— Entonces... ¿No te molesta?
Mina parpadeó, incrédula, ante la respuesta de su amiga. — Porque, no quiero que cuando tengamos 70 años, y vayamos por nuestro segundo matrimonio, me señales con tu dedo arrugado y acusador, diciendo: "Taiki era mío".
Su voz era la perfecta imitación de una septuagenaria indignada, por lo que Ami no pudo evitar reír, a pesar de la seriedad del tema.
Era muy propio de su amiga tomar la salida cómica cuando el tópico le resultaba inquietante.
— ¿Sólo dos maridos? ¿Qué te parece otro más, antes de la jubilación?
Podía seguirle el juego de la evasión, si era lo que deseaba.
Mientras apilaba una toalla sobre otra hasta obtener la altura precisa para que consiguiera descansar sin que su tobillo sufriera por ello, Ami pensó en lo inverosímil que le hubiera resultado ésta charla meses atrás, cuando el romance sólo tenía espacio en su vida como parte de una composición poética.
Y sin duda, entre su grupo de amigas, Mina era la indicada para hablar del amor. Pues, Serena, en efecto, tenía a Darien, y se amaban, sin embargo, no había tenido que andar ése largo y tortuoso camino que implicaba la búsqueda del "indicado"; sencillamente, el amor la había encontrado a ella, el verdadero, el de "para siempre". Qué afortunada.
Rei, sí que era todo un reto para Cupido, con su férrea determinación de ser dueña de sí misma y cuya pasión tenía siempre un propósito específico.
Lita, había conocido el amor, y se quedó prendada del recuerdo con tanta fuerza, que tal vez no volvería a abrir las puertas de su corazón a ningún otro.
Y estaba Mina, quien tenía tanto amor para dar, y disposición para entregarlo en partes iguales.
Aquello podía resultar escandaloso para muchos, aquellos que por temor no se lanzaban a la aventura, que no tenían el valor de arriesgarse como ella: sin miedo y sin rodeos, pues vida sólo hay una.
Era sencillo encasillarla en el papel de "rubia tonta enamoradiza".
Ami casi sentía pena por quienes lo hacían, ya que al dejarse llevar por una errónea primera impresión, se perdían de conocer a ése ser maravilloso y complejo que se ocultaba muy bien tras un bello rostro de apariencia inofensiva.
Pero su amiga no tenía de tonta ni una sola hebra de pelo rubio.
Simplemente, elegía con sumo cuidado cuándo y con quién emplear sus mejores armas, las cuales, no se relacionaban en lo absoluto con sus atributos físicos, como a la mayoría le gustaba creer.
El asignar etiquetas resulta muy cómodo para quien las asigna, mas no para quien debe cargar con ellas.
La suya tenía varios nombres: "Nerd", "ratón de biblioteca", "cerebrito", "aburrida", y un largo etcétera al que había aprendido a restar importancia… Ella conocía su valía, por lo tanto, la opinión de los demás no la definía.
No malgastaría su tiempo y energía en demostrarles lo equivocados que estaban. Quien se atreviera a ver más allá de la superficie, tendría algo de su genuino interés.
Una postura que, tenía la seguridad, Mina compartía.
Le echó un vistazo, pues se percató de que llevaba un rato en silencio.
Tal vez se había quedado dormida.
Los medicamentos tenían ése efecto, y a fin de cuentas, la recomendación de su madre era reposo, o ése esguince de primer grado podría agravarse.
Iba a levantarse de la cama, cuando su voz la detuvo.
— Ami, ¿vamos a hablar sobre esto, o continuaremos con las preguntas absurdas fáciles de digerir? Te prometo olvidar que me besó si me dices que es a él a quien amas, y, nunca, en serio nunca, volver a ponerle las manos encima… por muy tentador que sea.
Sonaba adormilada, mantenía los ojos cerrados, aun así, la verdad era palpable en cada una de sus palabras.
Un momento… ¿mencionó un beso?
Pasó de estar enternecida a totalmente sorprendida ante tal declaración
— Espera, ¿he entendido bien? ¿Taiki te besó?... ¡Taiki te besó!... ¡Oh, por Dios, cuéntamelo todo!
— Querida, me gustaría que, quien haya dudado alguna vez si te corre sangre en las venas te escuchara justo ahora, deseando cotillear.
— No me digas que elegirás éste momento para comenzar a ser discreta y guardar secretos.
— Mira eso, el ratoncito busca pelea.
Y ambas rieron a carcajadas.
