Resumen: Mirabel fue elegida por la magia como la sucesora de la abuela Alma, pero también por un viejo enemigo de los Madrigal para saldar cuentas pendientes.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

SUCESIÓN

CAPITULO 13

Cuarto de Isabela

La noche siguiente

Isabela se cepillaba el cabello con tanta fuerza que parecía que quería arrancárselo mientras que se miraba furiosa al espejo. Estaba furiosa después de que Mirabel le había pedido disculpas por no escucharla y le contó sobre lo sucedido con Ricardo. El muy desgraciado tuvo suerte que solo Luisa y Matías solo lo golpearon, ella lo hubiera estrangulado si hubiera tenido la oportunidad y no estaría respirando en este momento.

Ya decía ella que ese muchacho no le había agradado, casi desde que Mirabel le dijo que tenía supuestamente diecinueve años, aunque Isabela estaba segura de que era mayor. Y lo obstinada que su hermanita se puso al respecto le decía de lo ilusionada que estaba de ser el centro de atención de los muchachos por primera vez en su vida.

En parte eso era su culpa, ella siempre había acaparado la atención de todos lejos de su asombrosa hermana.

Jamás se lo confesaría a Mirabel, pero eso era algo que ella extrañaba de ser perfecta. A nadie le llamaba la atención la creativa Isabela si no era perfecta, y quizá eso era bueno para ella, no tanto para Mirabel porque ahora ella era quien tenía que ser perfecta para los demás. Las personas se acercarían a Mirabel solo interesadas en tener influencia sobre ella cuando sea oficialmente la líder del Encanto. Además de que la gente la observaría esperando a que cometa un error para criticarla y decir que finalmente no era digna de la magia.

El otro día había escuchado a la envidiosa de Marina decir que los muchachos solo se sentían atraídos por Mirabel solo porque era la heredera del milagro, y en el caso de Ricardo, eso seguramente era cierto. Por no decir que además de interesado era un bastardo siniestro por haber forzado así a su hermanita.

¡Las ganas que tenía de sembrarlo con sus cactus!

Dejó escapar un largo suspiro y puso su cepillo en el peinador, rindiéndose antes de arrancarse el cabello y volviéndose a Mirabel, quien se había quedado dormida en su cama mientras que las dos charlaban en pijama en su habitación.

-Te debo una disculpa, Isa. Tenías razón cuando me advertiste de él- le había dicho Mirabel antes de proceder a contarle lo que había pasado.

Isabela estaba horrorizada por ello y sorprendido por cómo Mirabel se había recuperado tan rápido de ese incidente. Ella no sabía cómo se sentiría si le hubiera pasado lo mismo a esa edad por alguien en quien había confiado. Nuevamente, quizá habría estrangulado al sujeto en cuestión, lamentablemente su hermana no tenía poderes como los de ella.

Ahí es donde entraba ella, y por eso la abuela le había pedido que vigilara que Ricardo no se le acercara de nuevo. Oh, ella deseaba que lo intentara, le daría una excusa para ponerlo en su sitio.

Las hermanas se habían quedado charlando juntas hasta muy entrada la noche, hasta que Mirabel se había quedado dormida en su cama. Usualmente tenía esas conversaciones hasta tarde con Dolores, pero le gustaba pasar tiempo con cualquiera de sus dos hermanas. Luisa nunca lo hacía, ella siempre prefería pasar a solas su tiempo de descanso, pero a Mirabel le encantaba pasar tiempo con ella.

Isabela se acercó a su hermana y le quitó las gafas, poniéndolas en su mesita de noche antes de meterse a la cama también. Ese movimiento provocó que Mirabel se despertara un poco y se volviera hacia ella.

-Shhh, solo soy yo, Mira- le dijo en voz baja ajustándose las mantas de la cama- vuelve a dormirte-

-¿Qué pasó?- dijo ella medio dormida.

