Baby Stone.

Capítulo veintidós: Despedidas en el mundo de piedra.

Ishigami Tsukiku nació el primero de abril del año cinco mil setecientos cuarenta y uno, a las dieciocho horas con veintidós minutos.

Pero apenas nació, Senku no le prestó mucha atención que se diga. En ese momento Kohaku estaba sufriendo de una hemorragia postparto y él estaba demasiado ocupado en la tarea de salvar su vida, y solo pensó en utilizar a la recién nacida como una fuente de oxitocina.

Kohaku se enamoró completamente de la niña apenas verla, y eso fue lo que salvó su vida. Al amamantarla y amarla, su cerebro liberó grandes cantidades de oxitocina, también conocida como la hormona del amor, y eso indujo contracciones que devolvieron su útero a su sitio, cosa que detuvo el sangrado de los vasos sanguíneos que se abrieron para desprender la placenta.

Y Senku estuvo agradecido de ese amor entre ellas. Ese amor fue útil. Fue eficiente para salvar una vida.

Sin embargo, se sintió un poco decepcionado cuando él no sintió un "amor a primera vista" con su hija. Había escuchado que muchos padres pasaban por eso y la misma Kohaku estaba viva gracias a que pasó por eso.

A pesar de que sí se sentía protector hacia ella y agradecido porque lo haya ayudado a salvar la vida de Kohaku, no sintió ninguna clase de afecto profundo e inexplicable que pudiera llamar "amor a primera vista".

Fue desde ese momento, desde que se sintió decepcionado por no sentir aquello, que empezó a hacerse una pregunta que lo perseguiría por el resto de su vida:

¿Era él un buen padre?

Cuando se enteró del embarazo de Kohaku, no estuvo nada contento. Se arrepintió amargamente por esa noche donde tuvieron sexo inseguro estando borrachos y no pensó cosas muy agradables del feto… pero rápidamente deshecho esos pensamientos innecesarios y decidió asumir la responsabilidad sin chistar, más cuando el recuerdo de su propio padre se le vino a la mente.

Quería ser un hombre que se hiciera cargo de sus responsabilidades, un hombre que se enfrentara a las consecuencias. Un hombre que Byakuya respetaría.

Así que intentó ser un buen padre. Se casó con Kohaku y construyó una casa para vivir con ella y el bebé, aunque más que nada por iniciativa de Kokuyo, pero lo hizo. Se aseguró de que comiera bien y no hiciera esfuerzos de más debido a que no estaba seguro de si el feto podría ya estar dañado de alguna forma debido a ignorar su existencia por los primeros tres meses, que eran también los meses más importantes, y no quiso correr más riesgos.

A pesar de que dejaba a Kohaku hacer ciertos ejercicios no peligrosos debido a que ella toda la vida estuvo acostumbrada a una intensa actividad física, eso todavía no fue suficiente para ella y fue bastante descuidada y desinteresada con su embarazo los primeros meses de gestación. Pero, a medida que su hija crecía dentro de ella, Kohaku empezó a tomar más consciencia de que sería una madre, y hasta comenzó a emocionarse porque el bebé naciera. Su entusiasmo era contagioso y debía admitir que pasó algunos momentos divertidos e interesantes con ella durante su embarazo.

Y una vez nacida su hija, Kohaku de inmediato fue una madre ejemplar. Una digna leona dispuesta a dar hasta la vida por su cachorra de ser necesario.

Y Senku la admiraba por eso. Y también la envidiaba un poco por eso mismo…

Para ella era claro lo que debía hacer como madre, parecía casi instintivo, mientras que él estaba lleno de diez billones de dudas todo el maldito tiempo.

Pero quería ser un buen padre. De verdad quería.

A pesar de que no se "enamoró a primera vista" de su hija, no es que haya tardado mucho en caer completamente en las diminutas garritas de esa pequeña leona.

No tardó ni un día, la verdad. Pocas horas después de que naciera, mientras la observaba dormir, ella sonrió delante de sus ojos por primera vez. Aunque no era una sonrisa de verdad, sino una mueca carente de raciocinio que podían hacer incluso dentro del vientre, pero a pesar de saber eso, Senku sabía que ella lo atrapó totalmente desde ese instante. Sin embargo… en esas fechas él era un completo imbécil y se negó a aceptarlo.

Se resistió a aceptar que lo que sentía por su hija era amor por un tiempo, por pura terquedad estúpida, pero esa terquedad no le duró mucho. Cerca de cumplir su primer mes de vida, Tsukiku sonrió por primera vez de forma consciente, y él ya no pudo negar que amaba a su hija, ni quería negarlo.

Honestamente ¿por qué demonios se resistió a eso, en primer lugar? Sabía que siempre fue un adolescente orgulloso y que su hija no fue planeada, pero con su nueva mentalidad de padre ya no podía entender ni un poco las razones lógicas detrás de su actitud anterior.

Su visión de la vida cambió levemente al volverse un padre.

Siempre apreció la vida, no había nada más fascinante en el universo que la vida misma, y había muchas cosas en la vida que eran un misterio para él. Y no hablaba de estupideces como fantasmas ni por qué la tostada siempre aterrizaba del lado untado con jalea o lo que sea, sino misterios que la ciencia no lograba resolver todavía cómo de dónde surgió realmente la vida, si venía del espacio o se originó en la Tierra, si estaban solos en el universo o habría civilizaciones más avanzadas fuera de su pequeño sistema solar.

Habían tantas preguntas en su mente, tantas cosas que quería saber. Pero era imposible que un solo hombre averiguara todos los secretos del universo. Necesitaba a la humanidad para avanzar la tecnología y dar más y más respuestas, y más y más preguntas que tal vez algún día él podría contribuir a responder.

Amaba la ciencia, y la humanidad la creaba. La ciencia siempre fue la mejor creación del ser humano para él.

De todos modos, el humano seguía siendo un animal social. No estaban hechos para estar solos, debían vivir en sociedad inevitablemente.

Siempre fue consciente de ese hecho, y apreciaba mucho a su padre y a sus amigos. Pero la parte de emparejarse y reproducirse siempre le pareció innecesaria en su caso.

No quería preocuparse de cosas innecesarias, una familia nunca estuvo en sus planes y estaba bien con eso, pero llegó. Llegó sorpresiva y casi involuntariamente. Le gustaría decir que fue totalmente culpa del alcohol pero no era tan hipócrita, él era el mayor responsable de lo que pasó y lo reconocía. Y se hizo cargo de su deber.

