Hola Kaede trae un nuevo capítulo :D así que basta de platicas pasen a leer :3

┻┳| *Neko comienza la historia*

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┻┳|ω• ).

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┻┳| J


Capítulo cuatro.- Intento de seducción.

Era mediodía y el hospital tenía poca actividad. Sting estaba solo en su consultorio, pues no tenía pacientes hasta una hora después.

Estaba parado frente a la ventana corrediza que daba al pequeño patio del hospital, desde ahí se veía el edificio que era destinado para los pacientes internos. La luz se filtraba por la ventana sin llegar a ser molesta para su vista.

Sus pensamientos eran ocupados por lo que le había dicho Lucy la noche anterior.

No le preocupaba que ella le dijera algo a su esposa, pues sabía que no se atrevería a hacerlo; sin embargo esas palabras lo hicieron pensar toda la noche. No había podido conciliar el sueño y se la pasó viendo a Yukino dormir con semblante tranquilo y una pequeña sonrisa en sus labios.

Se preguntó qué había pasado con su relación, porque ahora ya no platicaban por las noches antes de dormir sobre lo que habían hecho en el día, cómo se sentían, sus gustos o sobre sus planes para el futuro.

A veces él intentaba conversar con ella sobre los casos de sus pacientes, pero ella parecía aburrirse con el tema, lo mismo pasaba con él cuando ella le platicaba sobre la vida de sus vecinos o sobre "El amor no tiene color", su telenovela favorita. De tanto que la mencionaba ya se sabía el nombre y casi toda la trama, y a él ¿Qué rayos le importaba que la protagonista quisiera vengarse del personaje masculino por algo que no había hecho O que sus vecinos se pelearan todos los días?

Pero recordó la época en el que si se sentaba junto a ella a ver telenovelas, no porque le gustaran mucho sino porque le agradaba pasar tiempo con ella, porque le gustaba ver sus gestos cuando se reía o se enojaba por alguna absurda escena de la televisión; la época en el que sólo deseaba salir del trabajo para llegar a refugiarse en los brazos de su esposa y pasar toda la tarde encerrados en su cuarto.

Recordó aquellos días en que caminaban tomados de la mano mientras el pequeño Ren corría espantando a las palomas, esos días en los que eran felices y pensaba que nunca amaría a nadie más que a ella.

Sting masajeó el puente de su nariz, suspiró cansado y elevó su mirada al cielo azul, por el que pasaba un avión dejando su rastro de humo blanco.

No quería hacer sufrir a Yukino, se lo debía por tantos años dedicados a él, pero ahora se encontraba delante de una encrucijada. Por la mañana había hablado con Rangiku y le estaba exigiendo que dejara a su esposa, y no era fácil para él hacer eso.

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—Seguramente ella le dirá a tu esposa. —comentó Minerva sentada en las piernas de Sting, después de que él le platicara su encuentro con Lucy.

—No lo creo, ni siquiera sé si lo sabe todo. —dijo él. —Estoy seguro de que Lucy no dirá nada para no lastimarla.

—Pero yo creo que debemos aprovechar esta oportunidad para arreglar las cosas y que te separes de ella. —señaló ella jugando con su corbata.

—Para ti es fácil decirlo. —respondió Sting mirándola serio.

—No es que me parezca fácil. —replicó ella soltando su corbata y mirándolo a los ojos. —Pero ya no puedo ni quiero seguir en el papel de amante.-Minerva se paró de sus piernas y se recargó en el escritorio. — ¿acaso quieres que tengamos una relación clandestina toda la vida?

—Claro que no. —respondió él. Aunque en realidad ni el mismo sabía lo que quería.

—Entonces debes terminar una relación. —pidió la peli negra. —o sigues con tu esposa o sigues conmigo.

—Ya te pedí tiempo para terminar con ella.

