Resumen: Mirabel fue elegida por la magia como la sucesora de la abuela Alma, pero también por un viejo enemigo de los Madrigal para saldar cuentas pendientes.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

SUCESIÓN

CAPITULO 4

Casita

Esa noche

Cuando la fiesta de bienvenida a los nuevos llegados terminó y los Madrigal regresaron a casita, los trillizos se reunieron con la abuela en la habitación de la misma. Julieta había pedido hablar con su madre y sus hermanos porque estaba comenzando a preocuparse por su hija. Sabía que su hija era la sucesora de la abuela y que eventualmente protegería la vela como Alma lo había hecho por todos esos años, pero aún no cumplía dieciséis y ya tenía una enorme responsabilidad, además de que esas jaquecas después de usar sus poderes estaban comenzando a ponerla nerviosa.

Habían decidido tener la reunión en la habitación de Alma para que Dolores no escuchara, sobre todo porque la muchacha ya tenía un historial de revelar secretos que no debía.

-Mamá, tienes que posponer el entrenamiento de Mirabel- dijo Julieta tan pronto como los tres hermanos entraron a la habitación y Bruno cerró la puerta con cuidado- aún no está lista para eso, es demasiado joven-

-Yo no me estoy haciendo más joven, Julieta- dijo la abuela con paciencia- y Mirabel necesita estar lista para cuando se haga cargo de la familia y del Encanto-

-Apenas van dos días, Camilo me dijo que él y sus amigos ya se enteraron de lo que Mirabel está haciendo por sus dolores de cabeza y por la manera en la que le pasaste la vela durante la ceremonia de hoy- dijo Pepa cruzándose de brazos antes de volverse a Julieta- no es nada discreto que te vean corriendo a casa a darle de comer para curarla-

-¡No puedo dejarla sintiéndose enferma, Pepa!- dijo Julieta visiblemente molesta, algo extraño en ella- ¡piensa que fuera Camilo en vez de Mirabel!-

-Nadie está insinuando eso, no te pongas así- dijo su hermana- solo estoy diciendo que quizá tenemos que cambiar un poco la estrategia para que eso no sea necesario-

-Ya, hijas, no peleen- dijo la abuela y respirando hondo antes de continuar- necesitamos que Mirabel esté preparada, pero tienen razón, el usar la vela tan constantemente está haciendo que llame mucho la atención. Y peor, Mirabel no puede hacer nada porque termina agotada. Buscaré una manera de ayudarla a controlar su magia, es solo que… no sabía que podía crear cosas sin siquiera estar tocando la vela-

-Mirabel trajo de regreso la magia- sugirió Julieta tras pensar un momento- es esperado que algunas cosas que pasaban contigo no apliquen a ella-

-Mamá, Julieta tiene razón sobre el hecho que estás presionándola mucho- dijo Pepa- tienes que dejarla descansar. No hay prisa por enseñarla a ser la guardiana de la vela-

-Mi prisa es que… ella ya es la guardiana de la vela- dijo la abuela- desde que trajo de vuelta la magia, la vela ya apenas me ha obedecido. Mantengo la vela en mi habitación pero Mirabel es su verdadera guardiana-

-Entonces la vela debería esperar a que Mirabel esté lista, mamá- dijo Julieta.

Las mujeres se miraron entre sí y luego se volvieron a Bruno, el único que no había dicho nada en todo ese tiempo.

-Brunito, has estado callado- dijo Alma- ¿cuál es tu opinión?-

Bruno no estaba acostumbrado a que le pidieran que hablara, mucho menos su opinión, así que se sobresaltó al ser mencionado y se ajustó la capucha de su ruana. Tras unos momentos para recuperarse, en el que sus hermanas y Alma esperaron pacientemente, el hombre respondió a la pregunta.

-Creo que… todas tienen razón- dijo Bruno en voz baja, pero audible- Mirabel debe tomarse las cosas con calma durante su entrenamiento, pero no deben subestimarla por su edad…-

-¡Tú fuiste el que gritó en pánico que estaba pálida!- le recordó Pepa.

