Hola a todos! Disculpen que no haya subido el lunes pero se me olvidó que era LUNES y que tenía que subir el capítulo por eso lo hago el martes, espero que disfruten de este también.

Gracias por todos sus comentarios son muy importantes para mí, ya saben comentarios, críticas, jitomatazos, un review.

Besos y saludos.


Capítulo dos

El almuerzo resultó justamente como Sakura se había imaginado que sería.

Pesado. Aburrido.

No demasiado insoportable. La comida era bastante buena, después de todo. Pero definitivamente aburrido.

Llenó su plato de jamón y chocolate (apenas podía creer que su madre lo hubiera servido a la vez, y sencillamente, tuvo que servirse una porción de cada en honor al vizconde) y encontró una silla en la esquina, donde esperaba que nadie la molestaría.

Y nadie lo hizo, por lo menos, hasta el final, cuando Rika se deslizo en la silla contigua a la suya.

"Necesito hablar contigo," dijo Rika en un áspero susurro.

Sakura miro hacia la derecha y luego hacia la izquierda, intentando discernir por qué Rika sentía la necesidad de anunciárselo."Entonces habla," dijo.

"Aquí no. En privado."

Sakura masticó el ultimo trozo de bizcocho de chocolate y tragó.

"Te será difícil encontrar un lugar más privado," le comentó.

Rika la miró visiblemente molesta. "Espérame en tu habitación en cinco minutos."

Sakura echo un vistazo hacia los invitados con expresión dudosa. "¿Realmente piensas que vas a poder escapar de aquí en cinco minutos? Mamá parece como si se estuviera felicitando a si misma, y dudo que te permita..."

"Estaré allí," le aseguro Rika. "Créeme. Vete ahora, no sea que alguien nos vea marcharnos juntas."

Eso era más de lo que Sakura podía dejar pasar sin un comentario. "Verdaderamente Rika," dijo, "somos hermanas. Dudo mucho que alguien comente nada si salimos juntas de la habitación."

"Da igual," dijo Rika.

Sakura decidió no preguntar por qué daba igual.

Rika tendía a asumir cierto aire de teatral dramatismo cuando se le metía en la cabeza que estaba hablando de algo importante, y Sakura hacia tiempo que había decidido que era mejor no preguntarle por sus enrevesados pensamientos. "Muy bien," le dijo, depositando su plato en la silla vacía que había al otro lado. "Allí estaré."

"Bien," dijo Rika, mirando furtivamente alrededor. "Y ni una palabra a nadie."

"¡Por el amor del cielo," murmuró Sakura cuando pensó que Rika ya no podía oírla. "¿A quién se lo voy a decir?"


"¡Oh, Milord!", dijo Sakura con voz parecida a un graznido. "¡Qué sorpresa encontrarlo aquí!."

Shao echó un lento vistazo alrededor del vestíbulo. ¿No acababa de despedirse de ella, justo allí, hacía apenas una hora? "Es una extraña coincidencia," se sintió obligado a admitir.

"Er, sí," contestó ella, "pero como hasta ahora nuestros caminos no se habían cruzado dos veces en un día, parece una coincidencia extraordinaria."

"En efecto," dijo, aunque pensó que no era extraordinario en absoluto. Entonces hizo un ademán hacia la mujer que se encontraba a su lado. "Permítame presentarle a mi hermana, Lady Blackwood+ Fanren, la señorita Kinomoto. Es la hermana menor de Rika," le explicó a Fanren.

+Recuerden que ya está casada.

"Ya hemos sido presentadas," le contesto Fanren con una amable sonrisa, "aunque nunca hemos tenido la oportunidad de intercambiar unas palabras, con excepción de los saludos de rigor."

"Estoy encantada de ampliar nuestra relación, Lady Blackwood, "dijo Sakura.

"Por favor, llámame Fanren. Seremos hermanas en sólo unos pocos días."

Ella asintió. "Entonces, yo soy Sakura."

"Encontré a Sakura esta mañana temprano," dijo Shao, no muy seguro de por qué ofrecía esa información.

"¿No conocías a la hermana de Rika anteriormente?" preguntó Fanren sorprendida.

"Sí, por supuesto," dijo él. "Sólo he dicho que me tropecé con ella afuera"

"Me había torcido el tobillo," dijo Sakura. "Fue una ayuda providencial."

"¿Cómo está su tobillo?" pregunto Shao. "No debería caminar."

"No lo hago. Yo..."

"¿Cojea?"