-Nada, solo te quedaste dormida aquí- dijo Isabela quitándole un mechón de cabello de la frente- vuelve a dormir-

Mirabel obedeció sin discutir, volvió a cerrar los ojos mientras que se arropó y casi de inmediato se quedó dormida. Isabela acarició el cabello de su hermanita con una sonrisa y cerró los ojos también. Habían tenido mucha suerte de que ese incidente desagradable no pasara a mayores, y juró en silencio que si alguien volvía a hacer llorar a su hermana, ella lo haría llorar.

x-x-x

Casita

Días mas tarde

Mirabel podía llegar a ser muy distraída, pero sabía bien que su familia se traía algo entre manos que no le había dicho. La verdad no eran para nada discretos e inmediatamente supo que algo estaba pasando. Parecía que era imposible que Mirabel saliera de casita sin ser acompañada por alguien. Camilo era quien usualmente parecía estar pegado de su cadera, siguiéndola por todas partes como su sombra pero últimamente el resto de la familia se había unido a esa conducta.

Su papá era el menos discreto de todos en la familia, y siempre tenía algo urgente que hacer en el pueblo cuando ella decidía salir a comprar telas o solo a estirar las piernas, y sus excusas para acompañarla era cada vez peores. Lo malo es que Agustín no sucumbía a la presión y aún no había logrado que le dijera qué era lo que le estaban ocultando.

Igual Isabela, Luisa y Dolores, siempre parecían tener un pretexto para acompañarla cuando Camilo no lo hacía, y ellas no le decían nada tampoco. Mirabel se había empeñado en acosarlas hasta que le dijeran la verdad, pero Dolores e Isabela eran inamovibles. Luisa simplemente le dijo que la acompañaba porque quería emparejar la cara de Ricardo si se lo topaban, algo de lo que ella no se quejaría.

Pepa y Félix la acompañaron una vez, y su tío estuvo a punto de decirle pero un trueno de la nube de su esposa lo hizo cambiar de parecer y nunca más mencionó el tema para su total y completa frustración. ¿Qué tenían que hacer para que fueran sinceros en su familia?

Camilo solo sonreía con una expresión petulante, pero se negaba a decirle.

-Vamos, Mira, no tiene que sorprenderte- le dijo Camilo con esa sonrisa de nuevo- todos quieren pasar más tiempo contigo. Y quieren tener una excusa para golpear a Ricardo-

-Si no me vas a decir la verdad, no tienes que mentirme, Camilo- dijo Mirabel cruzándose de brazos y rodando los ojos de que su primo casi hermano se negara a compartir esa información con ella, sobre todo después de lo sucedido- como si Dolores fuera a golpear a alguien…-

-Bueno, no todos- dijo su primo con una sonrisa traviesa- pero el otro día escuché a Dolores convenciendo a Antonio de mandar a Parce a morderlo-

Al ver que su primo no le diría, se volvió a Amelia. Quizá su nueva amiga podría darle más información.

-Tú sabes, ¿verdad, Ame?¿Ve vas a decir?- dijo Mirabel con ojitos de cachorro.

-Yo no sé nada, Mira, lo siento- dijo Amelia cruzándose de brazos- este tonto no me ha querido decir tampoco-

-Uuuuuuggggghhhh- gruñó largamente la muchacha, comenzando a caer en cuenta de que nadie le diría nada. Solo tenía dos opciones, preguntarle a su tío Félix cuando Pepa no estuviera escuchando o…

-¡Oh!- exclamó Mirabel. Ya sabía de alguien que nunca había sido capaz de decirle que no en el pasado y siempre se esforzaba por darle gusto. Con esa idea en mente se echó a correr hacia la torre de Bruno.

Su tío estaba ensayando las ratanovelas en el pequeño escenario que Camilo y Antonio habían construido en sus ratos libres y para el que Mirabel había creado unas hermosas cortinas. Al verla entrar a su torre, Bruno le sonrió ampliamente y se puso de pie para saludarla dejando a las ratas aún en el escenario.

