High School DxD no nos de nuestra propiedad, pertenecen a sus respectivos autores.
Nechroz: jajajaja. ¿No? Vaya, vaya. Me ha gustado esa lógica. Propia y esperada, ¿verdad? Jajaja.
Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.
Hacemos esto por simple diversión, sin ánimo de lucro.
—comentarios normales
—"pensamientos"
—*comunicación por holograma, comunicador, etc.*
— [Ddraig, Albion, etc.]
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Capítulo 3:
LA YOUKAI
Habían pasado dos años desde que Issei y Kiyome se encontrase, realizaron juntos la misión y formarán equipo. Todo ese tiempo había sido como una montaña rusa para ambos, pues eran tan diferentes que a veces la convivencia se hacía insufrible. Pero el dinero que ganaba con los trabajos mitigaba un poco el ambiente.
Actualmente tenían un trabajo de dificultad SS: cazar a una nekomata. No eran los primeros en coger esa decisión, pues los que habían intentado cazarla con anterioridad o bien no habían logrado dar con ella o habían muerto en el intento. Era un ser peligroso aquel al que debía de cazar, por lo que tenía que estar muy atentos a todo, primar la seguridad.
—Kiyome-san, esa nekomata es muy peligrosa. Haz el favor de no intentar nada estúpido.
— ¿Estúpido? ¿A qué te refieres? —Exigió saber Kiyome ofendida.
—Ya sabes a qué me refiero: tú y tu instinto de Domadora. Mantenlo encerrado hasta que sepamos más.
—Eres idiota Ise-kun.
—No soy idiota, es solo que te conozco. Ya lo has hecho otras veces. ¿Tengo que recordarte todas las que salieron mal?
Kiyome se cruzó de brazos, haciendo un adorable mohín mientras hacía resaltar su generoso busto, llamado la atención de Issei. El varón gruño, desviando la mirada luego de varios segundos. Esa dichosa mujer hacía eso siempre que intentaba despistarle o hacerle cambiar de tema.
—Pero lo importante es que logré domarlas.
— ¿A qué costo?
—…
—Ya decía yo.
El par siguió caminando por el bosque en silencio, cada uno atento a sus alrededores en lo que continuaban su búsqueda. Kiyome había llamado a un par de criaturas voladoras para cubrir más terreno desde el aire, pero hasta el momento no habían dado con nada.
—Recuérdame por qué estamos buscando a una nekomata en primer lugar, Ise-kun.
—Por los crímenes que ha cometido.
—¿Y esos eran...?
Issei suspiró en lo que se masajeaba el puente de la nariz.
—Matar a su maestro demoníaco, además de varios otros demonios en su huida...
—Pero eso a nosotros no nos importa, pues no tienen nada que ver con crímenes contra humanos —Le recordó la mujer con arrogancia.
— ¿Por qué no me dejas terminar? —Gruñó Issei con molestia.
¿Cómo era posible que ambos siguieran formando equipo? Vale que se compenetran de forma magistral, pero la mayoría del tiempo se lo pasaban discutiendo, otro tanto trabajando y el resto…, bueno, mejor no pensar en eso.
—Pues vale, entonces termina —Bufó la ex noble.
—Cómo iba diciendo… —continuó el castaño, rodando los ojos—. Además de los demonios, se le acusa de asesinato y secuestro de varios humanos por donde sea que haya pasado. Eso sin contar el robo de bienes de distintas personas y el asesinato de los distintos Cazadores que fueron por ella. Si un Cazador muere enfrentándola, imagínate lo que podría hacer contra humanos normales.
—Vale, vale. Entiendo.
El dúo siguió caminando en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos en lo que continuaban avanzando, hasta que una de las criaturas de Kiyome apareció y les llamó la atención.
—Parece que ha encontrado un rastro —indicó la Domadora—. Es hacia…, el norte.
—Pues apresuremos el paso. Quien sabe que es capaz de hacer esa nekomata suelta.
Apretaron el paso, pero sin llegar a correr para no llamar la atención. Issei, cómo manipulador de la energía vital que era, suprimió prácticamente al mínimo la presencia de ambos para no alertar a su presa.
—Espero que esto sirva.
—¿? —Kiyome miró de reojo confundida a su compañero—. ¿A qué te refieres?
—Los nekomatas son especialmente sensibles a las energías naturales como el Senjutsu —Explicó el hombre del par, concentrado—. Puedo tener experiencia, pero nunca llegaré al nivel de habilidad que tienen. Si está buscando activamente sus alrededores es muy poco probable que logremos pasar desapercibidos. Es más que probable que ya nos haya detectado a pesar de mi esfuerzo.
—Pufff. A veces resultas bastante inútil.
Issei apretó los dientes para no responder aquella pulla. Debía poner máxima concentración a la técnica que estaba usando, no podía perderla por culpa de su compañera, quién no parecía entender lo difícil que le estaba resultado.
— ¡Se está moviendo! —Exclamó Kiyome cuándo fue informada por una de sus criaturas—. ¡Nos ha detectado!
— ¡A la mierda!
Ya libre de tener que usar aquella técnica, Issei agarró a la fémina, cargándola cual princesa, para usar Touki y así llevar al máximo sus capacidades físicas para intentar dar alcance a su presa. Kiyome no estaba sorprendida, pues no era la primera vez que hacía eso. Ella no poseía capacidades semejantes, debía invocar a una de sus criaturas para poder igualarle, pero aquello gastaría sus energías, y llegado el combate era mejor que ella tuviera todas sus fuerzas para poder así dar apoyo.
Y si era sincera, preferiría que la cargara de aquella manera por varios motivos, siendo los dos más importantes el primero que no la llevará como un costal de patatas, y el segundo que le hacía recordar que ella alguna vez fue miembro de una noble familia japonesa.
Avanzando sin pausa por entre los árboles, siempre siguiendo el rastro de la nekomata, el par pronto alcanzó un claro ya ocupado. Allí, ocultos bajo las sombras de los árboles, les observaba un par de pequeños fieros ojos color avellana de pupilas rasgadas, los cuales no perdieron el tiempo en analizarlos de arriba a abajo en conjunto con sus alrededores. Dejando a Kiyome descender de su agarre, ambos humanos se prepararon para un enfrentamiento con la criatura en frente suyo.
—Entonces… ¿algún plan, Ise-kun? —Preguntó Kiyome lista para invocar a algunas de sus criaturas.
— ¿Rodearla y atacar por ambos lados suena bien?
— ¿Para qué me molesto en preguntar si siempre sales con cosas básicas? —Suspiró exasperada—. Deberías leer algo sobre estrategia algún día de estos.
—Silencio y comienza a moverte.
Ambos comenzaron a avanzar hacia donde estaba aquel par de ojos, los cuales intercalaban miradas entre uno y otro. Las manos de Issei comenzaron a cubrirse de energía vital mientras que una distorsión aparecía junto a Kiyome. Los ojos comenzaron a descender, bajando con gran agilidad del árbol en el cual estaban, sin hacer el más mínimo sonido, alertas, atentos. En la oscuridad de la noche, apenas iluminada por las estrellas y la luna creciente, Kiyome no era capaz de distinguir la figura de la dueña de aquellos ojos. Issei, por su parte, hacía tiempo que había cerrado los ojos para usar su otra mirada, la cual era mucho más útil para un enfrentamiento en la oscuridad.
Al contrario que su compañera, él si era capaz de distinguir la figura. Se trataba de un pequeño gato de dos colas, una nekomata pura y dura. Sin embargo, también podía ver el flujo de energía que le rodeaba, cosa que no hizo más que preocuparle de sobremanera ante la perspectiva de lo que iban a enfrentarse. Aquel ser no parecía ser malvado, sino sólo un ser rebelde. No poseía el mismo nivel de ki que alguien que hubiera asesinado a tanta gente. Reconocía el suyo, el ki negativo que se suele absorber si uno no tiene cuidado a la hora de manipular la energía vital.
—Kiyome.
— ¿Sí?
—Ten cuidado. Esta nekomata es muy poderosa.
— ¿No que ya habíamos definido eso?
—Sí, pero ahora puedo darme cuenta mejor de aquello. No bajes la guardia.
—Como digas.
—Y otra cosa.
— ¿Ahora qué es?