Ella le dirigió una sonrisa culpable. "Sí."

"La encontré afuera, en los campos," dijo Shao, dirigiendo su explicación a su hermana, pero sin mirar realmente hacia ella. "Estaba escapando de la muchedumbre".

"Igual que yo," intercalo Sakura. "Pero yo había salido a caminar".

"Uno de los mozos le dio su yegua a una huésped," aclaró Shao. "¿Puedes creerlo?"

"Mi madre le había dado permiso para hacerlo," explico Sakura haciendo girar sus ojos.

"Aun así."

Sakura asintió conforme. "Aun así."

Fanren los interrumpió a ambos. "¿Os dais cuenta de que os finalizáis las frases el uno al otro?"

"No, no lo hacemos," dijo Sakura, justo cuando Shao iba a contestar desdeñosamente. "Sería absurdo. Sólo hablamos un poco rápido".

"Sin hacerte caso," intercaló Shao.

"Pero no nos finalizamos las frases," añadió Sakura.

"Bien, pues acabáis de hacerlo de nuevo," dijo Fanren.

Sakura le respondió únicamente poniendo los ojos en blanco. "Estoy segura de que se equivoca," murmuró.

"Pues yo estoy segura de que no," replico Fanren, que la oyó. "Pero es muy significativo."

Un incomodo silencio descendió sobre el grupo, hasta que Sakura carraspeó y dijo. "Tengo que irme, me temo. Tengo que encontrarme con Rika en mi habitación."

"Preséntele mis respetos," dijo Shao, suavemente, preguntándose porque ella había hecho una mueca cuando les dijo que se iba a encontrar con Rika.

"Lo haré," dijo ella, y sus mejillas se tornaron levemente sonrojadas.

Shao arrugó la frente perdido en sus pensamientos. ¿Estaba Sakura mintiendo acerca de ir arriba a encontrarse con Rika? Y si no mentía¿Por qué se había sonrojado¿Qué secreto podía poseer ella que posiblemente lo afectara?

"Tenga cuidado con el tobillo," le dijo. "Puede que debiera apoyarlo en alto cuando llegue a su habitación."

"Una idea excelente," dijo ella, asintiendo con la cabeza. "Gracias."

Y con esto, torció la esquina y desapareció de su vista.

"Bien, esto ha sido interesante," dijo Fanren, cuando Sakura estaba obviamente fuera de su vista.

"¿Qué ha sido interesante?" pregunto Shao.

"Esto. Ella. Sakura."

Shao la miró fijamente sin comprender. "Sólo hablo inglés, Fanren."

Ella movió la cabeza en dirección por donde Sakura había desaparecido. "Ella es con quien deberías casarte."

"¡Oh, Dios! Fanren no empieces."

"No empiezo. Sólo he dicho..."

"No quiero saber lo que has dicho," la interrumpió bruscamente.

Ella le echó un vistazo y luego miró furtivamente alrededor. "No podemos hablar aquí," le dijo.

"No vamos a hablar en ningún sitio."

"Sí lo vamos a hacer," replicó ella, tirando de él hacia una salita próxima. Después de cerrar la puerta, dirigió hacia él toda la fuerza de su preocupación fraternal. "Shao, tienes que escucharme. No puedes casarte con Rika Kinomoto. Ella no es adecuada para ti."

"Rika es perfectamente aceptable," le contestó cortantemente.

"¿Oyes lo que estás diciendo?", estalló ella. "¿Perfectamente aceptable? Tu no quieres casarte con alguien perfectamente aceptable, Shao. Tu quieres casarte con alguien que haga que tu corazón cante, alguien que haga que sonrías cuando ella entre en una habitación. Créeme. Te conozco."

Shao lo sabía. Fanren y su marido se amaban el uno al otro con una devoción tan fiera, que hacía que le dieran nauseas cuando los contemplaba, pero de alguna manera, Shao siempre había esperado encontrar la misma pasión y bienestar.

Hasta ahora, cuando estaba empezando a sentirse - buen Dios - celoso de ellos.

Lo cual, por supuesto, sólo sirvió para ponerlo de un terrible mal humor.

"Shao," insistió Fanren¿me escuchas?"

"Muy bien, entonces," le respondió bruscamente, incapaz de evitar que su asqueroso mal humor se descargara sobre su hermana. "Dime cómo voy a conseguirlo. ¿Se supone que debo romper el compromiso tres días antes de la boda?"

