Disclaimer los personajes no son míos ni gano nada con esto... lo hago solo por divertirme. Contiene Spoliers Sexto Libro.

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Si Severus pensó que Hera correría a su casa a la menor insinuación estaba muy equivocado, la joven se mantuvo en su posición las semanas siguientes, sin ni siquiera molestarse en saludarlo cuando lo veía a través de la ventana. El mortifago había sido llamado en dos ocasiones más, Voldemort tenía grandes planes para varios enclaves mágicos y quería contar con la opinión del propio Severus. Snape salía siempre de su casa, y de manera imperceptible le indicaba a Hera que había sido convocado, esta lo seguía y siempre se aparecían en aquel oscuro bosque uno a pocos metros del otro. La joven se escondía pacientemente en el exterior, observando todo cuanto pudiera ser relevante y preguntándose que podía estar sucediendo dentro. Aunque últimamente su sentimiento de curiosidad se veía normalmente acompañado de una clara preocupación por su ex – profesor, Hera se repetía que era debido al interés que Albus había mostrado en su carta por la seguridad de su pupilo, pero Hera empezaba a cuestionarse esa explicación.

Cuando Severus salía de la misteriosa mansión, invisible para Hera, se dirigía hacia donde ella se encontraba, ambos volvían entonces a Spinner's End. En silencio como dos desconocidos, Severus enfilaba siempre la calle principal, mientras que Hera fiel a sus costumbres solía tomar la entrada de atrás de su casa.

Severus se sentó en la sala de la planta inferior, estaba menos que sorprendido con la actitud de la joven. Lo acompañaba en todas sus salidas a la guarida del Señor Oscuro, y lejos de protestar esperaba pacientemente a que volviera a salir. Una de las veces el propio Severus alargó la estancia más de lo necesario junto al Lord, permitiéndose el lujo de cenar con él, cosa que gustó al oscuro mago. Pero al salir, allí estaba ella, sentada en su sitio de costumbre, esperándolo.

Se levantó de su sillón favorito y miró a la casa de enfrente pero allí no había señales de que nadie la estuviera utilizando como vivienda. Se maldijo mentalmente por estar tan pendiente de la joven y cerró bruscamente la cortina. Después de que lo salvara en aquel callejón, Severus se había sentido vulnerable y por un momento le reconfortó la idea de que alguien estuviera preocupado por él. Se libró de la presencia de la rata de Peter e instintivamente le había ofrecido hospitalidad, esperando por lo menos poder averiguar algo más de la joven. Pero ahora varias semanas después se encontraba tan sólo como al principio pero mucho más intrigado. Pegó un puñetazo a la mesa que tenía delante de él, tirando al suelo la botella de whisky de fuego que lo acompañaba por las noches. Lo había llamado profesor Snape y eso le perturbaba, tenía que haberle dado clases, tenía que haber sido su alumna, pero ¿quién podía preocuparse del cretino y bastardo profesor Snape?

Hera por su parte mataba el tiempo de la mejor forma que podía, aunque prefería estar en aquella sucia y fría casa que tirada en aquel oscuro bosque esperando por Snape. Había analizado muchas veces su charla del ministerio con su padre y su abuelo, intentado buscar una explicación razonable a todo lo que le había sucedido. Entendía que la vida de su familia había sido todo menos normal, pero en última instancia ella había resultado la más perjudicada.

Además su situación con Severus había cambiado. Ahora creía que había sido un error por su parte revelarse y que hubiera sido mejor que Snape no supiera que alguien vivía en la casa de enfrente. Desde entonces había cambiado varias veces de habitación para espiar a Severus. Hera era consciente de que Snape empezaba a mostrarse extrañamente interesado por la presencia de la joven en la casa, ofreciéndole incluso su hospitalidad. La joven notó un movimiento en la casa, Severus se había acercado a la ventana, escudriñaba el exterior y molesto por no verla cerró las cortinas bruscamente. Hera sonrió para si misma, peguntándose si aquel hombre era el mismo profesor que gustaba de atormentarla y castigarla en su estancia en Hogwarts.

La joven no podía olvidar sus años escolares, por muchas razones como se repetía habitualmente. Hera recordaba vívidamente sus años en Hogwarts, todos y cada uno de los recuerdos, de las situaciones que la convirtieron en la mujer que es hoy. Había asimilado la extraña posición de su familia, y los entresijos de unas relaciones tan inciertas como complejas. Huérfana de madre muggle había sido criada por su padre, un rico funcionario del ministerio español de magia y por su abuelo, un loco mago que distaba de ser la mejor compañía para una impresionable niña. Su llegada a Hogwarts complicó si cabe más su propia situación personal, conociendo a una abuela que ignoraba la existencia de su nieta y a su tio-abuelo, director del colegio y a todas luces el causante de la separación de sus abuelos.

