Resumen: Mirabel fue elegida por la magia como la sucesora de la abuela Alma, pero también por un viejo enemigo de los Madrigal para saldar cuentas pendientes.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

SUCESIÓN

CAPITULO 6

Casa de los Garza

La mañana siguiente

Juancho Garza miró tentado la taza de café de su hermano mayor, pero incluso él con su adicción al café sabía que eso no era sabio en esos momentos. Veía a su hermana Lucía miraba cada dos minutos hacia la escalera, como si estuviera esperando a que su hermano bajara a desayunar.

Todas las semanas su hermano mayor era el primero en salir de su habitación y bajar a la cocina a ayudar con el desayuno (y evitar que Juancho se bebiera su peso en café) pero esta mañana no había señal de él.

-¿Matías se quedó dormido?- dijo Juancho.

-No, es solo que las cosas no salieron muy bien anoche con Mirabel- dijo Lucía tristemente mientras añadía un poco de leche a su café.

-¿De qué hablas? Yo vi que le gustó mucho el regalo, hasta lo llevaba puesto- dijo el niño. Su hermana suspiró y le sacudió el cabello.

-No me refiero a eso, te lo explicaré después- dijo la muchacha dándole unas palmaditas en la cabeza- hagas lo que hagas, no menciones a Mirabel cuando baje porque se va a poner triste-

Tal y como lo había previsto, Matías bajó cabizbajo a desayunar con ojeras bajo sus ojos y una expresión triste, pero no mencionó nada. Saludó a Juancho sacudiéndole el cabello, y se sentó en su sitio sin comentar nada, dando un sorbo a tu taza de café y mirando el desayuno sin muchas ganas.

-¿No vas a desayunar?- dijo Lucía al ver que su hermano aún no tocaba nada lo que habían preparado para desayunar- Mati, necesitas tus fuerzas para el trabajo de hoy-

-Mmmm…- dijo el muchacho sin estar convencido.

-Déjalo, Lucy, yo le puedo llevar algo más tarde a la forja si le da hambre- se ofreció Juancho.

Matías se volvió a su hermanito y le sonrió tristemente antes de atarse el cabello en una coleta y salir de la casa para caminar hacia la forja. Sus hermanos se quedaron mirando la puerta sin decir nada por un momento hasta que Lucía se puso de pie.

-¿A dónde vas?- quiso saber el niño.

-A ver a Mirabel para averiguar cómo se siente, en caso de que nuestro hermano se esté preocupando por nada- dijo ella- no sé porqué tengo la impresión que los dos idiotas deben estar igual… ugh, no, todas las mañanas está ocupada con su abuela-

-Entonces, ¿qué vas a hacer?- dijo Juancho.

-Umm…- pensó Lucía hasta tomar su decisión- de todos modos tengo que hablar con Camilo. Tenemos que hacer algo para ayudarlos-

x-x-x

Habitación de la abuela

Poco después

Mirabel se encontró de regreso con la abuela para sus lecciones con la vela a pesar de que esa mañana no tenía muchas ganas de nada. Sí, su conversación con Dolores la había animado un poco, pero aún sentía la turbulencia en su interior y sabía que si tocaba la vela podía causar un desastre.

"No pasa nada, me concentraré y pondré la mente en blanco", pensó Mirabel.

Cuando la abuela la vio llegar frunció el entrecejo, detectando inmediatamente que su nieta estaba un poco extraña y no supo qué era lo que la había puesto así.

-Veo tu regalo de cumpleaños en tu cabello, pero no te veo feliz, mjia- dijo la abuela examinándola con la mirada- ¿qué sucedió?-

-Nada, abuela- dijo Mirabel esforzándose por sonreír.

-Sabes que eres muy mala mintiendo, ¿verdad?- le dijo Alma alzando una ceja. Mirabel se ruborizó y bajó la mirada. Si ni siquiera le había dicho a sus padres la razón de la tormenta en su interior, no se lo iba a decir a su abuela o se moriría de vergüenza, al menos eso sentía.

-No es algo… de lo que quiera hablar- dijo ella aún cabizbaja- solo necesito algo de tiempo para… pensar y descifrar algunas cosas. Ahora, ¿qué haremos en la lección de hoy?-

-Um…- dijo la abuela pensativa, volviendo a poner la vela en la orilla de la ventana- creo que mejor regreso esto a su sitio… no creo que sea buena idea que la toques o crearás toda una nueva ciudad sobre nuestro pueblo-

Mirabel bajó los ojos avergonzada, pero la abuela solo rió.

