Nota de la autora: Bueno, por fin estoy aquí, con un nuevo capítulo de esta historia .. Siento haber tardado tanto pero entre la selectividad, los estudios, las fiestas (que me hicieron falta después de haber estado currándomelo tantos días ¿o no?) y el hecho de haberme puesto mala unos días (si, es lo que tienen algunas fiestas, que si son muchas y muy seguidas, al final terminas cansándote de ellas, y en este caso mi cuerpo no pudo aguantar tanto :P). Pero bueno, lo importante es que por fin actualicé, y espero que por favor no hayáis dejado de pasar por aquí ni hayáis perdido interés en la historia, no me vendrían mal algunos ánimos U. Bueno, de momento la trama está despegando, pero aún le queda un poco para pasar a la auténtica acción, aunque no creo que este capítulo os decepcione en absoluto (sobre todo por lo que me ha costado escribirlo aunque no lo creáis jejeje) Así que espero que ese botoncito de Go que aparece abajo (si el de los reviews.. no os hágais los que no sabéis :P) se clickee bastantes veces ok:P. Besitos y gracias a Magiu, SakuPotter, Alely y Heit por apostar los primeros por ella, gracias de verdad! Xauuuuu.
Capítulo 1. Recuerdos que perduran en el tiempo
Unos golpes comenzaron a escucharse en la puerta de entrada, apenas audibles. El sonido de la lluvia y los truenos los mitigaba. La tormenta descargaba agua con fuerza en el centro de Londres desde hacía ya varias horas.
La noche poco a poco se cernía sobre el lugar. El sol se escondía por el horizonte, dejando paso a la luna menguante, que se alzaba en la oscuridad, apenas distinguible por entre los grises nubarrones que cubrían el cielo.
Acompañados de un rayo, que cruzó el cielo, descargando una furia desgarradora, los golpes se intensificaron.
Una muchacha, sentada en un sofá frente a una chimenea que en esos momentos se encontraba encendida, se volvió con brusquedad y observó la puerta a sus espaldas, sobresaltada.
La criatura que sostenía en su regazo y que en esos momentos se encontraba mamando, enganchada a uno de sus senos, tragando con avidez, la miró con intensidad, cómo si advirtiera que algo extraño había llamado la atención de su madre.
La mujer se dio la vuelta y miró a su hija que la contemplaba a su vez, con unos ojos castaños y vivaces, igual que los de ella.
Los golpes volvieron a sonar y esta vez, la mujer se volvió con brusquedad. El bebé dejó de amamantar cuando se le escapó el pezón de entre sus labios, y comenzó a llorar.
-Chssss, tranquila, cariño- su madre la acunó en sus brazos con fuerza y volvió a mirar a la puerta de entrada- ¿quién será a estas horas?.
Con los nervios a flor de piel, se levantó con cuidado, abrazando al bebé, intentando calmarle, y se acercó a mirar por la mirilla.
Al otro lado, una figura menuda envuelta en una capa negra, esperaba en el portal, bajo la lluvia.
Un estremecimiento recorrió su cuerpo al observar cómo la figura se cruzaba de brazos y esperaba impaciente al otro lado. Miró al bebé, que se había calmado y se chupaba en esos momentos el dedo pulgar de la mano, mirándola con curiosidad.
Si al menos su marido estuviera en casa, pensó asustada.
Permaneció unos segundos planteándose aquella cuestión, cuando de repente, los golpes se repitieron de nuevo, con la misma intensidad. Pero esta vez, acompañados de una voz. Una voz que conocía muy bien.
-Abre Hermione, soy yo- gritó la persona al otro lado.
De inmediato, la mujer descorrió el pestillo y asiendo el pomo con fuerza, abrió la puerta.
La figura estaba empapada de pies a cabeza y seguía cubriéndose la cara con la capucha, pero ella ya había advertido de quien se trataba.
Se apartó a un lado y cerró la puerta de nuevo cuando aquella persona se adentró en la estancia, echando el pestillo.
Se volvió, justo en el momento en que Ginny, su cuñada, se bajaba la capucha. El cabello rojizo le caía a los lados, empapado. Temblaba e hipaba ligeramente. Estaba llorando.
Ginny la miró con los ojos llenos de lágrimas, sin expresión alguna en su rostro. Una lágrima escapó de sus ojos y se deslizó lentamente a través de su mejilla.
Hermione la observó alarmada.
