Nota: Todo comentario, en el final del siguiente capítulo, por favor, por muy aburrido que éste les parezca, léanlo, será necesario en el siguiente.
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Harry Potter y Los Herederos
Capítulo 23
Plano Astral y Recuerdos de un Híbrido II
(Abreviado: Plano Astral II)
By SerenitaKou
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"Antes de Olvidar, Recuerda recordar"
"Lapsus de Demencia nº 1,542,
SerenitaKou"
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Pauta adicional (en exclusiva para el capítulo):
"Recuerdos"
-"Conversación entre recuerdos"-
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En el Capítulo Anterior…
"…Cuando crees que es demasiado tarde, el cariño y la energía pueden recuperar a aquello que han perdido, sin perder la calma, podrían lograrlo… si es demasiado tarde, queden con su recuerdo por siempre, sin olvidarle, sin mancillar su memoria, guardando un gran espacio de esa persona en su corazón, que obtenga su pequeño rincón, que de vez en cuando, le lloren, le hablen, pero no pierdan sus esperanzas hasta el final…"
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- Azazel! – fue el coro de voces que resonó por el castillo antiguo y oscuro.
El cuerpo de la muchacha había perdido el color, quedó rígido y con la cabeza colgando hacia el lago con el cabello rubio oscuro con castaño esparcido en la almohada, mientras sus párpados se entre-abrían para quedar así.
Badariel y Neoth cayeron de rodillas, los ojos abiertos desmesuradamente, las lágrimas cayendo lenta y dolorosamente, empapando sus ricas túnicas, sus manos golpeando sin clemencia el suelo que había a sus pies, mientras negaban con la cabeza repetidamente…
Beleth se tambaleó y luego escondió su cabeza en el pecho de Suthery quien la rodeó de inmediato con sus fuertes brazos, ambos llorando junto a los otros dos jóvenes arrodillados en el suelo, ambos negando con dolor al ver la imagen…
Nilaiath, sorprendiendo a todos, con lágrimas contenidas, se abalanzó sobre el cuerpo de quien alguna vez apodaron Azazel y comenzó a golpearla, remecerla, darle cachetadas y gritando con todas sus fuerzas que despertara, que no la dejara ganar de esa forma, que no fuera cobarde…
Sin embargo, nada ocurrió, para desesperación de muchos, sólo Nilaiath consiguió dañarse a sí misma y al cuerpo tendido y frío.
Sussan, aún shockeada, era levantada por un atenta y sorprendida Carolyne, mientras un sollozante Tathar se recargaba contra la pared, totalmente indignado, sin creer que era su media-hermana la que estaba tendida en esa cama, sin vida.
Incesantes golpes en las grandes puertas llamaron su atención, sin embargo, nadie movió un solo músculo para abrir, seguían concentrados en mirar la figura de la chica…
Los golpes continuaron, cada vez más altos en tono, a tal punto, de que Neoth y Badariel, totalmente cabreados y aún llorando, se levantaron y abrieron de golpe, con brusquedad, prácticamente, gritaron que querían.
Se sorprendieron al ver el rostro de desolación de Leinther. El guardián, protector y maestro de Azazel.
- Que ha ocurrido? – preguntó con suavidad, acercándose hacia el cuerpo, con lentitud y una suave aura blanquecina emanando de su cuerpo.
- Aceptó un núcleo contrario, lo unió en sí, utilizó sus reservas… y… y… ella… no… no pudo… no logró…. – intentó explicar una sollozante Beleth.
Leinther, era un hombre altísimo, de cabellera plateada, aspecto afable, sin barba, de cuerpo atlético, palidísimo, de ojos escarlatas, 16 alas, 8 blancas y 8 negras, Híbrido por historial, uno de los más poderosos, un inmortal memorable.
- Mi pequeña – susurró en el oído de la joven que yacía tendida, sus 16 alas se desplegaron al máximo mientras su traje quedaba en su estado normal, de híbrido.
