Baby Stone.

Capítulo diecinueve: Perdón en el mundo de piedra.

Ruri despertó al escuchar el llanto de su sobrinita y rápidamente se despertó y corrió hacia ella, cargándola suavemente en sus brazos. Eso la calmó un poco, pero claramente tenía hambre y sus ojitos se paseaban ansiosos por la habitación, probablemente buscando a su madre o a su padre.

Sonrió con tristeza mientras despertaba a su padre para que prepare un biberón para ella. Había aprendido por las malas que no le gustaba que la deje sola ni para preparar su alimento, aunque este era un problema que no tenía con Kohaku. Tal vez porque sabía que no tenía a sus padres cerca o porque ella tenía un sexto sentido para saber cuándo algo le disgustaba o no a su pequeñita.

Era muy temprano todavía, y sabía que Senku y Kohaku debían estar agotados, así que intentó tener a la niña lo más posible pero no pasó mucho hasta que empezó a lloriquear desconsolada.

Justo cuando estaba colocándole las mantas para llevarla con sus padres, Francois se apareció en su casa de la nada, sobresaltándola un poco.

-El amo Ryusui me ha dicho que Senku-sama se ha estado sintiendo muy cansado últimamente, así que pensé que podría quedarme con la niña por unas horas para darle más tiempo de descansar adecuadamente, sí es que comienza a llorar.-

-Oh, eso es muy amable de tu parte.- sonrió dulcemente. –Muy bien, pero debería llamar a Kohaku para que no se preocupe, ya que suelo llevársela alrededor de esta hora.- se acercó al teléfono después de darle a la bebita.

-No hace falta…- murmuró Francois, provocando que la mire con confusión. –Pero sí insiste, por favor prosiga.- meció con suavidad a la pequeña ya completamente calmada en sus brazos.

Asintiendo, Ruri llamó de inmediato al teléfono que poseía su hermana.

-¿Kohaku? ¿Estás despierta?- habló por el micrófono. Sorprendentemente ella no contestó de inmediato como acostumbraba y por un momento se preocupó pero entonces escuchó un golpe sordo y ladeó la cabeza, desconcertada. -¿Kohaku?- repitió extrañada.

Finalmente, le contestó.

-¡R-Ruri-nee! Lo siento, ¿pasó algo con mi bebé? Voy a ir de inmediato, solo dame…-

-No, no, solo quería decirte que Francois se ofreció a cuidarla por un par de horas porque Ryusui-san dice que Senku-san no ha estado descansando adecuadamente. ¿Estás bien con eso, verdad?- sabía que quería estar más tiempo con su hija por su pronta partida.

La respuesta tardó bastante en llegar, provocando que volviera a llamar su nombre con preocupación.

-¡S-sí, no ha-hay ningún problema! Yo también estoy un poco… ah… un poco cansa-cansada…- tartamudeó un poco.

-Oh, en ese caso me alegra. Pero… ¿estás bien? Te oyes un poco agitada.- ¿no estaría enferma ahora, verdad? Eso sería muy malo para la bebita y también para su entrenamiento y sus planes de marcharse el próximo mes.

-Claro, me siento…- hizo una pausa un poco demasiado larga. -Me siento muy bien…- suspiró profundamente.

-¿Segura? ¿No quieres que vaya a prepararte un poco de té?- no pudo evitar preocuparse por su linda hermanita.

-¡N-no! D-de verdad, estoy bien. Estoy perfectamente. Solo que acabó de despertar y estaba preocupada de que Tsukiku me necesitará, pero me alivia que esté con Francois y contigo así que volveré a dormir un poco más antes de entrenar.- habló esta vez sonando perfectamente, pero entonces de repente soltó un pequeño chillido.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien?- se llevó una mano al pecho, muy preocupada.

-S… sí…- sonó sin aliento. ¿Estaría mintiendo? Pero ¿por qué lo haría? –Solo… un… un pajarraco acaba de entrar por la ventana, como la otra vez. Realmente me… realmente me sobresaltó. Voy a ir a sacarlo, así que… ¿adiós?-

-Ya veo.- alzó una ceja con incredulidad, pero decidió que realmente no tenía porque estarle mintiendo. Tal vez solo siguiera medio dormida. –Cuidaremos muy bien de tu bebé, tú descansa.-

-Gracias… Ruri-nee…- ahora su voz sonó más baja. –M-me voy… ah… ah… ahora. Me voy ahora. Gracias, muchas gracias, adiós.- la línea quedó en silencio.

Ruri se quedó confundida y hasta un poco preocupada, pero simplemente se encogió de hombros y se acercó a Francois para ayudarla a cuidar de la bebita. Ya cuando la llevara de regreso a casa se aseguraría de que su hermana esté bien.

.

-Mmm…- Kohaku se abrazó más al pecho de Senku, diciéndose a sí misma que debería levantarse de la cama pero sin querer hacerlo ni un milímetro.

-Kohaku…- la mano de Senku estaba en un lugar que normalmente la haría sonrojar de no ser por todas las cosas que acababan de hacer. –Por mucho que me gustaría quedarme aquí otro par de horas, la mocosa no aceptará estar sin nosotros mucho más tiempo.- murmuró somnoliento. No habían dormido mucho.

-Lo sé… también quiero ir con ella.- suspiró, levantándose de la cama lentamente hasta acabar sentada. –Ya es bastante tarde.-

-Son casi las diez, también necesito ir a trabajar en el barco pronto. Muchos tendrán resaca y no sé si los otros podrán controlarlos para trabajar.- él también se sentó con lentitud, frotándose los ojos.

Ella lo miró de reojo y no pudo evitar reír al ver su cabello incluso más desordenado que de costumbre, aunque luego se preocupó un poco al ver unos cuantos arañazos y leves moretones con la forma de sus dedos en su espalda y hombros. Ups, mierda, y eso que intentaba controlar su fuerza durante sus… encuentros. Y él normalmente la advertía cuando apretaba de más.

-Oh, Senku, lo siento mucho por eso.- llevó sus manos a su clavícula, rozando la punta de los dedos sobre el comienzo de las marcas. -¿Por qué no me dijiste que te estaba lastimando?- frunció el ceño con desaprobación.

-Primero, porque no era lo suficientemente doloroso para que quiera interrumpirnos en pleno orgasmo.- dijo con indiferencia, mientras que ella se sonrojó hasta las orejas. –Segundo, como te dije, me has convertido en un masoquista, así que hasta lo estaba disfrutando.- sonrió descaradamente, haciéndola sonrojar todavía más. –Y tercero, con eso estamos a mano.-

-¿A mano? ¿Por qué dices eso?- empezó a tener un mal presentimiento.

-Ya lo verás.- se levantó de la cama de pronto, completamente desnudo. Ella no chilló esta vez, pero se puso incluso más roja mientras observaba con interés mal disimulado como se vestía. -¿Qué te parece sí desayunamos algo rápido antes de ir con ella? No sé tú pero me muero de hambre.- masculló mientras pasaba las manos por su cabello para arreglarlo un poco.

-C-claro…- también pasó las manos por su cabello nerviosamente y se colocó su vestido para entrenar antes de que ambos salieran de la habitación. Sin embargo, mientras bajaban por las escaleras, rápidamente notó que Senku no le estaba siguiendo el paso muy bien. Caminaba muy lento y de forma extraña. -¿Estás bien? Caminas raro.- señaló preocupada.

Su gesto se agrió considerablemente.

-Esto es tu culpa.- gruñó entre dientes. –Bueno, en realidad mía, no debería haber insistido en hacerlo apenas despertamos también.- rió entre dientes. –Pero como estabas desnuda inclinada de esa manera tan absurdamente provocadora hablando por el teléfono me fue imposible contenerme, así que en última instancia es tu culpa.- encogió los hombros mientras ella rodaba los ojos.

-No me importa quién tiene la culpa. ¿Quieres que te cargue?- sonrió burlonamente, sabiendo que eso no le gustaría al muy orgulloso.

-No, gracias.- la miró con irritación, solo para terminar ambos riendo como idiotas. –Ya, ya, vamos a desayunar de una vez. Estoy bien.-

-De acuerdo, de acuerdo. Prepararé algo de lo que me enseñó Francois.-

-Solo no quemes la cocina.-

Luego de dedicarle una mala mirada, aunque divertida en el fondo, se puso manos a la obra y la comida le salió lo suficientemente decente para comer dos platos antes de partir en busca de su hijita.

