¡Hola! ¿Qué tal? Espero que todas/os estén muy bien. Antes que todo les doy muchas gracias a quienes le dieron su apoyo a este fic a través de reviews, pues siempre me sacan una sonrisa y me motivan a seguir escribiendo sasuhinas :D. Sé que ya respondí sus comentarios hace muchos meses, pero nunca está de más volver a agradecer su gran apoyo :D

Veo que ha pasado un año y tres meses desde que hice el primer capítulo de esta fic, pero como algunas ya sabrán me he estado dedicando casi exclusivamente a actualizar Esclava Sexual y lamentablemente el tiempo no me alcanza para todo. Sin embargo, no es que me haya olvidado de Psicópata ni nada de eso, de modo que cuando termine ES lo retomaré y actualizaré mucho más seguido. Por mientras dejo el segundo capítulo recién salido del horno.

También diré que respecto a Sakura sacaré provecho de su inner o voz interna, para mostrar que no es estable mentalmente y que su otro yo irá volviéndose cada vez más oscuro.

Por último espero que les guste este capítulo, que ojalá estén muy bien y no olviden seguir cuidándose ya que la pandemia todavía no termina ;]


«¿Cómo es que tienes a dos almas en ti? ¿Quién eres tú en realidad?». Ino a Sakura durante su batalla en el capítulo 42.


2


Hinata, petrificada tras los tupidos arbustos, sintió miedo por las palabras que Sakura lanzó como un terrible maleficio. No se consideraba temerosa, pero aquella declaración de guerra había sido tan nociva que realmente le provocó temblores en las entrañas que componían su dualidad cuerpo-alma. Su cara no tardó en pasar por una ola sucesiva de muecas, mientras miraba el suelo teniendo la esperanza de que éste se la tragara entera. Pensó que sus oídos no trabajarían más por ahora, pero súbitamente la voz de Haruno se reanudó aunque a un volumen mucho más bajo que el anterior. Sin esperárselo, la Hyuga muy pronto escucharía un peculiar monólogo...

»Espera..., tú lo amas. Tienes que conquistarlo, no odiarlo.

»No, ya no lo amo. Sasuke merece un castigo que nunca podrá olvidar.

»Sabes muy bien que sigues sintiendo lo mismo. Él sólo está confundido, pero también te ama. Tú sabes que en el fondo es así.

»¿Pero cuánto tiempo más debo esperarlo? Me ha maltratado muchas veces, ¡es hora de que pague por todas sus ofensas!

»Espera un poco más porque él tarde o temprano se dará cuenta de lo que realmente siente por ti. Él te quiere con toda su alma, el problema es que es demasiado terco para admitir la verdad.

»Estoy cansada de esperar. No, ya nunca más seré la humillada, la arrastrada, la sin dignidad. Eso se termina hoy. ¡Voy a vengarme y nada me detendrá!

»Debes tener un poco más de paciencia. En unas semanas serás la dueña de Sasuke Uchiha, ya lo verás...

Hinata abrió sus ojos desmesuradamente a la vez que cerraba un puño sobre sus labios. Sin embargo, no fue porque le resultara extraño que la pelirrosa hablara sola, en honor a la verdad era algo que mucha gente hacía, pero, aparte de que cada frase era una antítesis de la anterior, también le cambiaba la voz en las afirmaciones que clamaban revancha. La que decía que esperara por Sasuke era más aguda, suave, natural; en cambio la que abogaba por la venganza era mucho más ronca, agresiva, oscura...

Tragó saliva al tiempo que un severo escalofrío azotaba su espalda. No sabía si sólo eran ideas suyas, pero podía sentir, casi saborear, que la chica de verdes luceros que estaba a unos metros estaba demasiado despechada como para retractar su plan de venganza.

»Tranquila, Sakura, él será tuyo tarde o temprano. Sólo ten paciencia y caerá rendido a tus pies. Él te amará como tú lo amas a él...

Hinata no la vio por temor a ser descubierta, pero poco después una sonrisa se clavó en el rostro de la enamorada; su anómala expresión anterior dio un giro hacia una que irradiaba normalidad. Luego de su soliloquio devenido en debate, se encaminó hacia el portal de salida de la prestigiosa universidad. Sus pasos fueron calmos, cosa que le permitió a Hyuga vislumbrar su espalda una vez que quedó en el ángulo preciso.

Después de que Haruno se perdiera en el horizonte, la tímida mujer se puso de pie dejando atrás la cubierta brindada por los arbustos. Sin demora, afirmó su espalda contra el rugoso tronco del árbol e ingirió saliva sonoramente dos veces, todavía impactada por lo que recién había visto y escuchado. ¿Serían ideas suyas o Sakura acababa de sufrir un desdoblamiento de personalidad? No, ir a tanto era sin duda una gran exageración. Seguramente estaba malinterpretando su soliloquio, dándole tintes más negativos de la cuenta. Ese peculiar cambio de voz debía ser una simple proyección del lado más negativo de su psiquis. Era raro, pero había algunas personas a las que les sucedía eso cuando hablaban consigo mismas. Se hundió en los entresijos de lo recién vivido por largos segundos.

