Declaimer: Grav no me pertenece... Solo Yuki! (a mí y a miles de otras fanáticas o.o)

Advertencias: Yaoi (relación chico-chico)

Raiting: Por ahora T, al menos que haga una continuación...

Género: Romance/Angst

Parejas: YukixShu

Ambivalencia

By Nadesiko Takase

Miro nuevamente el reloj con aprehensión para constatar lo que ya sabía: es tarde. Suelto un suspiro, tratando así de liberarme de la frustración que me embarga por dentro, pero claro está, no es posible lograrlo con este simple acto.

Me encuentro aquí sentado nuevamente, como cientos de otras veces anteriores a ésta, soñando con el corazón en la mano sueños tontos que sé no materializarás para mi gozo. La conciencia, guardiana de numerosos encuentros truncados como éste, me canturrea al oído que nuevamente me fallarás; y sé que es así, tan solo me niego a aceptarlo. Hacerlo significaría re evaluar completamente lo que sea que tengamos y llamamos relación, para constatar una realidad que me encuentro reacio a aceptar: No me amas. Si lo hicieras, no me dejarías nuevamente esperando tu llegada en vano, sentado solitariamente y luciendo como un niño abandonado en la mesa que reservamos para nuestro encuentro amoroso, en el que ansiaba disfrutar de un tiempo relajante e íntimo solo los dos.

Pese a que me hayas denominado afectuosamente "baka", no soy ningún tonto: Sé que no vendrás. Nunca lo haces... ¿Que por qué te aguado, entonces, observando insistentemente hacia la puerta con el corazón sobresaltado ante cada figura esbelta y rubia?. Porque la esperanza muere último, por más que la parte racional del cerebro haya concluido tras una serie de procesos lógicos que no vale la pena esperar más. "Si me amaras, no me harías sufrir", pero "Me haces sufrir", conclusión: "No me amas". ¿Ves?. No soy tan tonto, estudié un poco de lógica. Aunque me encuentro dubitativo en cuanto a la fiabilidad de mis premisas... En fin, la idea central es clara.

El mesero se acerca por tercera vez a la mesa para preguntarme si estoy listo para ordenar. Lo miro con una combinación de sobresalto y pesar antes de sonreír con la mayor naturalidad que el revoltijo de emociones agolpadas en mi pecho me permiten. Hasta el momento me hallaba reticente a ordenar algo de cenar, resguardando esperanzas amargas de ver tu magnífica figura cruzar el umbral del restaurante para dirigirte a mí con esa típica expresión de fastidio que luces cuando debes cumplir conmigo, murmurando unas cuantas maldiciones que yo preferiría interpretar como tu inusitada manera de disculparte por el retraso y luego cenaríamos juntos.

Agito la cabeza levemente con gesto ausente para ahuyentar los pensamientos autocompadecientes que no me llevarán a ningún lado, y mucho menos me enseñarán el camino para llegar a tu corazón. Sendero que comienzo a dudar, por no decir que poseo casi la absoluta convicción de que no existe. De ser lo contrario, ya lo habría hallado, puesto que ya he intentado todo.

Apenas miro el menú y ordeno lo primero que veo, logrando que el mesero se aleje rápidamente para dejarme con mis divagaciones autoflajelantes. Divagaciones que se hicieron muy usuales en mí desde que te conocí. Es casi como si necesitase ser castigado.. Como si me gustase sufrir.

Sonrío sombrío. Eso explicaría mi extraño empeño de permanecer a tu lado pese a tus continuos desaires, frialdad y esporádicos ataques de crueldad. Mi amor por ti duele... Duele, y siento que de a poco me arranca la vida junto con los sueños que con tanto esmero y gozo entretejí mientras te atosigaba constantemente con ahínco y vehemencia para que aceptaras compartir tu vida conmigo. Y al lograrlo, creí que llegar a tu corazón sería cada vez más fácil.

No... No soy un baka. Soy un iluso, porque desde hace tiempo me percaté de que estoy atrapado en un ciclo del que no puedo salir. Te espero... Y te espero... Y te espero.. Pero nunca llegas.

Y nunca llegarás, caigo en cuenta de ello ahora, luego de haber sufrido la tortuosa experiencia en carne propia.

