Eres mía

por: Jenny Anderson.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi, ella es inmensamente rica, yo no, esto es sin fines de lucro solo de entretenimiento.

Notas: Como respuesta al reto de Halloween lanzado por la Srita. Sol Levine, el misterio/terror no es exactamente de mis especialidades, pero le puse todo el esfuerzo.

Personajes/Parejas: Serena

Advertencia: Muerte de personajes, uso de violencia.

Beta: Sol Levine

Palabras: 2,470

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Serena hojeaba una revista mientras esperaba que Mina y Three lights terminaran de ensayar lo que pronto se convertiría en el primer sencillo de Mina, y la primera colaboración oficial de Three Lights con otro artista japonés.

A Serena aquella colaboración la emocionaba como no podía describir, era el inicio del sueño para Mina y por supuesto, el regreso triunfal de Three Lights. Aún no podía creer que los chicos hubieran vuelto, y esta vez para quedarse. Intentaba no pensar en lo que eso significaba para su relación con Darien, o mejor dicho, lo que quedaba de su relación con él.

Las últimas semanas se podían resumir en gritos y más gritos. Darien parecía estar siempre de mal humor, y ella comenzaba a estar harta de tener que soportar una posesividad que nunca había imaginado que existía en el hombre.

Sacudió la cabeza intentando no pensar en eso, en dejar fuera de su mente la imagen de Darien molesto con ella por enésima vez. En esos ojos que parecían oscurecerse y en lo que ella podía jurar, era un gruñido que salía de su garganta cada que ella llegaba y él afirmaba, olía a Seiya.

Siempre olisqueaba su ropa en busca del aroma de la colonia del chico, pero nunca encontraba más que su propio perfume. No le había comentado nada de ello a las chicas para no preocuparlas, y mucho menos quería hablarlo con Seiya, ya que una parte de sí, se preguntaba si no era sólo algo que estaba en su mente, que no era que Darien hubiera cambiado tanto como ella decía, sino tal como su novio le decía, era la llegada de Seiya la que la había cambiado a ella. Y eso era algo que realmente no quería analizar.

—Señorita Tsukino –la voz la sacó de sus pensamientos y sonrió a quien sabía, era el manager de Mina-. Si me acompaña por aquí, podrá ver a Minako en breve.

Siguió al hombre con el entusiasmo vibrando en sus pasos, y en cuanto llegó a lo que parecía una pequeña sala de estar, no pudo ni quiso evitar, que sus brazos se enroscaran en la figura de su amiga que se veía cansada, pero completamente feliz.

Sus ojos entonces hicieron contacto con los azules de su amigo, y sintió aquel sobresalto que venía sintiendo cada que lo miraba. Cerró los ojos, escondiendo el rostro tras el cabello de Mina, confundida. Eso no tendría que estar pasando.

—¿Es que a mí no vas a felicitarme, Bombón?

Y su voz fue la de siempre, pero a Serena le sonó diferente, deseando que todo pudiera dejar de ser tan confuso.

—Por supuesto. –dijo abrazándolo, sin hacer caso a las risas de Taiki y Yaten, o a la mirada extraña que le dedicaba Mina.

Siempre hueles a él.

La voz de Darien resonó en su cabeza, y con rapidez, se separó de su amigo para abrazar a Taiki en un intento por no molestar a Darien de nuevo, sintiendo un nuevo escalofrío recorrer su espalda, no obstante, este no tiene nada que ver con Seiya o con Darien. Confundida, abraza a Yaten, y es el mismo escalofrío el que la recorre, como cuando su novio la mira fijamente con ira. Pero Darién no está allí, y ella no debería de estar sintiendo esas cosas.

—Vamos a celebrar, nos vas a acompañar, ¿verdad bombón?

La pregunta está llena de tanta suplica, que Serena no tiene corazón para decir que no, a pesar de saber que ha quedado con Darien en menos de dos horas.

—Lo justo sería que estuvieran todas las chicas. –dijo Mina tomando el móvil para comenzar a escribir el mensaje que convocara a las tres chicas que faltaban.

Serena observó su reloj de pulsera. Era casi seguro que las tres chicas aceptaran dado que era viernes y que hace poco terminaron las clases, Comenzó a buscar en su bolso su propio teléfono para mandarle un mensaje a Darien y decirle que llegaría tarde. Tocó el aparato con funda de conejo.

El escalofrió regresó, esta vez con mayor intensidad. Sintió cómo la piel de los brazos se le ponía de gallina y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho. Conocía el sentimiento por supuesto, lo que no lograba entender era la razón por la que tenía tanto miedo.

Envió el mensaje, y entonces tuvo una muy rara sensación que no era propiamente miedo, era algo diferente, que se arrastraba en algún lugar de su mente. La sensación de que aquel mensaje era lo peor que pudo haber hecho en ese momento.

Un presentimiento lleno de fatalidad se instaló en su cuerpo, como si acabara de ser condenada, vio en un breve destello, a la reina de corazones gritando "¡Córtenle la cabeza!", pero no son propiamente las palabras; es como si la reina hubiera lanzado un gruñido bajo y amenazante, y ella tuviera la habilidad de traducir aquel sonido en palabras.