Pero no fue para nada como lo imaginó. Fue mucho más aterrador en ciertos aspectos, mucho más divertido y feliz en otros. Fue extremadamente estresante, agotador y confuso, pero fue mucho más alegre, enternecedor y simplemente refrescante y alegre. Jamás había pasado por tantas emociones juntas, esos cinco meses desde que su hija nació fueron más intensos para su cerebro que los últimos tres mil setecientos treinta y seis años de estar activo. Y nada podría haberlo preparado para algo así.

Amaba a su hija, más que a nada. Y cada vez que ella demostraba reconocerlo y necesitarlo se sentía tan feliz que era ridículo. Verdaderamente adoraba sentir que ella lo amaba también, a veces hasta se ponía celoso de que prefiriera estar con Kohaku, aunque sabía que obviamente todos los bebés sentían más apego hacia la madre y eso no significaba que amaran menos al padre, todavía quería más de la atención de su hija para si.

Era increíble lo mucho que cambió su mentalidad.

Antes no soportaba el contacto físico y ahora estaba desesperado por mimar a su mocosa y ansiaba abrazarla y sentir sus manitas en su rostro. Era ridículo, diez billones por ciento ridículo, pero no podía negarlo ni quería. Honestamente ya no le avergonzaba admitir que haría todo tipo de payasadas o cursilerías por su pequeña leona.

Ahora que era padre, podía apreciar la vida de otras formas que nunca pensó. Aunque siempre admiró a la humanidad como especie inteligente, ahora también la valoraba mucho más como especie social, por la magnitud de emociones que el cerebro humano podía procesar, porque aunque había sentido muchas emociones intensas a lo largo de toda su vida, nada podía compararse al absurdamente enorme carrusel de emociones que sentía por su hija. Era sorprendente en la misma medida que fascinante.

Y lo admitía. La verdad que, aunque entendía la preocupación y temor que había tenido antes respecto a la paternidad, no entendía por qué estuvo tan reticente a su hija antes. Ahora su "yo pasado" le parecía ilógico.

Pero… cuando se trataba de Kohaku y sus malas actitudes hacia ella, si podía entender por qué actuó de ciertas maneras que no lo enorgullecían. Aunque era difícil admitir sus propias estupideces, al menos mentalmente las reconocía. Y exteriormente ansiaba mejorar como hombre.

Tan preocupado como estaba por ser un buen padre para su hija a la cual amaba tanto, descuido muchísimo su relación con Kohaku.

Incluso en la época en la cual no le interesaba estar en una relación sentimental con ella, todavía eran buenos amigos que estaban juntos en esto de criar a un bebé, amigos con una gran confianza el uno en el otro, pero increíblemente aterrorizados y sin saber qué hacer con la situación en la cual acabaron por irresponsables, y le debía comprensión y respeto por dar lo máximo de ella en el ejercicio de su maternidad y también en la convivencia juntos.

Pero… no actuó de la mejor manera.

Todo había estado medianamente bien hasta que su hija cumplió un mes y el reino de la ciencia decidió organizar una fiesta en su honor. Y, como si no hubieran aprendido nada de la primera vez, tuvieron sexo por segunda vez.

Sexo inseguro, irresponsable y borracho otra vez. O al menos Senku estaba borracho, pero eso realmente no era excusa para lo que hicieron.

Desde la primera vez que se acostaron, Senku había pensado constantemente en eso, a pesar de que intentaba no hacerlo. En parte pensaba en eso por el miedo a haberla embarazado y en parte por lo absurdamente placentero que resultó la experiencia para él, aunque intentaba con muchas más ganas el no pensar en eso último. Pero cuando confirmaron el embarazo y empezaron a convivir más, le fue imposible no recordar su noche juntos y sus hormonas fueron cada vez más y más difícil de mantener bajo control.

Estar borracho fue solo una excusa, desde hace meses que quería repetir esa experiencia con ella. El alcohol lo atontó un poco, pero fue el saberse solo con ella y ver su cuerpo semidesnudo lo que provocó que quisiera mandar la lógica al diablo otra vez, y cuando ella le dijo que recordó un poco lo que pasó la noche de su primera vez… fue completamente incapaz de contenerse a sí mismo.

La besó y mucho más, pero esa noche no fue igual a la anterior y no solo en el sentido de que el sexo fue todavía mejor, sino también en el sentido de que no estuvieron motivados únicamente por el deseo carnal, aunque en su momento se negó a reconocerlo, la complicidad que compartieron esa noche no fue la de simples amantes o amigos con derecho.

Es más… esa noche, cuando estaban a poco de terminar, ella lo besó de una forma que encendió todas las alarmas en su mente. Porque fue a partir de esa noche que comenzó a sospechar que ella estaba enamorada de él.

Y por un momento casi se deja llevar por ese romanticismo absurdo, pero entonces ella se apartó de sus brazos una vez acabaron el acto sexual y le dijo algo que lo hizo dudar de todo lo que había pasado esa noche.

-Lo siento…- murmuró con voz repleta de arrepentimiento. –Esto fue un error. Lo siento.- susurró, tan avergonzada y tan arrepentida que apenas y si podía mirarlo.

Y él no supo ni cómo sentirse ni cómo actuar, así que eligió ser seco y cortante con ella, prácticamente mandándola a callar para que lo dejara dormir.

Y a la mañana siguiente fue todavía más imbécil.

-… A diferencia de lo que tú has demostrado, yo puedo asegurar que nunca me acostaría contigo a menos que esté ahogado de borracho.- y solo después de que lo dijo se dio cuenta de lo horrible que eso sonaba, aparte de que era una completa y absoluta mentira descarada, porque, como dijo, había estado babeando por ella desde hace meses, apenas capaz de controlarse debido a los recuerdos de su primera vez y el saber lo placentero que era entregarse a sus brazos. Mintió y la lastimó.

Por supuesto, ella le exigió salir de su vista inmediatamente, y Senku abandonó la habitación sin siquiera haber podido disculparse, pero no se fue, no realmente.

Se apoyó contra el marco de la puerta, escuchándola sollozar mientras se sentía como una mierda y se preguntaba si eso que sintió la noche anterior era cierto. ¿Ella realmente estaba enamorada de él?

Obtuvo su respuesta a eso muy pronto, pero no antes de casi besarla y que ella le pidiera dormir en camas separadas de ahora en adelante. Sin embargo, luego de una horrible tormenta que hizo llorar a gritos a su hija, a la que tuvieron que calmar juntos, Kohaku lo invitó a dormir junto a ellas.

