aspecto, y una luz dorada proveniente de la torre principal.
Juraría que la había visto en algún sitio, pero ahora mismo está muy confundido. ¿No sería esto un simple juego de su imaginación por el daño cerebral que le hubiera podido costar una caída cuando el suelo temblaba y la torre surgía?
Rápidamente descartó la idea y se centró en el contenido de los mensajes que ella le mandaban, los cuáles le instaban a recordar. No tenía ni idea de quién era ella, pero definitivamente sabía que no poseía recuerdos, lo que lo llevaba a inconscientemente hurgar más en su memoria. ¿Quién era ella? ¿Por qué sabía algo que él se había esforzado tanto en ocultar?
Tampoco parecía como si supiera todo sobre él en estos momentos porque seguramente no tenía ni idea de lo mal que lo pasaba su cabeza cada vez que aparecía un estímulo que lo hiciera querer recordar pero todo saliera mal.
"Has estado sumido en un letargo de cien años".
¿Había escuchado bien? Ella había mencionado un letargo posteriormente y lo había conducido a seguir planteándose que fue de él antes del acontecimiento, pero… ¿cien años?
No obstante, no hubo mucho tiempo para digerirlo, porque la tierra a sus pies volvió a temblar.
"Cuando la bestia recupere su auténtico poder…"
Seguido a las palabras, la mancha que rodeaba el castillo que había advertido se hizo más grande, como advirtiendo de un gran peligro inminente.
"...será el fin de nuestro mundo".
De aquella perturbación salió una especie de figura con forma de jabalí y unos ojos amarillos que brillaban intensamente, con el hocico alzándose al cielo y rugiendo con fuerza. Link sintió que las piernas le fallaban, y cayó de rodillas al piso con un gemido de impotencia.
De repente, es capaz de ver la luz dorada de nuevo, e incluso jura que se va haciendo progresivamente más grande e intensa.
"Por ello…"
Poco a poco, el destello va envolviendo al ser.
"...debes actuar antes de que sea demasiado tarde".
La bestia es completamente engullida por la luz y la masa de color rojo vuelve a su estado original.
"Deprisa".
Y tanto la voz como la luz del castillo desaparecen y dejan a Link aún tirado, tratando de asimilar todo hasta que se da cuenta de lo que pasa y avanza hacia el borde de la torre.
—Espera… por favor, espera —murmura con desesperación, una de sus temblorosas manos alzándose en dirección al castillo. Siente un nudo en la garganta y las lágrimas de frustración acumulándose en los ojos, que acaban por desbordarse al no poder aguantar más —. Sólo quiero… saber quién soy. Por favor, sólo eso…
El silencio que recibe de vuelta lo derrumba y termina por gritar en medio de su desesperación, golpeando el suelo con su puño para ahogar la impotencia que no dejaba de sentir.
—¡He estado tan cerca!
Sigue golpeando el suelo y piensa en toda la nueva información: cien años, una bestia desconocida, un mundo a punto de desaparecer, una carrera contra el reloj…
Todo se le estaba viniendo encima y el sólo ver el poder que aquella amenaza desprendía lo hacían sentir impotente.
—¡¿Por qué a mí?!
¿Por qué a él, un muchacho con cuerpo y mente destrozados? ¿Alguien que no sabe ni quién es y que ahora estaba viviendo una situación donde repentinamente sus hombros cargan con una pesada responsabilidad?
¿Qué diablos había hecho para merecer esto?
—¿Por qué no pudiste darle ese papel a Ancia…?
Su voz se interrumpe sola debido a que de repente siente la información volver a su mente con más fuerza, especialmente después de que la figura del más mayor se metiera en medio. Un presentimiento surgió en su corazón y no tardó en echarse a correr hacia donde parecía haber una salida donde debía escalar hasta alcanzar alguna base, ante lo que se limpió las lágrimas e hizo lo que pudo para bajar lo más rápido posible y, al llegar al suelo, inspeccionar los alrededores.
Había pasado el suficiente tiempo como para que Anciano pudiera llegar e inspeccionar el lugar, pero no había ni rastro de él.
Como si no le preocupara la aparición de una misteriosa torre que hubiera despertado la curiosidad de un ignorante.
Ignorante.
Anciano definitivamente no era un ignorante. Y mucho menos después de ir juntando todas las piezas que iban apareciendo en su mente.
Para empezar, estaba seguro de que aquel hombre conocía información sobre esta torre, el lugar donde despertó y la piedra sheikah que miró de reojo un par de veces cuando creyó que no lo notaría, e incluso se atrevió a apostar que conocería la relación existente entre ellas.
Después estaba el hecho de que ese señor parece dudar al hablar sobre la catástrofe que provocó aquel ser, lo que le da la opción de creer que o bien fue un bebé cuando ocurrió o verdaderamente vivió la catástrofe y se lo pretende ocultar, ya sea por no confundirlo o porque es consciente de que sería de ayuda pero no quiere decirlo.
No podía quitarse de la cabeza el hecho de que Anciano era muy probablemente era consciente de las cicatrices de su torso y nunca se atrevió a mencionarlas, cosa que puede indicar que incluso puede conocer más sobre él de lo que su fachada de ignorancia pretende ocultar.
Y ahora, con todo el torbellino de emociones que era Link, no podía evitar sentirse herido y traicionado, incluso iracundo en el fondo. Era cierto que desconocía las intenciones por las que hizo eso, pero estaba más que dispuesto a caminar y esperarlo en su cabaña para que sea hoy cuando él le diga qué pretendía.
Incluso cuando consiguió llegar, agotado pero dispuesto y con el sol metiéndose en el horizonte, vio al hombre con la cabeza baja mientras miraba el hipnótico danzar de las llamas de la hoguera.
Incluso si sus ojos no se movieran hacia él, Link sabía que su contrario era consciente de que estaba allí.
—Me has ocultado cosas —le dijo, ya sin ocultar lo herido que estaba.
Como respuesta, la cabeza de Anciano se levantó y miró directamente a sus ojos. La determinación en su mirada lo desestabilizó un poco.
—Mañana, cuando el sol empiece a ocultarse en el horizonte, ven a verme al punto más alto del Templo del Tiempo —ordenó con absoluta seriedad —. Allí te contaré toda la verdad.
Reconozco que la longitud de este capítulo se me ha ido completamente de las manos. Lo que pensaba que se limitaría a 3.000 palabras acabó por convertirse en un capítulo de más de 4.500 palabras. Es una locura.
Espero que el ritmo del capítulo no haya sido demasiado abrupto. Hace tiempo que no escribo y, aunque una revisión en frío (que siempre hago) da idea de qué cosas pueden ser más apuradas o menos, reconozco que aún no soy del todo consciente de si todo va demasiado rápido (más o menos como Link jeje).
Es por eso por lo que, por mi parte, las críticas constructivas están bienvenidas y son agradecidas. Espero poder recuperar el ritmo pronto jeje.
Pero en fin. La parte de la Meseta de los Albores no durará mucho más que el siguiente capítulo donde habrá una larga conversación entre Anciano y Link. Ya aviso que no será exacto al doblaje castellano (que es por el que me guío en las transcripciones) ni tampoco será un monólogo del mismo, puesto que será más dialogado y el pobre Link por fin sabrá la verdad sobre su pasado.
En fin, ya no hay mucho más que decir. ¡Un abrazo a todos!
Mimmary
