Resumen: Mirabel fue elegida por la magia como la sucesora de la abuela Alma, pero también por un viejo enemigo de los Madrigal para saldar cuentas pendientes.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

SUCESIÓN

CAPITULO 5

Habitación de Mirabel

Tres semanas después

Mirabel aún estaba soñando cuando fue súbitamente arrancada de su sueño por un súbito movimiento en su cama, como si la tierra estuviera temblando. Luisa se había dejado caer en una orilla e Isabela en la otra con la firme intención de despertarla.

-Mmm… ¿qué pasa…?- gruñó ella frotándose los ojos.

-¡Feliz cumpleaños, Mira!- exclamaron las dos juntas. Isabela iba a abrazarla primero, pero Luisa le ganó y la envolvió en uno de sus abrazos asfixiantes. A Mirabel no le importaba porque realmente adoraba los abrazos de sus hermanas.

-Luisa, será mejor que la sueltes ya, Mira se está poniendo morada- dijo Isabela haciendo que la soltara para tener su turno y abrazar a su hermanita.

-Gracias, chicas- dijo Mirabel después de haber sido abrazadas por sus hermanas- son las mejores hermanas del mundo-

-Tenemos que celebrar tu cumpleaños- dijo Isabela emocionada- podemos pedirle a la abuela que organice algo-

-No es necesario, Isa- dijo Mirabel tomando las manos de ambas- me basta celebrar con ustedes dos-

-Y quizá con los dos guapos con los que bailaste el otro día- dijo Isabela alzando las cejas repetidamente- aunque el segundo me pareció un poco grande para ti-

Mirabel se ruborizó hasta la raíz del cabello al escuchar eso. Nunca antes había tocado ese tema con sus hermanas, ni siquiera cuando era Isabela la que tenía novio. Y nunca había sido el centro de atención para ningún muchacho, siempre había sido opacada por su hermana mayor.

A pesar de que había visto a Matías casi todos los días desde el baile y se sentía un poco preocupada porque sabía sobre la magia de la vela, su amigo no volvió a mencionarle lo que había pasado, captando de inmediato que no era un tema del que quería hablar. Sobre Ricardo, se lo había encontrado un par de veces durante la semana cuando salía al pueblo, pero ella siempre había estado con Camilo, Matías o incluso su tío Bruno y no había tenido oportunidad de volver a charlar con él.

Bah, seguramente la perfecta señorita Marina había tenido bastante oportunidad de charlar y dar paseos con él. Ni que le importara…

-Ah, no la molestes con eso, ¡mira nada más como la pusiste, Isa!- dijo Luisa poniendo sus manos en la cintura y sacudiendo la cabeza.

Isabela iba a decir algo más cuando la puerta se abrió de nuevo y Camilo saltó sobre la cama, cayendo encima de las tres y dejando a Mirabel al fondo de esa torre humana. No la aplastaron ya que Luisa absorbió todo el peso, con su primo y hermana mayor en su espalda.

-Ah, ¡no es justo!- dijo Camilo deslizándose por un lado de Luisa para poder dejarse caer sobre Mirabel- ¡feliz cumpleaños!-

-Jejeje… gracias, Cami- dijo Mirabel riendo- es un verdadero milagro que estés despierto a esta hora de la mañana, en domingo-

-No es ningún milagro. El muy glotón ya olfateó lo que está preparando mamá de desayunar- dijo Isabela alzando repetidamente las cejas.

-¡Me ofendes, Isa!- dijo Camilo poniéndose teatricamente una mano en la frente- ¿cómo te atreves a dudar de mi cariño por Mira, insinuando que solo me levanté temprano para comer arepas y pastel de cumpleaños?-

-Entonces, ¿no vas a comer arepas ni pastel de cumpleaños?- dijo Isabela.

-¿Enloqueciste, mujer?- dijo Camilo sacándole la lengua.

Los cuatro se echaron a reír al mismo tiempo en que Dolores y Antonio entraron, el último aún en sus pijamas, y abrazaron a Mirabel. La muchacha estaba feliz de tener a sus hermanas y primos abrazándola y felicitándola el día de su cumpleaños, eso llevaba varios años sin pasar porque siempre estaban tan cansados y ocupados.