Tras tomar aire, Mina llevó la conversación a donde realmente importaba.
— Hagamos un trato. Te contaré con detalle lo sucedido en mi "noche de pesadilla maravillosa" sí tú me dices francamente si estoy poniendo en riesgo nuestra amistad al intentar averiguar a dónde me lleva "el camino violeta".
— Deberías saber ya que nuestra amistad es a prueba de todo, que el cariño prevalecerá sobre cualquier diferencia. No hace falta negociar.
— De eso no tengo duda. Sólo, ¿podrías por favor darle tranquilidad a ésta pobre alma torturada? ¡Por favor, por favor, por favor!
Mina acompañó la súplica con gestos y ademanes dignos del dorama del horario estelar, y culminó con una mirada llena de esperanza.
¿Quién podría resistirse a eso?
Ella no, por supuesto.
— No tienes remedio. Me pregunto si Taiki tiene idea en lo que se está metiendo. Tal vez haya que advertirle.
Su pequeña broma obtuvo una fulminante mirada en respuesta. No se inmutó. Con calma, siguió hablando.
— Aprecio el que te preocupes por mí, aunque en el fondo sabes que no hay manera de que nuestra amistad sea puesta en riesgo por ningún hombre en el mundo. Y es por el cariño que te tengo que no permitiré que me uses como excusa para ceder al miedo que te provoca lo que descubriste con Taiki anoche.
Mina movió los labios pero no pronunció palabra alguna en protesta.
Dejar a Aino en silencio era una proeza de la que muy pocos podían jactarse.
La peliazul continuó.
— Sé que te has dado cuenta de que él no es como los chicos con los que acostumbras salir, de ésos que no te importa si desaparecen después de una noche. Y, mi querida amiga, quizá sea eso justamente lo que necesitas experimentar: Una relación de verdad.
La aludida se llevó la mano al pecho con expresión asustada, cual espíritu maligno al que acabaran de rociar con agua bendita.
Lo que le confirmó a Ami que había acertado.
— Pero… Somos tan distintos… ¿Qué podría encontrar interesante en mí?
Dijo finalmente, dubitativa.
—¡Vamos! ¡No me salgas con eso! No te restes crédito. Es obvio que ya ha visto algo, y eso que sólo pasó unas horas junto a ti. Date la oportunidad, jamás has sido cobarde, no empieces ahora.
— ¿No crees que nos estamos apresurando? Es probable que no me busque ni me llame, lo de anoche pudo ser una especie de milagro.
— Basta con eso, deja el auto sabotaje. Lo mejor será que tomes tu medicina y descanses. Ya relajada y sin dolor, recuperarás tu usual optimismo.
Menos mal que sólo fue una torcedura, la hinchazón pasará pronto si guardas el debido reposo.
— ¡Pero el fin de semana apenas empieza! Y yo aquí confinada, ¡qué aburrido!
Se quejó, haciendo puchero.
— Tranquila, no será tan malo, ya me he encargado de eso. Creo que dejaremos las confidencias para otra ocasión, ¿de acuerdo?
Le guiñó un ojo tras leer un mensaje en su celular, y se dirigió a la sala.
El timbre sonó.
— ¡Llegó al rescate la caballería!
Exclamaron Serena y Lita en cuanto abrió la puerta.
Llevaban consigo toda una dotación de comida y bebidas que de inmediato colocaron en la cocina.
Tras ellas, entró Rei, con su aporte anti aburrimiento: Dvd´s con los títulos favoritos de Mina. La mayoría comedias románticas y musicales, Desde Bridget Jones hasta Grease. En un acto de solidaridad, incluso había incluido High School Musical, Fame y Step Up. Si su amiga disfrutaba cantando los temas e imaginando que era ella la bailarina o cantante en escena, no iba a negarle ése gusto ahora que estaba convaleciente.
El grupo de apoyo se dirigió a la habitación.
Todas se acomodaron alrededor de la lesionada, unas sobre la cama, otras sobre la alfombra; le sonreían y animaban, hacían bromas. Mina se sintió enternecida y agradecida por tanto cariño, y pensó que, a veces, de lo malo viene también lo bueno, sólo hay que ser paciente y saber apreciarlo. Lo de anoche y éste día eran la prueba.
Aquél sábado por la mañana, como de costumbre, el mayor de los Kou había sido el primero en ponerse en pie, sin importar que se hubiese desvelado la noche anterior. Taiki era un hombre de hábitos, muy difíciles de romper.