Sin querer, había escuchado una conversación que no olvidaría por el resto de su vida. Y seguramente más tarde, durante la profundidad de la noche, el asunto daría varias vueltas por su cabeza. Llevó una mano a su frente y la despejó de la humedad que la cubría. Luego dio un suspiro reponedor y, recordando que tenía que juntarse con Uchiha, miró su reloj de pulsera. Ya pasaban tres minutos de la hora acordada y no quería dar la impresión de ser una impuntual. Presurosa, salió desde el árbol y trotó hacia el lugar de la reunión. Por suerte no habían transeúntes, de modo que se puso a correr a fondo sin que los hombres circulando le lanzaran miradas por ver sus pechos rebotando. En todo caso no los culpaba: debía ser algo llamativo, pues también había muchas mujeres que le miraban su delantera. Precisamente por la vergüenza que le causaba el tamaño de sus atributos, usaba de modo habitual amplios abrigos y chaquetas, ya que, siendo alguien tímida, lo que menos deseaba era llamar la atención. No obstante, portar holgadas prendas no lograban camuflar sus pechos del todo.

Llegó al lugar del encuentro prefijado y en el cuarto banco, el que estaba justamente bajo el cerezo más alto, vio a Uchiha sentado y sosteniendo un libro entre sus manos. En cuanto se le se acercó vio que era uno muy grueso, pero con letra muy pequeña. No pudo leer el título por estar abierto de par en par, pero si se hubiera agachado habría visto que en su portada tenía impreso «Código Civil». Miró la hora comprobando que había llegado ocho minutos atrasada, pero esperaba que él, por estar sumergido en su lectura, no se diera cuenta de tal cosa.

Nerviosa, se acercó a él.

—Esto... bu-buenas tardes.

Sasuke miró su reloj de pulsera y, mientras volvía a poner su atención en el libro, le dijo acusatoriamente: —Llegas atrasada ocho minutos.

—M-mil perdones —se excusó rápidamente—. Me sucedió un imprevisto que me descolocó mucho —explicó bajando su cabeza a la vez que entrelazaba sus dedos en su regazo.

Hinata pensó que le preguntaría sobre tal coyuntura, pero él no mostró interés alguno. Le quedó claro que no era un tipo curioso. ¿Debería relatarle, por cuenta propia, lo acontecido con su amiga pelirrosa? ¿O era mejor guardárselo como si fuera algo sin importancia? Tal vez sólo fuera un momento iracundo que la tal Sakura exteriorizó, pero que iría calmándose a medida que transcurrieran las horas. Honestamente no creía que pasara a mayores, dado que a fin de cuentas todas las personas tuvieron ataques de rabia alguna vez en su vida. Deduciendo que estaba en lo correcto, finalmente optó por no contarle nada al pelinegro. Algo que tarde o temprano terminaría convirtiéndose en un error.

Uchiha ni siquiera se levantó de su asiento para saludarla. No le dio una mísera sonrisa por deber, ni un beso en la mejilla, ni le extendió la mano, ni tuvo la cortesía de invitarla a tomar asiento junto a él. Evidentemente no era un hombre que destacara por su caballerosidad. Desde un primer momento quedaba claro, también, que no deseaba entablar una amistad con ella. Eran simplemente dos desconocidos que tendrían que realizar un trabajo en conjunto por obligación.

—Espero que no seas como Kakashi e inventes que un gato negro se atravesó en tu camino —volvió al tema de la puntualidad, interrumpiendo los pensamientos de Hinata—. Es una paradoja que un profesor que enseña Ética no tenga la ética de llegar a tiempo. No debería dictar tal ramo —sentenció de modo hosco.

—B-bueno, la mitad de los profesores suelen llegar unos minutos más tarde del horario fijado.

—No intentes justificarlo. Que la mitad lo haga no significa que sea correcto —reprendió él, todavía sin mirarla.

—T-tienes razón —concordó tímidamente.

Un largo silencio se hizo. Sasuke siguió sin siquiera mirarla, leyendo su libro atentamente. Hinata no supo si esa actitud se debía a estar molesto por lo de su puntualidad o era común en él ser así de descortés. Quiso hablar algo, pero no supo con qué cosa entablar una plática. No es que fuera alguien conversadora, pero le parecía demasiado frío e impersonal ver al otro como una simple herramienta para cumplir un trabajo en común.

De repente el joven cerró de golpe el código civil que sostenía en su mano, provocando un sonido similar al de dar un portazo. Al parecer había terminado el párrafo que estaba memorizando.

—Vamos a la biblioteca de una vez —ordenó como si él fuera su jefe y ella su empleada.

—Eh... sí.