-Que sorpresa que vienes a visitarme, mariposita- le dijo Bruno alegremente- creí que tu abuela te mantendría ocupada todo el día como de costumbre-

-Solo un poco- dijo Mirabel- tío, ¿acaso tú sabes porqué todos me siguen a todas partes?-

La sonrisa de Bruno se borró, y en vez de ella le mostró una expresión preocupada. Aquello confirmó sus sospechas de que la familia tenía un secreto.

-Sí, pero no estoy seguro de que deba hablar contigo de ello- dijo él. Mirabel infló las mejillas. Ella insistió pero su tío sacudió la cabeza enérgicamente.

-Por favor- dijo ella- ¿no dijiste que era mejor que no me ocultaran las cosas?-

Bruno observó a su sobrina al caer en cuenta de que estaba usando sus palabras en su contra, y suspiró apretándose el puente nasal. En efecto no sabía decirle que no a su sobrina favorita.

-Ven, vamos a sentarnos- dijo finalmente derrotado. Mirabel lo siguió y tomó asiento en el sofá, del lado contrario de donde estaba él- escucha, no quiero que te sientas mal pero tu abuela nos llamó a tu mamá, Pepa y a mí para charlar sobre lo que había pasado con ese… individuo que te atacó el otro día-

Mirabel abrió los ojos y tuvo una fea sensación al recordar lo horrible que se había sentido cuando sucedió eso.

-¿Ves? Te hice sentir mal…- comenzó a decir Bruno, dispuesto a terminar la conversación pero ella sacudió la cabeza.

-Estoy bien, tío. Eso ya está en el pasado- dijo Mirabel- ¿qué fue lo que pasó?-

-Nosotros creímos que la decisión de mamá de no expulsarlo del Encanto había sido demasiado leve para él y estábamos preocupados de que… te ataque de nuevo- dijo Bruno en un susurro, como si esperara que con eso Mirabel no se sintiera tan mal. Ella solo asintió como si no pasara nada en su interior al escuchar eso- al final, prometí a tu mamá que miraría el futuro de nuevo, en caso de que lo intentara, para tener una razón para sacarlo del Encanto-

-¿Y?- dijo ella, cada vez más preocupada.

Como respuesta, Bruno se puso de pie y caminó hacia su mesita de noche, sacando una tableta color jade y regresó para ofrecérsela a Mirabel. Cuando la muchacha la tomó no pudo evitar que sus manos temblaran, pero la tomó con firmeza y la miró.

Se parecía mucho a la visión anterior, con ella encogida de rodillas en el suelo, pero había una figura que le parecía extrañamente familiar con la mano extendida, como si acabara de empujarla. Estaba en una habitación que solo contenía un sofá y un cuadro colgando de la pared. Levantó la vista.

-Es lo mismo que me mostraste la última vez, ¿no?- dijo Mirabel recordando esa visión que había plagado sus sueños los días después de que su tío la compartiera con ella.

Bruno señaló la fotografía. Al verla más de cerca era un hombre con una mirada furiosa, con horribles marcas en su piel que cubrían la mitad de su rostro. Mirabel se cubrió la boca con una mano sintiendo compasión por el pobre hombre antes de levantar la mirada a su tío.

-No sé quien es-

-Eso es porque nunca lo conociste- le explicó Bruno visiblemente incómodo. Era obvio que esa no era una conversación que quería hablar con ella- ese hombre fue expulsado del Encanto por tu abuela hace treinta y seis años-

-¿El que trató de…?- comenzó a preguntar ella, y su tío asintió. Mirabel sintió un vuelco al recordar al joven que bailó con su mejor amiga durante la boda de Dolores, el mismo que había intentado acercarse a ella varias veces- pero… ¡hay un Marfil en el Encanto. ¿La abuela sabe esto?-

-Sí, pero ella dijo que la visión no lo muestra a él. Y Dolores ha estado monitoreándolo y no ha escuchado nada malo, así que le dará el beneficio de la duda- dijo Bruno frunciendo el entrecejo, claramente sin estar de acuerdo con la decisión de la abuela.

