Hola Kaede trae un nuevo capítulo :D así que basta de platicas pasen a leer :3
┻┳| *Neko comienza la historia*
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Capítulo cinco.- Natsu ¿es gay?
Ella estaba sentada en el piso, él encuclillado frente a ella. Los rayos lunares iluminaban el rostro níveo de Lucy resaltando su belleza y ellos se miraban fijamente.
Aquella escena era digna de una historia romántica y cuando Natsu se fue acercando más al rostro de ella, Lucy ya juraba que había ganado, que la besaría apasionadamente y terminarían haciendo el amor ahí mismo.
Pero su sueño de seducción terminó al sentir las sacudidas de cuerpo que él le estaba dando y que no eran precisamente las que ella se había imaginado.
—Mi carpeta. —le dijo Natsu. —¿Dónde está mi carpeta? —le preguntó volviéndola a sacudir de los hombros. Lucy lo miraba sin entender nada. —Hace unos días chocamos y tomamos la bolsa equivocada, tú te llevaste la bolsa que contenía mi carpeta con la investigación que estoy haciendo. —le platicó mientras la soltaba.
Lucy recordó el accidente y la carpeta que metió en el cajón.
—Necesito mi carpeta. —dijo poniéndose de pie.
Lucy, decepcionada, también se puso de pie.
—La tengo en mi casa. —le informó.
—Es muy importante para mí, así que necesito que me la devuelvas. —le pidió Natsu, ella notó su ansiedad.
—("Vaya, vaya, así que después de todo si estábamos destinados a conocernos") —pensó Lucy, sin embargo no se lo pondría tan fácil, tenía una arma perfecta a su favor y debía utilizarla muy bien. —Déjame buscarla y te aviso cuando la encuentre.
—Te llevo a tu casa y te ayudo a buscarla. —comentó el chico.
—("Quizá en mi casa sea más fácil seducirlo") —pensó Lucy mientras lo miraba. —("Pero no me puedo arriesgar a asustarlo") —Ahora ya es tarde. —dijo al fin. —mejor lo busco y cuando lo tenga te hablo para ponernos de acuerdo.
—Está bien. —dijo el chico resignado, podía esperar un par de días más. Luego buscó un papel para anotarle su número de teléfono. —lo más importante de esa carpeta son unas semillas, por eso te pido que tengas cuidado con ellas. —le indicó el joven.
Lucy asintió.
Después Lucy se cambió y regresó a las instalaciones de la facultad.
Caminaba con las zapatillas en mano, pues estaban mojadas para ponérselas, el vestido arrugado, sin maquillaje y aún con el cabello húmedo.
—Cuando menos debió acompañarme. —se quejó en voz alta. Le había insistido para que regresara con ella, pero él se excusó diciendo que quería aprovechar para examinar unas plantas que estaban enfermas.
Si algo le había quedado claro a Lucy esa noche era que Natsu amaba a todos esos organismos que conformaban al reino Plantae.
Cuando llegó a la facultad, los invitados ya se habían ido y su familia la estaba esperando en una de las salidas.
—Vaya, por tu aspecto creo que tuviste una noche muy movida. —señaló Juvia con tono divertido.
—No quiero saber. —se apresuró a decir Gray al ver que su hermana abrió la boca para contestar. Se dio media vuelta para caminar al coche, con Umi dormida en sus brazos y recargada en su hombro.
—No pasó nada. —comentó Lucy con decepción mientras empezaba a caminar junto a Juvia y algunos pasos detrás de su hermano. —mis intentos de seducción fallaron y al final caímos al pequeño lago.
Juvia comenzó a carcajearse. Gray no se sorprendió, pues al tratar a Natsu se había dado cuenta que era un chico serio e inexperto con las mujeres.
—Entonces ¿ya te olvidarás de esa idea de tener un hijo de él? —preguntó Gray mientras abría la puerta de su coche.
