Nota de la autora: Holaaaaaaaa! Cuanto tiempo eh, jejejeje, siento si he tardado, es que estoy empezando en la universidad y venga a pasar apuntes y mare mia... estoy muy muy estresada, pero bueno, menos mal que siempre saco un tiempecito por la noche para escribir algo (además que los capítulos cada vez se hacen más y más largos, yo no se que hago xD). Espero que os guste el capítulo, aunque es un bastante triste y un poco agobiante (a mi me agobió mucho la situación, no se a vosotros :S), y a ver si me dejais reviews ehhhh, que son lo mejor, sobre todo ahora que tengo poquito tiempo para andar por fanfiction . Enga.. muxos besitos gente! XAUUUU

P.S: Los reviews del capítulo anterior comenzaré a responderlos en breves minutos .

Capítulo 2. Locura

Se encontraba caminando despacio, sobrecogida, al igual que en las anteriores ocasiones en que había visitado ese lugar. Eran apenas las 7 y media de la mañana. El sol comenzaba a alzarse a duras penas por el horizonte mientras ella recorría los fríos pasillos de piedra.

Pero en la prisión de Azkaban la luz apenas si podía competir contra la temible oscuridad.

Tiritó de frío cuando pasó junto a la celda donde unos dementores se encontraban sirviendo el desayuno a uno de los presos y se ajustó la capa de viaje, cubriéndose el cuello con ella.

Aligeró el paso cuando divisó al final del pasillo la puerta que la llevaría al lugar al que se dirigía con premura.

Esa misma mañana, mucho antes del amanecer, había recibido una llamada. Hermione le habló bastante alarmada al otro lado del teléfono.

Esa misma noche, Harry había intentado hacer algo. Debido a los nervios y al escándalo de aquella noticia, su amiga había podido darle pocos detalles, sobre todo porque su marido se encontraría seguramente en el baño y volvería en cuestión de minutos, por lo que apenas si le había dado tiempo a relatarle todo lo sucedido.

Simplemente le había dicho que acudiera de inmediato a la prisión y que estuviese preparada para enfrentarse con Ron, pues él seguramente se encontraría allí cuando ella llegara.

Ginny se había vestido apresuradamente y se había asegurado de llegar lo antes posible.

Ahora se encontraba en Azkaban... Su corazón latía cada vez con más fuerza a medida que se acercaba a aquella puerta.

Un fugaz presentimiento cruzó por su mente, la idea de que algo muy grave le había pasado a Harry. Y no se equivocaba en absoluto... Sus sospechas se confirmaron cuando, al quedar finalmente plantada ante la puerta, el letrero que la adornaba se hizo visible, y la palabra "Psiquiatría" pasó por su vista antes de asir el pomo y abrir la puerta con apremio.

Al otro lado, dos figuras se encontraban hablando seriamente, en voz baja, y al escuchar la puerta se volvieron con rapidez hacia ella.

Un mago vestido con una bata blanca se encontraba junto a un joven pelirrojo que, en cuanto vio aparecer a la muchacha, le dedicó una profunda mirada de desprecio antes de preguntar con rotundidad:

-¿Qué haces aquí?.

Ginny se volvió hacia él con rostro serio.

-He venido a ver a Harry.

Ron se acercó hacia ella furioso y exclamó:

-¡No puedes verlo!.

-No puedes impedirme que le vea, Ron- repuso con semblante decidido.

-¡Claro que puedo¡Y lo haré ahora mismo!- exclamó furioso- no permitiré que le veas cuando está así por tu culpa.

El rostro de Ginny se relajó y se tornó preocupado al escuchar las últimas palabras de su hermano.

-¿Qué le pasa¿Está bien?.

Ron soltó una carcajada furiosa.

-Vaya, así que no sabes nada¿verdad?- preguntó irónico- ¿Acaso la persona que te ha informado no te ha contado nada?.

-Yo no he dicho que haya hablado con nadie, Ron- repuso Ginny enfadada cruzándose de hombros- Sólo quiero verlo.

-¡Venga ya, Ginny!- le espetó furioso- Estás aquí porque alguien te ha dicho que vinieras, es lógico... Ha sido Hermione¿no es así?.

Ginny le lanzó una mirada llena de odio.

-Te repito que no he hablado con nadie, Ron- dijo lentamente recalcando con desprecio cada una de sus palabras cómo si Ron fuera sordo o idiota, y lógicamente para ella era lo segundo- Ahora dime¿qué le ha pasado a Harry¿Qué hace en la zona de Psiquiatría?.

-¿Que qué hace aquí¡Tú que crees!- exclamó furioso- Pasa cada dos semanas por este sitio desde que llegó aquí.

Ginny contuvo su rabia y apretó los puños.

-Me refiero a si le ha pasado algo- aclaró.

-¡Pues claro que le ha pasado algo, Ginny, le pasa cada vez que vienes a verle, desde que está encerrado en este infierno- exclamó frustrado- Sólo que ahora...

Ginny miró a su hermano con profundidad.

-¿Ahora qué, Ron¿qué ibas a decir?- lo apremió.

Ron le dio la espalda y se frotó la frente con los dedos. La preocupación y el cansancio aún hacían mella sobre él.

Ginny lo llamó alarmada.

-¡Ron, qué!.

Finalmente el médico que había permanecido con ellos en la enfermería, sin atreverse a intervenir, se acercó hacia ella y le dirigió una mirada tranquilizadora, mientras Ron seguía ahí, de pie, dándole la espalda a su hermana.

-No se preocupe señorita Weasley- dijo amablemente- El señor Potter se encuentra bien, dentro de lo que cabe. Sólo ha sido otro de los ataques que viene teniendo desde hace un tiempo.

Ginny se llevó una mano al pecho. Aún estaba algo nerviosa pero el ritmo de su corazón había ido descendiendo al escuchar las palabras del médico.

