Hola de nuevo, los personajes no son mios, no gano nada con esto y solo lo hago para divertirme.

SPOLIERS SEXTO LIBRO


Albus no saludó a nadie de los que se encontraban abajo y con una frialdad impropia de él, despachó bruscamente a la señora Weasly cuando esta se acercó para preocuparse por el estado del niño que vivió. Harry necesitaba cuidados, estaba visiblemente herido, y su cuerpo emitía una leve luz de color rojizo. Hera no quiso preguntar, pero por un momento deseó que el hecho de que el joven Potter estuviera allí significara que toda aquella pesadilla había finalizado. Albus se desplazó a la parte superior de la casa, y conectó la chimenea con San Mungo, en menos de un minuto un grupo de médicos y enfermeras aparecieron en la habitación y comenzaron a preocuparse por el joven.

Albus salió de la habitación y se apoyó en la pared de fuera visiblemente agotado, Minerva lo rodeó con su brazo y lo comenzó a empujar lentamente hacia el mismo cuarto donde reposaba el ex – profesor de pociones. El director de la escuela miró a su compañero y suspiró deseando que hubiera llegado a tiempo cuando lo envío a la taberna. Albus aún recordaba como encontró al hombre al que consideraba un hijo, con la varita en alto y pretendiendo enfrentar al mismísimo Lord Voldemort a fin de defender a Harry, un Harry que no disimulaba su sorpresa colocado detrás del que él consideraba su cretino profesor. Al director de Hogwarts no le costó reconocer los visibles síntomas de la lucha que mostraba el cuerpo de Severus, y supo que el ex – profesor de pociones estaba a punto de caer. Vio como Voldemort lanzaba un Cruciatus al hasta entonces su mejor mortifago, y este caía al suelo ya sin poder gritar. Albus avanzó entonces hacia el círculo central donde se desarrollaba la lucha, su varita envió a Severus a la taberna y mirando a Harry se colocó a su lado para enfrentar al mago más poderoso de todos los tiempos.

Ahora Albus estaba tumbado en la cama por Minerva y en menos tiempo del que hubiera deseado ella y Hera estaban ocupándose de él. Para Albus no pasó desapercibida la mirada que la joven echó sobre la cama donde dormitaba el profesor de pociones. Pero si pensó que eso haría flaquear a la joven, esta no lo demostró y con una gran profesionalidad ayudó a su abuela a intentar mejorar la situación del mago más poderoso de este tiempo, a Albus Dumbledore.

- Todo ha acabado- les dijo Albus mientras lavaban y desinfectaban sus heridas.

Ambas mujeres se miraron y después miraron a Albus.

- Harry acabó con él, pero está herido- siguió explicándose- Su magia está descontrolada, su cuerpo ha sufrido más de lo que se puede aguantar. Recibió varias maldiciones Cruciatus, tuvo que luchar con la maldición Imperius que le lanzó el propio Voldemort y finalmente volvió a sobrevivir a la maldición imperdonable.

- Tú también estás herido- le atajó la profesora McGonagall.

- Lo estoy, desaparecí porque no estaba en las mejores condiciones, la edad y algún que otro hechizo oscuro de Voldemort me habían pasado factura. He vuelto pero no en las mejores condiciones – les sonrió- He enfrentado a Voldemort con Harry, y no soy joven, creo que mi estado es optimista vistas las circunstancias.

- Albus no puede cambiar aún en esta situación no es capaz de parar de bromear- le dijo Hera a su abuela.

- Por que él es así- dijo Aberforth- ¿cómo estás?- preguntó acercándose a la cama de su hermano.

- En buen estado evidentemente. No pienso volverme a ir y dejarte a Minerva para ti solito- volvió a bromear Albus.

Ambos hombres se miraron y se fundieron en un profundo abrazo.

- Potter se está recuperando- le dijo su hermano- Me han dicho que puede tardar en ser el mismo, pero su magia se ha estabilizado y sus heridas no tienen complicaciones aparentes. Además su cuerpo parece responder a los tratamientos para la maldición Cruciatus, peor nadie sabe como responderá psicológicamente.

- Esa parte la tendremos que enfrentar nosotros- le respondió Albus intentando incorporarse-¡Ah! Y si puedes avisa a los Weasly de su estado, Molly estaba muy nerviosa cuando llegué.

