¿Quién regreso? pues yo xD hola a todos, si no tengo perdón, lancen las granada y jitomates xD lo siento, mina-san la Universidad si que me ha dejado cansada y sin ganas de despertar y dormir por mucho tiempo :3 jajajaja pero me dije mmmm vamos a actualizar y pues aquí esta el capítulo OuO

Basta de charlas empecemos con el capítulo que se que se reirán...excepto por la parte de Yukino :'( no se que pasa con ella en fin disfrutenlo OuO

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Capítulo 8- La jugadas de Lucy

La oscuridad se había apoderado del firmamento y un viento frío soplaba en la isla, sin embargo Natsu estaba sudando y sentía mucho calor, Lucy estaba por besarlo y él no sabía cómo actuar, afortunadamente un ruido los interrumpió.

Retiró sus palabras al ver que frente a ellos estaba el jabalí de la tarde y se veía molesto.

Ellos se pararon y trataron de huir del jabalí que ya corría hacía ellos, pero Natsu en un descuido se tropezó y cayó a la arena. Lucy se paró en seco para verlo caer.

El jabalí entonces se dirigió a Natsu, quien se limitó a observar estático como su vida corría peligro. Lucy al darse cuenta abrió los ojos espantada.

—("Debo protegerlo"). —pensó mientras corría hacia el jabalí. —("él tiene los mejores espermas de Magnolia")

No podía permitir que él animal lo lastimara y lo dejara imposibilitado para tener hijos, así que se atravesó entre el jabalí e Natsu.

Lucy agarró al jabalí de las orejas y comenzó a forcejear. El animal no era adulto pero tenía la suficiente fuerza para lastimarla, así que le dio un golpe con la trompa y la hizo caer a la arena.

Para ese momento Natsu ya corría hacia ellos con una rama ardiendo, que había tomado de la fogata, y logró espantar al jabalí.

—Lucy. —dijo tirando la rama al suelo y acercándose a ella. Le pasó el brazo por debajo del cuello y la levantó un poco. —Lucy. —le habló de nuevo, pues ella no despertaba. Estaba asustado.

—Soy tu salvadora. —murmuró Lucy sin abrir los ojos.

—¿Qué?

—Te salvé la vida, no lo olvides. —dijo sonriendo y abriendo lentamente sus luceros marrones.

Natsu rió, ni en ese estado perdía el buen humor.

—Te llevaré a adentro para que descanses. —le indicó el chico al momento que la levantaba en brazos. Ella no puso objeción alguna, pues se sentía cansada.

La depositó sobre unas mantas y la tapó, luego salió para buscar un poco de agua para limpiar la cara de Lucy, pues por la caída se había manchado de tierra.

—Tendría que estar engendrando a mi hija y no aquí acostada. —susurró Lucy frustrada, pues estaba tan cansada que ni siquiera le quedaban ganas de levantarse.

Natsu entró a la tienda y se sentó al lado de ella, metió una toalla en el traste con agua que llevaba en la mano y comenzó a limpiar la cara de Lucy con cuidado.

Ella sólo se le quedó viendo, pues ese era un gesto muy lindo que casi nadie había tenido con ella.

—No sabía que tenías tanta fuerza. —comentó el chico mientras limpiaba la frente de Lucy. —Estaba sorprendido cuando vi que te enfrentaste al jabalí.

Lucy sonrió.

—Creo que fue la adrenalina del momento. —contestó. Cerró los ojos y se quedó dormida.

Natsu la vio con ternura y admiración.

—Eres una chica muy valiente. —susurró mientras seguía limpiando su rostro.

Esa noche Natsu durmió sentado en un rincón de la tienda.

La mañana siguiente el bote llegó a recogerlos, el señor se excusó diciendo que había entendido mal las indicaciones.

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Por la tarde Lucy fue a ver a Gray y Juvia para contarles lo sucedido.

Y al igual que pasó con Hibiki cuando se lo contó, Juvia se soltó a las carcajadas, hasta Gray sonrió.

—Creo que alguien allá arriba conspira en mi contra. —dijo Lucy haciendo un mohín y cruzando los brazos.