—Ya no tengo más tiempo. —Minerva elevó la voz molesta mientras se erguía. —tú no sabes cómo me siento cuando veo a mi mamá y me pregunta que para cuando me pienso casar. Así que o le pides el divorcio a tu esposa o te olvidas de mí. —le sentenció ella.

— ¿Quieres terminar conmigo? —preguntó Sting poniéndose de pie para quedar frente a ella.

—No me dejas otra opción.

Sting lo pensó por un momento.

—Está bien, hablaré con mi esposa. —resolvió al fin. No sabía cómo explicar lo que sentía por Minerva, pero no quería tenerla lejos.

La doctora sonrió alegre y después de rodearle el cuello con sus brazos, lo besó.

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Sting se quitó de la ventana y se fue a sentar tras su escritorio. Ya había llegado la hora de hablar con Yukino y enfrentar la situación.

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Esa tarde Lucy contrató a un investigador privado para que le diera información más detallada sobre Natsu Dragneel pues su hermano se había negado a decirle otra cosa que no fuera su apellido, y eso ya lo sabía por la televisión.

Ella estaba decidida a que ese hombre fuera el papá de su hija y por eso necesitaba saber más de su vida, sus gustos e intereses, que había hecho y sobre todo las relaciones que había tenido.

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Los días pasaron con relativa calma y una semana más había terminado.

El investigador le dio sus resultados a Lucy, ella se sorprendió de ver que era alguien muy dedicado al estudio y al trabajo, sin alguna mancha en su historial y de buena familia, pero lo que más le sorprendió es que no se le conociera alguna novia.

Por su parte Sting intentó hablar varias veces con su esposa pero al final se arrepentía, ya sea porque ella lo besaba con ternura y le decía que lo amaba y se sentía culpable de lastimarla, otras porque su hijo interrumpía y la mayoría de veces por cobardía.

Minerva se enojaba más con él con cada día que pasaba, hasta lo llegó a amenazar con salir con un pretendiente que tenía. Y como Sting no pudo pedirle el divorcio a su esposa, ella cumplió su amenaza.

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Por la noche, en casa de Juvia, las tres amigas se encontraban platicando en el comedor mientras los niños veían la televisión. Aunque ya era tarde Gray aún no llegaba.

— ¿Mi hermano sigue en la universidad? —preguntó Lucy mientras dejaba la taza de café sobre la mesa.

—Sí, está coordinando todo para la celebración de mañana. —comentó Juvia con un pan en la mano. —ya sabes lo perfeccionista que es.

— ¿Y a ella no le vas a pedir que no confíe en las palabras de su esposo? —preguntó Yukino a Lucy. —Quizá no esté trabajando.

Yukino seguía molesta con Lucy por la desconfianza que tenía contra su esposo, misma que no mostraba hacía Gray.

—Mi hermano no sería capaz de engañar a Juvia. —respondió Lucy, no con enojo, sino con la tristeza reflejada en su rostro. Ellos habían visto el sufrimiento que eso podía causar a la familia y estaba segura que él no estaba dispuesto a provocarlo en la suya.

Lucy se perdió en sus recuerdos…

"Yo te vi morir, yo te escuché llorar cada noche mientras dormías. Yo era tan joven, debiste buscar una mejor opción que apoyarte en mí. Nunca pensaste en nadie más, sólo veías tu dolor y ahora yo lloro en la mitad de la noche por lo mismo…"*

Lucy y Gray estaban en su cuarto, ella sentada en el piso jugando con sus muñecas, él acostado en la cama mirando al techo.

Escucharon el sonido de la puerta de la sala al azotarse con furia, el mismo que les indicaba que su padre había llegado.

Lucy se puso de pie asustada dejando caer sus muñecas. Gray se incorporó enseguida y fue a abrazar a Lucy.

Como supusieron, los gritos no se hicieron esperar, ambos padres lanzaban reproches.

—Ya estoy harto de ti. —escucharon gritar al papá.

