Se dice que nunca debes decir que 'ya nada puede ser peor' porque retas al destino para hacer ver qué la situación si puede empeorar.
Harry no ha tenido un buen día, desde su reunión inesperada en el banco, que si bien no fue mala si le quitó tiempo que no podía desperdiciar, hasta encontrarse con Penelope Clearwater y ahora la persona que estaba frente a él.
Neville solo estaba buscando semillas para su invernadero, quería ampliar su sección de flores mágicas un poco y definitivamente no esperaba encontrar a su compañero de cuarto y amigo Harry Potter en el mismo lugar que él, fue una sorpresa que no debió ser buena para el pelinegro por su gemido.
— Lo siento... No quería molestar... Yo... – las palabras en su boca comenzaron a salir sin pensarlo.
— No, perdóname Neville. – agregó Harry rápidamente. — No es que me molestes, simplemente complicado... Aunque, si lo pienso, me vendría bien la ayuda del prodigio en herbologia.
— No creo ser un prodigio, pero puedo ayudarte un poco. – dijo tímidamente Neville. — ¿En qué necesitas ayuda?
— Voy a crear un huerto en mi jardín, pero solo he usado cosas muggles y estoy un poco perdido con las mágicas. – dijo Harry consiguiendo toda la atención de su amigo.
— En ese caso es mejor que compres un kit básico, es más resistente y más fácil de manejar. La mayoría de las plantas de huerto no necesitan herramientas pesadas así que puede las herramientas de hierro. El abono para crecer debe estar a más de diez centímetros del tallo o se morirán y recuerda que los tubérculos necesitan su propio espacio alejado de cualquier planta cuyas raíces sean largas o no crecerán bien. – Harry prestó atención a su amigo esperando recordar todo.
— Gracias Neville, realmente me ayudaste.
Neville sonrió ante las palabras de Harry, el estaba muy feliz de ayudar.
— Escríbeme si necesitas más ayuda y... Feliz cumpleaños Harry. – dijo Neville.
Harry sonrió, era curioso como había olvidado que era su cumpleaños después de tantas cosas que había hecho esa mañana y fue Neville que lo había felicitado primero, no Hermione o Ron quien lo habían estado ignorando por órdenes de Dumbledore seguramente.
— Gracias Neville, feliz cumpleaños a ti también. Se que fue ayer, pero han restringido mi entrega de cartas. – Neville se mostró extrañado por su comentario pero no dijo nada. — Pero ahora tengo una caja de correo de Gringotts, te diré el número para que puedes escribir.
Antes de que Harry continuara, sintió la futura aparición de Dobby, segundos después, el elfo doméstico estaba a su lado.
— Harry señor, he comprado las pociones, los libros y la comida. – dijo Dobby.
— ¿Está todo bien Harry? – preguntó Neville ahora preocupado, podía ver a su amigo tenso ponerse en una posición defensiva luego de su pregunta.
— Si te preguntan si me viste o escuchas algo sobre mi, por favor Neville, no les digas que me viste. – pidió Harry nervioso. — Incluso si eso implica mentirle a Dumbledore, no hagas contacto visual con él o Snape.
Harry vio la varita de Neville salir de su funda, parecía dispuesto a atacar, seguramente pensando en que era un impostor.
— Fuiste tu quien me ayudó con la segunda tarea del torneo, cultivaste branquialgas para que pudiera respirar bajo el agua. – dijo Harry algo que nadie además de Neville sabía, nunca había tenido un momento para decirle a Ron o Hermione sobre como las consiguió.
Neville bajó su varita lentamente asintiendo, un suspiro tembloroso salió de sus labios antes de poner un rostro firme.
— ¿Qué está pasando Harry? ¿Mentirle a Dumbledore? ¿Qué no diga que te ví? Es como si te estuvieras escondiendo... ¿Es eso lo que haces?
Harry suspiro antes de llamar a su magia formando una capa que impidiera los oídos indiscretos.
— Me he enterado de la razón por la que Voldemort fue por mi y... – los ojos de Harry se abrieron ante su oración, un pensamiento se volvió su mente, él fue un niño de la profecía pro nacer el 31 de julio y Neville nació el 30, según las historias de Sirius dos familias se escondieron que cumplían las condiciones, los Potter y los Longbottom, Neville tenía derecho a saber eso. — No puedo decirlo aquí Neville, pero escucha, mi número de correo en Gringotts es el 7, si dices el número a tu lechuza ella lo dejará ahí, también contraté una lechuza que entregue mi correo desde la caja. Primero necesito establecerme y después te enviaré una carta, te contaré todo, pero por el momento no digas nada.