—Lo que pasa es que él es un buen chico. —comentó Gray. —En el tiempo que llevo de conocerlo jamás lo he visto enredado en algún tipo de lio.

—Sí, yo creo que es el chico perfecto. —señaló Juvia. —deberías arriesgarte y casarte con él.

Gray no lo expresó pero concordaba con su esposa. Años atrás él actuaba como un hermano celoso y sobreprotector que valiéndose de su carácter atemorizaba a los pretendientes de su hermana. La mayoría de sus novios no le caía bien y siempre les hallaba defectos.

Pero ahora era distinto pues deseaba que su hermana se casara con un buen hombre que la hiciera feliz, y aunque Natsu era menor que ella, lo conocía bien y estaba seguro de sus fuertes valores morales.

—Ya te dije que no quiero casarme, sólo deseo tener un hijo.

—Está bien Lucy. —dijo Gray. —sólo ten cuidado de no salir lastimada ni de lastimar a Natsu en el proceso. —su hermana asintió.

Pero si su hermana era feliz con esa decisión, él no se opondría, lo que estaba bien para ella, para él también. Además que sabía de la terquedad de Lucy y cuando ella se proponía algo no había poder humano que la hiciera cambiar de opinión.

—Cambiando de tema, ¿cómo está Yukino? —preguntó Lucy preocupada.

—Pues ayer la vi muy deprimida, hoy la vi más tranquila y volvió a la rutina de siempre, sin embargo no ha querido hablar conmigo de lo que pasó con Sting. —

—Pues yo creo que a Yukino le duele mucho hablar de esta situación. —comentó Lucy. —Ya sólo nos queda apoyarla y esperar a que ella nos quiera contar algo.

—Sí. —respondió Juvia.

—¡Tía! —gritó Umo emocionada al salir de su cuarto y ver a Lucy.

Enseguida corrió hacia ella y le saltó encima para abrazarla.

—Mi niña preciosa. —exclamó feliz Lucy mientras abrazaba a su sobrina, luego le dio un beso en la mejilla y la sentó junto a ella. —Oye que bonita pulsera. —le dijo a su sobrina, quien tenía una pulsera de cuentas de plástico blancas y moradas.

—Me la compré en la escuela. —dijo y luego salió corriendo para su cuarto, pues estaba viendo una de sus caricaturas preferidas.

Lucy siguió conversando con su familia.

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Mientras tanto Yukino se estaba arreglando frente al espejo de su habitación. Llevaba el cabello recogido con un moño sujetado con una pieza de tela de color rosa, que combinaba con la falda que llevaba hasta debajo de las rodillas, su blusa era de mangas tres cuartos en color blanco, de cuello redondo y un poco holgada. Sus zapatos eran color negro y sin tacones.

Su maquillaje era ligero, sólo una tenue sombra rosa en los parpados y brillo en los labios. Suspiró mientras se alisaba los mechones de cabello que tenía en ambos lados de su rostro.

Desde que se casó con Sting poco a poco dejó de arreglarse como antes, pues primero no le daba tiempo entre atender al niño, a su marido y los quehaceres del hogar, después cuando su hijo creció ya no lo veía necesario.

Pero Sting jamás mostró molestia ante su aspecto, siempre le había dicho que la amaba por cómo era y no por cómo se veía. Una pequeña lágrima se escurrió por su mejilla ante ese recuerdo.

Dejó el cepillo sobre el tocador.

Pensó que de haber procurado más su imagen su esposo no se hubiera fijado en otra mujer. Limpió suavemente el salado líquido mientras se culpaba de no haberse mantenido bella para su esposo.

—Mamá, mamá. —Ren entró gritando al cuarto. —¿Hoy va a venir papá? —preguntó a su madre, quien lo volteó a ver.

—Sí amor. —le respondió con dulzura mientras le acomodaba el cuello de la playera.—Hoy va a venir papá, así que recíbelo con una sonrisa, dile cuanto lo quieres y muéstrale tus calificaciones de la escuela. —le revolvió un poco el cabello.

