Disclaimer los personajes no son mios y no gano nada con este. Contiene Spoliers del Sexto Libro
Hera y los tres jóvenes se aparecieron en las afueras de la madriguera, la humilde casa de los Weasly. Ron y Hermione temblaban visiblemente, mientras Harry se preocupaba por ocultar a los ojos de sus compañeros un creciente nerviosismo.
- ¿Pero que creéis que estáis haciendo?- les preguntó Hera rabiosa.
- Eso a ti no te importa- le respondió Harry encarándola- No debiste haber intervenido.
- Claro que no, y en este momento el salvador del mundo mágico estaría en manos de unos vulgares mortifagos- le replicó Hera.
- Eso no es problema tuyo- siguió Potter altivo.
- Correcto Sr. Potter puede que usted no sea más que un peón en este juego, puede que su vida le resulte absolutamente vacía y carente de sentido pero la de ellos no lo es- continuó mirando a Hermione y Ron- Condénese a una muerte rápida si quiere pero no los arrastre consigo.
- Usted no sabe nada- contestó Harry ya menos convencido.
Hera miró nerviosamente a su alrededor.
- No creo que estemos seguros aquí- le dijo poniéndose extrañamente seria- Supongo que lo que hayan hecho hoy será lo suficientemente importante para que casi se jueguen la vida.
Tanto Ron como Hermione asintieron levemente con la cabeza, asentimiento que acompañó Harry con un susurró de aseveración.
- Entiendo. Esto es una Guerra, y lo queramos o no estamos en medio de ella- siguió- Se van a mejorar las medidas de seguridad de la madriguera y espero por su bien que la próxima vez que piensen en realizar una excursión sean capaces de evaluar los riesgos que pueden correr…
- No necesito niñera- la cortó Harry.
Hera lo fulminó entonces con la mirada, una mirada que a Harry por un momento le recordó a la fría mirada de la profesora McGonagall.
- Para su información, no soy su niñera Sr. Potter- le respondió usando un tono tan sarcástico como el que Snape usaba en sus clases- No crea que es el ombligo del mundo y que todos estamos aquí para salvarlo. ¿Lo entiende? El problema es que mi "protegido" si está dispuesto a jugársela por usted y eso es algo que en estos momentos no estoy en condiciones de permitir.
- ¿Quién es usted?- preguntó Hermione con un hilo de voz intentando calmar los ánimos.
- Eso no es prioritario. –Hera volvió a mirar preocupada a su alrededor- Creo que es hora de que vuelvan a dentro.
Ninguno de los jóvenes replicó, se giraron sobre si mismos y emprendieron el camino de entrada a la casa de Ron. La señora Weasly les esperaba en la cocina, visiblemente nerviosa, se paseaba a uno y otro lado con las manos sobre sus caderas.
- ¿Dónde habéis estado?- les preguntó nerviosa.
- Por ahí- respondió vagamente Ron.
- ¿Por ahí? -comenzó a chillar la señora Weasly- Ha habido un ataque en Hogsmeade, Arthur me llamó porque llegaron informaciones de que estabais allí, salí a buscaros y no aparecíais por ningún lado.
- Pues ya ve que estamos bien Sra. Weasly- la apaciguó Harry con la mejor de sus sonrisas- Hemos estado en el jardín de atrás y no la hemos oído.
La Sra. Weasly pareció tranquilizarse un poco aunque miró desconfiadamente a los tres jóvenes que ya subían las escaleras hacia su cuarto. Se acercó a la ventana y le pareció percibir a lo lejos el destello típico de una desaparición. Molly agachó la cabeza negando fuertemente, estaba claro que le ocultaban algo.
Severus se dirigió corriendo hacia su casa, sabiendo que Peter se extrañaría de su ausencia en la misma.
- ¿Dónde has estado?- le preguntó la rata tan pronto como el profesor cerró la puerta a sus espaldas.
- Consiguiendo ingredientes para pociones-le respondió vagamente.