— Harry eso suena...
-— Tres días máximo, mañana seguramente comenzarán a buscar, debes tener cuidado. Dobby te ayudará a llegar si es necesario, solo llámalo... Debo irme Neville. – dijo Harry antes de salir de la tienda sin haber comprado, Dobby regresaría después a comprarlo debían apurarse.
La casa ambulante resultó ser más útil de lo que creyó cuando Dobby le explicó sus características. El manual que la vendedora le había dado detallaba como configurar la casa para comenzar a viajar y como desencojerla, activar las barreras antimuggles, entre otros.
Desencojerla fue un trabajo rápido, primero necesitaba un lugar que fuera lo suficientemente alejado de las miradas curiosas. Encontrar un lugar lo suficientemente grande para ello fue sencillo gracias a Dobby, terminaron en una colina en Escocia donde no había nada. Luego de eso solo requirió alimentar la matriz runica que hacía posible que la casa fuera tan pequeña.
Harry siempre fue consciente de que la cantidad de magia que tenía era mayor al resto de sus compañeros, el hecho de que Hermione se cansará luego de lanzar 10 hechizos seguidos era una clara indicación, hacer hechizos que la mayoría de sus compañeros de año o superiores no podían hacer fue otra alerta. Había logrado un Patronus corpóreo a los 13 años, algo que según Remus era una azaña increíble dado que no muchos magos o brujas adultos podían hacerlo.
Alimentar la matriz no le costó mucho trabajo ni magia, a pesar de que la guía decía que requería de dos días como mínimo.
Ver la pequeña esfera que cubría la casa a escala romperse como si de una burbuja se tratara fue una vista inesperada y divertida, pero su atención rapidamente se desvió al edificio que comenzó a crecer.
La casa que había terminado eligiendo estaba hecha de piedra dándole tonos grisáceos, el techo era color azul oscuro y dos chimeneas color rojo. En la parte de arriba había lo que a simple vista era un ático, Harry amó su hogar, su primer hogar donde podría estar seguro.
El pelinegro consideraba Hogwarts como su primer hogar, había sido el primer lugar al que añoraba regresar, pero nunca estaba seguro, siempre se ponía en peligro mortal al final de cada año y siempre era en Halloween cuando ocurría el evento que marcaba el inicio del peligro inminente.
Su primer año, en Halloween un troll y al final un enfrentamiento con Voldemort. El segundo, la cámara de los secretos abierta, petrificadod y terminó matando un basilisco. Su tercer año comenzó antes con la fuga de un asesino, el cual entró a su habitación para matarlo y al final terminó salvando a dicho asesino cuando descubrió que no era uno y que en realidad era su padrino de una peda de dementores que querían quitarles el alma.
Llevaba tres años en el mundo mágico, cuatro si contaba su primer año de vida que pasó junto a sus padres, y no había parado de estar en peligro. Por lo menos una vez quería sentirse seguro, lejos de las miradas y susurros de los estudiantes, sin el odio inexplicable de Snape, sin tener que salvar gente al final de año, sin tener que fingir que estaba bien luego de un verano con los Dursley. Estaba cansado y harto, quería desaparecer un tiempo y ahora la casa que estaba frente a él podía ser el lugar ideal para hacerlo.
Su pequeña casa de técnicamente tres pisos ya venía amueblada con lo más básico, camas, sillones, mesas, sillas y cortinas. Las cortinas eran de color verde y blanco, la puerta era color rojo y los marcos de las ventanas blancos, a simple vista era perfecta, hogareña, cálida y era suya.
Volviendo su atención a la guía, pasó a la parte que más le importaba, las protecciones y dónde se ubicaban.
Harry había estado preocupado por qué rastrearan su magia, pero Dobby le había asegurado que con su nuevo estatus el rastro sería eliminado y que la casa se consideraba un hogar mágico por lo que el rastro se confundiría.
Ingresó a su casa después de abrir la puerta con la llave que le habían dado, antes de observar detenidamente la decoración interior debía encontrar la piedra de guardia, la cual debía encontrarse frente a la chimenea.
La piedra de guardia estaba camuflajeado para parecer un adorno, en forma de esfera de nieve de algún lugar temático que Harry no ubicaba, levantó la esfera y sintió como la magia de la piedra se conectaba a él, la bola dorada que Sharpclaw le había dado brilló en cuanto la acercó a la bola de nieve antes de desaparecer. El paisaje cambió de un bonito molino a un campo de flores.
