Wola, vengo a ustedes con este fic, porque adoro al fantasma de la opera y esta idea se me vino a la cabeza, espero que les guste.

Cáp. 9 En la Guarida del Fantasma.

"¿Me ama, a ver ¿me ama, porque eso dijo ¿no, estoy muy confundido, Elizabeth ¿ME AMA, pero ¿por qué, tal vez la pobre esta confundida, no puede amarme, NO PUEDE, pronto se dará cuenta de que a quien ama es al vizconde ese"

Erik reflexiona un segundo:

"No la verdad es que por alguna razón no quiero que Elizabeth se enamore de ese tipo, creo que al decirme sus sentimientos los míos ya se confundieron, porque yo la quiero, si, pero como amiga ¿o no, claro que si, porque a la que amo es a Christine y a nadie más que a Christine, como dije, ella lo vale todo y si es necesario que durante la realización de Don Juan Triunfante la tenga que volver a hipnotizar, así lo haré"

"Nadie me ganara, ella será mía y ese idiota del vizconde morirá, de eso me encargó yo, ya que si no muere al tratar de salvar a Christine al perderse o ahogarse en los pasadizos del alcantarillado, entonces…"

Erik fue a su órgano y de un compartimiento secreto abajo del teclado sacó un revólver.

"Con esto morirá, yo mismo tirare del gatillo y ese será el final del vizconde ese, morirá viendo como Christine se queda aquí por siempre conmigo y en cuanto a Elizabeth, pues espero que nunca más la tenga que ver, o sino no sabría que hacer"

Mientras tanto…

"Soy una idiota, debería de golpearme a mí misma, ¿como le pude haber dicho que lo amo, bueno es que es la verdad y él me provoco. Pero soy una idiota, no tengo más remedio, tengo que irme"

Pensaba Elizabeth mientras tomaba su maleta. Y mientras ella pensaba todo esto, Raoul estaba en otras cosas:

"Tenemos que efectuar la obra del fantasma, es la única forma en que lo atraparemos, no me gusta la idea de tener que arriesgar la vida de Christine, pero es necesario, solo con ella haremos que venga, él es demasiado listo como para engañarlo, y eso me preocupa más".

"Quisiera tener aquí a Elizabeth para ayudarme, pero lo que paso hoy me dejo completamente confundido, Elizabeth conoce al fantasma, eso ya lo se, pero ¿por qué no me lo dijo? Con eso pudimos tener más información para arrestarlo, ya hablare con ella después".

Ya como dos horas después, nuevamente en la morada de Erik:

"Ya lo tengo todo, el vizconde ese producirá mi obra para tratar de atraparte, pero soy más listo que él y me las arreglare para llevarme conmigo a Christine".

En eso escucho que alguien abría la puerta y al voltearse observo que quien estaba en la puerta era Elizabeth.

- Elizabeth -

- Hola Erik -

- ¿Qué haces aquí? -

Lo último que Erik quería era el tener que verla, no quería que nada en sus planes fracasara y para ello tenía que sacrificar todo lazo que lo unía a Elizabeth.

- Vine a pedirte por última vez que cedas en tu decisión de ir tras Christine, por favor Erik, por favor… -

- Lo siento, pero lo que pides es algo que no pienso hacer -

- Por favor, no quiero que nada malo te pase por un amor que no tiene futuro -

Erik se estaba poniendo impaciente, lo que planeaba era el tener una charla con Elizabeth pidiéndole que nunca más le fuera a ver, que se olvidara de él, pero el meter su amor por Christine hizo que se olvidara de esa idea.

- Bueno y ¿a ti quien te pregunto si mi amor por Christine tiene futuro o no, tú no entiendes nada, ella será mía sin importar lo que tenga que hacer, sin importar si mato a ese vizconde -

- NO, por favor, no le hagas daño, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir – los ojos de Elizabeth se estaban llenando de lágrimas.

- Yo hago lo que se me da la gana, y además creedme que si mato al vizconde, será una acción de la que nunca me arrepentiría -

- ¿Tanto odio le tienes a Raoul? -

- Claro que si, por él Christine me esta apartando de ella, por él Christine se fugo con él, por él CHIRISTINE NO ME AMA -

- SI CHRISTINE NO TE AMA NO ES CULPA DE RAOUL, ES SOLO PRUEBA DE QUE ELLA JAMÁS SE VA A FIJAR EN TI -

Mientras Erik trataba de estar calmado, Elizabeth trataba de no llorar.