—Lita y Rei vienen ya, Amy nos alcanzará en el lugar que elijamos. –informó Mina con una enorme sonrisa.

Serena pensó que tal vez pudiera mandar un nuevo mensaje a Darien con la dirección del lugar donde estaría para que los acompañara, pero cuando Seiya pasó su brazo por sus hombros, descartó la idea. No. Sólo serían un par de horas y no es como si Darien no le hubiera dejado esperando a ella misma algunas veces.

Tampoco era como si lo estuviera engañando, sólo iría con las chicas, festejaría un poco, y al final del día estaría con Darien para que fuera este quien la acompañara a casa.

"Como siempre", pensó ligeramente desanimada.

No quería pensar que la llegada de Seiya había removido cosas en su interior, pero tampoco podía negar lo mucho que se divertía con su amigo, y lo poco que lo hacía con Darien últimamente. Había demasiadas cosas qué pensar cuando se trataba de su relación con Darién. Había demasiadas cosas que considerar cuando pensaba en su relación con el príncipe de la tierra.

—Entonces, esperémoslas. –señaló Seiya tomando la guitarra que se encontraba en un rincón de la habitación, y en la que Serena recién reparaba. Comenzó a tocar algunos acordes.

Algo fue cálido dentro de su pecho al escucharlo tocar, un sentimiento cálido que hacía tiempo no sentía y, al mismo tiempo que ese sentimiento se extendía por todo su cuerpo, otro lo hacía en una parte de su mente, algo gruñendo, irradiando ira ante la melodía.

Serena se dejó caer en el sofá, intentando entender de dónde provenía aquella ira que le era ajena. Miró la habitación de nuevo y, se sorprendió al encontrarla cambiada, como si una fina película color rojo se hubiera puesto contra sus ojos y todo lo estuviera mirando con ese inquietante color. Mina decía algo, alguna cosa que hacía a Taiki reír un poco y que lograba una mueca en Yaten, haciendo a su vez, que Seiya dijera algo. Pero por más que Serena lo intentaba, no lograba escuchar las palabras del vocalista, como si sus oídos estuviesen llenos de algodón, impidiéndole escuchar cualquier otro sonido que no fuera ese extraño gruñido constante y amenazador.

Parpadeó rápidamente, intentando que lo que hubiera sobre sus ojos desapareciera, pero no lo logró; por un momento tuvo el fatal pensamiento de que quizá estuviere sufriendo un ataque al corazón pero, justo cuando el pánico amenazó con atraparla completamente, todo desapareció. Las voces llegaron a ella de nuevo sin ningún problema, y pudo ver la sala con sus colores. No había ninguna ira cuando miró a Seiya, el extraño gruñido se había ido.

Y pareciera ser que ninguno de ellos había notado nada extraño en ella, que se llevó una mano al pecho y sintió su corazón completamente acelerado. Igual y Darien tuviera razón y no ha estado descansado lo suficiente y por eso se siente como se siente, entonces, tal vez lo mejor fuera no acompañar al resto, ni ver a Darien. Lo mejor sería ir a su casa a reponer las horas de sueño que parece que su cuerpo le está pidiendo. Y deshacerse del temblor que sentía.

Se preparó para su excusa, mentalizándose para huir de la mirada de Seiya cuando intentara buscar la verdad en sus palabras, fue entonces cuando las luces del lugar se apagaron. Serena ahogó un grito en la garganta al darse cuenta de la oscuridad que reinó en el lugar, se le había olvidado que se encontraba en el interior de un edificio donde toda la luz era artificial, y en el que al parecer, no había ventanas desde donde se pudiera filtrar la luz de la calle.

Serena se preguntó por un minuto qué era lo que está pasando, cuando lo escuchó, afuera había una tormenta y, por lo que pudo escuchar, se trataba de la madre de todas las tormentas. Por supuesto que aquello era muy raro, no sólo porque no era temporada de tormentas, sino porque no había ni una sola nube cuando ella entró al edificio.

Pero no tuvo tiempo para seguir preguntándose qué es lo que estaba pasando, ya que un trueno resonó en ese instante, tan alto y escabroso, que ella no pudo ni quiso evitar el grito que salió de su garganta, escuchando a su vez, el grito de Mina coreando el suyo.

—Es solo un trueno –oyó la voz mal humorada de Yaten, pero no pudo precisar el lugar exacto donde el platinado se hallaba en la habitación.

—Los generadores de emergencia ya deberían estar funcionando.

Y a pesar de no verlo, Serena supo que Taiki estaba desconcertado por la falla del servicio eléctrico.

—Vamos a investigar qué está pasando, ustedes quédense aquí.

Serena quiso oponerse a la sugerencia de Seiya, pero no encontró razón lógica para hacerlo, fuera de su mal presentimiento y la rara tormenta que para Serena, no tenía razón de ser.

—Por favor no tarden mucho.

Es Mina, y Serena no se sorprendió al escuchar la voz titubeante de la guardiana del amor, no es un secreto que Mina, al igual que ella detesta las tormentas.