-¿Qué ha pasado Ginny?- alzó su mano hasta acariciar su mejilla. Estaba helada- Oh, por dios, estás muerta de frío. ¡Pasa!.
Ella la condujo hasta el salón y la sentó junto al fuego.
-Quítate el abrigo, voy a buscar unas mantas.
Ginny hizo lo que le pedía y se quitó lentamente la capa empapada, mirando hacia delante, con la vista fija en algún lugar de la chimenea.
Hermione se acercó hasta la cuna que había junto al sofá, depositó allí a su hija que la miraba con ojos cansados, y, con una última carantoña, subió las escaleras hasta el primer piso.
Segundos después volvió al salón, cargada con varias mantas y una toalla. Con esta última secó el largo cabello liso de la muchacha y, acto seguido, colocó dos mantas sobre sus hombros.
Ginny se abrazó a ellas con fuerza, hipando ligeramente.
Hermione apoyó una mano en su hombro, mirándola fijamente, preocupada.
-Ginny...
La muchacha pareció reaccionar al escuchar su nombre y, lentamente, comenzó a derramar varias lágrimas silenciosas y contrajo el rostro en una mueca de dolor.
Alzó las manos y escondió la cara tras ellas, llorando amargamente.
-¿Qué ha pasado¿por qué estás así?.
De repente, la pelirroja se abalanzó sobre ella y se acurrucó en su pecho, sollozando con fuerza.
Hermione la abrazó y acarició su espalda con suavidad, intentando confortarla.
-¿Es por Harry?- preguntó la castaña adivinando lo que le ocurría a su amiga.
Ginny asintió sin dejar de llorar.
Hermione suspiró resignada y esperó a que su cuñada se calmase un poco.
En unos minutos Ginny dejó de sollozar, aunque seguía derramando lágrimas, y la separó un poco de ella para hablarle.
-¿Qué ha hecho esta vez?.
Ginny negó con la cabeza y contrajo el rostro de nuevo, cómo si fuera a estallar en llanto otra vez, pero se contuvo y comenzó a hablar.
-No se trata de lo que haya hecho, Hermione- susurró con tristeza- se trata de lo que hace siempre, lo que lleva haciendo desde hace seis años.
Hermione dirigió una mirada compasiva a su amiga y la soltó, sin dejar de observarla.
-Ginny, es comprensible que esté así- razonó ella- está desquiciado.
Ginny la miró y asintió, comprendiendo.
-Ya lo sé, Herm, pero...
Ginny se derrumbó de nuevo, apretando los ojos con fuerza. Hermione la miró apenada.
-La verdad es que ya no sé que más decirte, ya te lo he dicho miles de veces, cada vez que acudes a mi después de ir a visitarle. Deja de ir a verlo...
Ginny la miró sorprendida, con el ceño fruncido.
-¿Cómo puedes decirme eso!- exclamó alarmada- ¡no puedo, Hermione¡no puedo dejarle allí sólo...
-Sabiendo que está así por tu culpa- dijo su amiga terminando la frase por ella.
La muchacha asintió.
-Por Dios, Ginny¿hasta cuando¿hasta cuando vas a dejar que te torture así?.
La pelirroja apretó los labios con fuerza y bajó la cabeza, entristecida.
-No puedes seguir así... Te está amargando la vida, y lo sabes. Ya se qué puedes pensar que sería una manera egoísta de actuar, pero... Deja de ir a verlo, al menos por un tiempo.
Ginny negó con la cabeza.
-No puedo hacer eso- le explicó- cuando volviese a verlo de nuevo, me trataría aún peor, creería que me he olvidado de él, y no podría soportar eso, Herm.
-Pero... Ginny, él es quién está encerrado, no tú. Aunque no lo creas, tú también has creado tu propia cárcel de hielo. Así jamás lograrás ser feliz.
-¿Y qué felicidad merezco después de lo que hice?- se lamentó Ginny.
-¡Tú no hiciste nada!
-Eso es mentira, fue culpa mía.
-No, Ginny¡deja de decir eso!- exclamó Hermione frustrada- puede que tus actos desencadenaran los acontecimientos, que dieran lugar a aquel problema, pero tú no eras quien portaba la varita, no fuiste tú quién pronunció el Avada Kedavra...
-Cómo si lo hubiera hecho.