Apenas salir y pasar una zona muy concurrida donde los trabajadores estaban buscando materiales, Kohaku de inmediato notó las miradas fijas de todas las personas con las cuales se topaban. Normalmente saludaban o daban los buenos días, pero esta vez todos con los que se encontraba los miraban con la boca abierta, sin decir ni una sola palabra. Algunos miraban de ella a Senku con incredulidad y los rostros un poco rojos. Eso empezó a ponerla realmente nerviosa. Era casi como si supiera lo que habían hecho anoche. Pero no podía ser ¿verdad? Estaba casi segura de que no gritó tan fuerte… casi.

Para colmo Senku parecía perfectamente tranquilo, hasta sonreía con suficiencia y descaro, haciendo caso omiso de las miradas. ¿O tal vez solo estaba imaginando todo? ¿Se perdió de algo? Antes de llegar a la aldea, él de pronto le puso una mano en el hombro.

-¿Qué pasa?-

-Necesito decirle algo a los otros generales antes de ir con Tsukiku. Vamos a desviarnos un poco antes ¿estás bien con eso?-

-Oh, claro, no hay problema.- aunque un poco confundida, cambiaron el rumbo hacia la sala de reuniones improvisada.

Al llegar allí encontraron a Gen, Ryusui y Ukyo. Apenas notaron su presencia, los tres lo miraron con los ojos muy abiertos y las mandíbulas por el piso, mientras que la sonrisa arrogante de Senku solo creció al igual que la confusión de Kohaku.

-Que bueno verte aquí, Ukyo.- por alguna razón, sus ojos estaban fijos solo en el arquero a pesar de que se suponía que quería hablar con los generales y no solo él. –Lamentó no haberme presentado más temprano, pero Kohaku y yo estábamos… ocupados.- el descaro en sus palabras era tan evidente que Kohaku volteó a verlo con su rostro prácticamente en llamas.

¡¿Por qué estaba hablando así en presencia de sus amigos más chismosos y entrometidos?! Y Ukyo tampoco tenía porque escuchar esto. ¿Cuál era su problema?

Mientras Ryusui y Gen seguían con las mandíbulas por el piso, Ukyo finalmente se recuperó de la sorpresa y carraspeó, incómodo.

-No te preocupes, manejamos bien las cosas aquí. Sí quieres estar más tiempo con tu hija todavía podemos hacernos cargo de la situación.- mantuvo sus ojos en cualquier lugar que no fueran ellos mientras hablaba.

-Estamos yendo por ella, pero quería dejar las cosas claras.- de repente sus ojos se volvieron cortantes como filosas katanas. -¿Todo quedó claro, Ukyo?-

Ukyo suspiró, asintiendo.

-Claro, claro. Luego tengo algunas cosas que quiero hablar contigo. Bueno, tenemos.- miró de reojo a Gen y Ryusui, que se estremecieron un poco, finalmente recogiendo sus quijadas del suelo. –No tenías ni tienes nada de qué preocuparte, ve con tu hija ahora. Luego hablamos.- por una vez, fue Senku quien se confundió un poco, pero finalmente solo pudo asentir.

-Muy bien. Hablaremos luego. Nos vamos ahora.- tomó su mano en la suya, para su gran sorpresa, y la arrastró fuera de allí.

Ella lo miró confundida, sin haber entendido qué demonios fue todo eso. Pero entonces recordó.

Oh, cierto. Técnicamente esto había pasado por una conspiración de Gen y Ryusui que convencieron a Ukyo de intentar darle celos a Senku para descubrir si ella le gustaba, por lo que entendió.

¿Tal vez debería decirle a Senku que todo fue un plan y no tenía nada que temer? Mmm… no, mejor no. Ellos ya habían quedado en que hablarían, así que respetaría eso. Eran amigos cercanos, después de todo. Lo mejor era que resolvieran las cosas entre ellos, no quería que Senku se molestará con ellos porque después de todo es gracias a su intromisión que él le confesó su verdadero sentir.

Cuando el recuerdo de ese momento le vino a la mente, una sonrisa de lo más cálida y feliz invadió sus rasgos y apretó suavemente la mano de Senku todavía sujetando la suya, entrelazando sus dedos por un momento.

Él volteó a verla con una pequeña sonrisa, pero al llegar a la aldea soltó su mano, haciéndola suspirar.

La verdad es que no quería entrometidos preguntando por su relación por el momento, pero también le gustaría el no tener que preocuparse por eso en lo absoluto. Pero bueno… todo a su tiempo.

Por desgracia los aldeanos tuvieron la misma razón que los demás al verlo, tal vez hasta peor. Se sobresaltaban y retrocedían con los rostros muy rojos, los señalaban y murmuraban. Realmente comenzó a inquietarse, pero olvidó todo al ver a su hija a lo lejos en la torre de la sacerdotisa siendo arrullada por Francois y Ruri.

De inmediato corrió allá dejando atrás a Senku que aunque estaba disimulando muy bien todavía caminaba lento.

Una vez tuvo a su hija en brazos nada le importó, ni siquiera el rostro desencajado y muy ruborizado de Ruri al verla.

-K-Kohaku…- la llamó lentamente, haciéndola dejar de hacer caras-tontas para hacer reír a su sonriente bebita.

-¿Qué pasa, Ruri-nee?-

-Emm… ¿qué tienes en… el cuello…?- ante esa pregunta, Kohaku se congeló. –Y en… las piernas… y en…- señaló el área de su escote.

Bajó la mirada hacia su pecho, notando las muy visibles aunque pequeñas marcas en su piel. Chupetones. Uno en su escote, otro en su pecho, dos en su cuello y uno en cada pierna, justo en las porciones de piel que el corte de su vestido dejaba a la vista.

Su rostro se volvió tan rojo que por un momento temió que le estallaría la cabeza, pero no fue solo por vergüenza, no. Estaba tan avergonzada como enojada ahora mismo. ¡Senku se las pagaría por esto!

-Disculpa.- todavía con el rostro en llamas, murmuró un leve agradecimiento a Francois y se marchó con su hija en brazos, topándose a Senku todavía a medio camino en el puente. Espero a que termine de cruzar antes de empezar a gritarle. -¡Senku, bastardo! ¡¿Cómo te atreves a hacer algo así?! ¡Ahora entiendo por qué todos me miraban raro! ¡¿Por qué no me dijiste nada?!- le gritó a susurros, sin querer sobresaltar a su linda bebita que solo parecía mirarlos con curiosidad mientras chupaba su pulgarcito.

-Te dije que con esto estábamos a mano ¿o no?- sonrió descaradamente, pero ella solo le dedicó una mirada asesina. –Vamos, leona. Ni que fuera la gran cosa, así todos ya sabrán que somos un matrimonio de verdad ahora.- rascó su oreja con indiferencia.

-¿O sea que no quieres tomarme de la mano en público… pero sí estas cosas?- tal vez lo abofetearía si no tuviera a su pequeña en brazos, bueno, todavía se sentía mal por dejarle moretones y arañazos así que tal vez no.

Esas palabras lo hicieron hacer una mueca.

-No soy del tipo romántico, creo que ya te habrás dado cuenta de eso.- masculló un poco a la defensiva, cruzándose de brazos.

-Ese no es el punto aquí, esto es vergonzoso, y no quiero enfadarme contigo ahora.- ¿por qué tenía que ser tan infantil justo después de que se reconciliaran? De verdad que no quería enojarse con él ahora, pero se lo ponía difícil.

-Lo siento, lo siento.- apartó la mirada, cruzándose de brazos. –No volverá a pasar ¿es suficiente o quieres seguir peleando delante de nuestra mocosa? ¿Quieres que suplique perdón de rodillas o qué?- preguntó con acidez al ver que continuó mirándolo mal.

-Senku, mejor cállate, cállate ¿quieres? Solo vamos a casa.- no iba a enojarse con él, no, nada de enojarse con él, no ahora.

Marcharon a la casa en un silencio sepulcral, ignorando las miradas de todo aquel con el que se cruzaran y los murmullos. Cuando llegaron y dejaron a su bebé en su cuna, compartieron una mirada muy seria. No quería enfadarse con él, de verdad que no, pero no podía dejar de pensar en lo vergonzoso que fue pasearse por todas partes así ¡y el muy descarado hasta parecía orgulloso de eso!

