Antes que nada, esta es una historia parcialmente fluff (xD), es un especial de Halloween, así que si eres una persona sensible NO LEAS ESTE CAPITULO.

ADVERTENCIAS: Terror psicológico. Au inspirado en las series Hannibal y Dexter. Viktor es un asesino serial caníbal y Yuuri una de sus 'víctimas' (descuiden, obviamente no lo matará ni le hará daño lol). Referencia a asesinados, canibalismo, y sangre. No leer si eres sensible.


La noche no era particularmente bella ni parecía ser perfecta para el romance. Las calles mojadas, la humedad del ambiente, las estrellas escondiéndose tras las nubes vaciadas de agua y el ruido infernal de los cláxones que desalentaba a cualquier pareja de dar una caminata nocturna.

No obstante, el hombre inconsciente a mitad del sucio callejón prometía alegrar la noche de los Nikiforov.

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Yuuri jamás olvidaría el día en que su vida cambió radicalmente por segunda vez.

La primera vez sólo tenía 19 años. Se había quedado a dormir en casa de un compañero de la universidad debido a un proyecto en equipo que debía entrar al día siguiente, y fue justo antes de pasar a exponer que tuvo la llamada de telefónica que le avisó que su familia había muerto en un incendio. Su casa y el onsen también quedaron completamente quemados.

Lo único que Yuuri pudo hacer para calmar el dolor fue tomar el dinero de la aseguradora y viajar a otro país para intentar comenzar una nueva vida en donde nadie lo conociera ni tratara de darle el pésame cada cinco pasos en la calle. Y para su nula sorpresa, en ese nuevo país sólo pudo conseguir un trabajo como mesero en un bar sin mucha clase, el cual le permitía pagar un pequeño apartamento en el lado más peligroso de la ciudad, sin seguridad ni la garantía de que estaría a salvo al final del día. Pero eso no importaba, él no importaba.

Todas las noches Yuuri caminaba sin mirar sobre su hombro, ni se cambiaba de acera cuando otra persona pasaba por su lado, ni se inmutaba cada vez que era asaltado. Siempre se preguntaba por qué aquel último chico no lo había apuñalado.

Ni siquiera había vuelto a comer el katsudon, su comida favorita, pues era el platillo que su madre preparaba cada vez que algo bueno sucedía.

Entonces conoció a Viktor Nikiforov.

Viktor era alto, apuesto, carismático, y sus ojos azules y cabello plateado lo hacían resaltar enseguida de los otros clientes del bar, sumando sus buenos modales y ropa claramente de marca. Viktor también debía ser extranjero, pues tenía un muy sensual acento ruso y su actitud a veces era un poco excéntrica. Era obvio Viktor que sólo asistía a ese bar porque confiaba en el anonimato del sitio, pues llevaba consigo a una persona distinta cada viernes, hombres o mujeres con los que parecía coquetear. Seguramente eran citas online.

Yuuri inmediatamente quedó prendado de la belleza de Viktor y lo atendió lo mejor que pudo que vez que lo veía, ganándose sonrisas de agradecimiento y buenas propinas, pero al terminar su turno Viktor se iba a casa con sus citas mientras Yuuri regresaba a casa, solo. Y esa noche no fue diferente, o eso creyó.

Mientras caminaba por las calles poco iluminadas, el hombre japonés fue tomado de pronto por el cuello de su uniforme y su cara fue estampada contra la pared del callejón cercano a su apartamento. Yuuri había sido arrojado con fuerza pero sin brusquedad, aunque dolió un poco el impacto. La respiración caliente sobre su hombro y la mano apoyada sobre sus caderas le terminó de confirmar que tenía compañía.

"No tengo dinero..." Dijo Yuuri enseguida con monotonía y cierta dificultad para respirar debido a la presión ejercida por su atacante, quien también apresó sus brazos hacia atrás fácilmente con una mano. "Si vas a matarme hazlo rápido..."

Entonces escuchó una risita sobre su oído, peligrosa y sensual, que le heló la sangre. Yuuri no tenía miedo de morir, pero algo en aquella risita iba más allá de lo mundano, más allá del miedo mismo que hizo que sus rodillas temblaran.