Sintió que la magia se arremolinaba antes de dispersarse sobre toda la casa en forma de cúpula dorada, escuchó un ligero sonido como si un candado cerrándose se tratará y luego sintió como la magia se asentaba por completo.
— Dobby iniciará a proteger la casa, Harry señor. – dijo Dobby antes de desaparecer.
Sin nada que hacer salvo explorar la casa, Harry comenzó el recorrido con la sala.
Las paredes eran de color crema, estaban desnudas más allá de los colores verdes de las cortinas del primer piso. Había cuatro sillones de color café y los pisos eran de madera, en el centro de la sala había una mesa de madera barnizada que estaba sobre una alfombra blanca, había dos sillas acolchadas de color beige con cojines rojos.
La cocina estaba cerca y estaba equipada con algunos electrodomésticos antiguos y nuevos al mismo tiempo, un pequeño desayunador y una barra central donde guardar las ollas y sartenes, la cocina seguía la escala de colores de la sala, crema para las paredes, piso de madera, el desayunador y la barra central eran de mármol grisáceo y la alacena era de madera color caoba al igual que la mesa que estaba separada de la cocina por el desayunador. Las sillas eran del mismo color del mármol, un tono grisáceo en un diseño intrincado que Harry no podía describir bien.
En la cocina había una puerta de color rojo oscuro, la cual llevaba al jardín, el cual estaba mágicamente expandido, reflejaba un día soleado sin nubes a la vista, el aire era cálido sin llegar a ser sofocante, la temperatura ideal para pasar un día bajo la sombra de un árbol. El jardín estaba vacío más allá del césped, era un espacio ancho, perfecto para comenzar su huerto, imaginó unos columpios o un kiosco para combinar, la idea de un pequeño estanque y flores coloridas esparcidas por el lugar también parecía buena idea. Transplantar una árbol grande en el jardín sería fácil con magia, crear un jardín o cualquier cosa era sencillo si tenías magia.
Regresó a la entrada al pasillo principal que estaba algo vacío, había una escalera que lo llevaría a la segunda planta donde debía estar las habitaciones y la biblioteca.
Las habitaciones eran iguales en mobiliario de madera, había una cama grande, un pequeño escritorio y una silla cómoda, las paredes eran de color azul rey, alfombras color gris oscuro, sábanas en un tono azul más opaco que las paredes ay cojines blancos.
Cada habitación tenía un baño con una tina, una regadera, un lavabo y un retrete de color blanco, la paredes eran grises.
La biblioteca también estaba mágicamente ampliada como el jardín, parecían ser dos pisos conectados a una escalera de madera que combinaba con las estanterías, el suelo de mármol beige, una mesa grande en el centro del lugar con sillas acojinadas de color rojo.
Las estanterías estaban vacías, los libros que había comprado pronto comenzarían a llenar la biblioteca, no esperaba una biblioteca tan grande por lo que era algo extraño verla tan vacía.
En el techo había una trampilla que llevaba al ático, donde estaba la sala de entrenamiento que Harry sabía que ocuparía, estaba vacía más allá de un maniquí recargado en la esquina, estaba bien iluminado, pero por el momento no se le hacía tan interesante más allá de intenta probar el maniquí.
Una nueva sensación de magia lo recorrió y sintió un cambio en las barreras, Harry conocía la magia de Dobby, la había guardado en su memoria desde la primera vez que lo vio hacer magia frente a él, por lo que no se alarmó ante el cambio.
La magia de un elfo doméstico era tan diferente y al mismo tiempo igual a la de los magos que era sorprendente, la magia de los elfos era de naturaleza más salvaje y estaba estrechamente conectada a sus cuerpos, mientras la de los magos era más tranquila, casi de naturaleza perezosa y estaba conectada al cuerpo junto a la varita.
— Está hecho Harry señor, nadie que usted no permita entrar podrá pasar de la puerta, no búhos y no rastreable. – dijo Dobby con orgullo. — Harry y Dobby no podrán ser encontrados.
— Eres genial Dobby. – elogió Harry a su amigo. — Ya casi termino de recorrer la casa, sol ofalta el laboratorio.
— El laboratorio está en el sótano, junto con una pequeña bóveda señor. – dijo Dobby. — Comenzaré a desempacar las comprar Harry, señor.