Fanren no le contestó, aunque sus ojos centellearon; Shao no estaba loco. El cerebro de su hermana estaba trabajando tan rápido que estaba sorprendido de no ver vapor saliendo de sus oídos. Si había una forma de romper el compromiso tres días antes de la boda, Shao estaba seguro que de Fanren la encontraría.

Ella permaneció en silencio tanto rato, que Shao pensó que por el momento la conversación había terminado. "Si eso era todo, entonces...," dijo, caminando hacia la puerta.

"¡Espera!"

Dejo escapar un cansado gemido. Realmente había sido esperar demasiado.

"¿Te das cuenta de lo que has dicho?", le preguntó Fanren poniendo su mano sobre su brazo.

"No," contesto escuetamente, esperando que finalmente ése fuera el fin de la conversación.

"Me has preguntado como podrías escapar de tu matrimonio. ¿Sabes lo que eso significa?

Significa que quieres escapar de él," terminó ella, sonriendo demasiado satisfecha, en opinión de Shao.

"No significa nada, al fin y al cabo," contestó él con brusquedad. "No todos podemos ser tan afortunados de casarnos por amor, Fanren. Tengo casi treinta años. Si no me he enamorado ya, es que no va a suceder. Y no me estoy haciendo más joven."

"Tampoco tienes un pie en la tumba," se burló ella.

"Voy a casarme dentro de tres días, " dijo él en tono bajo. "Tendrás que acostumbrarte a la idea."

"¿Realmente la tierra lo merece?" preguntó Fanren, su suave tono de voz fue más poderoso que cualquier grito que le hubiese dirigido jamás. "Veinte acres, Shao. Veinte acres a cambio de tu vida."

"Voy a fingir que no has dicho eso," le respondió envaradamente.

"No intentes engañarte pensando que esto es algo más que el más mercenario de los propósitos", le dijo Fanren.

"Y si lo fuera," le contesto Shao, "¿sería diferente de la mayoría de nuestra clase?"

"No," accedió ella, "pero es muy diferente para ti. Esto no es bueno, Shao. No para ti."

El le dirigió una insolente mirada. "¿Puedo marcharme ya¿Ha concluido nuestra entrevista?"

"Te mereces algo mejor que esto, Shao," susurró ella. "Tú piensas que no, pero yo sé que sí."

El tragó con dificultad, su garganta repentinamente seca y obstruida.

Sabía que ella tenía razón, y lo odiaba. "Voy a casarme con Rika Kinomoto," dijo, apenas capaz de reconocer su voz. "Tomé mi decisión hace meses y la mantendré."

Fanren cerró los ojos un momento y cuando los volvió a abrir estaban tristes y cuajados de lágrimas. "Vas a arruinar tu vida."

"No," dijo Shao, bruscamente, incapaz de soportar la conversación ni un minuto más. "Lo que voy a hacer es abandonar la habitación."

Pero cuando llegó al vestíbulo no sabía adonde iba.

Era una sensación que últimamente tenía bastante a menudo.


"¿Qué te ha hecho tardar tanto?"

Sakura se sorprendió en cuanto entró en su habitación. Rika ya estaba allí, paseando como un gato enjaulado.

"Bueno," dijo Sakura, "me torcí el tobillo esta mañana, temprano y no puedo caminar muy rápido. Y..." Se detuvo. Mejor no mencionar a Rika que se había detenido a hablar con el vizconde y su hermana. Porque accidentalmente había mencionado que iba a reunirse con Rika, y ésta le había pedido explícitamente que no se lo dijera a nadie.

No es que Sakura entendiera porque era peligroso que alguien lo supiera. Pero tampoco Rika parecía estar de muy buen humor. Sakura no vio ninguna razón para molestarla aun más.

"¿Cómo está de perjudicado?" exigió Rika.

"¿Cómo está de perjudicado quien?"

"Tu tobillo."

Sakura se miró los pies, como si hubiera olvidado que estaban allí aún. "No demasiado mal, creo. Supongo que por ahora no podré ganar ninguna carrera, pero no creo que vaya a necesitar bastón."

"Bien," Rika comenzó a caminar de nuevo, sus ojos grises, muy parecidos a los de Sakura, brillaban con excitación. "Porque necesito tu ayuda, y no puedo tenerte herida."

"¿De qué estás hablando?"

La voz de Rika bajo hasta convertirse en un susurro. "Voy a fugarme."

"¿Con el vizconde?"

"No, con el vizconde no, estás boba. Con Ryo."

"¡Ryo!" exclamó Sakura casi gritando.

"¿Puedes bajar la voz?" siseó Rika.