"Yuuri." El hombre murmuró su nombre con voz divertida, aunque a su vez sonó a una amonestación. "No voy a matarte. Tú..." Entonces sintió la nariz de su agresor pasear por su espalda hasta subir por su cabello, habiendo pasando por su omóplato, la nuca, y paró tras su oreja izquierda antes de aspirar con fuerza. Yuuri sintió escalofríos. "... hueles maravilloso. Y apuesto a que tu sabor debe ser igual de maravilloso."

"¿Sa-sabor?" Repitió, confundido y alarmado.

Ese acento...

Era la voz de Viktor.

"Sí..." Otra respiración fuerte. "Delicioso..."

Antes de que Yuuri pudiera preguntar a qué rayos se refería con eso, lo siguiente que supo es que había un pañuelo sobre su rostro y la oscuridad lo rodeó por completo.

Cuando Yuuri recobró la consciencia no esperaba despertar en una cama muy cómoda, la cual era muy diferente a la suya que tenía un resorte salido, como tampoco esperaba despertar en una habitación, iluminada, tan finamente amueblada, de nuevo, muy diferente a su propia habitación que por más que la fumigaba se llenaba de cucarachas; ni mucho menos esperaba que su uniforme del bar hubiese sido cambiado por ropa limpia (la cual podría jurar que fue tomada de su propio closet).

En realidad, Yuuri ni siquiera esperaba despertar.

Rápidamente se revisó a sí mismo por si tenía alguna herida. Se sorprendió al darse cuenta que no, ni un rasguño. Ni siquiera estaba atado a la cama como sucedía en las películas de terror. Incluso estaban sus propias pantuflas esperando por él en el piso.

Yuuri hubiese entrado en pánico si no fuera porque de hecho no le importaba lo que sucediera con él. Era obvio que Viktor no pretendía torturarlo (si fuera así lo habría encadenado en un sótano sin baño), por lo que se encogió de hombros y se puso el calzado. Sólo le restaba encontrar la razón por la cual fue abducido.

Caminó hasta la puerta, giró despacio la perilla y... la puerta se abrió sin problemas, dejando ver un largo pasillo sin luz. Aún era de noche.

¿Dónde diablos estaba?

Yuuri había jugado los suficientes videojuegos de terror como para saber que dentro de una gran mansión existía un dueño igual de excéntrico... y posiblemente trampas mortales. Definitivamente debía ser la casa de Viktor.

Decidido pero tembloroso, el hombre japonés se aventuró por el largo pasillo oscuro decorado con muebles sin fotos, ventanas cerradas con llave y pinturas con desnudos artísticos, hasta que se detuvo abruptamente cuando casi cae por unas escaleras.

Yuuri entonces bajó lentamente, aferrándose a la pared, teniendo especial cuidado de no hacer ruido y alertar a nadie. Y antes de llegar al último escalón vio una luz encendida proveniente de lo que parecía ser la cocina, pues escuchó ruidos de sartenes. Debía estar ya en el primer piso.

Sintiendo curiosidad, Yuuri asomó su cabeza por la cocina y se sobresaltó al ver a su captor, quien pronto levantó la vista y lo miró sin mucha sorpresa en su expresión.

"Oh. Yuuri. ¿Qué tal la siesta?" Preguntó Viktor con una sonrisa amigable mientras... cocinaba despreocupadamente, tarareando una alegre melodía, como si haber raptado a un hombre no fuese la gran cosa.

"Uh... " Yuuri parpadeó varias veces sin saber qué decir mientras observaba al hombre ruso con las mangas remangadas cortando verduras y, a su vez, vigilar el horno que se estaba precalentando. Viktor vestía un delantal con motivo de perritos.

La escena era tan... doméstica.

Mientras intentaba ordenar sus ideas, Yuuri se decidió por mirar la cocina, la cual era gigante, de esas que sólo parecían existir en la televisión, con una isla en medio para los ingredientes y el picador donde Viktor se situaba en ese momento. Yuuri se acercó para tomar una silla alta y sentarse frente a él para mirarlo trabajar.