Las sorpresas no se terminaron ahí. Cuando bajó, su mamá le había preparado su pastel de cumpleaños favorito, su papá le había conseguido un carrete de hilo de oro que había estado queriendo tener desde hacía años, la abuela le regaló un chal de seda muy hermoso, y cada uno de sus primos le había hecho un pequeño regalo a su manera.

-Bueno, esta mañana celebramos el cumpleaños número dieciséis de nuestra Mirabel- dijo la abuela con una sonrisa llena de cariño- no coman mucho pastel, recuerden que esta noche cenaremos con algunos invitados-

-¿Quién vendrá a cenar, abuela?- preguntó Mirabel extrañada.

-Ah, solo vendrán Mariano y los Garza- dijo la abuela encogiendo los hombros- los nietos de Gabriel que quieren venir a felicitarte también y los invité a cenar-

Todos se volvieron hacia ella con una sonrisa extraña que no comprendió y alzó una ceja. Solo vio a Camilo palmearse la frente y a Isabela rodar los ojos frustrada.

-¿Qué?- quiso saber.

-Nada, te explicaremos cuando seas grande- dijo Isabela dándole unas palmaditas en la cabeza. Mirabel le sacó la lengua.

-Ya, ya, no peleen- dijo la abuela mientras que Julieta comenzaba a servir el pastel en un intento de quitar la atención de su hija. La primera rebanada del delicioso pastel de tres leches fue para ella.

-Gracias mamá- dijo Mirabel mirando con enormes ojos el pastel. Su madre le dio un sonoro beso en la mejilla antes de seguir sirviendo a los demás y ella aprovechó para probarlo- mmmmmmm…-

x-x-x

Esa noche

Mirabel, Antonio y Camilo habían pasado la tarde tomando el sol como lagartijas en el techo de casita, disfrutando el aire fresco y la tranquilidad del domingo en la tarde. Isabela y Luisa se unieron por un rato, pero pronto regresaron a sus habitaciones para cambiarse para la cena. Dolores no se molestó siquiera en subir ya que Mariano había llegado temprano para pasar tiempo con ella durante la tarde antes de la cena.

Después de un rato ella misma también bajó a cambiarse, sus primos siguieron disfrutando del atardecer.

Poco después de que se cambió para cenar, Mirabel bajó al patio de casita y se encontró con los Garza. Don Gabriel la felicitó dándole un gran abrazo de abuelo, luego Lucía la abrazó y le regaló una bolsa llena de listones de todos colores.

-Wow, Lucy, son muy lindos- dijo Mirabel encantada de su regalo.

Luego fue el turno de Juancho, quien le regaló una taza café floreada (típico del niño), y finalmente Matías le dio un gran abrazo y puso en su mano una cajita cuadrada.

-Feliz cumpleaños, Miri- dijo el muchacho.

-Gracias, Mati- dijo Mirabel antes de volver su atención a la cajita que él había puesto en su mano- ¿qué es?-

-Tienes que abrirlo para saber- dijo Matías.

Mirabel abrió la cajita y se asombró al ver un hermoso broche dorado para el cabello con forma de una mariposa del tamaño de la mitad de la palma de su mano. Era obvio que estaba hecho con mucho cuidado y con gran atención a los detalles.

-Mati, es hermoso. ¿Tú hiciste esto?- dijo Mirabel un poco abrumada por la emoción. Vio asombrada al muchacho asentir- me gusta mucho, es mi favorito-

-¿Puedo?- dijo Matías tomando el broche. Mirabel asintió y el muchacho lo colocó en sus cabellos, del lado derecho de su cabeza. La joven lo tocó con sus dedos y sonrió- te ves hermosa, Miri-

La joven lo abrazó de nuevo, y Matías no se hizo del rogar para abrazarla también. Su corazón dio un salto extraño al sentir al muchacho tan cerca, al pensar en lo mucho que debió haber trabajado para hacer algo tan lindo para ella. Ese sentimiento era nuevo, no lo había tenido nunca y aún no podía ponerle un nombre. Y se sentía lindo abrazarlo, más que antes.