Y fue allí, mientras compartían una cama con su pequeña mocosa entre ellos, que ella lo miró de una forma que casi lo hizo convencerse de que no estaba equivocado en sus sospechas. Y él posó una mano en su mejilla, sintiendo su pulso mientras le devolvía la mirada.

Pudo sentir su pulso volviéndose loco bajo sus dedos, y allí ya no pudo negarlo. Desde ese momento, Senku supo que Kohaku estaba enamorada de él… aunque intentó no pensar mucho en eso.

Que su hija tuviera disfonía por tantos chillidos fue un distractor excelente para no pensar en asuntos problemáticos relacionados con romance y todas esas cosas innecesarias que no deberían importarle. Se concentraron en cuidarla y en insonorizar la casa para evitar que algo así ocurriera otra vez, cosa que involucró todo un proceso de remodelación a los techos y paredes, pero ayudó bastante.

Con la preocupación por su hija y su acuerdo tácito de olvidar lo que pasó entre ellos, las cosas estuvieron calmadas por un tiempo. Remodelaron la casa, cuidaron de su mocosa, y pudieron quedarse más tranquilos al comprobar a través de un proceso primitivo pero funcional que ella no había vuelto a embarazarse.

Pero también cometieron la estupidez de prometer que nunca volverían a tener sexo.

Pff, los dos se echaron la soga al cuello.

Las siguientes semanas estuvieron llenas de tensión sexual evidente por parte de ambos, aunque en él era físicamente notorio. Pero era bueno leyendo a Kohaku y sabía que ella no estaba pensando de forma muy diferente a él. Ella finalmente estaba experimentando toda la frustración que él tuvo que pasar por meses ahora que los dos recordaban.

En esas semanas, Senku tuvo su mente llena de muchas cosas. Primero y principal: su hija, por supuesto. Estaba preocupado de que en cualquier momento pudiera enfermarse y estaba ocupado en dejarle cartas y también dejar instrucciones para que Ruri cuidara bien de ella en caso de que no regresaran del viaje en el barco.

Otra preocupación era el barco mismo, claro. No quería descuidarlo incluso con tantas responsabilidades como padre, y trabajo en diversas formas para que se manejaran incluso sin él allí, preparando más a Chrome como su reemplazo mayormente en el área de ciencia, a Ryusui como líder general, a Gen como encargado de los trabajadores y a Ukyo supervisando a los otros tres generales, ya que tenía una gran educación y cierto grado de conocimiento en exploración marítima y se aseguraba de que Gen no se aprovechará demasiado de la ingenuidad de los demás. La verdad ellos cuatro lo ayudaron mucho, no podría estar más agradecido.

Y aunque esas cosas llenarán muchísimo su mente, de todas maneras no podía evitar preocuparse por su relación con Kohaku. Al saber que ella muy posiblemente estaba enamorada de él se sentía casi obligado a pensar en qué sentía él por ella, pero no quería hacerlo.

Su vida ya era lo suficientemente complicada sin agregarle el drama de las relaciones amorosas.

Se decía a sí mismo que simplemente ignorara los sentimientos posiblemente románticos de Kohaku y sus propios sentimientos confusos respecto a ella. Que era innecesario e ineficiente perder el tiempo en ese tipo de pensamientos sin fundamento. No quería pensar en eso.

Pero las miradas de Kohaku hacia él persistían y admitía que él también la miraba, y su mente inevitablemente vagaba hacia pensamientos sobre su relación.

Y con tantos problemas, con tantas responsabilidades, con tantos temores, no quería ceder ante lo que cada vez parecía más y más innegable.

¿Acaso Kohaku le… gustaba?

Sabía que se sentía atraído por ella. Ni él era tan hipócrita como para negar eso, pero no estaba seguro de si era solo eso o había algo más. ¿Era pura atracción física o quería más con ella?

Ellos eran amigos, amigos que habían tenido sexo, marido y mujer por obligación, padres de una niña de pocos meses de vida y piezas claves para la salvación de la humanidad. ¿Era conveniente involucrarse en una relación que fuera más allá de la amistad?

¿Quería ser más que su amigo?

Evidentemente quería tener sexo con ella, no iba a negarlo. Hasta accedió a la petición de Ryusui de crear condones sin poner ni un pero por más que tenía mejores cosas que hacer con su tiempo y por más que era muy probable que ese bastardo se haya aliado con el mentalista para jugar de casamenteros como los metiches que eran.

Pero Kohaku no sentía solo puro deseo sexual por él. Era obvio, una chica tan absurdamente atractiva como ella nunca se fijaría en alguien como él solo por su físico.

Y nunca sería capaz de aprovecharse de esos sentimientos románticos de ella hacia él solo para conseguir sexo, no era tan mierda, y Kohaku seguía siendo una estimada amiga y la madre de su hija. Jamás la rebajaría ni en su pensamiento a un mero objeto sexual.

Sin embargo, al pensar en todo lo que convivieron a lo largo de esos meses desde que los obligaron a casarse, en todo el tiempo que pasaron juntos, en todas las cosas que Kohaku hacía por él, toda la paciencia que había tenido con él y sus dificultades para adaptarse a la paternidad, como lo esperaba para cenar y los momentos felices junto a su hija… Todo eso lo hacía pensar que no sentía solo simple atracción sexual hacia ella. Y ese pensamiento lo aterraba.

¿Él, Ishigami Senku, teniendo sentimientos románticos hacia alguien? Hilarante.

No podía dejar que su cerebro perdiera el tiempo con esas cosas banales. No con todas las responsabilidades que tenía pesando sobre sus hombros. Apenas y si podía dividir su tiempo entre su hija y su trabajo. ¿Cómo dividir el tiempo entre eso y aparte una relación sentimental?

Era ridículo. Diez billones por ciento ridículo. Simplemente inconcebible. No podía permitirse siquiera perder el tiempo reflexionando en esos. Así que no lo hizo.

Intento no pensar en eso, pero aquella decisión le costó caro. Muy caro.

Llegar a un acuerdo mental consigo mismo no significaba que su cuerpo fuera a obedecerlo cuando llegara el momento de la verdad. Simplemente reprimió todos sus sentimientos y estos acabaron estallándole en la cara en el peor momento posible.

Todavía recordaba muy bien esa noche…

Fue atraído por la voz de Kohaku llamando su nombre en murmullos apenas audibles, mientras se removía inquieta en su cama. Y él no pudo controlarse a sí mismo.

Se acercó a ella y se sentó a su lado en su cama sin siquiera pensarlo dos veces, pero regañándose a sí mismo todo el tiempo por lo que estaba haciendo. Porque sabía perfectamente lo que quería en ese momento.