- Es hora de volver, aún no es hora de que te vayas… tu camino de regreso será difícil, pero estaré a tu lado. – volvió a susurrarle, esta vez, depositó un suave beso en su frente, creó un majestuosa silla y se acomodó en ella, tomó la mano de Azazel, y finalmente, comenzó un cántico en latín.
Un poderoso y cegador fuego blanco se abrasó en el cuerpo de la joven, envolviéndola hasta hacerlo desaparecer de la vista de los demás.
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(Cambio de escena)
- En ese caso, que comience el ritual…
Antes de que la diosa se moviese para crear la 'pauta', Astaroth cayó de rodillas, con su mano derecha sobre el pecho, como estrujándoselo hasta arrancárselo.
- Astaroth? Qué ocurre? – preguntó curioso el joven
- no lo sé… es cómo si… cómo si alguien… alguien importante, muy importante, demasiado, para mí,… hubiese separado su alma de su cuerpo y estuviese sufriendo… siento que algo me arranca el alma… - murmuró respondiendo a su pregunta.
Bastante tiempo esperaron hasta que el ángel fue capaz de levantarse y mantenerse en equilibrio por sí mismo.
Una larga línea fue dibujada con fuego atravesando la gran estancia, mientras otras dos se ubicaban de forma paralela a ésta, una a cada lado, un largo camino de cenizas formó un círculo en el centro, mientras, en el punto central de todo esto, era colocado una alta y hermosa fuente de marfil, blanca como la misma nieve recién caída, con agua sagrada dentro.
- Comiencen… ya sabéis que hacer. – ordenó la diosa, avanzando a la otra punta, al extremo más lejano para descansar.
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(Cambio de Escena)
-" Me traicionaste! – Vociferó la voz de una mujer de cabellos rubios.
- Tienes alguna prueba de que YO lo haya hecho? – preguntó con voz pausada el joven que se hallaba frente a ella.
- Claro que la tengo, acaso no te basta el saber que te grabaron en el minuto en que tú, tu hermano y su amigo hicieron esa maldita apuesta sobre mi y una de mis mejores amigas! – gritó ya totalmente furiosa.
- No puedes comprobarlo, y si así fuera qué? - insistió
- OH, nada, nada, más que las palabras no recibirás, aún – respondió de forma total y completamente sarcástica. Con frialdad en sus palabras.
- No podrías hacer nada de esto, Katherine, nada.
- Claro que podría, Keith, podría hacerlo y lo haré. Pero, no será ni hoy, ni mañana, ni pasado, incluso quizás, no este año, pero lo haré. Ten eso por seguro – afirmó antes de salir con su frente en alto y con una clara determinación en sus ojos, y su plan formado en su mente."
-"Traición… Plan… Dulce Venganza…"-
- "Fue la razón de mi cambio… por ello me convertí en lo que soy… el detonante…" -
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"Dos jóvenes, una chica, de hermosa figura, y un joven, de bellísimo cuerpo, caminaban por el largo pasillo hasta llegar a un balcón para admirar el paisaje mientras hablaban, ambos, con rostros serios, firmes. Sin titubear en sus pasos a pesar de todo lo que ocurriría luego.
- Y bien, quién hablará primero…? – preguntó el joven…
- Hazlo tú, Keith… - respondió con voz tranquila.
- Bueno… verás Katherine, yo… estos últimos tres meses… - comenzó titubeante – bueno yo… realmente creo que… yo… yo…
- Creo, que antes de que te arrepientas, hablaré yo. No quiero que luego te reproches el decirme lo que intentas decir… - interrumpió con su voz tranquila la chica nuevamente.
- Verás, todo comenzó cuando yo iba en mi sexto año aquí, según tú y tus amigos se habían enterado, Yo y Luhn, estábamos detrás de ti y tu hermano respectivamente (nos gustaban), ambas al comienzo andábamos felices, como si ustedes no se hubiesen enterado, lástima que sí lo habían hecho… - comenzó con tranquilidad, sin delatar sus emociones.
