Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto y asociados.

¡Hola! Debido al agradable recibimiento que me ha dado este fandom (gracias de nuevo :D) me han dado ganas de seguir escribiendo de esta preciosa pareja, así que aquí vengo con otro longfic Sasuhina para gente con criterio formado, ambientado en un universo alterno e inspirado por una ex-novia psicópata (por si acaso lo último es broma xD). Quien haya leído "Esclava Sexual" (otro Sasuhina mío que sigue en proceso) sabe que mi estilo de escritura puede ser sádico, así que de antemano advierto que este fic no es apto para almas muy sensibles.

Sobre Sakura: a mí me cae muy bien y cualquiera que haya leido un fic mío en que ella participe lo sabe totalmente, ya sea en los Sasusaku que tengo escritos o en los otros fics míos en que aparece. Sin embargo, aquí se verá sobrepasada por tanto rechazo y maltrato por parte de Sasuke, de modo que dejará fluir un lado muy perverso y psicópata. Será la malvada de la historia y quedará mal parada, así que si eres fan de Sakura desde ya mismo te recalco que no leas este fic ;]


Psicópata


Una fémina de llamativos ojos blanquinosos se dirigía hacia uno de los parques que había en el amplio y bello campus de su universidad. ¿El motivo? Tenía que juntarse con otro alumno, arisco y pelinegro, para iniciar un trabajo en conjunto impuesto por el profesor de Ética. El susodicho ramo entraba en la malla curricular tanto de Psicología como de Derecho, las carreras que ambos jóvenes estudiaban. Por supuesto, tanto ella como el tal Sasuke Uchiha hubiesen preferido realizar el trabajo en solitario, pues entre ellos ni siquiera intercambiaban palabras. No obstante, el excéntrico profesor que usaba una máscara negra que cubría la mitad inferior de su rostro, argumentó que debían aprender a colaborar con personas muy distintas, pues así sucedía en el trabajo. Y como ambos representaban a la perfección el término «polos opuestos» fueron los primeros elegidos para conformar un equipo.

Ella era una chica muy tímida, al punto que se sonrojaba fácilmente y tartamudeaba de vez en cuando. Él, alguien muy seguro de sí mismo y de penetrante mirada agresiva. De hecho, pese a conocerlo solamente de vista, la futura psicóloga se sentía algo intimidada ante su mera presencia.

El manto oscuro todavía no teñía el cielo, pero el celeste se iba difuminando cada vez más. Eran casi las siete de la tarde de un otoñal día viernes y Hyuga caminaba distraídamente hacia su destino mientras miraba su reloj de pulsera. No quería llegar tarde al encuentro, puesto que su padre le había inculcado la puntualidad desde pequeña. Se suponía que una vez reunidos, Sasuke y ella acordarían los detalles y luego se dirigirían a la biblioteca de la universidad para adelantar trabajo juntos. Después, dentro de la próxima semana y dependiendo del tiempo libre de ambos, terminarían el trabajo y prepararían la disertación. La fémina no tenía duda que alguien como Uchiha se luciría en la misma, pues para estudiar Derecho había que tener personalidad y el don de la palabra desarrollado debido a los debates en los juicios. El problema era cuán mal lo iba a hacer ella, pues, por su timidez, hablar en público la ponía muy nerviosa y por ende tartamudeaba mucho...

Antes de doblar la esquina que la llevaría hacia el campus, vio caminando más allá al joven pelinegro. Sin embargo, no venía solo: una chica de cabellos rosas lo estaba acompañando. Ambos parecían estar discutiendo acaloradamente, ya que, pese a la distancia, igualmente se podía escuchar el tono alto de sus voces. Hinata dedujo que debían ser pareja, pues los amigos no solían discutir de esa manera tan llamativa. Como Uchiha o aquella chica no la habían visto por estar concentrados el uno en el otro, decidió refugiarse tras el gran árbol que estaba justo antes de doblar la esquina; allí también había algunos arbustos de mediano tamaño que podían ocultarla perfectamente. No quería tener que saludar a Sasuke bajo esas circunstancias, pues su carácter apacible prefería evitar los problemas. Cuando doblaran la esquina esperaría un par de minutos antes de seguir avanzando; vaticinaba que para ese punto la reyerta verbal ya habría terminado. Sin embargo, a diferencia de lo que supuso, el joven y su acompañante se detuvieron justo antes de doblar la esquina, muy cerca del árbol que la cobijaba tras su rugoso tronco. Por lo tanto, iba a escuchar la conversación aunque no quisiera.

—Pero Sasuke, es mi fiesta de cumpleaños. Nos conocemos desde hace años, ¿y me dices que simplemente no se te antoja ir? ¿No tienes una excusa mejor siquiera? —señaló claramente afectada por la poca gentileza.

—Por lo visto quieres que te invente una excusa —respondió con voz muy molesta —. Muy bien, si quieres que te mienta aquí voy: tengo un compromiso muy importante con un marciano, así que no podré ir a tu fiesta de cumpleaños —ironizó de manera mordaz.

Sakura vistió su rostro con pesar.