También había una nevera gigante, muy parecida a la del bar donde trabajaba. Una estufa espaciosa, un microondas elegante, y una gran cantidad de artículos de cocina que Yuuri jamás había usado en su vida.

También pudo ver una puerta de metal que parecía dar a un congelador de carne industrial. ¿Por qué alguien necesitaría un congelador así de grande en su casa?

"Apuesto a que debes tener hambre. La comida estará lista pronto." Comentó Viktor mirando a Yuuri de reojo, aún sonriendo.

Yuuri entonces se dio cuenta de dos cosas. Una, tenía hambre; dos, Viktor seguramente había planeado meticulosamente el secuestro, pues se encontraba muy tranquilo. Además, no lo había atado ni lo amenazaba para quedarse, como si supiera que Yuuri no trataría de escapar...

"Sí, te-tengo hambre..." Admitió como respuesta segura, aún pensando en cuáles eran sus opciones y tratando de no molestar al hombre ruso... Yuuri entonces sacudió la cabeza y se recordó a sí mismo que realmente no le importaba si Viktor lo asesinaba o no. Era su instinto natural de supervivencia lo que le hacía preocuparse por cosas innecesarias, así que decidió preguntar lo que realmente quería saber. "¿Qué hago aquí? ¿Por qué me raptaste?"

"¡Yuuri!" Viktor dejó a un lado el cuchillo y miró al japonés con fingida sorpresa, como si aquellas preguntas le hubiesen ofendido. "No eres prisionero aquí. Puedes irte cuando quieras." Le aseguró con una risita que, a pesar de verse sincera, el moreno detectó malicia en ella. "Yo sólo quería invitarte a cenar, pero..."

"Pero..." Repitió para incitarlo a hablar. Yuuri ahora estaba más que confundido. Viktor era apuesto, no tenía por qué haberlo raptado si quería una cita. No le habría dicho que no a una invitación a cenar. De hecho, Yuuri se sentía halagado, por más retorcido que eso sonara en su cabeza.

"Pero..." Antes de contestar, Viktor tomó las verduras cortadas, algunos hongos de una canasta, y los colocó alrededor de una masa de carne antes de meter la charola al honor. Al regresar con Yuuri apoyó sus codos sobre la isla y miró al japonés directo a los ojos. "Yo... no estaba seguro de si querrías probar mi comida."

"Yo no... no entiendo..." Yuuri giró su cabeza tal cual cachorrito que no entendía palabras. La comida se veía bien y comenzaba a oler bien. ¿Por qué no querría probar su comida casera?

"Yuuri, hazme un favor y pon la mesa." El japonés lo miró con sorpresa por ese inesperado pedido. "Iba hacerlo yo puesto que eres mi invitado, sin embargo, no esperaba a que despertaras tan pronto." Dijo de manera amable, con aquella sonrisa extraña, y le acercó dos set de platos, cubiertos y dos copas de vidrios sobre una bandeja. "No suelo usar una dosis tan baja de cloroformo, así que pensé que eso me daría el suficiente tiempo para preparar la cena antes de que despertaras. Mi error. Yo ahora mismo debo vigilar el horno." Terminó de excusarse rascándose la nariz, aparentemente apenado por su descuido.

Yuuri parpadeó. Viktor siempre le pareció un hombre fuerte y sensual, pero en ese momento se veía adorable con ese delantal y su actitud tan afable.

El hombre japonés seguía sin entender lo que sucedía. Claramente algo estaba mal con Viktor. ¿Cloroformo? ¿A cuántas otras personas le había hecho esto antes? Su sentido común le dijo que tomara el cuchillo como protección y se largara de allí, pero... aquello era lo más interesante que le sucedía a Yuuri en años.

Yuuri tomó la bandeja e hizo caso. No necesitó caminar mucho para encontrar el comedor.

Al terminar de colocar todo en su lugar, Yuuri estaba tan ensimismado tratando de digerir lo que sucedía, y todavía un poco adormilado, que no se dio cuenta que se había quedado de pie mirando a un punto muerto en el piso durante bastante tiempo. Dio un pequeño brinco al ver a Viktor entrar con la charola ya lista y dejarla sobre la mesa.