- Tiempo después, mi amiga dejó de perseguir a tu hermano, si no, que se coló por ti. (le gustabas), Yo no dije nada, a pesar de que había pasado un año, aún me gustabas mucho, sin embargó nunca le reproché aquello, no podía, cómo hacerlo si en algún momento también me había gustado tu hermano? – interrogó con voz de pregunta, más no pidiendo una respuesta – No podía, un año más pasó, y tu recuerdo continuaba conmigo, uno de esos días, ambas nos juntamos, ella me confesó, sorprendiéndome, que ustedes tres habían intentado jugar con nosotras, andar con ambas, tú conmigo, tu hermano con ella, sin embargo no lo hicieron.
- Me enojé, más de lo que crees que podría haberlo hecho, muchas veces me habían dañado, muchas veces me había dañado a mi misma, pero me había prometido el que no ocurriría nuevamente, y lo hizo, frente a mis propios ojos, y no lo noté. Planeé una venganza, la peor de ellas, te lo dije, pero nunca terminé de hacerlo, hasta ahora, dos años después, en los que no descansé para poder terminar con mi propia tarea, mi propio desafío.
- Aquí estás ahora, en un comienzo, no sabía como actuar, como atraerte a mí, realmente no sabía como, no se me ocurría, pero lo logré, tú, te acercaste a mí, me pediste salir, y yo, gustosa, acepté para cumplir con lo que había dicho.
- Comenzó como mi venganza, mi juego, pero termino en mi pérdida, perdí el control de mis actos en algún punto ambiguo de esto, nuestros caminos se cruzaron de forma fría y ambos congeniamos, descubrí al verdadero Keith, y caí ante ti una vez más, pero sin embargo, continué con mi venganza, sin importarme mis propios sentimientos, ni mucho menos los tuyos…
- Y ahora puedo decírtelo, estos 4 meses fueron un sueño, hermosos, pero un juego, no puedo seguir en esta trampa, no por más tiempo, no sé si juegas conmigo, o no, pero no puedo permitir que lo hagas, ya doblegué la dignidad y el orgullo contándote esto, pero no te inmutas, bien, te lo diré de forma fría, 'Esto-fue-un-juego', una apuesta, un trabajo, una venganza personal… - terminó con su misma voz tranquila, sus ojos secos, brillaban de forma inusual, pero no alegres, no tristes, no tranquilos, era indescifrable, mientras el joven, lloraba abiertamente, pues al parecer, sí había querido decirle que ya todo había terminado, notó también, que su mano derecha estrechaba algo con fuerza, mientras se inclinaba en el barandal del espacioso balcón.
- Tan… frívola eres? No puedes siquiera llorar, mirarme con lástima, o reírte de esto? – preguntó con voz rota, totalmente quebrada, sin poder, sin respuestas, vacía…
- Te dije que había perdido aquella facultad hacía mucho, que cada lágrima que no lloraba era una parte más de la cadena que ataba mi alma y mi corazón, que cuando ésta explotase, sería mi pérdida, porque todos los años sin llorar serían un tormento, y más aún, que me condené a solo lograr derramar dos lágrimas diarias. No sé como se siente que las saladas lágrimas caigan por tus mejillas a raudales, que tus ojos se aneguen de ellas y que tu lengua limpie tu rostro y devore el líquido que recorre el rostro con lentitud y dolor, bajando sin prisa por tus pómulos, acariciando tu piel, degustándola mientras todo tu cuerpo tiembla a su compás.
Se dio la vuelta y se marchó, no sin antes murmuran un 'Lo siento' que no supo si había escuchado el joven o no.
Corrió por los largos pasillos, esquivó personas, saltó escaleras y obstáculos, sólo para llegar a su habitación y derrumbarse en ella, cerró su puerta con un conjuro de silencio y otro para sellar su puerta.
De forma brusca, liberó su dolor rompiendo todas sus cosas, las lanzaba a las paredes, las pisaba, las estrellaba contra los muebles, en fin, solo se detuvo cuando sólo quedaba su cama, incluso su ropa estaba desperdigada por el suelo, en las esquinas los trozos de vidrio se apilaban uno sobre otro."
