Holis a todos OuO os traigo un nuevo capítulo ^^ okay Lucy se ha salido con la suya pero ¿Habrá funcionado aquello? mmmm...descubramoslo OwO aunque pobre Natsu esta vez si que lo violaron xD

*neko-vampiro empieza la historia OuO=)S

O sí antes de que se me olvide, chicos, chicas que leen este lindo fic vuelvo a comentarles, esta historia NO ES MÍA es de mi escritora Ichiruki Favorita Lovetamaki1, y ella me dio el honor de adaptarla a NALU, porqué comento esto? pues hay personas que son lectores de ellas y han dicho que si dio permisos y bla bla bla, ella pensó que no había dado créditos en fin (se soluciono OuO) aun así lo vuelvo a decir para que no haya problemas ^^

X/X/X/X/X/X/X

Capítulo 9.- Ilusión

Natsu cayó agotado al lado de Lucy, inundado de emociones y sensaciones nuevas, estaba abrumado. Cerró los ojos y se quedó dormido, igual que ella.

Cuando Lucy abrió los ojos ya había pasado una hora. Con cuidado se levantó de la cama y se enredó en una sábana. Volteó a ver a Natsu quien seguía durmiendo boca arriba, luego recogió su ropa y fue al baño.

Se miró frente al espejo y se acomodó un poco el alborotado cabello. En realidad no podía decir que Natsu era alguien muy bueno en la cama, pero al menos estaba segura de que quedaría embarazada.

Sonrió ante el pensamiento y se llevó la mano al vientre.

—Pronto tendré una hermosa niña. —se dijo esperanzada.

Luego comenzó a vestirse.

Natsu empezó a moverse en la cama, despertando lentamente, pero cuando se acordó en donde estaba se levantó de golpe.

¡Qué había hecho!, se había dejado llevar por el momento y no pensó en las consecuencias de sus actos, ni en Lucy.

— ¡Natsu por favor no, no!

Recordó las palabras de ella. La culpa y la vergüenza lo inundaron. Se había aprovechado del mal estado en el que se encontraba Lucy.

Se llevó las manos a la cara.

En una noche había arruinado toda una vida llena de rectitud. Él siempre se condujo por los principios y buenas costumbres inculcadas por sus padres y abuelo, y ahora los había deshonrado. Pero sobre todo había traicionado la confianza y la amistad de esa chica, se aprovechó de ella.

Se levantó de la cama y comenzó a vestirse con pesadez.

¿Qué haría ahora?, no tenía cara para enfrentarse a Lucy.

Cuando terminó de vestirse Lucy salió del baño y se toparon de frente.

Lucy se mantuvo seria y desvió la mirada fingiendo estar avergonzada.

—Lucy. —susurró Natsu afligido.

—Es tarde y es mejor regresar de una vez. —comentó ella sin verlo a los ojos. Enseguida se encaminó a la puerta.

Natsu comprendió que era un momento incómodo para ambos y se limitó a seguirla en silencio.

La luna ya alumbraba en el firmamento, Natsu volteó a verla, estaba en cuarto menguante. No había estrellas pero el cielo estaba despejado.

La brisa nocturna llevaba a sus fosas nasales un delicado olor a gardenias.

Lucy también miró la luna y sonrió, según las creencias esa fase era perfecta para concebir una niña.

Natsu se colocó junto a ella, pero no le pudo decir una sola palabra, se limitó a abrirle la puerta del carro. Y así, en medio de un silencio incómodo y tensión en el ambiente, subieron al vehículo.

Lucy se recargó en el respaldo y evitó ver a Natsu mirando por la ventana. Natsu quiso hablar con ella, pero no sabía que decir, así que puso a andar el carro.

Lucy hacía mucho esfuerzo para parecer seria, pues sólo de pensar que esa noche había dado frutos quería dar saltos de alegría.

Natsu la fue a dejar a la puerta de la privada en donde vivía.

—Lucy sobre lo que pasó esta noche…

—No quiero hablar de ello. —respondió Lucy abriendo la puerta del carro.

—Pero es que…

—Es mejor olvidarlo. —lo interrumpió ella. Él se veía muy afligido, y ella se sintió culpable.

