Hola Kaede trae un nuevo capítulo :D así que basta de platicas pasen a leer :3

┻┳| *Neko comienza la historia*

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Capítulo 3

En busca de los genes perfectos.

El edificio ocupado por la editorial "Fairy" se ubicaba en una de las zonas más céntricas de la ciudad, estaba pintado de un elegante color beige combinado con café oscuro, abarcaba casi media cuadra y contaba con cinco pisos.

La editorial "Fairy" era una de las más importantes del país y producía varias revistas, entre las cuales se encontraba la de "Corazón de Mujer", cuyas oficinas estaban en el cuarto piso.

Lucy estaba sentada en su silla ejecutiva leyendo el reportaje que Cana le había llevado minutos antes. Su vista se posó sobre las fotografías que mostraban comida saludable, pero enseguida dejó el folder que tenía en las manos sobre el escritorio y se recargó en el respaldo de la silla. Era inútil, no podía concentrarse en su trabajo.

Toda la noche y parte de la mañana le estuvo dando vueltas al asunto. Ya tenía decidido tener una hija, ya casi se la podía imaginar con una gran sonrisa, con su cabello negro lacio y ojos violetas. El problema era ¿cómo la tendría?

Cana entró a la oficina, pues la puerta estaba abierta, con una taza de café y la dejó sobre el escritorio. Rukia abandonó sus pensamientos y fijo su vista en la chica.

— ¿Qué le pasa jefa? —preguntó Cana intrigada por el semblante serio de la chica de cabello rubio.

—No es nada. —le respondió. Había ciertas cosas que no le gustaba ventilar, y aunque sabía que Cana y las demás chicas eran de confianza y la apreciaban mucho, su deseo de ser madre era una de esas cosas que prefería guardar para ella y su familia.

Cana conociendo lo discreta que era su jefa para algunas cosas, no la quiso molestar con más preguntas al respecto.

—En la tarde tengo que ir a entrevistar al diseñador Ayasegawa. —le comentó a su jefa, quien estaba agarrando la taza de café. —Y le recuerdo que le pedí permiso para faltar mañana, ya sabe que llega mi suegra.

—Sí, no te preocupes. —comentó Lucy después de beber de su café. —tu reportaje va avanzado. Por cierto ¿Cómo está tu esposo?

Cana tenía apenas un mes de haberse casado, Lucy nunca pensó en que al final si terminara casándose con su novio, pues eran algo o muy diferentes de carácter.

Cana le sonrió y luego se retiró de la oficina, topándose en la puerta con Hibiki que llevaba unas fotos en la mano.

Hibiki cerró la puerta y se sentó en una silla acolchonada frente a Lucy mientras dejaba las fotos en el escritorio.

—Ahora si dime ¿qué es lo que te pasa? —preguntó, pues desde que llegó la notó pensativa y preocupada.

—Voy a tener una hija. —señaló Lucy.

Hibiki se atragantó con aire y comenzó a toser.

— ¿Qué? —exclamó sorprendido cuando se le pasó la tos. — ¿pero cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién? ¿Por qué no me habías dicho nada?

Estaba indignado, ellos se consideraban casi hermanos y no le perdonaría que algo tan importante se lo hubiera ocultado.

—Cálmate. —le pidió ella haciendo un gesto con la mano. —quiero decir que he decidido tener una hija.

— ¡Ah! —Hibiki se tranquilizó y después Lucy le comentó como y porque tomó esa decisión y aunque al principio no estaba muy de acuerdo, terminó apoyándola.

Él quería su felicidad y la ayudaría en lo que pudiera. Después ella le expresó sus dudas sobre que podía hacer en ese caso.

—Bueno lo que puedes hacer es adoptar. —le comentó Hibiki.

—Tienes razón. —dijo con una sonrisa. Pues le pareció buena idea, así podría darle un buen hogar a una niña que lo necesitara. —Me acompañarás ¿verdad?—No podía hacerlo sola y todavía no estaba lista para decírselo a su hermano.

—Por supuesto. —respondió su fiel amigo.

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Una hora después los dos salieron de las instalaciones de la revista y se dirigieron a una casa de adopción, de la que obtuvieron información de internet.