-No que no me guste abrazarte, pero tu abuela te esta llamando al comedor- dijo de pronto Matías, haciéndola regresar a la realidad después de abrazarse un largo rato.

-Lo siento- dijo ella sintiendo sus mejillas calientes.

-No lo sientas- sonrió Matías- ya te dije que me gustan tus abrazos, Miri-

Aquello no hizo nada por mejorar el calor en sus mejillas. Parecía que Matías iba a decir algo más, pero la abuela volvió a llamarlos y ambos caminaron hacia el comedor, tomando asiento con el resto de ambas familias.

-Wow, que hermoso broche, Mira- dijo Julieta percatándose del nuevo adorno que su hija llevaba en el cabello.

-Lo hizo Mati, ese fue su regalo- dijo Mirabel volviéndose al muchacho, quien sonrió un poco apenado.

-No sabía que podías hacer algo así, Mati- le dijo Julieta sin dejar de sonreír- fue un hermoso regalo-

Del otro lado de la mesa, Camilo y Lucía estaban cuchicheando entre ellos y riendo de algún chiste que seguramente tenía que ver con ellos dos porque los estaban señalando, y en un punto Camilo le mostró los pulgares. Mirabel solo rodó los ojos a su primo y Matías sacudió la cabeza. Otras que estaban muy interesadas en el broche fueron Isabela y Dolores, comentando algo entre ellas también.

-Pffff…- solo atinó a decir Mirabel pero decidió ignorarlos.

Julieta y Pepa comenzaron a servir la cena y Mirabel agradeció que la atención de Camilo se volvió a la comida y no a ella. Miró de reojo a Matías, éste le devolvía la mirada con una leve sonrisa.

La cena transcurrió con normalidad y los presentes no volvieron a preguntarle sobre su broche, en vez de eso los mayores charlaron con normalidad sobre los asuntos cotidianos del Encanto, principalmente de los nuevos visitantes que habían hecho su hogar en el pequeño pueblo. Después de que se sirvió el postre, Juancho y Antonio se habían quedado dormidos en sus asientos y Mirabel estaba comenzando a aburrirse ante la conversación de los mayores que se había alargado, sintió la mano de Matías sobre la suya debajo de mesa.

-¿Qué…?- dijo ella, pero el muchacho le hizo una señal con la cabeza. Ambos se disculparon de la mesa y salieron del comedor hacia el patio- ¿qué sucede?-

-No es nada importante, solo hay algo que quiero mostrarte- dijo él tomando su mano- vamos-

Mirabel no sabía que estaba tramando el muchacho, pero confiaba en él así que lo siguió fuera de casita y hacia la orilla de la selva justo detrás de ella. Apenas dieron unos pasos entre los árboles y pronto Mirabel supo lo que el muchacho quería mostrarle: un lindo espectáculo de luciérnagas que estaba ocurriendo justo a unos pasos de su casa.

-Woa…- solo pudo decir. Escuchó a Matías reír en voz baja y sentarse en el suelo. Mirabel hizo lo mismo- no tenía idea de esto…-

-Lo descubrí la otra noche cuando vine a buscar una hoja como modelo para adornar un barandal- dijo él- no todas las noches aparecen, pero antes de venir aquí esta noche las vi y quise mostrártelas-

-Gracias, Mati- dijo ella apoyando su cabeza en el hombro del muchacho, quien como respuesta rodeó su espalda con su brazo.

Ahí estaba nuevamente esa sensación de calorcito en su pecho. ¡Se sentía tan lindo estar con él! Pero no estaba segura de qué era ese sentimiento. Y estaba extrañada, Matías había sido su amigo todo ese tiempo, lo conocía desde que eran pequeños y jamás se había sentido así… ¿por qué de pronto? Respiró hondo y decidió no pensarlo, solo disfrutar el momento.