—No sé por qué me tratas así, Sasuke. Se supone que somos amigos y sabes que yo ansío mucho más que eso. Sabes que yo daría cualquier cosa por ti. ¿Acaso no tienes un corazón palpitando en el pecho? ¿Por qué me tratas tan mal? Yo no merezco este trato, no cuando te amo tanto —el cariz lastimero de su voz fue realmente sobrecogedor.

Instantáneamente, Hinata se asombró y luego también compadeció a la enamorada chica pelirrosa. Sonaba tan amargada y frustrada que conmovía. En un primer momento iba a taparse los oídos, pues sabía que era de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero el tono de la discusión le generó una curiosidad que no consiguió desterrar. ¿Qué le costaba ir a su fiesta de cumpleaños si se conocían desde hacía años? ¿Acaso Uchiha no podía ser más caballero y menos canalla con ella?

—¿Y cuando demonios vas a entender que yo no te amo a ti? No-me-in-te-re-sas —la última frase la silabeó lentamente, como si estuviera tratando con una bebé que recién aprendiese a hablar.

Se produjo un silencio, pues dos jóvenes peatones se aproximaban por la acera. Por simple precaución, Hinata se agachó entre los arbustos para que no la viesen y delataran su presencia a través de sus miradas. Ambos caminantes le dieron celeridad a sus pasos, pues no querían entrometerse en discusiones ajenas. Muy pronto quedaron atrás y entonces Sakura retomó la palabra.

—Sasuke, he hecho todo para que te des cuenta que te amo. Lo he intentado de todos los modos posibles: he sido la mejor amiga de todas, he coqueteado contigo y también he estado lejos por muchos días para respetarte. Incluso te he ofrecido mi virginidad sin compromisos —Hinata abrió desmesuradamente los ojos ante lo último. Incluso necesitó llevarse una mano a su boca abierta, como para evitar que alguna palabra escapase de su boca.

—No me interesa, ni me interesará, quitarte la virginidad. Deja de arrastrarte por alguien a quien no le interesas. ¿No tienes orgullo o amor propio? —le espetó con una cara de severo disgusto, misma que Hyuga se perdió por estar oculta.

—Tengo mucho amor propio, pero si es por ti no me importa dejarlo de lado. Mi amor por ti es más fuerte que cualquier cosa, incluso que mi propio orgullo —dicho esto, dio un profundo suspiro para renovar sus fuerzas—. Date cuenta de cuanto te amo: hasta soy capaz de ofrecerte mi virginidad sin siquiera tener una relación amorosa contigo. ¿Qué prueba más grande que esa para saber cuanto te amo? Aunque ahora no sientas lo mismo por mí, sé que con el tiempo lo harás. Sé que hacer el amor nos uniría definitivamente.

Sasuke dio un sonoro suspiro con sabor a agotamiento. Lamentó que Sakura no fuera un hombre, ya que de haberlo sido le habría dado una paliza por exasperante.

—Métete esto en la cabeza —le presionó dos veces la frente con la yema de su índice —, no me interesas como mujer, por lo tanto tampoco me interesa tu virginidad. No me atraes, Sakura. Estoy cansado de tener que repetírtelo.

Hinata echó atrás su primer pensamiento negativo respecto a Sasuke; aunque su tono de voz era muy agresivo, por lo menos no era alguien que sacara provecho de una mujer enamorada. Además, no sabía la historia entre esos dos y no era prudente prejuzgar. Quizá la chica pelirrosa había sido muy insistente y por eso aquel joven estaba usando ese tono con ella. Aun así, no le pareció correcto que le hablara de una manera tan violenta.

—¿Sabes? A la inmensa mayoría de hombres les encantaría que una mujer completamente enamorada les ofreciera su propia virginidad sin ninguna atadura o exigencia de por medio. Estoy segura que el noventa y cinco por ciento o más estaría feliz de desflorar a una mujer sin que ella le exija nada a cambio.

Él forjó una media sonrisa hiriente antes de contestar.

—No soy como la mayoría, ya deberías saberlo —dijo presuntuoso, petulante, Uchiha—. Acuéstate con algún necesitado, con mal gusto por cierto —al instante, los ojos verdes brincaron de dolor—, que te agradecerá por hacerle el favor en su miserable vida. Yo, en cambio, soy Sasuke Uchiha y no tengo sexo con cualquiera.

—Yo soy tu amiga, no soy cualquiera —apresuró una digna aclaración.

—Pues te estás comportando como una.

Ante tal afirmación, la sangre de Haruno hirvió de rabia al punto que un gruñido salió desde su boca. Estaba tan frustrada, tan rabiosa, que ya no aguantó más tantos años de malditos rechazos. Sin contenerse, lanzó la siguiente acusación:

—¿Eres maricón, cierto? Eso explicaría perfectamente porque no quieres estar conmigo.

Cuestionar la hombría era una frecuente reacción en chicas vanidosas e incapaces de aceptar un rechazo por creerse irresistibles. Era algo que Uchiha ya había vivido muchas veces, aunque no se esperaba algo así con Sakura. Seguramente el dolor acumulado la conminó a cuestionarlo de esa forma.