Súbitamente, la invidencia en la que me sumía mi poco grato amor por ti se ve milagrosamente sanada. Mi mente se despeja permitiéndome reparar, comprobar y razonar uniendo fragmentos de recuerdos que gobiernas para así concluir que le llegó la hora de perecer a la esperanza latente en la que me acurrucaba con ansias de ver mi sueño realizado.

La revelación que de pronto me abrió la mente y me sacó las vendas de los ojos comienza a alborotar las emociones que hasta el momento he logrado exitosamente controlar. Gradualmente pierdo el dominio sobre ellas, experimentado con estupor lo bien que se siente abandonarse a la desesperanza y desasosiego, permitiendo que fluyan lágrimas cristalinas por mi mejilla, que luego caen al vacío y se pierden.

Con ingente dolor termino de comprender que mis vastos esfuerzos por ganarte nunca tendrán la recompensa que con tanta ansiedad añoraba. Pude ganarme tu cuerpo, pero me imposibilitas reiteradas veces acceder más allá, vedándome lo que más ansío de tí. En ocasiones hasta parecería que disfrutas arrancándome las ilusiones cuando replicas de manera violenta y abrupta a mis pueriles demostraciones de afecto.

Y ahora me pierdo espantado en una vorágine de proporciones caóticas que se desata en mi interior, provocando el aceleramiento de mi pulso y un incremento sofocante en mi temperatura corporal que comienza a alarmarme... ¿Qué me has hecho?. La boca se me seca y el aire a mi alrededor parece escasear... Me siento súbitamente expuesto y desprotegido, como si mi titánico fracaso se aventurar a la vista de todo transeúnte que pasase por la zona y se tomase la molestia en atisbar lo estúpido que he sido y lo inútiles que resultaron mis sacrificios. Contemplan mi amor cruelmente ridiculizado y desmembrado por ti, para así facilitarte la insensible labor de llevarte de él lo que se le antojase a tu capricho egoísta y pasional.

Contengo el aire en mis pulmones en un vago intento por evitar estallar en estrepitosa escena que terminaría por exponer las heridas abiertas que con resolución me propongo a ocultar...

Resoplo.

Mi pecho se agita ante un inminente estallido provocado por una ruptura que no cesa de expanderse en el interior de mi ser, rompiendo, quemando y arrasando todo a su paso inconteniblemente. La sensación del próximo holocausto viaja veloz cual droga intravenosa por mis fibras nerviosas hasta posesionarse de cada rincón de mi sometido cuerpo.

Humillado... Usado. Me convertiste en nada. Y yo te lo permití gustoso, creyendo ingenuamente que de esa manera me abrirías el camino hacia tus sentimientos, pemitiéndome desbordar mis febriles y efusivas demostraciones de amor sobre tu persona.

Reconociendo mi ineptitud en el ámbito de la inteligencia emocional y asumiéndola con veloz asimilación, saco mi billetera y pago el costo de la cena que no consumiré, para así salir haciendo gala de mi pésima coordinación, chocando con cuanta cosa hay a mi paso debido a las lágrimas que empañan mis ojos.

Voy donde mis pasos me llevan.

Y mis pasos me llevan al íntimo resguardo de un callejón oscuro unas cuadras más abajo, lejos de la vista de los que son ajenos a esta tormenta interior. Solo entonces me permito dar rienda suelta a la frustración y al dolor que se anidaron, se alimentaron, crecieron y se reprodujeron de manera vertiginosa; todo gracias a ti.

Un sonoro grito de desesperación seguido de gruesas y continuas lágrimas se hacen presentes; una, tras otras... tras otra, agitando mi cuerpo entero en un temblor convulso que llega a atemorizarme al saber que no tengo control sobre él. Abrí la caja de Pandora, y ahora, no puedo cerrarla.

"¿Por qué nunca logré que me amaras como yo te amo a ti?"

La misma pregunta y sus homólogos iteradas mil veces entre gemidos patéticos y desgarrantes, ayudados por copiosas lágrimas que arrasan con mis energías hasta dejarme completamente agotado.

La tormenta acabó con todo, dejando un alto recuento de daños y a un niño huérfano.

0.0.0.0

Rayos resquebrajaron lúgubremente el cielo nocturno para ser precedidos por un poderoso rugido que hace vibrar los vidrios de las construcciones y hasta el suelo unos instantes. Las fugaces luces iluminan el cielo cual fulgor intermitente.

