No he recibido ningún promtp (sólo comentarios de gente que parece que no ha entendido qué es un prompt x'D), así que decidí escribir un cap random inspirándome en mi saga de libros favorita Las Crónicas de la Dragonlance (gracias a este libro me animé a escribir mi otro fic "El dragón blanco).

Prompt: Fantasía y diferente raza.
Yuuri es un semikender y Viktor un elfo puro.

¿Qué es un Kender? Los Kender son una raza exclusiva de las Crónicas de la Dragonlance. Son algo así como duendes curiosos que tienden a robar sin verlo como un delito. Los kender son bastante odiados y discriminados. Aunque las otras razas no suelen tratar mal, más bien los ignoran y siempre los tienen vigilados para que no roben.

Todos sabemos lo que es un Elfo, pero parece que mucha gente los idealizan y los ven como "tiernos y amables" cuando los elfos son una de las razas más racistas y clasistas en cualquier universo/libro (aka, El señor de los anillos, Dragonlance y un gran etc). Los elfos de raza pura tienen a odiar y ver inferiores a otras razas simplemente por no ser elfos. Pero si te ganas su confianza pueden ser buenos aliados.


Katsuki Yuuri no era un humano normal. En realidad, él y su familia eran mitad Kender.

Los Katsuki eran Humanos con sangre Kender, lo cual era algo normal en pueblo donde vivían, en Hasetsu, puesto que sus ancestros Humanos, que habían quedado sin hogar después de una gran guerra, habían tenido que migrar hacia otros pueblos alrededor del mundo, siendo algunos recibidos de manera cálida por los kenders que residían allí, al tal punto de tener descendencia en común.

¿Pero qué eran los Kender?

Los Kender eran esas pequeñas y simpáticas criaturas del bosque con la estatura de un Enano alto y el físico y la gracia de un Hada sin alas, con la diferencia que los enanos trabajaban arduamente para conseguir sus propias cosas, y a las hadas les gustaba regalar todo lo que conseguían: mientras que a los kenders les gustaba 'tomar prestado' y sin permiso todo lo que veían.

En la cultura Kender no era mal visto ni se consideraba un delito que los vecinos entraran sin permiso en las casas de otros para tomar cosas prestadas. En el caso de los mitad-kender, a veces su lado Humano los hacía devolver esas cosas. Por lo que para Yuuri siempre había sido normal ese tipo de comportamiento.

Y al ser mitad Humano, la altura de Yuuri y la de su hermana era más alta que la de otros mitad-kender promedio. Mari era más alta que su madre, mientras que Yuuri era más alto que su padre. Pero eso estaba bien. No había nada de malo en ser alto. Los kender de sangre pura encontraban eso útil para conseguir manzanas con más facilidad.

A pesar de que los kender era una raza aventurera e intrépida, Yuuri había crecido como un niño asustadizo (seguramente gracias a su lado Humano). Sin embargo, no era raro que Yuuri entraran en cuevas oscuras o saltara de riscos altos, por lo que, cuando decidió salir de su pueblo para ver el mundo, muchas veces el moreno terminaba en situaciones peligrosas en las que casi perdía la vida pero a que a los cinco minutos Yuuri se olvidaba por completo de ello y se metía de nuevo en alguna otra situación aún más peligrosa que la anterior.

Como la vez que comió hongos envenenados y un hechicero humano de capa roja llamado Seung-gil logró salvarlo a tiempo dándole un antídoto. ¿Y qué hizo Yuuri después de recuperarse? Volvió a comer del mismo hongo, pero tras asegurarse de haber aprendido a preparar el antídoto para volver a no-morir.

O como la vez que 'tomó prestada' la daga de un ladrón (el cual había intentado robarle en la carretera) porque le pareció muy bonito el mango de oro. El ladrón lo persiguió por varias yardas intentando recuperar su arma, mas Yuuri logró escapar escalando los árboles y escondiéndose entre las ramas, aunque había resultado herido de un brazo en el proceso.

¿Y había valido la pena todo aquello? ¿Tenía tan buen sabor aquel hongo? ¿Realmente necesitaba esa daga de oro?

No. Pero seguro que serían anécdotas divertidas de contar para cuando regresara a Hasetsu.

A pesar de que su espíritu nato de Kender lo hacía hacer cosas sin pensar, eso no significa que su lado Humano de vez en cuando no se hiciera presente e hiciera el papel de su consciencia. Yuuri no era tan ignorante al peligro. Caminaba con cuidado, siguiendo las rutas marcadas en sus mapas, y siempre tenía planes de reserva por cualquier inconveniente que pudiera surgir en sus viajes.