-Shhh… déjalo terminar de hablar, Pepa- dijo Alma.

-No por eso me dejo de preocupar por ella, en serio- dijo Bruno respirando hondo- es solo que… ella ya nos ha sorprendido en muchas otras cosas como para subestimarla. Pero como aún así nos preocuparemos. Creo… creo que lo mejor sería que tuviera una visión para que me muestre qué es lo que debe de pasar-

-¡No, Bruno!- exclamó Pepa, mientras que Julieta sacudía la cabeza.

-Dijiste que no querías tener visiones de nuestra familia- dijo Julieta poniendo una mano en el hombro de su hermano- además de que son muy agotadoras para ti-

Pero su hermano estaba decidido.

-Juli, Pepa, está bien. Al menos que mi don sirva para algo positivo- dijo Bruno con una leve sonrisa.

Ninguna de las tres estaba muy segura de ello. Incluso Alma lo miraba preocupada.

-¿Estás seguro?- dijo su madre.

-Sí, mamá- dijo Bruno con convicción en su voz, aunque seguía ajustándose la capucha de su ruana nerviosamente- lo haré, pero hay algo que quiero pedirles…-

-¿Qué cosa?-

-Que no me pregunten qué fue lo que vi. Si hay algo que se tenga que evitar… se los diré. Si no, entre menos personas sepan mejor, para no influir en ese futuro-

Las tres mujeres asintieron y Julieta le susurró un "gracias" antes de que dieran la reunión por terminada y los trillizos salieran hacia sus habitaciones.

x-x-x

Cueva de visiones

Poco después

Bruno cerró la puerta de su habitación y se dirigió a su cueva de visiones. Ahora que casita era diferente, su habitación no era tan enorme como antes, sino que tenía su cueva de visiones justo al lado de su alcoba pero con una puerta de seguridad para que la arena no pasara a ésta.

Se enfocó en la tarea y comenzó a preparar todo para su visión. Tocó madera en repetidas ocasiones, en todos los sitios donde había madera, y sacó su hierbas de las cajitas para quemarlas antes de su visión. La ventaja de que Mirabel estuviera tan fatigada en esta noche era que estaba seguro de que no iría a visitarlo y no vería accidentalmente la visión. Quería pensar que por fin sería algo positiva, después de todo el sufrimiento que su sobrina y él mismo habían pasado, pero su experiencia mirando al futuro le decía que rara vez lo que deseaba se hacía realidad.

Sacó a sus ratas de su ruana, a ellas no les gustaba nada cuando miraba al futuro, la arena volando por todos lados las ponían muy nerviosas.

"Por favor, que sea positivo", pensó repetidamente mientras que tiraba un puñado de sal sobre su hombro y encendía las hierbas "por favor, que nada malo le vaya a pasar a Mirabel o al resto de mi familia".

Respiró hondo, respirando el aroma de las hierbas quemadas y tratando de aclarar su mente. Quería ver el futuro de Mirabel con la vela… tenía que enfocarse en eso.

-Bien, aquí voy- dijo para sí mismo antes de encender sus ojos.

Apareció la familiar sensación de la arena volando alrededor de él y formando un domo que lo cubrió completamente antes de que le mostrara las imágenes. Primero vio a la abuela entregándole la vela a Mirabel en la orilla del Encanto, pero su sobrina no se veía feliz. La luz de la vela, tomando la forma de una mariposa, iluminó el rostro furioso de Mirabel y brilló como nunca la había visto brillar antes, volviendo toda su arena verde de su visión de color amarillo. Cuando la luz de la vela y el color de la arena regresaron a su forma original, vio a Mirabel sonreír y se volvió a su derecha para mirar a alguien que Bruno no alcanzó a ver.

"¿Pero qué fue eso?", pensó Bruno, pero la visión aún no terminaba.