Reacio abandonar el confort de la inconsciencia y de las suaves sábanas, Hiroshi abrió los ojos con dificultad para dirigirse posteriormente, dando tumbos, a responder el insistente llamado de la puerta, adivinando de quién podría tratarse.

Y no era difícil hacerlo. Solo había una persona que podía aparecerse en su departamento a esas altas horas de la noche.

Abrió la puerta frotándose los ojos aún velados por el sueño para encontrarse frente a frente con una imagen tanto patética como fatídica; pero a absoluto ajena a su experiencia. Sintió su corazón encogerse, comprendiendo de antemano el sufrimiento que experimentaba nuevamente su amigo.

Shuichi conformaba un magnífico espectáculo lastimero e inopio, empapado de pies a cabeza, los brazos colgando a los costados de su silueta. Las suculentas gotas de lluvia aún resbalaban por toda su piel perpetuando un recorrido cíclico, gota tras gota, iniciando su recorrido en los cabellos rosas, para culminar muriendo en un charco a los pies del chico.

El pelirrojo frunció el ceño, intrigado ante la inesperada actitud de rendición que parecía portar su compañero. Apretó los labios con intenciones decididas de contener la imperante necesidad de maldecir a aquel bastardo que de seguro era el origen de tal deplorable situación en este niño alegre y jovial.

Hiroshi se hizo a un lado, invitándolo a pasar con muda comprensión y aceptación noble. Las palabras no eran necesarias a esas alturas. Con la reiteración de los eternos hechos, el guitarrista sentía que ya había dicho lo suficiente. Dependía de Shuichi hacer el resto.

- Será la última vez. - habló el pelirrosa, luctuoso, adivinando sus pensamientos y logrando arrancarle un suave respingo disimulado mientras cerraba la puerta tras ellos. - Ya no te preocupes.

El anfitrión permaneció pasmado al percibir el tono de voz con el que su amigo externó aquella afirmación. No era en absoluto la entonación cantarina y vivaz del chiquillo; sino una voz madura, firme y cargada de resolución, pero sin dejar de ser suave y quedo. Parecía que Shuichi hubiese madurado cinco años en las pocas horas que estuvieron separados. Se lo notaba desgastado, y la ruptura en su interior era caso palpable.

0.0.0.0

Hundido en un mundo de tinieblas permito a mi corazón devastado junto con mi cuerpo desgastado por la vorágine acaecida descansar entregándose de lleno al olvido e inexistencia.

En este mundo insubstancial no existe el día ni la noche, el bien ni el mal. No existen responsabilidades, horarios ni compromisos. Y tampoco existes tú, ni tu recuerdo, ni tu marca. Tan solo prevalece el insondable vacío en el cual floto; y no existo, abandonándome de lleno a la beatífica inconsciencia.

Estaría así por siempre. Lejos de ti, lejos de todo. Me sumergiría definitivamente en este reconfortante olvido de todo el superfluo mundo material del exterior.

Aún así, sordo a mis silentes deseos de permanecer muerto, una vez más la calidez reconocida abraza mi cuerpo, permitiéndome sentir, sin percatarme de manera consciente debido a mi sopor, la creciente preocupación por mi estado. Una vez más, paulatinamente la reconfortante sensación me devuelve a la realidad de la cual rehuyo, atrayéndome con perseverancia y ahínco, percibiendo que si permanezco en este estado por mas tiempo, dejaré de vivir.

"Shuichi..."

"Shuichi..."

Abro los pesados párpados contra mi voluntad y contra todo el grito de mi ser que ruega permanecer en la insubstancialidad de la inconsciencia. De la inefable oscuridad y vacío de la nada que me sumía se crea todo un mundo a mi alrededor esporádicamente, cual si de una visión efímera se tratase. Pero no es un truco de mi mente agotada y somnolienta: es la consistente realidad. Lo sé porque tu recuerdo y las sensaciones displicentes se materializan de entre la neblina que conforma mi estado letárgico post prolongada inconsciencia.

Me incorporo con pereza, observando el luminoso departamento con expresión ausente.

- Shuichi... - tu voz suave y arrulladora provoca que clave mis orbes vacías en ti, mirándote sin verte, como si el manto invisible de la ceguera se cerniese sobre mí.