Iban en el coche de Lucy pero manejaba Hibiki porque ella estaba muy nerviosa para hacerlo. Mientras veía el paisaje de la ciudad a través de la ventana, ella deseaba que no hubiera problemas y que si pudiera adoptar a una niña.

Recordó su conversación con Hibiki y sus preguntas.

¿Podrás amar a esa niña aunque no se forme en tu vientre?

Y la respuesta era sí. Ella quería ser madre y estaba dispuesta a brindarle amor y cuidados a una niña, aunque no tuviera su sangre. Así como a ella y a su hermano se lo dieron.

Lucy suspiró mientras veía caminar por la acera a una pequeña familia de tres integrantes.

¿Podrás soportar la espera?, el proceso es largo.

Sí, la seguridad de saber que sería madre le daría la fortaleza necesaria para esperar todo el tiempo del mundo.

—Llegamos. —la voz de Hibiki la devolvió a la realidad.

Se habían estacionado frente a una casa de fachada antigua, con un gran patio en el que sobresalía una fuente. La barda era alta pero el portón de barrotes dejaba ver el interior.

— ¿Estás segura de hacer esto? —preguntó Hibiki todavía dentro del carro.

—Sí. —respondió Lucy con seguridad.

—Muy bien, vamos. —indicó Hibiki abriendo su puerta.

Ellos bajaron del carro y se acercaron al portón. Después de tocar el timbre, una muchacha salió a recibirlos.

—Soy Lucy Heartfilia. —informó. —llamé hace una hora.

—Los estábamos esperando. —comentó la muchacha con una sonrisa.

Después los hizo pasar al interior. Mientras caminaban por el patio Lucy contempló a cada niña que ahí jugaba, no es que los niños no le gustaran, sólo que en ese momento su deseo era tener una tierna niña como su sobrina.

Se detuvo para examinarlas con cuidado y sonreía cada vez que veía reír a una niña, se enternecía al verlas hacer un puchero y se emocionaba al pensar que alguna de ellas pronto sería su hija.

Todas las niñas le parecían lindas, sin embargo ella tenía en mente algunos rasgos que su hija tenía que tener, pero más adelante se encargaría de eso.

La muchacha y Hibiki se dieron cuenta de lo entusiasmada que parecía Lucy. La joven se alegró, pues su deseo era que cada uno de los niños que ahí vivían pudiera tener un hogar.

Hibiki por su parte estaba un poco preocupado, pues no quería que Lucy después sufriera si algo no salía bien.

La joven los condujo hasta las oficinas de la directora de la institución.

— ¡Buenas tardes! —saludó una señora mayor de cabello negro, seguramente teñido, y lentes. —siéntense por favor. —les pidió indicándoles las sillas frente a su escritorio.

Ellos así lo hicieron. La directora se portó muy amable y les habló sobre los beneficios de adoptar y un poco de la historia de la casa hogar.

Después Lucy expuso porque quería adoptar, sin decirle sobre su resistencia al matrimonio. La señora sonrió al saber que ella quería adoptar.

—Y díganme ¿Cuántos años tienen de casados? —preguntó la mujer curiosa.

— ¡Ah no!, no estamos casados. —respondió Lucy. —De hecho no somos pareja, soy yo la que quiero adoptar.

La mujer se quitó las gafas y su rostro mostró pena.

—Lo siento mucho, pero en ese caso no puede adoptar. —informó la señora. —Las leyes impiden que una mujer soltera adopte a un niño.

El semblante de Lucy también cambió a uno de franca decepción, entrelazó sus manos apoyadas en sus piernas. Hibiki la volteó a ver con tristeza pues sabía lo que eso significaba para ella, colocó su mano sobre la suya en señal de apoyo.

—Pero las personas solteras también tenemos el derecho a ser padres, no por no tener pareja quiere decir que no somos capaces de amar y cuidar de un hijo. —replicó Lucy indignada apretando más sus manos. —Es injusto. Usted no sabe cuánto deseo tener una hija. —su voz se había quebrado y luchaba por no llorar, aunque sus ojos se cristalizaron.

Hibiki apretó más su mano, Rukia lo agradeció en silencio.

—Lo sé y entiendo su posición. —comentó la mujer. Aunque ya había pasado por lo mismo varias veces no dejaba de sentir impotencia por no poder ayudar a las personas en la situación de Rukia. —y créame que quisiera ayudarla, pero lamentablemente no puedo hacer nada. Estoy atada de manos.