-Entonces, esta misma noche lo sacarán de aquí¿no, igual que las otras veces, cuando se calme- preguntó Ginny dudosa.

Sin embargo, la dura mirada que su hermano le dirigió en el último momento y el semblante nervioso que se había ido dibujando en la cara del doctor, le hicieron llegar a la conclusión de que aquello era mucho más grave de lo que ella había pensado.

-Verá, en esos casos a los pacientes se les suministra un tranquilizante y se los deja salir en unas horas- informó- pero en este caso, hemos decidido por propia seguridad del paciente que se quede un tiempo recluido en una de las habitaciones hasta que estemos totalmente seguros de que ha pasado el peligro.

Ginny contrajo el rostro, confundida.

-No entiendo...- susurró.

El médico le dirigió una mirada apenada, al tiempo que su hermano Ron se daba la vuelta, y se encaraba hacia ella.

-Harry trató de suicidarse anoche- explicó con el rostro ladeado, sin mirarla.

Ginny se llevó las manos al rostro y abrió los ojos sorprendida.

Una sensación de vacío y angustia afloró en su estómago y los ojos se le llenaron de lágrimas mientras negaba con la cabeza, desolada.

-No... No puede... – susurró sin dar apenas crédito a lo que oía, cerrando los ojos fuertemente.

El médico frunció el ceño apenado mientras Ron apartó de nuevo la cara, en su habitual postura de indiferencia hacia ella.

-Y... y¿dónde está¿puedo ir a verlo?- preguntó Ginny preocupada y temerosa a la vez de encontrarse con una respuesta negativa.

Ron, que como siempre era el primero en intervenir contradiciendo todo lo que ella dijese, fue el primer en volverse y rechazar aquella propuesta.

-¡Estás loca, eres la causante de que esté así¡cómo pretendes verle ahora!.

Esas palabras hirieron profundamente en el corazón de su hermana. Podía soportar que le hablase con aquel tono de rabia e impotencia cada vez que se encontraba con ella, podía incluso soportar que la insultara y defenderse con uñas y dientes, pero jamás... jamás podría dejar de estremecerse al oír aquellas palabras, que con tanta frecuencia le repetía y se repetía a sí misma.

Sin poder remediarlo, la vista se nubló y las lágrimas escaparon rápidamente de entre sus párpados, recorriendo sus mejillas. Ron, sin embargo, no se inmutó ante ello y Ginny entonces se contuvo, secándose las lágrimas con el dorso de la manga y mirando fijamente al médico, el cual la contemplaba entristecido.

-¿Podría verle, por favor...- suplicó la muchacha- sólo quiero asegurarme de que esté bien.

El médico pareció pensárselo con detenimiento, mirando a Ron de soslayo. Luego miró a Ginny a los ojos y sonrió amablemente.

-De momento está sedado, así que no creo que sea capaz de nada peligroso y tampoco creo que pueda reconocerla- un escalofrío recorrió la nuca de la pelirroja al escuchar aquellas palabras- Pero no veo motivo alguno por el que no pueda verle, si usted quiere.

Ginny esbozó una sonrisa de agradecimiento y se llevó las manos al rostro, dejando escapar nuevas lágrimas, esta vez de profundo alivio.

Ron, por el contrario, se acercó rápidamente al médico, con el rostro contenido de ira y comenzó a gritar:

-¡Cómo se atreve¡yo soy el responsable de su seguridad y su estabilidad y me niego en rotundo a que ella lo vea¡¿me ha oído bien!.

El pelirrojo levantó un dedo amenazante hacia el médico, pero este no se amilanó. Lo miró seriamente y comenzó a hablar con tranquilidad:

-El señor Potter se encuentra en perfectas condiciones de ser visitado siempre que no haya una avalancha de gente interesada en ello y- miró a su alrededor- aquí sólo hay tres personas, además de que considero conveniente para él que pueda ver a una persona que le resulte familiar y que le dé apoyo en estos momentos.

-¡Pero ella no es una persona familiar¡No lo entiende, está aquí por su culpa- exclamó Ron furioso señalando a Ginny con el dedo, la pelirroja le fulminó con la mirada- Yo sí que no considero conveniente que vea a la causante de su encierro sólo unas horas después de haber tenido una crisis.

-¡Cállate Ron!- gritó Ginny enfurecida, con los nervios a flor de piel y los remordimientos atormentándola de nuevo- Por favor, doctor, Harry es una persona muy querida para mí- suplicó dirigiéndose de nuevo hacia él- No me marcharé de aquí hasta que lo vea, se lo ruego.

Pero el médico parecía haber tomado una decisión y no pareció muy contento con la manera en que Ron se había tomado las cosas.

-Quédese tranquila, puede entrar a verlo- dijo amablemente acentuando aún más su sonrisa- Mi compañero la conducirá hasta la habitación de Potter¡Travis!.

Un muchacho alto, delgaducho y de cabello pajizo que se encontraba sentado al fondo en uno de los escritorios de la sala se acercó hacia ellos, vestido con una bata de médico y con una cartilla a la espera de tomar apuntes. Seguramente un aprendiz.

-Si, señor.

-Quiero que conduzcas a esta señorita hasta la habitación del señor Potter y que la dejes a solas con él¿entendido?.

El muchacho asintió con la cabeza.

Ginny se apresuró a seguir al muchacho cuando éste hubo dado la vuelta, pero alguien la retuvo cogiéndola del brazo al instante.

-¡No¡Tú no vas a ningún lado!- gritó Ron furioso apretándole el brazo con fuerza.

Ginny soltó un gemido e intentó soltarse.

-¡Me haces daño, Ron!.

Inmediatamente, el médico sujetó a Ron por el brazo y lo miró desafiante.

-Suéltela, por el amor de Dios, tenía entendido que era su hermana- dijo rápidamente conteniendo la ira en sus palabras- Déjela marchar o se encontrara a una larga fila de dementores rodeándole por detrás, aquí no queremos disturbios.