— Yo puedo hacer eso Dobby. – dijo Harry rápidamente.
— Es el trabajo de Dobby. – discutió el elfo.
— Lo que me recuerda, que debemos hablar sobre tu salario y días de descanso.
Dobby miró desafiante a Harry quien no parecía intimidado antes los ojos saltones y grises de su amigo.
Por la tarde ambos pasaron discutiendo sobre los términos de trabajo para el elfo doméstico.
Neville,
Lamento haberme ido tan repentinamente ayer. Han sucedido varias cosas que me han hecho pensar en muchas más cosas.
Hay un tema que me gustaría discutir contigo en privado y en el tren no será posible hacerlo, por eso te pido que llames a Dobby el 2 de agosto al medio día, el te traerá a mi ubicación actual.
Tu amigo,
Harry Potter.
El rubio oscuro releyó la carta que Harry le había enviado por décima vez en dos días, era dos de agosto en la mañana y estaba pensando en lo que haría que su amigo fuera tan receloso y nervioso como para huir pidiendo que no le dijera a nadie que lo había visto.
No le había dicho ni a su abuela acerca de su encuentro con el azabache y fue muy conveniente que no se encontrara en la mansión hasta pasadas las 3 de la tarde cuando regresaría de tomar el té con su tío abuelo.
Estaba preocupado por su amigo, había sido compañero por cuatro años, pero solo hasta el año pasado había podido hablar con él más de lo cortés, no porque no lo hubiera querido sino por la fuerte barrera que sus otros dos amigos tenían sobre él.
Había tantas cosas extrañas en Harry Potter y aprecia desesperado y preocupado por alguna razón, iría a esa reunión y vería que tenía su amigo.
Con determinación llamó al elfo doméstico de su amigo justo al medio día, el elfo no dijo nada simplemente observó hacía los lados y los desapareció.
Lo siguiente que Neville vio fue una sala muy acogedora y hogareña, Hedwig descansaba sobre runa percha dorada cerca de la chimenea y por un momento creyó que la lechuza lo estaba analizando.
Hace algunos años leyó que los niños que son abusados algunas veces adoptan personalidades diferentes, capaces de desconectarlos de los eventos.
Odiaba decirlo en voz alta, realmente lo odiaba, pero Harry había sido abusado por sus familiares, fue un niño maltratado que si bien lo había superado en su mente, en público no podía siquiera pensarlo.
Al inicio lo llamó James, por su segundo nombre, pero luego escuchó sobre las casas de Hogwarts y comenzó a llamarlo Slytherin, a sus once años había aprendido a mantener la personalidad original con la mentalidad del otro, se había vuelto como si de un interruptor se tratara, lo presionaba y este aparecería con la velocidad requerida.
En Hogwarts Slytherin tomó mucho protagonismo, fue el quien lo sacó de situaciones que su parte Gryffindor le hicieron meterse en primer lugar, también fue quien creó planes de estudio libre cuando recibió su capa de invisibilidad, tantas cosas que había leído mientras todos sus compañeros y sus dos mejores amigos dormían.
Mantuvo un perfil bajo, dejó que el valiente fuera quien brillará mientras el astuto escondido en su sombra analizaba las situaciones.
Su mente era una fortaleza, sus pensamientos agudos garantizaban su supervivencia, había hecho su papel a la perfección, pero no podía seguir haciéndolo, la profecía que había escuchado cambiaba todo y no podía confiar en quiénes creía que podía.
Dumbledore era su guardián mágico y por algún motivo lo mantuvo ignorante de su situación, ni siquiera le avisó que ahora era legalmente un adulto, lo quería mantener en casa de sus tíos a pesar de que había rogado por no ir con ellos, estaban controlando a quien le enviaba cartas y lo estaban vigilando. Ron y Hermione seguían sin dudar al director, Sirius también lo hacía y sería poco probable que lo ayudara por su posición como fugitivo que esperaba que cambiará pronto, Remus se había mantenido alejado y no dio razones más allá de ser hombre lobo, ni siquiera se acercó a él cuando fue profesor de defensa hasta que descubrió que era amigo de su padre.
La perturbación de aire le dijo que Dobby estaba apunto de aparecer junto a Neville.
— Amo Harry, señor, Dobby trajo a su amigo Neville. – dijo Dobby en cuanto llegó.
— Gracias Dobby. – dijo Harry y el elfo desapareció. — Gracias por venir Neville a pesar de que estoy actuando tan extraño.