Quería tener sexo con ella. Quería revivir las dos ocasiones anteriores en las que ella se consumía en placer en sus brazos. Y el deseo de hacerlo estaba bloqueando cualquier otro pensamiento coherente.

Por un momento, un lado basura y mierda de él no pudo pensar en nada más que en estar dentro de ella otra vez. E hizo una canallada que nunca habría creído de él mismo.

–Ambos ya tenemos dieciocho años, somos adultos, somos padres, nuestra mocosa está durmiendo a exactos doscientos veintinueve centímetros de distancia de esta cama, de hecho, y nosotros hemos evitado el tiempo suficiente hablar de nuestra relación ¿no crees?- le dijo con voz baja y persuasiva.

Era un bastardo hijo de puta, lo reconocía. No tenía ningún interés en hablar con ella acerca de su relación, solo quería coger. Y se justificaba a sí mismo con que sabía que ella también quería acostarse con él pero lo que estaba haciendo no estaba bien y lo sabía, pero no podía controlarse a sí mismo y siguió con ese acto repugnante.

-¿Nuestra… relación?- ella lo miró con una inocencia que lo hizo sentir culpable, pero también más deseoso de sucumbir a la tentación.

Pero una voz en su interior no dejaba de reprocharle… ¿de verdad iba a hacer esto? ¿De verdad iba a aprovecharse de sus sentimientos hacia él para obtener sexo?

¿De verdad iba a hacerle esto a una persona que tanto admiraba y apreciaba?

-Sé exactamente lo que estás pensando, Kohaku.- se acercó más a ella, sintiendo su mente nublarse todavía más con la cercanía. –Sé lo que has estado pensando todo el día, toda esta semana, casi todo el maldito mes.- rió entre dientes, combatiendo la culpa con pensamientos de que ella quería esto tanto como él. –No me malentiendas, este jueguito tuyo es bastante entretenido, pero ya ha comenzado a ser un fastidio. Decídete de una vez. ¿Respetas la promesa o… respetas lo que realmente quieres?- bajó su mirada directamente a sus labios entreabiertos, ya casi sin pensar correctamente.

Pero a pesar de estar actuando de una forma tan baja, quería esperar a que ella fuera la que diera el primer paso definitivo. Quería estar seguro de que lo que pasaría a continuación sería completamente consentido por parte de ambos. Así quizás podría sentirse menos mierda por sus acciones.

Pero Kohaku se tomó su tiempo en pensar. Y aunque su deseo por ella no disminuía en nada, sus pensamientos comenzaron a sonar más fuerte.

Incluso aunque ella le dijera que sí, los dos estarían juntos por motivos diferentes. Ya no habría excusas como una borrachera ni nada, los dos estaban plenamente conscientes. Y él sabía que ella estaba esperando más de él.

Y no podría darle más de él.

Pero entonces no debería dejarla hacerse ilusiones… no cuando ni siquiera estaba dispuesto a pensar en qué sentía exactamente por ella. Porque eso era problemático y ya tenía demasiado en su mente pero… ella nunca estaría de acuerdo en ser solo sexo para él ni él debería rebajarla a ser solo eso… pero la deseaba tanto…

¿De verdad iba a hacer esto? Mañana ella probablemente querría preguntarle por su relación y no podría evitar el tema por mucho tiempo. Y cuando se enterara de la verdad iba a odiarlo diez billones por ciento seguro.

Y no quería que ella lo odie… quería que conservaran la buena relación que habían estado teniendo mientras criaban a su hija. Quería que ella siguiera esperándolo para cenar y que conversarán animadamente mientras criaban a su hija, quería seguir siendo amigos pero a la vez no y…

¡Mierda, no quería pensar en esas cosas!

Y ahora mismo quería tener relaciones sexuales con ella, pero eso sería bajo y ruin y aún así se sentía incapaz de controlarse a sí mismo. Y…

-Senku…- de repente ella le sonrió, estirando una mano para acariciar su mejilla, sacándolo de sus pensamientos en lo que se recostaba en su toque, sintiendo alivio de que ella lo tratara de este modo tan suave. Aunque no lo merecía. –Yo… yo te…- el alivio murió de golpe. ¿Acaso ella iba a…?... No. No podía hacer eso. –Yo…- la forma en la que lo miraba lo hizo obvio. Ella iba a decirle que lo amaba. –Te…- antes de que pudiera seguir, Senku la besó.

Y se sintió como una mierda, porque lo hizo con el único propósito de callarla.

Apenas se dio cuenta de lo que iba a decirle, todo su deseo murió miserablemente, tragado por la culpa diez billones de veces amplificada.

No podía. No podía hacerle algo así. Ella no lo merecía.

Disfrutó aunque sea por unos cortos segundos el contacto de sus labios contra los suyos antes de apartarse.

-No. No puedo.-

Era una mierda y lo sabía. No era conveniente una relación más allá de la amistad con ella y no iba a utilizarla para satisfacer su deseo sexual cuando sabía que eso la lastimaría.

Aguantaría todos los gritos y reclamos que ella considerara necesarios, pero en ese momento eligió no cruzar la línea de la amistad con ella. Creyó que eso era lo más lógico.

No estaba esperando que ella le dijera que se fuera en un tono tan calmado y bajo, un tono nada propio de ella que honestamente lo hizo sentir aterrado.

Hubiera preferido que le gritara o hasta lo golpeara, pero ella estuvo muy tranquila y pareció no escuchar ni una sola palabra de sus pobres intentos de arreglar su estúpido error. Al final tuvo que resignarse a ver si podía hablar con ella al día siguiente.

Salió de la habitación con una última mirada a su hija que dormía tranquilamente en su cesto. Verla la hizo preguntarse qué clase de persona horrible era. Porque sabía que acababa de lastimar a la madre de la personita más importante en el mundo para él.

Y, de nuevo, no se fue de inmediato, la escuchó sollozar por unos segundos desde atrás de la puerta antes de que la culpa fuera demasiada y lo obligara a marcharse, incapaz de seguir escuchando a la mujer más fuerte que había conocido nunca quebrarse en llanto por su estupidez.

Realmente se sentía mal, pero cuando su mente empezó a llenarse de formas en las que podría consolarla o disculparse prefirió pensar en otra cosa y siguió trabajando en sus instrucciones para Ruri y luego en los planos del laboratorio hasta que no pudo más del sueño y se durmió.

Kohaku lo despertó apenas una hora después de que logró dormirse, todavía con una actitud demasiado tranquila y hasta falsamente dulce.

-Buenos días, Senku.- estaba siendo tan falsa que seguramente ni ella se lo creía, y él solo pudo mirarla con extrañeza, inseguro respecto a qué demonios pensar.