—Claro que no. —respondió Lucy. —Seduciré a Natsu así me tenga que disfrazar de árbol. —dijo decidida.
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Cuando Lucy llegó a su casa lo primero que hizo fue sacar la carpeta del cajón donde la tenía.
—Tú me ayudarás a mi propósito. —dijo ella sonriendo mientras acariciaba la carpeta. Recordó que le había comentado sobre unas semillas, así que dejó la carpeta sobre la mesa y buscó en la bolsa negra y en el cajón, las dichosas semillas, pero no las encontró.
Luego recordó que aquel día había tirado un recipiente por la ventana.
—¿Se habrá referido a las ninfas de insecto? —se preguntó Lucy con preocupación, así que para saciar sus dudas salió al patio en busca de ese recipiente.
Al llegar ahí vio que el recipiente estaba en un pequeño charco de agua lodosa. Se imaginó que con la caída se había abierto un poco pues el algodón estaba húmedo y presentaba moho.
—¿Y ahora que voy a hacer? —preguntó mientras observaba el recipiente, pues las semillas ya se veían podridas.
Se paró y luego regresó al interior de su casa meditando en lo que podía hacer, pues si le decía a Lucy que sus semillas ya no servían ya se podía ir olvidando de sus planes de tener una hija suya.
Después de unos minutos encontró una solución. Lucy buscó una pequeña maceta y ahí enterró las semillas podridas.
—Espero que esto funcione. —dijo aplastando un poco la tierra de la maceta. —Pero como dice el dicho a situaciones desesperadas medidas desesperadas. —Lucy se quitó los guantes de plástico que estaba utilizando y sonrió al ver la maceta.
¡Oh sí! Haría cualquier cosa por conseguir el mejor esperma de Magnolia.
Esa noche se fue a dormir. Decidió no hablarle a Natsu hasta el lunes, pues para la siguiente acción necesitaba estar en el edificio de la revista.
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El domingo por la mañana Sting recibió una llamada de Minerva para quedar de verse en casa de ella, así que en ese momento se encontraba terminando de vestirse.
Cuando salió del cuarto se encontró con Ren en la sala terminando de amarrarse sus tenis y vestido de traje deportivo, y con Yukino en la cocina preparando unos sándwiches.
El niño al verlo salir se puso de pie y se acercó a él.
—Papá ya estoy listo. —dijo Ren frente a él y con una gran sonrisa. Sting permaneció callado mirándolo fijamente. —prometiste llevarme al parque a jugar futbol. —aclaró el niño, pues sintió que a su papá se le había olvidado.
—Lo siento hijo, pero no puedo llevarte. —se disculpó el hombre de ojos azules. —Tengo que ir a trabajar por un caso urgente. —el pequeño bajó la mirada.
Ren se sintió triste y decepcionado, llevaba toda la semana esperando este día. Yukino al escuchar la respuesta de su esposo dejó lo que estaba haciendo y se acercó a su hijo, puso sus manos sobre sus hombros.
—Ren comprende que tu papá es médico y que tiene mucho trabajo. —le dijo dulcemente Yukino.
—Otro día te llevaré al parque. —le dijo Sting a su hijo.
El niño alzó la mirada, la tenía un poco acuosa, pero no lloró.
—Está bien papá. —le respondió dibujando una sonrisa triste.
Ren se despidió de su esposa y salió de la casa acompañado por su hijo que le dijo adiós desde las escaleras del edificio, pues su papá había preferido no esperar al ascensor.
Cuando vio que su papá ya se había alejado lo suficiente, se sentó en las escaleras y comenzó a llorar.
El lunes tenía una competencia en la escuela para integrar al equipo de futbol y por eso quería que su papá lo ayudara a entrenar, pues el maestro de educación física le había dicho que era muy malo y que si quería ser parte del equipo tendría que esforzarse más.
No le reclamó nada a su papá porque su mamá siempre le decía que tenía que comprenderlo pues era un hombre ocupado. Y aunque si estaba orgulloso de su padre, le dolía que ya no le dedicara tiempo.