-"Venganza… Dolor… Culpa… Tristeza…"-
- "Porqué me corroe la culpa… debí de estar feliz… pero luego desaté mi poder por el dolor que le causé a él… y el que me causó él a mí? Porqué? - se cuestionó… luego un pensamiento nada que ver se coló en su mente y pronunció – debo volver por ellos, por reparar mi error con él… por recuperarle…" -
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(Cambio de Escena)
"La lluvia caía de forma lenta, colisionando contra el empedrado en medio de una larga calle, y mojando a su vez, una figura enfundada en una gruesa capa negra y una capucha, aquel muchacho llevaba más de tres horas quieto, inmutable e imperturbable.
Había hecho caso omiso de los truenos que resonaban por el cielo, los rayos que caían y se estrellaban en la tierra, del viento que mecía todo a su paso, llevándole en un rápido y movido compás bajo su mando.
Lo único que uno vislumbraba del joven eran unos hermosos ojos negros entremezclados con plata y escarlata que denotaban odio, un frío y temible odio, profundo y mortal; largos mechones negros de cabello liso, con algo de plateado en ellos. Se lograba ver también, su pálida piel, brillante a causa de la luz que se filtraba a través de las gruesas capas de nubes negras, rodeándole, manchas de sangre casi inexistentes ya que la lluvia se llevaba los rastros de la misma.
Un haz de luz se materializó a sus espaldas, sin embargo, no se dio por aludido siquiera, a pesar de que volteó un poco al sentir unos brazos fuertes y cálidos rodearle.
- Qué haces aquí, pequeño? – preguntó con una voz que aparentaba ser suave, pero que en el fondo era un reclamo, algo frío y doloroso al notar sus verdaderas intenciones.
- Porqué? – fue la única respuesta del muchacho empapado, su voz se notaba joven, pero la sabiduría que denotaba era mucho mayor a cualquier otra cosa.
- No puedo saberlo, mi niño, pero sabes que es hora de irse…
- NO! – gritó
- Sabes que ya nada podemos hacer, Zeyl no merecía morir, aunque, quizás, era lo mejor.
- NO! – gritó una vez más, esta vez, encarando al hombre con furia – Ella no merecía morir, era yo quien debía hacerlo, YO! No ella! – Agregó – Ella no tenía que venir, se lo dije, pero no me hizo caso, fue mi culpa, no pude protegerla, no llegué a tiempo… - murmuró con tristeza.
- No puedes culparte de algo que fue sin intención…
El único sonido que se escuchó, fueron terribles sollozos, lágrimas doradas cayendo como sangre por los ojos del joven, lágrimas de dolor, de impotencia, de odio, de rencor, lágrimas que eran llevadas por la lluvia, pero que acrecentaban la tormenta…
Un grito que desgarró su garganta, a tal grado de sacarle sangre a quien lo había creado, resonó por todos los lugares más recónditos, siendo acompañado por el único sonido del golpeteo de las gotas y del trueno más fuerte de toda la noche."
-"Qué fue eso? – preguntó curioso el mortal al lado de su protector, cómo un espectador más ante aquellos recuerdos"
-" Ella era, es y será, por siempre, una de las pocas personas que yo quise de verdad, siempre me cuidaba, me animaba, era una gran amiga, en determinado momento, fuimos pareja, pero descubrimos mejor nuestra química en amistad… - respondió con nostalgia el siempre cerrado híbrido…"
-" Zeyl? – preguntó el ojiverde"
-"Sí… ella… luego de eso cerré mis recuerdos…"
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(Cambio de Escena)
Daba vueltas en su cama del Infierno, pequeños gemidos de dolor inundaban el ambiente, por suerte no se escuchaba nada desde afuera.
En las calles infernales, en cambio, una gran tormenta de fuego oscuro amenazaba con aumentar las llamas incandescentes que, llameantes se erguían orgullosas de su estatura.