Puedo percatarme de la leve connotación de preocupación en la entonación que le diste a mi nombre a pesar de que trataste de no hacerla evidente. Pero tu malestar ocasionado por mi estado no me afecta. No logro sentir culpa. Y lo siento. No logro sentir nada, a decir verdad, pues me hallo aún protegido por los efectos anonadantes de las largas horas de sueño. Aún así, permanece el vago recuerdo de una mala experiencia, pero que no me afecta.

Me siento tan vacío como en el mundo en el que habité hasta hace momentos, luego de aquél fatídico en encuentro jamás concretado; y dentro del cual espero hallarme prontamente de nuevo. ¿Cuánto tiempo habrá transcurrido desde entonces?. Bien podrían haberse sucedido largos meses, como breves horas. No existe el tiempo donde me hundo luego de breves lapsos de conciencia forzados por ti, durante los cuales insistes en alimentarme y mirarme con mal disimulado abatimiento.

- Te traje algo de comer. - me anuncias, y reparo por primera vez en la bandeja con alimentos que traes contigo como en otras ocasiones anteriores a ésta.

- ¿Qué día es?. - cuestiono con dificultad ante la actitud reacia de mi boca por modular correctamente las palabras, llevándome las manos a la cabeza, sintiéndola como si estuviese por explotar.

- Has dormido cinco días. - respondes a la par que sitúas un vaso de leche en una de mis manos a modo de insistencia. El desgano reflejado en mi rostro no te es indiferente, así que agregas con inagotable paciencia: - Vamos Shu, tienes que comer. - suenas casi lastimero. Casi.

- Comí ayer. - susurro con terquedad, colocando nuevamente el vaso en la bandeja, dando por zanjado el asunto.

Te oigo suspirar al ver frustrados tus intentos de cuidar de este chiquillo problemático y malagradecido. Lo siento. Me encuentro demasiado débil y lejano a esta realidad como para que tus preocupaciones afectivas hacia mí me lleguen. Demasiado agotado como para preocuparme por tus sentimientos, teniendo los míos hechos trizas.

- No puedes seguir así... - te aventuras a decir, esperando hacerme entrar en razón ante mi renuencia a aceptar tu ayuda. - Me preocupas, y no sé que hacer para ayudarte. - me confiesas, dejando tus temores y limitaciones al descubierto al verte abrumado por los fracasos en tus intentos por brindarme amparo.

Un largo silencio se implanta entre ambos mientras pugno por despertar algunas neuronas y así adjudicarles la labor de tomar una resolución respecto al siguiente paso a seguir.

Pero antes, hay algo que necesito saber:

- ¿No ha llamado?. - inquiero en un débil susurro. Lejos de sentir temor o incertidumbre ante la respuesta que sé emitirás pronto, me siento ajeno y despreocupado. Ahogado en un resignación apaciguante.

- No... - apenas audible murmullo, acompañado del ensombrecimiento de tus ojos, claras evidencias de tu inquietud por mi bienestar.

Y ya me esperaba dicha respuesta.

De nuevo silencio.

- Déjame quedarme aquí un tiempo. - mi pedido irrumpe en el silencio.

Levantas el rostro para enfocar tus ojos en los míos, vacilante y sorprendido. Ya lo sé, te estoy pidiendo que cargues con vasta responsabilidad al hacerte cargo de mí en este deplorable estado de crío con el corazón roto y las esperanzas esfumadas.

- Necesitaré un lugar para vivir, y no puedo ir con mis padres.

Sonrío sombríamente por dentro ante la idea de abandonar a Yuki. Nunca creí que este día llegaría. ¿Seré yo el que te deje o fuiste tú el que me abandonó hace tiempo?.

Error. Nunca fuiste mío para poder adjudicarme el derecho culparte por abandonare.

Aprovecharé mi estado de sopor para llevar a la practica mi resolución; de lo contrario me sería imposible reunir la fortaleza requerida para recoger mis pertenencias de nuestro departamento y así cerrar definitivamente este capítulo de mi vida.

Frente a las implicaciones de las palabras salidas de mis labios hace instantes, me miras con estupor y confusión claramente reflejados en tus ojos, dudando sobre el significado de las mismas. Mis orbes denotan toda la resolución y convicción que comienzan a despertar, ambas reunidas durante mi larga ausencia del mundo material.