Ron soltó a Ginny de un empujón y la muchacha se encaminó rápidamente, siguiendo al aprendiz, no sin antes dirigir una mirada de profundo odio y repulsión hacia Ron.

La pelirroja pudo ver a Ron y el médico discutiendo cara a cara antes de atravesar una puerta que la condujo a un largo pasillo de paredes blancas y acolchadas.

El muchacho la condujo a través de aquel pasillo, hacia una habitación al fondo, la más alejada. Había varias puertas a su izquierda, una detrás de otra.

Al llegar a su destino, el muchacho abrió la puerta y dejó pasar a Ginny, la cual le dio las gracias y se adentró en ella.

La puerta se cerró a sus espaldas y la joven se encontró en una habitación sin ventanas, con un tejado alto del que colgaban unos pequeños flexos que despedían una luz blanquecina que inundaba la habitación, sin dejar ni un resquicio de oscuridad. Las paredes también eran blancas y acolchadas como las del pasillo que acababa de dejar.

Miró a su alrededor. Allí, de rodillas sobre el suelo, con la mirada perdida en algún punto del suelo, se encontraba Harry.

No pareció reparar en su presencia.

Se encontraba ensimismado mirando al vacío. Ginny se fijó más en él. Sus brazos estaban sujetos a su pecho, atados firmemente por una camisa de fuerza.

La pelirroja apartó la vista un segundo y cerró fuertemente los ojos, impresionada ante aquella visión.

Harry parecía estar en trance, como si simplemente no estuviese allí. Como un maníaco enfermizo al que hubiese que atar como si de una bestia enfurecida se tratase, cómo si fuese capaz de atacarla en cualquier momento. Aquel simple pensamiento la aterrorizó y a la vez la afligió en lo más profundo de su corazón.

Lo observó de nuevo y se acercó hacia él, despacio.

El muchacho no captó sus movimientos, o al menos eso parecía a simple vista.

-¿Harry?- Ginny se arrodilló muy cerca de él, intentando mirarle a los ojos y esperando que su mirada esmeralda se clavase fijamente en ella- ¿Puedes oírme?.

El chico no respondió.

Ginny alzó una mano, temerosa, y la acercó poco a poco hacia su rostro.

Cuando su mano rozó una de sus mejillas, Harry pareció reaccionar.

Volvió la vista perdida hacia los lados, aturdido y respiró profundamente.

-Qué.. que...

-Harry, soy yo¿puedes verme?.

El muchacho fijó su vista en ella por primera vez. Ginny acarició su rostro con ternura y, para su sorpresa, el joven sonrió.

-Estás aquí...- susurró aliviado.

Ginny sonrió y asintió, la vista se le nubló de nuevo y sus labios temblaron.

-Creí que no vendrías nunca... Tenía mucho miedo...- susurró entristecido Harry. Parecía un niño pequeño y frágil.

-No te preocupes- susurró Ginny tratando de reconfortarle. Se acercó aún más a él y lo abrazó con fuerza- Ya estoy aquí, no voy a irme.

Harry sonrió y apoyó la cabeza en su hombro. Su rostro rebosaba de felicidad y, sobre todo, alivio.

Ginny se extrañó de que Harry reaccionara así ante su simple presencia, de que se dejase abrazar con ternura y la correspondiera, cuando durante todos aquellos años no le había dirigido una sola palabra de cariño ni de indiferencia, si no más bien todo lo contrario.

Pero no se retuvo a pensarlo. Se quedó ahí simplemente disfrutando de aquel momento, sin moverse siquiera. Sabía que no volvería a tener un momento como aquel en mucho tiempo.

-Estaba todo oscuro, y esos hombres me pusieron esto- susurró Harry desolado- Y me dejaron aquí sólo.

-Shhh calla, ya no debes preocuparte por eso, no pasará nada malo- susurró Ginny acariciando tiernamente su largo cabello azabache.

Harry esbozó una triste sonrisa.

-Me alegro de que estés aquí, Mamá.

Ginny paró en seco y se separó de Harry sobresaltada. Miró al muchacho a los ojos y este le devolvió la mirada sin comprender.

-¿Qué pasa?- preguntó con semblante preocupado.

-Harry, qué estás diciendo... yo, yo no soy tu madre...- susurró Ginny desolada, intentando hacerle entrar en razón.

-¡Claro que sí!- exclamó Harry temeroso- yo te vi, anoche, mientras estaba aquí encerrado, viniste a decirme que no me ocurriría nada malo y luego te fuiste- se acercó a Ginny sobresaltado, con los ojos completamente abiertos- ¿No me vas a dejar verdad?.

Ginny negó con la cabeza.

-Harry, no soy tu madre... tú, tú estás confundido...

-¡Pero que dices, Mamá por favor, sé perfectamente quién eres- susurró acercándose aún más a ella.

Ginny retrocedió instintivamente, sin poder apartar la mirada de aquellos ojos penetrantes y que en aquellos momentos reflejaban un brillo extraño que la hacía estremecerse. Negaba con la cabeza, cómo si no pudiese creer lo que estaba ocurriendo.

¿Los calmantes habían conseguido confundirlo hasta tal punto o era otra cosa?.

-¡No te vayas, mamá, por favor¡No me dejes!- gritó Harry desesperado.

La pelirroja arrugó el entrecejo y comenzó a derramar nuevas lágrimas.

-¡Mamá¡Mamá!.

Un ruido detrás de ella la hizo volverse. Dos médicos entraron en la sala al oír los gritos del muchacho. Uno llevaba una jeringuilla en una mano, listo para usarla.

-¡Mamá¡Mamaaaaaaaaaaaaaaaa!- gritó Harry fuera de sí.

Ginny retrocedió hasta la puerta y se quedó parada en el umbral, contemplando la escena, llevándose una mano al rostro y negando ligeramente con la cabeza.

-No...