Ella le había hablado en la mañana a su esposo para pedirle que fuera a la casa pues tenía que hablar con él. Sting pensando que por fin le daría el divorcio aceptó ir.

—Sí. —dijo contento. —¿Pero por qué no ha venido estos días? —preguntó con curiosidad.

—Es que fue a un seminario de medicina. —contestó la mamá.

En ese momento se escuchó la puerta de la casa abrirse.

—¡Ya llegó papá! —gritó emocionado el niño y salió corriendo para recibirlo.

Sting lo cargó y Ren lo abrazó. Después lo bajó y le revolvió el cabello.

—¿Cómo te fue en el seminario? —preguntó el niño. Sting miró a Yukino que llegaba a la sala y luego vio a su hijo.

—Me fue bien. —respondió. Por lo pronto seguiría la mentira de su esposa.

—Ahora vayan a lavarse las manos para comer. —indicó Yukino.

Ren fue al baño para hacer lo que le indicó su mamá. Pero Sting se quedó viendo a Yukino serio.

—Hablaremos después, ahora por favor actúa como si nada para no preocupar a Ren. —se adelantó a hablar Yukino sospechando que su esposo protestaría.

Sólo por su hijo Ren aceptó quedarse a comer con ellos, ya que lo menos que quería era esperanzar a ella acerca de que su relación tuviera arreglo.

Cuando Sting fue a lavarse las manos, ella suspiró hondo.

Le dolió volver a verlo, porque recordó lo acontecido aquella noche, quería llorar y gritarle, saber por qué le había hecho eso. Pero también quería pedirle que no la dejara, que no dejara a su familia.

Por eso lo había llamado, para recordarle la bonita familia que tenía, lo mucho que su hijo lo quería, lo mucho que los dos lo necesitaban.

Los dos hombres se sentaron a la mesa, esta vez Ren se sentó junto a su papá, pues lo había extrañado a pesar que no lo había visto sólo dos días.

—Está tarde comeremos la sopa favorita de papá. —dijo Yukino alegre mientras depositaba la cacerola en medio de la mesa.

Sting no dijo nada y comió en silencio, de vez en cuando le preguntaba algo a su hijo, pero para ella no tuvo palabras.

Después de comer Sting se puso a ayudar a su hijo con la tarea, casi nunca lo hacía, pero el remordimiento por dejarlo lo obligaba a hacerlo.

Yukino lavaba los trastes, se sentía triste, pero se animó a ser fuerte y olvidar todo, actuaría frente a su esposo como si nada hubiera pasado, ella lo perdonaría y volverían a ser una familia.

Cuando terminó de lavar los trastes se dio cuenta de que su esposo ya no estaba con su hijo, así que le pidió a Ren que se fuera a su cuarto, para que no pudiera escuchar nada en caso de que ellos subieran la voz, y luego entró a su habitación.

Sting estaba adentro guardando más ropa en una maleta.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó preocupada Yukino a espaldas de su esposo.

Al escucharla él cerró la maleta, la dejó en el piso y se sentó en la cama para verla.

—¿Qué tienes que decirme? —no quiso responder a algo que era obvio.

Yukino caminó hasta quedar de frente a Sting.

—Sting no hagas esto. —le pidió con rostro afligido. —¿Hice algo malo?

—No. —respondió él sin atreverse a mirarla a los ojos. Pues era cierto, ella era buena esposa, buena madre, lo trataba bien, simplemente la rutina se había encargado de abrir una brecha entre ellos.

—Entonces quédate conmigo. —Yukino estaba angustiada.

—No puedo hacerlo, ya te dije que puedes quedarte con la casa y con Ren ¿qué más quieres? —preguntó él.

Yukino desesperada se arrodilló junto a él y le tomó de las manos.

—No seas así, no te vayas, quédate a vivir con Ren y conmigo. —Yukino no pudo contener el llanto. —Yo te perdonaré, olvidaré todo, jamás te reprocharé nada. —alzó la voz angustiada.

Sting se sentía mal al verla así, pero no quería dar marcha atrás en su decisión. Se puso de pie y también la levantó a ella, no quería ver que se humillara ante él.