—Esta nekomata no parece haber asesinado mucha gente. En verdad diría que casi nunca lo ha hecho por el simple placer de hacerlo.
— ¿Qué estás insinuando? ¿Que nos equivocamos de individuo?
—Para nada. Encontrar otro nekomata es casi imposible. Solo que no me calza con la descripción que nos dieron.
—¿Qué sugieres?
—Todavía nada. Continuemos, pero no hagas ningún movimiento agresivo.
Kiyome rodó los ojos, pero asintió. Durante ese intercambio la criatura tuvo amplio tiempo para marcharse o atacarles, pese a lo cual no hizo ninguna de las dos acciones. Simplemente se quedó allí, observándolos con sus ojos brillantes desde la parte alta del árbol donde se encontraba. Cuando estuvieron a la distancia adecuada, Issei se detuvo, alzando las manos, gesto que sorprendió a Kiyome.
— ¿Pero qué haces?
—Calla, por favor —Pidió sin apartar sus ojos de los color avellana—. Eres la nekomata, ¿verdad? No te haremos nada siempre y cuando te reveles a nosotros.
Kiyome abrió su boca, incrédula. ¿En qué estaba pensando aquel estúpido? De pronto una niebla rodeó a aquella pequeña presencia, la cual salió del refugio de los árboles. Kiyome directamente invocó una lamia y a su kitsune, preparada para entrar en combate. La niebla fue ascendiendo, poco a poco, hasta alcanzar una altura casi semejante a lo que Issei medía. Entonces, tan lenta como había surgido, la niebla comenzó a desaparecer, revelando la figura. Esta vez Kiyome si fue capaz de ver perfectamente a su presa, y no pudo sino chasquear la lengua mientras decía la palabra vulgar. Issei abrió los ojos y se quedó prácticamente embobado.
La niebla reveló a una hermosa joven con una figura voluptuosa, cabello largo y negro con flequillo partido y ojos color avellana con pupilas en forma de gato. Poseía un par de largas colas y orejas de gato del mismo color que su cabello. Su atuendo consistía en un kimono negro, un obi amarillo, un conjunto de cuentas doradas y una diadema adornada con detalles. El kimono presentaba un interior rojo y estaba abierto en sus hombros, así como en sus piernas. Unos centímetros más y podría ver su ropa interior, porque superior no parece que llevase.
—Que vulgar te ves, gata —Escupió Kiyome al verla tan reveladora—. Pareces una prostituta. Yo también llevo kimono y no me verás luciéndolo de forma tan expuesta.
La nekomata no escuchó, o si lo hizo, optó por ignorar el comentario de la Domadora. Su total atención estaba en aquel Cazador. Era la primera vez que se encontraba con un humano capaz de usar Senjutsu. Hasta ahora, ninguno de los que se había encontrado poseía una capacidad semejante, solo poderes que no les permitían ver más allá.
— ¡Hyoudou Issei! —No usó ningún honorífico, sino su nombre completo, cosa que solo ocurría cuando estaba demasiado enojada—. ¡Deja de quedarte mirando como idiota y muévete!
La gata la ignoraba y su compañero se había quedado embobado con ella. Se sentía muy molesta. ¿Acaso no podían realizar su trabajo y ya? Enfadada por el actuar de su compañero, resolvió que la manera más simple y directa de solucionar el asunto era tomar las cartas con sus propias manos.
—¡A ella! —Ordenó a sus bestias, las que esperaban pacientemente junto a ella.
Esto pareció hacer despertar de su trance a Issei, quien se giró horrorizado hacia su compañera Cazadora.
— ¡Espera Kiyome!
Pero la mujer no le hizo caso. Kitsune y lamia se lanzaron hacia la nekomata, quien gruñó molesta. Aquel sonido fue el mismo que realizaban los gatos como amenaza. Entonces el combate dio comienzo entre las tres criaturas no humanas.
— ¡Kiyome, alto! ¡Espera un momento!
— ¡Tú silencio, maldito pervertido!
— ¡!
¿Pervertido? ¿Por qué motivo le había…? Ohhh… Vale, sí, entendía a la perfección. ¡Pero no era su culpa! ¡La culpa era de esa nekomata, su absurda sensualidad y ese kimono tan revelador! ¡Kiyome no se quejaba cuando ella hacía lo mismo! Un segundo… Acaso…
— ¿Estás celosa? —Preguntó asombrado por su propio razonamiento.
Kiyome quedó completamente impactada, incrédula a lo que acababa de escuchar. ¿En serio ese majadero acababa de decir…, que estaba celosa...? ¡¿Pero qué demonios le pasaba por la cabeza para haber llegado a tal estúpida conclusión?!
— ¡¿Tú eres tonto o has nacido así?! —Exclamó—. ¡Yo, ¿celosa de esa vulgar gata?! ¡Por favor!
La nekomata aprovechó aquella discusión, y que las criaturas atacaban descoordinadas por la falta de concentración y órdenes de su dueña, para quitárselas de encima y atacar directamente la cabeza de la serpiente. Pero, antes de poder lograr su objetivo de atrapar a la Domadora, sintió como alguien le aplicaba una llave para someterla. Con un bufido, la youkai miró sobre su ojo, comprobando que era aquel extraño hombre el que la tenía sometida con aquella llave. Parecía ser que era del tipo cuerpo a cuerpo, propio de aquellos que usaban Senjutsu.
—Será mejor que no intentes nada. Odiaría tener que hacerte daño —Advirtió Issei esperanzado en que aquella morena mujer no se resistiera más.
Pero lo que uno desea y lo que acaba sucediendo son dos cosas distintas. Para sorpresa de Issei, la youkai movió los dedos de su mano libre y una espesa niebla se extendió con gran rapidez. Rápidamente Issei la soltó, pues sabía qué era aquella niebla.
— ¡Aléjate! —Ordenó a Kiyome—. ¡No os acerquéis ninguno!
— ¡¿Qué es eso?! —Interrogó Kiyome mientras salía del rango de la niebla.
—Niebla venenosa... Youjutsu… A no ser que tengas alguna criatura que aguante un veneno como este, será mejor que te mantengas alejada. Yo me ocuparé de esto. Tú forma un perímetro para evitar que escape.
Kiyome miró detenidamente a su compañero y luego la niebla con la figura de la youkai en el centro. Invocó dos criaturas más y entre las cuatro formaron un perímetro mientras las dos voladoras sobrevolaban aquel espacio. Issei se envolvió en ki, adentrándose en la niebla. La nekomata siseó molesta al ver que aquel humano dominaba suficiente la energía vital como para resistir el veneno de aquella mortal niebla.
—Humanos molestos… No podíais dejarme en paz… No podíais… —Siseaba la morena mientras comenzaba a mover los dedos.
Para sorpresa de Kiyome, otras cuatro figuras idénticas a la nekomata aparecieron, cada una en un punto cardinal, rodeando al varón.
—Nekoshou... Eres una nekoshou, además de una nekomusume… Eso explica que sea categoría SS...
Issei quedó perplejo. Los nekomatas no eran extraños de ver. Eran comunes en el mundo de los youkais, pero los nekoshous… Estos eran una raza especial de nekomata, el más fuerte de todos ellos. Era una especie de youkai de alto nivel que era capaz de dominar tanto a Youjutsu como a Senjutsu. Pero se suponía que estaban extintos. En cuanto a los nekomusume, estos eran una raza femenina dentro de los nekomata que podían transformar su apariencia en la de un humano por completo, siendo todas ellas mujeres jóvenes de hermosa apariencia.
Kiyome, por su parte, se encontraba más preocupada con las copias de la gata que habían aparecido. Dirigió sus criaturas a interceptarlas, pero solo logró frenar a dos antes de que se metieran a la niebla venenosa donde se encontraba el castaño. Gruñendo por lo bajo, cambió su atención hacia las dos copias que tenía enfrente, rezando por que su compañero pudiera lidiar con las que iban en su dirección.
Issei, mientras tanto, logró percibir a las dos copias que iban hacia él con suficiente anticipación como para esquivarlas, así como evitar sus ataques sucesivos sobre su persona. Sin embargo, apenas podía verlas debido a la niebla, cosa que, junto con sus limitadas capacidades dentro de la nube tóxica, no hacían más que incrementar la dificultad de enfrentarlas, o, mejor dicho, de defenderse de ellas. Esto debido a que no buscaba lastimar a la nekoshou más de lo que ya lo estaba.