"Rika¿estás loca?"

"Loca de amor."

"¿Con Ryo?" volvió a preguntar Sakura, incapaz de evitar la nota de incredulidad de su voz.

Rika le lanzó una afrentada mirada. "El es, ciertamente, más merecedor que el vizconde."

Sakura recordó a Ryo Terada. De cabello dorado, auto denominado erudito, y había vivido durante años cerca de su familia. No había nada malo en Ryo Terada, si una prefería un hombre de tipo melancólico.

Del tipo melancólico que hablaba sin parar, sí eso existía. Sakura hizo una mueca. Tal tipo existía, ciertamente, y su nombre era Ryo Terada.

La última vez que habían coincidido Sakura había fingido dolor de cabeza para escapar de su interminable cháchara acerca de su nuevo volumen de poesía.

Ella había intentando leer sus poemas. Le parecía lo más cortés después de todo, dado que eran vecinos. Pero tras un rato de lectura, simplemente tuvo que abandonar. "Amor" siempre rimaba con "rubor" (como si las enamoradas estuvieran perpetuamente sonrojadas), y "mío" rimaba tan a menudo con "rocío" que a Sakura le daban ganas de coger a Ryo por las orejas y gritarle: "frío, brío, ...! Dios bendito, incluso "pío" hubiera sido preferible. Sin duda la poesía de Ryo seguramente mejoraría con un pájaro o dos.

Pero Rika lo había considerado siempre como un gran partido, y, de hecho, Sakura, la había oído describirlo como "la Brillantez personificada" en más de una ocasión.

En retrospectiva, Sakura podría haber notado lo que estaba ocurriendo, pero, en verdad, ella encontraba a Ryo un tanto ridículo, así que le resultaba difícil imaginar que cualquier mujer que lo conociera pudiera enamorarse de él.

"Rika," dijo, intentando mantener un tono de voz razonable, "¿cómo es posible que prefieras a Ryo antes que al vizconde?"

"¿Qué sabes tú?" replicó Ryo. "Tú no conoces al vizconde. Y ciertamente," agregó con un arrogante resoplido, " no conoces a Ryo."

"Sé que escribe unos poemas terribles," murmuró Sakura.

"¿Qué has dicho?" demando Rika.

"Nada," dijo Sakura rápidamente, impaciente por evitar esa conversación. "Sólo que finalmente tuve hoy la ocasión de charlar con el vizconde y me pareció un hombre muy sensato."

"El es horrible,", dijo Rika, arrojándose sobre la cama de Sakura.

Sakura puso los ojos en blanco. "Por favor, Rika, sin histerismos. El no es tan terrible."

"El nunca ha recitado poesía para mí, ni una vez."

Lo que a Sakura le parecía un punto a su favor, y no en su contra. "¿Y ése es todo el problema?"

"Sakura, nunca podrás entenderlo. Eres demasiado joven."

"¡Sólo soy once meses menor que tú!"

"En años quizás," dijo Rika con un dramático suspiro. "Pero en experiencia, décadas."

"¡En meses!" casi gritó Sakura.

Rika posó una mano sobre su corazón. "Sakura, no deseo reñir contigo."

"Entonces deja de hablar como una demente. ¡Estás prometida y vas a casarte! En tres días. ¡Tres días!" Sakura elevó las manos en un gesto de desesperación. "No puedes fugarte con Ryo Terada."

Rika se sentó tan rápidamente que Sakura se sintió mareada.

"Puedo," dijo, "y lo haré. Con tu ayuda o sin ella."

"Rika..."

"Si tú no me ayudas se lo pediré a Naoko," le advirtió Rika.

"Oh, no harás eso," gimió Sakura. "Por el amor del cielo, Rika, Naoko sólo tiene quince años. No es justo meterla en algo como esto."

"Si tú no quieres hacerlo, no tengo otra opción."

"Rika¿por qué aceptaste al vizconde si te disgusta tanto?"

Rika abrió la boca para replicar, pero no dijo nada.

Y una poco característica expresión pensativa cruzó su rostro.

Por una vez había dejado de dramatizar con motivo de su matrimonio.

Por una vez, no seguía con lo del amor y el romance y la poesía y las tiernas emociones.

Y cuando Sakura la miró, todo lo que vio, fue a su querida hermana, con la que había compartido la niñez, toda su vida.