—¿Qué tienes Ren? —escuchó la voz de su tío Gray junto a él. Se limpió las lágrimas y volteó a verlo.
—Nada. —respondió poniéndose de pie.
—Nadie llora por nada. —replicó su tía Juvia, que estaba detrás de Gray y llevaba de la mano a Umi que lo veía con una sonrisa.
Entonces el niño les contó lo que le aquejaba.
—Nosotros vamos al parque. —dijo Gray. —pídele permiso a tu mamá para ir con nosotros y yo te ayudaré a practicar.
—¿De verdad tío? —preguntó ilusionado. Gray asintió y al niño se le formó una gran sonrisa.
—¿Yo también puedo jugar? —preguntó la pequeña de ojos azules.
—Claro que sí. —respondió su padre.
—Voy a pedirle permiso a mi mamá entonces. —comentó Ren y corrió a su casa. Yukino no tuvo objeción en dejar ir a su hijo con sus amigos.
Esa tarde Ren se la pasó muy contento con sus tíos y Umi.
Por la tarde regresaron a su casa, los niños ya iban muy cansados así que se habían quedado dormidos en el camino. Juvia con dificultad cargó a Umi, pues ya pesaba bastante, y Gray cargó a su sobrino.
Juvia siguió de largo en el ascensor y Gray se bajó en el quinto piso. Por casualidad se encontró con Sting que había utilizado las escaleras.
—Gray. —saludó Sting. —Que milagro que te veo. —comentó, pues de un tiempo a la fecha ya no se frecuentaban aunque vivían en el mismo edificio.
—He tenido trabajo. —se excusó Gray.
—Veo que mi hijo salió con ustedes. —comentó al ver a su hijo siendo cargado por su amigo. Gray lo miró serio.—Yo no pude llevarlo porque tenía que trabajar.
Gray le pasó el niño a su padre. Sting se extrañó de notarlo más serio que de costumbre, de hecho lo sentía enojado.
—Sting no soy nadie para meterme en tu vida. —comentó Gray una vez que Ren estuvo en los brazos de su padre. —pero te aconsejo que no pierdas lo más por lo menos y que no hagas sufrir a tu hijo. —Hizo énfasis en lo último.
—No sé qué quieres decir con eso. —Sting acomodó a su hijo en los brazos.
—Sí lo sabes. —dijo Gray. —No sé qué pasa entre Yukino y tú, pero piensa en tu hijo y en el daño que le harás cuando se descubra tu relación con aquella muchacha.
—Tienes razón Gray, no eres nadie para meterte en mi vida. Buenas noches. —dijo serio Sting y dando la media vuelta se encaminó a su casa. Sin embargo sabía que el hombre de cabello negro estaba en lo correcto, su hijo sufriría mucho si la verdad saliera a la luz.
Gray lo vio alejarse. Ya tenía tiempo que por casualidad lo había visto con una muchacha pelinegra, por eso se había distanciado de él, pues no era afecto a meterse en la vida de otras personas pero tampoco aceptaba su conducta.
Gray quería a Ren como si fuera su sobrino de sangre, por eso no deseaba que niño pasara por lo que él había soportado de pequeño. Así que siempre estaría al pendiente de él y lo apoyaría en lo que pudiera.
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La mañana del lunes Lucy le habló a Natsu para verlo en la tarde en las instalaciones de su revista, el chico se alegró de escucharla pues todo el domingo se la había pasado esperando su llamada ya que le urgía tener la investigación, sobre todo las semillas, en sus manos.
Lucy estuvo trabajando en la oficina eligiendo los reportajes para la siguiente edición hasta media hora antes de la cita con Ichigo, después fue al estudio fotográfico. Antes de irse le dio indicaciones por teléfono a la recepcionista para que enviara a Natsu directamente a donde estaba.