La youkai usaba sus copias tanto para atacar de forma directa como usando el Youjutsu para atacar a distancia, todo eso mientras ella se mantenía alejada del humano. No se fiaba de acercarse demasiado, pues le veía capacitado para sorprenderla y reducirla, como ya había hecho antes. Al humano, por su parte, lo veía concentrado en esquivar los ataques que le hacía, pero no contraatacar. Eso lo encontraba raro. Incluso cuando sus copias se acercaban para atacar directamente, él evitaba hacer algo que pudiera eliminarlas. Todo lo encontraba muy extraño.
Puede que quizás supiera que, de cierta manera, esas copias estaban conectadas a ella. Si le atravesaba el corazón a una, ésta desaparecía, pero ella recibía daño físico. No uno mortal, pero si grave. Si tenía conocimiento sobre ello… ¿estaría actuando así a propósito? Un usuario del Senjutsu debería poseer tal conocimiento, ¿no?
Si fuera más poderosa no tendría que preocuparse de ningún daño físico, pero aquel no era el caso. Si la situación fuera otra le preguntaría el motivo de su actuar, pero dado que eran dos Cazadores que iban tras ella, tras su cabeza…, no podía ser blanda ni condescendiente.
—Necio… Deberías contraatacar mientras puedas —Siseó al tiempo que creaba nuevos hechizos con Youjutsu.
Issei cerró sus ojos. Estaban empezando a dolerles. Puede que su habilidad le permitiera resistir el veneno de aquella niebla, pero no era tan eficaz conforme pasaba el tiempo. O actuaba o aquel veneno le mataría en poco tiempo. No quería hacer daño a la nekomata, ni siquiera a través de sus copias, pero tenía que hacer algo o iba a morir.
Agarró a una de las copias, cubrió su puño con Touki, y le atravesó el pecho. Rápidamente agarró a la otra y le golpeó la nuca con la fuerza necesaria para romperle el cuello. Pudo escuchar a la youkai sisear por el dolor. No sería mortal para ella, pero le dolería mucho las zonas que había golpeado de las copias. Ya solo quedaban dos copias más y luego solo la original. Miró a su alrededor usando ambas vistas, pero no pudo visualizar a ninguna de las copias restantes. Supuso que estarían combatiendo contra Kiyome debido a los ruidos a su alrededor, por lo que prosiguió con su acercamiento hacia la nekomata.
La otra Cazadora, por su parte, tampoco lo tenía fácil. Puede que no tuviese las mismas contemplaciones sobre dañar a su objetivo que su compañero, pero no por eso su tarea era menos difícil. Además, controlar a seis criaturas a la vez no era algo que se pudiera hacer casualmente. Y en cuanto a esa maldita gata…, esta sabía cómo enfrentarles. Usaba sus copias para atacar a distancia mientras se mantenían seguras en la niebla, y ella casi que no podía atacar a distancia por si las copias evadían los ataques y éstos alcanzasen a Issei. Le odiaba en aquel momento, le odiaba mucho por su extraño actuar, pero nada podía hacer…, nada que no pusiera en riesgo su vida.
—Maldito majadero —Gruñó Kiyome mientras pensaba un plan para destruir ambas copias.
Observó a sus bestias voladoras, las cuales se mantenían vigilantes para que ninguna de las tres nekomatas pudiera escapar. Sus ojos brillaron con astucia cuando una idea cruzó su mente. Dio un par de órdenes y al instante sus bestias terrestres atacaron de forma sincronizada a las copias de la youkai. Cuando estas evadían los ataques, las dos criaturas voladoras las agarraron para elevarlas en el aire, dejándolas caer desde gran altura, fuera de la niebla venenosa. Aquel momento fue aprovechado para atacar desde tierra, destruyendo dichas copas con cierta violencia.
Aquello provocó que la nekomata original se sintiese débil y apoyara una rodilla en el suelo. Entonces alzó los ojos, los cuales se habían vuelto más fieros: aquel par de humanos miserables la estaban poniendo entre la espada y la pared, pero ella no podía permitirse morir allí, a manos de unos míseros Cazadores. Observó primero a la Domadora, asesinándola con la mirada, para luego dirigir toda su atención al varón que avanzaba hacia ella. El mismo tenía marcas horribles por todo su cuerpo, muestra de que el veneno ya circulaba por todo su organismo. Además, sangre había comenzado a brotar de su boca, ojos, nariz y oídos. Aquello no hizo sino sorprenderla. La resistencia y voluntad de aquel hombre era increíble, pero no por ello se dejaría atrapar. Quizás no quisieran matarla allí mismo, sino que tenían pensado algo peor, como entregarla a los demonios o a las altas esferas de la organización. Quizá incluso a alguna de las Cinco Clanes de Japón. ¡Pero antes prefería morir!
Sus pensamientos fueron detenidos al notar como el humano se seguía acercando lentamente a ella. Reuniendo fuerzas, se preparó para defenderse del siguiente ataque que le lanza, uno seguramente encabeza a acabar con su propia vida o dejarla incapacitada de forma definitiva. Pero, para su incredulidad, aquel humano fue capaz de evadir su ataque, realizando una llave de jiu-jitsu. Su cuerpo impactó con fuerza contra el suelo, pero rápidamente se puso en pie. El hombre estaba en guardia, pero no atacaba. Aquello la enfurecía. Quizás, y solo quizás, sólo se estaba burlando de ella, creyendo que no era necesario atacarle, sino simplemente esperar a que cayera rendida por su pésimo estado.
La youkai se envolvió en Touki, apretando los dientes, furiosa con aquel Cazador. Con un grito de guerra se lanzó hacia el humano, quien también se envolvió en Touki. La nekomata estaba furiosa, encolerizada. No soportaba que la humillaran, no soportaba que se creyeran mejores que ella, no soportaba que la subestimaran, y aquel hombre hacía todo eso. Pensaba que estaría muy débil por la exposición a la niebla, a pesar de su protección por el Senjutsu, pero tarde se dio cuenta de que no era del todo así. Issei ciertamente estaba muy débil, pero aún seguía superando a la nekomata en combate cuerpo a cuerpo. El Cazador puso en práctica una vez más todas aquellas enseñanzas de su Maestro, logrando derrotar a la nekomata al golpear los puntos claves de su sistema vital, inutilizándolo, dejándola tendida boca arriba en el suelo luego de que la youkai intentara tomar distancia, fallando miserablemente.
Kiyome gritó de alegría al ver a la nekomata derrotada, pero ahogó un grito cuando vio a su compañero caer como peso muerto al suelo cuando se dirigía hacia la belleza morena. Parecía estar en sus últimas, pero ella no podía hacer nada que no supusiera la muerte de una de sus criaturas o de sí misma, y tenían un acuerdo: 'no intentar salvar al otro si eso significaba la muerte de uno mismo o de las criaturas domadas por Kiyome'. Issei tenía que seguir, tenía que deshacer aquella niebla venenosa, o sino no podría ayudarle.
Kiyome se mordía el labio, aterrada por el estado de su compañero. Verle así le encogía el corazón. A pesar de tener tantas discusiones, tantas peleas…, había llegado a considerar a Hyoudou Issei como su amigo. ¿Por qué demonios había enfrentado a la youkai de esa manera? ¿Por qué no había intentado cumplir su trabajo como Cazador cómo debía?
— ¡Vamos Ise-kun! ¡Levántate! ¡No puedes morir ahora! ¡No de este modo!
Issei alzó la cabeza. No podía ver, apenas podía oír. El veneno ya estaba en su sistema. Su cuerpo no le respondía adecuadamente. Podía sentir cómo le costaba respirar. Pero tenía que seguir adelante, tenía que terminar su cometido. Intentó usar su otra vista, pero era difícil. Le costaba concentrarse por el veneno. Pero, con gran esfuerzo, pudo observar la figura de aquella youkai. Estaba tumbada en el suelo, totalmente agotada tanto por el combate como por los puntos vitales de ki que Issei había bloqueado con tal de inmovilizarla.