- ¿Quieres que te acompañe?. - indirectamente dejas entrever tus dudas respecto a mi capacidad de salir adelante sin Yuki. Y es que sabes cuanto lo amo. Tan solo que ahora me encuentro demasiado enajenado como para preocuparme por ello, así que solo daré un paso a la vez, librando una batalla para pasar a la siguiente.

- No. Yo puedo solo.

Pero no cuentas con el odio que emergió y propugna mi resolución.

0.0.0.0

Tres días atrás:

Departamento de Eiri y Shuichi.

El escritor pasaba los canales del televisor frenéticamente, presa desamparada de la ansiedad e inquietud desde su incumplimiento con su pareja, hace dos días. No había sabido nada del baka desde entonces, y temía que algo desafortunado le hubiese ocurrido. A pesar de las numerosas discusiones que habían tenido en el pasado, era la primera vez que el cantante desaparecía así, sin avisarle nada, y sin contestar el móvil.

Un molesto sentimiento de culpabilidad se apoderaba de él, imposibilitándole cualquier otra actividad distinta a estar acostado en ese sofá pensando en unos, seguramente ahora, melancólicos ojos violetas.

Miró el teléfono, ubicado en una mesa a lado del mueble sobre el cual descansaba en esos momentos de divagues culposos, preguntándose en silencio si debía tratar de averiguar el paradero del crío o, al menos, su estado.

Achicó los ojos con resentimiento.

No. Si cedía esta vez, el niñato se acostumbraría a emplear indiscriminatoriamente para manipularlo esos necesitados berrinches llorosos que claman atención.

Ya volvería cuando se le pasara el enojo...

Resoplido indignado.

Estaba hastiado de padecer los mismos hechos en circuito, una y otra vez. Me mediante ruegos, bromas y caricias el niño lograba arrancarle una promesa indeseable, la cual él no cumplía y Shuichi terminaba desilusionado y dolido como resultado de su ineptitud en el área de la intimidad. Y para coronar dicho infierno, terminaba ahogado en culpa y remordimiento por satisfacer a su pareja, que no pedía mucho. Pero justamente a él, le parecía ser demasiado. Le parecía una labor titánica dejar que alguien se le acercara, y Shu había llegado mas cerca que ningún otro, pagando altos precios en el proceso.

Otro gruñido exasperado.

Recordar su eterno conflicto interno, responsable de dar a luz a todas sus frustraciones en cuanto a su vida sentimental, de verdad lo ponía de malas. Y el responsable de todo era ese chicuelo irritante. Antes que él llegara vivía armónicamente con su carente habilidad para las relaciones humanas. A su familia la hacía a un lado sin culpa y con las demás personas en su vida mantenía un trato superficial y esporádico, así que no había nadie que amenazara su falso sentido de seguridad ni que lo incitara a mejorar.

Pero para desgracia y fortuna apareció Shuichi, dispuesto a padecer la tortura tormentosa de su temperamento irrasible sin pedir ninguna compensación o indemnización de otra índole que no fuese afectiva.

"Tonto Shu", pensó, frunciendo el ceño con incomodidad y hundiéndose en su asiento. "Si solo supieras que ya tienes todo de mí... Tan solo que no de la manera que esperas"

Miró nuevamente el teléfono de soslayo, pretendiendo ocultarse a sí mismo sus maquinaciones de rendición. Solo necesitaba saber si Shuichi estaba a salvo en casa de Hiro o algún conocido, para así volver a su rutina. Luego lidiaría con los berrinches y recriminaciones del niñato...

Mejor no. Su enorme orgullo se lo impedía. Además, de seguro Shu se encontraba bien. De lo contrario, ya le habrían avisado.

Suspiro resignado.

Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos, llenando sus pulmones de aire, permitiendo a sus músculos distenderse y liberarse de la tensión que no menguaba y amenazaba con enfermarlo nuevamente.

"Shu..."

Darle lo que tanto anhelaba de él representaba un arduo trabajo acompañado de una regenerante metamorfosis de su parte. Comprendía, a contrario del mismo cantante, que no era su amor lo que el niño deseaba; pues esto ya lo tenía sin siquiera ser consciente de ello. Lo que Shuichi tanto quería era su afecto, ese cálido contacto humano que él había perdido siendo aún demasiado joven y que le resultaba casi imposible recuperar.