- Percy y Charlie han muerto- lo interrumpió Aberforth- Los Weasly no están en su mejor momento. También han muerto varios profesores de Hogwarts, entre ellos la extraña profesora de Adivinación. Y creo que el ministerio ha tenido también innumerables pérdidas.

- Bajaré en un momento- añadió Albus haciéndose cargo de lo serio de la situación.

Aberforth abandonó la habitación, mientras Minerva miraba fijamente a Albus.

- Debemos ir. Quiero saber como están los Weasly y los demás heridos.- miró a Hera fijamente a los ojos- Eres tan maravillosa como tu abuela y él lo sabe- dijo inclinando la cabeza hacia la cama de Severus- Has hecho un gran trabajo con él y en esta guerra, ahora quédate con él, me gustaría que cuando despertara tuviera alguien a su lado.

Ella sonrió y abrazó a su tío abuelo.

- Mi padre- susurró.

- No te preocupes, se reunirá con nosotros cuando arregle las cosas en el ministerio. – le dijo Albus­- No pensarías que un Dumbledore iba a dejarse vencer por un grupo de mortifagos.

- No, la verdad es que no me lo esperaba.

- Cuida de él- le dijo Albus nuevamente- Cuida de él como has hecho hasta ahora. Y deberías mirar la evolución de tus heridas, por precaución más que nada.

Hera observó como su abuela abandonaba la habitación en compañía de Albus y por un momento se preguntó si algún día ella podría agarrar así a su marido en el futuro. Miró a Severus, observando como el extraño mortifago seguía durmiendo tranquilamente sabiendo que la poción que le había suministrado lo mantendría así durante unas horas. Hera tomó una pociones de la mesita que había allí delante y dirigiéndose hacia el baño se dispuso a curar su heridas.

Hera salió del baño semirecuperada, ahora era consciente de todo el daño que había recibido en la lucha. Se sentó en la cama donde sólo unos minutos antes estaba tumbado Albus Dumbledore, y miró fijamente al hombre que todavía dormitaba en la cama de al lado. Se acercó a él lentamente y todavía sin dejar de observarlo se sentó entonces en su cama. Con su mano recorrió el brazo de Severus disfrutando del calor que emanaba de su cuerpo. Le costaba creer que ese hombre, el hombre al que había amado durante meses, estuviera allí tumbado luchando entre la vida y la muerte. Intentó sacar esas ideas de su mente, intentó pensar que el hombre sería lo suficientemente fuerte para poder seguir luchando. Esperaba que después de todo lo que habían vivido, Severus encontrara en ella la fuerza para seguir.

Hera notó como los ojos comenzaban a cerrársele, estaba visiblemente cansada. Sabía que sus abuelos y Albus se encargarían de todo lo que estaba pasando fuera, y su padre venía de camino. La joven comenzó a relajarse, se deslizó lentamente hacia la cama y se acomodó al lado de Severus. Se refugió en el calor que emanaba del cuerpo del mortifago, y sin saber como se durmió.

Severus comenzó a despertar lentamente, su mente estaba nublada pero sentía una extraña sensación en su cuerpo. Lo embargaba una calidez especial, una calidez a la que estaba acostumbrado. Oyó el ruido lejano de voces, y supo que la conocida Taberna Cabeza de Cerdo se había convertido en un improvisado hospital, por un momento se preguntó quienes estarían siendo tratados allí, si el mismísimo Albus estaría impartiendo sus órdenes a diestra y siniestra, y si Harry habría podido finalmente vencer al mago más oscuro de todos los tiempos. Notó de nuevo un ligero peso en su brazo, se giró para observar que era lo que le estaba causando esa malestar, abrió lentamente los ojos y observó una larga cabellera castaña rozando su piel. Severus pensó que estaba soñando, recordando los buenos momentos vividos. Hera despertó al notar el cambió brusco en la respiración de Severus, miró fijamente al cuerpo del hombre que descansaba en la cama y comprobó como el estoico profesor la miraba fijamente a los ojos esperando que ella fuera tan real como él deseaba. Hera solamente sonrío y Severus no pudo evitar esbozar una de sus más sinceras sonrisas, volviendo a dormirse ahora mucho más tranquilamente.