A pesar de su condición, la nekomata aún mantenía la niebla, la cual retrocedía lentamente, pero le mataría antes de que desapareciera. Tenía una gran fuerza de voluntad, eso no lo negaría jamás. Arrastrándose hacia ella, Issei continuó. Los ojos avellana de la belleza morena se clavaron en él, mostrando un gran asombro y respeto por aquel humano, así como un gran odio. Era el primer en resistir tanto tiempo aquel veneno mortal. Ni siquiera un Maou podría librarse de ese veneno sin ayuda.
—Maldito humano… Basura… Todos vosotros… Ojalá os extinguierais… —Siseaba la youkai con gran rabia.
Pero Issei no escuchaba, y no porque no lo intentase. Ya no podía ver ni oír nada de nada. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Issei alzó la mano. La youkai cerró los ojos, pensando que aquel era su final, pero, para su inimaginable sorpresa…
— ¡!
Lo que aquel humano hizo fue poner su mano en su cabeza, acariciándola con cariño.
—Tranquila… Lo sé… No eres una asesina… No has matado a nadie porque así lo deseases… Tú sólo te defendías… Tranquila… Y lo lamento… Espero que puedas encontrar la paz…
No podía creer lo que estaba oyendo. Aquel humano… ¿acababa de decirle todo eso? ¿Acababa de tratarla con cariño? Entonces vio como la mano de aquel hombre caía al suelo.
— ¡Ise! —Exclamó horrorizada Kiyome.
La mujer, así como sus criaturas, intentaron acercarse, pero la niebla venenosa lo impedía. La Nekoshou se quedó totalmente quieta, asombrada, estupefacta, observando el cuerpo casi inerte de aquel humano. Las marcas del veneno cubrían la inmensa mayoría de su cuerpo, así como la sangre que salía por distintas partes de su cabeza. El que aún estuviera vivo era casi como un milagro. De pronto notó que la energía volvía a circular libre por sus canales de ki, pero aun así no se movió. Lo que le gritaba su instinto es que huyera mientras la compañera de aquel Cazador intentaba salvarle la vida…, pero lo ignoró por completo. Es más, su siguiente acto iba en contra de su propio ser.
Giró su cuerpo para quedar boca abajo. Aún lo sentía débil por la técnica selladora de aquel humano, pero fue capaz de ponerse a cuatro patas. Con gran esfuerzo le dio la vuelta, colocando una mano en su pecho y otra en su cabeza.
— ¡Déjale desgraciada! ¡No le toques! —Chillara furiosa Kiyome, pero la youkai la ignoró.
Cerró los ojos, concentrándose, mientras la niebla continuaba desapareciendo a su alrededor. Kiyome, así como sus bestias, se acercaban amenazantes a la nekomata, con grandes deseos de segar su vida…, pero entonces observaron lo que estaba haciendo. Las marcas del veneno en el cuerpo del Hyoudou estaban desapareciendo. Sus ojos, oídos, nariz y boca ya no sangraban. Parecía…, estar sanándolo…
A pesar de lo que sus ojos veían, su experiencia le decía que no se fiara, que se mantuviera alerta. No sería la primera vez que un ser sobrenatural intentaba jugar esa misma carta, la del inocente. La niebla no tardó en desaparecer por completo debido a que la nekomata estaba totalmente centrada en curar a aquel hombre, o eso parecía.
Una vez que las marcas desaparecieron por completo, la respiración de Issei volvió a ser regular, tranquila, pero no despertaba. Estaba tan agotado que había caído con fuerza en los brazos de Morfeo, el Dios Griego del sueño. Entonces la youkai colocó ambas manos en el pecho del hombre. Se la veía muy agotada, tanto que su cuerpo comenzó a transformarse hasta volver a tener la apariencia de un gato negro con dos colas. Para incredulidad de Kiyome y sus bestias, la youkai se hizo un ovillo sobre el pecho de Issei, dejándose llevar también al mundo de los sueños.
—Abe-sama… ¿qué debemos hacer…? —Preguntó la lamia sin saber cómo proceder.
Todas las criaturas domadas por Kiyome podían sentir que su dueña no sabía qué hacer en aquel momento. Se supone que habían ido para eliminar a una youkai muy poderosa que había matado a demonios y humanos…, pero…
— ¿La matamos mientras duerme? Con eso terminaríamos la misión —Propuso otra de las criaturas.
—No… —Negó Kiyome pensativa.
Aquella nekomata había estado a punto de matarlos a ambos, más a Issei que a ella, pero…, a pesar de todo, había salvado la vida de Issei. ¿Por qué? ¿Por qué salvar su vida? Issei ya había dicho que esa vulgar gata no era lo que parecía. Quizás…, aquel último acto de Issei había calado en la youkai… Era lo único que se le ocurría.
—Me parece…, que vamos a dormir aquí esta noche… —Sentenció con un suspiro de incomodidad.
No era la primera vez que dormían al raso, Issei ya le advirtió sobre eso, pero seguía sin gustarle. Menos mal que siempre estaba preparada para cuando tocara acampar. Con una orden sus criaturas sacaron todo lo necesario para que pudieran dormir tranquilos, cómodos y calientes en aquella noche fresca de primavera. Pero claro, esas mismas criaturas harían turnos de guardia por si la youkai despertaba. Tenía que mantenerla vigilada hasta que Issei despertase.
XXXXX
Hyoudou Issei abrió lentamente los ojos. Se sentía muy cansado, pero sorpresivamente seguía vivo. ¿Acaso Kiyome había logrado salvarle? ¿Había eliminado el veneno? Pero de ser así, ¿cómo lo había hecho? Cerrando los ojos con molestia, molestia por la luz del sol, el Cazador procedió a revisar su cuerpo, su flujo de energía vital. Ciertamente no había restos del veneno, su cuerpo estaba perfectamente.
—"Extraño." —Pensó mientras volví a abrir los ojos.
Intentó incorporarse, pero entonces notó una suave presión sobre su pecho. Desvió la mirada al mismo, encontrándose con un gato negro con dos colas. Se trataba de la nekomata, la cual dormía plácidamente sobre él. El varón parpadeó con sorpresa. ¿Qué hacía esa youkai durmiendo tan calmadamente? Había pensado mil posibilidades, pero ninguna que pudiera llevar a un final como aquel. Levantó su mano, posándola suavemente sobre la gata, acariciándola. La respuesta fue un agradable ronroneo.
—Lo sabía, eres un pervertido.
El respingo fue tal que se incorporó de golpe, casi tirando al suelo a la nekomata, la cual pudo caer de pie, mirando con molestia al varón. Pero Issei no la miraba a ella, sino que tenía su vista clavada en la belleza de cabellera castaña que tenía por compañera.
—Kiyome… Estás bien… —Dijo asombrado.
La ex noble enarcó una ceja, cruzando sus brazos.
—Por supuesto que estoy bien, idiota. Lo que me sorprende es que tú lo estés.
—P-pero… L-la n-niebla… E-el v-veneno…
Debido al tartamudeo que se apoderó de él, apenas y pudo decir aquellas palabras. Kiyome rodó sus ojos, clavándolos en los fieros de la nekomata, la cual le devolvió la mirada con la misma intensidad.
—Gata buena para nada —Siseó con repudio. Ésta le devolvió un bufido, también de obvia molestia—. Ella te salvó la vida luego de que fueras tan gilipollas como para hacer lo que hiciste. Admito que eso me sorprendió. Yo pensaba que te mataría y comería allí mismo.
La gata, como respuesta, se acomodó en el regazo de Issei, para asombro de ambos. El varón intentaba recordar todo lo posible, pero el veneno le había afectado a la memoria. No recordaba mucho de la batalla luego de que el veneno infectase su cuerpo de manera considerable. No recordaba ver ni oír nada, sólo sentir. Lo último que lograba rememorar era acariciar la cabeza de la youkai mientras decía algo, pero no sabía el qué.
—Ahora dime, ¿qué demonios te rondaba por la cabeza para casi haber muerto por no cazarla? —Exigió saber la Domadora mientras clavaba su mirada molesta en la gata.
Inconscientemente Issei procedió a acariciar a la nekomata, pensando seriamente en lo que le llevó a actuar de aquella extraña manera.
— ¿Recuerdas que te dije que era distinta?
—Sí, algo mencionaste sobre eso. Que no te parecía como la habían descrito.