Olía delicioso.

El ruso esbozó una pequeña sonrisa pero no dijo nada, y procedió a deslizar el filo del cuchillo a través de la carne para dividirla en rodajas antes de servirla junto con la guarnición de verduras. Yuuri, cruzado de brazos y desde una distancia prudente, observó todo mientras el peliplateado, lentamente y sin premura, encendió algunas velas y vertió el vino recién descorchado dentro de las copas redondas. Entonces se sentó en un lateral de la mesa e hizo un ademán con la mano derecha.

"Toma asiento, Yuuri. Espero que te guste lo que cociné para ti."

Yuuri, hambriento, se sentó en la silla justo delante de Viktor. Sujetó los cubiertos pero, dubitativo, no hizo más movimientos hasta que escuchó a Viktor comenzar a comer.

El hombre ruso se había llevado un trozo de carne a la boca, masticándolo lenta y obscenamente, como si se tratara de alguna clase de manjar que debía ser devorado con mesura, como una experiencia que no se repetiría otra vez. Un gentil gemido escapó de sus labios entreabiertos y el japonés sintió sus mejillas arder al ver su manzana de adán contrayéndose al tragar.

No obstante, Yuuri sintió escalofríos de nuevo y tragó saliva. No entendía por qué aquello lo asustaba tanto.

"Oh, ¿sucede algo, Yuuri?" Viktor lo miró con preocupación al percatarse que no comía. "¿Acaso no te gusta este platillo? ¿Quieres que cocine otra cosa?"

"¡N-no! E-esto está bien. Yo... lo probaré ahora."

Yuuri bajó la mirada, acercó los cubiertos y jugó un momento con la carne antes de usar el cuchillo para cortarla. Miró el tenedor con el pedazo de carne unos segundos antes de engullirlo.

Sabía bien.

La textura era un poco extraña, pero el sabor era bueno. Jamás había comido algo como eso. ¿Sería acaso carne de caballo o de conejo? Yuuri nunca había probado animales que no fueran pollo, cerdo o pescado, pero sabía que había muchos lugares en el mundo que comían cosas exóticas, como ranas o grillos, por lo que no sabía si sería de mala educación preguntar.

El japonés continuó comiendo hasta que sintió la mirada insistente de Viktor. Al levantar los párpados vio cómo el peliplateado lo miraba a través de su copa de vino con una sonrisa adornando su atractivo rostro a la vez que sus ojos azules centelleaban con expectación. Yuuri se paralizó, pues su expresión antes afable ahora era la de un depredador, un cazador complacido que esperaba una recompensa o por lo menos un halago por haber proveído la cena.

"¿Te gustó?" Inquirió con una sonrisa de medio lado, fingiendo inocencia. El japonés asintió levemente. "Me alegro. No estaba seguro de si te gustaría. Este tipo de carne no suele ser del agrado de muchos." Dijo con un juguetón suspiro de alivio. "La próxima vez cocinaré lo que tu quieras. ¿Cuál es tu platillo favorito?"

"Uhm. ¿La próxima...?" Ladeó la cabeza, sorprendido y confundido. Pero su curiosidad recayó por otro lado. "Uh... oye, ¿qué tipo de carne es esta? Jamás la había probado..." Se atrevió a preguntar con timidez.

"Oh, es carne de Kevin." Respondió con ligereza antes de dar otro bocado.

Yuuri parpadeó. ¿Había escuchado bien?

"Umm... ¿Kevin era el nombre del animal?" Bromeó, sin saber qué otra cosa decir, y para su sorpresa Viktor soltó una carcajada.

"De hecho... sí." Tras dejar la copa sobre la mesa, Viktor metió una mano en su pantalón y sacó una tarjeta, la cual presentó elegantemente a Yuuri sosteniéndola con dos dedos.

Yuuri dejó los cubiertos sobre su plato y tomó la tarjeta. Era una identificación, la cual tenía la foto de un hombre de cabello castaño y ojos verdes que el japonés creyó reconocer...

