Les recuerdo que pueden ver mis dibujos, doujins y comics viktuuri que subo a mi facebook y otras redes (Sólo pongan "rhapeseuhansface" en el buscador de feis y les saldrá). La razón por la que tardo tanto en actualizar mis fics es porque siempre estoy dibujando, y allí podrán además encontrar de mejor calidad la portada de este fic y los otros~


Antes que todo, ¿qué es el hanahaki disease?

En fanfics, el Hanahaki disease es una enfermedad ficticia que te hace vomitar flores hasta morir si tienes un amor no correspondido. Pero ustedes saben que yo odio el angst, así que en este fic el hanahaki disease no existe como tal, sino que vomitas flores como aviso que has encontrado a tu alma gemela. Y si no eres correspondido, simplemente sigues con tu vida sabiendo que tu alma gemela y tú valen popó (° ° )

AVISOS: Canon-divergence, Vicchan vive, Grand prix final de Sochi.

-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Yuuri tenía ocho años cuando se enteró (o al menos ya estuvo consciente) sobre las Parejas Destinadas y cómo se suponía que debían ser encontradas.

Flores y vómito.

Al conocer a tu Alma gemela y mirarla directamente a los ojos..., vomitas flores.

A Yuuri siempre le pareció increíblemente irónico que algo tan bonito como las flores podían estar ligadas a una acción tan repulsiva como vomitar y que además fuera lo que te indicara quién era tu persona especial, esa con la se suponía que compartirías el resto de tu vida, en la salud y en la enfermedad (quizás el vómito era una especie de broma cruel del destino antes de obtener la felicidad).

No existía una explicación científica de por qué pasaba algo como eso, pero al menos las flores expulsadas no estaban envueltas en saliva o restos de comida y desaparecían después de unos minutos de exposición. Así que el acto en sí no era tan embarazoso como sonaba en la teoría.

Eso sí, para obtener esa reacción debías ver a tu alma gemela directo a los ojos. No valían medios convencionales como fotografías o a través de un televisor; las miradas debían encontrarse frente a frente (por eso mucha gente enloquecía por ver a sus celebridades favoritas en persona en caso de que hubiese suerte).

"Está bien, Yuu-chan," Dijo Hiroko cuando su hijo le preguntó por enésima vez por qué él no tenía un Alma gemela. "Ya encontrarás a tu Pareja destinada algún día y en el momento adecuado, no debes tener prisa. Y recuerda, no siempre ambos mostrarán sus flores tras el primer encuentro." Acarició el cabello negro del pequeño Yuuri y éste dio un suspiro de inconformidad, nada convencido por las palabras de su madre. "Gracias a Dios que tu padre es una persona paciente, pues a mí me tomó dos meses de relación con él para regurgitar mis primeros pétalos blancos." Rió.

Yuuri en verdad esperaba que su madre tuviese razón.

Hasetsu era un sitio pequeño, por lo tanto, casi todos allí conocían a su destinado desde niños o adolescentes. Yuuri cada año se ponía más nervioso y triste de no encontrar a su alma gemela aún. ¿Qué tal si no tenía una?

Así que un día, cuando el pequeño Yuuri fue al Ice Castle y vio cómo su crush de la infancia y mejor amiga Yuuko vomitaba flores naranjas por toda la pista frente a un sorprendido Takeshi, no pudo evitar sentir envidia de ellos.

Con los años y tras viajar a América para continuar con su carrera de patinaje, Yuuri vio cómo otras personas conocían a sus parejas destinadas y tardaban meses, o incluso años, para que uno de ellos vomitara sus flores, siendo esto muchas veces una constante en sus peleas y la causa principal de muchos rompimientos. Yuuri no entendía por qué aquello era tan importante, siendo que Mari y su destinado rompieron por lo sano a pesar de que ambos mostraron sus flores en su primer encuentro.

Había veces en que las almas gemelas estaban destinadas a ser mejores amigos... o a odiarse mutuamente. Yuuri conocía por la Universidad a una pareja destinada de dos chicas que no se amaban de manera romántica, pero eran mejores amigas. También conocía a otra pareja, chico y chica, que se odiaban a tal grado que se agredían físicamente entre sí cada vez que se veían. Yuuri en verdad esperaba que su alma gemela y él, en caso de no enamorarse ni ser mejores amigos, al menos no terminaran así de mal.