—Exactamente. Verás, cuando alguien asesina a muchas personas, la energía vital fluye a través del ser de un modo distinto a alguien que nunca haya asesinado. Esta nekomata ha matado, y el ki que la envuelve es malicioso, posiblemente fruto del uso desmedido del Senjutsu sin filtro. Es maliciosa, pero no por ello malvada. No es una asesina. Ha matado al defenderse de aquellos que han intentado matarla. En verdad dudo seriamente de casi todos los crímenes que se le adjudica. Obviamente me refiero a los crímenes que tienen que ver con gente inocente.
— ¿Y el robo, así como matar a otros Cazadores?
—No veo el robo como un crimen que deba ser castigado con la muerte, y en cuanto a los otros Cazadores, ella sólo se defendía. No veo crimen también en ello.
—Ha matado a varios de nuestros compañeros.
—Eso es cierto, ¿pero acaso no tiene derecho a defenderse? Todos tenemos el instinto de defendernos ante un ataque.
—Bueno…, eso no lo puedo negar. Aun así, ¿acaso no son los de su especie malvados?
—No hay que generalizar. Por ese mismo razonamiento, la Humanidad es malvada, destructiva, brutal, asesina… Y ambos hemos comprobado que eso no es así. Hay de todo en la especie humana, así como en otras: desde humanos peores que el peor de los demonios hasta humanos que merecen ser venerados y reverenciados por su pureza. No todos los nekomata son malvados; en algunas historias son leales y amables con sus propietarios —Explicó Issei mientras acariciaba a la gata, la cual ronroneaba contenta—. No conozco la historia de esta gata, pero estoy seguro de que no es la culpable de los asesinatos de personas inocentes.
Kiyome clavó sus ojos en los de su compañero. Hablaba con total convicción, sin duda alguna en su tono. No eran muchas las ocasiones en las que hablaba así, sólo cuando estaba totalmente convencido de que se había llevado a cabo alguna injusticia, como aquel caso. La gata, por su parte, también observaba a aquel humano con asombro y respeto. Dar la cara por ella, de aquel modo… Era la primera vez en su vida que alguien la trataba así.
—Entonces, ¿qué sugieres hacer?
—Investigar los crímenes de las personas inocentes, comprobar si ella ha sido su verdugo y, en caso contrario, averiguar quién ha sido.
—Eso sería ir en contra de las leyes de la organización.
—No me importa. La misión ha cambiado ahora. No haré mal a esta youkai si no es menester, si es inocente. Y, hasta que compruebe si los crímenes son ciertos o no, no le haré mal alguno. La protegeré…, incluso si es de ti.
La gata ronroneó contenta no solo por las caricias de aquel humano. Protegerla…, alguien había jurado protegerla… Era la primera vez que le pasaba, aunque le sonaba ridículo ya que era más fuerte que ese humano…, o eso creía… También esas palabras le hicieron rememorar cierta historia de su pasado, uno bien lejano, pero grabado a fuego. Así era como se sentía uno cuando alguien le protegía, ¿eh? No estaba mal. Le gustaba. Por su parte, Kiyome frunció el ceño y enfrentó la determinada mirada de su compañero. Estaba dispuesto a realizar aquel acto, aunque fuera en contra de la organización. Pero, ¿y si tenía razón? ¿Y si aquella vulgar gata era inocente del asesinato de esas personas inocentes?
—Ahhh, está bien —Asintió la Domadora—. Investigaremos esos asesinatos y entonces, y solo entonces, decidiremos qué hacer —Entonces bajó su mirada para encarar nuevamente la de la gata—. Pero que te quede claro: no pienso quitarte los ojos de encima. Puede que hayas embelesado a este pervertido con su sensualidad y apariencia, pero a mí no. No lo olvides —Sentenció mientras salía afuera de la tienda provisional.
La gata no hizo movimiento alguno, así como tampoco emitió algún sonido. Issei, por su parte, se sonrojó al recordar la hermosa apariencia de esa nekomata, tanto que decidió cogerla para dejarla en el suelo. Sería muy incómodo que notara a su compañero de armas.
— ¡Sal ya de una vez, maldito pervertido! ¡Tenemos mucho trabajo! —Exclamó Kiyome desde afuera.
— ¡Voy, voy! ¡Maldita ojou-sama en desgracia! —Chilló Issei en respuesta, poniéndose de pie una vez su erección hubo desaparecido.
Una vez afuera, e ignorando el acalorado intercambio de insultos, las criaturas de Kiyome desmontaron aquel campamento improvisado ante la atenta mirada de la nekomata. Ésta observó detenidamente a aquellos humanos. Parecían tener poco más de veinticinco años, no llegando ni a rozar los treinta, más jóvenes que ella. Al igual que aquel humano, Hyoudou Issei si no recordaba mal, la había analizado a través del Senjutsu, ella había hecho lo mismo, solo que en su caso había analizado a ambos.
No eran personas limpias, como el flujo de energía podía revelar. Definitivamente habían matado antes, pero… ¿era eso algo malo? Juzgando por el trabajo que realizaban, debía de ser una ocurrencia normal para ellos. Y no le parecían malas personas, pese a que la mujer podría ser algo más amable con ella. Además, los Cazadores cazaban no humanos que hubieran cometido crímenes contra los humanos, terminando la amplia mayoría en una ejecución.
Kiyome observó a la gata con recelo, acercándose a su compañero para poder susurrarle al oído.
—Ise-kun, quiero que me respondas con total sinceridad a una pregunta —El varón alzo una ceja—. Has decidido salvarla porque anima a tu soldado, ¿verdad?
Ante la mordaz pregunta de su compañera, así como su malicia al realizarla, Issei negó con el rostro como un tomate.
—Eso no tiene nada que ver.
—Ya, claro. Y yo soy rubia.
— ¡Es cierto! —Exclamó—. ¿Cuántas veces nos hemos enfrentado a monstruos cuya apariencia era realmente hermosa? Y no he dejado de cumplir con mi trabajo solo por encontrarme con una belleza femenina.
—Sí, si, por supuesto.
—Además, ¿te recuerdo aquella vez en la que nuestro trabajo tenía la apariencia de un hombre increíblemente apuesto y tú hacías palmas sin las manos?
Ahora era el turno del hombre de hacer una pregunta mordaz. Kiyome se sonrojó hasta las raíces de su cabello.
— ¡E-eso solo fue una actuación! —Se defendió torpemente.
—Yaaa… Una actuación… Por eso estuviste a punto de acostarte con él.
— ¡Eso es mentira!
— ¡Oh, por favor! —Se rio Issei divertido—. Si no llega a ser porque aparecí de pronto, lo hubierais hecho en las aguas termales.
— ¡E-eso n-no es v-verdad…!
—Oh venga, Kiyome-chan~ —Canturreó, provocando la ira de la mujer por usar aquel honorífico—. Estaba a punto de rellenarte con su miembro~.
— ¡Cállate, cállate! —Chilló sonrojada y avergonzada por aquel horrible recuerdo.
Ella se jactaba de ser una tentación para los hombres y pocas veces habían logrado seducirla a ella…, pero que un horrible monstruo, feo de narices, la hubiera seducido con su aspecto cambiado por una pócima… El solo recordar su verdadero aspecto cuando Issei usó sus habilidades para desenmascararle… ¡No! ¡No podía ni debía recordar algo tan asqueroso y denigrante!
—Deberías recordar tus propios fallos antes de intentar acusar a otros —Sonrió victorioso mientras comenzaba a caminar hacia el lugar de crimen más cercano.
La gata caminaba siempre con ellos en su forma felina, aunque cuando se cansaba de caminar, se subía a los hombros de Issei para descansar. Al hombre no le molestaba, pues su peso era muy liviano, pero esa actitud molestaba a Kiyome, pues se quejaba que esa gata vulgar buena para nada era una holgazana de cuidado. Su molestia iba a más cuando la gata se burlaba de ella.
XXXXX
La primera localización de los crímenes de los que se acusaba a la nekomata era un pequeño pueblo cercano de donde se encontraban. De pocos habitantes, el par de Cazadores ya había pasado por el lugar para preguntar sobre su anterior objetivo. Sin embargo, esta vez su objetivo era otro. Ayudados en parte gracias al tamaño del poblado, no les fue difícil dar con la casa donde se encontraba la última víctima de los supuestos ataques de la nekoshou.