— Eres mi amigo Harry, me preocupas. – dijo Neville.
— Lo que tengo que contarte es delicado e importante. – Neville lo siguió curioso hasta la sala donde tomó asiento. — ¿Sabes la razón por la que Voldemort fue por mis padres?
— Porque tus padres habían desafiado varias veces a tu-sabes-quien. – contestó Neville.
— Eso es la punta del iceberg, la razón por la que Voldemort los atacó fue por una profecía, una en la que tu familia también estuvo envuelta. – dijo Harry.
— ¿Una profecía? ¿Hay una profecía entre nosotros y Vo-voldemort? – preguntó Neville exaltado.
— El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida... El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes... – Harry dijo la profecía, su mente recordando cada palabra. — Tus padres al igual que los míos lo desafiaron tres veces y ambos nacimos al morir el séptimo mes. Ambos éramos candidatos, pero la única razón por la que me escogió es porque yo al igual que él, soy un mestizo y tú un sangre pura.
— ¡¿Voldemort es mestizo?! – gritó sorprendido. — Pero... Pero el promueve la supremacía de la sangre, no tiene sentido.
— Me lo dijo su diario en mi segundo año y en persona en el cementerio, su madre era una bruja descendiente de Slytherin y su padre un muggle, yo calificaba como su igual mejor por qué ambos somos mestizos. Mi madre preparó muchos planes para que yo me mantuviera con vida y se que tus padres fueron advertidos por los míos, el 31 de octubre ambos se entregaron voluntariamente a la muerte para que viviera con magia antigua. Tal vez suene como un cobarde, en mi mente me lo he dicho muchas veces, pero no quiero cargar con algo tan pesado como una guerra sobre mi, tengo 15 años y no he podido tener un momento tranquilo en mi vida, desde los abusos con mis tíos hasta los peligros de muerte en Hogwarts, necesito tiempo. Dumbledore de alguna manera está manteniendome ignorante de mi situación y Hermione y Ron hacen lo que les pide Dumbledore. Mi padrino es un prófugo de la justicia, la mayoría por no decir todo el mundo mágico piensa que soy un buscador de atención y que mate a Cedric...
Neville apretó el hombro de su amigo, una ola de confianza sacudió su cuerpo, no sabía porque pero una parte de él le pedía que ayudara a su amigo.
— No estás solo Harry, yo te creo. Se que serías incapaz de matar a Cedric y que no eres un buscador de atención. Ron y Hermione podrán ignorarte, pero yo no ignoro a mis amigos y tú eres uno. – dijo Neville levantándose. — Dame dos horas, volveré.
— Voy a comenzar a moverme, he estado mucho tiempo aquí y probablemente comenzarán a buscarme. – dijo Harry rápidamente.
— Necesito dos horas para hablar con mi abuela y tomar mis cosas. Si puedo estaré aquí antes. – continuó Neville.
— ¿Tus cosas? ¿Qué cosas?
— Te acabo de decir que no pienso dejarte solo, si quieres huir yo iré contigo y no aceptaré un no por respuesta. – dijo Neville. — Dobby.
El elfo apareció con un ligero chasquido y miró atento al amigo de su amo.
— Llamó a Dobby.
— ¿Podrías llevarme a mi casa y traer de regreso? No pienso dejar que Harry se vaya solo. – Dobby lo miró por un largo segundo antes de asentir y extender su mano. — Menos de dos horas Harry.
Dicho eso Neville tomó la mano de Dobby y desapareció.
Sentía que su corazón palpitaba a gran velocidad, como si el tren de Hogwarts se tratara en lugar de un órgano.
Lo que estaba a punto de hacer era algo demasiado estúpido, escuchó a un Ravenclaw decir una vez que la valentía es el modo de disfrazar o justificar una estupidez.
Tal vez era cierto y Neville estaba cometiendo una estupidez, pero no iba a dejar a Harry solo.
Es su amigo, el único que no lo llamaba cobarde o se burlaba por su poca destreza mágica, por amar herbologia en lugar de defensa o algo más alborotador, Harry era el Gryffindor ideal a comparación suya que era un cobarde o al menos eso pensó hasta ahora.
Se paró frente a la puerta del despacho donde sabía que debía estar su abuela, luego de tres horas de ausencia que seguramente ella notaría de algún modo y su futura conversación.
— ¿Vas a pasar o seguirás parado frente a la puerta? – la voz de su abuela pasó la puerta y Neville tomó valor.