Sus heridas, una más profunda que la anterior, ardían de forma horrible, se sentía desgarrado por completo, pequeños sollozos abandonaban la pequeña figura tendida entre los mantos de seda negra…
Un niño de cabello corto negro y plateado, de complexión delgada y de piel blanquísima se retorcía, dando una imagen devastadora… a su lado, un joven, de hermosa figura, con cabello azabache con hebras rojizas y plateadas, ojos de un gris metálico con rojo y un tono negruzco, como un par de brillantes hematites, piel aún más blanca que la del niño, y de grandes y hermosas alas negras con plumas de los mismos colores que su cabello.
Pequeñas gotas de sangre bajaban por sus ojos, sin embargo, aquella figura no se movía en absoluto, estaba inmóvil e imperturbable, uno diría que muerto si no fuese por las pequeñas y cortas respiraciones que movían su pecho elevándolo al compás de estas. Y, por supuesto, por las gotas de sangre que recorrían con furia sus mejillas.
- Quién te hizo esto, Hayd, quién? – interrogó el hombre, preocupado.
- Beh, Hermano… - murmuró entre sus sollozos, cómo si soñase la voz varonil del demonio.
- Hayd… mi pequeño…
- Mátame hermano, mátame… pero antes dime… y Zeyl…? – preguntó finalmente…
- Avo Broniant (No sobrevivió) – esas palabras sonaban más pacíficas pronunciadas en otro idioma más celestial que el normal, era como si alejara la realidad y la convirtiera en algo ficticio.
- No… hermano… no fue tu culpa… - murmuró antes de gritar fuertemente al sentir que sus alas, pequeñas y delicadas, se rasgaban de forma brusca y comenzaban a caer, trozo por trozo, hueso por hueso…
- Mortem (Muerte) – pronunció el mayor y con dolor nunca antes visto, se desplomó en el suelo incapaz de ver la escena de su hermano muerto, y todo por culpa de él... de su padre… -
- "Fue algo terrible…"
- "Me lo imagino…."
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(Cambio de Escena)
- Tofo fue tu culpa, tu maldita culpa! – un grito. Un golpe. Un sonido de dos espadas chocando. Sangre…
- Muchacho malcriado! – Otro grito - ¿Cómo osas enfrentarte a mí, a tu padre, a tu creador, al Gran Lucifer! – cuestionó el hombre de cabellos púrpuras y largas mechas teñidas en negro, ojos de un gris metálico algo negruzco, alto, de piel más que blanca, labios finos pintados con negro, vestido con un pantalón ceñido, también negro, unos finos cinturones de cuero por su torso, largas cadenas, un abrigo blanco de piel junto a una serpiente verde amarillenta enroscada en su cuello y con la cola colgando hacia su espalda.
El otro joven, de cabello azabache, Beh, cómo le decía su hermano, Behemoth, cómo le conocían los demás, atacó con furia inusitada a aquél que tenía el descaro de proclamarse su padre.
Sin embargo, el hombre mayor interceptó su espada y ambas colisionaron provocando un gran estruendo.
Los hechizos oscuros y las llamas del infierno danzaban al compás del feroz baile que efectuaban ambos contrincantes sobre los montículos anticristo del infierno, (N/A: NO COMMENTS!), los golpes comenzaron a introducirse a la danza mientras los feroces remolinos de fuego oscuro en los que se habían convertido ambos demonios, se movían por todo el campo y colisionaban para separarse bruscamente, para ir a su encuentro nuevamente con mayor fuerza y furia que antes.
Ambos se cegaron por el odio y comenzaron a luchar con sus poderes reales, poderosos rituales invocados de forma rápida, cantidad de legiones infernales, gritos de horror, sangre mezclada con el líquido que dejaba la plata caliente, todo aquello era en lo que el infierno se había convertido.
Dos espadas chocando entre sí en medio de todos los gritos, dos personas hundidas en sus propias razones, finalmente, un ganador, el cual fue declarado con un grito de júbilo que cubrió uno de dolor.
Lucifer se alzó impotente sobre sus pies, mientras sus alas se explayaban y se lanzaba a impactar al otro por la espalda quien, despistado y totalmente desconcentrado, cayó a las llamas y se consumió en ellas…
- "Qué ocurrió? – preguntó dudoso al distinguir que el perdedor había sido indiscutiblemente Azrubel."