Entre los dos médicos, sujetaron a Harry, que se resistió, colérico. Lo pusieron contra el suelo y le clavaron la jeringuilla en el cuello.

El muchacho se calmó y sus ojos comenzaron a cerrarse. Sus labios pronunciaron una última palabra que Ginny pudo escuchar perfectamente, pues sin duda alguna iba dirigida a ella.

-Mamá...

Harry quedó tumbado sobre el suelo, de lado, con la boca ligeramente abierta y los ojos cerrados.

-No se preocupe señora, sólo está dormido, hemos tenido que suministrarle un somnífero- le explicó uno de los médicos. Por primera vez desde que habían entrado Ginny se fijó en que era el mismo aprendiz que la había llevado hasta aquel lugar.

Ginny se quedó contemplando a Harry con los ojos abiertos, sin saber qué decir, apoyada sobre el marco de la puerta.

De repente, se escucharon unos pasos a su espalda y Ron y el médico que había hablado antes con ella, entraron en la sala.

-¡Harry!- Ron se acercó rápidamente hacia él, preocupado.

Mientras el aprendiz le explicaba lo que había ocurrido, el médico miró a Ginny e intentó tranquilizarla.

-No se preocupe, se pondrá bien, habrá tenido un ataque.

-Me llamo mamá...- susurró Ginny conmocionada.

-¿Qué?- preguntó el médico sin comprender.

-Me llamó mamá- repitió Ginny- no estaba en su juicio...

El médico miró tristemente a la pelirroja.

-Me temo que eso es inevitable al estar encerrado aquí, dentro de poco si todo sigue como hasta ahora, tendremos que internarle aquí definitivamente.

-¿Quiere decir que es inevitable¿no se puede hacer nada?- preguntó Ginny destrozada.

El médico asintió.

Ron se acercó hacia ellos furioso.

-¡Eso no puede ser, doctor¡podrá hacerse algo!.

-Me temo que no, debe seguir aquí cumpliendo su condena, y debido a su estado mental, sería inevitable que perdiese la razón.

-¿No puede hacerse algo, doctor, por lo menos para evitar esos ataques...- suplicó Ginny con los ojos llorosos.

El médico miró a la pelirroja pensativo y suspiró.

-Podría...- comenzó cabizbajo, luego se irguió y la miro fijamente a los ojos- Si la situación sigue como hasta ahora, si los intentos de suicidio continúan, no tendremos más remedio que... que someterle al Electroshock.

Ginny y Ron miraron confusos al médico.

-¿Qué diantres es eso, doctor¡explíquese!- exigió Ron enfurecido.

El médico los observó afligido.

-Es normal que no estén al corriente de ello pues es una técnica utilizada en su mayoría por los hospitales muggles pero, me temo que en estos casos es importante que apliquemos esta técnica- comenzó a explicarse- Se trata de inyectarle unos electrodos en las sienes y... bueno, en definitiva, administrarle descargas eléctricas.

Ginny se llevó las manos al rostro, estallando en un sollozo.

-Díos mío...- susurró Ron negando ligeramente con la cabeza, boquiabierto.

-¿Y... Y cuáles serían... los efectos?- preguntó Ginny temerosa con los ojos llenos de lágrimas.

-Dolor de cabeza, alteración de la memoria, confusión... Es imposible predecir los efectos que causará a medida que prosiga el tratamiento.

Ron golpeó la pared furioso y miró a Ginny, la cual contemplaba asustada a Harry, que seguía tumbado en el suelo, inconsciente.

-¿Estás contenta, no has tenido piedad hasta que lo has hecho perder el juicio...- susurró Ron con un tono cargado de odio y desprecio.

Ginny levantó la vista hacia él y poco a poco, su semblante se fue tornando en un gesto furioso.

-¡Cállate!- chilló abofeteando a Ron y acto seguido saliendo precipitadamente del lugar.

Corrió hasta que se encontró fuera de aquel infierno, de aquel lugar en el que había sufrido más que en toda su vida.

Cuando se detuvo de golpe, fuera de la prisión, mirando hacia el lago interminable que se extendía ante sus ojos, el que separaba Azkaban del resto del mundo, y lloró.

Lloró amargamente por el destino final que le esperaba a Harry, la persona a la que más daño le había hecho... El hombre al que más había querido en toda su vida.

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-Lo siento mucho, Ginny...- susurró Hermione entristecida al otro lado del teléfono.

Ginny y ella se encontraban hablando desde que la pelirroja hubiera llegado a su casa, después de visitar la prisión aquella misma mañana.

Ginny arrugó el pañuelo empapado, con el que se secaba las lágrimas, entre sus dedos con fuerza. Unas lágrimas silenciosas resbalaban por sus mejillas.

-Me duele que estés así, de verdad... Ron no debería haberte dicho todo eso- continuó Hermione sintiéndose algo responsable en cierto modo.

-Tú no tienes la culpa de que Ron esté así- se limitó a responder, no tenía ganas de hablar de su hermano justo en aquel momento.

-Y tú tampoco, Gin.

-Bueno...- susurró.

Durante unos instantes se mantuvo un silencio incómodo. Hermione se encontraba sentada en el salón, con el auricular en la oreja, sin saber que decir a su amiga para animarla en aquellos momentos. Aunque también a ella, como buena amiga de Harry que era, le dolía mucho la situación del muchacho.

-Ya verás que resiste, Ginny... Harry es muy fuerte- dijo intentando confortarla- se enfrentó a Lord Voldemort y salió victorioso, y antes de eso había escapado de él en innumerables ocasiones. Azkaban no va a poder con él.

Ginny suspiró resignada. En aquellos momentos no compartía en absoluto el optimismo de su amiga, aunque se lo agradeció en lo más profundo de su corazón.

-Ningún hombre que haya estado en Azkaban ha salido cuerdo de allí, Herm- afirmó derrotada.