- No entiendes nada, antes de que ese Raoul DeChagny apareciera, todo estaba bien, Christine acudía a mí con frecuencia, lo único que quería era escucharme, pero desde que él llegó todo se vino abajo -

- No es cierto – Elizabeth ya no lo soporto y empezó a llorar – ella acudía a ti por creer que eras el Ángel de la Música, porque te aseguro que si ella hubiera sabido desde un principio quien eras jamás te habría buscado -

- CÁLLATE, CÁLLATE DE UNA VEZ –

- NO, NO ME VOY A CALLAR PORQUE ES LA VERDAD, el que no la quieras escuchar no cambia nada -

- ¿Sabes qué, será mejor que te vayas, no te quiero volver a ver en lo que me queda de vida -

- Por favor Erik… -

- NO, nada de por favor, TE LÁRGAS DE AQUÍ Y MÁS TE VALE EL QUE NUNCA VUELVAS -

Elizabeth no se asusto ni se movió a pesar de las palabras de Erik, seguía ahí parada llorando y al ver que Erik le iba a volver a gritar, rápidamente se fue a la salida, pero antes dijo:

- Solo espero, que no te arrepientas de esto y de lo que estoy segura que harás - y se fue.

Una vez que ya estaba seguro de que ella se fue, Erik rompió y aventó todo lo que tenía a la mano, estaba furioso y necesitaba desquitarse, ya una vez que estaba más o menos tranquilo dijo:

- Solo espero que nunca más tenga que escuchar nada de ella mientras viva -

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Christine estaba con Raoul y confesaba que tenía miedo y que no quería tener que arriesgar su vida, pero que sabía que era necesario, que Erik antes era su sueño por ser el Ángel de la Música, pero que ahora se volvió su peor pesadilla, Raoul la abrazó tratando de trasmitirle tranquilidad, pero ¿como hacerlo? si él también se estaba muriendo del miedo de lo que pudiera pasar, miedo lo que le pudiera pasar a Christine.

Ya era de noche, ya era el gran momento y Erik se estaba preparando, ya tenía todo listo para poder dejar caer el gran candelabro del teatro sobre todo aquel que fuera a ver la ópera, pero más que nadie, sobre cierto vizconde que le provocaba celos.

Y mientras en el teatro se forma todo un alboroto, en una casa que esta enfrente de este, en la cual en una de sus habitaciones se encontraba Elizabeth lista a irse, miro por última vez hacía el teatro, con su mano izquierda tomo su maleta y con la derecha dejo una carta a sus padres sobre una mesita, pero al dejar la carta se fijo que debajo de la mesita había algo que brillaba, y se agacho para ver que era.

Su sorpresa fue enorme al ver que lo que brillaba era un dije de plata en forma de corazón, que iba colgando de una cuerda de terciopelo negro y entonces recordó de donde sacó ese collar.

FLASH BACK

Ha pasado ya un mes y medio desde que Elizabeth se volvió la mejor amiga de Erik, aún Christine y Raoul no regresaban, pero eso ya no era algo tan molesto para Erik, pues tenía a alguien con quien platicar su dolor.

Era de noche y como ya era costumbre, Elizabeth se fue a ver a Erik y este la recibió con una sonrisa y una cajita en forma rectangular de color rojo con un moñito plateado.

- ¿Qué es eso Erik? -

- Un regalo -

- ¿Para quién? -

- Para ti -

- Para mí, pero ¿por qué? -

Erik abrió la cajita y sacó el collar de esta, fue a posarse detrás de Elizabeth para ponerle el collar.

- Porque por un mes y medio tú has sido como mi bote salvavidas durante este tiempo en el que Christine se fue, pero se que volverá y querrá estar conmigo, tú has estado aquí conmigo a pesar de todo lo que dicen de mí, eres mi amiga y te lo agradezco – dijo Erik ya mirando a Elizabeth a los ojos.

- No es nada, a mí me gustar estar contigo, no era necesario un regalo por hacer algo que me agrada -

- Por favor, consérvalo -

- Esta bien – dijo Elizabeth viendo y tocando el dije, y luego miro a Erik a los ojos – gracias -

- Al contrario, yo te agradezco a ti -

- Te prometo Erik, no dejare que nunca nadie más te lastime y que nunca te abandonare pase lo que pase -

FIN FLASH BACK.