Siguieron mirándose en silencio por un momento hasta que finalmente este se rompió por un pequeño sollozo.

Los dos abrieron mucho los ojos y miraron a la cuna de su hija, cuya carita estaba enrojecida y torcida por el llanto. Y entonces chilló, agitando los puños de un lado a otro.

De inmediato se lanzaron a consolarla, pero ella parecía no querer saber nada de ellos, su llanto empeoró cuando quisieron cargarla.

El corazón se les estrujó. ¿Qué? ¡Ella nunca los rechazaba! A veces prefería ir con uno en vez del otro ¿pero rechazar a ambos? Nunca.

Compartieron una mirada llena de preocupación. ¿Qué le pasaba ahora? ¿Estaría enferma? Senku decía que podían comportarse extraños cuando enfermaban. Pero esperaba que no fuera eso, no creía poder sobrevivir otra enfermedad de su bebita.

-¿No sabes lo que tiene? ¡Tú siempre sabes lo que tiene!- reclamó Senku ya comenzando a desesperarse después de revisar que no tuviera nada extraño. –No tiene ningún síntoma, ni son gases, parece que simplemente nos odia. Llora peor sí intentamos tocarla.- los dos se estaban frustrando bastante. Nunca antes pasó algo como esto.

-Sé que está molesta, pero no sé por qué.- se llevó un dedo a la barbilla, cerrando los ojos. No tenía hambre, eso era seguro, su pañal estaba limpio, durmió bien, hasta estaba de buen humor hace diez minutos.

¿Qué cambió?

-¿Serán los dientes?- Senku también se llevó un dedo a la barbilla. –Pero es muy pronto, suelen empezar a salir a partir de los seis meses, aunque por lo general es normal que se den entre los tres y doce meses, y uno de cada dos mil bebés nacen con un diente, así que también es muy variable. ¿Pero eso hace que nos odie?- se frotó las sienes, forzándose a pensar.

-Vamos, bebé, no llores.- odiaba verla llorar desconsoladamente. Extendió una mano para acariciar su mejilla, pero de inmediato se estremeció y la apartó de un manotazo. El corazón se le rompió en trocitos. -¿Y-ya no quieres a mamá?- los ojos se le aguaron.

-Maldita sea, Kohaku, ¿tienes que llorar también?- Senku la miró irritado y ella le frunció el ceño.

-¡Cállate, no tienes idea de cómo se siente esto!- le gritó con frustración porque la hiciera sentir peor ahora.

-Te recuerdo que también me rechaza a mí.- señaló secamente, también frunciéndole el ceño.

De repente, los chillidos empeoraron.

Y de nuevo fueron rechazados cuando intentaron cargarla.

-¿D-deberíamos llamar a Francois?- preguntó con las lágrimas ya queriendo escapar desesperadamente.

-Probablemente sea lo mejor…- se veía tan desconsolado como ella se sentía.

Les gustaría resolver este problema ellos mismos, pero no querían que siguiera llorando de ese modo sin poder hacer nada.

Aun así, Kohaku hizo un último intento por intentar consolarla, acabando en otro manotazo y más chillidos.

Unas lágrimas se le escaparon. ¿Por qué estaba así? ¿Acaso hizo algo malo? ¿La asustó? ¿Ahora prefería a Ruri y a Francois? ¿Sí se iba en el barco ya no la reconocería al volver?

Senku la miró fijamente.

-No te burles, ¿quieres?- rápidamente llevó sus manos a sus ojos para secar sus lágrimas, sorprendiéndose cuando de repente sintió sus brazos alrededor de su cuerpo.

-Lo siento.- murmuró en voz baja. –Por todo. No estoy acostumbrado a la sensación de no saber qué decir, y acabó diciendo cosas que terminó lamentando. Tendrás que tener paciencia conmigo, así como tendremos que tener paciencia con ella.- se apartó un poco para sonreír tristemente. –Sé que duele, pero también sé que nos ama. No lo dudes, no sabemos lo que tiene, pero seguramente nos creería unos idiotas por pensar que no nos quiere después de todos los berrinches que hace para no separarse de nosotros.- rió entre dientes. –No te preocupes, estoy seguro de que tiene que ser otra cosa.- apretó los labios. –Tiene que ser.- reafirmó.

Ella sonrió temblorosamente.

-Sí… tienes razón.- inhaló profundamente. –Lo siento también, sé que puedo exagerar a veces…-

-Decirme o demostrar cómo te sientes no es exagerar, no te reprimas, tenemos que aprender a comunicarnos mejor desde ahora.-

Ambos compartieron una sonrisa, antes de suspirar.

-Bueno… gritaré para que alguien llame a Francois…- se apartó de él para acercarse a una ventana, solo para frenarse a medio camino al darse cuenta que ya no escuchaba chillidos ni sollozos.

Volteó a ver a Tsukiku, provocando que Senku también lo hiciera. Ella estaba haciendo pucheros ahora, pero de repente empezó a balbucear algo y extendió sus brazos hacia ellos aunque apenas, como sí todavía dudará.

Los ojos de los dos se iluminaron y se le acercaron despacio, con sonrisas suaves.

Kohaku acercó sus brazos a ella y esta vez no se estremeció ni la apartó, pero se mantuvo seria en sus brazos hasta que Senku se acercó a ellas y le acarició el cabello suavemente, entonces extendió su mano y apretó su ropa en su puñito. Miró de uno al otro, y finalmente les sonrió, acurrucándose en los brazos de su madre.

Ambos se derritieron en un charco de felicidad y alivio.

-Vaya manera de asustarnos, mocosa.- Senku pellizcó su mejilla regordeta con delicadeza. –Un día de estos vas a matarme.-

-Nos va a matar.- sonrió felizmente. –Ay, bebé ¿por qué estabas tan enojada con papá y mamá?- sonrió todavía un poco preocupada por eso.

-Creo que ya nos quiere cambiar por Francois, ya se dio cuenta de que tiene más probabilidades de sobrevivir a futuro con alguien que realmente sabe cocinar cosas comestibles cuando tenga que dejar la leche materna.- sonrió divertido, aunque había cierta tensión en sus ojos y ella también hizo una mueca.

Los celos de Senku hacia Ukyo quedaban pequeños al lado de sus celos de padres por no querer que nadie les robe a su bebita.

Después de algunos mimos y unos masajes para tranquilizarla más, finalmente se durmió y ellos comieron un rápido almuerzo antes de que Senku tuviera que despedirse para trabajar porque ya había perdido bastante tiempo.

Cuando estaba ya abriendo la puerta, Kohaku sintió un impulso de llamarlo y así lo hizo, por lo que se detuvo en su lugar, mirándola con una ceja en alto.

Sonrió con un poco de timidez mientras se acercaba a él. Una vez estuvieron frente a frente, colocó sus manos en su pecho y las subió con lentitud hasta sus hombros, subiendo una por su cuello hasta su mejilla mientras que la otra se arrastraba por su nuca hasta acabar en su cabello, envuelta entre los mechones rebeldes. Su sonrisa se volvió un poco más traviesa y él también sonrió, complacido y sorprendido en la misma medida.

Unieron sus labios en un beso largo, profundo y lento que la hicieron tener ganas de que mandara su trabajo al diablo para poder arrastrarlo a la habitación, más al sentir sus manos deslizarse por todo su cuerpo. Sin embargo, tenían a su hija durmiendo y con posibilidades de volver a tener otro ataque de malhumor y no podían olvidar sus responsabilidades, así que se separaron maldiciendo.

-Intenta no volver tan tarde ¿quieres?- murmuró contra sus labios, con su respiración acelerada.

-Incluso aunque vuelva temprano sabes que la mocosa acaparará nuestra atención, tendremos que esperar hasta que se duerma para que puedas volver a tenerme dentro de ti.- la abrazó para poder susurrar eso directamente en su oído.

-N-no hables de esa forma tan pervertida…- su rostro enrojeció todavía peor que antes mientras cerraba los ojos y apretaba los muslos, odiándolo por dejarla así justo cuando tenía que irse.

-Acostúmbrate, sabes que no me ando con rodeos. Perdimos mucho tiempo por nuestros malditos malentendidos, falta de comunicación adecuada y mi tendencia a joder las cosas.- rió contra su oído, enviando escalofríos por toda su espalda. –Ahora no pienso desperdiciar más, aunque terminé en silla de ruedas voy a asegurarme de empapar nuestras sabanas con tus orgasmos…-

-¡OH, DIOS MÍO!- rápidamente se apartó de él como si quemara, dándole la espalda y enterrando su rostro humeante en sus manos.