Los niños se acercaron a la puerta, Gray la abrió un poco para mirar, Lucy también lo hacía aferrada a la espalda de su hermano.

— ¿Y por eso te conseguiste una amante? —gritó enojada la madre de los niños.

Gray cerró los puños con indignación, le molestó saber que a su padre no le era suficiente su familia.

—Sí, porque con ella tengo lo que tú ya no me das. —le gritó el padre.

Los niños vieron como su mamá se enojó y comenzó a arrojarle algunos objetos a su padre. Lucy tembló detrás de su hermano y se aferró más a su playera. Sus padres de un tiempo a la fecha habían comenzado a discutir, y hasta una vez su padre había golpeado a su madre frente al hijo mayor.

Gray presentía cómo terminaría todo si su mamá hacía enojar más a su papá, así que caminó a la sala, con Lucy siguiéndolo.

—Ya me cansé de ti, está noche me voy. —expresó el hombre mientras esquivaba los adornos, que se quebraban al contacto con la pared.

La mujer se quedó estática. Su padre aprovechó para ir a su recámara, atropellando a sus hijos en el camino.

—Gray, Lucy. —les habló su mamá. —tienen que ayudarme a evitar que su padre nos deje. —pidió desesperada mientras se acercaba a ellos.

Pero ¿que podían hacer ellos con tan sólo diez y cuatro años?

Su papá salió de su cuarto con una maleta.

—Después vendré por las demás cosas. —informó.

—No por favor. —gritó su esposa. —no nos abandones. —pidió llorando.

Después de eso vieron como su mamá le rogó a su padre por que no se fuera con la otra mujer, como perdía su dignidad implorando a sus pies que no la abandonara por sus hijos, que si lo hacía no los volvería a ver y él sería el culpable de que cometiera una locura.

Su padre terminó quedándose, pero a partir de ese día inició el infierno para ellos. Las peleas se hacían más frecuentes y los golpes comenzaron.

Su mamá siempre se quejaba con ellos de lo que sufría por saber que su padre tenía otra mujer, pero aun así nunca estuvo dispuesta a separarse de él. Los días que no llegaba su papá a la casa, Gray servía de paño de lágrimas de su madre, se quedaba con ella hasta que dejaba de llorar y se quedaba dormida.

Él fue acumulando resentimiento hacia esa desconocida mujer por ser la culpable de que su madre llorara todos los días y de que eventualmente perdiera las ganas de vivir. También sufría al ver a su mamá así y no poder hacer nada por ayudarla.

Lucy se seguía preguntando porque su madre nunca pensó en ellos, en el dolor que les causaba con su actitud, ¿por qué no le importó dejarlos solos? ¿Por qué ellos no fueron lo suficientemente importantes para despertar en ella el deseo de vivir?

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—Lucy. —la llamo Juvia por tercera vez, ella había permanecido ausente de la plática, pero por lo último que había dicho se imaginaba lo que estaría recordando. Sin embargo no iba a hondar en el tema porque Yukino no sabía nada al respecto.

— ¿Qué pasa? —preguntó Lucy saliendo de sus recuerdos.

—Queremos saber si sigues con la idea de tener un hijo. —comentó.

—Claro que sí. —dijo ella. —mañana en la fiesta me encontraré con él y haré todo lo posible por seducirlo.

— ¿Estás loca? —preguntó Yukino. —el que te hayan dicho vieja solterona tantas veces ya te ha empezado a afectar.

—Sólo soy un par de años mayor que tú. —se quejó Lucy. —Así que no soy tan vieja. No le veo lo malo en querer salir con un hombre joven.

—Pero no quieres salir con él porque te guste. —le replicó la chica de ojos azules. —Sólo quieres sus espermatozoides.

—Ya, ya, no empiecen a discutir. —intervino Juvia. —somos sus amigas y tenemos que apoyar su decisión por más loca que sea. —comentó con una sonrisa.