La susodicha estaba muy lejos todavía, pues el campus de la universidad era gigantesco, el más grande de todo el país de hecho. Avanzaron uno al lado del otro en parsimonia; Sasuke con la vista enfrente como un militar mirando a su bandera, mientras Hinata se preguntaba lo siguiente: ¿estaría pensando en lo ocurrido con su amiga minutos atrás?

«Quizás debería conversar con él para distraerlo. Charlar, sacarle un tema de conversación, decirle algo, preguntarle algo. ¿O acaso soy tan mala socializando? No es tan difícil, ¿verdad? Sí, creo que voy a intentarlo...»

—¿Cuáles son tus defectos?

Uchiha por primera vez se dignó a enviarle su negra mirada. Su ceño estaba fruncido, abiertamente extrañado por la interrogante. La miró tan profundo a los ojos que Hinata se vio obligada a desviar la mirada. Ella predijo que le diría que no le interesaba responder, pero curiosamente sí llegó una respuesta tras algunos segundos.

—Soy egocéntrico, poco paciente, muy orgulloso, algo agresivo.

Hinata se sorprendió bastante. Al parecer tenía muy claro sus defectos o su mente los dedujo velozmente.

—Yo soy muy tímida, insegura, poca autoestima, p-pero cada día intento mejorar eso.

—Supongo que ya debes saber que la timidez es porque le das mucha importancia a lo que los demás piensen de ti, miedo de verte ridícula o incomodar de alguna forma.

—Lo sé, pero estoy en curso de arreglarlo. Siento que yo misma soy un proyecto en proceso.

—Yo de timidez no tengo nada porque me importa un carajo lo que los demás piensen de mí.

—Yo creo que eso puede ser indicativo de que eres asocial o narcisista.

—Puede que sea ambas cosas.

Hinata se dio cuenta de cuán directo era. Aunque sus respuestas pudieran no gustarle a ella, lo cierto es que emergían seguras, firmes y sinceras, la última una cualidad tan valorada como odiada. Sintió que no necesitaba conocerlo por más tiempo para saber que Sasuke era un hombre confiable pese a su agresividad.

—¿Tú quieres mejorar tus fallas? —se animó a preguntar la joven—. El primer paso para mejorar tus defectos es aceptarlos y creo que tú tienes bien definidos los tuyos.

Una suave brisa oreó los cabellos de ambos justo antes de Uchiha contestase.

—Yo no quiero mejorarlos, pues son precisamente esos defectos los que me hacen ser quien soy. Lo que para unos son defectos para mí son virtudes.

—E-entiendo lo que quieres decir. Sientes que ser así es lo que te hace diferente a los demás.

Él no respondió. Se hizo un nuevo y prolongado silencio; sólo el ruido de sus pisadas sobre el cemento interrumpía el mutismo que los encapsulaba.

—Tú estudias Derecho, ¿verdad? —preguntó la joven, queriendo continuar la plática.

—Así es —respondió sin agregar nada más.

Algo pesarosa, Hinata volvió a notar que era un hombre de pocas palabras y más cortante de lo conveniente. Pensó en dejar las cosas así y enfocarse a realizar el trabajo conjunto sin más, pero haría un último intento por no hacer esto de una manera tan desangelada.

—Yo estudio Psicología y me gusta mucho mi carrera —dijo animada, algo que siempre le sucedía cuando hablaba de algo que le apasionaba.

—Es una carrera saturada y con empleabilidad complicada —puntualizó—. En efecto debe atraerte mucho como para elegirla.

Tal afirmación hizo sonreír a Hinata, pues sintió que al menos había salido de esa indiferencia incómoda. De ningún modo le gustaba que la gente fuese fría con ella, ya que suficiente tuvo con su padre quien siempre actuó así de distante.

—Sé que puede sonar cursi, pero me gustaría curar las enfermedades del alma. Poder hacer que las personas con problemas puedan volver a sonreír. Ese es mi sueño.

Llegaron a unas amplias escalinatas, antesala del patio que llevaba hacia la lejana biblioteca. Sólo entonces él giró su rostro dándole su completa atención, deteniendo sus pasos a la vez que su ceño se comprimía. La quedó mirando tal como si fuera un pingüino viviendo en un desierto.

—Hoy en día es inusual hallar alguien que estudie por vocación y no por dinero.

—C-creo que tienes razón —se detuvo también—, pero también siento que es la única profesión que podría hacerme feliz —sonrió dulcemente.

—Pues si quieres que la gente confíe en ti para que te cuente sus problemas, tienes que demostrar más seguridad y determinación —le aconsejó a su modo rudo—. Si cada vez que hablas te ves tan dubitativa entonces nunca inspirarás confianza en los demás.

—Lo sé —aceptó sin reparos—. Espero que con el tiempo mi temple vaya creciendo.