Hera se preguntó durante mucho tiempo, porque aquello la había salpicado a ella, porque había sido ella la víctima de una situación irracional e incompresible. Ella ni siquiera había nacido, pero había pagado con creces las consecuencias de la misma. Nunca había llegado a tener una relación fluida con su abuela, y normalmente en todas sus conversaciones flotaba el frío filo de los reproches silenciados. Ahora, y después de haber escuchado a su padre y abuelo no tenía muy claro que Minerva fuera la única culpable de la situación. Ella misma había levantado muros a su alrededor impidiendo que su recién conocida familia los traspasaran.

Hera se levantó helada y sacando su varita conjuró un hechizo calentador, aquella casa parecía las mazmorras del colegio. Se acercó a la ventana y miró curiosa hacía la casa de Severus. La silueta del estoico mortifago se recortaba contra las cortinas, ese era otro de los hechos que mantenían entretenida a la joven en sus largos días en aquella casa, Severus Snape, su cruel profesor de pociones, el hombre que desde el primer día que la vio decidió que ella sería la diana en que arrojar sus dardos afilados durante los siete años en que fueron profesor y alumna. Sabía que ambos habían tenido una extraña relación, afianzada en un odio mutuo, y ahora ella era su protectora. Era la protectora del hombre al que había odiado durante siete años, al hombre que había asesinado a Albus Dumbledore, el hombre que había asesinado a su tio-abuelo.

Hera se frotó los ojos buscando relajarse y conseguir que su mente encontrara un momento de tranquilidad. Mirando de nuevo por la ventana y reparando en que la pequeña nevada que había comenzado aquella mañana se había hecho mucho más intensa y provocando que la calle se encontrara ahora totalmente cubierta de un bello manto blanco. Hera maldijo que aquel invierno fuera más frío que los de costumbre, ella tenía que vivir en una casa desvencijada y destartalada, una casa que colaba el frío por cada grieta de sus gastadas paredes, y el tiempo había decidido ponerse en su contra.

De repente fijó de nuevo en la lejanía donde una sombra se movía lentamente. Por un momento creyó que sería un animal buscando algo de comer entre la copiosamente nieve, pero de pronto distinguió la sombra con mayor nitidez, era alguien, una persona totalmente vestida de negro que destacando contra la blanca nieve, avanzaba sigilosamente hacía la casa de Severus. Hera se levantó del alfeizar de la ventana, y se dirigió a la habitación de al lado y echando ligeras miradas a través de la ventana se puso su capa y su pasamontañas negro. Se dirigió escaleras abajo lentamente y esperó pacientemente a que la extraña figura se fuera acercando. Observó el cuerpo de una mujer aproximándose y percibió una larga melena negra que sobresalía por debajo de la capucha negra de su capa. No necesito muchos datos más para saber a quien estaba observando, Beatrix Lestrange estaba ahora delante de la puerta de Severus Snape.

La mortifaga esperó pacientemente a que Snape abriera la puerta, si el mortifago se sorprendió de encontrar allí a su "compañera" no lo manifestó simplemente se hizo a un lado permitiéndole el paso. Severus dio un paso adelante antes de cerrar la puerta y mirando fijamente hacia Hera que se había dejado ver en ese momento le indicó sutilmente la entrada por la puerta de atrás, la entrada de la cocina.

Hera se dirigió rápidamente hacia ella, intentando no perderse ningún dato de aquella extraña conversación. Puso su mano sobre el pomo de la puerta, y la giró lentamente, entró en la cocina y esquivando la mesa y un par de sillas llegó a la puerta que comunicaba con el pequeño salón donde Severus y Beatrix estaban hablando.

- Veo que eres bastante más inteligente de lo que pensaba- dijo la cruel mortifaga- Has sido capaz de librarte de Peter.

- Peter no me era necesario- respondió Snape secamente- La verdad es que esa rata era más una carga que una ayuda.

- Claro Snape y eso te da la oportunidad de hacer lo que quieras ¿no?- lo increpó Beatrix- De ayudar al bando equivocado, de proteger a Potter.

Severus no respondió simplemente enarcó una ceja en señal de incredulidad.

- No creo en tu fidelidad Snape- siguió la señora Lestrange- Ni aunque hayas matado al viejo y loco de Dumbledore. Y tarde o temprano el Señor de la Tinieblas lo sabrá y pagarás por todo tu engaño.

- Creo que nuestro Señor tiene claro cual es mi posición ante él- Severus se levantó colocándose delante de la puerta de la entrada- Y no tengo porque darle explicaciones a uno de sus mortifagos.