-Está bien, mija. No es un pecado no sentirte feliz todos los días- dijo Alma acercándose a su nieta y poniendo una mano en su espalda- has progresado mucho en estas semanas, no tiene nada de malo si nos tomamos un descanso otra vez hoy-

La muchacha se sentó en la cama y respiró hondo, esperando a que la abuela no le preguntara de nuevo sobre lo que le pasaba, así que mejor ella hizo su pregunta primero.

-Abuela, si tienes tiempo, ¿puedo hacerte algunas preguntas?- dijo.

-Claro que puedes- dijo la abuela alzando una ceja, un poco extrañada que no corriera a tratar de hacer algo al aire libre.

-¿Ha habido momentos en los que tus emociones… no sé, sobre el abuelo Pedro, han interferido con la magia del milagro?-

La abuela alzó las cejas nuevamente sorprendida y pensó en su respuesta por algunos momentos. Suspiró y se sentó al lado de Mirabel, tomando una de las manos de su nieta.

-A veces… la tentación de embotellarte tus sentimientos para que no interfieran con el trabajo es demasiado grande- dijo la abuela- pero lo malo de hacerlo es que puedes llegar a lastimar a la gente que amas-

-Mmm…-

-Pero tú no eres yo, Mirabel- dijo la abuela- tú tienes un corazón diferente, una alegría, una luz que yo jamás tendré. Yo descubrí demasiado tarde que no necesitas embotellar tus sentimientos, que éstos siempre te hacen más fuerte, y tú me lo enseñaste. Ahora vete a disfrutar del día y trata de venir mañana con la mente más despejada-

La joven sonrió y le agradeció a su abuela antes de ponerse de pie, corriendo de regreso a su propia habitación.

-Casita- dijo tan pronto como llegó, y añadió al no obtener respuesta- casita, por favor, necesito que me escuches-

Por fin, las ventanas comenzaron a moverse.

-Lo siento, casita, no debí haber reaccionado así contigo- dijo Mirabel- ayer estaba muy asustada por lo que pasó con Mati, y creo que ya me siento mejor. Por favor no vuelvas a hacer eso, no estoy segura de mis sentimientos… aún-

Casita se movió con timidez, como si estuviera pidiéndole disculpas por lo que había hecho. Mirabel puso una mano en la pared con cariño.

-Está bien- dijo ella- sé que tenías buenas intenciones-

Sin decir más la muchacha tomó su bolso y se dirigió al pueblo. Si tenía suerte podía encontrarse con Camilo mientras jugaba con los niños.

x-x-x

Centro del pueblo

Poco después

Desde muy temprano, Camilo se había dirigido al centro del pueblo para jugar con los niños mientras que los padres estaban haciendo sus ocupaciones del día. Aprovechando que había una fuente en el centro de la calle principal, el muchacho se había sentado en la orilla de la fuente para entretener a los niños con un cuento porque no se sentía con la energía para correr con los niños. Cecilia y Alejandra estaban como siembre en primera fila, pero Juancho aún no había aparecido. Pensando en buscar a Matías más tarde para preguntarle porqué el pequeño no había ido con él, Camilo se sentó y comenzó su cuento.

-Bueno, había una vez…-

Estaba contando la historia cuando vio a dos hombres jóvenes pasando cerca, mirándolo burlonamente en la distancia. Camilo gruñó para sus adentros al ver a sus compañeros de la escuela tan cerca de él y continuó con la historia haciendo su mejor esfuerzo para ignorarlos.

Ahí estaban de nuevo, Esteban y David, otros chicos un poco mayores que él y Mirabel que siempre lo molestaban cuando estaba haciendo su trabajo de cuidar de los niños del pueblo. Nunca perdían una oportunidad para molestarlo o burlarse de él. Camilo siempre lograba ignorarlos pero últimamente se habían puesto más pesados.

-Y entonces apareció… ¡el monstruo!- dijo Camilo cambiando de forma.

-AAAAAAAAAAAAHHH- exclamaron los niños al ver al monstruo en el que se habían transformado el muchacho para animar la historia.

-Ja, ¿esa es tu forma original, Camitonto?- comentó Estaban dando risotadas.

Camilo hizo un esfuerzo para ignorar al otro muchacho y volvió su atención a los niños para continuar con su historia, pero los jóvenes insistieron con sus bromas para distraerlo y hacerlo sentir mal.