Lo siguiente que vio fue a un grupo de personas saliendo del Encanto que parecían estar siguiendo a la abuela, quien llevaba consigo la vela, y deteniéndose en el río donde murió Pedro Madrigal, aunque no podía ver que había del otro lado del río.

"¿Quizá eso es solo un homenaje a papá?", se preguntó Bruno mientras la visión volvía a cambiar.

Vio a Mirabel con una sonrisa radiante mirando hacia él y luego dándole la espalda, después aparecieron tres figuras detrás de ella. Bruno estaba seguro de que eran tres muchachos porque tenían hombros anchos y aspecto masculino, uno de ellos tenía el cabello largo a los hombros atado en una coleta que le parecía familiar, los otros dos era más difíciles de identificar porque le daban la espalda y no tenían un peinado específico. Los tres se volvieron borrosos, y uno de ellos se acercó para tomar la mano de Mirabel. La segunda figura se acercó a ella, apartó al primero y envolvió a Mirabel, haciéndola desaparecer.

-¡No!- exclamó Bruno horrorizado por las imágenes, entrelazando sus dedos para suprimir su urgencia de tocar madera y lanzar sal porque la visión aún no terminaba.

Finalmente vio a Mirabel en el interior de una casa que no conocía con sus manos en su cara, claramente llorando mientras que otra figura más grande la tomaba por los hombros. Vio la pared de la casa romperse y una mano extenderse al interior, pero la visión terminó abruptamente.

Bruno se levantó y comenzó a tocar madera compasivamente y tomando un puñado de sal para lanzarlo sobre su hombro. Lo que sea que fuera a pasar, no iba a ser bueno para su sobrina.

-¡No!¡No puedes hacerle eso!- dijo Bruno visiblemente enojado, mirando hacia el techo- ¡no a Mirabel! ¿No crees que ya fue suficiente?-

Casita movió los azulejos para darle a entender su simpatía, pero Bruno sabía que no era la responsable de eso. Ahora, sabía que sus visiones no siempre iban en orden, sobre todo cuando se trata de Mirabel, pero todo parecía indicar que su sobrina estaría en riesgo de uno de los muchachos de su visión.

"Todo pasó fuera del Encanto", razón Bruno "quizá sería buena idea convencerla de que darse en el Encanto y de evitar a ese muchacho. Tengo que saber quién es".

Respiró hondo tratando de calmarse y volvió a encender sus ojos haciendo que la arena se levantara del suelo, esperando ver algo que le ayudara a identificar a las personas que atacarían a su sobrina, pero las imágenes se repitieron: un chico tomando su mano mientras que otro lo apartaba y hacía desaparecer a Mirabel.

-¡¿Qué significa esto?!- gruñó frustrado, golpeando sus puños en el suelo haciendo un fuerte ruido y que las ratas chillaran por la sorpresa. Tomó a una en sus manos y la acarició- lo siento, lo siento, no quería asustarlas-

Apoyó la espalda en la pared y suspiró. No tenía idea de si lo que vio era bueno o malo, pero tomaría sus precauciones. ¡Quizá era ese chico Marfil iba a ser quien la atacara, y traía a alguien más del exterior!

¿Qué iba a hacer? No podía decir nada a sus hermanas o a su madre porque encerrarían a Mirabel y eso la haría detestar el milagro. Tampoco le diría a su sobrina, no quería agregar esa preocupación a las que ya tenía. No, tenía que guardar el secreto y proteger a su sobrina. Quizá Camilo podría ayudarle, no tenía que ser específico con él, pero podía estar más pendiente de Mirabel y podía usar su don para protegerla si algo pasaba.