—Bueno ¿y quién es él? —preguntó Yukino, resignándose a que su amiga no cambiaría de opinión.

—Eso ni aunque mi madre muerta resucitara te lo diría. —dijo Lucy señalándola con el tenedor. Juvia sonrió. Yukino le dedicó una mueca de disgusto. —Pero quiero que esto quede entre nosotros. —pidió Lucy. —Así que ni se te ocurra decírselo a Sting. —le ordenó a Yukino.

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Yukino ya estaba arreglando su cama para acostarse cuando entró Sting a la habitación.

— ¿Ya se durmió Ren? —preguntó mientras se metía entre las sabanas y se recargaba en la cabecera.

—Sí. —respondió Sting acercándose a la cama para alzar las cobijas. —hizo que le leyera dos veces el cuento. —comentó mientras también se sentaba en la cama.

—Es que aprovecha las pocas veces que llegas antes de que se duerma. —comentó Yukino. —debes estar ganando mucho dinero con lo mucho que trabajas.

Sting no respondió.

—Tengo algo que decirte. —dijo él, ya era tiempo de ser claro con ella.

—Yo también quiero contarte algo. —sonrió Yukino.

—Habla tu primero entonces.

—Lucy se volvió loca, quiere tener un hijo sola, hasta está pensando seducir a un chico para utilizar su esperma. —comentó logrando sorprender a su esposo, pues siempre consideró a Lucy alguien centrada.

— ¿Y quién es él? —preguntó con curiosidad.

—No nos lo quiso decir. —respondió la mujer. —de hecho no quería que te dijera nada de esto, así que frente a ella actúa como si no lo supieras.

— ¿Entonces porque lo hiciste? —él estaba admirado de que su esposa traicionara la confianza de su amiga.

—Porque estamos casados y entre nosotros no debe haber secretos. —señaló Yukino. Sting bajó la mirada avergonzado. — ¿Me escondes algún secreto? —preguntó ella al ver su rostro. Ante su silencio y por su cara, supo que así era. — ¿Qué es?—le preguntó un tanto divertido, pues no se imaginaba la magnitud del secreto.

—No es nada. —de nueva cuenta ya no tenía coraje para confesarle tamaña verdad a su esposa.

—Anda dímelo. —Pidió Yukino jalando un poco la playera de su esposo. —tengo curiosidad, dime, dime. —pidió con ansias.

—Está bien. —respondió Sting poniéndose serio. —Yukino tengo otra mujer. —le confesó mirándola a los ojos.

Ella también lo miró por unos minutos, Sting estaba a la expectativa de su reacción. Lo confundió que Yukino comenzara a reírse.

— ¡Eres tan gracioso! —dijo entre risas. —ya parece que tú vas a engañarme. —reía cada vez más fuerte.

Sting se enojó por la reacción de su esposa así que se acostó en la cama dándole la espalda. Él que quería ser sincero y quitarse ese peso de encima y su esposa lo tachaba de mentiroso.

Para Yukino no cabía posibilidad alguna de que su esposo fuera infiel, ella confiaba ciegamente en el amor que los unía.

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Al día siguiente Minerva se mostró enojada con Sting por no haberle pedido el divorcio a su esposa, sin embargo se contentó con él pues ya había ideado una forma para que definitivamente él se separara de su mujer.

Gray terminó los preparativos para la celebración de su facultad y, por cumplir la promesa hecha a su hermana de ayudarla con Natsu, se aseguró de que el chico de cabello rosa prometiera asistir a la fiesta.

Lucy tras salir de su trabajo se fue de compras, pues esa noche quería lucir espectacular para conquistar a Natsu.

Esa noche ella llegó a la facultad de ciencias a las siete de la noche, ya varios invitados estaba presentes, no podía faltar Gray ataviado con un traje gris, su esposa luciendo un hermoso vestido largo lila y Umi con un vestido esponjado de color rosa.