Se veía a sí mismo atrapado en su propio cuerpo e imposibilitado de demostrar a su novio lo que sentía por él, de expresar lo que su rígido corazón albergaba aún en contra de su voluntad. Imposibilitado siquiera de demostrárselo con perennes actos y mucho menos con perecederas palabras.

Tan solo sabía que el sentimiento estaba allí.

0.0.0.0

Aquí estoy, y no hay vuelta atrás.

Parado en medio del departamento que una vez compartí contigo, con recuerdos de momentos bellos y satisfactorios revoloteando en mi memoria. Pero lastimosamente se ven opacados por tu inmortal indiferencia e inaccesibilidad.

Aún me cuesta creer que ésto está sucediendo. Te juré y perjuré que permanecería a tu lado siempre, sin importar tus negativas o las adversidades que se pudieran materializar. Yo correría detrás de ti para evitar que escaparas de mis brazos que tanto adoraban estrecharte contra mi pecho para tratar de sanar tu corazón mancillado cruelmente.

Sin embargo, en este presente la situación es a la inversa. Y hasta resulta risible, pues eras tú el que constantemente trataba de escapar de mí... Y si hubiese sido más listo y te hubiese dejado escapar o oído tus advertencias, no estaría sufriendo un océano de males, ni estaría con la mente nublada por el exceso de drogas que se esfuerzan por aplacar el dolor de este cáncer, que es tu amor.

Suspiro.

"Si tan solo me hubiese amado..."

Observo la claridad que penetra a través de las ventanas, bañando con luz blanca inmaculada la estancia y dándole un aire más alegre del que recuerdo poseía cuando viví aquí contigo. Pero probablemente se deba a que a tu lado, mi mundo era un revoltijo de fugaces momentos rosas, envueltos por variantes tonalidades grises hasta llegar al negro más negro que pueda haber.

No tiene caso pensar en lo que pudo ser. De todas formas, nuestra historia estaba destinada a fallecer antes de nacer. Si sobrevivió hasta ahora es porque fuimos dos ilusos. Si: yo, por creer que podía cambiarte y tú, por creer en mis palabras.

Recién ahora que me hallo en las últimas consecuencias del caos que fue nuestro amor, haciendo un recuento de daños, me percato de lo absurdo que fue. No se pueden forzar los sentimientos, y no puedo traer a la vida a un corazón muerto. Ya estabas muerto cuando te halle... Pero preferí hacerte pasar por moribundo, alimentando así infantiles fantasías.

Aún así, me emocionaba como una niño cuando me dirigías una palabra con suavidad abrazante, o cuando fijabas tus pupilas en mí, provocando que mi corazón se acelerara nervioso mientras me prestabas la atención del mundo. Hasta parecía que te regocijas observándome retorcerme nervioso y enrojecer ante la intensidad de tu mirada ámbar, que en esos momentos brillaba con un fulgor que pocas veces presencié.

Me engañaste, haciéndome creer que mi plan marchaba por el sendero correcto, alentándome a permanecer a tu lado pese a todas las penurias, con energías renacidas de las cenizas para continuar perseverando aún cuando recaías en tu conducta habitual.

Aspiro profundamente, llenando mis pulmones por última vez con tu aroma que quedará grabado indeleble en mi memoria como la más grata de las experiencias, a pesar de toda la tribulación que nos rodeó desde el inicio.

Ya no hay vuelta atrás...

Camino hasta el desayunador de la cocina para dejar mis llaves, irresoluto respecto al concepto de dejarte una nota.

Pero no lo creo necesario.

Así, salgo del que una vez fue un hogar feliz en mi ceguera enamorada, sin mirar atrás, puesto que no tengo ápice de deuda respecto a mis actos y resoluciones.

"Si me voy, sufriré un tiempo y te olvidaré...

Si me quedo, sufriré para siempre."

0.0.0.0

Notas de la autora: No os preocupéis!. Como odio los finales tristes, planeo hacer la continuación... Pero necesito que me dejen reviews para saber si prefieren que Shu vuelva con Yuki o se quede con Hiro... o si de plano lo dejo así, porque sinceramente, me de flojera continuarlo u.u