Esa promesa sonó una y otra vez en la cabeza de Elizabeth como si se tratara de un eco, soltó rápidamente su maleta y se fue corriendo al teatro.

Iniciaba la música de la obra de Don Juan Triunfante y era hora de que Erik cambiara de lugar con Piangi, una vez que este terminara con la primera parte de la obra y se apartara del escenario Erik saltó sobre él mientras colocaba su lazo mágico en el cuello de Piangi hasta estrangularlo.

Salió de su escondite, listo para cumplir su cometido, "llevarse a Christine con él" estaba dispuesto a hacerlo, no tenía ningún motivo por el cual detenerse, dijo un verso breve y al ver a Christine ahí arrodillada con una rosa entre las manos, se le hizo la escena más tierna del mundo.

Pero algo lo hizo detenerse, en vez de ver a una mujer de tez blanca con el pelo suelto, rizado y con una rosa de adorno, vio a una mujer de tez morena, con el cabello lacio peinado en una coleta con un broche en forma de rosa para sostenerlo, ya no era Christine, era ELIZABETH.

Erik sacudió su cabeza y comenzó con sus líneas:

No te asombres, si buscando has venido aquí, un anhelo secreto que no sabe nadie... Nadie... Se han unido
mi ansiedad con la tuya, ¡sí! Y tu mente obediente sucumbe a mí.

Más bien parecía que la mente obediente era la de Erik, obediente a seguir recordando a Elizabeth, porque otra vez no veía Christine, sino a Elizabeth.

Y hasta tu inmensa defensa sucumbe a mí; tu alma se rinde a mí, no hay elección, tú lo sabes... Lo sabes...

Termino esa parte, y entonces Christine se ponía de pie, pero otra vez, no era Christine, sino Elizabeth.

Pasa el punto más crucial, no habrá retorno; el tiempo de fingir pasó también.

El tiempo de fingir paso también, pues parece que la mente y corazón de Erik se tomaron a pecho eso, pues ya no decían que querían a Christine, sino a Elizabeth y eso se demostró viéndola una vez más.

Al llegar hasta el final no te resistas, No pienses, tocarás tus sueños, ¡ven! ¿Qué fuego habrá en tu corazón? ¿y qué deseo, y qué emoción? ¿Qué fuerza encierra la pasión? ¡Ah! Pasa el punto más crucial,
la puerta de oro que está ocultando el fruto del edén, y descubriéndolo, ¡sé a quién!

Hasta que Erik terminó su parte, ya no volvió a ver a Elizabeth en lugar de Christine y creyó que ya se estaban aclarando sus sentimientos, que otra vez quería a Christine, pero…

No te asombres si el temblor me obligó a callar, si es la prueba que esperas, la espero yo antes... Antes...

Erik por un momento desvió la mirada de Christine para ver como Raoul DeChagny los observaba desde el palco 5, nuevamente bajo la vista, y otra vez veía a Elizabeth vestida como Aminta (nombre del personaje de Christine en Don Juan).

He venido como una ola que mueve el mar. En mi mente ya vi nuestros cuerpos callados y unidos con fuego en el aire. Ya estás conmigo tú, y la atracción es tan grande... Tan grande...

Erik se sentí enloquecer, ya no aguantaba ver por momentos a Christine y luego a Elizabeth, durante las palabras y la atracción es tan grande... Tan grande... la volvió a ver, como si quisiera que Elizabeth le dijera eso de verdad.

Paso el punto más crucial, ya no hay retorno, el tiempo de sentir por fin llegó. Ya no existe el bien y el mal, el mundo es nuestro, ahora unidos siempre tú y yo. ¿Cuándo esta flor podrá crecer? No puede arder la sangre aún, ¿no habrá placer que nos consuma?

Cuando comenzó a acercarse a las escaleras ya volvía a ver a Christine, mientras subía trataba de calmarse, tenía que aclarar su mente si quería que todo saliera como él quería, pero creo que Erik jamás escucho "No todo sale como uno lo planea" seguía viendo a Elizabeth cuando se acercaba a Christine, pero la dejo de ver en un lapso rápido, era el momento de la verdad la hora de confesar, ahí estaba Christine, la veía claramente ¿Qué podría salir mal, pues lo que viene a continuación.