El despacho de su abuela era grande, con una librería que cubría una pared mientras otra pared era un gran ventanal, ella estaba sentada en la pequeña sala que había en la habitación.
— ¿Dónde estabas? – preguntó Augusta a su nieto.
— Abuela tengo que hablar contigo sobre algo. – dijo Neville. — Como último en línea soy el jefe de la casa Longbottom y por lo tanto un adulto legal. Mis decisiones deben ser tomadas como las de un adulto y no hay nada que puedas hacer al respecto.
La mujer adulta simplemente vio a su nieto curiosa, su nieto quien siempre temblaba levemente cuando ella lo veia fijamente ahora estaba parado con determinación desbordado de sus poros, una mirada orgullosa y sin titubear.
— En ese caso, hable mi señor. – dijo Augusta.
— No regresaré a Hogwarts este año. – dijo Neville y antes de que su abuela replicara continúo. — Harry es mi amigo y está pasando por momentos difíciles. Hay una profecía que lo pone como el único que podría derrotar a Voldemort, yo pude haber sido, pero Voldemort decidió ir por los Potter, también es la razón por la que los Lestrange y Crouch atacaron a mis padres. Harry está huyendo por algún tiempo y no conoce mucho sobre nuestro mundo y no voy a dejarlo solo, como su amigo debo ayudarlo cuando sus otros amigos le han dado la espalda.
Augusta no habló por un tiempo que para Neville se sintieron como horas, cuando lo hizo se levantó y abrazó a su nieto.
— Eres tan leal cómo lo era tu madre. Ambos estarían tan orgullosos como yo lo estoy ahora Neville. – dijo Augusta antes de tomar el anillo dorado de su dedo y ponerlo en las manos de su nieto. — Necesitarás todo el poder de tu casa para ello y una nueva varita, la de tu padre ha sido buena pero no la correcta, eres tu propia persona y si debes salir al mundo deberás llevar una que sea tuya. Alice y Frank me advirtieron que Lady Potter les había dicho que podría suceder este escenario, pero verlo es diferente, cuida a tu amigo Neville, si lo que creo es correcto Harry Potter es un vidente de algún grado como su madre también lo fue.
— Creí que Lily Potter era un hijo de muggles. – dijo Neville confundido.
— No hay tal cosa como hijos de muggles Neville, son los squids activando su magia luego de mucho tiempo, Lily Evans debió activar la magia de sangre de algún antepasado. Un hijo de profecía siendo un profeta, un poder peligroso, un poder que es desconocido incluso para los nuestros. Ser un candidato da mucho poder, pero realizarlo y tomar la profecía como suya no es algo que suceda seguido. – dijo Augusta como advertencia. — Comenta mis sospechas a tu amigo, prepara tus cosas, le diré a uno de ellos elfos que envíe una cosas antes de que te vayas, hay algunas cosas que necesitarás.
— Gracias abuela. – dijo Neville abrazo una última vez a su abuela y saliendo del despacho.
Augusta esperó hasta que los pasos de su nieto ya no resonaron en el pasillo o antes de hablar.
— Mipsy.
Una elfina doméstica apareció y espero la orden de su ama.
— ¿Qué puede hacer Mipsy por Lady Augusta?
— Trae el baúl con el escudo Potter que está en el ático, es hora de que llegue a su dueño. – dijo Augusta consiguiendo una afirmación de la criatura.
Lily Evans era todo un misterio, enviando un baúl el día antes de su muerte con una carta con su nombre con una solicitud e instrucciones precisas, las condiciones se habían cumplido y ella estaba haciendo las cosas que la madrina de su nieto le había pedido.
La sangre de Lily Potter era todo un misterio, tales precauciones incluso dándole advertencias a su hijo daban señales de que ella sabía que podía suceder muchísimo antes de que sucediera.
Si lo que su nieto dijo era cierto y Harry Potter era un hijo de la profecía que aceptó seguirla está guerra que se estaba desarrollando llegaría a un nivel caótico, el peligro al que se estaba exponiendo Neville la preocupaba pero las instrucciones habían sido claras, Neville debía irse con Harry si decidía huir antes de enfrentar su destino.
Aún podía escuchar la voz firme de Lily Potter tan desolada cuando le dio las instrucciones.
Ayuda a mi hijo, apoya a tu nieto, necesitan librarse de los prejuicios de la luz para poder vencerlo, él no morirá no hasta que Harry no lo enfrente como su verdadero igual y en Hogwarts no lo lograrán. Serán brillantes Augusta Longbottom, tan fuertes y poderosos, despertando poderes aún más asombrosos, pero solo si ellos deciden irse, si deciden quedarse muchas muertes serán causadas y el equilibrio se romperá.