Mirabel comenzó a sentir pánico al ver la tableta verde. El hombre que iba a causar ese futuro estaba aún en el Encanto, y la abuela no lo había expulsado. ¿Ella podía hacerlo? ¡Tenía que hacerlo en la próxima sesión! Pero quizá sería ya demasiado tarde. ¿Qué pasaría si no funcionaba?¿O si ese hombre la atrapaba primero?

De pronto, la voz de su tío la trajo de regreso a donde estaba.

-Hey, Mirabel, respira- dijo Bruno poniendo sus manos en los hombros- estás a salvo con nosotros, nadie te va a lastimar-

La muchacha no se había dado cuenta de que estaba hiperventilando. Hizo un esfuerzo consciente de respirar con normalidad. Cuando lo hizo, Bruno inesperadamente le dió el más enorme abrazo.

-No vamos a dejar que nadie te haga daño, mariposita. No tienes que temer- le dijo Bruno sin soltarla. Mirabel siguió abrazándolo, esperando que su tío tuviera razón.

x-x-x

Detrás de casita

Esa tarde

Matías había ido a ver a Mirabel esa tarde, esperándola en la puerta trasera para que lo acompañara a la orilla de los árboles porque sabía lo mucho que a ella le gustaba ver las luciérnagas, y había traído algo de comida del pueblo para cenar algo.

Pero Mirabel en esos momentos seguía distraída por la profecía de Bruno, así que no había dicho ni comido nada. Matías no le preguntó nada hasta que hubieron pasado varios minutos y había ya comenzado a oscurecer.

-¿Está todo bien, Miri? Pareces preocupada- preguntó él.

-Mmm…- dijo ella apoyando su cabeza en el hombro de Matías después de mirar hacia atrás. No quería que sus primos escucharan eso si es que alguien la estaba siguiendo- es solo algo que me advirtió tío Bruno que me… preocupó un poco-

-Mmm..- dijo Matías pensativo- ¿es la razón por la que tu familia nos pidió que te vigiláramos?-

-¿Qué?¿Te lo dijeron a ti también?- dijo Mirabel ofendida. ¿Por qué se habían negado a decirle a ella, pero a Matías y a Lucía sí?- ¿por qué nunca me dicen nada, como si no pudiera manejar la verdad?¿O es que entonces no confían en mí?-

-Hey, espera- dijo el muchacho levantando las manos- a Lucy y a mí solo nos dijeron que te acompañáramos cuando ellos no estuvieran y que estuviéramos atentos. No fueron nada específicos con ninguno de nosotros, y según tengo entendido ni siquiera le dijeron a Camilo o a tus otros primos el porqué, aunque todos asumimos diferentes teorías-

Mirabel se sorprendió de escuchar eso. ¡Ese mentiroso de Camilo! ¿Entonces ella era la única que lo sabía, fuera de los mayores?

-¿En serio? ¡Si Camilo estuvo actuando todo el tiempo como si él supiera algo que yo no!- exclamó ella indignada, lo que hizo reír a Matías.

-Es Camilo. Es lo que siempre ha sido un fanfarrón, no sé porqué te sorprendes- dijo el muchacho encogiendo los hombros y sonriendo.

La muchacha meditó lo que le había dicho Matías cuando sintió que puso su mano sobre la de ella. Levantó la vista y notó que él ya había dejado de sonreír, mirándola fijamente con preocupación.

-¿Quieres hablar de eso?- preguntó Matías.

¡Claro que sí! Mirabel se moría por desahogarse con alguien, pero sabía que cualquier cosa que dijera sería escuchada por Dolores y su tío le había pedido que no divulgara su visión a nadie.

-Sí, pero sabes que no puedo- dijo ella señalando su propio oído, refiriéndose a su prima, y el muchacho lo entendió de inmediato.

-No me tienes que dar específicos, puedes solo contarme cómo te sientes- dijo ella.