- Ha habido un ataque en Hogsmeade, Potter estaba allí pero los tontos de los mortifagos no pudieron atraparlo. Es más la mayoría están ahora en poder del ministerio- le explicó Peter visiblemente nervioso-El Señor Oscuro está muy cabreado. Pensé que estabas allí.
- ¿Crees que si hubiera estado allí Potter se me hubiera escapado?- le preguntó retóricamente Severus exhibiendo una clara mueca de asco.
- No, claro que no- se apuró en contestar el pequeño hombre totalmente asustado.
- Vete a tu cuarto.
- Pero…
- Vete a tu cuarto- repitió Severus.
Peter no se hizo de rogar y moviendo una de las figuras de la gran librería dejó al descubierto las escaleras que llevaban hasta su cuarto. Severus esperó a que la rata desapareciera, trazando mentalmente un plan para conseguir que esta volviera a servir al Señor Oscuro directamente permitiéndole a él permanecer sólo en su casa. Tomó un whisky de fuego entre sus manos y corriendo las cortinas se dispuso a esperar la llegada de su extraña vigilante.
Lo reconoció al instante en aquel oscuro callejón, supo instintivamente que estaba allí para protegerlo y se sorprendió al descubrir que era una mujer. Pero no tuvo tiempo de pensar mucho más, porque ella le proporcionó la salida que estaba esperando, una salida que él no dudó en aceptar aún con el riesgo de poder ser engañado.
Ahora estaba preocupado, de algún modo que no llegaba a entender estaba preocupado por ella.
Hera llegó al límite de Spinner's End estaba exhausta, había sido quizás uno de sus peores días desde la muerte de Albus. No sólo se encontraba físicamente cansada sino también anímicamente. Habían sido demasiadas sorpresas en un día. Se ocultó en las sombras e introduciéndose en una de las callejuelas laterales entró en su casa por la puerta de atrás. Se dirigió a la ventana y se sorprendió de ver al profesor Snape apoyado en la suya escudriñando la calle preocupado. Por un momento se preguntó si estaría preocupado por ella, pero desechó la idea tan pronto como esta cruzó por su cabeza, seguía siendo Snape. Aún así se armó de valor y abrió poco a poco la ventana. Severus detectó el movimiento delante de él y levantó la vista, ambos se miraron de nuevo fijamente. El mortifago inclinó entonces la cabeza en señal de reconocimiento y cerrando las cortinas desapareció.
Hera se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la pared. No podía cerrar sus ojos, no podía recordar los ojos de su abuela clavados en ella en aquel callejón.
Flash Back
Hera miró de nuevo a su abuelo que la despedía afectuosamente en la estanción.
- No pasará nada mi niña- le sonrió su abuelo besándola dulcemente en la frente- Ya verás como cuando te des de cuenta ya estarás de vuelta para pasar la navidades en casa.
- ¿Y papá?- le preguntó la pequeña todavía preocupada por no comentarle a su padre su reciente marcha al colegio Hogwarts.
-Papá está muy ocupado, sabes que el ministerio español de magia tiene ciertos problemas que Percival debe solucionar- la tranquilizó su abuelo
El tren rugió furiosamente.
- Sube o llegarás tarde.
Hera miró una vez más a su abuelo y con un profundo abrazo ambos se despidieron. Aberforth se quedó en el arcén observando como el tren se alejaba lentamente, y supo instintivamente que no tardaría en volver a ver a su nieta.
Hera se sentó al fondo del tren, en el único compartimento vacío que quedaba libre. Se acomodó cómodamente y visiblemente nerviosa. Oyó el ruido de los jóvenes acomodándose a su alrededor, el sonido alegre de los viejos amigos reencontrados y se maldijo por tener que estar allí sentada y no en el alegre colegio español de magia. Una cabeza pelirroja se asomó entonces por la puerta.
- ¿Hay sitio libre en este compartimento?- preguntó el joven tímidamente.