Los ojos esmeralda realmente reflejaban preocupación y pesar.

—Lo siento. —dijo Natsu. —no debí aprovecharme de tu estado.

Y Lucy sintió que el corazón se le acongojó. Ella le acarició la mejilla.

—No fue sólo tu culpa, si no hubiera bebido tanto no hubiera pasado nada. —le respondió ella y lo dejó de acariciar. Se sentía mal por él, pero tampoco le podía decir que ella había tenido mucho que ver en lo que había pasado.

Luego salió del carro y entró a la privada.

Natsu se quedó varios minutos frente a la privada y luego se fue a su casa.

Lucy estuvo espiando escondida detrás de unas plantas hasta que Natsu se fue, enseguida salió y fue a la farmacia a comprar una prueba de embarazo, la cual realizó apenas y regresó a la casa.

Espero un tiempo razonable y miró la prueba que tan fervientemente apretaba entre sus manos.

—Qué sea positivo. —deseo una vez más antes de mirar.

Vio dos rayas…

Enseguida dejó la prueba sobre el lavabo y salió del baño emocionada.

—¡Estoy embarazada! ¡Estoy embarazada! —gritó emocionada dando vueltas y brincando. Lugo se acordó de su estado y se quedó quieta pero con una gran alegría instalada en el corazón.

Su más grande deseo se había cumplido, de nuevo se llevó las manos al vientre mientras las lágrimas de felicidad humedecían su rostro.

Ya no estaría sola, pronto tendría a alguien a quien querer y quien la quisiera…

Mientras tanto sobre el lavabo del baño reposaba una prueba de embarazo que mostraba una raya...

Esa noche Lucy durmió muy feliz, pensando que muy pronto tendría una linda niña entre sus brazos.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

A la mañana siguiente Lucy se despertó de buen humor, se metió al baño y tiró a la basura el test de embarazo, sin verlo, luego se metió a bañar.

Esa mañana decidió ya no usar tacones altos, pues no quería correr riesgos con su bebé.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Natsu caminaba por los pasillos de la facultad, no tenía buen semblante pues no había podido dormir, los recuerdos de la noche pasada lo atormentaban. Por un lado no dejaba de pensar en lo bien que se había sentido al estar entre los brazos de ella, al probar sus labios, el acariciar su blanca y suave piel, pero por otro lado el recordar la cara de aflicción y vergüenza de Lucy lo llenaba de culpa y abatimiento.

Y aunque ella le había dicho que lo olvidara, él no podría hacerlo, tenía que reparar su falta.

Sin darse cuenta llegó hasta el aula destinada para él.

—Natsu. —escuchó una voz a sus espaldas, justo cuando él estaba por abrir la puerta. Se giró lentamente para encontrarse con Gray. —Necesito hablar contigo. —su voz sonaba fría como siempre.

Natsu no podía sostenerle la mirada, ¿Ya se habría enterado de lo que le hizo a su hermana?¿Iba a cobrarle su falta?, fueron algunas de las preguntas que él se hizo.

Gray se quedó en silencio, esperando la respuesta del chico. Lo notaba extraño y le intrigaba el por qué se reusaba a verlo a la cara.

Natsu sintió que Gray lo veía acusadoramente, ya no aguantaba más la culpa.

—Está bien, pégame, me lo merezco. —dijo al fin viéndolo a los ojos por un momento antes de cerrarlos.

— ¿Y por qué tendría que pegarte? —preguntó Gray intrigado. Natsu abrió los ojos, no estaba enterado de nada después de todo, pero eso no lo hizo sentirse mejor. —Sólo vine a decirte que ya han llegado las muestras de semillas que pediste, están en el invernadero.

— ¡Ah!, gracias.

Luego se dio la media vuelta y entró a su aula.

—No sé porque siento que eres la culpable de esto Lucy. —susurró Gray. Después regresó a su oficina.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Mientras tanto Juvia estaba con Yukino, quería ver como seguía. Le preocupó verla con los ojos irritados.

—¿Has seguido llorando? —le preguntó ella mientras dejaba la taza de café sobre el comedor, en el que se encontraban sentadas.