¡No podía creer que dijo eso! ¡Era demasiado descarado incluso para él! ¿Quería matarla de vergüenza o qué?

Para colmo el muy pervertido solo rió burlonamente al ver su reacción.

-Trabajaremos con tu timidez luego, debe haber confianza en una relación de este tipo, más porque ya suficientes problemas nos trajo el no saber hablarnos.- mantuvo su sonrisa descarada. –Me voy ahora, te veo por la tarde.- agitó una mano mientras se daba la vuelta, dejándola allí todavía muriéndose de vergüenza.

Una vez cerró la puerta, colapsó en el suelo patéticamente, con las piernas tan temblorosas y el rostro tan rojo que bien podría desmayarse de verdad. Sin embargo rápidamente se abofeteó y volvió con su hija, aunque aun sin superar lo que acababa de pasar.

Este matrimonio ya no falso era hermoso, un poco torpe por todavía no saber cómo tratarse y tan lleno de tensión sexual que probablemente la mataría sí no se acostumbraba pronto a saberse correspondida al menos en cierta medida.

Sonrió mientras se sentaba junto al cesto de su hija y la observaba dormir.

No necesitaba un "te amo" para sentirse plena junto a Senku, el saber que él se sentía atraído por ella no solo de forma sexual le bastaba, hasta le dijo que pensaba en ella y no quería estar sin ella. ¿Cómo pedirle más? Con eso le bastaba y sobraba, al menos por ahora. Respetaría sus tiempos y simplemente disfrutaría de ser su esposa en todo el sentido de la palabra, disfrutaría de ser una familia y aprendería a tratar con esta nueva etapa de su vida.

Aunque… no faltaba mucho para que el barco esté listo.

Un nudo le apretó la garganta y su mano bajó a acariciar el rostro de su bebita.

Aprovecharía el tiempo que le quedaba a su lado, pero seguía doliéndole tener que dejarla. Dolía tanto que hasta se le hizo difícil respirar por un momento, pero rápidamente sacudió la cabeza y sonrió, sintiendo su calidez en la yema de sus dedos.

Por lo menos estas últimas semanas tendrían la oportunidad de ser una verdadera familia. Y se aseguraría de que no fuera la última vez. Volverían con ella, no importa qué.

.

Chrome estaba de camino a la sala de reuniones de los generales para seguir discutiendo acerca de los materiales de reserva, pero al estar a punto de terminar de abrir la puerta escuchó algo que lo sorprendió.

-…No hacía falta que le mostrarás a todo el reino científico que tuvieron sexo, ya sabes. Es normal que se moleste contigo, a las damas les gusta su privacidad.- ¿de qué demonios estaba hablando Ryusui ahora? Y por lo que veía por la rendija de la puerta le estaba hablando a Senku.

-Bueno, Kohaku-chan es un poco desvergonzada, pero en una cuestión así deberías tener algo más de tacto, Senku-chan.- acotó Gen.

¿Kohaku? ¿Qué tenía que ver ella con lo que hablaban?

-Y solo por restregármelo en la cara a mí ¿es en serio?- Ukyo suspiró con resignación, negando con la cabeza.

-¿Cómo se suponía que debía saber que todo fue acto porque estabas conspirando con esos dos idiotas? Te creía más inteligente que eso. ¿No eras tú quién una vez me regañó por mi irresponsabilidad? Y ahora te portas como chiquillo de doce años.- Senku le dedicó una mala mirada a los otros tres presentes.

-Lamentó haberme entrometido, pero honestamente tú eras el que estaba siendo más infantil. Sí ambos se aman no deberían perder el tiempo en peleas sin sentido y sufrir por nada. Solo quise ayudarlos. Y por lo que mostraste esta mañana con tanta satisfacción nos queda claro que no fue un esfuerzo innecesario.- Ukyo le devolvió la mirada a Senku sin amedrentarse por su evidente ira.

-Nunca dije que la amo.-

-Sí, ajá.- Ryusui y Gen sonrieron maliciosamente, mientras que el arquero solo rodó los ojos mientras decían eso al mismo tiempo.

Chrome todavía tenía problemas para procesar lo que estaba escuchando cuando Ukyo de repente miró en su dirección.

-Te escuché llegar, deberías entrar. De todos modos ya escuchaste todo.- murmuró con cansancio, cruzando una pierna sobre otra mientras se relajaba en su asiento.

-Genial, lo que me faltaba.- Senku rascó su oreja con irritación mientras Chrome ingresaba con lentitud a la choza improvisada.

-N-no estoy seguro de haber entendido qué pasa aquí…- ¿acaso…?...

-¿Qué hay que entender, idiota? Este trío de bastardos me puso una trampa para que le confiese a Kohaku que me gusta y ahora somos un matrimonio de verdad, y sí, ya consumamos el matrimonio. Varias veces.- explicó con fastidio, soplando un poco de cera acumulada en la punta de su dedo, totalmente indiferente a su mandíbula casi tocando el suelo.

-¿Qué? ¿En serio? Creí que se odiaban y se matarían el uno al otro en cualquier momento…- frotó su nuca nerviosamente, sin saber qué decir realmente. No era de lo que esperaba hablar al venir aquí. –Espera. ¿Estás enamorado de la gorila, en serio?- Senku estaba más loco de lo que creía.

Era el tipo más débil que conocía y se enamoró de la mujer más fuerte y aterradora. Para ser también el tipo más inteligente que conocía, eso fue un poco estúpido. Dudaba que sobreviviera por mucho tiempo.

-Repasa lo que dije, idiota número cuatro. Dije que ella me gusta. Nunca hablé de amor. No pongan palabras en mi boca.- se cruzó de brazos con irritación.

-Entonces… ¿Tsukiku tendrá hermanos pronto?- eso también era un poco aterrador. Podrían tener mala suerte y que sean igualitos a su madre gorila. Aunque todavía no descartaba del todo que la bebita fuera así cuando creciera.

Senku se estremeció de pies a cabeza, mirándolo como si estuviera loco.

-No. Ni en diez billones de años. No quiero más hijos. Nunca.- dijo firmemente, con una mueca de horror y desagrado.

-¿Ah? ¿Pero que no quieres a tu hija?- de verdad que no lo entendía.

-No hagas preguntas estúpidas, idiota.- rodó los ojos. –Simplemente no creo sobrevivir a otro pequeño chillón manipulador, y estoy más que satisfecho con esa mini-leona. Apenas tengo tiempo para ella ¿cómo sería con otro mocoso? Pff, primero me esterilizaría.-

-¿Este-qué-cosa?- preguntó Chrome confundido. Lo ignoraron.

-Cualquiera que te escuchará diría que no estás muy feliz con Tsukihime-chan, aunque solo sí ya no conociera lo mucho que amas a tu princesita.- canturreó Gen por lo bajo. –Y ¿realmente estás seguro de eso? Tal vez Kohaku-chan quiera más hijos a futuro.-

-Ella ya dijo que no quiere pasar por otro embarazo. Mejor para mí.- encogió los hombros. –Como sea, nos fuimos de tema. Me importa una mierda que Chrome llegará y se enterara de todo. Todavía no entiendo por qué demonios creyeron que tenían derecho a entrometerse en mi vida personal. Y de verdad que no puedo creerlo de ti, Ukyo, luego te jactas tanto de ser el mayor y más maduro de nosotros. Y una mierda.- escupió al suelo, todavía de muy malhumor por lo que sea que le hicieron para enfadarlo.

-Vamos, Senku, no seas tan duro con nosotros. Nuestro plan al final salió bien para todos ¿o no? Tú y Kohaku-chan fueron quienes más disfrutaron los resultados.- Ryusui meneó las cejas sugestivamente.

-No puedes negar que sin nuestra intervención no habrían tenido su pequeña velada apasionada anoche.- acotó Gen.

-Anoche y esta mañana también, por lo que me dijo Francois.- señaló el capitán con todavía más perversión que antes.

-Y para querer mantener tan en privado tu vida personal, diste un espectáculo bastante revelador esta mañana, paseándote por todas partes con Kohaku-chan cubierta de tus marcas de propiedad.- Gen rió traviesamente.

-¿Qué hizo qué?- Chrome no se había enterado de nada. Tal vez fue mejor así.