La osadía de Severus al tratar a Beatrix como si fuera una más de los tantos seguidores del Lord Voldemort no hizo más que excitar a la mujer que en un movimiento rápido sacó su varita y la colocó sobre la cabeza de Severus, lo que la obligó a quedar de espaldas a la puerta de la cocina. Hera maldijo a Snape por provocar intencionadamente a la mujer y temiendo una reacción por parte de la cruel mujer de Rodolphus sacó su varita colocándose estratégicamente en la puerta semiabierta. Severus miraba a Beatrix entre incrédulo y sorprendido.

-¿Estás intentando matar a la mano derecha del Señor de la Tinieblas?-coreó Severus sonriendo- Supongo que tendrás una buena explicación para ello.

- Eres un traidor- escupió Beatrix- Yo misma me encargaré de explicárselo.

Severus se acercó mucho más a su colega.

- Eres prescindible, yo no lo soy – sonrió cruelmente- Te matará cuando sepas lo que has hecho.

Beatrix comenzó a temblar visiblemente y de su varita empezaron a brotar pequeñas chispas. Hera sabía que la mortifaga estaba a punto de perder el control. Abrió un poco más la puerta de la cocina y apuntando con su varita a la señora Lestrange recitó mentalmente un hechizo.

Beatrix seguía apuntando a Severus, pero de repente su cuerpo le empezó a fallar, no lograba enfocar correctamente, era como si su rival se estuviera desvaneciendo en el aire. Escupió unas cuantas palabras carentes de sentido y escondiendo su varita sin dejar de amenazar verbalmente a Snape abandonó la casa tambaleándose y sin mirar ni siquiera atrás.

Hera salió de su escondite taladrando con sus ojos a su ex – profesor, y observando de reojo a través de la ventana como Beatrix se alejaba de la casa. Severus seguía sonriendo sarcásticamente y susurrando unas palabras restauró las protecciones de la casa.

- Muy buena intervención. Un hechizo aturdidor mejorado- comentó Snape mirándola fijamente.

- Sabías que venia hacía aquí- lo increpó Hera.

- Si, no pensarías que iba a vivir en una casa sin protección- explicó el mortifago.- Pero me pareció una idea interesante averiguar hasta donde estabas dispuesta a llegar por protegerme. Llevaba tiempo pensando como ponerte a prueba y la agradable visita de Beatrix me dio la oportunidad que esperaba.

Hera no respondió simplemente se dio la vuelta en señal de desagrado dispuesta a abandonar la casa.

- Así que mi querida Hufflepuf se ha enfadado- escupió Snape.

La joven se giró sorprendida por la deducción de Severus.

- ¿Qué te hace pensar que soy una Hufflepuf?- le preguntó.

- Los Rawenclaw solamente aman el estudio, sus libros, no se comprometerían en una misión tan alejada de sus queridas bibliotecas- le explicó- Los slytherins, no se la jugarían por Potter como tú lo hiciste en el callejón aquel día, y la mayoría se mostraría ante mi sin ocultarse fui su jefe de casa. Los gryffidors no me protegerían, en estos momentos estaría en una celda en Azkaban. Así que me quedan lo Hufflepuf,pueden soportar el trabajo duro y no guardan fidelidad ante nadie, ni ante su propia casa.

- Creo profesor que se ha equivocado en sus deducciones- respondió Hera dirigiéndose a la cocina dispuesta a salir de allí cuanto antes.

Severus no contestó simplemente observó como la joven seguía dispuesta a irse.

- Quédate a charlar- soltó Snape de pronto.- No sé quien eres, en eso juegas con ventaja, pero podemos hablar.

Hera se sorprendió ante la petición de Severus y por un momento creyó vislumbrar en sus oscuros ojos negros una soledad insalvable. Se preguntó si su antiguo profesor no cargaría con una culpa mayor de la que era capaz de soportar. Durante unos segundos se preguntó si no estaría viendo al verdadero profesor Snape aquel a quien Albus y Minerva defendían fervientemente.

La joven lo miró una vez más y percibió el miedo al rechazo que mostraba el mortifago y asintiendo débilmente con la cabeza tomó asiento en uno de los sofás de la triste sala. Severus se sentó en otro, ninguno de los dos sabían realmente como habían acabado allí, pero sabían que era correcto, aunque ambos negaran las sensaciones que esto les producía.

Aquello se convirtió en una agradable rutina para ambos, que gustaban de perder su tiempo en mutua compañía. Sus conversaciones distaban mucho de ser personales, se centraban sobre todo en comentarios triviales y breves discusiones sobre Voldemort y sus mortifagos. Discusiones en las que la joven no dudaba en mostrar a su profesor el odio que sentía hacia ellos.