—Es que me duele mucho el que Sting se haya ido. —comentó Yukino con las manos entrelazadas sobre sus piernas y la mirada agachada. —No sé porque me hizo esto, si lo quiero tanto, si siempre lo he procurado. —su voz se empezaba a quebrar.

—Ese no se merece que le llores. —contestó Juvia enojada, cruzándose de brazos. —Aunque tú tienes un poco de culpa de lo que te hizo por tratarlo como un Dios.

— ¿Cómo me puedes decir eso? —preguntó Yukino viéndola a la cara y con reproche. —Tú también haces lo mismo con tu esposo.

—Pero no es lo mismo. —respondió Juvia. —Gray también se preocupa por mí, me cuida y me ayuda con las tareas de la casa y los cuidados de Umi. ¿Sting hacía lo mismo?

Yukino no respondió, sólo se limitó a verla con tristeza y dolor.

Era cierto lo que decía Juvia, Sting y Gray eran muy diferentes.

Sin embargo ella lo amaba así, ella era feliz atendiéndolo, cocinándole su comida favorita, arreglándole su ropa, viviendo por y para él.

—Pero yo lo quiero así. —mencionó ella entre sollozos. —no lo quiero perder, ayúdame Juvia por favor. —le pidió. —ayúdame a recuperarlo. —Juvia se conmovió por el gran dolor que su amiga reflejaba en su rostro.

—Está bien. —le dijo. No le agradaba la idea, ella pensaba que era mejor que se olvidara de su Sting, pero era su amiga y no la abandonaría. — ¿Qué quieres hacer?

—Hablar con esa mujer. —respondió Yukino. —quizá la pueda hacer recapacitar y se aleje de mi esposo.

—Pues si eso es lo que quieres, te acompañaré. —respondió Juvia. —Aunque no puedes ir vestida así. —le dijo viendo su atuendo, una falda café larga y una blusa blanca de mangas largas.

Minutos después estaban entrando a la casa de Lucy. Juvia tenía las llaves para cualquier emergencia. Ya antes le habían hablado a Minerva y ella aceptó verlas.

— ¿Pero qué hacemos aquí? —preguntó Yukino mientras subían las escaleras.

—Tomando prestada la ropa de Lucy. —dijo Juvia abriendo la puerta del cuarto de su cuñada.

— ¿Eh?

—No puedes ir vestida así, y mi ropa no creo que te quede. —comentó Juvia entrando al cuarto seguida de su amiga.

—Pero se puede enojar Lucy. —Dijo Yukino.

—Claro que no. —respondió Juvia abriendo el armario. —Será mejor que uses algo rojo. —le dijo enseñándole un vestido rojo sin mangas y corto.

—Pero ese no. —respondió Yukino.

Al final Yukino eligió un discreto vestido rojo con blanco, que le llegaba a las rodillas y que no tenía el escote tan pronunciado.

Juvia llevo a Yukino al restaurante donde se había quedado de ver con Minerva, pues ella no sabía manejar ni tenía coche.

Minutos después de la hora fijada, Minerva entró al lugar. Llevaba puesto un vestido rojo por arriba de las rodillas, con un pronunciado escote en uve.

Juvia la miró de arriba abajo. Tenía que admitir que si era bonita, pero aun así no podía compararse con su amiga, pues ella aparte de ser bonita tenía un buen corazón.

Yukino la vio y se sintió insignificante, esa mujer era alta, de cabello rubio y sedoso, que se movía al compás de sus pasos, y tenía buen cuerpo. Tenía un rostro bello y más cuidado que el de ella.

Se preguntó si acaso podría competir contra ella.

—Hola. —saludó tímidamente Yukino cuando Minerva se paró frente a la mesa que ocupaba.

—Deberías sentarte. —dijo Juvia con molestia.

Minerva se sentó en el lugar frente a ellas.

—No deberías de haberme llamado. —comentó Minerva. —Creo que es molesto para ambas el tener que encontrarnos.

—Sí, pero necesitaba hablar contigo. —dijo Yukino, quien se frotaba las manos de forma nerviosa, por debajo de la mesa. —Sting y yo tenemos muchos años de relación, no es justo que quieras destruirla.