Cuando Elizabeth consiguió llegar y entrar sin que los guardias la siguieran molestando, fue directamente a ver que pasaba, lo que vio la dejo asombrada, estaban Erik y Christine cantando a la vez mientras se acercaban mutuamente en un puente.

"Paso el punto más crucial, ya no hay retorno, no hay vuelta atrás, no hay puente que salvar... después del punto más crucial..." era lo que cantaban ellos dos.

De ahí se abrazaron y todos se quedaron en completo silencio, tanto Raoul como Elizabeth querían llorar, no aguantaban verlos a ellos dos abrazados.

Dime que compartirás mi vida, (Comenzó a cantar Erik, muy bajo, tan bajo que solo Christine lo escuchaba) dime que me libras de esta cruz. Di que me amas, estaré contigo... (Ya nada podría salir mal, era el gran momento, pero lo siguiente le sorprendió tanto a él como a Christine) ¡Déjame aprender a ver la luz! ¡Elizabeth! ¡Tan sólo hazlo...!

Pero eso si, eso no detuvo a Christine para arrancarle la mascara y hacer que todo el mundo comenzara a gritar.

Todos gritaban, se escuchaban las exclamaciones de los hombres y los chillidos de las mujeres, todo era un caos, Erik se sentía indefenso ante Christine sin máscara y más aún porque no grito su nombre sino el de Elizabeth. Pero eso no importo, mientras se oían los gritos Erik volteo y vio que la policía se quería acercar a ellos así que rompió la cuerda que era lo único que lograba sostener al candelabro y luego escapo con Christine.

Con horror todos vieron al candelabro colgándose y balanceándose de un lado al otro hasta irse a estrellar contra el escenario, se hicieron grandes llamas y todos corrían a las salidas más cercanas, había gente que por escapar tropezaba y caía.

- ESTAMOS ARRUINADOS ANDRE ARRUINADOS – gritó Firmin desde su palco.

Mientras que Raoul bajaba del suyo con ayuda de las cortinas, un nuevo gritó se escucho, fue de la Carlotta que encontró a Piangi muerto.

Raoul fue corriendo a buscar a Madame Giry para que llevara hacía el fantasma, mientras que Elizabeth al tratar de evitar que la gente la siguiera empujando vio a su primo correr con Madame Giry "lo llevara por el pasadizo del alcantarillado" pensó Elizabeth, "yo también he de ir, pero por otro camino" y así fue como se fue corriendo a la habitación de Christine.

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Raoul iba con cuidado por el camino que le enseño Madame Giry, hasta que tropezó con una trampa de la cual con agilidad y suerte pudo salvarse, tenía que apurarse o sino… quien sabe que era lo que podría pasar, estaba empapado pero no importaba, solo pensaba "Por favor que no le haga daño a Christine, o no me lo perdonare nunca".

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Pero verdaderamente no había que preocuparse, ahora Christine estaba con Erik reclamándole el que la haya secuestrado y Erik admiraba el anillo que quería que Christine usara.

Christine le quería explicar que sin importar lo que hiciera, ella no le iba a querer.

- Erik, entiende no te quiero, punto final -

- NO, no es cierto, me querrás lo se, ya veras que cuando nos casemos me querrás con el tiempo, aprenderás a amarme -

- Eso no pasara, entiende, además parece que tú ya no me amas como dices-

- ¿De qué hablas? -

- Pues creo que estas enamorado de Elizabeth, ya que gritaste su nombre en el escenario -

Erik no sabía que decir, para él también era una sorpresa lo que dijo, esperaba gritar el nombre de Christine pero no, terminó gritando el de Elizabeth ¿qué pasaba, se preguntaba, ¿por qué ahora sus sentimientos eran traicioneros? Pero para cuando quería hablar escucho pasos y al ver hacía la entrada ahí parado y empapado estaba Raoul DeChagny.