La chica de ojos marrones preparó todo, lo primero fue quitarse el traje sastre que llevaba, se quedó en ropa interior y se colocó una bata blanca corta.
Luego acomodó el fondo blanco portátil y una lámpara grande detrás de él. Corrió el sofá cama, que estaba en un costado, justo frente a la pantalla blanca y lo hizo cama.
Lucy se sentó en la cama y al ver su obra sonrió, nada podía salirle mal, estaba segura que ese día quedaría embarazada.
Unos toques en la puerta la hicieron salir de sus pensamientos.
—Es muy puntual. —dijo viendo el reloj que marcaba la hora exacta en la que lo había citado. Se puso de pie y se colocó detrás de la pantalla blanca, sin olvidarse de prender la lámpara para crear el contraste y que se dibujara su silueta en sombra. —Pasa. —gritó para que Ichigo la escuchara.
Él entró y la vio asomando medio cuerpo.
—Disculpa pero estaba terminando una sesión de fotos. —comentó Lucy. —Me pondré algo de ropa y salgo.
Natsu asintió y Lucy volvió a ocultarse detrás de la pantalla blanca.
Él vio como la silueta de Lucy se despojó de la bata de forma lenta, luego dirigió su vista rápidamente por el lugar, hasta que se encontró con algo que llamó su atención: un cubo Rubik sobre una mesita.
Se apresuró a agarrarlo y se sentó en la cama, quedando frente a esa pantalla blanca, mientras ella se levantaba el cabello y lo dejaba caer de manera sensual.
Lucy se quitó lo más lento posible el sostén de encaje, como si de un striptease se tratara, luego se puso una blusa delgada y la falda negra, asegurándose de contonear delicadamente las caderas, a lo último se colocó la blusa blanca de rayas. Decidió no ponerse el saco.
Salió lentamente de detrás de la pantalla, pensando en encontrarse con un excitado Natsu, sin embargo se llevó una gran decepción al ver que el chico no despegaba la mirada del cubo de colores que estaba formando. Durante todo ese tiempo no había despegado su vista de aquel juguete.
—("Le estoy enseñando todo y él no se digna en mirar"). —pensó la chica mientras lo veía concentrado en su juego.
—Disculpa. —dijo Lucy para llamar su atención.
—Espera un poco. —pidió él alzando la vista para verla. —ya casi termino. —volvió a centrarse en el juego.
Lucy fue a sentarse junto a él.
—¡Wow! Eres muy bueno. —exclamó al ver que lo había armado. Como cualquier oportunidad era buena, ella intentó recargarse sobre su hombro pero falló ya que Ichigo se puso de pie, por lo que ella cayó en la cama.
—¡Que extraña eres! —comentó Ichigo al verla en la cama.
Lucy no contestó y se sentó.
—¿Y mi carpeta? —preguntó él.
Ella se puso de pie y fue a buscar la bolsa negra a una mesita que estaba en una esquina del cuarto. Se la dio y volvió a sentarse en la cama.
Natsu buscó en la bolsa negra.
—¿Y las semillas? —preguntó preocupado al no verla en el interior de la bolsa.
Ella fingió confusión y luego sorpresa.
—¡Ah! esas semillas. —exclamó, Natsu la miró con miedo. —Las sembré en una maceta. —dijo con pena. —("Aunque como estaban podridas no creo que nazca nada").
—¿Dónde está?
—En mi casa.
—Vamos a buscarla. —pidió Ichigo.
—Ahorita no puedo, tengo un compromiso de trabajo. —le respondió, pues antes de llevarlo a su casa tenía que pensar en otro plan.
—Sería muy rápido, es que necesito tenerlas. —dijo el chico sentándose junto a ella.
Lucy lo vio muy interesado, por lo que la curiosidad por saber porque necesitaba esas semillas surgió en ella.
—¿Son tan importantes? —le preguntó a él. Esperaba que no.
—Sí, esas semillas están alteradas genéticamente y son únicas en su clase. —le dijo.