Uchiha la observó unos segundos más, detallándola por primera vez. Vio que llevaba una chaqueta violeta muy amplia, misma que parecía tener la intención de ocultar su cuerpo de los ojos de los demás. No obstante, igualmente la prenda se hinchaba en la zona del tórax, delatando que unos grandes senos debían ocultarse por debajo. Agregándose a lo anterior, sus pantalones eran de estilo deportivo en vez de los típicos que se ajustaban a las piernas y nalgas. Le llamó la atención su manera de vestir, muy distinta a la del común de mujeres. Definitivamente quería ocultar su físico de la vista del resto, cosa que no era rara tomando en cuenta que unos segundos atrás le reveló que era alguien muy tímida. Desechando el asunto de la vestimenta, le llamó mucho la atención los ojos blanquinosos que tenía; eran tan raros que no parecían los de un ser humano.

—¿Tienes algún problema congénito en tus ojos?

—E-esto... —dio un pequeño respingo por lo directa de la pregunta—, es un tipo diferente de albinismo ocular, uno que por suerte no afecta mi visión. De hecho, tengo muy buena vista.

—Ya veo —dijo conforme para luego agregar un necesario apunte—. Por cierto, deberías dejar de tartamudear. Es bastante molesto.

—L-lo siento... —se tapó los labios empleando su diestra, avergonzada por tartalear incluso en su reciente respuesta.

Uchiha formó un gesto que Hinata pudo interpretar perfectamente como fastidio.

—Ya iremos arreglando eso con el tiempo, pues no quiero que se te trabe la lengua mientras exponemos —advirtió seriamente.

—Sí, te prometo que haré mi mejor esfuerzo en la disertación.

Él asintió dándole una profunda mirada que mantuvo por muchos segundos, cosa que puso nerviosa a la fémina. Sentir su ojos sobre los suyos le provocó algo extraño. El color negro era muy común, pero existía algo en su penetrante modo de mirar que la hizo sentirse desnuda ante él, como si Sasuke quisiera leyerle el alma en vez de una emoción.

El joven continuó su caminar subiendo la escalinata. Hinata se apresuró a seguirlo, pero, distraída por la sensación que le causaron esos profundos ojos brunos, tropezó con el tercer escalón. Justo cuando chocaría contra el cemento, Sasuke logró sujetarla desde el talle antes que sucediera el doloroso porrazo. Sus excelentes reflejos no eran en vano.

—M-muchas gracias por ayudarme —miró hacia el lado contrario sintiéndose muy avergonzada. Sus palmas, buscando natural soporte, se habían posado en el pecho masculino y se dio cuenta de lo fornido que era; aquello le hizo saber que él debía practicar algún deporte. Abochornada de pies a cabeza, quitó sus manos en cuanto se percató de que las sostuvo allí sin pudor y que además sus cuerpos estaban más cerca de lo conveniente. Pensaba que cosas así sólo pasaban en las películas o en los animes, pero acababa de comprobar fehacientemente que la realidad superaba a la ficción.

A través de su acto de instantánea ayuda, Uchiha comprobó que debajo de esa amplia vestimenta había una menuda cintura. En cuanto vio que ella se estabilizó en el escalón, retiró sus manos o se tentaría a deslizarlas hacia sus caderas a fin de averiguar cuán amplia era la curvatura que poseía.

—¿Siempre eres igual de torpe? —la acusó sin conmiseración.

—N-no, te prometo que no, es sólo que justo antes de venir aquí sucedió algo que me puso nerviosa.

Ella esperó a que el futuro abogado preguntara por el tema, quizás así podría contarle lo que escuchó de parte de su amiga pelirrosa, pero él siguió sin mostrar ningún interés al respecto.

Se hizo un silencio mientras, a cada paso que avanzaban, el edificio que fungía como biblioteca iba haciéndose más grande en el horizonte. Algunos alumnos caminaban por el sendero contrario, mismos a los que Hinata miró buscando distraerse. Nunca le gustaron los silencios pues la hacían sentir algo incómoda, de modo que, arriesgándose a ser tomada como una parlanchina o entrometida, decidió hacer una pregunta.

—¿Qué te motivó a estudiar leyes?

—La razón es personal.

—Oh, entiendo... —bajó su cabeza, por fin dispuesta a cerrar su boca durante el resto de la noche a menos que fuese para hablar del trabajo de Ética.

—Aunque sí te puedo decir algo: no estudio Derecho por vocación —agregó mirándola de soslayo.

Ella abrió mucho sus párpados, deshaciendo enseguida su pensamiento anterior.

—¿Si no es por vocación entonces por qué? —preguntó sin esperar respuesta, dado que rápidamente empezó a formular suposiciones—. ¿Es por el dinero? ¿Por las salidas laborales? Me parece un error estudiar algo que no te gusta porque cuando trabajes no lo disfrutarás —aseveró de un modo inusual en ella. Luego recordó una frase que calzaba muy bien para este momento—. Hay un proverbio que dice: trabaja en lo que te gusta y jamás tendrás que trabajar.

—No estudio abogacía ni por dinero ni por vocación; como ya te dije la razón es personal.

Hinata quedó abiertamente intrigada al respecto. Sasuke comenzaba a despertarle mucha curiosidad.