- Si claro- respondió la joven sonriendo
- Soy Charlie Weasly- le sonrió también el joven pelirrojo- ¿Y tú?
- Soy Hera, Hera Dumbledore.
Charlie la miró fijamente, intentando averiguar si era una broma.
- ¿Hera Dumbledore?- repitió sorprendido- ¿Eres familiar de Albus Dumbledore?
- No, que yo sepa. Vivo con mi padre Percival, mi madre murió cuando era niña y de vez en cuando nos visita mi abuelo Aberforth Dumbledore. Pero no conozco a ningún Albus Dumbledore- le explicó la pequeña niña- ¿Quién es?
- Es el mago más poderoso de nuestro tiempo, es el director de Hogwarts.- le sonrió Charlie- Dicen que está enamorado de Minerva McGonagall pero nadie ha sido capaz de asegurarlo.
En aquel momento Hera perdió el poco color que aún poseía, y empezó a temblar visiblemente.
- ¿Minerva McGonagall?- susurró tartamudeando
- Si, la subdirectora del colegio- continuó el pequeño pelirrojo ajeno al nerviosismo de su acompañante.
Hera se mantuvo callada y silenciosa el resto del viaje, a pesar de los numerosos intentos de Charlie Weasly por mantener una conversación fluida. Minerva McGonagall, el nombre de su abuela seguía repitiéndose en su mente como un mantra, el nombre de la mujer de la que no había sabido nada en estos 11 años. Por un momento un sentimiento de soledad y desconsuelo la inundó pero después la ira se apoderó de ella, la ira de sentirse abandonada. Su abuela era la subdirectora de un gran colegio, cuidaba de infinidad de niños que acudían a mejorar su formación como magos mientras su verdadera nieta vivía sola a miles de kilómetros de distancia.
Fin Flash Back
Hera seguía sentada en el mismo rincón de aquella oscura habitación, intentando poner en orden sus recuerdos. Sonreía al recordad como con sólo 11 años creyó que pasaría desapercibida dentro de aquel colegio, sonreía al pensar lo iluso que puede llegar a ser un niño. No necesitó que Minerva dijera su nombre en alto, Albus ya la miraba fijamente, observándola por encima de sus gafas de media luna mientras esbozaba una débil sonrisa. Recordaba el sonido entrecortado de la voz de su abuela cuando pronunció su nombre y la mirada asustada que le dirigió. Aquel día la vida Hera cambió bruscamente, aquel día para Hera fue como volver a nacer.
La joven se levantó del suelo, y se dirigió hacia la ventana, observó el silencio y oscuridad que acompañaban no sólo la casa de su ex – profesor sino también la calle. Deseando tener por lo menos una noche de tranquilidad se tumbó en el viejo camastro que le hacía de cama.
Hera despertó temprano, abrió lentamente los ojos y creyó por un momento que su cuerpo le estaba jugando una mala pasada. La habitación estaba completamente oscuras y un extraño frío húmedo se colaba por las rendijas de aquella casa desvencijada. Tenía que ser de noche se repitió la joven acercándose a la ventana, no podía ser de día, pero la realidad era dura, la niebla cubría ahora todo Spinner's End impidiendo que el sol de otoño pudiera colar sus cálidos rayos entre las extensas nubes que cubrían el encapotado cielo. La joven sabía que los dementores eran en parte los causantes de esta situación y se preguntó cuanto tiempo más podrían aguantar así.
Hera observó entonces la casa que se extendía enfrente de la suya, tan silenciosa como el barrio que la rodeaba. Sólo el grito de algún animal a lo lejos rompía la monotonía existente. Se preparó un frugal desayuno y tras comprobar que como de costumbre la vida no experimentaba cambios para sus vecinos se dispuso a continuar con su entrenamiento diario.