De repente, Hermione levantó la mano y, con fuerza, plantó una bofetada en la mejilla de su amiga, la cual la miró atónita y a la vez dolida, frotándose la parte dolorida con la mano.
-¿Por qué has..?
-¡Reacciona de una vez, Ginny!- exclamó furiosa- te tiene comido el coco, te ha hecho creer que fue culpa tuya cuando en realidad no fue culpa de él, es su modo de castigarte¿es que no lo ves?.
Ginny bajó la cabeza de nuevo, incapaz de mirarla a los ojos.
-Está desquiciado, no es capaz de pensar con claridad, pero lo cierto es que él lo sabe¡lo sabe Ginny!- exclamó Hermione zarandeando a su amiga ligeramente para que la mirase a los ojos- Tú cometiste un error y lo has pagado caro, has sufrido más de lo que deberías. Pero tú no lo mataste.
-Pero yo di lugar a que lo hiciera.
-No lo repitas más, Ginny, ya no... ¡Él fue quién lo mató, porque no supo contener su rabia, porque reaccionó mal, y no hay justificación alguna para matar, nunca la hay- terminó Hermione cruzándose de brazos, mirándola seriamente.
Ginny se quedó mirando el suelo fijamente, derramando nuevas lágrimas.
Hermione relajó el rostro y, dejando escapar toda la rabia contenida que había estado reteniendo desde hacía tiempo, sonrió y acarició la mejilla de su amiga.
-Lo siento- se disculpó- es todo este asunto, que se convierte cada día en una rutina para mí.
Ginny la miró extrañada.
-¿Ocurre algo, Herm?.
Hermione suspiró y miró hacia la derecha, donde se encontraba la cuna de su hija, que dormía plácidamente en esos momentos.
La muchacha dibujó una sonrisa amarga mientras hablaba:
-Aún no tiene nombre¿sabes?- explicó entristecida- nació hace tres semanas y Ron apenas la ha visto. Cuando estaba embarazada tampoco sabía nada de él, nunca hablamos del nombre que nos gustaría ponerle a nuestro hijo.
-Herm...- susurró Ginny preocupada.
-Se pasa las horas allí, en Azkaban, junto a Harry, no quiere dejarle sólo, en cierto modo, también se siente culpable, porque tu eres su hermana...
Ginny apoyó una mano sobre la de su amiga y la apretó con fuerza. Hermione se volvió con lágrimas en los ojos.
-Ni siquiera estuvo conmigo mientras estábamos en el hospital, fue a verla dos días después de que naciera¡dos días, Ginny!- la muchacha se secó las lágrimas con el dorso de la mano- Ya no me mira, apenas me habla y si lo hace es para hablar de Harry, de lo que pasó, de cómo está en Azkaban¡estoy harta!.
Hermione se derrumbó y comenzó a llorar con fuerza. Ginny la abrazó y ambas lloraron, mientras se consolaban la una a la otra.
Pudieron permanecer segundos, minutos, quizá horas así... Hasta que finalmente las dos se calmaron y Hermione se apartó un poco para mirar a su amiga. Le dirigió una media sonrisa llena de amargura.
-Siento haberme puesto así, perdona.
Ginny negó con la cabeza y le sonrió.
-No pensaba que estuvierais así, Herm... Jamás pensé que mi hermano se comportara de esa forma. Quizá soy yo la que tiene que pedirte perdón- susurró entristecida- si no hubiera pasado todo esto...
-No digas eso, tú no tienes la culpa de que tu hermano se comporte así, y lo que ocurrió ya pasó, Ginny- la tranquilizó Hermione- ya sabes cómo son, nunca dejarán atrás el pasado, y... me da miedo que pierdan también su futuro por culpa de ello.
La muchacha comenzó a sollozar ligeramente mirando hacia la cuna.
-Ya verás que todo se arregla, Herm, él recapacitará.
Su cuñada asintió, aunque no muy convencida.
De repente el reloj de la entrada, que se encontraba junto a la puerta, comenzó a sonar. Ginny miró hacia allí. Las manecillas marcaban las once de la noche.
-Es tarde ya, debería marcharme.
Hermione miró el reloj y asintió.
-Ron estará a punto de llegar, te diría que te quedases pero, ya sabes cómo reaccionaría si te viera aquí, lo siento.
Ginny negó con la cabeza, quitándole importancia y sonrió a su amiga.
-Muchas gracias por escucharme, Herm, por no dejar que me derrumbe.