-¡Eh, Madrigal!- dijo David en voz alta después de reírse del chiste de Esteban- ¿por qué te la pasas con niños?¿Quieres que te traiga tu sonaja?-

El muchacho gruñó en voz baja pero siguió ignorándolos. Los valentones siempre iban a molestarlo los días en los que Matías estaba trabajando en la forja, porque así Camilo estaría en desventaja.

-¡Hey, Camitonto!- gritó Esteban tronándose los nudillos en un gesto amenazante- ¿por qué nos ignoras? Si quieres podemos…-

PAFF

Para sorpresa de Camilo, los niños y de los mismos muchachos, Mirabel había caminado hacia ellos con uno de sus zapatos en su mano derecha y cara de pocos amigos y le dio un chancletazo a cada uno de ellos.

-¿Se creen muy graciositos, par de cobardes?- exclamó la muchacha aún sacudiendo su zapato en su mano- ¡yo les voy a enseñar los…!-

-¡Mirabel!- exclamó Camilo, prácticamente saltando de su sitio y corriendo hacia su prima, arrebatándole el zapato de la mano y tomándola por la cintura para alejarla de esos dos mientras que la muchacha lanzaba golpes y patadas hacia ellos.

-¡AH!¡Vieja loca!- exclamó Esteban desconcertado por lo que acababa de hacer.

-¡Así es!¡Fuera de aquí, cobardes!- exclamó Mirabel aún pataleando mientras que Camilo luchaba para alejarla de esos dos, no quería ver qué pasaría si esos dos recordaban que también podían golpear y que eran más grandes y fuertes que ella, porque no le sería muy fácil proteger a su prima él solo.

Los dos muchachos se miraron confundidos y un poco alterados, pero decidieron que sería mejor salir de ahí ya que no sabían cómo reaccionar a una chica atacándolos. Una vez que se fueron, por fin Camilo puso a su prima de regreso en el suelo y le devolvió su zapato.

-Mira, no puedes hacer eso- dijo Camilo mientras que ella se volvía a poner su zapato.

-No importa, estaban fastidiando- dijo Mirabel cruzándose de brazos y entrecerrando los ojos.

-Gracias de todos modos- dijo Camilo- pero no vuelvas a hacerlo-

-No prometo nada si vuelvo a ver que molestan a mi segundo primo favorito- dijo la muchacha sentándose en la orilla de la fuente y volviendo a ponerse su zapato. Al ver la expresión de Camilo, ella agregó- no pongas esa cara, ya sabes que Antonio es mi favorito…-

-Eso no lo puedo discutir- dijo el muchacho.

Pero al parecer a los niños les gustó lo que vieron. Sobre todo Cecilia y Alejandra se levantaron de su sitio y corrieron hacia ella con una sonrisa emocionada.

-¡Wow, Mirabel! ¿Dónde aprendiste eso?- preguntó Alejandra.

-De mi mamá, ¿de dónde más?- dijo Camilo con una risita traviesa mientras Mirabel le respondió sacándole la lengua- así que ya saben, no hagan enojar a Mira porque les dará con el zapato en la cabeza…-

Aún estaba diciendo eso cuando Juancho llegó y se unió al grupo con los demás. El niño les mostró una sonrisa como siempre al mezclarse con el grupo sin decir nada.

Al mismo tiempo, los gritos de Mirabel, de los niños y de los grandulones habían llegado a las casas de los vecinos de ese sitio, entre ellos la forja del pueblo. Matías, quien había estado trabajando, salió a ver qué había sido todo ese ruido y sonrió al ver a Mirabel gritándoles a los abusivos, pero más importante, aún estaba usando el broche que él le había regalado. El muchacho respiró aliviado y sonrió antes de regresar a trabajar.

x-x-x

Cocina de Casita

La tarde siguiente

Julieta regresó a refugiarse a la cocina después del descanso de mediodía, ya que era hora de comenzar a hacer la comida de la tarde. Estaba comenzando a preparar la masa para las arepas cuando vio llegar a su madre y a sus hermanos. Pepa tenía una nube negra sobre su cabeza y Bruno venía cabizbajo.

-¿Qué pasó?- dijo Julieta asustada al ver las expresiones de sus hermanos. Alma, sin embargo, tenía una expresión tranquila en su rostro. Julieta sabía que era raro que su madre entrara a la cocina y supuso lo peor.