Una vez explicado el motivo de la repetición de su llegada, el par de adultos se encerró con el cuerpo del difunto, un joven adulto cuyo cadáver yacía pacíficamente en el tatami donde le había dejado su familia. Los dos Cazadores estudiaron tanto el cuerpo como el entorno. Definitivamente había sido un no humano el artífice del brutal asesinato, pues había sido brutal. Además, le faltaba el hígado. Las bestias de Kiyome pudieron reconocer el aroma del asesino, un aroma youkai.
—Vale, ha sido un youkai, pero no sabemos nada más.
—Vayamos al siguiente punto. Que sólo le falte el hígado me resulta extraño.
La segunda localización era en la ciudad de Osaka. Al ser una ciudad importante en el país, sobre todo desde el comienzo de la nueva Era, los crímenes aumentaron a cinco por toda la ciudad. Dado que las víctimas habían sido enterradas días o semanas atrás, tuvieron que ir a las respectivas tumbas con el abrigo de la noche, realizando las exhumaciones con todo el respeto que podían mostrar. Todos y cada uno de los cuerpos tenían las mismas características: habían sido brutalmente asesinados y les faltaba el hígado, aunque a alguno le faltaba también el corazón.
La tercera localización fue más de lo mismo, esta vez en la ciudad de Tokio. Allí el número de muertes era del doble de las de Osaka y con las mismas características. El modus operandi del asesino no había cambiado nada: seducción, asesinato brutal, consumición del hígado o corazón de la víctima.
—Es una mujer —Sentenció Issei mientras observaba el techo de la habitación donde se habían hospedado la última noche en la que revisaron el último de los cuerpos.
— ¿Qué te hace pensar eso? —Interrogó Kiyome mientras degustaba un delicioso té.
Lo bueno de ser Cazadores es que obtenían buenos ingresos siempre y cuando la presa fuera grande, y para suerte de ambos así había sido la última vez, y dado que no habían gastado demasiado, podían hospedarse en una buena hostelería.
—Todas las víctimas son hombres que habían sido seducidos. No sé tú, pero aquí no hay casi homosexuales. Además, los pocos testigos podían asegurar que era una mujer, o eso dicen, pues la oscuridad no ayudaba.
Kiyome dejó la taza, llevando su mano a su barbilla.
—Vale, supongamos que es una mujer. Primero seduce a sus víctimas para luego matarlas de forma violenta y luego devora el hígado o el corazón cuando el cuerpo aún está caliente. Hum, no logro recordar ninguna criatura de nuestro folclore que actúe así.
—Yo tampoco. Mi conocimiento sólo cubre las de este país. ¿Es posible que sea una criatura del extranjero?
Kiyome frunció el ceño.
—Nuestro país ha cambiado desde hace unos años. Ahora gente del exterior viene y va por nuestras tierras, nuestro país ha cogido su tecnología, como puede ser el tren. No me extrañaría que en el flujo de humanos que entran y salen de nuestro país también haya criaturas de dichos países.
—Entonces podríamos asumir que estamos tratando con una criatura no japonesa.
—Eso mismo.
Ambos se quedaron pensativos mientras la youkai observaba en total silencio.
—Necesitamos saber a qué nos enfrentamos.
—Pero no podemos acudir a la organización. En cuanto sepan que no hemos ejecutado a la supuesta criminal se nos echarán encima. Ahhh, mentes demasiado cerradas.
—No podemos acudir a la organización… ¿entonces a quién sugieres acudir?
Kiyome amargó su gesto.
—Sé quién podría ayudarnos…, pero no quiero pedirle nada —Murmuró con gran desagrado.
— ¿Quién es?
—No… Mejor pensemos en otra cosa.
—Kiyome —Nombró Issei sin usar su clásico honorífico, dando a entender que aquello era demasiado serio—, no tenemos tiempo. Cuanto más pase más posibilidades hay de que haya nuevas víctimas.
La Domadora agrió aún más su gesto, pero acabó asintiendo.
—Está bien… Tendremos que volver a mi antiguo hogar…
Issei asintió satisfecho, aunque ahora entendiendo el motivo de que fuera tan reacia a tomar aquel camino. Entonces la fémina se puso en pie, procediendo a marcharse de aquella zona común a su cuarto.
—Tú te vienes conmigo —Le dijo a la gata, la cual no se movió—. Ohhh, ni pienses que te dejaré sola con él. No me obligues a usar la fuerza.
La nekomata respondió con un siseo amenazante. Suspirando aburrido, presintiendo un verdadero enfrentamiento entre ambas, Issei decidió ser el intermediario. Hasta ahora, dado que habían dormido en campamentos improvisados o en la misma habitación, para disgusto de Kiyome, no había habido problemas. Pero claro, ahora no estaba ese condicionante.
— ¿Podrías hacer el favor? —Pidió el hombre a la gata—. No creo que sea necesario molestar al resto de huéspedes.
La youkai soltó un bufido, pero acabó por levantarse y caminar hacia el cuarto que compartiría con Kiyome. La belleza castaña asintió satisfecha, cerrando la puerta tras de sí. Issei decidió quedarse un rato más despierto, pensando sobre la posible criatura que iban a enfrentar. No supo qué hora era cuando se fue a dormir después de darle vueltas a la cabeza sin encontrar respuesta a su pregunta. Tampoco supo qué hora era cuándo se debe dinero lo suficiente para ver que encima suyo había alguien. Lo único que pudo distinguir, o creyó distinguir, fueron unos preciosos ojos avellanas antes de volver a caer en los brazos de Morfeo. Nunca sabría si esos ojos fueron producto del sueño o eran reales.
Cuando despertó por la mañana temprano, costumbre en él desde hacía años, pudo notar varias cosas: la primera era que se sentía de muy buen humor, la segunda que tenía sed, y la tercera fue más curiosa. Cuando despertó luego del combate con la nekomata pudo sentir que, a pesar de haberse recuperado del veneno, su esperanza de vida se había reducido, unos pocos años había calculado. Pero ahora sentía que, de algún modo, había recuperado esos años. ¿Pero cómo?
— ¡Ise-kun, despierta de una vez! —Exclamó Kiyome desde el otro lado de la puerta.
— ¡Voy, voy!
Dejaría esa duda para otro momento, pues demasiado sorprendido estaba con que la Domadora se hubiera despertado antes que él.
XXXXX
Hyoudou Issei siempre había sabido que su compañera era de noble cuna, de una de las más altas de la historia japonesa, y que, por tanto, sus posesiones, su patrimonio, eran descomunales…, y no se había equivocado. El varón quedó con la boca abierta luego de llegar a la entrada principal de la mansión principal de la familia Abe, con confundir con la familia Abe de Abe no Seimei. Una barrera protegía aquellos terrenos, una barrera cuyo poder rivalizaba con el de los dioses. Era bien sabido que, a pesar de no poseer poderes divinos, las Cinco Clanes y la familia Abe tenían el favor de los dioses y, en este caso, eso incluía una barrera de nivel divino protegiendo su sede principal. ¿El resto tendrían una protección semejante?
Unas enormes puertas de madera era la única entrada, pues los altos muros estaban coronados con puntas de lanza, y alguna defensa de nivel mágico, por lo que intentar colarse no parecía ser una buena idea.
Issei pudo sentir como la youkai se tensaba en sus hombros. No había dicho nada desde su enfrentamiento días atrás, ni siquiera cuando Kiyome propuso visitar su anterior hogar para intentar obtener la identidad de la asesina que le había encasquetado sus crímenes. Después de todo, ella era una criminal, o al menos eso era lo que decía que cartel que le habían puesto. Entrar en un sitio lleno de Domadores era tan peligroso como entrar a un lugar lleno de Cazadores. Por eso decidió acariciar la cabeza de la gata en un intento de tranquilizarla.
—Tranquila, no dejaremos que te hagan nada. Hacernos algo a nosotros significaría ir contra la organización.
La gata clavó sus ojos color avellanas en los del hombre, cerrándolos acto seguido, relajándose, confiando en aquel humano.
—Pero la organización también se nos echaría encima, como te comenté —Murmuró Kiyome para que nadie escuchase.
—Pero ellos no lo saben, ¿verdad? Las Cinco Clanes, así como tu Clan, no tienen casi relación con la organización. Casi no saben nada, así que podemos estar tranquilos.