Hermione sonrió a su vez.
-No es nada, Gin, gracias a ti también, por todo, en estos momentos eres el mayor apoyo que tengo- se sinceró Hermione.
Ginny besó a su cuñada en la mejilla con cariño y sincera gratitud. Ahora solamente se tenían la una a la otra y lo sabían. Ese era su mayor consuelo.
La pelirroja se levantó del sofá y se dirigió a la cuna, donde descansaba plácidamente su sobrina, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor.
Esbozó una sonrisa y le acarició con ternura su pequeño rostro, mirando a Hermione.
-Es igual que Ron- susurró con una triste media sonrisa.
-Si- asintió Hermione a su espalda.
Ginny se alejó de la cuna y caminó hasta la puerta de entrada, seguida de su cuñada.
-Espera- Hermione se volvió y se dirigió hasta un armario que había junto a la puerta, a su izquierda. Sacó de él un abrigo y un paraguas negro y se los tendió a la pelirroja. Fuera la lluvia arreciaba con más fuerza si puede que antes.
-Gracias- susurró Ginny agradecida.
-Ven a verme cuando lo necesites¿de acuerdo?.
Ginny asintió y le guiñó un ojo, poniéndose el abrigo.
-Lo mismo te digo.
La muchacha se dio la vuelta y, corriendo el pestillo, abrió la puerta de entrada. Abrió el paraguas y dirigiendo una última mirada a su cuñada, salió a la calle.
-¡Ginny!- la llamó Hermione a su espalda antes de que se marchara.
La pelirroja se volvió.
-El sentimiento de culpa no es lo único que te hace volver a Azkaban¿verdad?- susurró Hermione seriamente.
Ginny esbozó una triste sonrisa y asintió cabizbaja. Después se dio la vuelta y caminó unos metros, alejándose de allí.
A su espalda, Hermione cerró la puerta, cobijándose del horrible frío.
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--- Flash Back ---
Los rayos de sol se filtraban a través de la persiana entreabierta. El aula se encontraba en penumbra. Unas velas situadas en varios pupitres iban extinguiéndose poco a poco. La luz titilaba, luchando por no apagarse ante la brisa que penetraba a través de la ventana.
Ginny abrió los ojos soñolienta. Se encontraba tumbada sobre el frío suelo de piedra. Apenas una ligera manta la separaba del frío contacto con el suelo, y otra, más gruesa, cubría su cuerpo desnudo.
Sintió el cálido roce de un brazo agarrando su cintura por detrás, pero no se volvió.
Entonces, él le habló, con una voz cálida y susurrante.
-Buenos días.
El muchacho plantó suaves besos en su cuello y en su hombro derecho. Ella no pudo reprimir una sonrisa cuando un estremecimiento recorrió su cuerpo al suave contacto con sus labios.
Él la apretó con más fuerza contra sí, apoyando su pecho en su espalda.
-¿Te cansaste demasiado?.
Ante la pregunta, Ginny negó con la cabeza, con el semblante serio. Los remordimientos acudían a su estómago como cada vez que se despertaba de la misma forma, tras una noche de intensa pasión, con él.
-Bien, porque...- susurró con ternura mientras empujaba con cuidado a Ginny, hasta ponerla boca arriba y se situaba sobre ella, hasta quedar cara a cara, mirándose a los ojos- Aún nos queda un rato todavía para estar juntos y quiero aprovecharlo.
Le dirigió una mirada pícara a la muchacha y, lentamente, se acercó hacia ella, hasta rozar sus labios, y comenzó a besarla, con ternura. La apretó más fuerte contra sí y ella se dejó llevar, alzando las manos por su espalda, hasta entrelazarlas en su cabello.
El muchacho fue descendiendo poco a poco hacia su cuello, besándolo con ansia, con avidez.
Ginny se abrazó de nuevo a su espalda, y ladeó la cabeza. Su rostro reflejaba preocupación y tristeza.
Él la notó más fría que de costumbre y la miró extrañado.
-¿Qué ocurre¿no te encuentras bien?.
Ginny negó con la cabeza.
El muchacho no pudo evitar un gesto de fastidio y con un suspiro preguntó:
-¿Y ahora qué te pasa?.
Ginny ladeó la cabeza y lentamente, su rostro se contrajo en un gesto de dolor. La vista comenzó a nublársele.
-¿Ginny?- preguntó él preocupado haciendo que lo mirase a los ojos, pero ella fue incapaz de retener su mirada de hielo y apartó la cara.