-También tardaste bastante en venir. Tal vez hasta antes de llegar aquí se divirtieron un poco. Deberías darnos las gracias en vez de reclamarnos.- Ryusui sonrió descaradamente.

-Les agradeceré en el infierno, montón de bastardos.- chasqueó la lengua. –Y no, no fue por eso. Ya quisiera yo. Fue por la mocosa.-

-¿Qué? ¿Le pasó algo?- Chrome de inmediato se preocupó, y los otros también se tensaron.

-Está bien, pero hoy actuó de forma extraña.- se removió incómodamente en su silla. –Todo estuvo bien cuando llegamos a la casa y la dejamos en su cuna, pero de repente empezó a llorar desconsoladamente. Eso no es lo raro, a veces le pasa por los cólicos, pero esta vez parecía no querer saber nada de nosotros. Nos rechazó a ambos, a los dos, a mí y a Kohaku.- recalcó como si no pudiera creerlo. Y la verdad es que era difícil de creer, incluso molesta y chillando tan fuerte que rompía sus tímpanos seguía sin rechazar los brazos de sus padres, Chrome vio eso muchas veces cuando estaba enferma. –Se estremecía sí intentábamos tocarla. Parecía como si de repente nos odiará. Y de repente se le pasó y volvió a querer estar con nosotros. Por un momento pensé que tenía alguna infección extraña indetectable o alguna mierda de esas. Vaya susto. No sé qué demonios le pasaba.- eso claramente lo frustraba.

-Bueno, algo debió pasarle. Los bebés pueden ser muy impredecibles, por lo que sé, pero que los rechacé así no parece normal.- comentó Gen, haciendo que las miradas se volvieran a él. –Exactamente ¿qué pasó antes de que empezara a llorar?-

-Nada.- se encogió de hombros, frunciendo el ceño. –Kohaku y yo la llevamos a casa bien cubierta con su manta, y el clima es agradable así que no creo que sea por algo así. Luego la colocamos en su cuna y solo eso. De pronto estalló en llanto, de la nada.-

-Hmm…- Gen juntó las manos por dentro de sus mangas, pensando por un momento. –Pues lo único que se me ocurre es que le hayan contagiado su malhumor a Tsukihime-chan. ¿Kohaku-chan estaba molesta contigo en ese momento, verdad?-

-Sí, pero…- hizo una mueca, cruzándose de brazos. –No parecía… Ella… Eh…- era extrañó ver a Senku tropezarse con sus propias palabras, pero finalmente tomó aire y continuó. –Parecía malhumorada, sí, pero era casi… como si la hubiéramos asustado o algo así. Se estremecía cuando intentábamos tocarla, lloraba estridentemente si la cargábamos y casi parecía mirarnos con desconfianza. Claro que Kohaku estaba destrozada con eso.- y aunque no lo dijera, obviamente él también. –Realmente me estaba poniendo de los nervios, más cuando empezó a llorar.-

-Por favor dime que no dijiste nada estúpido cuándo ella se puso sensible.- Ryusui lo miró con resignación, solo para sorprenderse cuando Senku negó con la cabeza.

-Aunque no parezca, aprendí de mis errores. Hasta la consolé y todo.- admitió, provocando que los cuatro se sorprendieran. –Conversamos y ambos acabamos más tranquilos, y justo cuando estábamos a punto de llamar a Francois nos dimos cuenta de que la pequeña leona había dejado de llorar y nos tendió los brazos como si nada, aunque siguió un poco reticente por un momento pero luego hasta sonrió y todo. ¿Quién la entiende? Es tan problemática como su madre.- bufó.

Gen entrecerró los ojos, pareciendo pensar profundamente en algo.

-Entonces, sí lo pensamos bien, se puso de malhumor cuando ustedes estaban de malhumor y recobró su buen humor cuando se reconciliaron.- murmuró el mentalista. -¿Tal vez no le gusta que sus padres se peleen?- sugirió.

-Pero nos hemos peleado antes delante de ella.- rebatió Senku.

-¿Cuándo?- lo miró con interés.

-No es asunto tuyo, mentalista.- hizo una mueca de fastidio ante los ojos chismosos del de cabello blanco y negro.

-Ohh, pero sí quieres que te ayude a resolver el misterio que hizo que tu princesita te despreciara debes decírmelo.- sonrió con superioridad ante el rostro lleno de irritación del científico.

-Bien.- prácticamente escupió esa palabra. –Fue justo después de que Kohaku me pidiera el divorcio. Me gritó y la mocosa se despertó llorando, después no dejó que la cargará aunque quería ir conmigo y siguió queriendo echarme de la casa, pero fue solo unos minutos, luego todo estuvo bien y continuó sonriendo. ¿Por qué demonios te interesa saber eso?- preguntó más que fastidiado.

-Kohaku-chan no te dejó cargarla ¿eh? Y mientras seguían discutiendo… Hmm, puede ser que la haya puesto nerviosa verlos enojados el uno con el otro y lo asociara a la separación. Cuando la dejaron en su cuna, ¿le hablaron inmediatamente o siguieron discutiendo?-

-No discutíamos, pero sí que nos mirábamos mal y eso, no dijimos nada…- Senku ahora sí parecía más dispuesto a cooperar con Gen.

-Entonces se quedaron en silencio con caras de funeral, tal vez eso la hizo sentir todavía más nerviosa. –Probablemente el silencio la inquieto, y asoció el que pelearan a una mala experiencia. Y puede que tal vez simplemente no le guste verlos molestos, también. Y todo eso junto le generó frustración, algo a lo que no está acostumbrada porque ustedes la tienen un poco mimada… eh, quiero decir, muy bien cuidada y criada con mucho amor y responsabilidad.- tosió incómodamente ante la mala mirada de Senku. –Bueno, ella no está acostumbrada a sentirse frustrada, eso es lo que intento decir. Puede que realmente odie verlos peleando y sienta frustración de no poder hacer nada. Incluso siendo tan pequeños los bebés sienten muchas cosas, perciben muchas cosas. Creo que podría ser eso, y tal vez los rechazaba porque se molestó con ustedes. No está acostumbrada a verlos así, por más que fuera una pelea pequeña y hasta por un motivo tonto. Debió asociarlo a la otra pelea y eso la hizo sentirse molesta con ambos por no entender qué pasaba y pudo sentir que hasta la ignoraban para pelear, provocando que se moleste con ustedes y los rechace. Es solo una teoría, pero explicaría por qué se calmó cuando dejaron de pelar.- concluyó luciendo orgulloso de sí mismo por sus conclusiones.

Senku se llevó una mano a la barbilla, pensativo.

-Podría ser. Siempre estamos de buen humor alrededor de ella excepto en muy pocas situaciones. Eso me deja más tranquilo a que simplemente se comporte así de la nada. Diez billones de puntos para ti, mentalista.- sonrió con reconocimiento hacia el mayor.

-Es un placer, querido Senku-chan~. Para que veas que realmente queremos ayudarte y verte feliz con tu linda Kohaku-chan y su linda princesa.- ante esas palabras, Ryusui también asintió, mientras que Ukyo solo sonrió nerviosamente.

-Sí, sí, lo sé.- suspiró, apartando la mirada. –Pero eso no los salvará de quedarse aquí por las próximas cuatro horas ayudándome con los planos de los detalles finales y la lista de provisiones extra.- sonrió ferozmente, claramente queriendo vengarse por la broma que le hicieron con Kohaku y eso.

Ukyo suspiró profundamente, mientras que Gen y Ryusui empezaron a gimotear de inmediato. Chrome fue el único emocionado por cambiar de ese tema incómodo a trabajo y ciencia de una vez.

Claro que deseaba lo mejor para Senku y Kohaku y Tsukiku, pero no le interesaba entrometerse ni enterarse de cosas privadas, así que rápidamente se sumergió de lleno en ayudar en las tareas para el barco.

Faltaba muy poco.

.

Kohaku estaba un poco nerviosa.

No se había despegado de su hija en todo el día, demasiado preocupada de que le diera otro ataque de desprecio hacia sus padres como en la mañana, pero ella estuvo perfectamente bien y hasta la dejó entrenar un poco cuando recibieron la visita de Yuzuriha y Taiju que llegaron para que la costurera pudiera darle un presente y se quedaron para hacer reír a la pequeña cuando esta reclamó por sus atenciones. Esperaba que esa experiencia tan horrible de la mañana no se repitiera.

