CAPÍTULO 2
-descansa que te hará falta, por cierto… siéntete como una invitada, y si alguien te molesta, ¡¡me avisas!. Aunque no te preocupes, en ésta tripulación sólo hay pobres hombres, pero de grandes corazones. milady… - me cogió la mano y me la besó… dejándome de piedra y sin saber que decir.
Aquel pirata se fue dejándome solo en esa habitación, me sentí muy asustada y confundida, ¡¡me habían secuestrado, jamás volvería a ver a mi padre, a pesar de aborrecerle, ni a mis amigos… Toda mi vida se había quedado en la ISLA de pompea, y ahora iba con unos desconocidos, probablemente peligrosos a no se que lugar.
Comencé a llorar desesperada y a patalear silenciosamente en la comodidad de mi cama, pues no quería llamar la atención de aquellos despiadados hombres.
Pasaron unas horas cuando el pirata entró de nuevo a mi habitación.
-¡Hola amor…!.- dijo sonriente ¿Qué tal la travesía?
Le miré con todo el odio que tenía y más y comencé a gritar como loca
-¡¡Bastardo! ¡¡Devuélveme con mi familia!¡¡Yo no quiero estar aquí! ¡¡Que clase de hombre eres!
Su expresión cambió rápidamente, de pronto se puso serio y me miró conmovido, quizá se estaba arrepintiendo de lo que había hecho.
-quizá tengas razón, no debí haberte llevado… pero… ya es demasiado tarde
-¡¡no es demasiado tarde!- suplique cambiando de tono de voz- ¡¡por favor! ¡¡llévame de nuevo a pompea!
-Lo siento querida, pero se nos echarían encima los hombres de Lord Jackman, y sinceramente… me encanta vivir.
--snif snif- comencé a llorar de nuevo, entre balbuceos comencé a decir- ¿Qué me va a hacer? ¿Por qué me ha traído?
-Cariño- aquel pirata me cogió dulcemente de la barbilla y me miró con intensidad a los ojos- no pienso hacerte nada malo, sólo eres… nuestra invitada, se la vida que tenías allí en Pompea, una vida llena de obligaciones y restricciones. ¡¡Déjame que te enseñe la libertad!- dijo con un brillo extraño en los ojos.
De pronto mis lágrimas dejaron de brotar, había algo en aquel hombre que me fascinaba a la vez que me aterraba, y además estaba la libertad… él había hablado sobre la libertad… ¿Qué se sentiría al ser libre?
-perdona… pero… no me siento muy libre encerrada en un camarote de tu barco…
-Amor, no estás encerrada, podrás salir en cuanto te apetezca
-¿de verdad?
-¡Por supuesto! Queremos que tu estancia aquí sea lo más confortable posible
Pasaron unos días, y yo ya me atrevía a deambular por aquel barco, me quedaba maravillada, pues a pesar de haber un caos total, la gente se compenetraba al máximo, apenas tuve altercados con ningún hombre, aunque es cierto que todos me miraban con deseo, ninguno se atrevió a hacerme nada, y ahora estoy segura que era por el capitán, aquel Jack Sparrow le respetaban y sabían que en cuanto me tocaran un dedo, se las verían con él, que aunque embustero, embaucador, cobarde y…atractivo ¿he dicho yo eso, era una persona imponente.
Yo Casi siempre vestía los vestidos que estaba acostumbrada a llevar en castillo, Jack tenía unos cuantos en el camarote que con mucho agrado me regaló y si parábamos brevemente en algún lugar procuraba comprarme cosas, me tenía muy mimada, y cualquier cosa que yo quisiese, pensase o incluso imaginase, él procuraba dármela. Yo se lo agradecía tímidamente, pues la verdad se estaba portando verdaderamente bien conmigo, y aunque me costase reconocerlo y a veces llorase, al recordar a los míos, la vida en aquel barco se estaba haciendo más llevadera que la vida con mi padre.
Un día mientras dormía placidamente hasta las tantas como solía acostumbrar, ya que Jack no me dejaba ayudar en el barco, vi algo que tambaleó los pilares de mi vida, hasta tal punto que descubrí un sentimiento nuevo y desconocido en mí, era Jack, que estaba sentado a un lado de mi cama, llevaba una botella de ron en una mano y con la otra me acariciaba tiernamente, era como si estuviese admirando al ser más bello, a la pintura más embaucadora o a la estatua mejor esculpida, simplemente miraba.
Cuando abrí los ojos completamente, el modifico su serena expresión entregándome una de sus sonrisas, aquellas sonrisas por las que ahora yo daría la vida… un suspiro se me escapó de mi boca, aquel hombre… me hacía tener tantos sentimientos…
-¿Qué haces aquí capitán?
-tan sólo quería verte descansar es que pareces un ángel
Enrojecí al máximo y simplemente le respondí con un escueto- gracias-
Él al ver mi rostro encendido comenzó a reírse a carcajadas.
¿Qué es lo que te hace tanta gracia?- fruncí el ceño, pues tenía mi orgullo
Él se limitó a calmar de nuevo su cara, se levantó y se dispuso a marcharse.
A mi me pasaba algo extraño, pues llevaba varios días con un único pensamiento en la cabeza… sentir los labios de Jack, unidos a los míos, me obsesionaba tanto aquello que incluso llegué a preocuparme, pero es que… es que… aquel hombre era… era… ESPECIAL me estaba enamorando de mi secuestrador.
CONTINUARA…