-No es nada, no te preocupes.
Pero él no se conformó y siguió hablando:
-¿Es por lo mismo de siempre, verdad?- preguntó seriamente.
Ginny asintió, cerrando los ojos, dejando escapar algunas lágrimas amargas.
El muchacho se apartó hastiado, cubriéndose los hombros con su capa que se encontraba apoyada sobre uno de los pupitres y se encaró a la ventana, con los puños cerrados.
Ella se incorporó y se puso de rodillas, rodeándolas con los brazos, sin dejar de llorar de forma silenciosa.
Después le miró y se levantó del suelo, tapándose con la manta por debajo de los hombros, y se acercó hasta él.
Ginny apoyó la cabeza en su espalda y se disculpó:
-Lo siento, no he podido evitarlo.
Pero él se apartó de ella y se dio la vuelta, mirándola seriamente, con los brazos cruzados.
-Estoy harto de esto, Ginny- repuso asqueado- no me gusta que te preocupes tanto por él.
Ella bajó la cabeza entristecida.
-De verdad que lo siento, es que...
-Tú misma aceptaste todo esto, yo no te obligué- repuso tranquilamente, enfrentándose a ella- si estás engañando al idiota de Potter no es culpa mía, Ginny.
-Ya lo sé... no me lo recuerdes más¿vale?- le espetó mirándole cabreada.
-Está bien, perdona- repuso el chico quitándole importancia- pero¿por qué no lo dejas simplemente y ya está, sería lo más fácil...
-No, no es lo más fácil, eso te lo aseguro- susurró la pelirroja entristecida.
-¿Y por qué no?- continuó el chico acercándose hacia ella- no estás enamorada de él, es a mi a quién quieres realmente.
Ginny no contestó y tampoco le miró a los ojos.
-No puedo seguir con esta farsa, tengo que decírselo- susurró Ginny.
-Pues bien, hazlo si así te vas a sentir mejor- aceptó el muchacho- a mi me da igual sinceramente si lo haces o no- él levantó la mano y cogiendo la barbilla de la muchacha entre sus dedos, alzó su rostro hasta mirar fijamente sus ojos mientras seguía hablando- yo nunca me escondo, Ginny, lo sabes, puedo ir a buscarte cuando quiera, cada vez que me apetezca. No me preocupa si Potter nos ve.
-Pues a mi si- repuso ella seriamente- y eso debería bastarte para preocuparte tú también.
-Pocas cosas me preocupan- repuso fríamente- y lo que piense ese imbécil no es hago que se encuentre entre mis mayores preocupaciones.
-¿Y yo qué¿tanto dices que me amas pero no eres capaz ni siquiera de apoyarme en esto?- le espetó furiosa.
-Ginny, eso es decisión tuya, yo no tengo nada que ver, ya te lo he dicho antes- se acercó a su oído y susurró- tanto si estuvieras con el idiota de Potter como con cualquier otro, me daría lo mismo, seguiría buscándote igual que el primer día.
Ginny lo miró a los ojos sintiéndose insegura, como cada vez que estaba con él. El Slytherin le imponía tanto temor, tanto miedo... y a la vez una pasión y una atracción incontrolables.
-¿Tú crees que no me importas de verdad, pues déjame que te demuestre lo contrario.
De improviso el muchacho la rodeó por la cintura y comenzó a besarla, con furia. Ella rodeó su espalda con ambas manos, despojándole con fuerza de la túnica que le cubría los hombros y le clavó las uñas, dejándose llevar por la pasión irrefrenable que comenzaba a estallar en su pecho. Sus latidos se juntaron, a un ritmo desbocado, igual que si fueran uno sólo.
Él la sujetó por las piernas y la alzó, depositándola sobre un pupitre. La manta cayó a sus pies. Ginny se tumbó boca arriba mientras el chico se agachaba, por encima de ella, apretando sus manos contra el pupitre.
Después, él comenzó a besarle el cuello, con apremio. Ginny ladeó la cabeza, con los ojos cerrados, la boca ligeramente abierta, respirando con fuerza.
Entonces abrió los ojos, encontrándose con los de otra persona, que los observaba desde la puerta con un gesto de furia.
Aquella visión no se apartaría jamás de su mente, al igual que los acontecimientos que se desarrollarían a continuación.