Octubre pasó lentamente para la joven gryffindor, Peter y Severus salían en contadas ocasiones de su "hogar" y ella se conformaba con vigilarlos de lejos. Habían sido convocados un par de veces por Voldemort pero Hera se había tenido que contentar con volver a quedarse escondida en el bosque imaginándose por un momento lo que podría estar ocurriendo dentro de la casa del Lord.
Aquella mañana Hera se levantó extenuada, su espalda gritaba cada vez que intentaba realizar un movimiento extraño y su cuerpo le reclamaba un descanso que no estaba dispuesto a darle. Se maldijo por haber tenido que pasar todo el día anterior tirada en aquel oscuro bosque y se tomó una nueva poción calmante. Necesitaba salir de aquel encierro. Miró nuevamente la casa, estaba tan tranquila como de costumbre, se preguntó si el Lord los convocaría de nuevo después de haberlo hecho ayer y se respondió a si misma que no. Voldemort no solía llamar frecuentemente a Severus y Hera había intuido que era para mantenerlo a salvo, lejos de una posible detención por parte del ministerio. Empacó algunas cosas en su pequeña mochila y saliendo con resolución por la ventana de atrás se dirigió al ministerio de magia.
Hera fue recibida con calurosos saludos a su llegada y tardó algo más de una hora en llegar al despacho de su padre. No necesitó ni siquiera petar en la puerta, su padre la abrió mágicamente desde dentro y sonriéndole le señaló una butaca delante de su escritorio.
- Has tardado una hora en llegar hasta aquí- le insinuó sonriendo.
- Amigos- le respondió Hera tirándose cómodamente en la butaca y lanzando un suspiro de satisfacción.
- Contando que en casi cinco meses no he sabido de ti- empezó su padre- Tiene que ser algo realmente importante lo que te trae hasta mis dominios.
- Realmente no lo es- le restó importancia la joven- Necesitó algunos trasladadores legales más, sin destino.
- ¿En qué estás metida?- preguntó su padre seriamente mientras se echaba con las manos cruzadas sobre la mesa y observaba fijamente a su hija.
- En nada importante – respondió poniendo su cara de niña buena- Confía en mi.
- Me pides trasladadores legales, pero si haces algo ilegal con ellos…-le insinuó su padre.
- La culpa será mía. Soy hija de un miembro del ministerio y por tanto tengo algunos privilegios puedo solicitar material sin necesidad de especificar su uso convenientemente- le soltó su hija tranquilamente- Me ahorrarías muchos formularios, y si pasa algo que no deba con ellos yo misma me inculparé.
- Eso no es solución.
- Es la única que hay. Necesito esos trasladadores- insistió la joven- Y la otra forma es creándolos yo misma, y eso si que está penado si no es causa de peligro mortal.
Su padre abrió uno de sus cajones y tomó algunos trasladadores de él. Negando con la cabeza se los entregó a su hija.
Hera miró fijamente a su padre sin saber muy bien como enfocar aquello. Percival la observó nuevamente conocedor de la expresión tan característica en su hija y enarcó una ceja en señal de interrogación. La joven sonrió.
- He visto a la abuela, estaba en la taberna cabeza de cerdo con el abuelo- empezó soltando bruscamente las palabras- Fue un momento en el callejón pero, creo que me reconoció.
- No sería extraño eres su nieta- le respondió su padre.
- Vaya y supongo que ahora se acuerda de ello, igual que de repente vuelve a tener interés por el abuelo- escupió Hera- ¿Dónde estuvo durante tantos años¿Dónde?
- En Hogwarts, donde estuvo siempre en el colegio de Hogwarts- le respondió su abuelo que escuchaba toda la conversación desde la puerta.- Eres tan tozuda como ella. Eres tan parecida a ella-siguió perdiendo su mirada en su nieta y besándola en la frente- Me dijo que le habías parecido tú en el callejón ayudando a Potter, veo que no se ha equivocado.
Hera sacudió la cabeza en señal de negación y se dispuso a levantarse para marcharse. Su abuelo la tomó del brazo impidiéndoselo.