Después de un rato el muchacho se puso de pie y le ofreció la mano para ayudarla a levantarse. La muchacha la tomó y por primera vez puso atención a sus manos, un poco ásperas por su trabajo pero la tomaban con suavidad. Se volvió a él y su ojos estaban también sobre ella, solo le sonrió al ver que lo había atrapado mirándola.

Cuando los dos regresaron a la puerta trasera de la casa se soltaron y caminaron juntos de regreso al comedor, pero casita tenía otros planes. Los azulejos del suelo no los dejaron avanzar y los hicieron permanecer en el patio.

-¿Casita?¿Qué pasa?- preguntó Mirabel, pero casita le respondió moviéndose para acercarla a Matías y a éste para acercarla a ella, de modo que los dos estaban a meros centímetros de otro, casi tirando a Mirabel en el proceso.

El joven la atrapó torpemente con sus brazos para estabilizarla y que no se fuera de bruces al suelo, resultando en que estuvieran demasiado cerca para que no fuera incómodo. Mirabel levantó la vista hacia él y Matías hacia ella, y se mantuvieron así por un momento. Podía sentir los latidos del corazón del muchacho a esa distancia, y estaba segura de que él podía sentir los suyos. Nunca había prestado atención a sus ojos, ahora veía que eran de un color miel muy hermoso que casi la hipnotizaba. Y esa mirada…

"Oh… ¡OH!", pensó ella.

Pronto entendió lo que estaba a punto de pasar… estaba segura de que Matías la iba a besar. Su corazón se aceleró aún más al sentir pánico por ello. ¡No estaba lista, ni siquiera sabía si Matías le gustaba así! Bueno, eso parecía, pero no estaba segura. ¿En serio así iba a ser su primer beso, casi obligada por casita a tenerlo?

Al ver a Matías acercarse a ella, Mirabel apretó los ojos y su cuerpo se tensó mientras se repetía mentalmente que no estaba lista, pero no sabía porqué no podía expresarlo en voz alta. Quizá no quería que Matías se enojara con ella, o que creyera que ella no sentía nada por él. ¡No estaba segura y no estaba lista!

Pero el beso no ocurrió. Solo escuchó un suspiro de parte de Matías y éste la soltó dando un paso atrás para poner espacio entre los dos. Mirabel se sintió mitad aliviada, mitad decepcionada cuando eso pasó, pero no duró mucho tiempo porque casita volvió a juntarlos. Pudo escuchar a Matías gruñir para tratar de alejarse, pero los azulejos ahora la movieron a ella hacia él.

-Basta, casita, ella no quiere- dijo él en voz baja cuando los azulejos los juntaron otra vez. Había algo de frustración y tristeza en su voz.

-N…no- dijo Mirabel de pronto. No sabía porqué era importante para ella decirlo pero no sabía como expresar lo que sentía- si quiero, pero no quiero ahora, es que yo no… no estoy lista, no sé si… no es que no te quiera, Mati, es solo que no sé… arrgggg-

Matías volvió a sonreír pacientemente mientras que ella trataba de expresarse.

-Hey- dijo Matías volviendo a sonreír- está bien, yo tampoco estaba listo y no quería que esto pasara hoy. Solo quiero que sepas que desde hace mucho eres más que una amiga para mí, Miri. Cuando estés segura y te sientas lista. Y si no soy lo que quieres, espero que puedas seguir viéndome como tu amigo, porque siempre seré eso-

Terminó de decir eso y se inclinó a besar su mejilla antes de que ambos regresaran al comedor, esta vez sin más interferencia de casita, que al parecer entendió que había cometido un error. Mirabel caminó con él y se dejó caer automáticamente en su asiento, aún abrumada por lo que acababa de pasar.

Ahora lo entendía todo, las miradas traviesas de Camilo cada vez que Matías salía a la conversación, los comentarios de sus hermanas y lo preocupado que estaba cuando la vio pálida después de su trabajo con la vela. ¡Camilo lo sabía y el muy traidor no le había dicho nada! Ya se las arreglaría con él más tarde.