—¿Tú crees que se puede cambiar el destino? —esta vez fue el pelinegro quién realizó una pregunta.

La joven pestañeó sorprendida al recordar que siempre había discutido ese tema con Neji, pues él tenía la firme idea que desde el nacimiento el camino ya estaba fijado, que todo lo importante había sido elegido por el hado, por dios, por el universo, por la genética, o por como quiera que se llamara la fuerza que superaba a la voluntad humana. Ella, al contrario de su primo, opinaba que el destino sí podía ser modificado.

—Yo creo que cada uno se forja su propio camino en la vida. Me rehúso a pensar que mi vida está escrita desde un principio.

—Yo pienso que en realidad sí tenemos un destino marcado, pero el que posea una voluntad inquebrantable es capaz de cambiarlo.

—¿Por qué crees que sí hay un destino? —preguntó con un brillo de interés latiendo en sus luceros.

—Es un hecho que si naces pobre tienes menos oportunidades de cumplir tus metas. Si naces de raza negra es mucho más probable que sufras de discriminación. La inteligencia tampoco se escoge, sino que se hereda. ¿Por qué a unos les tocan padres buenos y a otros malos? Hay muchas cosas que están predestinadas desde antes de nacer y que te direccionan a seguir un solo camino, pero alguien fuerte es capaz de cambiar de pista. Eso es lo que haré yo.

Hinata quedó impresionada por la forma solemne en que emergieron sus palabras. No necesitó más tiempo para saber que estaba ante alguien que no se conocía todos los días.

—¿Cuál es la meta que quieres derribar?

—Eso es algo personal.

—D-de acuerdo.

Un silencio se hizo, ambos dándose cuenta de que el recinto que contenía miles de libros ya estaba a unas docenas de metros.

—Hinata —dijo de improviso —, te advierto que me gusta ser el mejor en todo lo que hago, sea debatiendo, disertando o en los exámenes. Soy perfeccionista aunque se trate de un ramo de mierda como Ética, así que quiero la nota máxima.

—Y-yo pondré todo de mi parte para que así sea, de verdad.

—Así me gusta.

—Pero yo no pienso que Ética sea un ramo de mierda —necesitó precisarlo—. De hecho lo que causa que este mundo esté tan mal es precisamente la falta de ética que muchas personas tienen.

Era evidentemente tímida, pero aun siéndolo se atrevía a dar sus opiniones aunque fuesen contrarias. A Sasuke le gustó eso.

—En efecto la ética es importante, pero el ramo en sí no tiene relevancia en nuestras carreras. Es sólo algo secundario para obtener el título.

—Eso es verdad, pero a mí me gusta mucho como imparte esa asignatura el profesor Kakashi.

—Hablando del rey de Roma... —dijo Uchiha en cuanto divisó al excéntrico maestro salir desde la puerta de la biblioteca. Su tono de voz mostró evidente fastidio.

El hombre de erectos cabellos grisáceos formó una sonrisa ocular al divisar a sus queridos alumnos y caminó alegremente hasta encontrarlos. Pese a portar una mascarilla que ocultaba sus gestos, resultaba alguien sorprendentemente expresivo.

—Vaya, veo que ya se han reunido para el trabajo que les encomendé. —Aunque no pudieron verla, ambos jóvenes supieron que tenía una amplia sonrisa entre sus labios.

—Bu-buenas tardes, profesor Kakashi.

—Buenas tardes, Hinata —su voz se volvió abiertamente efusiva. Luego, trocando un poco su tono, miró al pelinegro —. Eh, Sasuke, no seas muy duro con ella. Trátala bien, recuerda que las mujeres no son hombres. Hay que ser más suaves en el trato.

El aludido chistó disconforme.

—Me da exactamente igual si es hombre o mujer; yo no veo sexos, veo personas y a todas trato del mismo modo.

—Del mismo modo hostil, querrás decir.

—El caso, Kakashi —agravó su voz con molestia y llamándolo por su nombre como si no fueran alumno y maestro, sino iguales. Aquello no le gustó para nada a Hinata, quien siempre mantenía el debido respeto a sus profesores —, es que no veo por qué a una mujer habría que tratarla distinto.

Hatake optó por no responder. A cambio miró a la alumna que se había convertido en su favorita. Sabía que no era ético tener preferencias hacia nadie, pero era una de esas cosas inevitables con una jovencita tan amable como ella lo era.

—Hinata, tenle paciencia —aconsejó empleando una voz paternal—. Sasuke es un tipo bastante complicado, pero muy en el fondo es un buen hombre —añadió con una sonrisa que, gracias a su intensidad, sí logró marcarse tras la máscara.

La aludida, por culpa de la sorpresa, separó sus pestañas más de la cuenta al tiempo que se preguntaba lo siguiente: ¿Acaso ellos se conocían desde antes de la universidad?

—S-sí, profesor. Tendré paciencia.

Sasuke se limitó a gruñir.