"No lo sé," dijo Rika finalmente, la suavidad de su voz teñida de pesar. "Supongo que pensé que era lo que estaba esperando. Nadie pensó que yo recibiría una proposición de matrimonio de un aristócrata. Mamá y papá estaban muy emocionados por ello. El es bastante aceptable, ya sabes."

"Lo supongo," dijo Sakura, puesto que ella no tenía experiencia de primera mano en el mercado matrimonial.

Al contrario que Rika, ella nunca tuvo una temporada en Londres. Simplemente no había dinero. Pero no le había importado. Ella había pasado hasta ahora toda su vida en el suroeste de Derbyshire, y esperaba pasar el resto también allí. Los Kinomoto estaban siempre bordeando la bancarrota, pero se las arreglaban para arañar de un sitio y tapar los huecos de otro.

La señora Kinomoto decía siempre que era muy caro mantener las apariencias. Sakura pensaba que era un milagro que nunca hubieran tenido que vender la parcela de tierras que habían servido como dote de Rika.

Pero a Sakura no le importaba no haber tenido su temporada en Londres. La única forma en que habrían podido costeársela, era vendiendo hasta el último caballo de los establos, lo cual su padre no estaba dispuesto a hacer (y la verdad era que Sakura tampoco; estaba demasiado encariñada con su yegua para cambiarla por un par de elegantes vestidos).

Además, a los veintiún años no era considerada como demasiado vieja para casarse, al menos no en esta parte de Inglaterra y ciertamente ella no se sentía como una solterona.

Una vez que Rika se casara y se marchara de casa, Sakura estaba segura de que sus padres dirigirían su atención a ella.

Aunque no estaba muy segura de que eso fuera algo bueno.

"Y además, es muy bien parecido," le concedió Rika.

Mucho más que Ryo, pensó Sakura, pero se lo guardó para sí misma.

"Y es riquísimo," dijo Rika con un suspiro. "No soy una mercenaria..."

Obviamente no, si planeaba fugarse con Ryo, "el Pobretón".

"...pero es difícil rechazar a un hombre que va a proporcionarles a las hermanas menores de una presentaciones en sociedad y dotes para casarse."

Los ojos de Sakura se agrandaron considerablemente. "¿Eso iba a hacer?"

Rika afirmó con la cabeza. "El no dijo tanto, pero el coste sería una miseria para él, y le dijo a papá que se aseguraría de que los Kinomoto estuvieran bien provistos. Lo cual te incluía a ti¿no? Tú eres igual de Kinomoto que yo.

Sakura se hundió en la silla del escritorio. No tenía ni idea de que Rika hubiera estado haciendo ese sacrificio en su favor. Y en el de Naoko y Tomoyo, por supuesto. Cuatro hijas por casar eran una enorme carga para el presupuesto de la familia Kinomoto.

Entonces a Sakura se le ocurrió un desagradable pensamiento. ¿Quién estaba pagando las festividades de la boda? El vizconde, suponía ella, pero no podían esperar que siguiera haciéndolo si Rika iba a dejarlo plantado. ¿Le habría concedido ya fondos a su familia para los gastos, o estaría su madre haciéndose cargo de todos los (excesivamente caros) arreglos, en el entendimiento de que Lord Burwick se los reembolsaría?

Lo cual, ciertamente, no haría después de ser plantado por Rika en el altar.

¡Dios bendito, qué lío!

"Rika," dijo Sakura con renovada urgencia, "debes casarte con el vizconde. Debes hacerlo."

Y se dijo a si misma que no se lo decía por salvar su pellejo o el de su familia.

Honestamente creía que de los dos pretendientes de Rika, Shao Li era el mejor. Ryo no estaba mal. El nunca haría nada que lastimara a Rika. Pero gastaba el dinero alegremente (dinero que no tenía), y siempre estaba hablando de cosas como los elevados sentimientos o la metafísica.

La verdad, es que, a menudo, le era difícil escucharlo sin ponerse a reír.

Shao, por otro lado, parecía sólido y de confianza. Hermoso e inteligente, con un ingenio agudo, y cuando hablaba, lo hacia sobre temas verdaderamente interesantes.

El era todo lo que una mujer podía desear en un marido, al menos en opinión de Sakura. Por que Rika no podía verlo así, era algo que ella no entendería nunca.

"No puedo hacerlo," dijo Rika. "De verdad que no puedo hacerlo. Si no amara a Ryo, sería diferente. Aceptaría casarme con alguien a quien no amara, si esa fuera mi única opción. Pero no lo es. ¿No lo ves? Tengo otra opción. Y elijo el amor."