El resto de la velada pasó con normalidad, y Matías no volvió a mencionar lo que había pasado. Cuando se despidieron, el muchacho solo le dio un abrazo como si nada hubiera pasado y le dedicó una sonrisa.

x-x-x

Habitación de Camilo

Poco después

Camilo regresó a su habitación después de la cena, con dolor de estómago después de haber comido tanto y listo para cambiarse a su pijama cuando casita comenzó a agitarse, moviendo los azulejos de su pared como si quisiera advertirle algo.

-¿Casita?¿Qué pasa?-

Apenas terminó de preguntar cuando la puerta se abrió de una patada, golpeándose contra la pared para revelar a una muy enojada Mirabel caminando hacia él con los puños cerrados y una expresión que prometía mucho dolor.

-¡Camilo Federico Roa Madrigal!- siseó Mirabel furiosa mientras caminaba hacia él haciendo que el muchacho se sobresaltara- ¡tú, eres un… eres un… traidor!-

-Woa, woa, woa, calma tus demonios, mujer- dijo Camilo dando unos pasos atrás para alejarse de ella- ¿qué te puso así? Creí que te había gustado tu regalo de cumpleaños…-

Pero su prima no estaba nada feliz por su expresión, y Camilo se reprendió a sí mismo por decir la frase prohibida cuando una mujer está enojada.

-¡No me digas que me calme!- dijo ella cortando la distancia y empujándolo contra la pared- ¡tú sabías!¡Sabías todo y no me dijiste nada!-

-¡Literalmente no tengo idea de qué me estás hablando!- dijo Camilo comenzando a asustarse.

-¡Lo de Mati!- dijo Mirabel haciendo una expresión dolida- ¡sabías que le gustaba y no dijiste nada!-

Camilo abrió la boca y luego la cerró. No había creído que Matías tendría el valor de confesar sus sentimientos a Mirabel tan pronto pero al parecer había estado equivocado. Vio que el labio de su prima tembló y la joven se sentó en la orilla de la cama haciendo un esfuerzo consciente para no llorar.

De pronto Camilo tuvo una horrible sensación al verla así. ¿Acaso Matías le había hecho daño o la había forzado a hacer algo que no quería? No lo creía capaz, pero si lo había siquiera pensado lo descuartizaría vivo sin importar que fuera su mejor amigo.

Se apresuró a sentarse a un lado de Mirabel y pasó su brazo por su espalda.

-¿Qué fue lo que pasó cuando se fueron?- dijo Camilo visiblemente preocupado- habla conmigo, por favor-

-Casita… Mati… él… arggggg…- dijo ella sin poder ordenar sus pensamientos.

-Mira, si Matías se hizo daño de alguna manera… o si te obligó a hacer algo que no querías, dímelo inmediatamente- dijo Camilo frunciendo el entrecejo- no importa que sea mi mejor amigo, voy a matarlo…-

-No, no hizo nada malo, al contrario- dijo Mirabel entrecerrando sus dedos- yo… no sabía que él sentía eso por mí, no tenía idea… ¡y tú sabías! ¿Por qué no me dijiste nada?-

-No podía- dijo Camilo- Matías es mi mejor amigo-

-¡Yo soy tu prima!- dijo Mirabel- ¡somos casi mellizos, compartimos la misma cuna, y no me dijiste nada!-

-Mira, desde que me di cuenta estaba seguro de que jamás te iba a hacer daño- dijo el muchacho- ¿por qué estás tan triste? Creí que estarías feliz de que Matías se fijara en ti-

-Yo… no sé, no estoy segura de como me siento- dijo Mirabel cubriéndose la cara con las manos dramáticamente- hace un par de horas ni siquiera tenía idea…-

Mirabel le contó brevemente lo que había pasado esa noche: las luciérnagas en la orilla de la selva, la actitud extraña de casita y cómo él respetó su decisión de no querer besarlo por no estar lista. Camilo sonrió aliviado de que Matías no la hubiera lastimado, no quería que Mirabel saliera herida ni perder a su amigo.

Al final de la conversación el muchacho dejó escapar un suspiro definitivamente no era la mejor persona para darle un consejo sobre el tema a su prima. Quizá Isabela o Dolores eran las más indicadas para ello, pero algo que sí podía hacer era tranquilizarla.