—¡Ah! —respondió ella calmada, aunque interiormente se sentía muy culpable por haber destruido algo tan importante. —pero de verdad no puedo hoy, será mejor que nos veamos mañana.
—Está bien. —dijo resignado levantándose de la cama. —Te llamo mañana para ponernos de acuerdo.
—Sí.
Después Natsu salió de la habitación, dejando olvidada su carpeta. Lucy la vio pero no se molestó en decirle, pues eso sería benéfico para ella.
— Ni modo. —comentó ella con la carpeta en las manos. —hoy no pude hacer nada pero mañana ganaré.
Ella regresó a su oficina por sus cosas y después se fue a su casa. Esa noche prefirió no comentarle nada a Juvia, se esperaría a ver los resultados de su próximo encuentro.
Esa noche Sting recibió un ultimátum de Minerva, era la última oportunidad que le daba para que hablara con su esposa o ella actuaría, sin embargo tampoco pudo hablar con Yukino.
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Al día siguiente a las cinco de la tarde Natsu ya estaba afuera de la casa de Lucy, tocó el comunicador y esperó por la respuesta.
—¿Quién es? —se escuchó la voz de ella.
—Soy Natsu Dragneel.
—Pasa en un momento bajo, es que me estoy terminando de bañar. —comentó Lucy mientras le permitía el pasó a Ichigo.
Él entró a la casa y espero sentado en un sillón, observaba con detenimiento a su alrededor. No entendía porque si habían acordado esa hora ella no había podido arreglarse con anticipación.
Estaba admirando un cuadro de unos árboles de cerezo cuando escuchó el tono que anunciaba mensajes. Sacó su celular y se llevó una gran sorpresa al ver el mensaje, era una foto de unas piernas blancas, enseguida cerró el mensaje. Después le llegó otro mensaje, era un cuerpo femenino envuelto en una toalla de baño; aunque no se le veía la cabeza, Natsu lo relacionó con Lucy, de nuevo cerró el mensaje pero no tardó en llegarle otro.
Esta vez era la fotografía del abdomen desnudo. Natsu se llevó una mano a la boca y abrió los ojos por la sorpresa. Otro mensaje llegó, y lo abrió con miedo. Esta vez se enfocaba el nacimiento de los pechos. Él se sonrojó completamente y se removió incómodo en el asiento. La única explicación posible era que Lucy se había equivocado de destinatario al mandar el mensaje, pero no quería aclarar nada.
—Disculpa por el retraso. —escuchó la voz de ella y la buscó con la mirada. Abrió desmesuradamente los ojos al verla parada en el barandal solamente con la toalla blanca enredada en su cuerpo. Ella bajó las escaleras con movimientos sexis, escondiendo la sonrisa triunfal, pues estaba segura que esta vez Ichigo caería en sus encantos.
Natsu no sabía ni que hacer, trataba de no verla y conforme ella se acercaba él se removía inquieto en el asiento, todo eso le parecía demasiado incómodo. Lucy se sentó junto a él. A él se le erizaron los vellos del cuerpo y se paró como resorte.
—¿Acaso no tienes moral? —le preguntó viéndola. Se le había pasado la incomodidad y ahora tenía indignación, pues una mujer decente no debía tener esas conductas.
—¿Ah? —preguntó ella.
—Ponte ropa. —le ordenó. Lucy puso cara de vergüenza. —Rápido. —le dijo al ver que no se movía.
Y Lucy, cabizbaja, subió a su cuarto para vestirse. Minutos después regresó ya con un vestido puesto.
—¿Y las semillas? —preguntó Natsu.
—En esa maceta. —señaló Lucy.
Enseguida él buscó las semillas entre la tierra, pero se decepcionó al ver que estaban podridas.
Como ya no tenía caso seguir ahí, él se despidió de ella y salió de la casa. Lucy lo acompañó hasta la salida de la privada.