Así haría, solo lo diría si llegaba a ver el peligro. Mirabel había demostrado que el futuro se podía cambiar, así que él intentaría cambiarlo.

x-x-x

Comedor

La mañana siguiente

Camilo bostezó y se desperezó mientras que se sentaba a la mesa para el desayuno. Nunca se acostumbraría a que Mirabel lo despierte todos los días tan temprano sin importar cuánto tiempo pasara. Realmente compadecía al muchacho que fuera lo suficientemente valiente como para casarse con ella porque tendría que soportar toda su energía y sus horarios.

-Psicópata- siseó mientras se dejaba caer junto a su prima tallándose los ojos, haciéndola reír.

-No exageres, Camilo, son las ocho de la mañana- dijo Isabela. Camilo frunció el entrecejo molesto por la crítica, pero eso solo duró un momento porque sonrió travieso y se transformó en ella.

-"No exageres, Camilo, son las ocho de la mañana"- el muchacho arremedó a su prima mayor, provocando que ella creara un cactus en su mano. A pesar de lo amenazante que podía ser eso, el muchacho no tenía miedo porque su tía Julieta estaba cerca.

-Isa, recuerda que no ponemos los cactus en la mesa- dijo Julieta poniendo la bandeja con arepas en la mesa, bastante cerca de Camilo, y acariciando el cabello de su sobrino con una sonrisa antes de volver a la cocina por más comida.

-¡Gracias, tía Juli!- canturrió Camilo con la sonrisa más brillante antes de servirse sus ocho arepas en el plato. No por nada era el consentido de su tía, era el que más apreciaba su comida. Isabela solo rodó los ojos.

Ahora que estaba más despierto pasó su vista hacia los demás. A pesar de su hiperactividad habitual y de haberlo atormentado levantándolo temprano esa mañana, Mirabel se veía un poco fatigada. No la culpaba, la cantidad de magia que había usado la noche anterior era impresionante, creando todas esas casas involuntariamente, como si él se hubiera transformado más de quinientas veces el mismo día. Tenía una mirada cansada pero lo disimulaba conversando animadamente con Luisa, quien reía de algo que su hermana había dicho.

Además de Mirabel, otros que parecían no haber dormido bien eran los trillizos. Los había visto entrar a la habitación de la abuela la noche anterior cuando salió de su cuarto para buscar comida, así que quizá tuvieron una reunión nocturna con ella. Y no había pasado desapercibido para él la expresión que puso su madre y sus tíos después de que los recién llegados se habían presentado.

Isabela estaba mirándolo aún molesta por haberla arremedado, Agustín y Félix estaban hablando de si podían organizar un partido de futbol amistoso con los recién llegados de fuera del Encanto, y Antonio estaba pasándole trozos de comida a su jaguar, Parce. Dolores no estaba poniendo mucha atención a la mesa, sino que estaba escuchando algo fuera de casita, seguramente a los recién llegados.

-Mmmm…- escuchó decir a su hermana.

-¿Qué?- dijo Camilo.

-No puedo decir- dijo Dolores con una sonrisa sabionda- solo sé que alguien va a recibir una sorpresa-

Camilo gruñó frustrado al no saber pero no insistió. Después de lo que había pasado durante la cena en la que Dolores había revelado el secreto de la visión de Bruno que encontró Mirabel y había tenido graves consecuencias para todos, así que se había prometido no volver a hacer eso.

-Bueno, antes de que nos levantemos de la mesa hay algo que tengo que anunciar- dijo la abuela- a pesar de que los nuevos habitantes parecen tener buenas intenciones, quiero recordarles que no los conocemos tan bien como a las personas que ya vivían aquí. No es para que desconfíen de ellos, pero tengan precaución-

-Mamá- dijo Pepa de pronto- deberíamos darles la información completa…-

A pesar de que todos los sobrinos explotaron con curiosidad, Camilo alzó las cejas al ver que tanto Bruno como Julieta se miraron entre sí asustados y pálidos. De su tío lo había visto cientos de veces, pero de su tía no, incluso puso su mano sobre la de Agustín como pidiéndole que le abrace. Otra que no parecía curiosa sino más bien preocupada era Mirabel.