—Siempre me pregunté por qué las personas tenían romances estando casadas o con personas casadas. —dijo Minerva. —No lo podía comprender, hasta ahora que conocí a Sting. Simplemente no pudimos evitar enamorarnos. —Juvia la escuchaba con rabia y Yukino con dolor. —Los dos nos sentíamos solos y por eso comenzó todo. Me enamoré de él, y aunque en un principio quería alejarlo, no pude.

— ¿Por qué Sting se sentiría solo? —preguntó Juvia. —él tenía a su esposa que lo amaba con todo el alma y a su hijo.

—Eso deberían de preguntárselo a él. —respondió la morena mirando a Yukino, que desvió la mirada.

—¿Y no sientes remordimiento por romper una familia? —preguntó Juvia.

—Estoy dispuesta a aceptar mi castigo. —respondió Minerva. —pero no quiero pensar sobre eso ahora.

—Entonces ¿no piensas dejarlo? —volvió a hablar la chica de piel blanca. Yukino sólo veía en silencio, le dolió tener a esa mujer frente a ella.

—Te hablaré con la verdad. —le dijo viéndola a los ojos. —No quiero alejarme de Sting, pero si él quiere volver con su esposa no voy a detenerlo. —dijo poniéndose de pie. — Ahora creo que es mejor que me vaya, Sting puede molestarse se entera que nos reunimos.

Minerva dio la media vuelta y se dirigió a la salida.

—¡Quiero golpear a esa tipa! —dijo Juvia enojada, levantándose del asiento.

—No hagas nada. —pidió Yukino tomándola del brazo. —No quiero que él se enoje conmigo.

Juvia suspiró molesta y volvió a sentarse. No entendía porque su amiga era tan sumisa.

—Tengo miedo. —susurró Yukino.

—¿De esa tipa? —preguntó Juvia. Yukino negó con la cabeza.

—De divorciarme. —respondió. —me da miedo enfrentarme a un trabajo, no me creo capaz.

—Momo, tu eres muy lista. —dijo la peli azul colocando su mano sobre las manos de ella. —Saldrás adelante, tienes que hacerlo por Ren.

—Sí. —respondió Momo. Pero en realidad sabía que no podía hacerlo, que no superaría su miedo, que tenía que recuperar a su esposo.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Umi veía muy entretenida la televisión, así que Gray decidió meterse a bañar. Después salió del baño con un pantalón de algodón gris, sin camisa, y con una toalla azul marino rodeándole el cuello.

Antes de ir a su cuarto a terminar de vestirse, decidió ver lo que hacía su hija.

Se asustó al verla brincar de un sillón a otro, pues podía caerse y hacerse daño, así que se apresuró a llegar a ella.

—¡Atrápame papá! —gritó divertida y se arrojó a los brazos de su sorprendido padre, que sólo atinó a estirar los brazos y cuando la sintió en su pecho la abrazó con fuerza.

La niña río divertida al ver la cara de susto de su padre.

—Umi…—susurró Gray viéndola con enojo.

—No soy Umi papi, soy Cheetara. —le interrumpió la niña.

—Pues Um…. Cheetara. —se corrigió al ver la cara de reproche de su hija. —no vuelvas a hacer eso, es peligroso y te puedes lastimar. —le dijo serio. —si lo haces de nuevo te castigaré. —le advirtió.

—Está bien. —dijo con un puchero.

En ese momento sonó el timbre. Gray bajó a su hija y le indicó que fuera a jugar a su cuarto, pero a ella le pareció más divertido ir a jugar al cuarto de sus papás.

Al abrir la puerta Gray se encontró con una mujer pálida de largo cabello purpura.

—Kinana. —dijo en un susurro.

—Hola. —saludó apenada y con un leve sonrojo por verlo sin camisa y con el cabello húmedo. Aunque no le cayera bien, tenía que admitir que era guapo. —¿Está Juvia? —le preguntó.

—No, pero si quieres puedas esperarla en la sala. —respondió el chico haciéndose a un lado.