-Nada malo, no se preocupen- dijo la abuela- solo quería discutir algo con ustedes-

-¡Mamá, nos asustaste!- exclamó Pepa mientras que Bruno y Julieta daban un suspiro de alivio. Alma no dijo nada y se sentó. Julieta vio a sus hermanos hacer lo mismo, pero ella tenía que seguir cocinando.

-¿De qué querías hablar, mamá?- preguntó ella.

-Mirabel- dijo la abuela, y los tres volvieron a alarmarse- ¡les dije que no era nada malo!-

-La costumbre…- dijo Bruno bajo su aliento, y su madre lo escuchó.

-Mmmmm- dijo Alma- solo quería que supieran que Mirabel ha tolerado mucho mejor la magia de la vela. Ya no la hemos visto palideciendo ni mareándose, así que creo que podemos dejarle la responsabilidad de la siguiente ceremonia de bienvenida a los nuevos habitantes del Encanto. Pero antes de eso, quería pedirles su opinión-

Julieta estaba preocupada y estuvo a punto de decir que podían tener paciencia y llevar las cosas con cuidado ya que su hija tenía apenas dieciséis años, pero Pepa habló primero.

-¿Puedo preguntar por qué la prisa, mamá?- dijo Pepa, su nube apareciendo de nueva cuenta en su cabeza- ¿tienes prisa por ya no estar con nosotros?-

-No es eso, mija- le dijo Alma con paciencia. Se volvió a su alrededor para asegurarse de nadie más estuviera escuchando esa conversación y añadió- mi única prisa es que tengo poco tiempo para enseñarle a Mirabel, cuando la vela aún me obedece un poco. Ya les dije que Mirabel no será mi sucesora, sino que ya lo es-

Los trillizos se quedaron en silencio por unos momentos, aún procesando lo que estaba diciendo la abuela.

-¿No es porque Mirabel usa su magia tan seguido, tocando la vela?- preguntó Julieta, y al ver a Alma alzar los hombros añadió- mamá, ¿y no tenemos alguna manera de retrasarlo? Mira apenas tiene dieciséis años. No digo que no sea capaz, pero es un peso muy grande sobre ella-

La abuela se llevó una mano a la frente.

-Lo sé, hubiera preferido que tuviéramos más tiempo, pero me quedan apenas unos meses- dijo Alma- créeme, Julieta, no quiero presionarla tanto…-

-Quizá deberías decirle la verdad a Mirabel- dijo Pepa- ella merece saber porqué estás haciendo esto. No debes dejar las cosas en secreto, sobre todo cuando pueden causar problemas si no se dicen-

Julieta vio a Bruno cubrirse con la capucha de su ruana y bajar la cabeza, pero no supo exactamente porqué. No le extrañaba mucho, su hermano solía hacer esas cosas en momentos en los que no había una razón para hacerlo. Alma se frotó la barbilla pensativa.

-Tienes razón, Pepa- dijo la anciana- se lo diré mañana que tengamos nuestra sesión. Y le daré a ella la opción de continuar como estamos o llevarlo un poco más lento…-

-Solo dile que puede negarse, mamá- dijo Julieta preocupada- Mirabel sigue queriendo agradarte-

Alma asintió y se puso de pie.

-Gracias por la plática, niños- dijo la abuela- que bueno que les pedí su opinión-

La anciana salió de la cocina dejando solos a los trillizos, quienes se miraron entre sí preocupados. Bruno bajó la mirada, aún con la capucha sobre su cabeza, y la nube de Pepa poco a poco comenzó a desaparecer de su cabeza. Viendo que sus hermanos no se iban a ir, Julieta sacó tres tazas y sirvió café.

-Vaya, mariposita sí que la tiene difícil…- comentó Bruno solamente.

-Bruno, ¿qué viste en la…?- comenzó a preguntar Pepa, pero Julieta la interrumpió.

-¡Pepa! Prometimos no preguntarle- la reprendió Julieta.

-No me digas que no quieres saber, Juli- dijo su hermana.

-No, no quiero saber- dijo ella- yo confío en el criterio de Bruno, él siempre tiene el mejor interés de Mirabel en mente-

Bruno no dijo nada y se mantuvo impasible, así que no pudo saber si era una visión buena o mala. Pepa gruñó pero finalmente relajó los hombros y se apretó el puente nasal.