-¿Qué quiere decir tía Pepa?- quiso saber Isabela.

-Pepa, quizá no sea lo mejor…- comenzó a decir Bruno sacudiendo la cabeza.

-¿Por qué no? Así todos estarán más alerta de él- dijo Pepa.

Camilo también hervía de curiosidad ahora por saber de qué estaban hablando. Se volvió a Dolores en caso de que ella supiera de qué estaban hablando, pero ella tenía una expresión frustrada por no saber nada. Por la cara de Mirabel, ella sí sabía.

La abuela miró a sus hijos y finalmente asintió.

-Bien, pero esto no debe salir de esta casa- dijo la abuela resignada- Adrián Marfil… creemos que es nieto de un hombre al que tuvimos que expulsar del Encanto hace treinta y cinco años. No lo conocemos, no sabemos sus intenciones pero quiero que todos tengan especial cuidado con él, ¿de acuerdo?-

-¿Qué hizo para que lo expulsaran?- preguntó Camilo.

-Algo terrible que se merecía la expulsión- dijo la abuela- eso debería ser suficiente para ustedes. Ahora váyanse, hace un excelente clima en esta mañana como para quedarse encerrados aquí-

Los jóvenes estaban un poco decepcionados por la poca información pero se levantaron de la mesa excepto Camilo, quien volvió a servirse una arepa más para tener una excusa de quedarse en la mesa y escuchar si los mayores decían algo más. Julieta se quedó sentada también, mientras que tanto Pepa como Bruno pusieron una mano en su hombro antes de irse. La mujer suspiró y finalmente se puso de pie para recoger la mesa.

"Rayos"; gruñó él decepcionado de no haber sacado más información.

Decepcionado, se puso de pie también y vio a la abuela hablando con Mirabel en el patio de Casita. Quizá podía buscar a Lucy para seguir conspirando con ella para juntar a su prima con Matías. Su pobre amigo estaba más que enamorado de Mirabel y la muy distraída no se daba cuenta. Matías les mencionó que Mirabel creía que Lucy estaba enamorado de él, y ambos se habían echado a reír ante la idea pero decidieron utilizar esa excusa para ayudar al muchacho a acercarse a su prima.

Aún estaba pensando en ello cuando sintió que su tío lo detuvo del brazo. Aquello era extraño, Bruno rara vez era la persona que buscaba a alguien más que no fuera Mirabel o iniciaba una conversación espontáneamente.

-Camilo, ¿puedo hablar contigo por un momento?- dijo su tío.

El muchacho palideció creyendo que le iba a reclamar su actitud hacia él en el pasado, así que lo siguió cabizbajo hacia su habitación.

-Tío, lamento en serio lo que dijimos en el pasado de ti, no sabía…- dijo rápidamente el muchacho tan pronto como Bruno cerró la puerta.

-¿Qué? No, no se trata de esto…- dijo Bruno sacudiendo la cabeza ansioso- escucha, hay algo importante que tienes que saber. Mirabel… tuve una visión de ella. Hay algo… un hombre que se va a acercar a ella con el propósito de hacerle daño-

El rostro de Camilo perdió todo su color y no precisamente por sus poderes. ¿Quién se atrevería a hacerle daño a su prima? No sabía, pero él se encargaría de que eso no pasara.

-¿Es ese hombre que la abuela mencionó?- dijo Camilo, pero Bruno encogió los hombros.

-No lo sé, no pude ver su cara- dijo Bruno seriamente- solo quería pedirte que cuando saliera estuvieras cerca de ella para asegurarte de que nadie la lastime. Y encuentra una manera de que tus amigos también sin contarles esa historia, no debemos alarmar a nadie. Y sobre todo, no le digas a nadie de nuestra familia-

-De acuerdo…- dijo Camilo sin estar seguro de que esa fuera una buena idea guardar el secreto, pero decidió seguir las indicaciones de su tío, él debía saber que era mejor para el futuro.