—Estoy seguro de que ambos se complementaran bien pese a ser tan distintos —dijo el de mayor edad—. Tengo altas expectativas puestas en su trabajo —sonrió por última vez y prosiguió su camino —. Cuídense —agregó mientras los dejaba atrás y alzaba una mano en señal de despreocupada despedida.

Una pequeña ventolera agitó las copas de los árboles que circundaban el camino de grava que guiaba al edificio. Hinata se fijó en un par de hojas que abandonaron a sus padres para montarse en las olas eólicas, perdiéndose más allá de su rango de visión. Luego volvió la mirada hacia su acompañante y retomó en su mente la duda anterior, misma que enseguida plantearía.

—¿Ustedes se conocen desde antes? Percibí cierta familiaridad en el trato.

—Así es, pero eso no es algo que a ti te incumba.

—P-perdón.

Se hizo un silencio incómodo. Hyuga recordó las palabras de su profesor, entendiendo claramente el por qué de su advertencia: Sasuke era sin dudas un tipo complicado. Sin embargo estaba decidida a tenerle aguante, pues sabía que su comportamiento insociable debía tener alguna base en sus experiencias de la niñez o de su adolescencia. Ser de esa manera debía ocultar un trasfondo que le interesaba averiguar.

—¿Tú sabes por qué el profesor Kakashi usa una máscara? —soltó la duda que sostenía desde la primera clase que tomó con él.

—Porque tiene labios muy gruesos y dientes de conejo enormes —dijo Sasuke su verdad, aunque nunca le hubiese visto el rostro realmente.

—Oh..., con razón se tapa el rostro. Pobre de él, la gente se deja llevar mucho por lo físico. Lo entiendo perfectamente.

Los jóvenes universitarios hablaron un poco más antes de entrar a la biblioteca. Hinata sintió que poco a poco el arisco pelinegro iba soltando un poco más su lengua, cosa que la alegró mucho.


Un par de semanas pasaron rápidas a la par de tranquilas. La dama y el varón se juntaron en algunos de sus tiempos libres para perfeccionar el trabajo. Gracias a eso, paulatinamente Hinata fue acostumbrándose al áspero carácter de su compañero. Estaba segura que, tal como esa tarde le había dicho Kakashi, Sasuke era un buen sujeto pese a sus marcados defectos. También dio cuenta que, pese a ser asocial, muchas chicas de la universidad se sentían atraídas por él. Su inteligencia, sus sólidos debates con los profesores, su atractivo físico y su figura misteriosa, lo hacían popular pese a su berroqueña conducta. Cayera bien o cayera mal, la mayoría de quienes lo conocían concordaban en que Sasuke tenía un futuro promisorio, tanto así que se afirmaba con mucha seguridad que terminaría siendo el mejor abogado del país.

Tras despedirse de él en su última reunión, Hinata caminaba bajo la luz de los postes hacia su casa, misma que fue arrendada por su padre en un pudiente sector que estaba cerca de la universidad. Sus pensamientos iban sumergidos en la próxima prueba de «Psicopatología II» hasta que de pronto, a punto de cruzar en la calle, vio bajo la sombra de un árbol a una chica; su menuda figura así lo informaba. No le tomó más de tres segundos darse cuenta que aquella enfrente suyo tenía los cabellos rosados. Sin duda era la amiga de Sasuke quien la observaba fijamente desde su posición, una que estaba muy cerca del árbol en que ella se ocultó dos semanas atrás. Algo en esa verdosa mirada la inquietó deprisa: era agresiva, extraña, particularmente rara. En realidad existía algo en el cariz de su semblante que no invitaba al sosiego. Inundada por un presentimiento no quiso avanzar para cruzar la calle, permaneciendo estática en su lugar como si sus pies se hubieran fusionando con el cemento.

Sakura miró hacia ambos lados y atravesó la calzada a fin de abordarla. El matiz oscuro que Hinata vislumbró en un primer momento fue diluyéndose a medida que la pelirrosa avanzaba.

—¡Hola! —Haruno saludó efusivamente, esbozando una sonrisa de lo más amable—. ¿Tú eres la chica con la que Sasuke está haciendo un trabajo de Ética, verdad?

—Ho-hola... sí, soy yo.

—¿Qué tal? Mi nombre es Sakura Haruno, estudio medicina en esta misma universidad y soy una amiga muy cercana de Sasuke. Es un gusto —sonrió contenta a la vez que le extendía la mano.

—Yo soy Hinata, el gusto es mío —le devolvió la sonrisa mientras estrechaba la diestra ofrecida. Le sorpredió la gran fuerza esgrimida por Haruno en el apretón.

—Bueno, si no te molesta iré directo al grano —dijo en cuanto soltó la mano de la Hyuga—. Quisiera pedirte un favor.

—Si puedo hacerlo, no tengo ningún problema —afirmó tan solícita como siempre.