Pero debió admitir que se sorprendió cuando un día, mientras caminaba por el bosque y se desvió por error del camino principal porque soñaba despierto con un tazón de cerdo gigante con alas, terminó activando una trampa bastante sofisticada.

Se trataba de una caja hecha con palos de madera que cayó sobre él al tirar de un cordón estratégicamente colocado entre dos árboles. Pero gracias a su agilidad de kender pudo evitarla saltando hacia un lado... pero entonces aterrizó sobre un piso falso de hojas secas y terminó cayendo en un hoyo.

"Increíble..." Murmuró Yuuri para sí mismo, maravillado, mientras se ponía en pie. El hoyo no era muy profundo, así que debía ser para cazar conejos o jabalís salvajes. Quien sea que haya hecho esa trampa debía ser un muy inteligente y astuto cazador.

"¿Te encuentras bien?" Yuuri escuchó una voz preocupada desde la orilla al mismo tiempo que los ladridos de un perro. Y al volverse a ver a su interlocutor, el semikender se topó con dos brillantes esferas azules en forma de ojos. "Lamento que hayas caído en mi trampa. No suele haber viajeros por estas zonas." Y tras unos segundos de silencio en los que Yuuri se dedicó a seguir observando aquel hombre sin parpadear, el dueño de aquellas esferas parpadeó y frunció el ceño, aunque rápidamente se formó una sonrisa en sus labios. "Parece que estás bien. Pero me preocupa que me mires como un ratoncito asustado y no me contestes. ¿Es que acaso un gato te comió la lengua?" Preguntó el hombre con voz juguetona al tiempo que peinaba su largo cabello de plata hacia atrás de una de sus orejas puntiagudas, mismo cabello que Yuuri miraba caer como cascada sobre sus anchos pero estilizados hombros.

"Me gusta tu trampa." Fue todo lo que Yuuri atinó a decir mientras observaba maravillado a aquel hombre. Un elfo, y uno de raza pura. O eso creía por su túnica magenta. Las telas púrpuras eran muy costosas y difíciles de conseguir.

"Oh..." El elfo, sorprendido y confundido, ladeó la cabeza y lo miró de nuevo con preocupación. "¿Gracias...?"

"Está muy bien hecha. Caí en ella." Continuó diciendo Yuuri como si se tratara de algo muy importante que el elfo debería saber. Pero Yuuri realmente quería que el elfo supiera que su trampa estaba bien hecha, pues los kender no eran nada fáciles de atrapar. ¡El elfo debería sentirse orgulloso de su hazaña!

El elfo el cabello plateado lo miró por varios segundos más, pero realmente no sabía que contestar más que alargar una mano hacia Yuuri.

"Sube."

Yuuri miró su mano con confusión un momento. ¿Desde cuándo los elfos ayudaban a otras razas? Ah, debía ser pura cortesía por haber caído en su trampa. El semikender se encogió de hombros y aceptó su ayuda.

Antes de lograr salir del hoyo, una de sus botas de piel se atoró en una piedra, razón por la cual el hombre elfo tuvo que jalarlo con más fuerza, provocando que, al desatorarse, el elfo cayera de espaldas al suelo y con Yuuri encima de él.

El instinto humano del moreno entró en acción y se sintió culpable por posiblemente lastimar a quien le había ayudado, pero en vez de preguntarle a su salvador si se encontraba, de su boca salió un:

"Tienes bonitos ojos." Dichos ojos se abrieron de manera desmesurada y las mejillas del elfo se pintaron de rosa. "Son muy azules. Me recuerdan al mar de Hasetsu, mi pueblo."

"¿Hasetsu? Ah. ¿Eres un kender, cierto? Uno muy alto por lo que veo..." Dijo al tiempo que su rostro se suavizaba, dejando ver una sonrisa que hizo que el corazón de Yuuri saltara de pronto.

"Mitad humano, mitad kender." Afirmó moviendo la cabeza, con sus ojos avellanas posados sobre los ojos azules como el mar de Hasetsu. Pero Yuuri se sobresaltó cuando sintió una lengua sobre su mejilla. Ah, el perro que ladraba lo saludó con lamidas. Un lindo poodle.

"Um... Eso lo explica todo." Comentó el elfo con rostro pensativo. Fue entonces que Yuuri se dio cuenta que ambos seguían sobre el suelo, con él con sus manos y piernas alrededor del peliplateado. Yuuri se quitó de encima enseguida con el rostro lleno de pánico, provocando que el elfo soltara una risita al tiempo que se alzaban también del suelo. "Mi nombre es Viktor, de la Casa de los Nikiforov en Silvanesti. Y mi compañero de caza es Makkachin." Se presentó con una reverencia, y Yuuri lo imitó.