-Escucha, yo no soy una chica, pero sé que Matías te quiere mucho, no lo perderás si es eso lo que te tiene asustada- dijo Camilo.

-Y tú, ¡tú no me vuelvas a ocultar cosas importantes!- dijo ella enojada.

Camilo se mordió el labio. Sabía que le ocultaba algo importante justo en ese momento, lo que le había dicho su tío Bruno sobre la visión, pero no podía mencionarle eso porque lo había prometido. Bruno le había dicho que era algo importante, casi de vida o muerte.

No hizo ninguna promesa y Mirabel se fue a su habitación un poco más tranquila, pero aún tensa. Camilo se debatió si debía seguirla o no, pues no sabía si estaría bien y tenía ganas de abrazarla hasta que se le pasara, pero creyó que sería mejor darle su espacio por ahora.

-Casita, no debiste hacer eso- dijo Camilo mirando hacia su ventana y frunciendo el entrecejo- casi arruinaste todo esta noche. De hecho, no estoy seguro si se va a poder arreglar…-

Casita se defendió moviendo la ventana y algunos azulejos.

-Ya sé que esos dos tontos están hechos el uno para el otro, créeme que yo paso bastante tiempo con ellos, pero no por eso vamos a forzarlos- dijo, y la casa se movió de nuevo con un poco más de violencia, mostrándole lo exasperada que estaba- ya sé que estás impaciente, nosotros también lo estamos, pero tienen que hacerlo a su paso y ya sabes que Mirabel es medio torpe para darse cuenta de las cosas…-

Casita volvió a moverse, esta vez un poco más lento y visiblemente frustrada.

-Aunque haya funcionado con papá y mamá, son personas distintas- dijo Camilo, y casita le respondió con un movimiento suave- nosotros también, casita, nosotros también…-

x-x-x

Habitación de Mirabel

Poco después

Mirabel se dejó caer sobre su cama. No era así como esperaba que su cumpleaños terminara. En su imaginación iba a ser un día normal salvo los regalos y el pastel, y la enviarían a dormir con una sonrisa. Pero en este momento su corazón era un torbellino.

"Mati se portó como un caballero, dijo que iba a tener paciencia hasta que descifre mis sentimientos"

"No, tarada, metiste las patas, ya perdiste a un buen muchacho solo por no prestar atención a las señales"

Esos dos pensamientos estaban en guerra en su mente y la tenían dando vueltas sobre su cama abrazando el broche de mariposa como si fuera su posesión más valiosa. Era inútil, no podía dormir. No había querido decir nada a su prima ni a sus hermanas, no quería que la tomaran con el pobre Mati cuando no había hecho nada malo. Había sido casita quien se emocionó y los había juntado.

-Ugh… ¡casita! ¿Cómo se te ocurrió hacer eso?- dijo Mirabel dejando el broche en su mesita de noche, pero casita no le respondió, como no le había respondido hacía un rato. Tenía la sospecha de que su casa se había ofendido con ella por el regaño de hace un rato.

Una parte de ella quería subir a ver al tío Bruno para pedirle que tuviera una visión al respecto, pero al mismo tiempo sabía lo ridículo que sería despertar a su tío para algo tan estúpido y encima obligarlo a tener una visión cuando sabía que no le gustaban.

Volvió a tirarse a la cama pero no alcanzó a siquiera cerrar los ojos porque llamaron a la puerta y encendieron la luz, cegándola por un momento. Mirabel se cubrió los ojos con las manos.

-¿Quién es?-

-¿Quién crees? La persona a la que no dejas dormir- dijo la voz de su prima.

Mirabel se sintió, si era posible, peor que antes. Ahora sus divagaciones y sus gritos al azar a casita habían despertado a Dolores.

-Dolores, ¡lo siento tanto!- dijo Mirabel rápidamente- yo no… lo siento, no volverá a pasar-

Su prima sonrió levemente y se sentó en la orilla de la cama como si quisiera quedarse a charlar con ella, así que Mirabel se incorporó sentada y se puso sus gafas. La recién llegada estaba vestida con una bata igual a la suya y el cabello suelto como rara vez lo veía ella.