- "Caí a las llamas negras, sin embargo renací de ellas tiempo después, cuando inició la guerra de los cielos, yo fui su detonante, luego me convirtieron en estatua. Así me encontraste tú…- explicó"
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(Cambio de Escena)
- Está reaccionando… - susurraron excitadas voces al ver cómo el fuego que abrasaba el cuerpo de una chica desaparecía lentamente para dejarla recostada en la cómoda cama, totalmente curada.
- Qué has hecho, Leinther? – cuestionó uno de los jóvenes que habían en la habitación, conocía bien a esa chica y sabía que aquellas pequeñas líneas rojizas, ya secas, pertenecían a sus lágrimas, sin embargo éstas estaban en el dorso de su mano, cosa que indicaba que las había arrancado en cuanto sintió que caían por sus ojos.
- Le hice recordar un par de escenas en las que debía recordar porqué seguía viva… y conciente de sus actos – respondió tranquilo, ignorando el tono del otro joven, el rubio, Badariel.
- No era algo que ella debiera recordar, sé que le mostraste! – le acusó al comprender la mirada que se posó en los ojos del mentor de su rubia amiga.
- ¿Qué no debiera hacerlo? – cuestionó – Ella debía recordarlo, aquello le convirtió en lo que es, pero la ayudo a hacer lo que hace, Badariel, tú también cambiaste, pero lo hiciste de forma contraria… tú sólo muestras sonrisas que te obligas a crear, ella se cubre con desprecio sin la necesidad de obligarse, pero gasta mayor energía y se consume, pues olvida que aquello son apariencias y cree que es su verdadera cara. Compréndelo.
- Eso no! – Susurró – si ella recuerda eso me odiará… sin embargo se encerrará más en sí misma…
- no lo hará… ella también te dañó, pero lo hizo de la misma forma, aquello fue un golpe tan bajo cómo el tuyo – recordó con paciencia.
Nadie comprendía nada, nadie excepto Beleth y Neoth. Sin embargo no iban a hablar. Para qué, para que Azazel quisiese matarles luego?
No gracias.
- es cierto… pero ella no merece hacerlo… no merece recordar lo que ya ha olvidado – susurró Badariel con sus hombros caídos una vez captó el tono y las segundas intenciones, recordarle que había ocurrido.
- Lo es, ella lo merece, Keith – pronunció su nombre con tanta delicadeza que todos abrieron sus ojos sorprendidos y Badariel comenzó a retroceder con horror pintado en sus facciones.
- Có… cómo…? - preguntó
- Simplemente lo sé. – respondió ante la falta de palabras del otro.
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(Cambio de Escena)
"Hace mucho tiempo dejé de creer en mis pares, bajé a la Tierra y gané enemigos, mi padre, Lucifer, intentó destruirme… y mi madre… me traicionó… mi hermano, murió, Mi amigo, me dejó… y a mi mejor amiga… la asesinaron… estoy destinado a sufrir de soledad, sin embargo, no dejaré que esto me afecte en absoluto… me convertiré en aquello en que mi padre insistía tanto… seré uno de ellos… lo seré… me convertiré en un demonio con alas blancas, lo juro… Cómo que me llamo Lohíndïr Culhnámö (Élfico mal escrito, Demonio Blanco: Lólindir Culnámo)...
Dejé mi vida y me redimí de aquello, finalmente, estalló la guerra de los cielos, miles de ángeles caídos fueron asesinados, muchos demonios terminaron con serias y graves heridas, miles de ángeles terminaron renaciendo por la cantidad de heridas oscuras… y yo… - risa irónica – yo era considerado uno de los más peligrosos por haber desafiado a Lucifer, además era hijo de una de los ángeles más poderosos y, del demonio más alto…
Pero más que morir, me enviaron a la Tierra, me colocaron una misión, más nunca me dijeron que era, de hecho, hasta ahora, con 8.759 años encima, aún no sé que era…
Llevo esperando mucho por la persona que me liberará, pero dudo que sea pronto… algo me dice que será un él, y, que para mi sorpresa… será poderoso y… un humano.