Y claro, tuvo que joder más las cosas.

-¿Y entonces qué? ¿Ya podemos hablar como seres humanos civilizados o seguirás con tus berrinches?- sonrió burlonamente, aunque por dentro se estaba gritando por lo idiota que estaba siendo, hablando sin pensar.

¿Qué demonios estaba haciendo?

Y por supuesto que ella lo mandó al diablo inmediatamente. Pero nunca podría haber imaginado a qué punto…

Nunca le habían borrado la sonrisa tan rápido, por más falsa que esta haya sido.

-Claro que hablaremos, Senku.- asintió, agrandando su propia sonrisa antes de continuar hablando. –Quiero el divorcio.-

Senku se congeló, sintiendo su boca secarse completamente en lo que sus ojos se ampliaban, mirándola en shock. Hasta sintió sus dedos temblar por un segundo, y ni siquiera pudo pensar correctamente antes de soltar un estúpido e incrédulo ¿qué?, como si no hubiera escuchado perfectamente lo que ella dijo. Y hasta sintió como una bofetada que lo volviera a repetir con tanta seguridad.

No podía creerlo… no estaba hablando en serio ¿verdad? ¿Por qué sugería algo como eso? ¡¿Estaba loca?! Tenían una hija, eran una familia, no podía simplemente…

Pero resulta que sí podía. Él le dio motivos de sobra para querer mandarlo a la mierda. Y ahora podría echarlo de una patada, sacarlo de su vida y la vida de su hija y todo por su maldito error de ayer en la noche. Y no podría hacer nada al respecto… Ella…

Ella podría apartarlo de su hija…

Tomó aire y se obligó a pensar en frío, analizando la situación y controlando sus emociones, cosa difícil. Su mente era un desastre en ese instante.

No podía dejar que esto pasara. No quería que un estúpido error destruyera todo lo que habían logrado durante esos meses. Si bien entendía que estuviera furiosa, no podía dejar que su familia se fuera al diablo así como así.

-Me niego.- dijo rotundamente.

Cuando Kohaku se rió, Senku supo que esto sería una guerra. Una guerra de argumentos que no pensaba perder.

Ella le dio un repaso de las tradiciones de la Aldea, haciéndolo sentir impotente por lo fácil que le sería acabar todo sin que él pudiera hacer nada para impedirlo. Y él notó un hueco en su argumento y de inmediato la atacó por ese lado, inquiriéndole por qué todavía no había pedido el divorcio de manera pública en vez de estar teniendo esta discusión con él.

Por un momento creyó que solo quería amenazarlo con el divorcio, poniéndole reglas para que pagara por su error, pero ella lo sorprendió cuando se puso de pie bruscamente para ir a mandarlo a la mierda de una.

La detuvo e intentó apelar a la razón y a su hija para que pudieran hablar civilizadamente. Ella se quedó, pero siguió mirándolo muy mal.

-¿Qué hay para hablar?- se cruzó de brazos. –Ya no quiero estar casada contigo, Senku. Quiero que te vayas de mi casa.- ok, auch. Se lo merecía pero auch.

-¿Y qué pasará con nuestra mocosa? ¿La cuidaras tú sola?- llevó sus manos a su cintura, mirándola con escepticismo. –Es mi hija también, Kohaku, y sabes que me necesita.- su pequeña leona le había demostrado eso muchas veces.

-Lo sé. Y claro que podrás seguir visitándola cuando quieras, incluso puedes pasar todo el día aquí si quieres. Pero luego te largas y duermes en otro sitio, no me importa dónde. Solo quiero que te vayas.- se abrazó a sí misma.

¿Visitarla cuando quiera? ¿Qué era esto? ¿Un matrimonio de veinte años en decadencia? ¡El punto de casarse en primer lugar fue para que pudiera cuidar del bebé! ¡¿Quería tirar todo eso a la mierda?! ¡¿Quería que pidiera permiso para estar con su hija o qué demonios pretendía esa mujer?! ¡Él tenía tanto derecho como ella!

-¿Visitarla?- gruñó entre dientes. –Es mi hija, no tengo por qué visitarla cuando…- cerró la boca de golpe, callándose a último momento el "tengo tanto derecho como tú", ya que en la aldea no tenían la misma mentalidad que los de la era moderna y eso probablemente los llevaría a otra discusión. –Kohaku, estás siendo irracional. Ella es demasiado pequeña, nos necesita a ambos.- cambió el rumbo de su argumento. –Yo soy el que sabrá cómo atenderla al instante sí algo le sucede, estoy aquí por su bien, no porque quiera.- ok, admitía que eso no sonó bien. ¡Pero estaba nervioso, de acuerdo! No estaba teniendo tanto cuidado con sus palabras como debería en esta situación y no podía evitarlo.

-Oh, ¿entonces no quieres?- lo miró más furiosa que nunca.

Él gimió, frotándose las sienes.

-No es lo que quise decir.- negó con la cabeza. -¿Qué harás sí le pasa algo en la noche, cuando todo el mundo esté durmiendo y yo no esté aquí? ¿Correrás con ella a buscarme, o la dejarás sola para ir por tu cuenta sí es que es peligroso moverla? ¿Siquiera sabrás cómo actuar? Lo que quieres no es seguro para Tsukiku.- no iba a arriesgar a su princesa por sus errores ni mucho menos por caprichos de Kohaku, por más derecho que tuviera a odiarlo.

-Pero tú dormirás en la choza científica de Chrome ¿o no? Eso es muy cerca. Además muchas personas duermen cerca de aquí, solo debo gritar muy fuerte y despertaré a medio reino científico. Y sabes que gritó muy fuerte.- él la miró con los ojos muy abiertos, detestandose cuando recuerdos nada inocentes empezaron a correr por su mente. -¿Qué? Es cierto.- oh, sí, lo comprobó muchas veces…

¡Pero no era momento para pensar en eso!

-Sí… lo sé.- tosió incómodamente, apartando esos pensamientos de su mente. –Pero aun así no apruebo lo que quieres. Sería más seguro para ella tenerme aquí.- volvió a ponerse serio.

-Pues sí tanto insistes en que no debo estar sola, entonces puedo pedirle a Ruri-nee, Jasper y Turquoise que se muden aquí conmigo.-

A Senku le tomó un momento pensar en un argumento para combatir eso, y por un momento la idea de que lo que ella estaba diciendo tuviera sentido y acabara echándolo de la casa lo horrorizó totalmente. Y comenzó a enfadarse como nunca antes.