Hermione se mordió el labio apurada. Tenía que conseguir animarla como fuera. De repente recordó algo.

-Conocemos a alguien que si- afirmó sonriente.

-¿Quién?- preguntó Ginny desganada.

-Pues Sirius, claro.

-¿Sirius, pero Hermione, él se escapó antes de cumplir su condena.

-Si, pero pasó doce años en Azkaban, y es más que el tiempo que tendrá que pasar Harry allí- dijo complacida por haber encontrado un ejemplo tan bueno para apoyarla.

-Olvidas algo, Herm- susurró Ginny, los remordimientos atravesaron de nuevo su estómago justo en el momento en que pronunció sus últimas palabras- Sirius era inocente.

Hermione se derrumbó al otro lado del teléfono.

-De verdad que te agradezco que intentes animarme, en serio- Ginny esbozó una triste sonrisa- pero no hace falta, haga lo que haga no puedo evitar sentirme horrible...

Hermione frunció el ceño afligida.

-Ginny, está claro que no hace falta que te repita de nuevo que tú no eres culpable de nada, pero si no tengo más remedio tendré que hacerlo de nuevo...

-Herm... no empieces...

-¿Y qué quieres, Ginny?- dijo Hermione un tanto enfurruñada- ¿Que te diga que todo es culpa tuya aunque me equivoque, Porque de verdad que no lo pienso.

-Gracias, pero...

Hermione la interrumpió. Poco a poco las palabras iban apareciendo en su mente y deseaba soltarlo todo hasta quedar completamente liberada de ello.

-No me des las gracias, Ginny, simplemente entra en razón y créelo de una vez- la reprendió- ¿De verdad piensas seguir así hasta que Harry salga de la cárcel¿O quizá es que estás buscando un modo de liberar tu conciencia sintiéndote culpable y responsable de todo?.

Ginny se quedó callada un momento, hasta que finalmente habló de nuevo entristecida.

-Sabes que eso no es así, tú mejor que nadie...

-Tú desencadenaste aquella situación, no voy a negar eso- admitió Hermione- pero tú no pronunciaste la maldición contra Draco.

-Lo sé...

-Entonces créelo de una vez, Ginny- repuso la castaña al otro lado del teléfono- Sirius era inocente y no merecía estar allí, pero Harry...

-¡Un momento!- la interrumpió Ginny- ¿De verdad crees que Harry merece estar allí?.

-Yo no he dicho eso...

-¡Pero lo has insinuado!.

-¿Quieres dejarme terminar, por favor, iba a decirte que no creo que un persona como él merezca todo lo que le está pasando, pero cometió un crimen, y no podemos ignorar eso.

-Sí... pero...

-¿Pero qué Ginny¡no le des más vueltas, lo hecho, hecho está, y tú no puedes solucionarlo- exclamó sulfurada.

-¡Pero tengo que hacerlo¡tengo que encontrar un modo de ayudarle!.

-¿Por qué Ginny¡¿por qué!- exclamó Hermione exasperada.

-¡Porque le quiero!- sollozó Ginny estallando en llanto- le quiero... maldita sea...

Hermione se quedó sin saber que decir y mantuvo el silencio unos segundos mientras, al otro lado del teléfono, su amiga sollozaba llorando amargamente.

Cuando finalmente pareció que Ginny se calmaba, se atrevió a hablar:

-Siento haberme puesto así...

Ginny negó con la cabeza y sonrió tristemente.

-No te preocupes, Herm.

De repente, Hermione escuchó un ruido a su espalda, y cuando se asomó observó abrirse la puerta de entrada. La melena rojiza de su marido apareció tras ella, y este cerró de golpe la puerta.

Hermione se volvió alarmada.

-Lo siento, Gin, tengo que colgar, ha llegado tu hermano.

-De acuerdo- murmuró la pelirroja al otro lado.

-Anímate¿de acuerdo, volveré a llamarte por la noche.

-Está bien, adiós.

-Adiós, Gin.

La castaña colgó el teléfono con rapidez antes de que su marido se acercase hacia donde ella se encontraba.

Vio a Ron acercarse de reojo hacia ella. Parecía estar malhumorado. Hermione se volvió con naturalidad hacia él.

-Por fin llegas- murmuró sonriente- has tardado mucho.

Se acercó hacia él e intentó besarle, pero el muchacho se volvió bruscamente y se quitó el abrigo apoyándolo sobre una de las sillas del comedor.

La muchacha se cruzó de brazos, en su rostro apenas fue visible un breve gesto de tristeza, que desapareció fugazmente a los pocos minutos.

-¿Por qué has tardado tanto en venir?- preguntó temerosa, intentando mostrarse relajada.

Ron no contestó, se quitó la bufanda y la colocó de mala manera sobre la silla, algo sulfurado.

Hermione se acercó un poco más extrañada.

-¿Ron?.

Entonces su marido se volvió hacia ella, con semblante furioso y le dirigió una mirada desafiante. Hermione se estremeció ligeramente.

-¿No te ha contado 'mi querida hermanita' los detalles, Hermione?- murmuró con tono irónico y a la vez lleno de ira.

-¿Qué dices, Ron?- fingió Hermione nerviosa, desviando la mirada.

Ron apretó los puños.

-¡Por dios, Herm, no te hagas las tonta, sabes muy bien de lo que hablo.

Hermione se relajó y con temor esperó la reacción de su esposo, sin poder ocultar la verdad.

Suspiró.

-Tenía derecho a saberlo, Ron- se limitó a contestar.

-¿Que tenía derecho!- exclamó Ron molesto- por favor, Herm, no me hagas reír, Harry está así por su culpa.

-No, eso no es verdad- la defendió Hermione.

-¡Sabes que sí!.

-¿Hasta cuando vas a repetirlo, Ron¿no estás cansado de esta situación?- preguntó Hermione desafiante.

-Pues no, no lo estoy- murmuró Ron furioso- ¡Y no descansaré hasta que esa... hasta que Ginny esté fuera de nuestras vidas y de la de Harry!.