- Vaya, vaya miren quien llegó, pero si el fastidioso y entrometido Raoul DeChagny -

- DEJALA IR MOUNSTRUO -

- ¿Y si no quiero, además que harás para que la suelte, ella se quedara aquí conmigo quieras o no -

Raoul quería terminar con todo eso, mientras que Elizabeth estaba a la habitación de Christine y entró al espejo, pero no fue hacía donde estaba la barca, o no, sino que antes de llagar al lago corrió hacía el lado derecho, era otro pasadizo, poco usado pero al final un pasadizo, llevaba directamente hacía el cuarto que Erik le hizo a Christine, Elizabeth corría mientras rogaba por no llegar tarde.

- Por favor Erik déjame ir, por favor - rogaba Christine, mientras que sin darse cuenta con sus palabras, Erik recordaba otra vez a Elizabeth, pero se concentró.

- NO, tú te quedaras aquí conmigo -

- La condenaría a ella y a usted mismo a una vida miserable – decía Raoul.

- AH y con usted no sería miserable ¿no es así, pues bien – Erik corrió hacía la palanca que daba acceso a su morada para que Raoul entrara – usted y yo terminaremos esto de una vez por todas, Christine tú eres la única que elige -

Christine creía que Erik ya estaba totalmente loco ¿cómo la ponía a elegir si sabía que siempre elegiría a Raoul, pero ¿y si ese era el truco, que tal si Erik mataba a Raoul por elegirlo, ya no sabía que pensar, todo era confuso.

- ES TU DECISIÓN – le gritó Erik.

Esto provoco que Christine por millonésima vez sintiera pena por Erik, al ver sus ojos veía claramente que a pesar de que mostraban rabia, odio y desesperación, solo era una demostración falsa, al verlos fijamente se veía tristeza, soledad y angustia.

Mísero, trágico ángel, cuan grande sea tu aflicción, óyeme, tú no estás solo, nuestra es tu canción.

Cantó Christine mientras se acercaba lentamente a Erik, con la esperanza de que con eso entendiera.

Al acercarse lo beso, lo beso de una manera tranquila y lenta, Erik estaba asombrado y a la vez asustado, lo estaba besando, LO ESTABA BESANDO y él no lo estaba disfrutando, no gozaba el sentir los labios de Christine sobre los suyos como siempre pensó que sentiría, no se sentía bien al estar besándola, como si eso fuera un pecado mortal.

Pero mientras él pensaba eso, Elizabeth logro llegar y al salir del pasadizo su sorpresa fue mayúscula al ver a Erik besar a Christine, mil emociones pasaban por su ser, desde la tristeza más amarga hasta el dolor más profundo.

Vio a Christine separarse de Erik mientras que lo miraba a los ojos, Erik tenía los ojos inundados en lágrimas, sus peores miedos se cumplían, ya no quería a Christine, ya no la amaba, pero eso no lo aceptaba, para él eso no tenía sentido y lo único que supo era que todo era culpa de Raoul, lo miro fijamente que estaba en un estado similar al de Elizabeth.

En ese momento se dio cuenta de que ella también estaba ahí.

- Elizabeth -

Raoul y Christine la vieron y ya no sabían que era lo que pesaría ahora.

- Erik -

- Te dije que nunca volvieras aquí -

- Lo se, pero tenía que venir -

- Ah tenías que venir ¿y para qué? ¿PARA VER COMO CHRISTINE ME DEMUESTRA QUE NO AMA, QUE SIN IMPORTAR MIS ESFUERZOS ELLA JAMÁS APRENDERA A AMARME…? -

- ¿Aprender? – lo interrumpió Christine – pero Erik, el amor se siente no se aprende – Erik recordó como Elizabeth le dijo lo mismo en el cementerio – y lamento decírtelo, pero amo a Raoul y siempre lo voy a amar pase lo que pase -


- Sin importar lo que digas, el vizconde se tiene que ir – y entonces de entre sus ropas sacó su revólver apuntando hacía Raoul.

- NO ERIK POR FAVOR NO – gritó Christine, pero fue demasiado tarde, Erik tiro del gatillo.

- NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO -

Notas de la Autora: bueno este el fin de este capitulo y es el más largo del fic, por favor mándenme sus reviews para saber que opinas, y que opinen que fue lo que paso en realidad ¿de verdad murió Raoul? ¿Erik ya dejara de ser obstinado y se dará cuenta de sus verdaderos sentimientos, ¿quién dio el último grito? todo esto y mucho más en el próximo Cáp. Que prometo subir tan rápido como pueda, cuídense BYE.