-¡Harry!- exclamó la muchacha alarmada, empujando al Slytherin y buscando su manta, con la que corrió a cubrirse avergonzada. Él hizo lo propio con su capa, colocándosela sobre los hombros, mirando a Harry con una sonrisa maliciosa.
-¿Te has divertido, Potter?- preguntó burlonamente.
Harry apretó los puños con fuerza mientras lo fulminaba con la mirada.
-¡Cállate, Malfoy!.
Draco sonrió ante su reacción y se relamió los labios mirando a Ginny.
-¿Te gusta espiar detrás de las puertas no, bueno, así le has ahorrado a Ginny al menos unas cuántas explicaciones.
-Por favor, Draco, no sigas- susurró Ginny entristecida.
Alzó la mirada y se encontró con la de Harry, que la miró, negando con la cabeza.
-¿Cómo has podido, Ginny?- preguntó enfurecido- ¡y con él¡con esta asquerosa y sucia serpiente!- exclamó señalando a Draco con la mano.
La muchacha bajó la mirada tristemente y comenzó a llorar.
-Lo siento, Harry...
Harry se dio la vuelta hastiado, no sin antes dirigir una mirada llena de rabia a Draco, y se dispuso a salir por la puerta.
Pero Draco comenzó a hablar de nuevo, con unas palabras cargadas de malicia.
-¿Te vas ya, Potter?- preguntó acercándose hacia él, Harry se dio la vuelta con furia y le encaró- No te quedas para que te explique cuánto tiempo hace que ocurre esto.
-¡Draco, basta!.
-No pasa nada, Ginny, seguro que a Potter le gustaría mucho conocer los detalles¿no es así?- preguntó cruzándose de brazos ante él.
Harry apretó los puños con rabia y comenzó a hablarle, con la ira contenida en cada una de sus palabras.
-Cállate de una vez, asquerosa serpiente o...
-¿O qué¿me lanzarás otro Sectusempra igual que aquella vez en el baño cuando casi me matas?- preguntó lleno de rencor.
Harry le fulminó con la mirada y se dio la vuelta, tratando de contenerse. Pero Draco siguió hablando, mirándole con desprecio.
-Durante todo el tiempo que llevas fuera, intentando vencer al Lord, Ginny ha estado a muy buen recaudo junto a mi¿sabes, nunca creí que una Weasley pudiera ser tan fogosa.
-¡Para ya, Draco!- exclamó Ginny sollozando amargamente avergonzada ante sus palabras.
Harry se detuvo, apretando todavía los puños, pero sin darse la vuelta.
-¿Y sabes lo mejor, Potter?- prosiguió maliciosamente- que mientras tu estabas por ahí luchando contra algún que otro mortífago, era yo quién la buscaba todas las noches, junto a la casa de los Weasleys. Era yo quién la satisfacía mientras tu te dedicabas a ir por ahí haciéndote el héroe, soy yo el que la ha poseído en cuerpo y alma, sobre todo cuerpo, créeme.
-Por favor, Draco...
-Y si, también fui yo el que la buscó anoche en la enfermería, mientras tú estabas inconsciente después de la batalla contra el Lord. Fui yo quién hizo el amor con ella anoche, varias veces... mientras tú dormías.
-¡Basta!- gritó Ginny angustiada.
Entonces, justo en ese momento, Harry se dio la vuelta, con la varita en ristre, apuntando a Draco y pronunció un hechizo.
-¡Crucio!.
Draco se apartó justo en el momento en que la maldición se acercaba hacia él. Rodó por el suelo unos metros y cuando se incorporó llevaba la varita firmemente sujeta en su mano derecha, apuntando a Harry.
-¡No, Draco!.
Harry comenzó a pronunciar un hechizo con los ojos llenos de lágrimas, pero Draco fue más rápido:
-¡Crucio!.
La maldición imperdonable dio de lleno en el cuerpo del moreno, el cual cayó al suelo y se estremeció bruscamente sobre él, profiriendo alaridos de dolor.
Ginny se tapó los ojos, incapaz de contemplar aquella escena, sollozando fuertemente.
Finalmente, cuando los gritos cesaron, apartó las manos y contempló lo que estaba a punto de suceder.
Draco se aproximó a Harry y le propinó una fuerte patada en el estómago.
Harry gritó dolorido y el Slytherin lo cogió por la túnica de la escuela y lo empujó a la pared contraria, donde el moreno quedó apoyado, retenido por el petrificus totalus que Draco le había lanzado unos segundos después.