-Bien, que Bruno guarde sus secretos- dijo ella sin muchas ganas- ¿qué podemos hacer para ayudarla?-

Julieta sonrió aliviada de que no solo Bruno se preocupara por su hija menor, sino Pepa también. Extrañaba esas charlas que tenían juntos los tres.

x-x-x

Arroyo

Al día siguiente

Mirabel se sentía muy bien consigo misma esa mañana. Sus clases con la vela iban muy bien, y no sabía cuánto faltaba para terminar su entrenamiento pero ya no se mareaba ni ponía pálida después, esperaba que eso fuera buena señal. Quizá en un par de años estaría lista para reemplazar a la abuela, aunque esperaba que ese momento no llegara pronto.

Terminó su desayuno y corrió hacia la habitación de la abuela para su lección. A diferencia de los días anteriores, la abuela se veía un poco dudosa.

-¿Abuela?-

-Ah, ahí estás. Pasa, Mirabel- dijo ella al verla- toma asiento, hay algo que te quiero decir antes de comenzar por el día de hoy-

La joven asintió y se sentó donde la abuela le había indicado, sintiéndose un poco preocupada. La abuela estaba jugando un poco con sus dedos antes de suspirar y sentarse a su lado. Tomó su mano.

-Hay algo importante que tengo que decirte- dijo ella- y quizá debí habértelo dicho desde el inicio…-

-¿Qué pasa, abuela? Te ves preocupada-

-Lo estoy, mija- dijo la abuela- no es algo que te tengas que preocupar pero… la razón por la que te he presionado un poco más en estas sesiones es porque me queda poco tiempo. No de vida- dijo rápidamente al ver la expresión de su nieta- no planeo dejarlos pronto-

-¿Entonces?-

-El día en que pusiste la perilla de la puerta y reviviste el milagro- dijo la abuela- la magia se volvió tuya. La vela siempre ha sido tuya desde el inicio, y me queda poco tiempo en el que me obedezca a mí. Pronto solo te escuchará a ti, por eso quiero que estés preparada-

Mirabel abrió la boca y luego la cerró. No se había imaginado eso, pero frunció el entrecejo sin entender porqué la abuela se preocupaba tanto.

-Entiendo, abuela. Gracias por decirme- dijo Mirabel sonriendo. No entendía porqué estaba tan preocupada por eso. Sí, ahora sabía que tenían prisa por terminar su entrenamiento, pero no había ningún problema.

-De nada, mija- dijo la abuela, seguramente aliviada de que lo hubiera tomado bien- sé que te sientes mejor, pero continuaremos mañana con esto. Haz los ejercicios que te encargué para aclarar tu mente y ve a tomar un poco de sol, tu tía parece estar contenta y el día está hermoso-

Con una sonrisa, Mirabel agradeció a su abuela y salió de casita para ir a dar una vuelta al pueblo. Decidió sentarse a la orilla del arroyo a solas, sin más compañía que un coatí que parecía obstinado en seguirla por todos lados.

Una vez que estuve en el puente del arroyo, se sentó en una banca que la gente del pueblo en la orilla del mismo y cerró los ojos. La abuela le había encargado que hiciera unos ejercicios de relajación para que sus emociones no volvieran a crear nada. Y había funcionado, desde el incidente de las casas nuevas, Mirabel no había vuelto a usar magia involuntariamente gracias a esos ejercicios.

-Mmmmm…- dijo Mirabel disfrutando el sol, recostándose sobre la banca y volviendo a respirar hondo.

-¿Eh…?¿Señorita?-

-Woaaaa…- dijo Mirabel mientras que se volvió a sentar sobre la banca tan pronto como escuchó a una mujer llamarla. Cuando lo hizo vio que era una joven de la edad de Luisa que era tan alta como su hermana, con la cara redonda y dedos gordos, pero tenía una sonrisa amable- ah sí, ¿en qué puedo ayudar?-

-Nada, solo quería saludarla- dijo la joven que parecía estar emocionada de conocerla- llevo poco tiempo en el pueblo pero vi que usted es una de las nietas de la señora Alma-

Mirabel sonrió amablemente.