Enseguida se acercó a ellos para saludarlos, ganándose la mirada de más de uno en el camino. Ella usaba un vestido azul turquesa, con escote de corazón alto, pegado hasta la cintura y de ahí tenía caída en A. El vestido llegaba por arriba de las rodillas por la parte de enfrente y largo por la parte de atrás, lo combinaba con zapatillas y aretes en color plata.

Gray las dejó pues era hora de empezar el evento y él tenía que dar el discurso de bienvenida. La parte formal se llevaría a cabo en el salón de conferencias de la facultad y la parte informal en el patio principal, donde ya estaban dispuestas varias mesas y todo estaba elegantemente adornado.

Lucy, Juvia y Umi buscaron lugares para sentarse, desde ahí Lucy trató de ver a Natsu, pero no lo encontró en los presentes.

El evento comenzó con el discurso de Gray, después se presentó a los invitados de honor, se realizó la semblanza de la facultad y algunos ex alumnos y profesores dijeron algunas palabras.

Cuando terminó la primera parte Lucy se paró de su asiento y caminó buscando a Natsu, lo encontró parado junto a la puerta.

Sonrió al ver que se veía realmente guapo, usaba un pantalón de vestir y camisa negra sin corbata, se acercó un poco más para admirar sus facciones. Lo vio salir del salón así que se apresuró a seguirlo hasta una improvisada barra de bebidas.

Él se sentó en una de las sillas y pidió un refresco, eso no le sorprendió a Lucy pues por el detective se enteró de que no tenía vicios; eso era perfecto para ella pues así su niña no correría riesgos de salir con bajo peso u otras enfermedades.

Ella se sentó en la silla junto a él y pidió lo mismo, pues quería estar lucida cuando pasara todo. Lucy vio como Natsu sacó su celular, a ella le pareció que estaba viendo algo de plantas.

— ("Está noche haré que te olvides de las plantas"). —pensó Lucy muy segura de sí misma mientras lo veía, esta noche caería a sus pies. — ("El primer pasó son las miradas"). —recordó lo que había leído de joven en una revista, y que nunca le había fallado.

Así que Lucy trató ver a Natsu a los ojos, pero el chico tenía la mirada clavada en su celular. Se le quedó mirando fijo para ver si al sentir su mirada el volteaba, pero no funcionó, luego tomó su vaso de refresco y al depositarlo hizo un poco de ruido para llamar su atención, pero él ni siquiera se inmutó.

— ("Bien, pasaré al segundo paso, rozar su mano")

Vio que Natsu alargó su mano para agarrar su vaso, así que vio la oportunidad perfecta. Lucy también estiró su mano para rozar la de Natsu, pero él fue más rápido y no pudo acariciar su mano.

Natsu bebió del vaso y luego lo colocó del otro lado.

Lucy hizo un gesto de enfado. Como lo sutil no surtía efecto en él, tendría que ser más agresiva.

— ¡Qué calor! —exclamó mientras se subía un poco el vestido y se bajaba el escote, mostrando más de su blanca piel. Natsu volteó y se fijó en sus piernas. Lucy se alegró, pero ese sentimiento duró poco pues enseguida el chico regresó su vista al celular.

— ¡Hola! —la saludó un hombre de cabello rubio situado a su lado derecho. Al verlo y notar que miraba sus piernas con lujuria enseguida se bajó el vestido y se subió el escote. — ¿Te puedo invitar una copa? —le preguntó de forma seductora. No era feo pero no era su tipo.

—Soy hermana de Gray. —le susurró bajo para que sólo él pudiera escucharla. Y esas palabras funcionaron como una bomba apestosa o una enfermedad contagiosa, pues enseguida el hombre se retiró del lugar disculpándose por su atrevimiento.

Lucy regresó su atención al futuro padre de su hija, quien seguía muy entretenido leyendo lo que fuera que estuviera viendo en el celular.