No podía permitirse perder, no cuando estaba en juego su relación con su hija.

-¿Por qué molestarse cuando estoy más que dispuesto a quedarme aquí?- gruñó entre dientes.

-¡Porque yo no te quiero aquí!- gritó enardecida, pero luego se tapó la boca y ambos miraron al cesto de su hija. Ella solo se revolvió un poco, pero no por suerte no se despertó. Kohaku suspiró aliviada y continuó hablando. –No me vas a convencer, Senku, quiero que te vayas y quiero que sea hoy.- volvió a cruzarse de brazos.

-Absolutamente no.- también cruzó los brazos. –Estás siendo infantil e irracional. Estás anteponiendo lo que tú quieres en vez de lo que es mejor para Tsukiku.- al sentir que estaba perdiendo otra vez, la atacó por otro lado.

No podía permitir que lo alejara de su bebé.

-¡Claro que no hago eso!- lo miró profundamente indignada. –Tú dijiste que sí me estresó voy a hacerle mal, y tú me estresas.-

Una de las cejas de Senku comenzó a temblar incontrolablemente cuando se encontró con que una vez más estaba perdiendo la discusión.

Pero no podía perder. ¡Ella tenía todo el derecho a estar molesta pero no era necesario llegar a este extremo! ¿Cómo podía usar a su hija para herirlo?

Completamente cegado por la furia, volvió a cometer una estupidez. Habló sin pensar.

-¿Tan ofendida estás de que no quiera tener sexo contigo? Bien entonces, conviérteme en tu esclavo sexual sí quieres, pero no tomes decisiones precipitadas solo por…- calló cuando ella le volteó el rostro con una bofetada, y no solo le volteó el rostro, también volteó todo su cuerpo y lo hizo caer al suelo, sin molestarse en controlar su fuerza.

-¡No quiero que vuelvas a tocarme NUNCA! ¡NUNCA, SENKU, NUNCA!- ante esos gritos, su hija se despertó de inmediato, llorando desconsoladamente. –No se trata del sexo, se trata de que tú no me respetas. Y no voy a permitir que nadie vea como mi esposo a un hombre así.- dijo con voz ahogada mientras se encaminaba al cesto de su pequeña, tomándola en brazos y meciéndola suavemente. -¿Sabes? No me arrepiento de tener a mi hija… solo de que tú seas su padre.-

La boca de Senku cayó, levemente, de forma casi imperceptible.

Sus ojos se ampliaron y se mantuvieron fijos en Kohaku, pero ella tenía los ojos cerrados mientras abrazaba a Tsukiku.

Y Senku se replanteó absolutamente todo lo que había estado pensando.

¿Su hija de verdad lo necesitaba? ¿Merecía estar junto a ella? ¿Merecía llamarse su padre?

¿Byakuya estaría orgullo de su comportamiento?

No… no creía que lo estuviera. Solo sabía fallar en todo, lastimar a las personas que le importaban y ser incapaz de ver más allá de sus propios intereses.

Iba a abandonar a su bebé para viajar por el mundo. ¿Qué padre decente hacía eso? No merecía a su niña, ni a Kohaku, no merecía tener una familia. Él no estaba hecho para eso, lo intento y fracasó.

Kohaku tenía razón en todo. Ellas estarían mejor sin él.

Con los ojos ardiéndole más que el golpe en su mejilla, se levantó del suelo y se encaminó a paso lento hacia las escaleras.

-Iré a empacar mis cosas.- había perdido. Y no solo la discusión.

Subió a su habitación y tomó sus cosas más importantes, empacándolas en bolsas de tela, todo mientras intentaba no pensar en lo miserable que se sentía ahora mismo.

También tomó sus planos y una almohada. Solo porque le gustaba la jodida almohada ¿de acuerdo?

No le tomó mucho tiempo empacar, pero si le tomó mucha fuerza de voluntad calmarse y aceptar de buena gana lo que tenía que hacer. Tenía que abandonar su hogar y su familia, y no quería mostrar lo mucho que eso le estaba doliendo.

Pero él se lo buscó.

En cuanto se calmó y bajó cargando sus cosas, las encontró todavía en la sala, ambas sin mirarlo. Ambas sin necesitarlo.

Él realmente no encajaba allí…

Se dio la vuelta apretando fuertemente la mandíbula, hasta que escuchó unos agudos chillidos suplicantes que de inmediato lo hicieron voltear, encontrándose con la imagen de su hijita extendiéndole un brazo, llamando por él.

Su corazón casi brinca de felicidad en su pecho y arrojó sus cosas sin que le importarán una mierda, caminando hacia su niña para tomarla en brazos. Pero Kohaku se lo impidió.

Eso fue mucho peor a que lo abofeteara, y ella siguió insistiendo en que se fuera, a lo que Senku casi accede, pero pareciera que su hija sacó la terquedad de ambos porque siguió insistiendo e insistiendo hasta que Kohaku se rindió y Senku pudo tenerla de nuevo en sus brazos.

La abrazó contra su pecho, sonriendo como un idiota y todavía peor cuando ella le devolvió la sonrisa. Luego empezó a jalarle el cabello y babearlo pero no se quejó en lo absoluto. Amaba pasar tiempo con ella, y lamentó tener que devolverla a los brazos de su madre, pero al menos mientras disfrutaba del tiempo con su hija había aprendido que ella sí que lo quería y lo necesitaba, y no podía permitirse que los alejaran tan fácilmente. Así que había armado un plan…

Sabía que Kohaku estaba muy molesta, así que quedarse en la casa era una opción terrible, por lo que le propuso el trato de la semana sin divorciarse. Probarían estar una semana separados y si su pequeña estaba perfectamente accedería a sus términos y se iría sin peros.

Kohaku discutió un poco pero acabó accediendo, y Senku abandonó su hogar pero para nada dispuesto a vivir separado de su pequeña leona.

La verdad era que quería probar si podía salvar el matrimonio también, simplemente porque creía que sería más conveniente para su niña tener a sus padres casados. Y la mera verdad era que, incluso cuando pasara la semana sin incidentes, tampoco tenía pensado rendirse y planeaba irse más por el lado de divorciarse pero seguir viviendo juntos.

Gen y Ryusui fueron capaz de ver a través de ese plan, pero Kohaku no, y Senku ya estaba ideando diversas estrategias para conseguir lo que quería. Y que ese mismo día compartieran juntos la experiencia de escuchar la primera risa de su bebé solo lo convenció más de que haría lo que fuera por recuperar su familia.

Sin embargo, justo en ese momento de discordia entre los padres, la vida les jugó una mala pasada y su pequeña hija pasó por su primera enfermedad.