—Lo siento Yukino. —dijo soltando sus manos.

—Por favor. —volvió a rogar Yukino. —No tengo el valor para mantenerme viva sin ti. —le confesó. —tendré que salir a trabajar y tengo miedo, no podré hacerlo. —Yukino lo abrazó con desesperación. —no me dejes sola. —lloró en su pecho.

Sting la alejó de él.

—Tienes que ser fuerte por tu hijo. —le dijo él. —yo ya no puedo seguir a tu lado.

Él tomó su maleta y caminó hacia la puerta. Claro que siempre la apoyaría, pues era la madre de su hijo, pero no se quedaría con ella sólo por su miedo a estar sola.

Yukino se aterró al verlo salir por la puerta. ¿Qué haría sin él? no sabía trabajar, ya había pasado mucho tiempo desde que terminó la carrera, ya no estaba actualizada.

Corrió hacia su esposo y lo agarró del brazo.

—No te vayas por favor, no te vayas. —le volvió a implorar, pero él se zafó de su agarre y sin mirar atrás salió de la que hasta ese momento era su casa.

Cuando la escuchó llorar quiso darse la vuelta y quedarse con ella. Pero sabía que hacerlo sólo por compasión acarrearía muchos problemas, además de que estaba seguro que no podría terminar su relación con Minerva, ella ejercía en él un encanto misterioso, con ella se sentía vivo.

Yukino se deshizo en llanto sobre su cama, le dolía mucho el pecho, quería gritar a los cuatro vientos su dolor, pero optó por morder la almohada para que Ren no la escuchara.

Pero al llegar la hora de la cena, volvió a ponerse una máscara, volvió a actuar como la esposa y madre feliz frente a su hijo, y de nuevo evitó decirle la verdad al niño.

Así fueron los siguiente dos días.

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Un joven de cabello rosa se encontraba dentro del salón que ocupaba en la universidad. Era un aula sólo destinada para él, que usaba cuando no tenía clases o cuando no iba al invernadero.

La habitación era amplia, bien iluminada y ventilada. Su escritorio se encontraba delante de la gran ventana corrediza que tenía vista al patio de atrás de la facultad, en la pared del lado derecho estaba la puerta de madera que conducía al corredor, a corta distancia de esta se localizaba una mesa de laboratorio en la que había un microscopio, varios documentos, varias muestras de plantas y algunos instrumentos para experimentos.

Al frente y hacia el lado izquierdo del escritorio se hallaba una pequeña salita, consistente en dos sillones de dos lugares y en medio de ellos una mesita de madera, la cual tenía en el centro una maceta con una planta de hojas verdes.

Natsu sentado tras su escritorio escribía los avances de su reporte en la laptop, pero sus esfuerzos eran en vano ya que no podía concentrarse.

Descansó su espalda en el respaldo del asiento acolchonado y revestido de cuero negro y miró hacia el techo con los brazos apoyados en la silla.

Habían pasado dos días desde su aventura con Lucy y en los cuales no se habían comunicado. No podía dejar de pensar en lo valiente que había sido arriesgando su vida por él. E Natsu se reprochaba que no le hubiera agradecido como se debía a la chica, sólo se habían despedido normalmente al llegar al embarcadero.

Pensó una forma para quitarse esa culpa que sentía, después de unos minutos la respuesta llegó a él.

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Lucy se encontraba en su oficina seleccionando los reportajes para la semana. Hibiki tocó dos veces a la puerta y luego entró a la oficina.

—Nos contactaron de la oficina de Kirio Hikifune. —le comentó Hibiki sentándose frente a ella. Lucy levantó la vista de los papeles y la fijo en el chico.

—¿Y qué querían? —preguntó con curiosidad, pues la mujer era una de las más reconocidas diseñadoras de ropa y conocida también por llevarse con muy famosos artistas.

Hibiki sonrió.

—Quiere que "Fairy" cubra su desfile de modas y la fiesta que darán después. —le informó muy animado.

—Y por supuesto dijiste que sí. —Lucy sabía que era una muy buena oportunidad para incrementar su popularidad y sus ventas.