Algo que hacía sentir a Yuuri no tan mal al respecto de su falta de pareja era que Viktor Nikiforov, su ídolo y crush imposible, era mayor que él y tampoco había encontrado a su destinado aún. Triste, pero eso significaba que Yuuri no era el único hombre desdichado sobre la Tierra. Es decir, si alguien tan increíblemente encantador como Viktor seguía soltero, eso significaba que alguien como Yuuri conocería a su pareja destinada cuando estuviera viejo y acabado. Cuando lo miraba de esa manera, se sentía un poco mejor consigo mismo y eso lo ayudaba a concentrarse mejor en el patinaje.

"Te apuesto toda mi colección de hámsteres de peluches que Viktor Nikiforov es tu Alma gemela." Dijo una vez Phichit, su compañero de cuarto y mejor amigo, alzando una ceja de manera desafiante y una sonrisa burlona dibujada en su boca.

Yuuri, por supuesto, escupió el jugo que bebía, no esperando tal comentario. Internamente se alegró de no haber mojado el sillón sino el piso, pues habría sido difícil de limpiar.

"¡¿Qué?!" Exclamó ruborizado, con sus ojos avellanas bien abiertos. "¡¿Por qué dices eso?! ¡¿Por qué Viktor sería mi destinado?!"

"Yuuri..." Phichit dio un suspiro hondo y negó con la cabeza, como si aquella fuera una pregunta verdaderamente estúpida. "Tu habitación está repleta de posters de Viktor desde su época de Junior, tu perro se llama Viktor, y ahora mismo estás viendo rutinas viejas de Viktor en tu celular en vez de tratar de socializar en tus redes como cualquier adulto normal. Si Viktor Nikiforov no es tu Alma Gemela, significa que hay algo que anda muy mal con el universo." Sonrió. "Eso, o que eres un fan muy enfermo."

"... Me alegro saber que cuento con tu sincera amistad, Phichit." Yuuri se levantó del sillón para ir a buscar el trapeador, dejando su smarthphone y botella de jugo sobre la mesa.

"¡Recuerda! ¡Viktor será tu pareja y yo seré el padrino de bodas!" Con la mirada entornada, el japonés le entregó el trapeador en la mano.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Yuuri tenía 23 años cuando su vida cambió para siempre. Había terminado en cuarto lugar en el Gran Prix final de Sochi, apenas unos pocos puntos abajo del tercer lugar y su posibilidad de haber compartido podio con Viktor Nikiforov. Y aunque no tenía una medalla para presumir, se sentía bien con su desempeño.

Además, su coach Celestino le insistió en que trabajarían duro para mejorar sus flaquezas y que el siguiente año seguro que ganaría la plata (había dicho oro, pero Viktor siempre gana el oro).

Ahora el hombre japonés estaba ansioso porque cayera la noche y poder presentarse formalmente ante su ídolo en el banquete. Lamentaba no tener una medalla que presentarle, pero la adrenalina de la competencia le dio un poco de confianza extra.

Tras la ceremonia y algunas entrevistas, Yuuri se encontró con el reportero Morooka hacia el camino al estacionamiento, y éste los retuvo a él y a su coach dentro del edificio unos minutos más hasta que pareció satisfecho con sus respuestas.

Yuuri dio un suspiro, estaba cansado. Quería volver pronto a su habitación de hotel para tomar una siesta y prepararse para el banquete. No obstante, antes de retomar la marcha, vio al medallista de oro conversando con su coach Yakov Feltsman y su compañero de pista Yuri Plisetsky. Yuuri no supo por cuánto tiempo se quedó mirando a Viktor, pero al parecer fue el suficiente como para que el hombre ruso notara su presencia y se girara a verlo.

"¿Foto conmemorativa?" Inquirió con voz juguetona y una sonrisa contenida, añadiendo un guiño coqueto.

El moreno se quedó paralizado sin saber qué contestar... ¿Acaso Viktor pensaba que era un simple fan y no su competencia?

Yuuri, herido, estaba por darse la vuelta y escapar de allí cuando de su garganta escapó una rosa azul. Estupefacto, se llevó una mano a la boca y, como si el mundo se hubiese detenido a su alrededor, miró caer lentamente la flor.

Su primer instinto fue tratar de tomarla para no dejar evidencia, hasta que recordó que se encontraba en un espacio público, con Morooka y otros reporteros rodeando el perímetro. Además, la rosa se desintegraría dentro de unos pocos minutos. Yuuri pudo ver por el rabillo del ojo los flashes de cámaras dirigidos hacia él.

"Yuuri." El mencionado alzó la mirada, encontrándose de lleno con los ojos azules de Viktor, quien se había acercado con prisa tras ver la flor. La sonrisa que mostraba en ese momento era más genuina que la anterior. Y el peliplateado estaba por decir algo más cuando de su boca escaparon varios pétalos rosas.