—Por Kami, ¡sólo es una tormenta!

Escuchó decir a Yaten más malhumorado de lo habitual.

—Y no es como si fueran damiselas en apuros. –añadió, pero Serena percibió que ya estaba saliendo de la habitación, pues la voz no se escuchaba ya cerca.

Se quedó con Mina como única compañía, con la ansiedad creciendo a cada momento que seguían solas en la oscuridad.

—Están tardando. –Mina externó, lo que Serena se venía repitiendo desde lo que parecieron horas.

—Tal vez sea buena idea ir a buscarlos. –respondió, esperando que Mina no deseara continuar esperando allí.

—Sí.

Mina abrió el móvil e inmediatamente una luz azul resplandeció, iluminando su rostro. Serena no se sentía más segura ante aquella luz, por el contrario, se instaló en su cuerpo la urgencia de buscar a los chicos, de encontrar a Seiya lo más pronto posible.

Fue entonces cuando escuchó, un grito. Un grito que Serena estuvo segura, ha helado tanto su sangre como la de Mina. Reconoció la voz por supuesto, y se sintió la peor persona del mundo, cuando a pesar del miedo, cierto alivio se apoderó de sus miembros al darse cuenta que el grito no pertenecía a Seiya.

—¡YATEN!

Esa fue Mina antes de salir corriendo. Serena tardó un segundo en reaccionar para correr tras ella; es la rubia la que después de todo, conoce el edificio. Al dar vuelta en uno de los pasillos, llegaron a un lugar donde había ventanales, dos enormes ventanales que mostraban a Tokio sumido en la oscuridad, el viento seguía desatando su furia contra la ciudad y, cuando un relámpago iluminó la estancia, Serena se llevó una mano a la boca y ahogó un gemido, mezcla de temor y asombro.

Yaten se encontraba al final del pasillo completamente quieto, y no fue la quietud lo que la había sorprendido, sino el ángulo en el que el hombre se encontraba, las salpicaduras que se hallaban en la pared y que Serena pudo jurar, eran rojas. Delante de ella, Mina se encontró quieta, demasiado quieta.

Serena temió que su amiga estuviera en shock y no la culparía, pero entonces lo oyó, en algún lugar más allá, en el pasillo que seguía en penumbra, un gruñido horripilante, amenazante. Un gruñido que pasó directo a su cerebro, activando dos respuestas involuntarias; una la de salir corriendo huyendo del peligro, y la otra, quedarse completamente quieta.

Cuando un nuevo relámpago alumbró el lugar, entonces sí, Serena no pudo evitar el grito que salió de lo más profundo de su ser. El animal que estaba frente a Mina era enorme, al menos de la altura de la Sailor del Amor, y se encontraba en cuatro patas, enseñando los dientes, y eran al menos, del tamaño de los dedos de Serena.

Y lo más escalofriante, no eran los dientes en sí, sino que estos estuvieran mojados de un líquido rojo que Serena estuvo segura, era el mismo que adornaba la pared. Esperaba que aquello perteneciera a Yaten o a Taiki, y que la ausencia de Seiya no fuera debido a lo que fuera que estaba frente a ellas.

El teléfono móvil de Mina cayó. Serena supuso que debido al susto de encontrar lo que parecía un lobo en el pasillo de una casa productora, o puede que cayera cuando descubrieron el cuerpo de Yaten. Así que dependían por completo de lo que sus ojos pudieran ver en la penumbra, y lo que los relámpagos pudieran iluminar.

Pero el animal no se movía, sólo estaba allí gruñendo bajo, como en una clara indicación de que tenían que quedarse quietas. El corazón de Serena martilló en su pecho sin saber qué hacer, y la preocupación por Seiya y Taiki lastimando su estómago.

No sabía que era lo que lo provocaba, pero sintió la mirada del animal sobre ella. El gruñido cambió.

—¡Bombón!

Todo ocurrió demasiado rápido, y la escasa luz no le permitió seguir lo que pasaba. El pasillo era demasiado angosto para la lucha, y Mina la tomó del brazo para ponerla tras su cuerpo, cosa que no notó por lo preocupada que se encontraba por Seiya.

Escuchó un crujido escalofriante y trató de librarse del control de Mina, pero se detuvo cuando escuchó el aullido de victoria del animal, mientras las lágrimas se formaron en sus ojos y empezaban a caer sin control.

—¿POR QUÉ? –gritó sin importarle mucho que el animal no pudiera responder.

Al tiempo que el lobo utilizó su enorme cabeza para empujar a Mina contra una pared y clavar sus ojos en su figura, el pasillo se encendió con la luz de un relámpago.

"Eres mía", escuchó en su cabeza la voz tan conocida, así como los ojos que dejaron su figura para posarse en Mina.

—Darien…

Notas de la autora:

La cantidad de veces que escribí esto, no se los puedo ni decir. Lo deje guardado por ¡UN AÑO! Y me di cuenta que no iba a llegar a algo mejor, al menos no en este camino en particular, así que con un año de retraso respondo al reto. Prometo que un año de estos escribiré algo de suspenso mucho, mucho mejor que esto.

Mil gracias por leer.