Kiyome observó las enormes puertas no muy convencida.
—Como empecemos un combate…, posiblemente no salgamos vivos. No tendrán piedad conmigo, y menos aún contigo o la gata.
—En ese caso esta señorita podrá jugar sucio —Señaló con una mano, sonriente, a la gata.
La nekomata alzó la cabeza y Kiyome pudo jurar ver un brillo malicioso. ¡Incluso sonrió!
—Ni se te ocurra matarlos, sucia gata callejera —Siseó con ira.
Ella sólo odiaba al Consejo que la intentó someter, así como la expulsó, pero había gente inocente, que solo cumplía órdenes. No tenía derecho alguno a matar a esas personas. La gata rodó los ojos, pero pudo percibir que así lo haría…, de llegar a darse el caso. Al ver que la youkai había aceptado las condiciones, Kiyome se acercó, golpeando las grandes puertas con fuerza.
— ¿Quién osa llamar a estas puertas?
—Soy la Cazadora Abe Kiyome. Exijo audiencia con el Consejo.
Se pudo escuchar cómo los guardias intercambiaban palabras con un tono de asombro. Durante un rato las puertas se mantuvieron cerradas, pero al final las mismas se abrieron hacia adentro, revelando el hermoso paisaje interior. Issei nuevamente quedó asombrado. Estanques, sakuras, caminos de piedra, pájaros muy coloridos volando de árbol en árbol, y una enorme y preciosa mansión al final del camino.
Nada más entrar Issei pudo ver a los dos guardias. Parecían jóvenes, tanto o más que él, y bastante inexpertos. Kiyome ingresó la primera, con la cabeza bien alta, ante la embobada mirada de los guardias. Pero en cuanto Issei ingresó, el mundo rosa de los dos jóvenes guardias se deshizo, pues sintieron la presencia de la nekomata. Cogieron sus respectivas armas para prender a la youkai, pero Issei les miró de reojo, usando su poder para intimidar.
—Yo que vosotros no me movería —Advirtió para luego continuar el camino tras su compañera.
Los dos guardias tragaron saliva, visiblemente asustados. Cuando ambos Cazadores se hubieron integrado en los terrenos de la sede principal del Clan, cerraron la puerta, montando guardia como habían hecho hasta aquel momento.
Issei dio alcance a Kiyome con facilidad y ambos caminaron uno al lado del otro por el camino de piedra. Los sirvientes no pudieron sino asombrarse al ver a la antigua primogénita del Clan. Había cambiado mucho desde la última vez que la vieron, hacía dos años. Había adquirido un tono más maduro, así como más rudo, fruto de su dura vida como Cazadora, sin los lujos con los que se había criado. Además, rebosaba la misma belleza que hacía dos años, pero ahora también desbordaba autoridad y orgullo, así como determinación.
Dado que Kiyome conocía bien aquella mansión, no fue necesaria la guía de los guardias que la custodiaban, aunque estos no les dejaron en ningún momento, ni siquiera cuando ingresaron en la sala principal. Al igual que los guardas de la puerta, habían intentado arrestar a la nekomata, pero una advertencia de Issei fue más que suficiente para que los mismos no hicieran movimiento alguno.
Una vez ingresaron en la sala principal, la misma donde Kiyome fue juzgada y expulsada del Clan, Issei pudo observar a los miembros del Consejo, el cual era presidido por el abuelo de su compañera. Aquellos eran hombres orgullosos y de duro carácter. No sentía maldad en ellos, solo demasiado orgullo. El mismo orgullo que les había llevado a expulsar a Kiyome del Clan por ir contra sus designios.
—Esto es inaudito —Gruñó uno de los hombres—. La exiliada ha vuelto, y convertida en Cazadora. ¿Acaso no piensas dejar de humillar a nuestro Clan? —Escupió.
Pero, a pesar de sus palabras, Kiyome se mantenía completamente tranquila. No le habían ofendido aquellas venenosas palabras.
—No pertenezco a este Clan desde hace dos años, así que poco me importan tus palabras, oji-san.
— ¡No oses dirigirte a mí de esa manera!
—Creo que puedo hacerlo —Sonrió con suficiencia la mujer.
— ¿A qué has venido? —Interrogó el más anciano.
—Vosotros tenéis información sobre criaturas ajenas a nuestras tierras, a Japón. Necesitamos con urgencia información sobre una en particular.
— ¿Y por qué ayudaríamos nosotros a los Cazadores? Que ellos se ocupen de sus problemas.
—Porque mucha más gente morirá si no detenemos a la criatura extranjera. Si no nos ayudáis, entonces vuestras manos estarán manchadas con su sangre.
— ¡Cuida tu lengua, niña! —Exclamó el tío de Kiyome—. Puede que ya no pertenezcas al Clan, pero no permitiremos que nos faltes al respeto.
—No es faltar al respeto. Es decir, la verdad. Nos enfrentamos a algo que no conocemos, no sabemos qué es, y las personas que pueden tener esa información no quieren ayudarnos. ¿Cómo crees que os hace quedar?
El tío de Kiyome estuvo por contra argumentar, pero el padre de Kiyome alzó la mano.
—Tiene razón. Si ayudarles significa salvar vidas de nuestros compatriotas, es nuestro deber ayudar.
— ¡Solo dices eso porque es tu retoño!
—Puede, ¿pero acaso me dirás que no es lógico?
—…
—Yo lo que exijo saber es el motivo de que lleven con ella al artífice de los últimos asesinatos —Exigió saber el más anciano mientras hacía un gesto para que los guardias rodeasen al trío.
Issei automáticamente respondió cubriendo su cuerpo con Senjutsu y Touki al tiempo que la gata comenzaba a extender la niebla venenosa. Aquello alarmó a los guardas, así como a los miembros del Consejo.
—Ella no es la culpable, y cualquier acto que considere una amenaza para ella o para nosotros será respondida de la misma manera —Advirtió Issei con tono neutro.
—Como he dicho, estamos buscando a una criatura extranjera, una cuyos actos han sido puestos sobre ella —Siguió Kiyome mientras hacía un leve gesto hacia la gata—. Por eso estamos aquí.
— ¿Habéis investigado los delitos? —Preguntó el padre de Kiyome.
—Así es. No coinciden con el actuar de los nekomatas. Estamos seguros de que la criatura podía cambiar su aspecto al de una mujer, la cual seducía a sus víctimas para luego matarlas y comerse el hígado o corazón.
Los miembros del Consejo se miraron entre ellos mientras los guardias se mantenían alertas, esperando cualquier orden de sus superiores.
—Esperad afuera mientras discutimos —Ordenó el abuelo de la fémina.
La nekomata retiró la niebla al mismo tiempo que Issei dejaba de emitir su poder. Los dos salieron de la sala, dejando que el Consejo tomara una decisión sobre el importante asunto.
—Ahora te comprendo mejor —Admitió Issei.
—Te lo dije.
La espera fue más larga de lo que ambos hubieran esperado. Ambos Cazadores pudieron sentir las miradas recelosas de varios de los presentes en la mansión en lo que discutía el Consejo, pese a que varios también le enviaban miradas de disculpa o reconocimiento. Kiyome se las devolvía con una sonrisa: sencillamente no podía enojarse con ellos, y les agradecía su servicio con ella durante sus años viviendo allí. Pero la antigua heredera del Clan no se confiaba: sabía que lo que en verdad evaluaban en el Consejo era si de verdad valía la pena pasarles información, sobre todo con el asunto de que ellos eran también perseguidos por la organización de Cazadores. Sencillamente, pese a casi no tener relación con ellos, enemistarse con semejante grupo no era una buena idea en ninguno de sus libros.
La nekomata que les acompañaba atraía aún más las miradas, esta vez indisimuladamente de desconfianza. Siendo un clan de Domadores, ninguno de los sirvientes era ajeno a las criaturas sobrenaturales que habitaban el país. Sin embargo, las únicas que entraban a la mansión eran aquellas que servían al Clan Abe y esta nekomata, por otro lado, no estaba domada. Este simple hecho los mantenía atentos ante el mínimo movimiento de la gata negra, la que les devolvía las miradas perezosamente y desbordando confianza pese a saber que, si se desataba una pelea, le sería muy difícil salir de allí con vida, no se mencione junto al Cazador que la cargaba.