Finalmente, apuntó con la varita a Harry y lo observó con desprecio.
-Mira a los ojos de la muerte mientras te reclama, Potter.
Harry miró a Draco, con los ojos llenos de ira, sin apartar la mirada.
-¡Avada Ked..!
-¡NOOOOOOOOO!.
Ginny se abalanzó sobre Draco, antes de que pudiera pronunciarla maldición completa. La varita del rubia salió despedida hacia atrás y la fuerza que retenía a Harry contra la pared se desvaneció.
Draco y Ginny se levantaron y el le dirigió una mirada llena de resentimiento.
-¿Por qué has hecho eso¡maldita sea!- exclamó empujando a Ginny hacia atrás. Entonces ella resbaló accidentalmente y cayó al suelo de bruces, dándose un fuerte golpe en la cabeza. Ginny quedó tendida en el suelo inconsciente, pero Draco no mostró signo alguno de arrepentimiento.
Entonces, todo sucedió en apenas unos instantes.
Harry blandió de nuevo su varita y apuntó con ella al Slytherin, que se encontraba desprotegido. Este alzó los brazos y contempló a Harry, suplicante. Pero el moreno no se ablandó ante su mirada. Tenía los ojos desorbitados y apretaba los dientes con furia.
-Serás tu el que mire a los ojos a la muerte, dale recuerdos a tu amo de mi parte.
Cuando Ginny abrió los ojos, pudo contemplar cómo un hilo de luz verde que salía de la varita de Harry, impactaba sobre el pecho de Draco. El muchacho cayó hacia atrás y quedó inmóvil sobre el suelo.
-¡Draco!.
Ginny se acercó hasta él. Tenía los ojos abiertos y la boca contraída en un gesto de sorpresa. Estaba muerto.
Ella comenzó a sollozar y se llevó las manos al rostro, mientras miraba a Harry. Este se había quedado parado, había soltado la varita, la cual había rodado por el suelo hasta quedar oculta en un rincón de la estancia, y observaba a Draco atónito, negando ligeramente con la cabeza.
-Está muerto- susurró Ginny desolada.
Harry negó más rápido y se llevó las manos a la cabeza.
-¡Dios mío¿Qué he hecho?.
Entonces se dio la vuelta y se marchó de la estancia, dejándola sola. Llorando desconsolada.
Fue la última vez que se vieron antes de que los separasen para siempre los fríos barrotes de la prisión de Azkaban.
--- Fin del Flash Back ---
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La tormenta arreciaba con más y más fuerza cuando despertó. Sólo... en mitad de la oscuridad...
El sudor empapaba su frente, las gotas se deslizaban lentamente a través de sus mejillas.
Y, cómo cada noche en que la pesadilla se repetía, una y otra vez, en que el fantasma de su pasado volvía a atormentarle, Harry Potter de incorporó de rodillas y, dejando a un lado las sábanas de su viejo y remendado colchón, caminó despacio hacia el único punto de luz y esperanza que parecía ganarle la batalla a aquel horrible manto de tinieblas.
El haz de luz blanca alcanzó su cuerpo y, lentamente, se situó junto a la pequeña ventana, apenas un estrecho hueco en las paredes de la celda.
Alzó la mano y agarró con fuerza uno de los fríos barrotes que la aseguraban y con la otra hizo lo mismo, y acercó el rostro cubierto de sudor y lleno de tristeza, hasta mirar el cielo.
Fuera, el cielo nublado cubría la luna menguante, que se alzaba poderosa y brillante sobre todas las estrellas. Las nubes apenas podían mitigar su belleza y su claridez.
Sin poder evitarlo, la angustia y el dolor volvieron de nuevo a su mente, igual que hacía tan sólo segundos, cuando se había visto a sí mismo contemplando alarmado el cuerpo de Malfoy a los pies de Ginny. Sus ojos vacíos, sin rastro alguno de vida en ellos...
Y gritó... un sordo chillido que cruzó la estancia y que retumbó a lo largo de las paredes de la prisión, sin ser atendido por nadie que se encontrase allí, acostumbrado a los gritos y balbuceos que se escuchaban cada noche y cada día sobre el lugar.
Las lágrimas le nublaban la vista mientras las gotas de lluvia empapaban los barrotes y sus manos sucias y frías.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Fin del capítulo