Ella entró pues necesitaba hablar con su amiga.

Para Gray no pasó desapercibida la mirada escrutiñadora de ella sobre toda la casa, mostró mayor interés en la foto de bodas que se encontraba colgada en una pared de la sala.

—Siéntate. —le indicó él. Ella sintió que era más una orden que una invitación, pero no se sorprendió. —¿Quieres tomar algo? —le preguntó mientras ella se sentaba. Ella negó con la cabeza.

Un largo silencio se formó entre ellos, en el cual ella no dejó de observar la casa.

—Así que ya tienen varios años de casados ¿verdad?

— ¿Por qué lo dices en ese tono? —le preguntó él, pues le pareció que mostraba sorpresa y un poco de desagrado.

Ella se acomodó el cabello detrás de la oreja y se cruzó de piernas.

—Porque no pensé que Juvia soportara una clase de vida a la que no estaba acostumbrada. —Gray se molestó por el comentario. —Mira, sé que ganas bien, pero no se compara a lo que ella ganaba, era una modelo de talla internacional. —comentó ella. —Su departamento era mucho más grande que esta casa, tenía a su disposición los coches y joyas que quisiera, podía viajar a cualquier parte que deseara. Tú no le puedes dar esos lujos ¿o sí?

Gray apretó los puños.

Era cierto, ganaba bien y podían vivir cómodamente, pero no podía darle a su esposa el mismo estilo de vida que llevaba antes.

—No, pero eso no le importa a ella. —respondió Gray.

—Eso crees tú. —dijo Kinana, ya molesta. — ¿Pero realmente crees que sea feliz?¿Crees que no extraña su trabajo?

Gray se quedó pensativo.

—Será mejor que me vaya, vendré otro día a verla. —dijo ella poniéndose de pie, él no le objeto la decisión.

Gray decidió no prestarle importancia a los comentarios de Kinana, y mejor optó por buscar a su hija.

La encontró sentada en el piso de su cuarto, con varios labiales de Juvia destapados a su lado. Ella tenía un labial en la mano y en su hombro se podían ver varias manchas de labial rojo, simulando pecas.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Gray parado en el marco de la puerta.

—Soy Cheetara, necesito pecas. —respondió ella viéndolo a los ojos.

—Sabes que no debes agarrar las cosas de tu mamá. —le dijo él. —Estarás castigada sin ver la televisión hoy y mañana.

Los ojos de ella comenzaron a llenarse de lágrimas e hizo un puchero.

—Ya no lo volveré a hacer. —dijo ella afligida.

—De todas formas estas castigada. —Gray se resistió para no dejarse convencer por las lágrimas de su hija, aunque eso le costaba trabajo.

Umi entonces comenzó a llorar, pues le gustaba mucho ver la televisión. Se llevó las manos a los ojos para tallárselos.

—No llores y ponte a limpiar lo que tiraste. —le ordenó Gray.

Umi se puso de pie y luego hizo lo que su papá le ordenó, aunque no dejó de llorar. Gray vio que los cajones del tocador estaban abiertos así que fue a cerrarlos, al ver el interior de uno notó unas hojas de revista.

Con curiosidad las agarró para verlas.

Ya eran de fechas antiguas, y en ellas se observaban imágenes de Juvia modelando, en otras ella posaba a la cámara con una gran sonrisa y brillo en los ojos.

Y Gray por primera vez en mucho tiempo se preguntó si su esposa era feliz a su lado.

Todo fue mal para Gray pues esa misma noche su amada hermana les hizo una llamada donde con enorme felicidad anuncio que pronto serían tíos, Juvia no podía creer lo que su cuñada le decía, por otro lado Gray no le gusto para nada aquello después de todo Lucy había jugado con los sentimientos de Natsu, el chico no era mala personas y conociéndolo estaría echándose la culpa de todo.

—Lo que hiciste no está bien. —había dicho Gray antes de colgar el teléfono, Lucy suspiro, se sentía un poco culpable por el chico peli rosa pero en verdad ella deseaba demasiado a su pequeña hija, sin más decidió irse a la cama por el bien de su bebé que estaba formándose dentro de su vientre.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Esa mañana Lucy se levantó a la hora acostumbrada y realizó la misma rutina, sin embargo esta vez había algo diferente en ella, un sentimiento que destilaba por los poros y que se reflejaba en sus ojos marrones y su sonrisa: la felicidad.