El aroma proveniente de la cafetera, la cual encendiera desde hace un rato, impregnaba el ambiente en la cocina del departamento.
En la mesa el desayuno estaba ya dispuesto: Hot cakes, fruta y jugo de naranja.
Sus básicas habilidades culinarias poco a poco habían ido mejorando con el tiempo, dadas las circunstancias. Cuando se aburrían de pedir a domicilio o no deseaban comer fuera, él practicaba en la cocina, y hasta ahora ninguno de sus hermanos se había quejado de sus platillos ni terminado en la sala de urgencias, y con eso se daba por satisfecho.
Antes de sentarse, salió a recoger el periódico del día.
No hacía falta ser adivino para saber que Yaten y su acompañante de anoche ocuparían las principales páginas de la sección de espectáculos, tal como planearan los ejecutivos de la disquera.
Y más valía que así fuera, o de lo contrario le habrían roto el corazón a una linda chica por nada.
"Linda".
Se sorprendió a sí mismo al notar el adjetivo que le había otorgado inconscientemente a Aino.
Siendo justo, lo de linda no alcanzaba a describir lo magnífico de su apariencia de anoche.
Debía considerarse afortunado al encontrarse en el lugar indicado en el momento preciso.
Tras el instante en que ella tomó su mano y lo jaló hacia la pista de baile, todo se descontroló de una manera que ni él, siempre cauto y analítico, pudo detener. Y, realmente, no es que se quejara del desenlace.
Aceptar aquello había sido lo más sorprendente en medio del embrollo.
Cuando regresó a la cocina, Yaten acababa de servirse una taza de café.
Le dio los buenos días, dejó el diario sobre la mesa, y se sirvió a su vez.
Ambos se sentaron, uno frente al otro, y permanecieron en silencio mientras degustaban su bebida, pues el día no inicia oficialmente sino hasta después del primer café.
— ¿Alguna noticia interesante hoy?
Inquirió el ojiverde luego de colocar la taza vacía en su sitio.
— Veamos… El dólar continúa a la alza, alguien asegura haber sido atacado por un zombie y un afamado investigador de lo sobrenatural predijo un próximo ataque de Godzilla. ¡Ah, sí!... Y hay una enorme fotografía tuya acaparando la sección de Espectáculos. Las malas noticias abundan hoy.
Finalizó Taiki, al terminar de pasar las hojas, con una ligera sonrisa formándose en las comisuras de sus labios.
— ¿Te sientes bien? ¿O es que le has agregado un ingrediente extraño a tu café?
Lamento no apreciar tu sentido del humor apropiadamente, falta de costumbre.
¿Me permites?
Solicitó, alcanzando la sección de su interés.
Leyó la nota con un gesto aburrido adornando sus facciones.
— Pudieron elegir una mejor toma, pero, me parece que los de la disquera quedarán complacidos.
— ¿Y tú, lo estás?
— ¿A qué te refieres?
— Al hecho de pretender que tienes una relación con ésa cantante sólo como estrategia de mercadotecnia.
Yaten encogió los hombros, como si no le importara demasiado el asunto.
— No me quejo. Además, no será algo permanente. Fue un acuerdo beneficioso para Three Lights, lo sabes tan bien como yo. Kaori resultó más agradable de lo esperado, así que, en realidad la noche no fue tan mala.
— En lo que a ti respecta, obviamente.
— ¿A qué viene eso? Te recuerdo que accedí a ése numerito de teleserie barata porque, en el último minuto Seiya fue incapaz de romper su unilateral, absurdo y ridículo voto de fidelidad con esa rubia caprichosa, y alguien tenía que cumplir con el contrato.
— Te olvidaste de que le diste tu palabra a otra rubia por acatar una cláusula. En efecto, firmamos un contrato, mas creo haber sido lo bastante precavido en revisarlo como para asegurarme de no haber vendido nuestra integridad a cambio de la fama. Harías bien en tenerlo presente.
— Siempre podré contar con que me jales los pies a tierra si pierdo el piso, ¿no?
Respondió el ojiverde con desenfadado contraste al, inexplicable para él, tono serio de su hermano. — Y, debo señalar, que ninguno de los dos lucía muy apesadumbrado por mi ausencia. Al contrario, diría que la estaban pasando bien.
— Pudiste al menos haberla llamado para cancelar.
— Está bien, está bien… Le enviaré unas flores y una tarjeta a manera de disculpa si con ello podemos desayunar en paz, ¿te parece?