No pudo pensar en eso porque tan pronto como salió de la habitación de Bruno y bajó las escaleras al piso inferior sintió a alguien saltarle en la espalda de pronto y abrazarlo.

-¡Cami!- exclamó Mirabel.

-¡Hey!- se quejó Camilo llevándose una mano al pecho- ¡no me asustes así, mujer!-

La chica lo abrazaba aún con fuerza por la espalda. En todos esos meses de la reconstrucción de casita, poco a poco Camilo fue dejando a su prima atrás en estatura y era ahora casi media cabeza más alto que ella. Sonrió travieso antes de tomar sus brazos con los suyos para que no se soltara y se dobló sobre su abdomen, levantándola sobre su espalda de pronto.

-¡AAAAAAAAAAAAAHHHH!- gritó ella por la sorpresa haciendo reír a Bruno, quien venía bajando detrás de su sobrino- ¡bájame, Camilo!-

-Bien, los dejo para que se diviertan, muchachos- dijo Bruno sonriendo, acariciando la cabeza de Mirabel antes de irse, quien aún estaba colgando sobre la espalda de Camilo.

-¿Qué haces aquí, Mira?- dijo Camilo por fin poniéndola en el suelo- ¿qué no se supone que tienes tus lecciones super secretas con la abuela?-

-Me dio el día libre hoy a mí también- dijo Mirabel con una sonrisa radiante- ¿qué quieres que hagamos hoy?-

Camilo no supo que decir, realmente no había pensado en qué haría su día libre. Tenía que hacer algo especial, no era común que pudiera pasar el día con su prima, pero tampoco quería alejarse mucho de la casa, sobre todo después de lo que su tío le había dicho.

-Ya sé- dijo Camilo de pronto con una sonrisa- vamos al huerto a ver que está planeando hacer Isabela. La escuché que estaba plantando cosas interesantes en sus ratos libres, y Luisa la está ayudando a construir los soportes para las enredaderas-

-Oh, me gusta esa idea- dijo Mirabel tomando su brazo- vamos-

Mientras que los dos se alejaban, el rostro de Bruno apareció asomándose detrás de la columna y sonrió aliviado al verlos.

-Todo estará bien, Camilo la vigilará- dijo el hombre mayor para sí mismo antes de comenzar a golpear la madera de las columnas- toc toc toc toco madera-

x-x-x

Forja

Al mismo tiempo

Matías se secó el sudor de la frente con la manga de su camisa y dejó el martillo a un lado, levantando la pieza a la que acababa de dar forma para mirarla mejor, y sonrió al encontrarla perfecta. Había tenido miedo de que no le hubiera quedado bien después de todo el tiempo que invirtió haciéndola.

-Ooooh, ¿qué haces, Mati?- canturreó su hermana detrás de él- eso no parecen los arneses que te pidieron-

-Eso es porque terminé los arneses desde ayer- dijo Matías rodando los ojos y ocultando lo que tenía en sus manos.

-Vamos, muéstramelo- dijo Lucía tratando de quitarlo para mirarlo.

-No, es una sorpresa y no quiero que la arruines…-

-Ooooh, es una sorpresa para Mirabel- canturreó Lucía con una sonrisa traviesa- es cierto que pronto será su cumpleaños, tengo que pensar en conseguirle un regalo-

-Bien, consigue el tuyo y déjame trabajar- gruñó el muchacho aún ocultando lo que tenía en sus manos. Lucía suspiró y tomó asiento al otro lado de la forja, a una distancia en la que no podía mirar lo que sea en lo estuviera trabajando.

Resignado a que su hermana no se iba a ir, Matías regresó a su trabajo, sacando una cajita con delgadas láminas de oro para comenzar a cubrir su creación con ellas. Él no era para nada artesano, era un herrero y apenas llevaba dos años trabajando como uno, pero había aprendido a hacer pequeños broches y aretes de metal que después enviaba al joyero para que añadiera oro, piedras preciosas o alguna otra cosa. Había sido el joyero quien le pidió ayuda cuando se había lastimado y por ello había aprendido a adornarlo con láminas de oro.