—Gracias. —dijo Lucy parándose abruptamente, ya no podía seguir ahí. Hibiki se despidió de la señora y salió tras su amiga, que caminaba a paso rápido.

Ella se sentía triste pero no quería llorar, por lo que no se detuvo en el patio para ver a las niñas que seguían jugando, pues creía que al verlas recordaría que sus ilusiones se habían roto y entonces sí no podría contener el llanto.

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Una vez que estuvo en la calle, ella se permitió respirar hondo y tranquilizarse para pensar que haría ahora. Sintió una mano posarse en su hombro.

—Lucy, lo siento. —le dijo Hibiki. —creo que después de todo no podrás tener una hija.

Ella negó con la cabeza y lo volteó a ver.

—Soy Lucy Heartfilia y sabes que no me doy por vencida tan fácil. —declaró con determinación. —No sé como pero yo tendré una hija, una hermosa hija. —recalcó.

— ¿Qué piensas hacer ahora?

—Visitar otras casas de adopción, quizá en otro lugar si me permitan adoptar. —necesitaba aferrarse a una esperanza, por más pequeña que fuera.

—Está bien. —le dijo Hibiki. No se atrevió a romper la ilusión de su amiga, y aunque sabía que después Lucy iba a sufrir, él estaría ahí para ella.

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Ellos fueron a visitar tres lugares más pero en todos tuvieron la misma respuesta, Lucy siendo soltera no podía adoptar. Cada vez que salía de una casa hogar Lucy se sentía más y más triste y con mucha impotencia.

Lucy no tenía ánimos de nada, así que los dos se fueron a sentar a la banca de un parque.

Ella tenía las manos apoyadas sobre sus piernas y la cara agachada, estaba muy afligida, su sueño de ser madre se había roto en un día.

—Creo que después de todo si moriré sola. —susurró Lucy con dolor, mientras las lágrimas ya empezaban a resbalar por sus mejillas.

—No digas eso. —le pidió Hibiki. —todavía hay esperanzas.

—Así ¿Cuáles? —le cuestionó Lucy volteando a verlo con los ojos llenos de lágrimas. — No puedo adoptar y no quiero casarme, no quiero atarme a un hombre que después me abandone. —Sus palabras seguían cargadas de resentimiento hacia su padre.

—Pues… —Hibiki se rascó la cabeza mientras pensaba. — ¡puedes recurrir a la inseminación artificial! —exclamó el chico. —Una amiga de Yuki tenía problemas para tener hijos y recurrió a una clínica.

Ella lo volteó a ver, mientras procesaba la información se limpió las lágrimas. Después se le iluminaron los ojos y se reprochó por no haber pensado en eso antes.

— ¡Gracias Hibiki! —exclamó alegre mientras lo abrazaba. Aún tenía una esperanza más.

—No perdamos tiempo. —dijo ella separándose. —vamos de una vez. —indicó mientras se ponía de pie.

Mientras avanzaban al carro, Hibiki le llamó a su novia y le pidió los datos de la clínica.

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Después de media hora llegaron a una clínica de dos pisos con grandes ventanas de cristal.

Ellos entraron y se acercaron a la recepción, donde se encontraba una muchacha de cabello negro corto y ojos azules sentada en una silla de metal.

La clínica tenía mucho prestigio, por eso tenían la agenda muy apretada.

Lucy volvió a entristecerse al saber que no tenían citas disponibles por las siguientes dos semanas, ya que se conocía y sabía que si no hacía en ese momento lo que pensaba después podría arrepentirse.

Hibiki no soportaba ver a su amiga triste, así que tuvo que hacer uso, de nuevo, de sus dotes de seductor y tras coquetearle un poco a la señorita que los atendía logró conseguir que dejaran pasar a Lucy esa misma tarde.

—Espero que Yuki no se entere de esto. —Comentó Hibiki sentado al lado de la chica de ojos marrones —Si lo hace me mata. —en realidad estaba un poco asustado.

Su novia se caracterizaba por tener un carácter rudo, además de ser experta en artes marciales. Todavía le dolía el cuerpo al recordar la golpiza que le dio después de verlo besando a otra chica, cuando apenas comenzaban su relación y él no se había dado cuenta de cuanto la amaba.