—Verás, tuve una fuerte pelea con Sasuke y eso me entristece mucho. Quisiera hablar con él, pero sé que no responderá mis llamadas ni verá mis mensajes. Incluso sin estar enojados, él apenas revisa sus redes sociales y a mí no me querrá ver ni en pintura durante un tiempo. —Se dio una pausa clavándole firmemente sus luceros de tono jade. Luego reacomodó un rebelde mechón que insistía en caer en la mitad de su frente—. Él no tiene más amigas, de hecho yo soy la única que tiene, así que no puedo recurrir a nadie más que a ti para este favor. ¿Podrías decirle que quiero juntarme con él el sábado que viene a las ocho de la tarde en el lugar de siempre? Te lo agradecería muchísimo.

La de pelo más oscuro no demoró en asentir moviendo su cabeza. Luego agregó vocalmente:

—Puedo decírselo sin ningún problema. Sólo espero que tengas suerte y arreglen sus problemas.

—Sé que así será... —afirmó en voz muy baja, como si lo hubiera dicho más para sí misma que para Hinata.

A producto de ello, la hermana de Hanabi la observó con curiosidad. Le pareció ver cierta oscuridad en sus ojos de tono jade. No sabía si Sakura era muy expresiva o era ella quien podía leer de una manera más fácil los gestos gracias a sus cursos de interpretación de lenguaje no verbal. El maquillado rostro de Haruno volvió desde su abstracción tras un pequeño lapso.

—¿Quieres que te acompañe a tu casa? —ofreció la pelirrosa enfatizando cordialidad.

—N-no es necesario, pero muchas gracias.

—Todavía es temprano, pero ya sabes que las mujeres debemos cuidarnos más durante la noche. No es bueno andar solas por la calle —dijo con tono preocupado—. El mundo es peligroso.

—Lo sé, pero mi casa queda sólo a unas cuantas cuadras —inconscientemente su diestra aferró una correa de su mochila— . En todo caso muchas gracias de verdad.

—No es nada. Si me permites ser un poquito presumida te diré que sé defenderme muy bien.

—¿En serio?

La aludida esgrimió una sonrisa orgullosa.

—Practico artes marciales porque es bueno que una mujer sepa defenderse por si pasa algo inesperado.

—Eso es genial de verdad —alabó ella, genuinamente emocionada—. Me gustaría aprender defensa personal algún día también.

Sakura asintió mientras ajustaba uno de sus finos guantes negros. Antes de volver a hablar, movió su cuello en un círculo y los hombros hacia atrás.

—Por cierto, me gustaría hablar una última cosa contigo de mujer a mujer.

—¿De mujer a mujer? —preguntó Hinata extrañada, sin imaginarse a qué podría referirse ella.

—Sí —confirmó enseguida—, espero que no te moleste la siguiente pregunta que te haré, pero suelo ser alguien directa. Creo que es lo mejor para evitar malos entendidos.

—S-sí... entiendo eso. Puedes preguntarme lo que desees.

—¿Tú pretendes algo con Sasuke?

Hinata parpadeó del asombro, mismo que provocó que sus pupilas se contrajeran. Quiso creer que estaba malinterpretando la pregunta.

—Perdón, ¿pero a qué te refieres exactamente?

—A que si te gusta él.

A Hinata se le congelaron los pensamientos durante algunos segundos. Su diestra hizo crujir el meñique de su zurda a la vez que una sequedad se apoderaba de su garganta. Tuvo claro que la chica enfrente suyo empezaba a verla como una competencia. ¿Acaso esa fue la verdadera razón por la que le mencionó que practicaba artes marciales? Tragó saliva nerviosamente al sentir que tal revelación había sido una advertencia solapada de que podría darle una paliza si así lo quisiera. No importaba cuán simpática esa mujer se comportara, había algo en ella que se le hacía indigerible.

—Yo no tengo ningún interés en él —contestó finalmente.

—Es bueno saberlo, aunque por alguna razón demoraste en contestarme —puso en duda que su respuesta fuera sincera.

—Eso fue porque me sorprendió tu pregunta —explicó intentando mantener su dulzura de siempre. También hubiese querido decir que no era normal celar a una chica que apenas llevaba hablando con Sasuke dos semanas, pero su carácter apacible prefirió evitar discusiones.

—Mira, Hinata, quiero contarte una cosa importante y espero que no tomes a mal mi honestidad: yo estoy enamorada de Sasuke desde hace mucho tiempo y tarde o temprano me convertiré en su novia e incluso anhelo convertirme en su esposa. Por eso me gustaría decirte esto sólo por si acaso: por solidaridad entre mujeres no debes fijarte en un hombre que ya tiene dueña: yo.

Por un breve momento la de cabellos morenos pensó que estaba soñando... ¿Acaso Sakura trataba de manipularla empleando la sororidad? De buena gana se habría pellizcado para despertar, pero sabía que no daría resultado pues lo que sucedía era completamente real. Suspiró largamente deseando tener por unos minutos el carácter indomable de su primo Neji o de su hermana Hanabi.