-¿En serio Mirabel cree que tengo algo por Camilo?- dijo Lucía de pronto desde el otro lado de la forja.

-Sí, eso fue lo que me dijo ella el otro día- dijo el muchacho sin levantar la mirada hacia su hermana- está decidida a juntarlos. Por eso hizo que Camilo bailara con ella el día de la bienvenida de los nuevos habitantes del Encanto-

-Y supongo que tú no la corregiste- dijo ella con una sonrisa traviesa.

-No, porque no estaba seguro y creí que ella se había dado cuenta de algo que yo no- dijo Matías- por eso quise preguntarte primero. ¿Estás segura que no te gusta y lo estás negando porque no quieres que te moleste?-

-Ja, ¿me molestarías si te dijera que sí?-

-¿Después de todo lo que tú me has molestado con lo de Miri? Te molestaría día y noche hasta que me cansara- dijo Matías con una risita.

-Bueno, lamento decepcionarte, Mati, pero no- dijo Lucía.

Matías no dijo nada y siguió trabajando, concentrándose en añadir las delgadas hojitas de oro al objeto que estaba creando, sonriendo al pensar en la persona a quien le regalaría eso.

A veces se ponía nervioso pensando en que eventualmente tenía que decirle a Mirabel cómo se sentía porque no sabía cómo iba a reaccionar. Sabía que la señora Alma no se opondría si Mirabel llegaba a aceptarlo, ella y el abuelo Gabriel eran grandes amigos desde que ambos eran jóvenes y apenas llegaron al Encanto. Además, él y los Madrigal más jóvenes prácticamente habían crecido juntos. Pero tenía miedo de confesar sus sentimientos y que Mirabel no sintiera lo mismo, o encima perder su amistad por ello.

De pronto se dio cuenta de que Lucía estaba hablando.

-Pero ese chico nuevo no estaba nada mal- dijo Lucía.

-¿Ese cara de ganso que estaba bailando con Miri en la fiesta?- dijo Matías rodando los ojos y arrugando la nariz. No estaba nada contento de que el nuevo lo hubiera interrumpido cuando por fin había tenido una oportunidad de hablar con ella.

-Ja, ese no estaba nada mal, deberías apurarte en confesarle tus sentimientos para que ese chico no te la gane- dijo ella sacudiendo la cabeza- pero no me refería a él, el muchacho con el que estuve bailando después de Camilo-

-No vi quien era- dijo él.

-No, ya sé que solo tienes ojos para tu Miri y el resto del mundo es invisible cuando ella está cerca- dijo su hermana, haciendo que rodara los ojos.

-¿Cómo dices que se llama?- dijo Matías tratando de cambiar el tema porque sabía que una vez que su hermana comenzaba a molestarlo, iba para largo.

-Ah, se llama Adrián- dijo Lucía despreocupada antes de borrar su sonrisa al ver a su hermano menor caminando frente a la forja con una taza de café- pero no capté el apellido… eh, ¿a quién de nosotros le toca vigilar que Juancho no beba todo el café de la familia?-

-A ti- dijo Matías con una sonrisa- apúrate, porque si está despierto durante la noche de nuevo lo enviaré a tu habitación a hacerte compañía-

-Ugh…- dijo Lucía levantándose y apresurándose a salir de la forja tras su hermanito- ¡hey, Juancho! ¿Cuántas tazas llevas…?¡Oye, no corras…!-

El muchacho rió en voz baja mientras que regresaba a su trabajo.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! La visión de Bruno solo trajo malas noticias y preocupaciones para la familia. La familia ya está al tanto de que tienen que cuidarse de esa persona. Matías tiene una conversación con su hermana sobre Mirabel.

Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Abrazos.

Abby L.