—No por ser hombre significa que deba acostarme con cualquiera que me tenga interés o que me mueva sus nalgas. No por ser hombre significa que carezca del derecho de elegir con quien estar.

A Hinata le gustó su respuesta. Por lo escuchado, Sasuke era un hombre muy selectivo y difícil de conquistar. Seguramente debía ser una persona muy fiel, alguien que generaba mucha confianza en tal aspecto.

Entretanto, Sakura guardó silencio aunque sus pulmones no la imitaron: arrojaron aire a través de un acongojado suspiro. Luego, comenzó a frotarse la frente mientras bajaba un poco la mirada.

—Si tan sólo me dieras la oportunidad de ser tu novia te juro que te haría muy feliz. Daría todo de mí para que así fuera —insistió. Después, por los nervios, pudo notarse como su lengua se movía en círculos por dentro de su boca.

La de ojos albinos volvió a conmoverse. Esa chica realmente debía estar muy enamorada. Era una lástima que Uchiha no le correspondiera, pues seguramente habrían hecho una linda pareja.

—¿No te das cuenta que lo tuyo es una obsesión malsana, Sakura? —espetó volviendo su tono aún más belicoso que antes —. ¿Cuantas veces más voy a tener que decirte que me dejes en paz? ¿No te da vergüenza seguir humillándote por alguien que nunca te corresponderá? —usando sus dedos, removió el negro aladar que estaba cubriendo su ojo izquierdo. Después continuó —. Luchar por amor es válido, pero todo tiene un límite y tú ya lo has sobrepasado con creces. Date cuenta que una cosa es amar y otra es dejarse pisotear por culpa de tu obsesión.

Aunque su manera era hostil, Hinata entendió que, pese a que Sasuke no tuviera razón en la forma, sí lo tenía en el fondo del asunto: aquella pelirrosa parecía ya no estar luchando de un modo sano y respetuoso. Ella estaba ingresando a los bajos terrenos del acoso y, mientras lo hacía, también estaba perdiendo su propia dignidad.

—¿Por qué no te gusto, Sasuke? —preguntó de manera trémula.

—Arrastrada, superficial, molestosamente chillona, obsesiva, plana como tabla —indicó su pecho —, ¿quieres que siga?

Hinata escuchó los sollozos femeninos que arribaron segundos después y se le partió el corazón. Sasuke estaba siendo demasiado despiadado.

—Te lo diré por última vez —continuó ante el silencio de ella—: yo jamás de los jamases me fijaría en una arrastrada como tú, así que déjame en paz de una vez. Nunca me interesaste como mujer y ahora ni siquiera me interesas como amiga. ¡Me hartaste! Así que puedes meterte tu cumpleaños por donde mejor te quepa —dicho esto, le dio la espalda y comenzó a caminar hacia su destino. Tenía claro que se le había pasado la mano con la crueldad, pero era la única forma que entendiera de una vez por todas.

El semblante de Sakura fue poseído por una severa amargura, mientras sus bellos luceros verdes se rellenaban de lágrimas. Cerró fuertemente sus párpados para intentar detenerlas, pero algunas, a través de los rabillos, igualmente lograron vulnerar el improvisado cerrojo. Entonces llevó sus pulgares a las mejillas y al contorno de los ojos para despejarlas. Uchiha una vez más había destrozado su alma; una más entre tantas ya. Por ende, este sería otro día de insoportable dolor para su corazón...

—No... —dijo tras varios segundos, a la vez que lo observaba alejarse—, ya me cansé de sufrir. Ya me cansé de llorar por alguien como tú, Sasuke —siseó con furia acumulándose, esta vez decidida a torcer la dinámica en que siempre caía cada vez que él la rechazaba. Totalmente enardecida comenzó un vehemente soliloquio, pues por su lejanía él ya no podría escucharla —. Tú no te mereces mi amor, lo que te mereces es mi odio. Intenté lo humanamente posible para hacerte feliz, pero está claro que no quieres serlo —gruñó furiosa al tiempo que apretaba los dientes hasta hacerlos rechinar—. Vas a pagar todas las humillaciones que me has dado —cerró sus puños, los cuales vestían unos finos guantes negros —. No saldrás indemne después de todo el daño que me has hecho; vas a sufrir de una manera tan cruel que te arrepentirás toda la vida por haberme rechazado. Si no eres feliz conmigo, no serás feliz con ninguna. ¡Con ninguna, me oyes! —bramó alzando su puño cerrado al aire —. Me encargaré de convertir tu vida en un verdadero infierno. Te lo juro, Sasuke Uchiha... vas a lamentar haber nacido.

Hinata, todavía oculta tras el árbol, tragó saliva nerviosamente mientras un escalofrío serpenteó a través de sus vértebras. Las palabras salieron tan ponzoñosas, tan tóxicas, que le estremecieron el corazón sobremanera.

Del amor al odio había un solo paso de diferencia. Y Sakura acababa de dar ese oscuro y maldito paso...


Continuará.