Hera se levantó lentamente, ahora Severus sabía que seguía con él, que Hera continuaba a su lado. La joven abandonó la habitación mirando una vez más atrás, sabía que debía ir ayudar a los demás. Salió al pasillo y guiada por el ruido de Albus y Minerva impartiendo órdenes se dirigió hacia ellos.

Hera no podía definir concretamente que hizo en las horas siguientes, curó heridas, las limpió y las vendó, repartió pociones a todos los que las necesitaban y se interesó personalmente por la situación de la familia Weasly que habían perdido 2 hijos en esta guerra. Preguntó también disimuladamente por el niño que vivió y se alegró de recibir una respuesta afirmativa a su evolución aunque todos decían que tardaría bastante tiempo en conseguir volver a ser el mismo de siempre. Los amigos de Potter por su parte, también evolucionaban favorablemente, aunque Hermione mostraba signos de un preocupante agotamiento, aún así, Albus no permitió que fuera trasladada a San Mungo. El director de Hogwarts creía que estando todos juntos mejorarían más rápidamente que solos en un hospital, por ello estaba discutiendo en estos momentos con el hospital para conseguir trasladar al Señor Potter a la Taberna Cabeza de Cerdo tan pronto como fuese posible. Además había puesto a todos los hombres de los que podía disponer a trabajar para conseguir que la seguridad en Hogwarts fuese establecida y poder trasladarse así tan pronto como fuera posible.

Hera le sonrió a tio abuelo, y se dirigió a la habitación de Severus, abrió la puerta lentamente, y se sorprendió de no encontrar al ex – mortifago en su cama. Miró a ambos lados preocupada y abrió la puerta del baño. Allí de pie delante del espejo, mirándose fijamente a si mismo, estaba Severus Snape.

- No quiero ser yo- le dijo sin ni siquiera mirarla.

- Pues yo quiero que sigas siendo tú- le respondió Hera acercándose a él por detrás y abrazándolo- Me gustas porque eres tú.

Severus se giró lentamente y la miró a los ojos.

- Soy un mortifago- dijo lentamente.

- No lo eres, lo fuiste pero no lo eres.- siguió mientras lo obligaba a mirarla de nuevo- Vamos Severus, sabes que digo la verdad. Tomaste el camino equivocado pero lo rectificaste a tiempo, nos has ayudado, sin ti, ni Potter hubiera acabado con Voldemort ni nosotros hubiéramos tenido tan pocas pérdidas.

- Potter…- intentó preguntar el ex – profesor de pociones sin fuerzas para hacerlo.

-Si, Albus se vanagloria de sus dos héroes Harry Potter y Severus Snape. Según tengo entendido tu actitud en la batalla ha sido totalmente mitificable.

Severus intentó sonreír pero no podía, se apoyó en la pared y Hera entendiendo su situación lo ayudó a acercarse hasta la cama.

-Severus, mírame- le dijo Hera- Estoy aquí a tu lado, he vuelto… ¿Crees que si creyera que eres un maldito mortifago estaría aquí contigo? Severus, te he conocido a lo largo de estos meses y he visto a un hombre distinto al que siempre te molestaste en mostrar.

- Hera…- intentó interrumpirla el ex – profesor de pociones.

- No, Severus, ahora todos creen en ti, no sólo yo, también los que antes no lo hacían – siguió la joven- Has mostrado el verdadero rostro de Severus Snape y ese es el rostro que todos queremos seguir viendo. Te amo, y sé que a pesar de todas las dudas que tienes sobre ti, yo si creo en ti.

Severus permaneció absolutamente silencioso, mientras unas rebeldes lágrimas amenazaban con salir de su rostro. Hera lo miraba con una ternura que nunca había recibido.

- Me he equivocado tantas veces- le dijo Severus- Nunca debí dejarme engañar por Lucius y compañía, pero necesitaba respeto, el respeto que mis compañeros de escuela se negaban a darme. Tarde en entender lo que había hecho pero juro que cuando lo descubrí intenté por todos los medios solucionarlo… Albus confió en mi, me trató como a un hijo y a pesar de la cantidad de gente que seguía diciendo que era un tonto por hacerlo, él no dejó en ningún momento de mostrarme esa confianza tan propia de él- Severus siguió confesándose- Nunca volvió a dudar de mi, aunque mi actitud reconozco que dejaba mucho que desear, fui un completo cretino, incluido contigo. Pero…

- Pero ahora estás aquí y has cambiado, tú mismo lo has dicho- le dijo Hera- Severus tu vida puede haber sido un completo error, pero ahora tienes una nueva oportunidad, y está en tu mano el aceptarla o no.