"Ah...Uhm... Mi nombre es Yuuri, del Clan Katsuki en Hasetsu." Respondió un poco distraído mientras acariciaba al poodle. Yuuri realmente adoraba a los perros.

"Yuuri el semikender, ahora veo que todo lo que dicen sobre los de tu raza es verdad." Dijo Viktor de pronto mirándolo con severidad y cruzado de brazos.

"¡¿Uh?! ¿Qué cosa?" Inquirió retrocediendo un poco. La mirada del elfo lo hizo sentir un poco intimidado.

"Sobre tomar las cosas ajenas sin permiso." Descruzó los brazos y apuntó con un dedo índice hacia la mano que Yuuri no usaba para acaricia al poodle, en la que cargaba un collar con un dije en forma de corazón. "Acabas de robar mi corazón de plata, además de la atención de mi perro."

"¡Oh! ¡Lo siento mucho!" Yuuri exclamó apenado. Su lado kender lo hacían tomar 'cosas prestadas' sin darse cuenta. "El collar es muy bonito. Yo sólo lo quería verlo de cerca, ¡lo juro!" Se acercó al elfo para devolverle el collar, pero Viktor no hizo si quiera un ademán por tomarlo de vuelta. En cambio, una sonrisa se dibujó en sus finos labios.

"Bueno, Yuuri... Si tanto te gusta este objeto, creo que podemos hacer un trueque." Dicho esto, Viktor dio un paso hacia adelante.

"¿Un trueque?" Inquirió Yuuri, entusiasmado, apenas notando la cercanía de ambos. ¡A los kender les gustaban los trueques! "¿Qué tipo de trueque?"

"Te daré mi corazón de plata si tú me das un anillo de oro." Viktor posó una mano sobre la barbilla del semikender, deslizando un pulgar sobre sus labios abiertos, acariciándolos, y observando con suma satisfacción como Yuuri se estremecía bajo su tacto mientras sus rostro se pintaba de rojo.

"A-ah...Yo..." El humano mitad kender tragó saliva, sintiendo cómo la valentía se le drenaba del cuerpo y comenzaban a temblar de nervios. Aunque, curiosamente, no era una sensación desagradable si era Viktor quien la provocaba. "Pe-pero... ¿Qué no... los anillos de oro son... lo que los Elfos usan para ca-casarse?"

"Sí." Contestó el elfo sin problemas, aún sonriendo. "Este collar pertenece a mi familia desde hace generaciones, y sólo puedo dárselo a alguien de mi familia. Por lo tanto, si tú me das un anillo de oro..."

"Oh..." Yuuri comprendió que Viktor estaba totalmente consciente de lo que sugería. Así que, tomando todo el valor que su lado kender le proporcionada, decidió que aquel era un trato del cual quería participar. "Yo...Sólo tengo un anillo de plata." Dijo sacando dicho objeto de su bolso de viaje tras buscarlo con torpeza. "Mi padre me lo dio para... para dárselo a alguien especial."

"Umm..." Viktor quitó la mano de la barbilla del semikender para llevársela a su propia barbilla, pensativo. "No es de oro, pero... Podrías dármelo como un 'seguro'." Entonces tomó el collar con el dije de corazón de la mano del semikender y después se lo puso en el cuello. Yuuri se ruborizó ante tal acto de confianza. "Me darás el anillo de oro después, ¿de acuerdo?" Viktor, mostrando una sonrisa con forma de corazón, levantó su mano derecha dirigida hacia el moreno.

Yuuri, con el rostro ya totalmente ruborizado y una sonrisa apareciendo en sus labios, tomó la mano de Viktor y deslizó sin premura el anillo de plata en su dedo anular. Y para sellar el trato, juntaron sus labios en una promesa de fidelidad eterna.

Meses después, Yuuri 'encontró' un anillo de oro que Viktor aceptó gustoso.


Curiosidad: Los elfos son eternos mientras no sean asesinados, y si su pareja muere suelen, no volver a casarse por respeto. Pero si un elfo se une con otra raza que no sea un elfo, muere al momento en que su pareja muera y sus almas se juntan. Los kender pueden vivir hasta 100 años. Viktor y Yuuri lo saben.


Dicibiembre/2019: Lamento no haber actualizado este fic en mucho tiempo. Me había olvidado por completo que lo estaba subiendo acá porque lo subía en wattpad. Pero ahora que wattpad está borrando fics trataré de respaldar todos mis trabajos de nuevo aquí en fanfiction.