—No te preocupes que no se va a enterar y si lo hace entraré en tu defensa. —le comentó Lucy. —Gracias. —le dijo sinceramente mientras sonreía. Hibiki correspondió su sonrisa.

Su madre y su padre no la habían querido lo suficiente, pero afortunadamente a su vida habían llegado personas buenas, como Hibiki, a los que podía llamar familia.

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Dos horas después una enfermera los llamó.

—Adelante por favor. —dijo mientras abría la puerta del consultorio.

Ellos entraron

—Siéntense por favor. —indicó el hombre de cabello azul.

Los dos obedecieron.

-Me alegró de verte Lucy.- comentó el doctor viéndola a los ojos, Lucy asintió, él Jonatán era un exnovio de Universidad el cuál deseaba casarse con ella, pero Lucy no quería hijos ni casarse, así que el chico decidió poner fin a la relaciones y a los pocos meses de cortar con ella se casó.

—Pero supongo que es cierto lo que dicen del reloj biológico. —comentó. —Si no me fallan las cuentas ya tienes 27 años, si no te apresuras a tener hijos después sería muy peligroso.

Lucy se indignó por su comentario.

—Espero que no intentes decirme vieja. —le dijo seria. —porque sabes que no es así.

—Tienes razón. Disculpa mi comentario.

Hibiki seguía sólo observando.

—Mejor dime en que puedo ayudarlos. —comentó fijándose por primera vez en el chico que acompañaba a Lucy. ¿Acaso ese chico había sido el hombre que pudo hacer cambiar a Lucy de opinión?

Un malestar en el pecho se apoderó de él con esa sola idea.

Lucy guardó silencio. La verdad es que no se sentía cómoda con la idea de estar bajo el cuidado de Jonatán. Tampoco le agradaba tener que decirle que quería ser madre soltera, porque conociéndolo la tacharía como una mujer quedada o cosas por el estilo. Ya después iría a otras clínicas.

—Mi amigo y su novia han tenido problemas para tener un hijo y quiere saber si no tiene problemas de fertilidad. —comentó Lucy para sorpresa de Hibiki.

—En ese caso llamaré a la enfermera para que le indique lo que tiene que hacer. —dijo el chico peli azul alzando la bocina del teléfono.

—Lo siento. —le murmuró Lucy a su amigo que no salía del asombro.

La enfermera no tardó en entrar y después de que el médico le hiciera las preguntas de rutina al chico, se lo llevó a otro cuarto, le entregó el recipiente en el que tenía que depositar el semen y le indicó que adentro había todo lo que necesitaba.

Hibiki entró pensando en las formas en que le cobraría a Lucy esto.

La chica de ojos marrones prefirió esperar en la sala de la clínica a su amigo, pues no quería estar con Jonatán, se sentía incómoda. Y además el hombre seguía siendo muy guapo y no podía evitar sentirse todavía atraída hacia él.

Después del procedimiento de rutina, Hibiki y ella salieron de la clínica y cada quien tomó un rumbo distinto. Ya era tarde y era mejor dejar las visitas a las clínicas para el día siguiente.

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Lucy entró al edificio donde vivía su hermano, estaba pensando en lo que iba a hacer y lo mejor era decirle a su familia. Llegó al ascensor y entró en él, luego oprimió el número seis. Las puertas estaban por cerrarse cuando una mano lo impidió, al abrirse las puertas vio asting, quien también subió al ascensor y oprimió el número cinco.

—Hola. —saludó él de forma amable.

—Hola. —contestó de forma arisca. Ya no podía verlo ni tratarlo de la misma forma. Al verlo sintió coraje, así que decidió encararlo.

—Necesitamos hablar de algo delicado. —comentó ella.

Sting al ver que lo miraba con recelo y al recordar lo que le había dicho Yukino supo que ella sabía algo.

—Entonces te diré una cosa antes. —le dijo mirándola a la cara. —sin comentarios. —pronunció con seriedad. No quería que nadie más se metiera en su vida.

El ascensor se detuvo en el quinto piso y las puertas se abrieron.

—Adiós. —le dijo él.

—Sting. —lo llamó Lucy mientras él salía del ascensor, volteó a verla colocando una mano en la puerta para que el elevador no se cerrara. —no lastimes a Yukino, ella te ama y te tiene como un buen hombre.