¡Oh! Yuuri había atendido a ese hombre justo esa misma noche en el bar, pues se trataba de la cita de Viktor de aquella ocasión y con quien lo vio marcharse.

Y al parecer su nombre era... Kevin.

Yuuri súbitamente sintió hielo correr por su sangre y sus extremidades comenzaron a sacudirse.

Ahora lo entendía todo.

Las citas clandestinas, los diferentes hombres y mujeres que Yuuri nunca volvió a ver, el rapto, la carne... El congelador.

Yuuri se levantó como pudo de la mesa, y a tropezones, corrió al lavabo de la cocina para vaciar su estómago.

"Wow. No creí que te darías cuenta tan pronto, Yuuri. Eres aún más inteligente de lo que esperaba. Eso me gusta." Escuchó la voz animada del ruso tras su espalda. Mientras, el hombre japonés continuó tosiendo con lágrimas resbalando por sus mejillas. Su estómago dolía. "Shhh... Toma tu tiempo. Esa también fue mi reacción cuando mi fallecido mentor, Yakov, me hizo probar a otro ser humano por primera vez."

"¡¿Po-por qué haces esto?!" Inquirió Yuuri echado sobre el lavabo, al borde de la histeria. Su cuerpo se había rendido ante el miedo. No temía a la muerte, pero sí le temía a los monstruos. "Tú... di-dijiste que soy de-delicioso. ¿Acaso vas a...?"

"Oh, no. Yuuri. Claro que no." Replicó Viktor enseguida, quien sonó en verdad escandalizado ante la idea. "Sí, dije que olías delicioso, pero..." El japonés lo escuchó acercarse antes de sentir un calor ajeno tras su espalda y una barbilla acomodándose sobre su hombro derecho y brazos alrededor de su cintura. Yuuri no luchó por soltarse. "De hecho, hueles tan bien que no podría comerte, porque entonces no podría volver a probarte otra vez."

Yuuri cerró fuertemente los ojos cuando el hombre ruso respiró sobre su cuello, y su cuerpo tiritó por completo al sentir una lengua deslizándose sobre su nuca, dejando calientes rastros de saliva.

Yuuri tuvo un corto circuito y no supo qué pensar. Su mente quedó en blanco, lágrimas de confusión y miedo se derramaban por sus ojos mientras sus oídos se llenaban de estática, pero su piel podía perfectamente sentir a Viktor y cómo sus manos acariciaba gentilmente su vientre en un vago intento de consuelo.

"Entonces... no vas a matarme." Yuuri atinó a decir unos minutos después. Aún podía probar la bilis en su boca y las arcadas de a poco paraban. Viktor asintió, con su mejilla pegada a su cabello negro. "En-entonces, ¿por qué hi-hiciste esto?"

"Porque me gustas, Yuuri." Contestó sin reparos, sin nerviosismo, con una sonrisa en sus labios. Yuuri no supo qué pensar de la confesión, no obstante, sus pálidas mejillas comenzaron a recobrar color. "Tú eres la razón por la que seguí yendo a ese sucio bar a pesar de que siempre he tenido la regla de encontrarme con mis víctimas en sitios diferentes. Necesitaba verte."

"Víctimas..." Repitió en voz baja. Ya lo sospechaba, pero escuchar al peliplateado confirmarlo hizo que de pronto todo se sintiera más real. Su estómago se revolvió de nuevo.

"Sí, pero no te preocupes, solnyshko." Dijo antes de besar su sien. "Todos ellos eran personas malas que no fueron condenadas debido a fallas del sistema. Yo solamente fui amable con ellos porque la carne sabe mejor cuando piensan que obtendrán sexo." Rio y el hombre japonés no pudo hacer otra cosa más que resoplar. "Lamento mucho hacerte pasar por esto, Yuuri, pero necesitaba saber tu reacción honesta. Y me alegro decir que pasaste la prueba."

"¿Pasé...?" Esta vez se giró hacia Viktor. Sin embargo, no esperaba toparse con sus ojos azules, antes peligrosos, brillando y mostrando adoración. Fue entonces que Yuuri se dio cuenta que Viktor lo había estado abrazando.