—Esto... nunca en mi vida pensé en vivir una situación como esta. Te prometo que debe ser de lo más singular que he vivido. —Remojó sus labios de modo insistente antes de proseguir—. Lo único que te puedo decir es que yo no tengo ningún interés en Sasuke como hombre, pero, incluso si lo tuviese, me parece mal que lo estés celando sin ser su novia siquiera. —Después de todo, el temperamento de sus familiares más queridos sí hizo acto de aparición.

Sakura se acarició el lóbulo de la oreja izquierda antes de mover sus labios nuevamente.

—Perdona si soné algo agresiva, esa no era mi intención —dijo tras elegir cuidadosamente sus palabras—. Es que Sasuke es muy importante para mí y me asusta perderlo, pero créeme que no soy una chica de mala voluntad. Lo que pasa es que me pongo un poquito celosa con algunas mujeres que se le acercan, eso es todo. Si alguna vez has tenido una pareja me entenderás.

«¿Un poquito celosa? Lo que dijiste antes casi pareció una amenaza», pensó Hyuga. Sin embargo, no quiso profundizar en tal asunto. Ella no era de buscar problemas si podía rehuirlos, por lo que decidió no discutir. De todos modos, le llamó la atención ese nivel de celos hacia alguien que era solamente un amigo.

—N-no tienes que preocuparte; como te dije antes yo no tengo ningún interés en Sasuke. A mí me gustan más simpáticos, con buen humor, sensibles, amables; él es todo lo contrario a lo que yo busco en un hombre —precisó a fin de cerrar el tema. No podía negar que Uchiha era un hombre llamativo, mas estaba segura de que serían incompatibles como pareja. Intentar algo en esa dirección estaba condenado al fracaso desde un principio por lo opuestos que eran.

—Eso dices ahora, pero después las cosas pueden cambiar... —Hinata iba a replicar, pero Sakura la cortó antes de que lo hiciera—. Aunque es mejor no darles más vueltas al asunto, en realidad sólo estaba siendo una celópata —se rió de sí misma con ganas—. Se nota que eres una chica buena gente, así que te doy mis disculpas si acaso te incomode. Espero que duermas de una manera excelente y que también tengas un gran día mañana, amiga —pareció remarcar esa importante última palabra.

—No hay problema, Sakura. Estamos en paz y deseo exactamente lo mismo para ti, ojalá mañana te sea un día fenomenal —sus labios quisieron curvarse, pero formaron algo que no merecía llamarse sonrisa.

—Hasta luego —se despidió dándole un beso en la mejilla.

—Nos vemos y cuídate mucho —esta vez si logró sonreír por cortesía.

Sin añadir más, la de pelo rosa caminó alejándose en dirección contraria. Poco después Hinata se ajustó de mejor manera las correas de sus mochila a los hombros, mientras permanecía en su lugar reflexionando.

A pesar de que ambas habían terminado en buenos términos, la estudiante de psicología percibía algo en Sakura que le generaba malas vibras en el cuerpo. «Por eso me gustaría decirte esto sólo por si acaso: por solidaridad entre mujeres no debes fijarte en un hombre que ya tiene dueña: yo». El oscuro tono empleado en esa frase era lo que más la perturbaba, pues la sensación fue casi igual a la de escuchar el tema principal de «La Profecía» en soledad y a las tres de la mañana. Había algo que no le cuadraba en esa chica, que presentía no correcto en su psiquis. Dos semanas atrás pensó que su monólogo había sido una anécdota sin importancia, pero ya no estaba segura de que correspondiera a eso solamente. En cada una de sus palabras había agresividad, aunque soterrándola con un tono artificialmente amable. Sin embargo, de una forma o de otra, le quedó muy clara la advertencia de que no pusiera sus ojos sobre Sasuke. Llegando de repente, una suspicacia le suscitó un pensamiento intranquilo: ¿se habían encontrado por casualidad o Sakura la estuvo esperando allí de una manera calculada? ¿Por qué encontrarla justo después de su separación con Sasuke? ¿Acaso los estuvo vigilando durante este par de semanas?

Mientras remojaba los labios que el viento le había resecado, también sacudió su cabeza a fin de remover sus fantasiosas elucubraciones. Definitivamente debía dejar de mirar películas de criminales, dado que avivaban demasiado su imaginación. Por ello, decidió creer firmemente que Sakura era tan sólo una chica temperamental. A fin de cuentas incluso le pidió disculpas por su comportamiento celoso. Así, antes de reanudar la caminata hacia su hogar, se convenció de que las cosas retornarían a su cauce normal. Luego, por simple curiosidad, se giró para ver cuán lejos iba la pelirrosa o si había desaparecido ya. Grande fue su sorpresa al ver que Haruno también la observaba desde la mitad de la acera, probablemente por la misma razón que ella: curioseo. No obstante, por alguna razón ajena a su comprensión, aquella mirada verdosa le pareció...

Perturbadora.


Continuará.