—Discúlpame, no sabía que no había que regarlas todos los días. —comentó ella.
—Está bien, de todas formas ya empecé con la investigación nuevamente. —dijo él mientras seguían caminando. —disculpa las molestias, adiós. —se despidió Natsu y siguió avanzando dejándola atrás.
Ella no podía dejarlo ir, necesitaba su esperma.
—Espera. —le dijo corriendo hacia él y deteniéndolo del brazo. —En la revista estamos haciendo reportajes de moda masculina. —comentó cuando él la volteó a ver. —tu eres apuesto y vistes bien, ¿podemos llamarte? —le preguntó.
—Discúlpame. —mencionó apenado. —pero no me interesa el mundo del espectáculo, será mejor que no me llames. —dijo y siguió caminando.
Lucy lo vio alejarse con un amargo sabor de derrota. En Natsu había depositado las esperanzas de ser madre y ahora que lo había conocido estaba segura de que no había nadie mejor que él para ser el padre de su hija.
Suspiró derrotada y con tristeza, ¿acaso jamás podría ser mamá?
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Por la noche Lucy estaba cenando en casa de su hermano, Umi veía la televisión. Les narró sus fallidos intentos por seducir a Natsu. Juvia comenzó a carcajearse al punto de que comenzó a ahogarse y Gray tuvo que darle unos golpes en la espalda.
—Tranquila. —indicó Gray, ella dejó de reír y se calmó. —Lucy supongo que con esto dejaras en paz a Natsu.
—No. —respondió Rukia. —sabes que no me doy por vencida tan fácil, he tenido mucha paciencia hasta ahora, así que tendré que utilizar otros métodos.
Gray en momentos así deseaba que todos los miembros de su familia fueran tan tercos y orgullosos, pues bien sabía que ella sentía su orgullo quebrarse por no haber logrado su objetivo.
—Oye pero está raro que no hayas podido seducirlo. —comentó la peli azul. —¿no será gay?
Lucy lo meditó, quizá tuviera razón porque ningún chico en su sano juicio la hubiera ignorado como él lo hizo.
—Nii-sama ¿tú sabes si Natsu es gay?
—A mí no me preguntes. —comentó él poniéndose de pie. —sabes que no me gusta inmiscuirme en la vida personal de los demás. —dijo comenzando a recoger los platos sucios de la mesa.
—Es que si es gay ninguno de tus planes darán fruto. —comentó Juvia, Lucy recargó su cabeza sobre su mano y comenzó a idear una forma de saber si era gay o no. Gray llevó los platos a la cocina y los empezó a lavar, pues le gustaba ayudar a su esposa en lo que pudiera.
—Ya sé que hacer. —dijo ella con una sonrisa. —Y Hibiki me va a ayudar. —declaró. Juvia le sonrió y Gray sintió lástima por aquel chico de cabello castaño.
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Al mismo tiempo la familia de Sting y Yukino estaba cenando en su casa.
—Estoy muy feliz de que pudieras venir temprano. —comentó Yukino sentándose a la mesa frente a su esposo.
—Quería pasar tiempo con ustedes. —respondió Sting empezando a partir su carne. —¿A ti también te dio gusto que viniera? —preguntó a su hijo.
—Sí papá. —respondió el niño contento, pues había podido jugar un poco con su padre por la tarde.
Yukino río feliz, pues amaba pasar tiempo en familia.
En eso escucharon el timbre de la casa.
—Yo abro. —indicó Yukino y se paró a abrir.
—Buenas noches. —dijo la mujer pelinegra que llamó a la puerta.
—Buenas noches señorita Minerva. —comentó Yukino sorprendida por ver a la doctora en su casa.
Jajajaja no pues creo que Natsu o es Gay o ciego jajajaja
Que pasará? y una verdad se presentará en la vida de Yukino
Siguiente Capítulo:
Capítulo siete.- Dolor
Espero sus reviews y nos vemos en la proxima actualización :3 bye bye :D