Ambos se miraron mutuamente con los ojos bien abiertos.

Oh, Dios. Viktor Nikiforov era su Pareja Destinada.

Oh, Dios. Viktor Nikiforov había regurgitados pétalos de sakura.

Oh, Dios. Phichit había ganado la apuesta y sería su padrino de bodas.

Oh, Dios... ¡Viktor Nikiforov sabía su nombre!

"Creo que lo mejor es que vayan a un lugar privado para hablar." Escuchó decir a Celestino, de pronto sintiendo su mano derecha sobre su hombro izquierdo. Aquello ayudó a que ambos patinadores salieran de su trance y darse cuenta que no querían que su primer encuentro formal estuviese en primera plana.

"Ven conmigo, Yuuri." Viktor lo tomó de la mano y lo jaló sin mucho esfuerzo hacia algún lugar. Yuuri miró hacia atrás al escuchar los gritos de los periodistas pidiendo su atención, mientras que Yakov Feltsman y el equipo ruso los amenazaban para que los dejaran en paz. Celestino y Morooka hacían lo mismo, pero ellos lo pedían de manera más amable.

Uh. Definitivamente Yuuri le daría la exclusiva a Morooka, si es que a Viktor estaba de acuerdo.

El japonés estaba tan distraído repasando en su mente lo que acababa de suceder que apenas si notó cuando Viktor lo llevó a los vestidores. Por suerte estaba vacío.

"No puedo creer que tú seas mi alma gemela, Yuuri." Viktor dijo justo las palabras que Yuuri siempre temió escuchar con decepción. No obstante, los ojos azules frente a él brillaban como estrellas y su boca parecía formar un corazón. "Admiro mucho tu manera de patinar, ¿lo sabías? Te mueves de una manera tan elegante..., como si tu cuerpo creara música." Hizo un ademán que Yuuri entendió como fluidez. "Aunque tus saltos necesitan mejorarse y te falta consistencia, pero tu secuencia de pasos es magnífica. Y..."

Viktor hablaba tan rápido y de manera tan entusiasta que Yuuri apenas si entendía lo que decía.

"Tengo posters tuyos pegados en mi habitación." Yuuri dijo sin pensarlo, y Viktor calló, mirándolo con sorpresa. Segundos después se ruborizó y sonrió.

"De acuerdo. Tú ganas esta ronda." Yuuri no estaba seguro de si eso era algo bueno o malo, pero Viktor parecía feliz de saber que era su fan. "Pero está bien. Apuesto a que tú no te sabes de memoria mi programa libre, ni mi programa corto ni el de exhibición como yo me sé los tuyos."

"Me sé todas tus coreografías desde que tenías 16 años." Replicó Yuuri, otra vez abriendo la boca sin pensar, puesto que Viktor le acababa de confesar conocer sus coreografías de esa temporada. Yuuri y su orgullo de fan no le permitirían quedarse atrás.

"¿En serio?" Inquirió acercándose mucho a su espacio personal, arrinconando a Yuuri entre los casilleros mientras éste asentía y se ruborizaba cada vez más. El moreno normalmente trataría de huir de ese tipo de contacto, pero él también quería estar cerca de Viktor. "Me dejas en desventaja, Yuuri." Canturreó su nombre, divertido. "Yo de ti sólo sé lo que he visto en videos y en esta competencia. Pero sé que cuando patinas dejas ver tu sensualidad latente detrás de tu fachada de chico tímido, y eso me gusta."

"¿Fa-fachada?" Repitió, confundido y nervioso porque podía sentir la respiración caliente de Viktor sobre su rostro. "Bi-bien, es cierto que no soy tan tímido como la gente piensa que soy, por alguna razón que desconozco. ¿Pero... sensual?"

"¡Sí, lo eres!" Le dio espacio de nuevo y aplaudió animado, como si tratara con un niño pequeño. "Y como mi Alma gemela, ¡me aseguraré de que la próxima temporada tengas un programa que resalte tu belleza y sensualidad interior!"

"Pero... apenas me conoces." Yuuri no quiso sonar pesimista, pero ser almas gemelas no significaba que automáticamente eran compatibles o que tendrían una buena relación. No quería que Viktor gastara su tiempo en él en caso de que las cosas no funcionaran entre ellos.