Hermione suspiró exasperada y sorprendida al mismo tiempo.

-¡Ron, es tu hermana!.

-Ya no lo es- susurró dándose la vuelta furioso.

Hermione se acercó a él

-Ron, por favor, reacciona, no puedes renegar así de tu hermana por culpa de algo que hizo tu mejor amigo- razonó Hermione.

El pelirrojo se encaró hacia ella, dándose la vuelta, pero Hermione no retrocedió.

-No se trata de lo que Harry hiciera- explicó- si no de lo que ella hizo.

-¿Qué hizo, Ron¿meter a tu amigo en la cárcel, por favor no sigas con lo mismo otra vez- murmuró cansada.

-¿Que qué hizo, yo te diré lo que hizo... Engañó a mi mejor amigo con esa... sucia serpiente mientras Harry estaba en batalla y sólo pensaba en ella, y luego, para colmo, ese asqueroso trató de matar a Harry y porque no tuvo más remedio que defenderse le mató, y ahora él está pudriéndose en Azkaban ¿te parece razón suficiente para que reniegue de ella?.

Hermione se cruzó de brazos de nuevo, con semblante serio y comenzó a hablar de nuevo.

-Sabes que no fue así, Ron.

-¡Claro que fue así!.

-Harry mató a Draco porque estaba cegado por los celos, Draco estaba desarmado...

-No lo repitas...

-Sabes que tengo razón, Ron- murmuró Hermione desafiante.

-¡Cállate¡te digo que no lo repitas!- gritó Ron encarándose a Hermione.

Hermione se quedó lívida, parada delante de Ron, cuando de repente se escuchó un llanto. La niña se había despertado al escuchar los gritos de Ron. Hermione suspiró temblando y miró hacia la cuna, que se encontraba al otro lado del sofá, más cercana a la chimenea.

Ron se separó de ella y se volvió de nuevo dándole la espalda.

-Será mejor que vayas a atender al bebé- murmuró algo más calmado.

Hermione lo miró furiosa.

-Qué gracia que te hayas dado cuenta por fin de que está aquí.

Ron se volvió hacia ella molesto.

-No seas tonta, Hermione, claro que había visto que estaba ahí.

-¿Ah si, pues no lo parece...

Ron frunció el ceño seriamente.

-Será mejor que te calmes y atiendas a la niña.

Ron se dio la vuelta y se alejó caminando de allí, pero algo le retuvo. Escuchó un golpe a su derecha y vio caer los pedazos de un jarrón que momentos antes se encontraba sobre la mesita del salón y que ahora yacía roto en el suelo.

Se volvió para encarar a Hermione, que lo observaba enfurecida.

-¡Casi me das!- se quejó.

Pero Hermione no le escuchó. Comenzó a hablar apresuradamente y estalló en llanto.

-¿Es así como solucionas las cosas, Ron¿dándole la espalda a todo¿hasta cuando Ron¡hasta cuando!.

Ron la miró ceñudo.

-¿Qué estás diciendo...?

-¡Lo sabes perfectamente!- exclamó colérica- ¡No me hablas si no es para reprenderme algo¡no te acercas a la niña¡ya ni me tocas, Ron¡estás dándole la espalda a tu familia!.

-Yo no hago eso...

-¡Claro que sí, lo haces- las lágrimas comenzaron a escapar de entre sus párpados y la muchacha sollozaba a hipaba ligeramente- ¡Y ya estoy harta, Ron¡estoy harta!.

Ron se quedó quieto en medio del recibidor, sin saber qué decir. Y Hermione prosiguió, algo más calmada.

-Estoy cansada... y no creo que pueda seguir mucho más tiempo así.

Ron la miró entonces, con semblante preocupado.

-¿Qué quieres decir?- preguntó.

Sin embargo, la castaña no respondió, cogió a la niña, acunándola en sus brazos e intentando calmarla y se alejó de allí, subiendo las escaleras.

-Hermione- murmuró Ron viéndola pasar a su lado, desapareciendo en el umbral de la escalera- ¡Hermione!.

El joven escuchó la puerta de la habitación cerrándose y a Hermione echando el pestillo, y acto seguido soltó una maldición, descargando toda su rabia contra la pared del recibidor.

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Mientras todo esto sucedía en casa de su cuñada, sin que Ginny fuera consciente de ello, esta se encontraba sentada sobre la cama, en su habitación, aún con el pañuelo arrugado entre sus fríos dedos.

Pero ahora contemplaba con nostalgia una fotografía. En ella podía verse a la familia Weasley, reunida en torno a una pareja de recién casados: Bill Y Fleur.

Allí estaban todos al completo, excepto Percy claro está, quién no se había dignado siquiera a aparecer ese día.

Además de la familia Weasley, en la foto aparecían dos personas que, aunque no estuvieran unidas en parentesco con ellos, habían sido como dos miembros más de esa gran familia: Hermione y Harry.

Harry miraba hacia el fotógrafo sonriente, abrazado a Ron. Hermione se encontraba entre Ron y los gemelos, y ella, Ginny, estaba junto a su madre y a los recién casados, que se encontraban en medio de la fotografía.

Como todas las fotos mágicas, esta se movía a su antojo y, en varias ocasiones, podía verse a los gemelos poniéndole los cuernos a Ron o empujando a su hermanito pequeño.

Mientras que la pelirroja permanecía siempre en la misma posición, sin dejar de mirar a Harry.

Recordaba todo lo ocurrido durante aquella época. Había pasado más o menos un mes desde la ruptura con Harry y aquel día se había tenido que resignar a verlo, sin poder acercarse a él, por más que quisiera.

Habían pasado prácticamente todo el día rehuyéndose y haciendo como que no habían reparado en la presencia del otro.