-Ah sí. Lo siento, no tienes que ser tan formal- dijo ella extendiendo su mano- me llamo Mirabel Madrigal-

-Yo soy Elena. Elena Herrera- dijo la joven- he escuchado mucho de ti de mi hermano-

-¿Eh?-

-¿No lo recuerdas? Mi hermano es Ricardo Herrera, bailaste con él por un momento en la bienvenida hace unas semanas- dijo Elena antes de mostrarle una sonrisa traviesa- mejor no le diré que lo olvidaste, eso le rompería el corazón-

Mirabel tardó unos momentos en entender qué era lo que había dicho e hizo que sus mejillas se encendieran. La muchacha rió y se sentó en la banca.

-He escuchado mucho de tu familia también- dijo Elena rápidamente, como si quisiera quitarle la vergüenza que le había causado- ¡tu primo Antonio es el niño más dulce que he visto en toda mi vida!-

-Ah sí, Antonio es mi favorito de todos mis primos- dijo Mirabel con una sonrisa.

Elena pareció animarse por ello y comenzó a charlar con Mirabel sobre su familia, sus amigos y los eventos que se hacían en el pueblo. La mayor comenzó a contarle sobre su vida fuera del Encanto, los lugares que había ido y las dificultades con las guerras que habían ocurrido en esos años.

Igual que lo que había pasado al conocer a Ricardo, Mirabel estaba fascinada por escuchar todo lo que estaba pasando fuera del Encanto mientras que ella no tenía otra preocupación más que agradarle a su abuela y arreglar la magia. Bueno, sí eran preocupaciones legítimas, pero era muy interesante lo que había escuchado.

-Mirabel- dijo Elena finalmente poniéndose de pie- me dio gusto conocerte. Espero que pronto podamos verte de nuevo-

-Por supuesto- sonrió ella- también me dio gusto conocerte-

-¡Oh, mira!- dijo Elena señalando hacia el otro lado del puente- mira, mi hermano está aquí. ¡Ricardo, por aquí!-

Mirabel inmediatamente se puso nerviosa. ¡Era el joven apuesto con el que había bailado el otro día, justo antes de crear accidentalmente todas esas casas! Los nervios eran no necesariamente porque le pareciera guapo (que sí le parecía) sino porque tenía miedo de que la interrogara al respecto.

-Ah, señorita Mirabel- dijo el joven con una sonrisa, tomando su mano y acercándola en sus labios sin quitar sus ojos de los de ella- es un gusto volver a verla-

-Gra…gracias, igualmente- dijo ella sintiendo sus mejillas calientes otra vez, igual que con el comentario de Elena.

-¿No es genial?¡Mirabel es tan dulce!- dijo Elena abrazando el brazo de la muchacha antes de ponerse de pie- te veré en un rato, Ricardo-

-Mmmm- dijo el muchacho sin quitar los ojos de Mirabel.

Elena se levantó y los dejó solos, haciendo que Mirabel comenzara a sentirse aún más nerviosa al estar sola con él. ¡Esos ojos eran tan hermosos! Verdes, pero un tono tan oscuro que casi eran negros.

-Hay algo que me he estado preguntando desde esa hermosa noche en la que tuve el placer de bailar contigo- comenzó a decir Ricardo. Mirabel temió que fuera a preguntar sobre las casas, pero el joven agregó- no sé porqué no hay más de esos hermosos bailes en este pueblo. ¡Lo que daría por otra oportunidad de bailar contigo!-

Aquello no ayudó nada a que el rostro de la joven regresara a la normalidad y buscó una manera de salir de esa situación, pero no había nada que la pudiera sacar de ahí.

-Gracias, Ricardo- dijo ella parpadeando y bajando la mirada. El muchacho rió en voz baja.

-Ah, lo siento, no quería apenarte- dijo él- a veces solo digo lo que pienso-

Mirabel le sonrió y se pasó un mechón de cabello detrás de su oreja nerviosamente. ¿Así habían sido las cosas para Isabela en el pasado? No estaba acostumbrada a recibir ese tipo de halagos de nadie. Bueno, de Matías sí, pero ella siempre había pensado que era solo un buen amigo tratando de animarla y viniendo de él sonaban…diferente.

Antes de que la joven pensara siquiera en irse otra vez, Ricardo comenzó a charlar con ella de sus intereses: le contó un poco sobre Bogotá y Cartagena, le preguntó sobre los bordados de su falda y un poco sobre su familia. Poco a poco Mirabel comenzó a relajarse y respondió a la conversación más animada que ni siquiera se dio cuenta del paso del tiempo.

Después de poco más de una hora charlando con Ricardo, Mirabel recordó que era hora de la comida y que ya iba muy tarde, ¡sus familia debía estar esperándola!