"Sí, es cierto. Pero, Yuuri..." Con seriedad y una sonrisa apenada, tomó una de las manos del moreno y la llevó a su propio pecho. Yuuri pudo sentir su corazón latiendo agitado. "Quiero conocerte y que tu conozcas a mí, al Viktor real. He esperado mucho tiempo por ti. Además, amo la manera en la que te expresas sobre el hielo. Tú también eres mi fan, ¿cierto? Eso significa que a ti también te gusta lo que ves en mí, por lo que tengo la esperanza de que me darás una oportunidad."

"... Yo... Podría decir lo mismo." Sonrió tímidamente, y la mirada de Viktor se suavizó. "Yo estoy más que de acuerdo en darte una oportunidad si tú me das una también."

"Gracias. Yuuri." El peliplateado lo rodeó con sus brazos y lo atrajo hacia sí con fuerza, hundiendo su nariz en su cuello. Yuuri, todavía un poco nervioso pero cada vez más tranquilo, lo abrazó de vuelta, respirando su perfume. "¿Sabes? Creo que llegaste en el momento justo."

"¿Uh? ¿Qué quieres decir?"

"Yo... Voy a retirarme pronto del patinaje, cuando termine esta temporada, así que puedo seguirte a donde vayas. ¿Eres de Japón, cierto?"

"¿Qué?" Yuuri aflojó el abrazo y lo miró con sorpresa, pero sin dejar de abrazarlo. "¿Retirarte? ¿Por qué?" No sabía cómo sentirse al respecto. Por fin había logrado competir contra Viktor en el mismo hielo que él, y esperaba que aquello se repitiera, así que la noticia de su retiro hizo doler su corazón de fan.

"Porque ya es tiempo. Estoy cansado." Dijo con seriedad, tanta que Yuuri entendió que era una decisión definitiva. "En un par de semanas cumpliré 27 años, ya no soy tan joven como para resistir los entrenamientos. Y ya hice todo lo que quería hacer sobre hielo. Así que pensé que ya era tiempo de retirarme y salir a buscar a mi Alma gemela..." Sonrió. "Ya te encontré, así que mi siguiente paso será enamorarte." Terminó de decir con una sonrisa coqueta y guiñando un ojo. Yuuri obviamente se ruborizó mientras sentía escalofríos por todo el cuerpo. "Ah, y espero que no te rías, pero otra razón es que quiero pasar más tiempo con mi perro, Makkachin, él ya está mayor..."

"No. Lo entiendo." Dijo Yuuri enseguida, pensando en que él haría lo mismo si algo malo le sucediese a Vicchan. "Yo también tengo un poodle, uno pequeño, se llama Vicchan. Bu-bueno, en realidad se llama Viktor..." Admitió, pues sabía que tarde o temprano el peliplateado se enteraría de todos modos.

"¡¿Le pusiste mi nombre?!" Inquirió encantado. El moreno simplemente asintió, con la cara roja como un tomate. "¿Tienes fotos?"

"Ah, ¡sí!" Rompieron el abrazo, y Yuuri le señaló al ruso una de las bancas más cercanas en la que ambos se sentaron. Entonces sacó su smartphone y buscó las imágenes. "Este es Vicchan, él está en Hasetsu con mi familia."

"¡Awww! ¡Es adorable, justo como tú!" Tomó el celular y miró maravillado a la pantalla. Yuuri ya no podía ruborizarse más. "Estoy ansioso por conocerlo. Seguro que Makkachin y él se llevarán de maravilla."

"Sí... Yo también estoy ansioso por volver a ver a Vicchan. Tengo varios años sin ir casa."

"Ah, es cierto. Entrenas con Celestino Cialdini..." Dijo como si lo recordara de pronto, llevándose un dedo a la barbilla y regresándole el teléfono con la otra mano. "Eso significa que tendré que seguirte a América..." Comentó pensativo, y aquello hizo que Yuuri se sobresaltara.

"¡¿Uh?! Yo, de hecho... Pienso volver a Japón después de que me gradúe, en abril." Yuuri aún no le había dicho eso a nadie, ni siquiera a Phichit, mucho menos a Celestino. "Y conseguir otro coach. No tengo nada en contra de Celestino, pero dudo mucho que mis compañeros de pista y él quieran mudarse a Japón solamente por darme gusto. Así que... es tu elección si quieres ir a América por unos meses o quedarte en Rusia hasta abril." Dijo nervioso, no pudiendo creer que estuviese manteniendo una conversación sobre el futuro con su alma gemela, con Viktor. ¿Cómo es que el destino había sido tan amable con él?