Sin decir nada Sting retiró su mano y el elevador se cerró.

Caminó hasta su departamento pensando en las palabras de Lucy. Su intención nunca fue lastimar a su esposa.

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Lucy llegó al departamento de su hermano, ahí estaba Yukino viendo la televisión y platicando con ellos mientras los niños jugaban en el cuarto de Umi.

Ella se sentó en el sillón de una pieza.

—Llegas a tiempo para ver el reportaje de los hombres más codiciados de Magnolia. —comentó Juvia alegre. —seguramente va a aparecer Gray. —dijo orgullosa de su esposo.

—Qué bien. —respondió Lucy con voz apagada.

— ¿Qué te preocupa? —preguntó Gray.

—Es que tengo algo importante que decirles. —comentó ella seria.

—Te escuchamos. —dijo Juvia. En la televisión ya estaba empezando el programa especial.

—He decidido tener una hija. —informó. —y para eso recurriré a la inseminación artificial. —Ellos escucharon atentos lo que le había ocurrido en la tarde.

De después de un minuto de tensión y de silencio, Juvia comenzó a carcajearse.

—Pobre Hibiki. —murmuró entre risas. Lucy también sonrió, es cierto, le debía una.

-¿Pero en qué estás pensando Lucy? —preguntó Yukino seria. — ¿adoptar un hijo? ¿Inseminación artificial?

—También quiero ser mamá. —respondió ella.

—Pero es mucha responsabilidad para una mujer sola. —comentó Yukino. —No sé qué haría sin Sting.

—Pero no soy tú y puedo cuidar de una hija sola. —se defendió Lucy.

—Ya sé que ya estás vieja y como no tienes hijos te estas poniendo ansiosa. —habló Yukino con desdén. —pero tienes que pensar bien las cosas.

—Yukino, deja de decirle cosas hirientes a Lucy. —intervino la mujer de cabello azul. Gray de nuevo se limitó a escuchar la conversación. — Lucy la inseminación no es cosa fácil.

—Lo sé, pero no tengo alternativa. —comentó recordando que no podía adoptar.

—Pero no sabes quién es el donante. —señaló Yukino. —Es verdad que hacen análisis, pero aun así no puedes saber qué clase de persona es, ¿Qué tal si tiene genes de violencia? ¿Quizá sea alguien sin inteligencia? ¿Qué tal si tiene malas mañas?— Lucy analizaba las palabras de su amiga. —Todo eso se hereda.

—Pero ¿entonces qué hago? —preguntó preocupada. Sentía que lo que dijo Yukino era correcto, ella quería que su hija tuviera los genes perfectos. No quería arriesgarse a los espermatozoides que la engendraran fueran de mala calidad.

—Pues tenlo por el método tradicional. —comentó Juvia dejando su taza de café en la mesita de centro. Gray aún no sabía porque seguía ahí sentado escuchando la plática de esas mujeres, trató de concentrarse en la pantalla en la que mostraban a su compañero Rogue. —busca un hombre que cumpla con tus requisitos, sedúcelo y ten un hijo de él.

—Sí, ya había pensado en eso también. —comentó Lucy seria. Otra de sus reglas era no tener romances de una noche, pero por tener una hija sería capaz de todo.

— ¿Pero entonces que pasará con el padre del niño? —preguntó Yukino.

—Pues me libraría limpiamente de él y jamás sabría de la existencia de su hijo. —respondió ella. — ¿conoces a alguien adecuado? —preguntó Lucy. —que sea guapo, alto, inteligente, bien formado y de buen carácter.

—Pides mucho, hombres así casi no hay. —comentó Juvia pensativa.

Yukino esbozó una sonrisa.

—Alguien como Chris Evans. —exclamó Yukino emocionada. —Es tan guapo y carismático y con una bella sonrisa y hermosos ojos. —sonrió mientras enumeraba todas las características del chico.

—O alguien tan guapo y sexi como Chris Hemsworth. —comentó Juvia compartiendo la misma emoción que Yukino. Ambas eran admiradoras de esos hombres. — ¿Alguien así saldría conmigo? —preguntó Lucy.

—No. —respondió Juvia con franqueza.

—Definitivamente tendrían que estar locos para salir contigo. —agregó Yukino.

—Bueno ya basta de tonterías. —ordenó Gray. —ya son suficientes bromas por hoy.