—Estaría loco si me hubiera negado. —Respondió el chico sonriendo. Lucy también sonrió.—¿Y a que no adivinas quien será la estrella del desfile? —preguntó emocionado.

—Ni idea. —respondió ella.

—Pues Lyon Vastia. —Informó de lo más contento.

Lucy trató de mantener la sonrisa, aunque sabía que se avecinaban problemas.

En ese momento el celular de Lucy sonó. Hibiki se puso de pie y se encaminó a la puerta.

—Por cierto, los resultados dicen que no tengo problemas de esterilidad. —dijo Hibiki viéndola divertido, luego salió de la habitación.

Lucy contestó el celular mientras aguantaba la risa.

—Sí, diga.

—Hola Lucy. —Saludó Natsu.

Ella se sorprendió de que él le llamara primero.

—Hola.

—¿Cómo sigues? —preguntó él, pues todavía estaba preocupado por el golpe que ella se llevó.

—Estoy bien, no fue nada grave, sólo me quedó un pequeño moretón.

—¿Tienes algo que hacer mañana? —preguntó el chico.

—No. —respondió ella.

—Entonces ¿podrías acompañarme a un jardín botánico?

Natsu necesitaba ir por unas muestras, y que mejor compañía que la chica, además con eso podía saldar su deuda.

Lucy se tapó la boca para no gritar emocionada, el chico le estaba poniendo las cosas más fáciles.

—Sí claro. —respondió Lucy tratando de sonar indiferente.

Después se pusieron de acuerdo en la hora y lugar para verse.

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La mañana siguiente Lucy se despertó muy temprano para hacer su ritual de belleza. Se colocó una mascarilla facial para exfoliar, también se puso una crema reparadora para el cabello.

Mientras esperaba a que hicieran efecto, aprovechó para depilarse las piernas con la crema especial y buscar la ropa que utilizaría. Después se metió a bañar.

Una vez seca se untó crema en el cuerpo y luego se puso la lencería, era un sexi coordinado en negro con rosa, declinó los pantalones y optó por una falda negra hasta arriba de las rodillas con abertura atrás, una blusa de cuello en "v" con botones al frente en color azul cielo y sandalias de meter en tono negro con pedrería fina.

Claro, todo tenía que ser fácil de quitar o de poner.

Salió de la casa con la esperanza de que esta vez si pudiera seducir a Natsu.

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El recorrido en auto duró dos horas, pues el jardín botánico estaba a las afueras de la ciudad. Lucy se maravilló de ver tanta vegetación junta, del contraste que hacían los tonos verdes con aquellos vivos colores como el rosa, rojo, amarillo..., también sonrió al ver las pequeñas y bellas mariposas que revoloteaban cerca de las flores.

Natsu de vez en cuando se le quedaba viendo absorto en su sonrisa y sus ojos, pero cuando se daba cuenta se reprochaba por sus pensamientos, porque ella era simplemente una amiga y porque él no tenía interés en nada que no fuera su trabajo.

—¡Qué bellas flores! —exclamó Lucy al observar unas campanillas azules.

—Sí, pero que su belleza no te engañe. —comentó Natsu parándose a su lado. —Algunas flores son letales pues de ellas se puede obtener veneno. —Lucy lo miró invitándolo a continuar. — El curare, que se extrae de diversas plantas, lo usaban los indígenas del Amazonas para impregnar sus dardos y paralizar a sus presas y enemigos. El beleño blanco, por su parte, más conocido como flor de la muerte, es diez veces más letal que la mordedura de una cobra*.—Lucy lo miraba sorprendida. —Con todo, la ponzoña natural más poderosa es la ricina. Este alcaloide, que se obtiene de las semillas del ricino, Ricinus communis, impide a las células sintetizar proteínas. En semejante situación, estas optan por suicidarse mediante un proceso conocido como apoptosis*.—agregó Natsu con una sonrisa. A él le gustaba mucho hablar sobre el maravilloso mundo de la botánica.

—Vaya que interesante. —comentó Lucy con sinceridad. Ella había notado como el rostro de Natsu había cambiado radicalmente cuando comenzó hablar de las plantas, su semblante se había relajada y sus ojos brillaron. Por primera vez le agradó ver el amor con el que se refería a las plantas, pues esta vez no la había excluido, sino que había compartido con ella.