Luego de que la pareja aun no confirmada se marchará, Francois llegó para ofrecerse a hacer la cena. Pero también trajo algunas cosas extrañas y con ayuda de Mirai y Suika decoraron una mesa redonda con velas y flores. Luego Francois le pidió que la dejara hacerse cargo de la niña esa noche, pero Kohaku todavía estaba un poco desconfiada de que Tsukiku se le estuviera apegando de más, aun así la chef insistió tanto que accedió a dejar que la cuidara por unas horas por lo menos hasta que terminaran de cenar.

Después de tener la cena lista y la mesa extraña ya decorada de forma bastante elegante, también le insistió en que se vistiera de forma elegante para recibir a Senku y cenar con él. Según ella era alguna especie de tradición del mundo moderno, aunque no entendía por qué insistía tanto. ¿Sería otro plan de Gen y Ryusui?

A pesar de todo, decidió seguirle el juego y se colocó uno de los vestidos sencillos que Yuzuriha le había traído justo ese mismo día. Era blanco corto hasta la mitad del muslo y con un moño verde atado debajo del pecho, muy sencillo pero le gustaba, era cómodo.

Senku tardó un poco más de lo normal en llegar a la casa, poniéndola aun más nerviosa de lo que ya estaba después de que Francois se marchara con su bebé y las niñas. Ni siquiera sabía por qué estaba tan nerviosa…

Bueno, no, eso era una mentira. Sabía muy bien por qué estaba nerviosa.

"Ahora no pienso desperdiciar más, aunque terminé en silla de ruedas voy a asegurarme de empapar nuestras sabanas con tus…"

-¡Oh, por todos los cielos!- enterró su rostro humeante entre sus manos, volviendo a avergonzarse como la primera vez que lo escuchó decir algo tan atrevido.

Ella no era tímida de ningún modo, mucho menos una santa, quería hacerle tantas cosas como él a ella, pero que lo diga tan directamente y de ese modo… Era demasiado para ella, sobretodo porque nunca imaginó a Senku de ese modo.

Tan perdida estaba en sus pensamientos que ni siquiera lo notó llegar.

-Kohaku.- la llamó agitando una mano frente a su rostro. Al verlo, su sonrojo solo empeoró. –Veo que estabas pensando en mí.- sonrió ladinamente, para luego fijarse en su vestido y después en la mesa. –Alguien de la era moderna te ayudó con esto ¿verdad? Imaginó que un aliado de Ryusui y el mentalista, probablemente Francois ¿o no?- ella asintió, un poco confundida. -¿Y se llevó a nuestra mocosa?- de nuevo, la mujer asintió. -¿Toda la noche?-

-Oh, no. Ella quiso llevarla toda la noche, pero me negué.- se removió un poco, incómoda. –No es que sea una malagradecida con Francois, nos ha ayudado muchísimo pero…- bajó la mirada.

-Déjame adivinar ¿es por lo de esta mañana?- suspirando, Kohaku volvió a asentir. –Buenas noticias para tu consciencia, entonces. El mentalista me planteó una hipótesis muy interesante por lo cual eso pudo darse.- dijo mientras jalaba una silla y se sentaba en la mesa frente a ella, dejando una de las cámaras que hizo para la fotografía aérea en el suelo.

-¿Trajiste una cámara?- lo miró curiosa.

-Ah, sí, es la razón por la que llegué más tarde de lo que planeaba. La comida no se enfrió ¿verdad?- jaló hacia él la bandeja que Francois había dejado con su comida. –Come, esto da para largo. Y tampoco quisiera despreciar sus intentos por una velada romántica, por más inoportuno que fuera.- rió entre dientes, llevando una porción de su comida a su boca.

Mientras comían la deliciosa cena y bebían vino y jugo en caso de Kohaku porque aun amamantaba, Senku le contó de las impresiones que Gen tenía respecto al comportamiento de su hijita esa mañana.

-Entonces… ¿se enojó porque discutíamos?- eso la hizo sentir todavía peor, sabiendo que por una tontería así hizo llorar tanto a su pequeña. –Tiene sentido, casi no le presté atención por estar molesta contigo. Agh, me odio.- enterró el rostro en las manos otra vez, solo que en esta ocasión por frustración y rabia hacia sí misma.

-Creí que estarías molesta conmigo por mi pequeña "travesura". Ya estaba listo para reclamarte porque no me dijiste que Ukyo solo estaba conspirando con esos dos idiotas.- señaló sonriendo con sequedad.

-Ya no importa, es una tontería.- negó con la cabeza. –No quiero pelear contigo nunca más, no sí mi bebé se va a poner así.- le estrujaba el corazón que se molestara con ella.

-O sea que si pelearías conmigo sí ella no lloriqueara por eso ¿eh? ¿Debo agradecer este desafortunado incidente?- sorbió de su vino con aparente calma.

-Senku, esto es en serio, no me gusto nada lo que pasó esta mañana.- lo miró seriamente.

Al ver sus ojos feroces, él también se puso serio. Dejó su copa de vino en la mesa con un suspiro.

-Tampoco a mí, lo sabes. Lo siento, pero tendrás que tener paciencia conmigo.- hizo una mueca. –Uno de los problemas más grandes de esta relación es la falta de comunicación, sobre todo de mi parte. Generalmente eres muy sincera, e incluso cuando no me dices las cosas soy capaz de deducir lo que te molesta en la mayoría de los casos, porque te conozco.- eso la hizo mirarlo sorprendida, hasta un poco sonrojada. ¿Cómo podía ser tan romántico e indiferente al mismo tiempo? –Aunque sé que probablemente no me dijiste lo de Ukyo ayer por la noche simplemente porque lo olvidaste y luego porque él insinuó que lo hablaría conmigo, todavía me molesta. Si te soy sincero, y aunque odio admitirlo, realmente me molestó que bailaras con él ayer.-

-Lo sé…- se contuvo de sonreír. La verdad le parecía un poco tierno que estuviera celoso, pero entendía que a él no le hacía gracia. –Lo siento, es cierto que olvidé mencionarlo. Pero eso que hiciste fue muy estúpido Senku. Si mi padre me hubiera visto te habría matado sin siquiera pensarlo.- señaló molesta.

-Eres mi esposa, tengo todo el derecho a tener sexo contigo.- rascó su oreja con fastidio, indiferente a su rostro humeando una vez más. –De hecho esto es diez billones por ciento su culpa, sino nos hubiera obligado a casarnos y vivir juntos esto habría sido muy diferente. Más que agradecer a Ryusui y Gen primero habría que agradecerle a tu viejo.- rió entre dientes.

-Bueno… poniéndolo así tal vez no te habría matado, pero seguro que al menos un golpe te habrías llevado.-

-Es una posibilidad.- volvió a sorber de su vino. –Pero volviendo al tema, reconozco que eso fue infantil y debí saber que no te haría ninguna gracia.- dio un gran sorbo a su copa antes de hacerla a un lado y mirarla seriamente a los ojos. –Lo siento. De verdad.- fue tan serio que la dejó con la boca abierta y él sonrió suavemente. –No quiero que estés molesta conmigo, pero no puedo hacer mucho más que reconocer el error y disculparme ¿es suficiente?- volvió a su tono ácido, pero sabía que era solo porque no toleraba ser tan sincero por tanto tiempo.

Y ella lo entendía. Así era él. Y así lo amaba.

-Es suficiente.- le sonrió cálidamente.

Se quedaron mirándose por unos minutos, sin apartar los ojos incluso cuando él se levantó de su asiento y camino hasta arrodillarse justo frente a donde estaba sentada, colocando sus manos cada una de sus manos en una de sus rodillas, separándolas un poco para acercarse más cuando ella se inclinó para unir sus labios con los suyos.

Mientras el beso subía de intensidad, sus manos se deslizaron por sus piernas, primero bajando hasta sus tobillos solo para regresar a sus rodillas, esta vez desde atrás y subir por sus muslos, colándose bajo la falda del vestido y acabando en las caras internas de sus muslos, haciéndola temblar y romper el beso para jadear, provocando que ahora su boca se pegara a su cuello.