"Sí. Pasaste. Eso significa que no tendré que matarte." Afirmó y restregó la mejilla contra su cabello, como si se tratara de un gato. Yuuri sintió sus mejillas arder. "Yuuri. No te obligaré a comer lo mismo que yo, pero sí me gustaría que te mudaras conmigo. Tu apartamento es horrible y tiene ratas. De hecho, ya empaqué tus cosas y la mudanza las traerá mañana."

A este punto Yuuri ya no se sorprendió de saber que el ruso también había entrado a su apartamento sin permiso.

"Yo... ¿Cómo sabes que no iré a la policía?" Yuuri se estremeció al escuchar tanta determinación de su propia voz. ¿Acaso acababa de 'amenazar' a un asesino en serie en delatarlo luego de que éste gentilmente le asegurara que no iba a matarlo? Buen trabajo, Yuuri.

Viktor lo miró con sorpresa unos segundos, mas su radiante sonrisa pronto regresó, y esta vez en forma de corazón.

"Ah. Mi dulce, apuesto e inocente Yuuri." Canturreó el ruso con una risita divertida mientras batía sus largas pestañas plateadas. "¿Cómo crees que encuentro a los hombres malos? Yo trabajo para la policía." Y la siguiente oración la susurró sobre su oído. "Si vas y me denuncias, no podré protegerte de ellos. No les gustan los testigos vivos." Agregó con burla mientras Yuuri abría desmesuradamente sus ojos marrones. Viktor entonces tomó su mentón y respiró sobre sus labios. "Quédate a mi lado y te prometo toda la felicidad del mundo."

Yuuri, aún tembloroso, dio un suspiro hondo mientras intentaba entender lo que sucedía.

Por supuesto. Viktor actuaba como si tuviera años de experiencia y sin temor de ser atrapado. Yuuri se regañó a sí mismo por ser tan crédulo y pensar que la policía era de fiar. Después de todo, nunca atraparon a quien inició el incendio que mató a su familia...

"¿Por qué yo?" Fue la siguiente pregunta en su lista. Sentía curiosidad por cómo Viktor había llegado a esa situación y el por qué de su extraña 'hambre de justicia', pero al mismo tiempo fallaba en ver cómo es que el ruso se había obsesionado tanto con él como para llegar a este punto. ¿En verdad sólo le gustaba su olor?

"Porque tú y yo somos iguales." Contestó con más seriedad, aún sonriendo. "Puedo ver la soledad y el dolor en tu mirada, pero también veo tu sed de justicia cada vez que un cliente acosa a una de tus compañeras mas el idiota de tu jefe nunca hace nada al respecto. Yo puedo darte ese poder." Acercó más su rostro y la respiración de Yuuri se contuvo a la expectativa. Los ojos azules y marrones se miraron fijamente. "Sé que tú y yo haremos un gran equipo si me das una oportunidad, Yuuri."

Yuuri luchó por apartar la mirada, por sacudir la cabeza para negarse. No obstante, no podía negar el magnetismo que la voz hipnótica y la mirada etérea de Viktor cernían sobre él, por lo que lo único que pudo hacer fue quedarse quieto cuando el peliplateado posó una mano sobre su nuca y sus labios sobre su boca.

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"Yuuri, ¿estás bien?" Viktor miró con preocupación a su esposo, quien se había quedado en silencio desde que metieron el cuerpo al auto.

Yuuri sacudió la cabeza y sonrió.

"Oh, lo siento. Sólo recordaba nuestra primera cita." Respondió con las mejillas ruborizadas y Viktor también sonrió.

Había pasado un año ya desde el día que Yuuri y él iniciaron su noviazgo, y cuatro meses desde que se casaron, y había sido el mejor año de sus vidas.

Yuuri, por su parte, continuó trabajando en aquel apestoso bar a pesar de no necesitar el dinero, pues Viktor podía perfectamente mantener a su esposo y a sus recién adoptados poodles, Vicchan y Makkachin. No obstante, el japonés le insistió en que necesitaba un pasatiempo y que podría ayudarlo cuando tuviera 'citas'.