¿Fue esto lo que predijiste Lily Evans? ¿Este es el verdadero camino que deben tomar? ¿ O tú al igual que todos los videntes te involucraste tanto en las visiones futuras que perdiste la realidad?
Neville llegó casi dos horas después de su partida, junto a él tres baúles grandes, traía una varita diferente que le respondía ante el más pequeño de sus movimientos y con una seguridad reconfortante para el pelinegro.
— Este baúl es mi ropa y cosas que pensé podríamos necesitar, si quieres tener un propio jardín necesitarás muchas cosas y en mi mansión tenía muchas herramientas, tal vez podríamos plantar algunas hierbas mágicas medicinales que se usan en hogares mágicos. – dijo Neville para después señalar el baúl con la misma cresta que tenía el anillo de Harry. — Ese baúl me lo dio mi abuela y dijo que era tuyo, tu madre se lo dio a guardar a la mía y mi abuela me dijo que debía regresar a su dueño.
Harry se acercó al baúl y tocó la cresta, otra cosa que su madre le había dejado. El baúl se abrió a su toque y múltiples libros se mostraron, en medio había dos cartas. El pelinegro reconoció la letra de su madre en una y solo el jadeo de Neville le hizo ver que la segunda carta podría ser de su madre.
Con cuidado extendió la carta con el nombre de su amigo hacía el, Neville la tomó con extremo cuidado y acarició el nombre escrito con tanto amor y anhelo que Harry solo pudo sonreír.
Decidió abrir su carta y casi lloró ante las primeras palabras.
Mi adorado hijo,
Si estás leyendo está carta significa que el futuro que vi está comenzando. En este momento deberías estar con dos de tus más grandes aliados, Neville Longbottom y una criatura pequeña que debo suponer es un elfo doméstico.
Hay tanto que deseaba decirte cariño, tantos conocimientos que impartir, pero no será posible para mí dartelos en vida asi que preparé el baúl con todo lo que creo que podría interesarte y necesitar.
Antes de seguir con el contenido del baúl debo hacerte una confesión, tal vez ya te diste cuenta o estás muy cerca de ello, pero era una vidente, una muy mala en comparación de mis antepasados. Mis visiones nunca vieron mi futuro o el de tu padre, pero si vi los tuyos y fue completamente asombroso verte incluso antes de que existieras. Vi tu cabello negro más oscuro que el de tu padre, tus ojos verdes más brillantes que los mios y ese corazón amable y leal. Te vi crecer y decir tus primeras palabras y si bien eso fue glorioso también vi tus desgracias que fueron tan amargas y dolorosas como los buenos momentos dulces y hermosos. Lamento tanto que mi hermana no hubiera superado su resentimiento hacía mí y que fuiste tu quien pagó por nuestra relación rota, eso es algo de lo que estoy arrepentida, pero que su sangre mantuviera las protecciones el tiempo suficiente para que tú sobrevivirás hasta ahora me reconforta un poco.
He puesto libros en ese baúl que espero te ayuden a vivir, se abierto al conocimiento, elimina el prejuicio de lo bueno y lo malo, la magia solo es mala cuando la aplicas con esa intención. Busca el equilibrio entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, no temas a lo desconocido y busca tu felicidad. Hay un tema que necesito que investigues, el cual creo que podría ser la clave para eliminar a Voldemort. Horrocrux, se que tu padrino podría ayudarte, no preguntes a Dumbledore o desconocidos sobre ello, se por palabras de Sirius que es magia maligna y prohibida. La familia Black debería tener algo de conocimiento sobre ello, necesitarás a tu padrino al menos en eso.
Me gustaría ayudarte más de lo que he hecho, pero a partir de aquí entraras a un lugar ciego a mi vista.
Te amo tanto Harry y estoy orgullosa de ti,
Lily.
Neville tenía lágrimas en sus ojos y apretaba la carta contra su pecho con delicadeza como si no quisiera arrugar el papel y dañarlo.
— ¿Estás bien Neville? – preguntó Harry con suavidad.
— Es una carta de mi mamá. – murmuró Neville antes de sacudir su cabeza. — Lo estaré, tenemos mucho que hacer.