"¿Estás segura de que amas a Ryo?", le preguntó Sakura, consciente de estar esbozando una mueca de dolor al formular la pregunta.

Pero es que era una situación de locura.

Rika no sería la primera mujer que arruinaba su vida arrastrada por un impulso de colegiala, pero a Sakura no le importaban esas otras mujeres, ellas no eran su hermana.

"Lo amo," susurró Rika. "Con todo mi corazón."

Corazón, pensó Sakura desapasionadamente. Recordó que Ryo solía rimarlo con desgarrón. Lo cual le parecía una rima espantosa.

"Y, además," añadió Rika, "es demasiado tarde."

Sakura echó un vistazo al reloj. "¿Demasiado tarde para qué?"

"Para casarme con el vizconde."

"No te entiendo. La boda no es hasta dentro de tres días."

"No puedo casarme con él."

Sakura luchó contra el impulso de gemir. "Sí, lo has repetido bastantes veces."

"No, quiero decir que NO puedo."

La palabra quedó siniestramente suspendida en el aire, y entonces Sakura sintió que algo estallaba en su interior.

"¡Oh, Rika, no lo harías!"

Rika asintió sin ninguna vergüenza o remordimiento. "Lo hice."

"¿Cómo pudiste hacerlo," demandó Sakura.

Rika suspiró soñadoramente. "¿Cómo podía no haberlo hecho?"

"Bueno," replicó Sakura, "podías haber dicho "no"."

"Ninguna mujer podría decirle que no a Ryo," murmuró Rika

"Bueno, ciertamente tú no pudiste."

"No, no pude," le contesto Rika sonriendo beatíficamente. "Soy muy afortunada de que me haya elegido."

"¡Oh, por el amor de Dios," murmuró Sakura. Se levantó de un salto y casi gritó de dolor cuando recordó su pobre y lastimado tobillo. "¿Qué vas a hacer?"

"Voy a casarme con Ryo," dijo Rika. La soñadora mirada de sus brillantes ojos sustituida por una clara determinación.

"No estás jugando limpio con el vizconde," precisó Sakura.

"Lo sé," dijo Rika, con el rostro ruborizado por el remordimiento, tanto, que Sakura pensó que realmente lo sentía. "Pero no sé que más puedo hacer. Si se lo contara a papá o a mamá seguramente me encerrarían en mi habitación."

"Bien, entonces, por el amor del cielo, si vas a fugarte debes hacerlo esta noche. Lo antes posible. No es justo dejar al pobre vizconde esperar más."

"No puedo hacerlo hasta el viernes."

"¿Por qué demonios no?"

"Ryo no está preparado."

"Bueno, entonces hazlo estar preparado," exclamó Sakura. "Si no te fugas hasta el viernes por la noche, nadie lo sabrá hasta el sábado por la mañana. Lo que significa que todo el mundo estará esperando en la iglesia cuando tú no llegues."

"No podemos irnos sin dinero," explicó Rika. "Y Ryo no puede retirar sus fondos del Banco hasta el viernes por la tarde."

"No sabía que Ryo tuviera fondos," murmuró Sakura olvidándose de ser cortés en semejante momento.

"Y no los tiene," dijo Rika, aparentemente sin notar ofensa alguna. "Pero recibe una asignación trimestral de su tío. Y no puede retirarla hasta la tarde anterior al comienzo del trimestre. El banco insiste mucho en ello."

Sakura gruñó.

Tenía sentido.

Si ella estuviera a cargo de repartir la asignación trimestral de Ryo, probablemente no lo dejaría retirarla ni un minuto antes de que comenzara el trimestre.

Hundió la cabeza en las manos y apoyó los codos en las rodillas. Esto era horroroso. Ella siempre había sido excelente encontrando el lado bueno de una situación. Incluso cuando las cosas parecían completamente desoladoras, usualmente ella encontraba un ángulo de enfoque interesante, un sentido positivo, que la ayudaban a salir del apuro.

Pero hoy no.

Sólo una cosa era cierta. Iba a tener que ayudar a Rika a fugarse, por muy desagradable que le pareciera. No era justo para Rika casarse con el vizconde cuando ya se había entregado a Ryo.

Aunque tampoco era justo para el vizconde, Rika era su hermana. Sakura quería que fuera feliz. Aunque eso significara tener a Ryo Terada por cuñado.

Así que, aunque no podía sacudirse la desagradable sensación que se enroscaba alrededor e su estomago, finalmente levantó la cabeza para mirar a Rika y dijo: "Dime qué necesitas que haga."