- Nunca me debí casar con ella- comenzó dirigiéndose hacia la ventana- Éramos como el día y la noche, yo seguía siendo el tío raro y excéntrico que amaba el caos y las sorpresas, ella la mujer seria y preparada que amaba el orden. Nunca debimos casarnos- continuó perdido en sus recuerdos- Pero ella vio en mí el sustituto de Albus, de un Albus al que no podía tener y yo pensé que sería la mujer de mi vida, en realidad sé que fue la mujer de mi vida. Siempre supe que mi mujer amaba a mi hermano pero pensé que el tiempo lo arreglaría.
Aberforth se giró sonriendo a su nieta e hijo.
- Sólo hay que ver el hijo que tuvimos y la amistad que conservamos. Entendí que conmigo nunca sería feliz- Aberforth se sentó al lado de su nieta- Lo entendí el día que me dijo que quería incorporarse al profesorado de Hogwarts, supe que lo que ella sentía por Albus era incluso más fuerte que nuestra familia. Intenté recuperarla, lo juro, y me consta que Percival lo sabe, pero lo nuestro estaba destinado al fracaso y eso era algo que yo no quería admitir.
- Papá, esto es muy duro- intentó interrumpirlo Percival.
- No, creo que es hora de explicarme correctamente. Hera está harta de escuchar historias sobre nosotros, de emitir juicios basándose en hechos que no saben si son verdad, tiene derecho a saber toda la verdad- enfrentó a su hijo- Tarde en entenderlo pero llegó un momento en que supe que Minerva nunca volvería conmigo, le planteé el divorcio tantas veces como negativas recibí de ella. Así que ideé el plan quizás más idiota que he ideado hasta ahora.
- A mi me resultó beneficioso al final- sonrió Percival desde su sillón.
- Me fugué a España donde conocí a la mujer que después se convirtió en tu madre y me la traje a Inglaterra fingiendo que era el amor de mi vida y que quería casarme con ella- rió Aberforth- Y surtió efecto, Minerva me concedió el divorcio poco después. El resto ya lo sabes, mi supuesta prometida se acabó casando con mi hijo y te tuvieron a ti.
- Pero la abuela no os perdonó- contestó Hera.
- Si, nos perdonó. A mí por liberarla de un matrimonio que no era más que una farsa bien representada, y a tu padre, a su hijo, por haberse casado con la mujer que consideró su rival- le explicó su abuela.
- No fue ella, fuimos todos. Ella resultó herida, herida por sus dos hombres y lo único que hizo fue ponerse a la defensiva – siguió su padre- A veces creo que si no me hubiera ido a España todo se hubiera arreglado antes, pero tomé la decisión de cambiar mi plaza ministerial en Inglaterra por una en España y colocar entre mi familia y yo miles de kilómetros de distancia. Nunca evalué el daño que podía hacer con ello, a mi madre, a Albus, a mi padre, a mi mismo y a ti.
Hera lloraba copiosamente, su situación había sido tan complicada.
- Pero ella siempre me odió- intentó defenderse.
- Nunca lo hizo, pero nunca le diste la oportunidad de ser la abuela que ella quería ser- le dijo entonces su abuelo- Y la culpa fue nuestra, de tu padre y mía.
La joven se maldijo mentalmente por todo, por su actitud, por su frialdad.
- Pero llevo años, riéndome de Albus, despreciando públicamente al director de Hogwarts y a su subdirectora- explicó Hera- ¡Por Merlín!
- Albus trazó un plan, y tú formas parte de él como el resto, no te culpes, ella lo sabe- la abrazó su abuelo.
- Tengo que irme- recordó de pronto.
Ambos hombres asintieron, sabiendo que por un día habían sido demasiadas confensiones y levantándose se despidieron. Hera se dirigió hacia la puerta todavía visiblemente nerviosa.