Además Hera era consciente de los intentos de Severus por averiguar algo más de ella, sus preguntas rebuscadas, el análisis de sus respuestas, sus silenciosas observaciones. La joven lo sabía pero aún así no era capaz de hacer nada. Una parte de ella quería seguir en el anonimato, que no supiera quien estaba allí, sabía que eso era lo más correcto para su misión, ya había trasgredido una norma crucial al permitir que Snape supiera que alguien lo estaba vigilando y sabía que no era correcto poner más en peligro su situación. Pero otra parte, quería que Severus supiera quien era ella, que supiera que Hera Dumbledore estaba allí, preocupada por él. Quería que por un momento, Snape fuera capaz de olvidar todo el odio que se habían profesado durante años y pudieran sentarse tranquilamente a charlar con ella como lo hacían ahora. Hera no podía o no sabía como lidiar con estos sentimientos, y ello le estaba causando algunas noches de insomnio.

Severus por su parte estaba tan confundido como la joven. Había pasado muchas horas pensando en quien podía querer protegerlo. A quien podía importarle tanto para estar allí preocupado por él, un mortifago buscado por el ministerio por traición y asesinato. Había analizado todas y cada una de las posibilidades incluido el hecho de que la joven había salvado a Potter, lo cual la colocaba en el bando correcto y a él en el incorrecto y eso no tenía sentido.

Por alguna extraña razón que el cruel profesor no llegaba a entender, le había ofrecido hospitalidad e incluso se había atrevido a pedirle que se quedara con él, una clara muestra de debilidad. Y aunque se repetía una y otra vez que su interés en la joven se centraba únicamente en descubrir quien era, él sabía que no era del todo cierto. Había aprendido a disfrutar de su compañía, de sus charlas triviales, y deseaba poder hablar con ella de cosas más serias. Le gustaría verla sin su característico pasamontañas negro y ese hechizo que hacía su voz irreconocible, por un momento se imaginó a ambos sentados en la cocina compartiendo una agradable comida y disfrutando de su mutua compañía.

Severus se acercó de nuevo a la ventana, seguía nevando copiosamente en el exterior, y un manto blanco cubría permanentemente la calle desde hacía semanas. Miró a la casa de enfrente y no vio a la joven en ninguna de las ventanas de la casa superior, la extrañaba, de eso estaba seguro, aunque eso no era muy raro teniendo en cuenta la falta de calor humano que tenía el mortifago. Cerró la cortina de golpe y se sentó en el sofá con un vaso de whisky entre las manos, tenía una ligera idea de quien podía ser su protectora, pero era una idea tan descabellada como irreal.

Snape sabía que después de siete años de humillaciones, y odio mutuo era muy improbable que ella estuviera allí preocupada por su seguridad y sobre todo que hubiera sido capaz de mantener unas civilizadas conversaciones con Severus Snape. Se levantó de nuevo y comenzó a caminar por la sala, cuanto más lo pensaba más creía que la mujer que se encontraba allí enfrente era Hera Dumbledore, y por alguna extraña razón esta idea se le hacía muy atractiva al oscuro mortifago.

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Malu Snape Rickman: Me alegro haber recibido un mensaje tuyo, siempre es bueno saber que tengo un/a fan en ti... sobre Hera y Severus verás como evoluciona la historia poco a poco, eso sí como esta historia es más corta los sucesos serán más rápidas... y la relación del trio Minerva- Albus y Abe (como se escriba), aún dará que hablar.

Khye: Me alegro que te guste el pequeño giro que he proporcionado a la historia… era un poco para variar. Sobre las preguntas, pues siento decirte que no podré respondertelas… solo ello solo decirte que ya lo iras descubriendo poco a poco.

luthien snape slytherin: ¿te ha resultado revelador? Pues espero que siga así, yo tb envidio a Hera por tener una invitación tan personal.

amsp14: Me alegro que te haya gustado la incursión de Aber… (yo tampoco se escribirlo) pero me parece una persona importante para el desarrollo de la trama. Ya verás mas conversaciones Severus-Hera.

HoneyBeeM: Como ya le decía a amsp14 yo también creo que Aber… tendrá algo que decir en el séptimo libro no creo que rowling lo dejara caer asi porque asi. Sobre los nombres perdón por los errores, aunque siempre creí que Beatrix era asi y no Bellatrix, de todos modos la historia esta escrita por lo que supongo que el mismo error seguirá en capítulos posteriores.

Melliza: Si yo fuera Hera a estas horas ya estaría instaladita en el dormitorio de Severus, uy perdón en su casa... jeje.

Natalia: Hola... gracias por los elogios. Sobre la conversación final ya he observado que ha causado furor, ya se sabe una hace lo que puede... y McGonagall, que te puedo decir, para mi es un mujer con sentimientos contradictorios a mi, a veces la adoro y a veces la odio.

Gracias a tods por los reviews y saludos.