Más tarde fueron a comer antes de emprender su marcha de regreso a Magnolia.

La señora que atendía el local les llevó el pescado que había pedido Lucy, pues había escuchado que era un buen afrodisiaco, una jarra con agua y una botella de sake.

—Cómo vas a manejar tú no puedes beber. —comentó Lucy quitándole la botella de sake a Natsu. —tu toma agua.

—Está bien. —comentó resignado sirviéndose al agua. —pero tú tampoco bebas mucho. —le pidió.

—No te preocupes por mí, tengo resistencia al alcohol. —respondió con una sonrisa, recordando la "travesura" que había planeado. Se sirvió un vaso de sake y se lo tomó.

—Arg. —Hizo una mueca por el sabor fuerte de la bebida.

La comida transcurrió amena, pues ellos ya platicaban normalmente, aunque él se preocupó al ver que Lucy tomaba mucho, ya se había acabado una botella entera.

La señora bajita y de unos sesenta años, les llevó una bandeja con camarones y otra botella de sake.

—¡Oh señora! —exclamó Lucy alegre y arrastrando un poco la lengua. —trajiste alcohol. —Ella enseguida agarró la botella y se sirvió más. —Shaalud. —le dijo a Natsu chocando sus vasos.

—Oye ¿no crees que ya bebiste suficiente? —preguntó Natsu.

—Nop. —respondió ella sonriendo y bebiendo.

La señora la veía muy confusa y sorprendida, esa chica sí que estaba loca pues ¿Cómo se había emborrachado con agua?

Después de pedir la comida, Lucy se excusó con que iba al baño para hablar con la señora y pedirle que llenara una botella de sake con agua, y que hiciera lo mismo cada vez que pidiera esa bebida. La señora se extrañó de tan raro pedido, pero mientras pagara no había problema.

Como la señora seguía de pie junto a ellos, pues no salía del asombro de ver a Lucy actuar como borracha, ella tuvo que hacerle una seña con los ojos para que se fuera.

Después Natsu se levantó al baño y Lucy aprovechó para ponerle en su vaso de agua un poco del polvo que le había dado Hibiki. Se encargó de revolverlo muy bien para que no se notara.

Natsu regresó y bebió del vaso, sin imaginar lo que le sucedería después. Lucy río triunfante, esa noche no se le escaparía Natsu.

—Ya es hora de irnos. —anunció Ichigo poniéndose de pie. Ya eran casi las cinco de la tarde y no quería llegar de noche a Magnolia, además quería evitar que Lucy siguiera bebiendo.

Lucy no se opuso pero se levantó tambaleante, por lo que Natsu le pasó un brazo por cintura para ayudarla a caminar, con dificultad Natsu llevó a Lucy de vuelta al coche, pues ella personificaba muy bien el papel de alguien ebria.

Ya en el carro ella se hizo la dormida, aunque de vez en cuando miraba el camino en busca de un hotel. Cuando vio el letrero de uno cerca entonces comenzó a fingir tener arcadas.

—Detente, detente aquí. —pidió desesperada Lucy.

Natsu buscó un lugar para estacionarse y detuvo el carro. Lucy enseguida abrió la puerta y salió del carro, caminó un poco y se arrodilló en la arena, de nueva cuenta fingiendo querer vomitar.

—No me siento bien. —le comentó a Natsu cuando se paró a su lado, agarrándose el estómago con una mano. —lo mejor será que busquemos un lugar para descansar.

—Pero ya va a oscurecer. —dijo él mirando al cielo. —además aquí no hay donde. —le dijo viéndola.

Ella se puso de pie y buscó alrededor.

—Mira, ahí hay un hotel. —dijo ella señalando un bonito hotel ubicado en la cima de una colina a unos metros de donde se habían estacionado.

—No yo creo que mejor descansas en el auto. —dijo Natsu.

—Está bien. —respondió ella, pero cuando terminó la frase se desmayó, Natsu actuó rápido y la logró sostener.