…
Cientos de vampiros, elfos, magos, hombres normales, espadachines, samuráis, guerreros, duendes, gnomos, ninfas, unicornios, serpientes, Pegasos, semidragones, dragones, enanos, gigantes, veelas, licántropos, todas las especies diferentes de seres que caminan sobre la faz de la tierra y se hunden con ella en su caída le habían hecho una corta visita a la gran estatua del híbrido sin nombre.
Habían mirado su forma minuciosamente, le habían observado, tocado, incluso, algunas mujeres, besado, todo para apreciar que realmente su cuerpo convertido en una simple estatua a color, o sea, petrificado, era real, y, por supuesto, estaba tibio.
Lentamente, recordaba, las lágrimas se deslizaron rojas, por sus tersas mejillas, veía que era la primera persona en derrumbarse, sin embargo, se compuso de forma inmediata, y pareció no percatarse de que el líquido que normalmente era transparente, se había transformado en rojizo… vio que sus ojos eran verde esmeralda, su cabello azabache, y tenía en su rostro una serie de rasguños, moretones, raspaduras, etc., producto de diferentes peleas o roces contra espinos.
Se había acercado a él, embelesado, totalmente ido, pero sobreponiéndose, quedó perplejo, y luego, con una expresión neutra. Se acercó aún más y le rozó con su magia, sin tocarlo con sus manos, con ello, sintió la movilidad volver, era él! Era aquél joven que le salvaría… era a él a quien debía ayudar… esta era su misión!
- "Fue cuando me conociste? – preguntó el joven, curioso.
- Lo fue – respondió mientras desaparecían nuevamente para caer en el suelo frío y duro de la sala del trono de los dioses."
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- Astaroth, Eönwë – saludaron cortésmente y con un deje de frialdad cuatro figuras pertenecientes a Dioses. Arak, Leith, Subah y Nelmah.
- Señores – se inclinaron respetuosamente con sus cabezas gachas sin perder el toque de elegancia y gracias junto a la frialdad que contenían todos sus movimientos.
- Un placer conocerle, joven Eönwë.
- Igualmente.
- Seguidnos, habéis pasado la prueba; ahora comprobaremos tu actual potencial mágico. – Indicó Arak.
- Bien. Permiso -
Se apartaron un poco y siguieron a Leith y a Arak directamente a un espacioso laboratorio, con una gran cantidad de camillas, frascos, sustancias y cientos de elementos varios.
Arak, al igual que Leith, se encontraba cubierto. A ambos sólo se les vislumbraban los ojos, unos azul turquesa y otros de un verde jade.
- Recuéstate – le ordenó uno de ellos.
Inmediatamente siguió la orden y se recostó en la camilla que le señalaron con frialdad.
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Sintió como una cálida energía invadía su cuerpo y unas manos frías se posaron, cada una, en cada costado de su cabeza.
Sintió su cabeza invadida, sus recuerdos, sus memorias.
Finalmente, totalmente exhausto, sintió cómo alguien le susurraba cosas en su oído…
- Concéntrate, observa tu aura, expándela cómo si necesitases protegerte. Simplemente siente su calor envolverte, deja que fluya por tus venas y comience a salir por tus poros.
Y así lo hizo. Una suave aura de un tono esmeralda, cómo sus ojos, comenzó a expandirse por la sala, llenando el ambiente con una calidez sorprendente, sin embargo, aquello comenzó a ser sofocante en el minuto en que el aura no se detenía y les hacía retroceder lentamente.
Finalmente, de forma brusca, y repentina, se detuvo, luego de haber sobrepasado los 50 metros desde el cuerpo. Siendo que lo normal, aunque en un estado natural, era de 3 metros.
- Perfecto. Márchense. Uno de nosotros te informará los resultados – Habló Arak con un tono carente de emociones, aunque por dentro la llama de la impresión no se apagaba…
TBC…