Incluso al día de hoy le daba escalofríos recordarlo. Nunca antes estuvo tan asustado en su puta vida. Su hija lo era todo para él y si algo le pasara… no quería ni pensarlo.

Pasar por algo así hasta lo hizo preguntarse qué sintió Byakuya cuando se vieron separados por culpa de la petrificación, y eso solo hizo más difícil contener el llanto al ver a su pequeña esforzándose por respirar correctamente.

Fueron los días más difíciles de su vida. Al diablo cuando estuvo sobreviviendo solo o cuando lo mataron, no sintió el verdadero miedo sino hasta ese momento y fue horrible. Sentía que entendía mejor que nunca a su padre. El miedo de perder a un hijo era… sencillamente insoportable. Y harías lo que sea para evitar que pasara.

A pesar de que nunca volvieron a verse, Byakuya lo salvó. No habría logrado nada sin él, y sentía que nunca estaría a su altura como padre pero al menos podía decir que lo entendía un poco. Y aunque fuese ilógico, hasta sentía que lo tenía allí con él, apoyándolo en esos momentos difíciles.

Y en esos momentos también aprendió a valorar mucho más a sus amigos. Todos lo apoyaron a su modo, todos colaboraron en algo, y era gracias al esfuerzo de todos ellos juntos que su pequeña leona pudo recuperarse sin mayores dificultades. Siempre estaría agradecido con ellos.

Y Kohaku también fue fundamental para él en esos momentos. No solo porque ella sentía exactamente lo mismo que él, sino porque incluso aunque notaba en ciertos gestos y en su postura cierta incomodidad hacia él, ella se portó comprensiva y en ningún momento demostró su rencor hacia él, hasta se preocupaba por él y le seguía sonriendo y siendo una mujer tan maravillosa y fuerte que lo dejaba sin aliento.

Y no quería ese divorcio, y no quería ser solo su amigo, y no quería solo puro sexo con ella. Eso lo comprobó cuando aún después de todo lo que pasó volvió a invitarlo a dormir a su lado y le permitió colocar su mano en su mejilla una vez más. Y en ese momento Senku no pudo negarlo más.

Ella le gustaba. Era innegable. Aunque no podría llamarlo amor, realmente la apreciaba de una forma incomparable a nadie más. Ella era su mujer y le gustaba que lo fuera, se sentía afortunado de que fuera la madre de su hija y estaba orgulloso de su pequeña familia de tres.

Pero… ¿cómo se suponía que iba a decirle algo así?

Era terrible expresando sus sentimientos, apenas y sí podía expresarle su cariño a su hija, y hasta solo se atrevía a darle besos en la frente cuando nadie lo estaba mirando. ¿Cómo demonios iba a admitir… sentimientos románticos… por la chica a la que en repetidas ocasiones rechazó y negó?

Sabía que ella lo amaba pero…

En fin, la situación era complicada.

Pero Kohaku lo sorprendió una vez más siendo ella la que sacó el tema, dándole la oportunidad perfecta para confesarse.

Sin embargo…

Muy bien, Senku reconocía que pudo haber dicho mejor las cosas, debió ser directo como siempre y decirle lo que realmente sentía… pero mierda que fue difícil, y acabó yéndose por las ramas, siendo ambiguo y poco claro, y tal vez por eso Kohaku lo rechazó, realmente no estaba seguro pero… dolió. Mucho.

Cuando finalmente creyó que todo estaba bien, ella se apartó de sus besos y le demostró que sus errores se pagaban. Le devolvió los sentimientos de rechazo por los que él la hizo pasar, le dictó una serie de reglas en las que se incluía el nunca, nunca volver a tocarla y le dijo que lo mejor y más lógico para criar a su hija era que fueran solamente amigos.

Ella estaba pensando de una forma muy similar a la que él mismo solía pensar, y fue peor que una bofetada. Pero habría sido muy hipócrita de su parte quejarse.

Estaba recibiendo una cucharada de su propia medicina y era asquerosamente horrible, y a pesar de todo intento actuar normal, ser amigos y todo lo que ella le había pedido, pero él no era tan buena persona como Kohaku. Estaba resentido y se notaba de aquí a diez billones de kilómetros.

Aún así pasaron buenos momentos, como hacer sonajeros para su pequeña leona, el álbum de fotos y que Kohaku le partiera la cara a unos bastardos miserables que se burlaron de él por usar un portabebés. Pasaron cosas malas, como tener que soportar la puta "friendzone", que el bastardo de Ryusui se atreviera a mirar a SU esposa con ojos de depravado y que se enteraron que el plazo para que el barco estuviera terminado era menor al que pensaron.

Pero también pasó algo que iba más allá de bueno. Algo indescriptible, algo tan maravilloso que al día de hoy lo hacía sentir como el hombre más afortunado del mundo.

-Pa… ¡Papá!-

Él fue la primera palabra de su leoncita, aunque lo sorprendió que hablara tan pronto pero realmente cada bebé era un mundo diferente y ella era todo su mundo y todo su universo, de paso. Lo hizo tan feliz que ni siquiera se contuvo en sus demostraciones de afecto y besó su frente con todo y Kohaku de público, tan orgulloso y maravillado con su hijita que era casi ridículo.

Pero aunque era un gran momento para él, quiso que Kohaku fuera parte de eso, porque eran una familia, e instó a su pequeña a decir mamá también.

Y esa mocosa era demasiado inteligente, lo dijo bastante rápido, honestamente hasta daba un poco de miedo que fuera tan lista. Pero también lo enorgullecía y la adoraría de cualquier forma.

Después de compartir ese momento tan importante y maravillosamente fascinante, las tensiones incómodas se disiparon entre él y Kohaku… pero las tensiones sexuales no tardaron mucho en regresar.

Aun así, Senku estaba determinado a no hacer nada que pudiera molestarla. Iba a respetar sus reglas al pie de la letra. Si ella cambiaba de opinión, tendría que decírselo y hacer el primer movimiento, porque ya estaba cansado de arruinar las cosas y lastimarla y poner en peligro su familia, así que no importa cuánto presionarán, no iba a arriesgarse a volver a joder todo.

Ayudaba que estuviera tan ocupado preparando todo para el viaje, tanto del lado del barco como del lado de las cartas y las instrucciones para su mocosa.

Pero entonces hubo otra fiesta…

Y entonces los bastardos de Ryusui y Gen le jugaron sucio.

Oh, Ukyo… hasta el día de hoy no podía evitar mirarlo con un poco de rencor.