-Yo… un poco preocupada- dijo Mirabel comenzando a describir sus emociones. El recuerdo de la visión de Bruno había regresado de golpe a ella con una oleada de emociones, y no se dio cuenta cuando inconscientemente se abrazó a sí misma- estoy preocupada y tengo miedo de lo que va a pasar, por algo tío Bruno y los mayores están preocupados, es algo serio y yo me siento igual… y estoy frustrada porque no puedo tener una vida normal sin preocupaciones. Está bien que somos los Madrigal y todo, ¿pero realmente tenemos que estar a punto de que algo malo suceda todo el tiempo? ¿Y qué voy a hacer si sucede? Porque si lo hace, si lo que temo llega a pasar, no sé si pueda salir de eso, voy a decepcionar a todos y…-

-¡Miri!- exclamó Matías poniendo sus manos sobre los hombros de ella, haciendo que se detenga de golpe. Cuando Mirabel volvió a enfocarse en su rostro vio una mirada preocupada sobre ella- respira un momento, el pánico no te va a ayudar a mejorar esto-

Fue cuando se dio cuenta de que estaba había escupido sus palabras rápidamente y su corazón latía tan fuerte que parecía golpear sus costillas. Se enfocó en la respiración de Matías y comenzó a tratar de tranquilizar su corazón. Estaba bien, estaba a unos pasos de casita con Matías, no estaba en peligro de ninguna manera.

-Gracias- dijo ella exhalando tranquila después de un rato- lo siento-

-No lo sientas- dijo él en voz baja- puedes desahogarte conmigo cuando quieras, pero no quería que estuvieras ansiosa. El pánico no te va a ayudar a encontrar una solución. Tú has hecho tanto y librado tantas cosas, Miri. Salvaste la magia y el Encanto, y estamos seguros gracias a ti. Y es injusto que tengas que tener tantas preocupaciones pero si alguien puede con ellas, esa eres tú-

Mirabel miró a Matías como si no hubiera visto eso antes. Tenía razón, su pánico no le ayudaría a nadie y, si en verdad pasaba lo que vio tío Bruno, haría las cosas difíciles para todos.

-Gracias, Mati- dijo ella sonriendo mucho más relajada que hacía un momento, apoyando su cabeza en el hombro de él y respirando hondo.

-Cuando quieras, Miri- dijo él apoyando su mejilla en su cabeza.

La muchacha respiró hondo y miró de reojo la mano de Matías apoyada en el suelo en el espacio entre los dos al mismo tiempo que el espectáculo de luciérnagas comenzaba a brillar alrededor de los dos, junto a la suya. Flexionó los dedos de su mano un par de veces, preguntándose si él se molestaría si tomaba su mano. Tragó saliva y finalmente lo hizo, puso su mano sobre la del muchacho y él automáticamente la tomó, dándole un suave apretón. Su mano era un poco áspera, algo esperado en un herrero, pero la manera en la que tomaba la suya le daba una sensación agradable.

Mirabel comenzó a sentir una tormenta en su interior que no tenía nada que ver con el miedo y la ansiedad que había tenido apenas unos minutos antes. Se sentía tan bien que Matías tuviera su mano enlazada con la suya, y quería un poco más. Había estado tan concentrada en sus preocupaciones que se había olvidado de disfrutar esos pequeños momentos que de tanto en tanto tenía con él. Ahora quería saber cómo se sentía su cabello, a qué olía más de cerca y… cómo se sentiría besarlo.

Su experiencia después de que Ricardo la forzara a tener ese beso, había sido algo muy desagradable, pero porque se había sentido violentada e impotente por la manera en que sucedió. ¿Sería diferente con Matías, si ella era la que quería hacerlo?

-Estás muy pensativa otra vez- observó el muchacho, devolviéndola a la realidad. Mirabel se separó de él para poder mirarlo otra vez.

-Yo… me estaba preguntando…- dijo ella sin saber si debía completar esa frase o no- ¿te molestaría si… si toco tu cabello?-

Pero se arrepintió de haberlo dicho tan pronto como las palabras abandonaron su boca. ¿En qué había estado pensando? Ahora Matías iba a pensar que era rara o algo.