Dicho esto, Yaten comenzó a cortar sus hot cakes y ambos comenzaron a comer en silencio. De reojo observaba a Taiki, intrigado por el rumbo de la conversación y el repentino interés que mostraba por Aino. En vez de eso, ¿no debería estar contrariado por Mizuno?
Sospechaba que había algo más que no le estaba contando, pero discreto como era, sabía que no le sacaría ni una palabra.
— Dudo que justo ahora Aino reciba de buena gana cualquier cosa de mi parte. Quizás sea mejor que envíes las flores en tu nombre, ya que te preocupa tanto.
Soltó sin más, cual pescador que lanza el anzuelo en aguas revueltas. Lo que atrajera a la superficie sería ganancia.
— Creo que consideraré tu sugerencia, si es que no te molesta, claro.
Las pupilas del platinado se dilataron y entrecerraron con rapidez ante la inesperada respuesta, reacción que el otro no advirtió, ocupado como estaba, pasando las hojas del diario.
— No, para nada. Aino es bonita y agradable, sin embargo, me temo que me es imposible corresponder a sus atenciones como a ella le hubiese gustado.
— Bien, entonces, serán rosas… Y tal vez chocolates.
Fue todo lo que dijo antes de levantarse y recoger su plato vacío, dejando a un asombrado y mudo Yaten en su sitio.
Cuando Seiya entró en la cocina instantes después, lo encontró aún con la vista fija en la puerta.
— ¿Y ésa cara?
Preguntó con curiosidad tras servirse café.
— Tal parece que el mundo amaneció de cabeza.
Se escuchó el primer timbrazo.
Ninguna se levantó de su lugar.
Ni al segundo.
Ni al tercero.
No fue sino hasta que Bridget culminó su loca carrera en ropa interior tras Mark Darcy, entre sus brazos, besándolo en mitad de la calle que, tras un suspiro generalizado, Lita, amable y conciliadora como sólo ella podía ser, se dirigió a abrir la puerta.
La expresión fastidiada del joven repartidor le indicaba que había tardado demasiado en acudir. Él, en el instante en que la vio pretendió ocultar el gesto con la típica sonrisa forzada de quien sabe que eso es parte de su trabajo.
— ¿La señorita Aino?
— Lo siento, ella está indispuesta, pero yo le atenderé con todo gusto.
— Bien, permítame.
Se dirigió a la camioneta y bajó el ramo y la caja de chocolates. Luego le extendió la nota que debía firmar, y se marchó deseándole buena tarde.
Lita observó el hermoso bouquet de rosas blancas amarillas y rosas decorado con suma delicadeza y elegancia. La fina marca de los chocolates dejaba claro que quien enviaba tales obsequios deseaba impresionar a su amiga.
Tomó el sobre que estaba colocado entre las flores, y fue a la habitación donde, seguramente lo que llevaba entre manos causaría alboroto entre las chicas.
Y no se equivocó.
Después de unos minutos de algarabía, la voz de Rei se dejó escuchar.
— Quien quiera que sea, o te debe una gran disculpa, o trata de dejarte una muy buena impresión con no sé qué intenciones.
— ¡Anda, lee la tarjeta!
Exclamó Serena, entusiasta.
— Ok, ok, calma.
Mina extrajo la tarjeta del sobre.
Lo primero que llamó su atención fue la perfecta caligrafía y ortografía con que estaba escrita, ya que, actualmente, resultaba poco común encontrarse con alguien que se preocupara por escribir una nota a puño y letra con tanto detalle.
Sin poder evitarlo, sonrió, aún antes de leer.
Su sonrisa se fue ensanchando al pasar cada línea, desvaneciéndose en la última dejando sus labios entreabiertos luego de pronunciar un "Wooow" apenas audible y dejar caer la tarjeta al suelo sin siquiera notarlo.
Ami se apresuró a levantarla, y al ver que Mina seguía sin decir nada más, también la leyó.
No pudo más que secundarla con otro "Wooow".
"A nombre de Three Lights, te ofrezco las más sinceras disculpas por los inconvenientes de anoche. Quien debió acompañarte se encontraba cumpliendo con deberes propios de la agrupación. No es excusa para actuar de forma tan grosera, pero te mereces al menos la explicación.
Espero que las flores y los chocolates sean de tu agrado y consigan, aunque sea brevemente, que olvides los sinsabores de ayer.
Deseo, sobre todo, que recuerdes los momentos agradables que nos atañen a ambos y sonrías al pensar en ellos, al igual que yo.
Ojalá tu tobillo sane pronto. Por favor, cuídate.
T. Kou. "