Ginny apenas había podido soportar aquella situación. Había tenido que tragarse sus sentimientos y sus deseos de correr hacia él y abrazarle, ignorándole como si nunca hubiera ocurrido nada entre ellos.

A veces hacía escapadas para despejarse y salía fuera del comedor donde se celebraba la fiesta.

Y... también... había sido inevitable que una de esas veces, hubiesen coincidido irremediablemente...

En una de aquellas ocasiones en que se sentía sin fuerzas de aguantar mucho más tiempo, viendo a Ron y a Hermione charlando animadamente, llevándose mejor que nunca, a los gemelos gastando bromas pesadas a los invitados y, sobre todo, a Bill y fleur sentados en la mesa principal, junto a los padres de ambos, Ginny decidió que no soportaba allí mucho mas tiempo, sintiéndose irremediablemente fuera de lugar.

Recordaba que se había levantado de la mesa, sin que apenas nadie reparase en ella, y había salido a hurtadillas hacia la puerta del balcón.

Cuando la hubo cerrado, se volvió rápidamente asustada al captar una presencia a su espalda.

Flash Back

-Siento haberte asustado, perdona- susurró Harry volviéndose hacia ella.

Ginny se llevó una mano al pecho y negó con la cabeza, aliviada.

-No te disculpes, es que no esperaba que hubiese nadie aquí...

Harry sonrió tímidamente, cruzando las manos por detrás de la espalda. Ginny se cruzó de brazos cabizbaja.

Se instaló a su alrededor un silencio incómodo, que ninguno de los dos supo cómo romper.

La pelirroja estaba nerviosa, y ni siquiera se atrevía a mirarle. No se había preparado por si alguna vez tendría que quedarse a solas con él, porque sencillamente no se lo esperaba.

Era cierto que le dolía el tener que ignorarle, pero aquel silencio y la incertidumbre de no saber cómo actuaría el muchacho, eran peores aún.

¿La seguiría ignorando al igual que había estado haciendo durante todo el día?

Cuánto había cambiado ahora las cosas... cuando hasta hacía sólo unos meses se encontraban charlando animadamente en los terrenos de Hogwarts, cogidos de la mano, después de su último partido de quidditch.

Una sensación de agobio comenzaba a agolparse en su pecho y aunque hacía lo intentase, ésta no desaparecía.

No podría seguir allí por mucho más tiempo.

-Bueno, siento haberte molestado, será mejor que me vaya- añadió rápidamente dándose la vuelta.

-¡No!- exclamó Harry al momento. La pelirroja se detuvo en seco, sin mirar hacia atrás- No hace falta que te marches, yo ya me iba...

Harry se apresuró a encaminarse hacia la puerta, aunque Ginny aún no había hecho ademán de moverse todavía. Quiso hacerse a un lado, despacio, sin volverse hacia atrás para no mirarlo.

Pero algo, o mejor dicho alguien, frustró aquel sigiloso intento.

La puerta se abrió de golpe y por ella aparecieron los gemelos. Pero Ginny no tuvo tiempo de fijarse mucho en ellos, pues se encontraba cerca de la trayectoria... de la puerta claro está.

Sintió un ligero golpe en la cabeza y se mareó por un momento, cayendo hacia atrás, quedando sentada en el suelo.

-¡Ginny!- exclamó Harry preocupado arrodillándose a su lado.

La muchacha se llevó una mano a la cabeza con gesto dolorido.

-¡Ay, que daño!- se quejó frotándose la frente con la palma de la mano.

Los gemelos se miraron entre sí, con una risita.

-Ops, lo sentimos, hermanita, no te habíamos visto- se disculpó Fred. Llevaba la corbata desecha y la camisa con los faldones por fuera y sujetaba a George, que se encontraba en las mismas condiciones que su gemelo- Veníamos a avisar a Harry de que vamos a elevar por los aires al novio... Si te apuntas.

-Ahora voy- se limitó a decir Harry sin mirarles.

-Ok, colega... – dijo George asintiendo furtivamente con la cabeza- Pero date prisa, la fiesta está en lo mejor.

-Si...

-Antes le hemos echado tarta en la cabeza al pobre Ronnie, ahora está con Hermione en el baño, limpiándose...- les informó Fred con una sonrisita.

-¿No te suena eso un poco raro, Fred?.

-¿El que, George?.

-Pues... Ron y Hermione en el baño... los dos sólos...

Fred pareció meditarlo unos segundos y acto seguido, esbozando un gesto fingido de seriedad, afirmó rápidamente con la cabeza.

-Tienes razón, George, habrá que ir a ver lo que hacen esos dos...

-Estoy de acuerdo contigo- afirmó George con una sonrisita maliciosa.

-Si queréis ser partícipes del espectáculo no dudéis en acudir al baño- les dijo Fred moviendo la mano desde la cabeza hacia delante a modo de despedida y saliendo con George por la puerta, dejando a Harry y Ginny sólos de nuevo.

-Uff, esos dos... -susurró Ginny sulfurada, intentando levantarse.

-Deja que te ayude- dijo Harry adelantándose y agarrando a Ginny por el brazo.

La pelirroja se apoyó en él y se levantó del suelo, todavía algo mareada, con los ojos cerrados.

-¿Te encuentras bien?- preguntó el joven preocupado.

Ginny asintió con la cabeza.

-No es nada, tranquilo.

La pelirroja abrió los ojos y de repente se percató de que se encontraba muy cerca del muchacho... demasiado cerca.

Se apartó bruscamente de él y bajó la cabeza tímidamente. Harry miró hacia otro lado.

-Lo siento- susurró avergonzado.

Ginny negó con la cabeza.

-No tienes de qué disculparte.

Harry la miró frunciendo el ceño algo afligido y suspiró.

-Oye, no quería crear ninguna situación incómoda viniendo aquí, así que será mejor que me vaya, puedes quedarte aquí si quieres, no pretendo molestarte.

-¡No, no me molestas, Harry, es sólo que...

Harry la miró dubitativo.