El muchacho pareció un poco sorprendido por la pregunta, pero volvió a sonreír y solo inclinó su cabeza hacia ella para que lo tocara. Animada por esa invitación, Mirabel extendió sus manos hacia ella su cola de caballo y tocó su cabello apenas con la punta de sus dedos. Era tal como se lo había imaginado, suave y agradable al tacto.

Aún estaba con sus dedos en el cabello del muchacho cuando él se volvió hacia ella y extendió su mano hacia Mirabel, comenzando a acariciar su mejilla con su dedo índice cuando ella no se retiró.

Para entonces las luciérnagas estaban olvidadas y los dos adolescentes se habían girado para mirarse a los ojos. Los de Mirabel se fijaron por un momento en los labios del muchacho, preguntándose cómo se sentiría, o si estaría bien que ella tomara la iniciativa y acortara la distancia. Matías lo notó y se acercó a ella aún más, pero aún dejando un poco de distancia entre los dos, y pasó sus dedos de la mejilla al cabello de Mirabel, solo pasando las puntas junto a la línea del cabello.

-¿Estás segura de que quieres esto, Miri?- le preguntó en un susurro y ella sonrió moviendo apenas su cabeza hacia abajo y arriba. Eso era todo lo que Matías esperaba para hundir sus dedos en el cabello de Mirabel y finalmente terminó de cerrar la distancia, apenas poniendo sus labios sobre los de ella.

En ese momento Mirabel tuvo una hermosa sensación en su interior, como si fuera una gran explosión de emociones positivas y agradables, como si estuviera tocando el cielo. La diferencia entre esa y su experiencia previa era tan extrema como el día y la noche, esa era una hermosa sensación liberadora. Sin pensar puso sus manos en los hombros de Matías y se acercó un poco más, haciendo que todas las sensaciones aumentaran exponencialmente. Los dedos del muchacho seguían en lo profundo de sus cabellos, deslizándose de poco en poco hasta que se detuvieron en la parte posterior de su cabeza.

Después de lo que le pareció apenas un respiro tocando el cielo, Matías se separó de ella un poco sonrojado y retiró su mano de su cabello para ponerla sobre su hombro.

-Respira- le dijo en un susurro. Fue entonces cuando se dio cuenta de tenía que recuperar el aliento después de ese beso- ¿cómo te sientes?-

Ella solo atinó a sonreír sonrojada mientras seguía recuperando el aliento. ¿Por qué se había preocupado tanto? ¡Eso había sido maravilloso! Y odiaba a Ricardo por habérselo arruinado de esa manera. Y no lo admitiría en voz alta, pero quería volver a besar a Matías una y otra vez después de lo que acababa de sentir. No espero a que él lo hiciera, Mirabel volvió a acortar la distancia y lo besó de nuevo, por poco haciéndolo caer de espaldas pero por suerte Matías apoyó su brazo para no caer.

Ese beso fue un poco más breve, y Mirabel se ruborizó sin poder creer que había hecho eso.

-Wow- solo atinó a decir sin aliento, ajustándose las gafas en un gesto un poco distraído. Matías rió en voz baja.

-Me encantaría continuar con esto, pero ya es tarde y no quiero que tu papá me asesine si nos ve así- dijo el muchacho levantándose del suelo y ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse para dirigirse a casa. Una vez que estuvo de pie, Matías no la soltó.

Los dos caminaron de regreso a casita tomados de la mano, y el muchacho se detuvo en la puerta trasera de la casa. Sospechando lo que había pasado, casita comenzó a mover el suelo de emoción haciendo que ambos rodaran los ojos.

-Gracias por… esta noche, Mati- sonrió ella.

-Fue un placer pasar tiempo contigo, Miri- dijo Matías acercándose a ella y besando su mejilla- buenas noches-

Mirabel lo vio alejarse hacia su casa sin dejar de sonreír sonrojada, sintiéndose en esos momentos en las nubes, y entró a casita sintiendo que iba a morir de felicidad tan pronto como Matías desapareció de su vista.