Natsu al ver el estado de Lucy no le quedó más remedio que cargarla y llevarla hasta el hotel.

—("Soy un genio") —pensaba Lucy mientras iba en los brazos de Natsu, reprimió una sonrisa para no descubrir su falso desmayo ante el chico.

Natsu llevó a Lucy hasta la habitación, cuando él no miraba Lucy aprovechó para desabotonarse un poco la blusa, así que cuando él la depositó en la cama la blusa se abrió dejando ver un poco de su brassier.

Natsu corrió al baño a lavarse la cara, pero seguía recordando la escena, también lo cerca que había estado de besarla la otra noche en la isla.

Entonces un dolor en su entrepierna apareció. Natsu bajó la vista asustado. Eso no le podía estar pasando en ese momento y menos con esa chica dormida en la cama.

Respiró hondo varias veces para calmarse. Pensó que lo mejor era tomar aire fresco así que salió de la habitación para ir a la terraza, pero al pasar frente a la cama vio a Lucy dormida de lado, la blusa ya la tenía más abierta por lo que se le veían más los senos, además la falda se le había subido y él podía admirar aquellas piernas blancas bien torneadas.

En realidad esa chica era bella.

Y de nuevo Natsu sufrió de otra erección. Era doloroso y torturante para él. Se fue a sentar a un sillón y comenzó a recitar los nombres científicos de varias plantas para ver si se calmaba, y casi estaba haciendo efecto cuando...

—¡Ah! —empezó a gemir Lucy moviéndose un poco sobre la cama. —¡Ah! —volvió a gemir de manera sensual cambiando de posición.

Y eso no ayudó para nada a Natsu. Se estaba volviendo loco, quería saltarle encima a Lucy y comerla a besos, quería experimentar que se sentía tener ese cuerpo bajo del suyo.

—¡Arg! —gritó desesperado dándose de topes sobre la mesa. Si seguía con esos pensamientos nunca se iba a tranquilizar.

—("¿Qué hace que no viene?") —se preguntó Lucy mientras veía el sufrimiento de Natsu.

El chico se puso de pie y la volteó a ver, ella se hizo la dormida. Decidió que era mejor taparla con la sabana, quizá con eso evitaría tentaciones.

Se acercó a ella para taparla, pero cuando estiró la mano ella abrió los ojos. Él se asustó y se quedó quieto.

—Natsu luces cansado, deberías dormir. —le dijo Lucy y lo agarró del brazo, luego lo jaló haciéndolo caer sobre ella.

Él metió las manos para no aplastarla, sus rostros quedaron frente a frente, ojos marrones y verdosos se encontraron.

Natsu pudo aspirar su aroma y la sintió moverse bajo él. Ya no aguantó más su instinto y su deseo, él siempre había tenido buen juicio, pero no sabía que le pasaba con esa chica que lo volvía loco.

Así que él se apresuró a besarla en el cuello, era la primera vez que estaba con una mujer y realmente no sabía qué hacer.

—Natsu por favor no, no...—dijo Lucy, sin embargo no hizo nada para detenerlo.

Él la siguió besando en el cuello de manera torpe, después Lucy le tomó de la cara y lo guió hasta sus labios.

Después de manera desesperada Natsu fue quitando cada una de las prendas de Lucy y ella las de él, también estaba desesperada.

Y mientras unían sus cuerpos, Lucy deseaba quedar embarazada de una niña.

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Nota: Lucy es una aprovechada, aprovechándose de la pureza y sinceridad de Natsu xD aquí la que le quito la inocencia al pobre chico sí que fue ella jajajaja bueno esta algo loca...

Jejejeje espero que les haya gustado este capítulo y pues que disculpen la tardanza aun ando con algunos exámenes pero tendré un mes de vacaciones así que aprovecharé para avanzar lo más que pueda ya que en agosto vuelvo a la Uni y paso a 5to semestre *carita asustada* voy a la mitad de mi carrera así que deséenme suerte...

Mina-san sean felices, coman frutas y verduras, los que estén en verano como yo beban mucha agua y no se expongan demasiado al sol OoO