Empezó a retorcerse en la silla y gimió cuando mordió su oreja, provocando que de repente la tomara de la cintura y se pusiera de pie, jalándola con él. Sin embargo no se mantuvieron erguidos mucho tiempo, porque rápidamente mandó a volar su bandeja con todo y los platos vacíos y la recostó sobre la mesa, pegando sus cuerpos completamente mientras la besaba con desenfreno que ella correspondió sin problemas, enredando una pierna sobre su cintura mientras llevaba sus manos a su espalda, arañándolo por encima de la ropa al recordar su comentario de que eso le gustaba.

Él gruñó y llevó una mano bajo su vestido otra vez, pero no se detuvo en su muslo.

Justo cuando sus dedos tocaron un punto que la hizo gritar en su boca, tocaron a la puerta.

Ambos se congelaron.

Oh, cierto… Francois solo iba a cuidar a Tsukiku por poco tiempo, a pedido de Kohaku.

Senku la miró con frustración mientras se apartaba de ella.

-Creo que yo soy el que está molesto ahora por tus celos de madre.- señaló con sequedad, tan frustrado como divertido ahora mismo.

-Lo siento.- prácticamente lloriqueó, luchando por verse decente mientras Senku se dirigía a abrir la puerta.

Tsukiku se quedó despierta unas buenas dos horas, jugando y riendo con ellos, derritiéndoles el corazón hasta que finalmente se durmió después de tomar de su pecho.

A penas la colocó en su cesto, Senku se colocó detrás de ella y tomó sus muñecas para arrastrarla a la cama, lanzándolos al colchón y colocándose encima de ella.

-Muy bien, leona, ahora es cuando debemos jugar al juego de "el que hace ruido pierde" aunque perderíamos los dos porque ya sabes que le molesta que la despierten en medio de su siesta y se quedaría malhumorada el resto de la noche. Así que…- pegó su boca a su oído. –Shh…- siseó en su oído, enviando una corriente de aire a su piel sensible que la hizo estremecerse de pies a cabeza.

Con mucha dificultad logró contenerse durante la primera ronda, pero acabaron queriendo más y en medio de volver a adentrarse en la acción ella no pudo evitar un pequeño grito que sobresaltó a la bebita, provocando que los chillidos se oyeran por toda la habitación. Y claro que no les quedó de otra que suspirar e ir a consolar a la pequeña chillona.

Antes de lograr quitarle el mal humor y hacer que se duerma acabaron mentalmente agotados y solo alcanzaron a compartir unos cuantos besos antes de dormirse.

La mañana siguiente se despertó con besos, lo cual le habría parecido muy dulce de no ser porque inmediatamente sintió contra su cadera que Senku quería mucho más que desearle buenos días.

Sorprendentemente alcanzaron a… saciarse un poco, antes de que Tsukiku despertará exigiendo atención.

Desayunaron rodeados de las sonrisas y risas de su bebé y la bañaron juntos provocando más juegos y sonrisas y carcajadas adorables que la hacían sentir la persona más feliz de todo el mundo. De verdad que estaba tan feliz que casi no podía creerlo.

-¿Para eso trajiste la cámara?- no pudo evitar reír cuando Senku le tomó su doceava fotografía a su hija en los últimos veinte minutos.

-La reportera no puede estar en la casa a cada minuto tomando fotos cuando pasan acontecimientos dignos de ser preservados.- murmuró solemnemente.

-Oh, ¿y que le haya puesto unas coletitas es un acontecimiento digno de que le saques más de diez fotografías?- lo miró burlonamente mientras tomaba otra foto a su hija en sus brazos babeando su mano como siempre, pero ahora con unas lindas coletitas atadas por ligas con formas de flores que Yuzuriha hizo para ella. De hecho también las llevó en la fiesta y se vio tan adorable que no resistió a ponérselas otra vez.

-¿Acaso estás ciega, leona? Tu cachorra está babeando su mano izquierda ahora, y normalmente babea la derecha. ¡Claro que es un acontecimiento digno de ser inmortalizado!- Kohaku se carcajeó ante esa broma tan mala, provocando que su hija se riera también, a lo que el flash de la cámara se disparó otras diez veces en menos de un minuto esta vez.

Luego de que Senku se fuera a trabajar no pasó mucho para que ella se marchara a entrenar mientras Tsukiku se quedaba con Ruri. Fue un entrenamiento relajado y rápidamente volvió con su bebé, ignorando las quejas de Kinro y los festejos de Ginro.

Se quedó hablando con Ruri, ambas jugando con la pequeña, y sin darse cuenta se le hizo tarde. Al ver que ya estaba atardeciendo se disculpó con su hermana y marchó con su bebé de regreso a su hogar. En el camino ella miró a todas partes con sus ojitos curiosos, pero después de tanto juego pareció darle sueño y se durmió a medio camino.

Cuando entró a la casa, de inmediato notó a Senku dormido sobre la mesa de la cocina.

Sonrió enternecida, mirando de padre a hija. Los amaba tanto que casi no podía creerlo. Los dos la hacían muy feliz.

Manteniendo su sonrisa, aprovechó que uno de los cestos de su hija estaba en la cocina y la recostó allí cuidadosamente, dejándola cerca antes de encaminarse a Senku para observarlo mejor.

Parecía que antes de dormir estaba escribiendo en esa libreta en la que siempre lo veía escribir últimamente, considerando que su nariz estaba enterrada entre las páginas de la libreta y en su mano había una de esas plumas para escribir.

Se acercó más para tal vez despertarlo con un beso, pero entonces se dio cuenta de que uno de sus papeles se le cayó al piso cuando casi lo pisa. Rápidamente lo levantó, observándolo con curiosidad.

Entonces sus ojos se fijaron en las letras escritas allí y como ya había aprendido casi todo lo que necesitaba para leer, pudo entender sin problemas lo que decía allí. Y su corazón se rompió por completo.

Para Ishigami Tsukiku:

No sé cuántos años tendrás ahora. No sé cuándo Ruri o quien sea que te esté cuidando te consideré apta para leer esto, pero sí lo estás leyendo seguramente ni siquiera puedas recordar mi voz, aunque tal vez me hayas visto en fotografías.

Seguramente te han leído unas cuantas de las cartas que dejé para ti. Tal vez te gustaron esas cartas, tal vez las odiaste, tal vez te preguntaste por qué alguien que nunca ha estado allí para ti se siente con derecho a intentar contarte historias o hablarte sobre ciencia o la vida. No lo sé, pero al menos quiero que entiendas que me gustaría saberlo. Me gustaría estar allí para ti. Me gustaría no tener que estar escribiendo esto, creer que podré criarte y verte crecer, pero la realidad es que no lo sé.

¿Cuáles son tus gustos y disgustos? ¿Te gusta la ciencia, o tal vez pelear o tal vez ambas cosas? ¿Perros o gatos? ¿Cuál es tu platillo favorito y por qué es ramen? Je, bromeó. ¿Consideraste eso gracioso o crees que soy un completo imbécil? ¿Quién es tu mejor amiga o amigo? ¿Alguna vez escuchaste hablar de un astronauta llamado Ishigami Byakuya?

Tengo muchas preguntas para ti ¿sabes? Cosas que me gustaría saber, que quisiera descubrir a medida que creces.

Ahora mismo eres una bebé chillona que acaba de intentar comerme el cabello ¿cómo serás cuando leas esta carta?

O tal vez nunca la leas, tal vez vuelva de ese viaje sano y salvo y consiga revertir la petrificación y salvar a la humanidad sin ningún problema, en todo caso esta carta y las otras quedarían como una de las grandes exageraciones que cometo cuando se trata de ti, pero no tienes idea de lo mucho que no puedo dormir por las noches pensando que ni siquiera quedará un rastro de mí en tu memoria. Pensando que tal vez me odias porque quizás arrastre a tu madre conmigo a la muerte.

Más que un intento desesperado porque conserves aunque sea algo de mí en tu memoria, esta es mi forma de pedirte perdón.

Perdón por no ser un buen padre para ti, por no quedarme a tu lado, por perseguir mis propios intereses antes que preferir quedarme contigo. Perdóname.

Querría escribir diez páginas suplicándote por tu perdón, pero no voy a quitarte el tiempo con cosas inútiles.

No sé nada de ti, ¿Francois y Jasper siguen siendo tus personas favoritas? No sé si llegaste a conocer a Francois, esperó que sí, son muy unidas ahora. Tal vez viste las primeras dos oraciones de esta carta y la arrojaste al fuego, pero sí no lo hiciste… entonces a continuación esperó puedas leer las próximas cartas que dejare para ti.