—Pero no estoy bromeando. —reveló Lucy. —buscaré un hombre con todas esas cualidades para que sea el padre de mi hija.

Juvia volteó a ver a Gray. Cuando ella le propuso eso sólo estaba bromeando, no pensó que Lucy lo tomara tan enserio.

Ellos intercambiaron miradas de preocupación, predecían que muchos problemas se avecinaban. En ese momento Yukino recibió la llamada de su esposo, así que se tuvo que ir, no sin antes decirle a Lucy que se olvidara de la absurda idea de tener un hijo sin un papá.

—Lucy ¿estás segura que eso es lo que quieres? —preguntó Gray.

—Sí. —respondió. —quiero tener una hermosa niña para que viva conmigo. Ahora sólo tengo que encontrar al hombre con los genes perfectos.

— ¿Qué tal Rogue? —preguntó Juvia, su esposo la miró enojado porque le estaba siguiendo el juego a Lucy, pero ella lo ignoró. —Es guapo e inteligente, ya ves que adelantó varios años de estudio.

—Sí es guapo. —respondió Lucy. —pero hay algo en él que no me gusta, a parte a excepción de él su familia es bajita, y quiero que mi hija sea alta.

En ese momento en la televisión anunciaban al tercer hombre más codiciado de la ciudad, Gray pues alegaban que no estaba soltero y por eso no ocupaba una mejor posición.

—Eso es injusto. —reprochó la peli azul. —Tenías que estar en primer lugar. —le dijo a su esposo.

—Sabes que esas cosas no me importan. —comentó él. Ni siquiera quería estar en esa famosa lista. De seguro ahora sus jóvenes e inmaduras alumnas lo devorarían con la mirada.

Lucy puso atención al reportaje. En segundo lugar presentaban al modelo y cantante Lyon Bastia, que hasta la fecha se mantenía soltero y gozaba de buena fortuna.

Gray se cruzó de brazos molesto y volteó hacia otro lado. Juvia no hizo comentarios sobre su viejo conocido.

Lucy pensó que era guapo, pero era muy grande para ella, ¿Qué tal si su hija nacía con los huesos débiles o propensa a las enfermedades? Además intuía que no llevaba un buen estilo de vida, y eso podría afectar la genética de su hija. Y sobre todo recordó que su hermano se infartaría al saber que su sobrina era hija de aquel hombre.

Después pasaron al primer lugar, un hombre de cabello salmón, ojos jade y piel ligeramente bronceada. Lucy vio que era de hermosas facciones.

—Natsu Dragneel es profesor en la facultad de ciencias de Magnolia. —comentaba la presentadora. —además de guapo es inteligente, carismático y proviene de una buena familia.

Lucy siguió atentamente cada fotografía y la información mostrada y cuando terminó el programa esbozó una gran sonrisa.

—Él es el indicado. —Comentó ella.- Natsu Dragneel tiene los genes perfectos para ser el padre de mi hija.

Juvia y Gray vieron la determinación que reflejaba en sus ojos, y conociéndola como lo hacían, estaban seguros que no habría nada que le impidiera lograr su objetivo.

—Ni-san ¿me ayudarás a conocerlo? —preguntó a su hermano, pues trabajaban en la misma escuela.

—Si eso te hace feliz. —respondió después de pensarlo. Creía que esa era una mala idea, pero quería a su hermana y siempre la apoyaría en todo.

Además conocía a Natsu, así que no tenía que preocuparse de nada.

En una semana sería la fiesta de aniversario de la facultad donde trabajaban Gray e Natsu, esa sería la oportunidad perfecta para que Lucy y él se conocieran.

Ese día empezaría el plan de seducción de Lucy para conseguir una hija con los genes perfectos de Natsu Dragneel.

Aunque ella no contaba con que no iba a ser nada fácil


Desde aquí morí de risa... jajajajaja de todo lo que hará Lucy, con Rukia fue más chistoso pero se que los hará reír y Natsu ni se diga -3-

Siguiente Capítulo:

Capítulo cuatro.- Intento de seducción.

Espero sus reviews y nos vemos en la proxima actuañización :3 en este episodio se que más de uno y el que sigue se morirán de risa, o sí en una parte quizás odien un poco a Lucy pero solo será por un momento ahora sí bye bye :D