-¿Qué?.

-Pues... que no se cómo debería reaccionar ante ti, y no se como comportarme, y no puedo seguir ignorándote como hasta ahora...- se explicó Ginny nerviosa.

Harry permaneció callado un momento y finalmente añadió.

-A mi me pasa lo mismo- y siguió diciendo para sorpresa de la muchacha- pero tú parecías actuar tan bien, como si nada hubiera pasado que... me ponía más nervioso todavía.

Ginny sonrió nerviosa.

-A mi también me dabas esa impresión.

De repente se miraron a los ojos y ambos rieron.

-Qué absurdo¿no?- dijo el moreno sonriendo.

-Bastante la verdad...

De repente se escucharon unos gritos masculinos dentro del comedor y entre todos ellos pudo distinguirse la voz chillona y enfurecida de Ron, y varias carcajadas.

-Parece que los gemelos ya han hecho de las suyas- dijo Ginny intentando mostrase natural. Se acercó a la puerta despacio y se volvió hacia él- ¿Vienes a verlo?.

Harry miró hacia el comedor y después a Ginny y negó cabizbajo.

-En realidad pensaba entrar a despedirme antes de que llegaras- murmuró- me voy ya.

El corazón de la pelirroja se encogió dolorosamente al escuchar aquellas palabras.

No había pensado en todo el día en la posibilidad de que quizá aquella sería la última vez que lo vería, y ahora se le antojaba tan repentina y tan abrumadora su despedida que le dolía profundamente con sólo pensarlo.

-¿T-Tan pronto?- preguntó sonriendo falsamente, intentando ocultar su preocupación, mostrándose todo lo natural que podía.

-Sí... la verdad es que tengo varias cosas que hacer...

La pelirroja asintió comprensiva.

-¿Tiene que ver con Voldemort, no es así?.

El muchacho asintió.

-Bien pues entonces- siguió decidida- ten cuidado, por favor.

Harry asintió agradecido, y Ginny se dio la vuelta, resignada.

Sentía la angustia acumulándose poco a poco en su pecho, y las lágrimas luchando por escapar de entre sus párpados y trató de contenerse.

Cuando hubo alcanzado la puerta y asió el pomo con fuerza tirando de ella, sintió que se le nublaba la vista y que una lágrima se escapaba irremediablemente descendiendo a través de su mejilla.

Le era casi imposible contener más aquella angustia y deseaba correr lejos de allí y llorar en un lugar en el que nadie pudiese escucharla. Dónde poder liberarse de aquel sentimiento para siempre.

Estuvo tentada de hacerlo, pero de repente, algo la retuvo.

Sintió unos brazos rodeándole la cintura, el tacto caliente de otro cuerpo a su espalda, y el aliento frío de una persona rozando su oreja.

Se quedó parada en el sitio, sin moverse.

-Ya se lo que dije, y se lo que hice, Ginny- comenzó a decir Harry con voz apagada- pero déjame quedarme así solamente un momento, por favor.

Ginny no se movió. Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, pero ella seguía ahí, con los ojos abiertos y con el rostro serio. Finalmente cerró los ojos con fuerza y, cogiendo el brazo de Harry con una mano, se quedó allí, disfrutando de aquel momento, hasta que terminase...

Pudieron pasar varias horas, varios minutos o incluso segundos... No podía haber dicho con certeza cuanto tiempo permanecieron así, abrazados.

Pero para los dos, aquel tiempo no había sido suficiente... Se separaron antes de lo que ambos hubiesen deseado.

Después el muchacho se soltó bruscamente de Ginny y, sin volver la vista a atrás, se acercó rápidamente a la puerta y desapareció tras ella.

Ginny permaneció allí unos segundos de pie, y después se acercó hacia la barandilla del balcón y se asomó a través de él.

La figura de Harry, envuelta en una gruesa capa de viaje, se deslizaba rápidamente entre las oscuras sombras de la noche, alejándose del lugar.

La pelirroja se sentó, contemplando al muchacho hasta que desapareció finalmente en la distancia.

Se llevó la mano al pecho y observó la luna llena, que se alzaba esa noche poderosa y brillante en el cielo estrellado.

-Pase lo que pase, nunca te abandonaré, Harry, te lo prometo...

Fin del Flash Back

"Nunca te abandonaré, Harry, te lo prometo..."

Esas palabras pasaban fugazmente por la mente de la pelirroja a medida que dejaba la fotografía en la mesita, en el mismo lugar en que la había encontrado.

Al sacar la mano, entonces, topó con algo. El espejo que, según tenía entendido, había utilizado Sirius y el padre de Harry se encontraba allí, arreglado. Hacía mucho tiempo que lo había encontrado en el baúl de Harry, cuando se quedó con todas sus pertenencias después de que el muchacho fuese llevado a la cárcel. Y a su lado estaba la pareja...

"Sirius"- se dijo a sí misma- "Él consiguió escapar".

Si sólo Harry hubiera tenido la oportunidad de hacerlo, pero en la situación en la que se encontraba le era prácticamente imposible.

Y, aunque por más que lo pensaba era incapaz de creerlo, después de un tiempo no estaría ni siquiera para acordarse de dónde se encontraba y lo que hacía allí.

La pelirroja apretó la mano con fuerza, llena de rabia y por su mente pasaron una y otra vez las palabras que tanto tiempo antes había pronunciado.

"Nunca te abandonaré, Harry, te lo prometo..."

Ginny cerró los ojos con fuerza y apretó su mano aún con más fuerza.

"Nunca te abandonaré, Harry, te lo prometo..."

"Nunca te abandonaré, Harry, te lo prometo..."

Permaneció así unos momentos hasta darse cuenta de que esas mismas palabras escapaban una y otra vez de su boca... sin poder evitarlo...

-Nunca te abandonaré, Harry, te lo prometo...

Y ahora tampoco pensaba hacerlo...

Fin del capítulo