Finalmente, tras varios minutos de espera que se alargaron hasta un cuarto de hora, la puerta doble de la sala del consejo de abrió nuevamente, apareciendo un hombre y una mujer adultos que Issei pudo notar tenían un parecido muy fuerte a Kiyome.
—Otou-sama, okaa-sama —Les llamó la castaña, provocando que Issei le mirara sorprendido.
¿Aquellas personas eran sus padres? Viéndolo en retrospectiva, por temas de edad no era probable que fueran sus hermanos pese a su parecido, lo que solamente dejaba esa posibilidad abierta. Ambas personas mayores cerraron la puerta detrás suyo, guardando silencio durante unos segundos, antes de girarse hacia ambos Cazadores que les miraban expectantes.
—El Consejo ha decidido que oficialmente no les compartirá información a unos Cazadores prófugos de su propia organización —Anunció el padre de Kiyome, con una mirada dura sobre su rostro.
Issei estaba a punto de saltar y reclamar por su decisión, cuando una mano se posó enfrente suyo y evitó que hiciera alguna estupidez.
—Un momento, Issei-kun —Habló su compañera, mirando fijamente a sus dos progenitores—. Dijeron "oficialmente". Eso no quiere decir que no nos vayan a decir nada —Le explicó tranquilamente—. Solo quieren asegurarse de que, en caso de que la organización les pregunte o fracasemos, ellos puedan negar cualquier culpa o involucramiento.
El Cazador miró impresionado a su compañera, observando luego las reacciones tranquilas pero afirmativas de los dos adultos enfrente suyo. Eso se escuchaba notoriamente como algo que diría alguien involucrado en política, y siendo honesto, eso no era más que otra muestra de que tan alejados estaban los estilos de vida de ambos antes de volverse Cazadores y viajar en grupo. Todavía no pensaba poder ser capaz de pensar tan adelante o analizar entre líneas como Kiyome, una habilidad que en más de una ocasión les había servido para negociar alojamientos o lidiar con criaturas parlanchinas durante los combates.
La madre de la Cazadora despidió a los sirvientes presentes antes de guiar al par y la nekomata hacia una de las habitaciones de la mansión, en la cual se encerraron. Luego, una vez asegurados de que no habría oídos indeseados, empezaron a hablar.
—Creemos que la criatura que estáis cazando es una kumiho —Explicó el padre de Kiyome.
— ¿Una qué? —Preguntó Issei.
—Kumiho. Es una criatura que aparece en los cuentos orales y las leyendas de Corea, similar a nuestros kitsunes. De acuerdo a tales cuentos, un zorro que vive miles de años se convierte en un kumiho, al igual que sus homólogos japoneses y chinos. Se puede transformar libremente, entre otros, en una hermosa mujer a menudo dispuesta a seducir a los hombres, y puede comerles el hígado o corazón, dependiendo de la leyenda. Sin embargo, mientras el huli jing y el kitsune se representan a menudo con una moral ambigua, sean buenas o malas, el kumiho casi siempre es tratado como una figura maléfica que se alimenta de carne humana. Es incierto en qué punto en el tiempo los coreanos comenzaron a ver al kumiho como una criatura puramente malvada, dado que muchos textos antiguos mencionan a kumiho benévolos ayudando a los seres humanos.
"Algunos cuentos dicen que, si un kumiho se abstiene de matar y comer seres humanos durante mil días, puede convertirse en humano. Otros dicen que un kumiho puede llegar a ser humano si el hombre que ve su verdadera naturaleza la mantiene en secreto durante diez años; o si come un total de mil hígados humanos en un período de mil años, puede convertirse en humano, de lo contrario se disuelve en burbujas. También se dice que el kumiho puede volverse humano si éste puede durar cien días sin comer o matar, sin mostrar su verdadera identidad a un humano, y éste debe ayudar a cualquier humano que necesite de ayuda o éste se convertirá en demonio por mil años."
"Una versión de la mitología, sin embargo, sostiene que, con suficiente voluntad, un kumiho podría distantemente ascender desde su estado yokwe, monstruo, y volverse permanentemente humano y perder su carácter malvado. Explicaciones de cómo esto podría lograrse varían, pero a veces incluyen aspectos tales como abstenerse de matar o degustar carne durante mil días."
—Vaya. Esa es mucha más información de la que pensaba poder obtener —Dijo Issei con asombro—. Nos es de gran utilidad. Muchas gracias por todo.
—No tenéis porqué dármelas si es con tal de salvar vidas inocentes.
Issei se dio la vuelta para salir de aquel lugar, pero se detuvo al darse cuenta de que Kiyome no caminaba a su lado. La Cazadora le hizo un leve gesto con la cabeza, lo cual entendió como gesto para que le dejara a solas con sus padres. El joven Cazador se marchó junto a la nekomata, dejando a los tres Abe solos, sin nadie por los alrededores.
—Parece que la vida te trata bien —Comentó la madre de Kiyome con una leve sonrisa.
—Admito que no puedo quejarme. La vida de una Cazadora es muy dura, pero luego del trabajo uno se siente bien consigo mismo y con el mundo.
—Cazar monstruos…
—A algunos los cazo, a otros los domo. Lo importante es salvar vidas y atrapar a criminales. Además, las pagas son bastante buenas.
— ¿Tienes un buen nivel de vida?
—Bueno… —Se rascó la mejilla un tanto sonrojada—. Admito que no es lo mismo que cuando era parte oficial del Clan, pero tampoco puedo quejarme. Gracias a mis bestias nunca duermo al raso, y en el mejor de los casos podemos hospedarnos en algún lugar de primer nivel, comer hasta reventar y comprar buena ropa. Aunque Ise-kun prefiere vestir de forma muy simple. Agh, no aguanto esa parte suya.
Ambos progenitores se miraron entre ellos con unas caras que Kiyome no supo identificar.
—Parece que tienes mucha confianza con ese hombre —Comentó el padre.
—Bueno, nos conocemos desde hace dos años y trabajamos juntos desde casi el inicio. Luego de dos años uno coge cierta confianza con aquel con quien convive, ¿no?
—No te habrá hecho nada indebido, ¿verdad? —Interrogó con el ceño fruncido.
Kiyome se quedó callada, pensando en todas las veces que el Hyoudou le "había hecho algo" durante los diferentes trabajos, aunque en parte también era culpa suya y se lo merecía, ¡pero nunca jamás se lo diría a nadie! ¡A la tumba que se lo llevaba!
—No. Nada de nada. A pesar de su apariencia y personalidad, es un buen hombre que nunca hace nada en contra de la voluntad de nadie, a menos que se vea obligado, aunque eso no suele pasar.
—Entiendo. Si dices eso, entonces confiaré en tus palabras.
—Es de agradecer —Los tres callaron y un silencio incómodo surgió por ello—. Bueno… Yo… Tengo que irme… Tengo mucho trabajo...
—Si, por supuesto. Tienes una criatura que cazar.
Kiyome se dio la vuelta, dispuesta a marcharse, pero unos brazos la envolvieron por la espalda. Le fue demasiado fácil saber qué se trataba de su madre.
—Ten mucho cuidado.
Una leve sonrisa adornó el rostro de la Cazadora. Se dio la vuelta y correspondió el abrazo, notando un segundo después cómo su padre las abrazaba a ambas.
—Te amamos muchísimo.
—Lo sé, oka-sama, oto-sama.
El abrazo se deshizo y Kiyome se apresuró en salir afuera del edificio para reunirse con su compañero, quien esperaba afuera del terreno principal del Clan. Una vez afuera Kiyome dirigió una última mirada a su antiguo hogar. Volver allí, luego de dos años, después de ser exiliada, había resultado ser una experiencia más dura de lo que llegaría a admitir. Pero el poder volver a ver a sus padres había sido una bendición.
erendir: se ha tardado, pero ya está aquí el capítulo. En verdad pensábamos hacer uno de 20000, pero al final se ha decidido cortarlo. El próximo se publicará en cuanto lo terminemos, y aún nos falta para eso jajaja. Esperamos que os haya gustado.
Nos leemos !
RedSS: No sé ustedes, pero aparte de que en este cap Erendir hizo la mayor parte del trabajo, apesto cuando se trata de Japón. No sé si será algo mío o lo que sea, pero bueno. Espero lo disfruten!