— Lo hacemos. – acordó Harry antes de levantarse del suelo y moverse hacia la sala donde descansaba el libro que hacía mover la casa. — Vayamonos de aquí.
Con un suave movimiento la casa comenzó a moverse a gran velocidad, su primera parada estaba fuera del país.
El vecindario era tranquilo, algo nublado y caluroso, pero ante todo tranquilo. Observó cuidadosamente a su alrededor atento a un posible peligro.
Había una sola persona mágica en los alrededores además de ella, invisible y relajada.
Sin confiar en quien vigila se acercó tan silenciosa como pudo, su varita en mano lista para atacar. Tocó el bulto detrás de los arbustos y ahí estaba, Mundungus Fletcher, el único en el que no le confiaba ni la hora.
Estaba durmiendo cuando debía vigilar y roncando tan sonoramente que si no fuera por los hechizos anti-muggles lo habrían descubierto.
— Levántate Mung. – gruñó mientras le daba una pata, no quería tocarlo sin saber en dónde había estado antes de su guardia. — Se supone que deberías estar vigilando.
— Relájate niña. – exclamó enojado el mago de baja estatura. — El crío no ha salido de su habitación desde ayer en la mañana.
— No sé por qué Dumbledore confía en ti, pero estamos aquí para proteger a Harry. – señaló la pelirosa a la ventana que estaba abierta.
— Tuve una venta nocturna... Aunque no debería decirle eso a la recluta de auror que debería estar haciendo reportes. – dijo con burla Mundungus.
— Con mucho gusto te arrestaria... – fue interrumpida.
— No puedes niña, los reclutas son insectos arrastrándose por el suelo. No tienen poder ni capacidad para arrestar sin su niñera.
— Solo dame el reporte. – espetó con dureza.
— El crío se asomo a la ventana ayer en la mañana, su lechuza salió en algún momento de la tarde sin cartas o paquetes y aún no regresa, fuera de eso no hay más movimientos suyos. Ni siquiera prendió sus luces anoche. – informó el mago con voz aburrida.
— ¿Hedwig no ha vuelto? – preguntó la bruja, su instinto diciendo que algo andaba mal.
— ¿Eso que importa? Es solo una lechuza.
La bruja gruñó de frustración, el idiota que habían puesto antes que ella era un inútil.
— No es solo una lechuza, es su familiar. – dijo mientras se llevaba la mano a los ojos. Acababa de salir de un turno y no había dormido nada, agregarle a Mundungus a su día no estaba haciendo nada bueno. — Si la lechuza no ha regresado desde ayer en la tarde, su dueño se ha movido... ¡Mierda!
La pelirosa corrió hasta el 4 de Privet Drive, sus órdenes de no ser vistos dejadas de lado ante la actitud sospechosa de la lechuza del chico.
Tocó la puerta tan calmadamente como pudo, la voz de la tía de Harry se escuchó lo suficiente cerca para poder ser distinguida.
— ¿Qué puedo hacer por... Usted? – la voz amable se volvió dura de un golpe. Los ojos de la tía de Harry se entrecerraron al ver su cabello. — ¿Qué quieren?
— Su sobrino, ¿Salió de la casa? – preguntó la pelirosa.
— No, está encerrado en su habitación. – contestó Petunia. — Ahora largo, no quiero que los fenómenos estén en mi puerta y den que hablar con los vecinos.
— ¿Ha bajado a comer? ¿Escuchó ruidos en su habitación? – insistió ella sintiendose cada vez más inquieta.
— No ha salido ni un sonido de su habitación en dos días. Ahora, ¡Largo! – gruñó con fuerza.
La pelirosa entró a la casa empujando a la mujer y comenzó a subir las escaleras, necesitaba asegurarse de que Harry estuviera ahí.
—¡Largo de mi casa! ¡Tú... Fenómeno! – chilló la jirafa.
Llegó a la que debía ser la habitación de Harry y se detuvo en seco al ver la cantidad de seguros que tenía la puerta, todos los seguros se bloqueaban por fuera y no por dentro, también había una rejilla pequeña y larga.
Frunció el ceño ante la vista pero decidió ignorarlo por el momento, su prioridad era ver qué Harry estuviera ahí.
Abrió los seguros y la puerta rápido como pudo, su corazón martilleaba en su pecho ante la mala sensación que tenía.
En la habitación no había nada. No estaba Harry, ni Hedwig, ni su jaula dorada, se dirigió al clóset y maldijo por lo bajo al ver que no había ropa ni zapatos.
Harry Potter se había escapado.