-¡Ay no!¡Voy tarde!- dijo la muchacha poniéndose de pie de un salto- ¡lo siento, tengo que irme, mi familia me espera para comer!-

-Lo entiendo por completo- dijo Ricardo poniéndose de pie también- vaya, no me di cuenta cuánto tiempo pasó, estaba muy interesado en ti-

Tratando de no ruborizarse por enésima vez en esa mañana, Mirabel se despidió rápidamente y corrió de regreso a casita, pensando en que su familia se iba a molestar con ella.

x-x-x

Comedor de Casita

Al mismo tiempo

Dolores miró alrededor de la mesa con una sonrisa traviesa. Todos estaban un poco molestos que Mirabel no hubiera llegado a tiempo para la comida, pero la abuela les había dicho que comenzaran a comer a pesar de ello. La joven, sin embargo, estaba más interesada por la conversación que su prima estaba teniendo con ese apuesto joven.

Ella monitorizaba a todos los recién llegados como le había encargado la abuela, buscando posibles riesgos para el Encanto, pero había puesto mucha atención en ese muchacho desde que lo había visto bailar con Mirabel en la bienvenida. Había detectado su aire amable con todos sus vecinos, cómo había un ejército de chicas, comenzando por Marina, que estaban perdidamente enamoradas de él.

Y podía escuchar los latidos del corazón de Mirabel desde aquí. Ella no era indiferente.

"Pobre Matías, tiene competencia", Dolores no pudo evitar pensar al notar cómo la respiración y el ritmo del corazón de su prima se aceleraban mientras charlaba con él. Pensó en que quizá debería advertir a Isabella de esto, ella era su hermana mayor después de todo. Quería pensar que estaría al pendiente de la muchacha y hablaría con ella sobre "hombres", aunque ahora que lo pensaba, Isa y Mirabel no eran precisamente cercanas. Era más cercana a Luisa, pero hasta ahora no había tenido ninguna interacción con muchachos y no podría darle consejo.

Ya iban a media comida cuando Mirabel llegó corriendo, respirando agitadamente y con sus mejillas enrojecidas por el sol y por la carrera. Se lavó las manos apresuradamente y se sentó a comer con su familia, tomando asiento entre Bruno y Dolores con una expresión de que no quería que le preguntaran dónde había estado todo ese tiempo.

-Buenas tardes, familia. Yo solo… perdí la noción del tiempo- dijo la muchacha en voz alta mientras se servía de comer y recuperaba el aliento- oh, me encanta esto. Gracias, mamá-

Dolores sonrió traviesa y se inclinó a su prima, de modo que nadie la escuchara.

-Es guapo, yo también habría perdido la noción del tiempo- susurró.

Si Mirabel ya había recobrado su color original para entonces, las mejillas de la chica nuevamente se encendieron, seguramente cayendo en cuenta que Dolores había escuchado toda su conversación con Ricardo. Tartamudeó algo que quería decir que no sabía de qué estaba hablando Dolores y se metió una buena cucharada de sopa en la boca antes de sacar la lengua y buscar el vaso de agua con su mano.

-AAAAAAH caliente...-

-Mira, ya te hemos dicho que comas despacio, no es la primera vez que te quemas la lengua- dijo Isabela desde el otro lado de la mesa sin tener idea de lo que había pasado entre su hermana y su prima. Dolores rió nuevamente en voz baja y le guiñó el ojo, como si fuera una señal de que no diría nada al respecto.

Camilo involuntariamente atrajo de la familia la atención cuando uno de los coatíes de Antonio saltó de pronto sobre su regazo y el muchacho casi cayó de espaldas del susto por el súbito movimiento. El resto de la comida transcurrió sin mayor incidente y la familia se levantó de la mesa para continuar con sus actividades del día. Bruno y Mirabel tuvieron una breve conversación sobre los disfraces de las ratas que la muchacha acababa de terminar, pero Dolores estaba atenta a otra cosa. Matías había llegado a la casa diciendo que quería ver a Camilo, pero Dolores sabía que estaba ahí para ver a Mirabel.

Eso se iba a poner mejor que la ratanovela de tío Bruno.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! Por poco se me olvida actualizar hoy, así que aquí tienen, espero que les guste el hecho de que Mirabel tiene otro pretendiente que le acelera el corazón.

Muchas gracias por sus reviews. Abrazos.

Abby L.