"Entiendo..." Un par de segundos después los ojos de Viktor se abrieron por completo, pues una gran idea iluminó su mente. "¡Oh! ¡Esto es perfecto, Yuuri! Voy a retirarme cuando gane mi quinta medalla de oro en Worlds, y pensaba tomarme algunos meses de vacaciones para descansar antes de pensar seriamente en si ser un coach o un coreógrafo para otros patinadores. Pero tú regresarás a Japón sin un coach. Entonces.., ¡yo puedo ser tu nuevo coach!" Exclamó con seguridad, sabiendo de ante mano que Yuuri no se rehusaría a tener al próximo pentacampeón mundial de patinaje como su coach. Y no se equivocaba.

El japonés necesitó parpadear varias veces seguidas hasta darse cuenta que Viktor lo decía totalmente en serio, que no era una broma. Yuuri quería pensar que el peliplateado era lo suficientemente profesional como para saber que no era buena idea arriesgar su credibilidad convirtiéndose en el coach de su Alma gemela meramente por capricho...

"¡Oh!... Bu-bueno, si tú estás seguro..."

"¡Por supuesto que lo estoy, Yuuri! Eres el mejor patinador de Japón, y hoy sólo quedaste algunos puntos por debajo de la medalla de bronce. No sé en qué piensa Celestino dándote programas tan sencillos que no dejan brillar tus fortalezas. Si tuvieras mejores programas que te hicieran salir de tu zona de confort y ensalzar tus encantos naturales estoy seguro que podrías fácilmente vencer a Chris."

"¿Vencer a Chris?" Repitió incrédulo. "¡Nunca he vencido a Chris!"

"¡Lo harás!" Entrelazó sus dedos con los de su destinado y lo miró fijamente a los ojos. "Iré a América contigo y entrenaremos juntos, también le haré cambios a tus programas, nada muy dramático; sólo agregaré algunos saltos. Sé que ganarás las Nacionales y los Cuatro Continentes sin problemas, pero el Campeonato Mundial será más complicado. Sé sin dudar que ganarás una bonita medalla de plata si sigues mis consejos. O en el mejor de los casos, me robarás el oro." Guiñó un ojo de nuevo mientras que la idea comenzaba a tomar forma en el cerebro del moreno.

"Viktor...Yo...Gracias." Yuuri no sabía qué más decir. Todo sonaba perfecto. "¿Pero qué hay de tu coach?"

"Oh. Yakov sabe sobre mi retiro." Soltó una mano para agitarla y restarle importancia. "Y seguro que ahora mismo ya se debe estar imaginando mis planes tras encontrar a mi adorable destinado. Si tu coach no quiere prestarme la pista para entrenar, al menos sé que Yakov se asegurará de conseguirme otra y supervisar mi entrenamiento desde lejos."

"Ya veo..." Yuuri dio un suspiro, entre cansancio y de alivio. "Sí, por favor, sé mi coach." Todo estaba yendo muy deprisa, pero al mismo tiempo se sentía correcto.

Quizás era porque ambos eran patinadores, porque ambos conocían la manera de patinar del otro, porque ambos sabían cómo funcionaba la vida de un patinador y podían evitarse muchos malentendidos. Cambiar de coach no era nada del otro mundo, y que un patinador retirado se convirtiera en coach tampoco.

Se miraron mutuamente a los ojos, sin necesidad de más palabras, pues sus expresiones decían lo mucho en lo que querían creer en ese plan...hasta que ambos comenzaron a toser pétalos azules y rosas que se precipitaban sobre sus rodillas y al piso de los vestidores.

Tras un silencio incómodo en el que ambos parecían apenados, comenzaron a reír. No era común, pero algunas parejas seguían vomitando flores incluso después de años de conocerse, sobre todo cuando estaban felices.

"¿Puedo...?" Viktor fue el primero en hablar tras recuperarse de la risa, posando una mano sobre el mentón del moreno para levantar su rostro.

Yuuri, ruborizándose una vez más, asintió y cerró los ojos, sintiendo los labios de Viktor sobre los suyos. Cuando se separaron, pudo ver que la tez blanca del ruso también se había enrojecido.

"Viktor... ¿Quieres ser mi pareja para el banquete?" Yuuri se atrevió a preguntar luego de unos segundos. El peliplateado mostró su sonrisa de corazón.

"Por supuesto, será un placer."

Meses después, la pareja recibía sus medallas de oro y plata en el Campeonato Mundial.

Mientras que Chris recibía el bronce por primera vez en su vida, Yuuri recibía la plata. Viktor, como era lo esperado, obtuvo el oro por quita ocasión antes de retirarse y convertirse en coach.

Lo que nadie esperaba es que su alma gemela y él regurgitaran flores después de besarse sobre el podio.


Sugerencias, quejas, mentadas de madre, amenazas; dejen reviews~