—Hola. —Saludó Lucy al chico con voz seductora. —Hola. —volvió a repetir pero, igual que la vez anterior, no recibió contestación. — ("Está ignorando mis saludos"). —pensó enojada con ganas de pararse, darle un buen golpe y alejarse de él. Pero recordó que no podía hacerlo si quería una bella e inteligente hija.

Natsu leía un importante artículo de botánica que le serviría para su investigación, prefería hacerlo a estar en la fiesta. No le gustaba ir a eventos porque siempre pasaba lo mismo, había chicas tratando de conquistarlo, como si el tuviera interés en ellas.

Sólo había ido porque Gray personalmente se lo había pedido, eso fue algo que le sorprendió porque él también compartía su incomodidad en las fiestas. Miró su reloj y vio que ya eran las nueve, ya era tiempo de irse.

Lucy suspiró cansada, tenía que hacer algo más para llamar su atención. Tenía que ser más directa todavía, así que se paró de la silla y se acercó más a Natsu, le puso una mano en su hombro y se recargó en su costado, estaba por susúrrale algo en el oído, cuando Natsu se paró y se alejó de ahí.

Lucy se fue de lado cayendo sobre la silla. Se levantó como resorte sobándose un brazo, miró hacia todos lados cerciorándose de que nadie la hubiera visto. Sólo el señor que atendía la barra se había dado cuenta y la veía sin disimular la risa.

Ella se acomodó el vestido y emprendió su marcha tras Natsu.

— ("¡Ah!, ¿me lo estás poniendo difícil, verdad?"). —se preguntó mientras lo seguía entre los invitados. Se dio cuenta que seducirlo sería todo un reto, pero ella era Lucy Heartfilia Fullbuster y amaba los retos, de lo contrario no hubiera llegado al lugar donde estaba.

Ella lo siguió hasta el patio detrás de la facultad, nunca había ido por ahí, así que no sabía a donde iba.

En el patio había varios árboles y plantas, ella caminaba por un sendero de piedra, el que estaba tenuemente iluminado por la luz de la luna y de algunas lámparas. Después de varios minutos pasaron frente a un gran invernadero, pensó que él se detendría ahí pero él siguió caminando.

Se detuvo a mirar a su alrededor, no había nadie cerca y unas partes estaban oscuras. ¿Y si Natsu pretendía llevarla a un lugar apartado para aprovecharse de ella?

—No seas tonta Lucy. —dijo a las risas. —eso es lo que quieres. —se recordó y luego comenzó a caminar tras él.

Lo encontró unos metros adelante agachado a la mitad de un puente de madera, que atravesaba un pequeño lago artificial a mitad del campus. Estaba observando las plantas acuáticas que crecían ahí.

Lucy caminó por el puente pero al faltarle unos pasos para llegar a él, su tacón se atoró entre las rendijas del puente y perdió el equilibrio. Para mala fortuna de Natsu, ella cayó sobre él, empujándolo, y los dos fueron a dar al agua.

— ¡Ay, ay! —gritaba Rukia desesperada dando manotazos al agua.

—No es profundo. —dijo Natsu mientras se ponía de pie. Lucy se calmó al escucharlo hablar, se dio cuenta de que el agua no le llegaba arriba de las pantorrillas. —puedes pararte.

Lucy se puso de pie mientras lo veía con vergüenza. Natsu salió del agua y comenzó a caminar.

—Oye no me dejes sola. —le pidió Lucy parada en el agua. —además no puedo regresar así de mojada a la fiesta.

Natsu se detuvo y giró para verla. Su vestido y su cabello escurrían agua, su cara mostraba vergüenza y suplica. Sus valores le indicaban que no podía dejarla así.

—Regresemos. —le dijo él.

Lucy sonrió y salió del agua. Caminó tras él, pero en lugar de llegar a los edificios donde estaban los salones, se detuvieron frente al invernadero.