Cuando cruzó la puerta y se dirigió a las escaleras para subir a su habitación las vio bloqueadas por sus hermanas, sus primos (excepto Antonio), Mariano y Amelia, sonriéndole ampliamente como si hubieran estado esperándola. Dolores la miraba con una sonrisa sabionda, pero el resto la miraban llenos de curiosidad.

-¿Yyyyy?- preguntó Camilo con una enorme sonrisa traviesa, seguramente al verla tan sonrojada- ¿qué tal te fue con Mati?-

Pero en vez de sonrojarse más, la muchacha les devolvió una expresión traviesa que los sorprendió.

-Ah no, no les diré nada- dijo Mirabel con una expresión astuta- ustedes me ocultaron cosas, ahora yo se los ocultaré-

-¡Pero queremos saber!- protestó Isabela.

-Qué pena- dijo Mirabel encogiendo los hombros.

-No seas así con nosotros, Mira. ¡Dinos!- exigió Camilo apoyado por el resto de las muchachas.

Pero Mirabel no respondió, sino que se escabulló entre ellos para subir a su habitación y cerrar la puerta tras de sí, pidiéndole a casita que no dejara entrar a nadie. Ignorando los gritos fuera de su puerta, la joven se dejó caer sobre su cama mirando hacia el techo con una sonrisa boba.

Revivió el momento de su primer beso (porque había decidido que lo que hizo Ricardo no contaría) una vez más en su mente. La linda sensación de los dedos de Matías en sus cabellos, su mirada llena de amor, su aroma y… sus labios sobre los suyos. Aún pensando en ello se llevó su dedo índice a sus labios con una sonrisa.

x-x-x

Al mismo tiempo

Camilo gruñó frustrado al ver a Mirabel entrar a su habitación sin decirle nada. Estaba seguro que algo había pasado entre ellos porque vio a su prima regresar toda roja y con una sonrisa boba después de despedirse de Matías. No había pasado desapercibido que el muchacho besó su mejilla antes de despedirse de ella.

Una parte de él quería gritar de emoción y la otra quería saber todos los detalles de lo sucedido esa noche para poder gritar a gusto.

-¡Dolores, tienes que decirnos!- dijo Isabela de pronto, interrumpiendo sus pensamientos. Camilo cayó en cuenta de que su hermana había escuchado todo el intercambio y se unió a Isabela.

-Vamos, Dolores, todos queremos escuchar- dijo él.

Pero la aludida también sonrió de lado y sacudió la cabeza con una exasperante expresión de suficiencia que hizo que todos gruñeran.

-Por favor, todos queremos saber- dijo Luisa.

-Lo siento, si Mirabel no les dijo yo tampoco lo haré- dijo la joven haciendo un ruidito de "hmf" y regresando también a su habitación junto con Mariano.

Viendo que no iban a conseguir la información que querían, Isabela y Luisa se fueron también, dejando a Camilo solo con Amelia. El muchacho se dejó caer en una de las hamacas y volvió a gruñir, haciendo reír a su acompañante.

-Ya te contará ella misma- le dijo Amelia dándole unas palmaditas- cuando se le pase el coraje de lo que no le quisiste contar. O Matías-

-Ja. Matías no me dirá nada, la prefiere a ella en vez de a su mejor amigo- dijo Camilo.

-No seas dramático- dijo ella riendo y sentándose a su lado. El muchacho tomó su mano y le dio un apretón con una sonrisa, ahora pensando en que quizá debería transformarse en Antonio para que Mirabel le contara la verdad.

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CONTINUARÁ...

¡Hola a todos! Las cosas comienzan a mejorar, pero Mirabel ya se dio cuenta de que su familia la está siguiendo. Bruno no puede decirle que no a su sobrina favorita.

Muchas gracias por seguir leyendo. Abrazos.

Abby L.