Volvió a tardar aproximadamente otra hora en salir del ministerio y se dirigió de nuevo hacia Spinner's End. Se arrebujó en la capa al sentir el frío de aquella zona de de Londres. Buscó la calle lateral y todavía sorprendida por las revelaciones recibidas se coló en su casa. De manera automática se dirigió hacia la ventana y comprobó si todo seguía como siempre.
Las cortinas estaban cerradas y Hera no era capaz de percibir ningún atisbo de vida en aquella casa. Se maldijo por lo bajo por haber creído que podía ausentarse y se preguntó en donde estaría el maldito profesor. Entonces lo vio, apertrechado con su habitual capa negra estaba sentado en las escaleras de entrada de la casa que habitaba Hera. Esta se puso su capa negra y su pasamontañas negro y salió hacia la puerta de la entrada.
La abrió lentamente y sin ni siquiera saludarse se sentó en el mismo escalón donde estaba sentado Severus.
- No estabas en casa- le dijo Snape.
- Tengo vida propia profesor Snape- le respondió.
Severus se sorprendió del tratamiento recibido por parte de la joven pero se dijo que tendría tiempo más tarde de analizar eso. Llevaba allí una hora esperando por ella, y esa necesidad de verla no le gustaba nada.
- Pensé que yo era tu vida propia- continuó secamente.
- Vaya otro que se cree el ombligo del mundo- le espetó ella sin cortarse
Severus la miró sorprendido pero no dijo nada.
- Peter ya no está en casa- soltó Snape.
- ¿Perdón?- preguntó Hera sin saber muy bien como reaccionar.
- Peter ya no vive conmigo, el Señor Oscuro cree que soy totalmente de fiar- siguió el ex – profesor.
-Creo que se lo ganó a pulso profesor- ironizó la joven.
Severus soltó el bufido tan característico de él pero continuó como si nada.
- No sé que hace aquí, ni porque no me ha entregado todavía, pero…- Snape no sabía como enfocar la situación- si necesita algo mi casa está más adecentada que la suya. No suelo recibir visitas muy a menudo así que no se preocupe por interrumpir.
- Disculpe profesor¿me está ofreciendo hospitalidad?- preguntó sorprendida la joven.
Snape la miró interrogante, no tenía intención de repetir su ofrecimiento, había hecho esto instintivamente y ahora creía que se había equivocado. Se levantó dispuesto a dirigirse a su casa.
- ¿Puede avisarme cuando sea llamado por Voldemort?- preguntó Hera tanteando el terreno.
Severus se estremeció ante el nombre del Señor Oscuro, pero no dijo nada.
- ¿Quiere que la avise?- se giró sorprendido.
- Mi prioridad es usted profesor y debo seguirlo, si me avisa me facilita el trabajo- sonrió la joven sin recordar que llevaba puesto su pasamontañas.
El frío mortifago la miró desconfiado y siguió andando hacia su casa.
- Y deje de llamarme profesor, no soy su profesor- añadió mientras cruzaba la calle.
Hera sonrió alegremente y todavía sorprendida por la actitud de Severus se introdujo en su casa. Sería una larga noche, tenía demasiadas cosas en que pensar.
amsp14: Hola, no te preocupes, y espero que tu abuela se mejore pronto. Sobre el fic espero que te siga gustando. Saludos luthiensnape slytherin: Pues ya ves sobrina nieta de albus, para variar un poco. Y sobre Severus es una situación extraña en la que se encuentra por eso confia en quien puede más que en quien quiere. Saludos
Sydney: Gracias por los elogios aunque creo que te has pasado, a mi también me cuesta mucho dejar reviews, sobre todo porque a veces tengo que copiar la historia y leerla después por mi cuenta por falta de tiempo, pero me alegro que lo hayas dejado. Saludos
Supermama: Hola me alegro que te guste la historia, y en este caso como bien dices no es un romance retomado sino uno nuevo… aunque los protagonistas ya se conocieran. Y si supongo que alguna metedura de pata cometeré con el idioma, pero espero que los no gallegoshablantes sepan perdonarme. Saludos