—Aquí hay algo de ropa seca. —comentó Natsu mientras entraban a la gran galera.

Al final había un pequeño cuarto que fungía como bodega, Natsu le dio un pantalón y una sudadera limpia y se cambió ahí dentro. Después él también se cambió.

Tendieron la ropa sobre unas cajas para ver si se escurrían un poco. Los zapatos quedaron inservibles, pero él se puso unas botas viejas, ella tuvo que quedarse descalza.

En lo que esperaban Natsu comenzó a examinar las plantas y de nuevo se olvidó de la presencia de la chica de ojos marrones.

Lucy lo vio cruzada de brazos, ¡no era posible que ese chico no intentara nada con ella! ¿Estaba ciego a qué? Además estaban solos y con poca luz.

Ella, decepcionada, también empezó a curiosear las plantas, se encontró una que tenía algunos frutos y el letrero de advertencia de que no se ingiriera porque era venenoso.

Sonrió con malicia, llamaría su atención de cualquier forma.

— ("No creo que me mate") —pensó Lucy mientras cortaba una fruta parecida a una naranja pero en miniatura, por su hija podría soportar una reacción alérgica. Natsu la volteó a ver en el momento en que ella comía la fruta.

Ella empezó a fingir que se estaba atorando, se llevó sus manos al cuello y luego se dejó caer al suelo como si se hubiera desmayado.

Natsu bufó con fastidio. De tantas mujeres en la fiesta y se tuvo que encontrar con una loca. Caminó hacia donde estaba ella y agarró la planta para revisar que esa chica no le hubiera roto alguna rama.

Lucy abrió un ojo y vio que de nuevo el chico mostraba más interés en una planta que en su salud.

—Disculpa. —susurró Lucy lo más débil que pudo. El chico se giró y bajó la cabeza para verla. —creo que me desmayé, seguramente por la fruta. —Lucy todavía estaba en el piso.

Natsu se encuclilló junto a ella.

— ¿Eres actriz? —le preguntó, ella lo vio confundida. —Esa fruta no es venenosa, sólo le puse ese cartel para evitar que la gente cortara las frutas. —le informó.

Lucy rio de manera nerviosa. Reprochándose internamente por pasar otra vergüenza frente a él. Se sentó en el piso, quedando frente a frente.

En ese momento la luna salió de detrás de una nube, sus rayos se colaron por el techo de cristal del invernadero e iluminaron el rostro de ella.

Natsu la miró fijamente, se acercó un poco más a ella y puso sus manos sobre sus hombros.

— ("Finalmente cayó"). —pensó Lucy al notar que Natsu no apartaba su vista de ella, trató de parecer lo más inocente y avergonzada que podía, volteó su rostro hacía un lado.

Natsu le tomó de la barbilla y la hizo verlo de nuevo. Ella cerró los ojos para esperar su beso.

En su lugar sintió que la sacudía de los hombros, obligándola a abrir los ojos.

—Mi carpeta. —le dijo Natsu. — ¿Dónde está mi carpeta? —le preguntó volviéndola a sacudir de los hombros. Lucy lo miraba sin entender nada. —Hace unos días chocamos y tomamos la bolsa equivocada, tú te llevaste la bolsa que contenía mi carpeta con la investigación que estoy haciendo. —le platicó mientras la soltaba.

Lucy recordó el accidente y la carpeta que metió en el cajón.

—Necesito mi carpeta. —dijo poniéndose de pie.

Y con eso ella supo que ya podía despedirse de su plan de seducirlo esa noche.


Pobre Lucy si que sus planes se fueron al drenaje xD que pasará digo si es una chica muy guapa... esperen no será que Natsu... xD jajajaja descubranlo en el siguiente capítulo

Siguiente Capítulo:

Capítulo cinco.- Natsu ¿es gay?

Espero sus reviews y nos vemos en la proxima actualización :3 bye bye :D