Algunas son pura ciencia, puedes tirarlas si no te interesa, pero otras también tienen consejos que tal vez te sean útiles. De verdad esperó que algo de esto te sea útil, ya sea en la vida o por sí alguna vez te preguntaste por qué ese bastardo de cabello extraño se llevó a tu madre y te abandonó.

Deseó más que nada que vivas una vida plena y satisfactoria.

Y de nuevo, por favor, perdóname.

-Ishigami Senku, tu padre.

-Kohaku…- la aludida se estremeció de pies a cabeza, dirigiendo su rostro empapado en lágrimas al rostro estoico y cansado de Senku. –No apreció que invadas mi privacidad, ya sabes.- estiró una mano para que le entregara la carta.

-L-lo siento…- negó con la cabeza, entregándole la carta. –Senku… de verdad… de verdad podríamos morir allá ¿eh?- sonrió dolorosamente, sin molestarse en secar las lágrimas que seguían escapándose de sus ojos. Él se mantuvo en silencio. –Dijiste que eso no pasaría, pero lo cierto es que… es que…- sollozó, sin siquiera poder decirlo.

-No lo sé, Kohaku.- negó con la cabeza, cerrando los ojos. –Haré todo lo que sea posible por volver con ella, pero puede ser que… estos sean los últimos días… que estemos a su lado.- volvió a abrir los ojos, dirigiéndolos al cesto donde su hija dormía plácidamente. –Y necesito sentir que le dejó algo más que mis genes, necesito…- su voz se quebró por un momento, antes de que aspirara aire lentamente, recomponiéndose. –Necesito pedirle perdón.- se llevó una mano al rostro, cubriendo sus ojos. –Sabes, una vez, mientras discutíamos, me dijiste que no te arrepentías de haberla tenido, solo de que yo sea su padre…-

-¡Eso no era…!...-

-Sé que no querías decir eso, lo sé, pero creo que me hubiera dolido menos una puñalada. El golpe que me diste antes de eso dejó de doler a comparación, ni siquiera necesitaba la pomada que me dieron luego.- rió por lo bajo, una risa tan forzada que sonó dolorosa. –Y luego ella enfermó y… por un momento, me sentí capaz de mandar a todo el mundo al diablo, a la humanidad, todas las personas que trabajaron tan duro por esta meta, quienes también adoran a Tsukiku, incluso a Tsukasa, a quien mate con mis propias manos con la promesa de que lo traería de regreso. Me sentí capaz de mandar a la mierda a todos y cada uno de ellos, por ella. Por un momento. Pero no puedo. No puedo hacer eso. No puedo ser el padre que ella merece. No puedo ser como mi padre.- apretó los dientes, estrujando tanto sus ojos con su mano que probablemente se estaba haciendo daño. –Tengo que hacer esto, tengo que dejarla aquí, y es lo más difícil que he hecho en mi puta vida.- soltó una risa que casi sonó como un sollozo, y Kohaku no pudo soportarlo más y se lanzó a abrazarlo.

Empapó su hombro con sus lágrimas, por qué sabía exactamente cómo se sentía y la única forma de sobrellevar el dolor era intentar no pensar en ello, pero la realidad es que tenía que enfrentarlo y comenzar a hacerse a la idea de que en verdad, realmente en pocas semanas tendría que despedirse de su bebé.

Y aunque ninguno de los dos quisiera admitirlo, lo cierto era que no podían estar seguros de que volverían a verla.

Su carta la había hecho darse cuenta de todo lo que podría perderse, lo mucho que podría perder no solo ella sino su hija también. Podría quedarse huérfana y de ser así… ¿siquiera merecerían su perdón? Deberían quedarse con ella, necesitaba a sus dos padres a su lado y aun así… este fue el camino que eligieron. Solo les quedaba hacer todo lo que estuviera en su poder para volver con ella pero si no lo hicieran... si no regresaran…

De verdad era tan doloroso que no quería ni pensarlo, pero Senku lo había hecho, y se estaba preparando para esa posibilidad por más difícil que resultaba el solo imaginar un futuro donde no pudieran verla crecer. Y eso la hacía amarlo incluso más.

-Senku, tú eres… eres el mejor padre que ella podría tener.- se apartó un poco para mirar su rostro, aunque seguía cubriendo sus ojos con su mano. –Te ama, y estoy segura de que pasé lo que pasé siempre te amará.- llevó una mano a su rostro, trazando con suavidad el contorno de su mandíbula. –Has hecho mucho por ella, y sé que la amas mucho también. Eso no es algo que se pierda tan fácilmente. Así como el amor de tu padre hacia ti sobrevivió estos tres mil setecientos años, tu amor por ella no quedara en el olvido. Estoy segura.- afirmó con voz llena de confianza. -Regresaremos con ella, y si no lo hiciéramos… siempre tendrá algo de nosotros.-

Finalmente, lentamente, la mano de Senku abandonó su rostro, dejando que sus ojos completamente secos se encontraran con los ojos azules llenos de lágrimas. Él le sonrió suavemente, colocando su mano sobre la mano que ella tenía aún en su mandíbula.

-Lamento haber mantenido esto en secreto, no quería preocuparte con… esa posibilidad.- su mirada se ensombreció. -Pero de nuevo me has sorprendido, leona, tienes una capacidad absurda de hacerme sentir mejor.- rió entre dientes, ajeno a como esas simples palabras hicieron latir su corazón más rápido que la más intensa sesión de entrenamiento. -Ahora, ¿qué tal si dejas de llorar y le escribes una carta también? Aunque quiero creer que todo esto es inútil y que definitivamente regresaremos diez billones por ciento seguro, quise hacer esto por el bien de mi conciencia. Y eres más que bienvenida a unirte a mí.-

Kohaku suspiró, librándose del agarre de su mano para volver a apoyar su cabeza en su hombro una vez más.

-No creo saber qué decirle… Probablemente solo podría decir que la amo de todas las formas que conozco mientras arruinó el papel con mis lágrimas.- rió de forma agridulce. -¿Podrías decirle eso?... ¿Podrías… decirle lo mucho que la amo?- las lágrimas volvieron a luchar por escapar de sus ojos, ardiéndole en los párpados.

-Se lo he dicho, pero no me molestaría hacerlo otra vez.- Kohaku se sorprendió cuando lo sintió apoyar su mejilla en su cabeza, aprovechando su cercanía. -Si cambias de opinión y decides que quieres escribirle algo, solo dímelo. Hasta podría ayudarte con eso si quieres. O no, pero todavía tenemos al menos más de un mes antes de partir.- suspiró. -Todavía tenemos un poco más de tiempo.- murmuró de manera ausente.

Ella se apartó un poco para mirar al cesto donde su bebita dormía, provocando que él hiciera lo mismo.

Mientras seguía abrazada a él, sentada entre sus piernas, ambos se quedaron allí por la próxima media hora en completo silencio, simplemente mirándola dormir de forma tan pacífica, totalmente ajena a los dilemas que corrían por la mente de sus padres y su inminente y muy pronta separación. Quedaba un mes, pero ya la estaban extrañando.

Después de otro par de minutos los pequeños ojitos azules se abrieron lentamente y al ver a sus dos padres cerca de ella y mirándola , de inmediato les dedicó una sonrisa hermosa, extendiendo sus bracitos hacia ellos.

En presencia de su hija ahora despierta y risueña, ellos pudieron olvidar todas las penas que los atormentaban y se dedicaron por completo a mimarla y disfrutar de su inocencia y alegría.

Aprovecharían estas últimas semanas a su lado sin sucumbir a la tristeza. Serían los mejores padres que pudieran ser, esta vez apoyándose el uno al otro. Como una verdadera familia.

Continuara…

Holaaaaa! :D

Lamento la tardanza, estoy sin internet y ahora es mucho más complicado para mí subir las cosas, es largo de explicar x'P

Ojalá q esto les haya gustado! Aunq me puse un poco sad :'v Y lo sad aún no ha terminado Q.Q

Capítulo dedicado a mi querida Alesihr por su cumple que es hoy y por ser una lindura~ :3

También les envió un saludito a lechedefresa10 y liam de Centeno que me dijeron que sus cumples fueron en marzo pero me olvide de saludarlos en el cap 18 QnQ Lo siento, los amo, gracias por sus comentarios TTwTT

Gracias por todo su apoyo! De verdad me hacen muy feliz, los amo~

COMENTEN! *O*

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!