Se sentía inmensamente feliz por saber que sería madre, que dentro de ella había una pequeña niña formándose.

Se pasó varios minutos observándose en el espejo, pero no para ver cómo se veía con ese atuendo o si combinaba o no; esta vez se dedicó a contemplar su vientre e imaginárselo abultado.

De hecho en ese momento vio que su vientre había crecido un poco desde la última vez. Su niña crecía rápido y de seguro muy pronto ya no le quedaría su ropa, pero no le importaba subir los kilos que fueran con tal de tener a un bebé entre sus brazos.

Después salió de la casa para ir a su trabajo.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Natsu estaba en el jardín botánico de la universidad, le gustaba ir a cuidar las plantas antes del horario de clases.

Aunque esta vez no se concentraba tanto como quisiera, ya que todavía las imágenes de la noche que pasó con Lucy no se le olvidaban.

—Profesor. —la voz suave de una mujer de cabello largo de color negro, lo sacó de sus pensamientos.

—¿Qué sucede Akira? —preguntó el chico a su asistente.

—Aquí está el informe que me pidió. —respondió entregándole un folder beige.

—Gracias. —dijo Natsu tomando el sobre.

—¿Le sucede algo? —preguntó la chica preocupada, pues no lo veía tan concentrado en sus plantas como era costumbre.

—No. —respondió Natsu volviendo a examinar el bonsái que tenía enfrente.

—Profesor recuerde que puede contar conmigo para lo que necesite. —le comentó ella con un leve sonrojo que por supuesto él no vio.

Natsu volteó a verla y el corazón de Akira comenzó a latir rápidamente.

—Ahora que lo mencionas quisiera que por favor prepararas las diapositivas para mi clase, te dejé las notas en mi escritorio. —tras decir eso Natsu comenzó a escribir las observaciones sobre el bonsái.

Akira suspiró y se retiró del lugar.

—Él es tan distraído. —murmuró Akira caminando hacia la puerta. —No se da cuenta de nada.

Natsu estaba terminando de escribir sus observaciones cuando sintió a alguien junto a él. Volteó y se encontró con la figura de Gray que lo miraba fijamente.

—Gray ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido, pues él no acostumbraba llegar a esa hora.

Gray seguía indeciso pues no se sentía cómodo en la posición en la que se encontraba. Pero Natsu era un buen sujeto e iba contra sus principios dejar que siguiera atormentado por algo de lo que no era del todo culpable.

—Necesito hablar contigo. —Natsu seguía confundido. —de Lucy. —agregó con tranquilidad. Tranquilidad que asustó a Natsu.

—Gray yo lo siento. —dijo nervioso mientras se ponía de pie para mirar a la cara al director de la facultad y hermano de la mujer con la que había pasado una noche. —No quise que pasara eso, no entiendo que me pasó…

—No fue tu culpa. —lo interrumpió Gray. —también ella tuvo algo que ver. —agregó, no podía decirle que en realidad casi todo era culpa de la locura de su hermana.

Natsu se extrañó por el comentario.

—No me malentiendas. No digo que lo que pasó estuvo bien. —dijo Gray, después de todo seguía siendo un hermano mayor algo celoso. — pero tampoco se me hace justo que te estés atormentado por algo que pasó por consentimiento de los dos. No es como si fueras un violador o algo así.

Gray siguió hablando con Natsu y logró disminuir su culpa. No obstante el chico de cabello naranja seguía con la intención de asumir su responsabilidad por lo ocurrido.


JEJEJEJE Espero y les haya gustado OuO den me gusta y comentarios plisss O3O

Y como siempre coman sanamente, coman frutas y verduras y tomen mucha agua, no olviden el paraguas porque últimamente llueve a cualquier hora ^^

Jejejeje los quiero, nos vemos pronto -3-

Capítulo siguiente: Capítulo 10.- Entre el pasado y el futuro.