-Escuché lo que pasó entre Matías y tú- dijo de pronto.

-Por supuesto que escuchaste- dijo Mirabel sin muchas ganas. Ahora que caía en cuenta de que había un testigo de su humillación quería morirse de vergüenza. Se cubrió la cara con las manos y gruñó en voz baja.

Dolores puso una mano en su hombro.

-No entiendo cuál es el problema, o porqué estás tan ansiosa- dijo Dolores- sí fue un poco incómodo, pero no tienes porqué…-

-¿Un poco incómodo?- dijo Mirabel haciendo una mueca, aún con su cara cubierta con sus manos- ¡fue horrible, Dolores! Casita queriendo forzarnos a besarnos, y Mati… estoy segura de que… de que me va a odiar después de lo que pasó…-

-Mirabel…- dijo su prima en voz baja pero Mirabel no la escuchó.

-¿…y que va a pasar si me doy cuenta que sí estoy enamorada de él? ¡Ya eché a perder esa oportunidad!- dijo Mirabel.

-Mirabel…-

-¿Sabes que sí va a pasar? Él ya no va a querer ser mi amigo siquiera porque no quise besarlo hoy y…-

-¡Mirabel!- exclamó Dolores alzando la voz, algo raro en ella, para interrumpirla. Mirabel dio un respingo y levantó la mirada hacia ella un poco triste- está todo bien, entiendo como te sientes. Yo también he tenido que ponerle un alto a Mariano cuando quiere acelerar las cosas-

-Es diferente- dijo Mirabel.

-No es diferente- dijo Dolores acariciando los cabellos de Mirabel- pusiste un límite a Matías y el muchacho lo respetó. Eso es algo bueno, es señal de que eres importante para él. Te dijo que esperaría a que estuvieras lista-

La joven abrió la boca y luego la cerró. Había estado tan nerviosa y mortificada que no había prestado atención a esa parte de lo que Matías le dijo. Su respiración comenzó a regresar a lo normal.

-Pero… estaba enojado- dijo Mirabel.

-Con casita- dijo Dolores- lo he escuchado desde hace más de un año practicando cómo decirte que está enamorado de ti, y casita arruinó sus planes. No quería hacerlo hoy, ni de esa manera tan abrupta-

Mirabel sintió sus mejillas encendiéndose al escuchar eso.

-Oh… ¿puedo preguntar cómo…?-

-¿Cómo está justo ahora?- dijo Dolores con una sonrisa traviesa, haciendo que Mirabel asintiera tímidamente- está preocupado. Tiene miedo de que lo odies y que no quieras ser ni siquiera su amiga-

Mirabel abrió la boca y luego la cerró. No se imaginaba que Matías tendría el mismo miedo que ella de que su hermosa amistad se perdiera. Era la única persona fuera de su familia que sabía la relación entre los nuevos edificios en el Encanto y su nuevo rol como protectora del milagro, era alguien en quien siempre había podido confiar.

-No tienes que decidir nada inmediatamente, Mirabel- le dijo Dolores tomando un objeto de su mesita de noche, el broche que Matías había puesto en sus cabellos, y lo puso en sus manos- es un buen hombre y te esperará. Cualquier joven que no esté dispuesto a esperar a que tú estés lista, no es la persona para ti-

Mirabel sonrió aliviada.

-Gracias, Dolores- dijo ella finalmente haciendo que su prima le sacuda el cabello y que se levantara de la cama.

-Espero que eso te ayude a descansar- dijo Dolores antes de irse.

Una vez que se quedó sola, Mirabel permaneció por un momento sentada en su cama, aún mirando el hermoso broche que el muchacho le había regalado. Podía ver en él las horas de cuidado y esfuerzo que había puesto en él y se sintió la persona más especial del mundo en ese momento.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! El cumpleaños de Mirabel no pasó exactamente como lo planeado, principalmente porque casita se emocionó, pero esperemos que los siguientes días las cosas mejoren.

Muchas gracias por sus reviews. Abrazos.

Abby L.