Viktor accedió a ese trato, aunque no le molestó el hecho de que Yuuri rara vez le ayudaba a cazar, o que girara la cabeza cuando usaba la sierra, o que comiera sólo una pequeña porción de carne los viernes, o que fingiera dolor de cabeza para no acompañarlo a deshacerse de los restos.

Eso estaba bien. Viktor era un hombre paciente y lo último que deseaba era presionar a su esposo. Él sabía que Yuuri era un alma compasiva y sensible después de todo.

Pero ese día era diferente. Era su primer aniversario y era una noche especial. Y tenía una oferta que Yuuri no sería capaz de rechazar.

"Yo... iré a regar el jardín." Se excusó Yuuri al ver a Viktor bajando al sótano, cargando con facilidad la bolsa negra sobre su hombro.

"Yuuri." Viktor se giró esbozando su más encantadora sonrisa y el moreno lo miró con atención. "Hoy necesito tu ayuda. Por favor."

Yuuri dio un suspiro de resignación pero asintió. Normalmente Viktor sólo le pedía ayuda para limpiar la sangre del piso y las paredes, pero últimamente trataba de enseñar a cómo separar los huesos de la carne. Su estómago no lo soportaba, pero amaba pasar tiempo con su esposo.

No obstante, esa noche, la víctima era un hombre japonés que parecía tener su misma edad. Era perturbador.

Ya en el sótano, Viktor dejó caer la bolsa sobre la mesa de operaciones y la abrió. Yuuri hizo todo lo posible por no estremecerse al ver los familiares rasgos faciales. Pero se sobresaltó cuando el peliplateado le acercó la sierra quirúrgica.

"Solnyshko, creo que es tu turno de hacer los honores."

"¿Yo...?" A pesar de las dudas, Yuuri tomó la sierra con manos temblorosas. "Pe-pero sigue vivo..."

"Yuuri, amor mío. Déjame contarte algo interesante sobre nuestro querido invitado de hoy." Murmuró Viktor sobre su oído tras haberse colocado sobre su espalda, sosteniendo sus muñecas para que dejara de temblar. "Su nombre es Chihoko, tiene 26 años, es japonés como puedes ver, y su pasatiempo favorito es lastimar animales y quemar casas. Oh, casi lo olvido, nació en Hasetsu."

"Hasetsu..." El japonés repitió en voz baja, dándose cuenta de por qué su esposo deseaba dejarlo a cargo esta vez. Entonces miró al hombre.

"Chihoko inició un incendio en Hasetsu hace cinco años atrás, matando en el proceso a tres personas y dejando huérfano a un adorable chico de 19 años." Continuó Viktor respirando en su oído. "Nunca fue atrapado por ser hijo de un importante empresario. Pero aquel empresario murió hace un par de años, así que ya nadie cuida su espalda."

"Ya veo..." El moreno frunció el ceño y apretó el mango de la sierra con determinación.

Yuuri ya se había resignado a nunca conocer a la persona responsable de arruinar su vida, a la que hizo sufrir una muerte terrible y dolorosa a su familia e hizo cenizas años de trabajo; creía ya haberlo superado.

No obstante, todo el dolor, el miedo, la soledad, la ansiedad y la frustración acomuladas durante cinco se hicieron presente con fuerza, y como si una pieza de tetris hubiese caído en su lugar, por fin entendió por qué su esposo hacía lo que hacía.

La Justicia era ciega y la venganza era un plato que se comía frío.

"Lamento haber tardado tanto tiempo, Solnyshkho. No fue fácil sacar a Chihoko de Japón con una excusa creíble. Tuve que pedir muchos favores a Chris y a Phichit. No quise decirte nada para no arruinar la sorpresa."

"Viktor... Gracias." Yuuri se giró hacia su esposo y le sonrió con todo el amor que sentía hacia él antes de besar sus labios. "¿Sabes? Creo que esta es la noche perfecta para enseñarte a hacer katsudon."

El sótano se llenó de gritos y risitas.


¿Qué tal este cap? A pesar de amar el terror no suelo escribirlo muy seguido, estoy más acostumbrada a las cosas lindas y el humor. Así que espero haber escrito un cap decente xD

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