- Lo sé, pero no merezco a una mujer como tú- la contradijo el mortifago

- Yo creo que si la mereces – le respondió acercándose y besándolo tiernamente en los labios

- Te amo Hera, y creo que mereces algo mejor que un viejo amargado como yo.

- Lo que yo quiero eres tú- siguió diciendo mientras se iba tumbando sobre él- Sólo tú, eso es lo único que quiero.

Severus no le respondió simplemente disfrutó de nuevo del contacto de los labios de Hera sobre los suyos propios, y dejó que la cantidad de emociones que esa mujer despertaba en él lo embargaran de nuevo. Sintió el pequeño mordisco que la joven le dio en el labio y notó como su sangre volvía arder de nuevo en sus venas. No pudo evitar emitir un ligero sonido de satisfacción, algo que Hera acogió con verdadero entusiasmo, siguiendo un entretenido reconocimiento a la anatomía de su ex –profesor. Un ruido en la puerta los sobresaltó y ambos se giraron para observar como Albus, Minerva y Percival los miraban fijamente desde la puerta.

- Ya me gustaría que las enfermeras me cuidaran a mi con tanto ahínco-sonrió Percival entrando en la habitación.

Hera sonrió ante el comentario de su padre y se levantó para abrazarlo. Percival se acercó entonces a la cama y extendió su mano para estrechar la de Severus.

- El ministerio me ha encargado comunicarte tu nominación para conseguir la Orden de Merlín- le dijo- Y como puedes observar- siguió mirando a Albus y a su madre- No pude librarme de ellos.

Albus meneó ligeramente la mano, y entró en la habitación, para felicitar personalmente a su querido profesor. Minerva no se quedó atrás, y cinco minutos después el propio Aberforth hacia lo mismo. Hera sonreía desde el otro lado de la cama, observando la turbación de Severus.

-Creo que nuestro enfermo requiere los cuidados de su enfermera- sonrió Albus mientras miraba pícaramente a Hera y Severus

Todos abandonaron la habitación sonriendo.

- Sigue teniendo un humor extraño, pero me gusta- dijo Hera.

- Sigue enterándose de todo- gruñó Severus.

Hera ahogó una sonrisa. Y se dirigió hacia la cama.

- De todos modos creo que tenían razón, necesitas más cuidados- le dijo mientras se dirigía lentamente a la cama sonriendo pícaramente.

Severus empezó de nuevo a sonreír mientras miraba fijamente a la mujer que se acercaba hacia la cama.

- No estás segura de lo que quieres- le dijo intentando frenarla.

- Si, lo estoy y no pienso discutirlo de nuevo- le respondió sentándose en la cama- Te quiero a ti.

- Y yo a ti. Pero sigo pensando que esto es un error- intentó razonar el ex – mortifago.

- Pues entonces dejemos que este error siga adelante hasta que no pueda más- empezó a decirle mientras le besaba tiernamente en los labios y descendía por su cuello.

Severus no dijo nada, simplemente se dejó hacer. Hera continuó su ataque, y siguió bajando mientras empezaba a quitarle la ropa.

-Te amo- susurró Severus.

Hera levantó la vista y lo miró fijamente.

- Creo que nuestro enfermo necesita un cuidado extensivo- siguió mientras sonreía- Además deberías estar aislado.

Severus la miró sorprendido pero observó como la joven sacaba la varita y bloqueaba la puerta. Se giró de nuevo, y sonriendo volvió a besar dulcemente a su enfermo. Snape la miró una vez más y se rindió ante la joven, ella tenía razón la vida el había suministrado una nueva oportunidad y él estaba dispuesto a dársela. Tomó a la joven entre sus brazos y besándola fervientemente se dispuso a perderse de nuevo en su cuerpo. A disfrutar de su nueva vida.


Reviews:

Primero decir que ya ha llegado el final de esta historia, no es tan larga como las anteriores que había escrito pero creí que sería conveniente hacer una más corta.

Daros las gracias a tods los que con vuestros reviews habeis mantenido vivas mis ganas de continuarla, y sobre todo despedirme por un tiempo.

Saludos