Ese bastardo se hacía el muy inocente y bien que disfrutó haciendo sonrojar a SU mujer.

O al menos eso pensaba con la mente nublada por celos, luego, ya más tranquilo, reconocía que solo quiso ayudarlos y funcionó pero seguía sin gustarle sus métodos.

Todavía recordaba como ese bastardo le sonrió de forma tan asquerosamente amable a su leona mientras la invitaba a bailar…

-En realidad, si no te molesta, Kohaku-chan, a mí me gustaría acompañarte en este baile.-

-¿Ah?- los dos jóvenes padres lo miraron con la boca abierta. Ninguno habría esperado eso de Ukyo.

-Me recuerda al baile de graduación que tuve en preparatoria. Sería bueno revivir el recuerdo.- dijo el mentiroso de mierda mientras le tendía una mano. –Aunque claro, sí te molesta puedo pedírselo a alguien más, pero no quisiera perderme más de la canción…- era un bastardo astuto, debía admitirlo.

Hasta Senku le creyó en ese momento, Kohaku mucho más.

-Oh, no, está bien, aunque no soy muy buena bailando.- aceptó su mano y fue a la pista de baile con él.

Y, mientras bailaban, Senku no les quitó la vista de encima.

Sabía que solo estaban bailando, pero había algo en la actitud de Ukyo que le dio mala espina y a pesar de que su mano estaba en un sitio respetuoso todavía lo enfadó el que la tocase. Y luego para colmo vio al bastardo acercar su rostro un poco demasiado al de ella.

Fue allí que comenzó a rechinar los dientes, y todavía peor y peor al verla sonrojarse por las palabras de ese bastardo.

Y cuando la tomó de la barbilla… Honestamente, nunca sintió tantos deseos de golpear a otro ser humano, ni siquiera cuando la partera lo hizo pasar la mayor frustración de su vida, aunque quizás eso tuviera que ver con que ella era una mujer mayor y Ukyo su amigo que se suponía era maduro y nunca haría algo como apuñalarlo por la puta espalda metiéndose con su mujer.

La verdad no estaba muy orgulloso de sí mismo por su comportamiento en la fiesta, les hizo toda una escena de celos que Ukyo supo manejar perfectamente hasta dándole una indirecta de que sus actos no fueron lo que parecieron, pero estaba tan cegado por los celos que ni lo consideró.

Debió saber que era un plan de los miserables de sus amigos entrometidos, pero debía admitir que jugaron bien sus cartas y una vez más perdió. Pero esta vez la derrota fue lo mejor que pudo pasarle.

Aparentemente Ukyo le dio a Kohaku el valor de confesarse con su conversación mientras bailaban, y ella se plantó ante él con todo y su malhumor por los celos y estuvo a punto de demostrarle una vez más que era demasiado buena para un bastardo como él, estuvo a punto de decirle que lo amaba, pero Senku cortó sus palabras, colocando un dedo en sus labios antes de que pudiera terminar de hablar, a lo que sus ojos azules se aguaron y él finalmente se decidió a hacer algo de una buena vez.

-Mira… te estoy tocando. Eso rompe tu condición ¿verdad? No tocarte nunca, nunca. Dormir en otra habitación. Que esto durará básicamente hasta que tú quieras. No faltarte al respeto. Ser amigos. Esas fueron las condiciones. Y las he cumplido lo mejor que he podido, no he dejado de tenerlas en cuenta ni por un segundo.- aunque dolía, lo hizo porque creyó que eso le demostraría que la respetaba y no quería hacer nada para molestarla a propósito. –Mírate, no entiendes una mierda.- rió entre dientes al ver sus ojos muy abiertos. –No entiendes nada lo mucho que odie que me dijeras ese montón de mierda.- apartó su mano de ella, acercándose tanto que sus narices se encontraron. –Kohaku, sé que me amas. Es absurdamente obvio, cualquiera con más de medio cerebro se daría cuenta. Lo sé desde hace tiempo, tal vez desde antes de que tú te des cuenta.- se encogió de hombros, apartándose un poco. –Y no, lo siento mucho, pero no te amo.- negó con la cabeza.

Y probablemente debió haber tenido más tacto, ya que casi de inmediato lágrimas cayeron de los ojos de Kohaku.

De verdad que no era bueno con las emociones…

-Oh.- dijo en medio de un sollozo, volviendo a cubrirse la boca al segundo siguiente. –Y-ya veo… yo…- volvió a cubrir su boca cuando otro sollozo se le escapó.

Ella le dio la espalda y Senku se obligó a actuar. Era ahora nunca. Tenía que demostrarle que él quería ser más que solo su amigo o su esposo por obligación. Y debía hacerlo en ese preciso momento o nada le garantizaba que ella lo esperaría soltera y todavía enamorada la próxima vez que le diera un golpe de valor.

Se acercó a ella y envolvió sus brazos alrededor de su cintura, abrazándola por detrás, apoyando su barbilla en su hombro.

-No… no puedo decir que te amo, te estaría mintiendo.- le dijo sinceramente. –Pero… no puedo negar que me gustas.-

-¿Qué?- volteó a verlo, solo para encontrarlo con su rostro completamente enterrado en su cuello.

-Me gustas. Me atraes. Me siento emocional y sexualmente atraído hacia ti. No diría que es amor, honestamente me da nauseas pensar en esa palabra, pero… sí, te deseo. Y no solo para tener sexo contigo, aunque también quiero eso, y mucho, pero también quiero…- gruñó en su cuello, odiando tener que decir cada palabra de esto. Pero prefería ser cursi antes de tener que perderla otra vez. –Quiero toda esa mierda de estar contigo solo porque sí ¿de acuerdo? Y no quiero que te la pases llorando por los rincones creyendo que no me importas.- de repente la soltó y la tomó por los hombros, girándola para enfrentar su rostro absurdamente sonrojado con su rostro absurdamente cargado de fastidio. –No puedo decir que te amo, Kohaku. Pero quiero que te quedé algo muy claro.- tomó aire profundamente, frunciendo el ceño al máximo con los ojos cerrados antes de abrirlos y mirarla seriamente. –Tú y Tsukiku me jodieron la vida ¿de acuerdo? Las dos son insoportables, molestas, y chillonas. Las dos me dan dolores de cabeza y no me dejan dormir por las noches. Las dos voltearon por completo mi mundo y lo odio, pero aparentemente soy un jodido masoquista porque también me fascina y pensar en estar sin ustedes me hace querer lanzarme a un pozo de ácido sulfúrico. ¿Te quedó claro o tengo que decir más mierdas incómodas que no quiero decir para convencerte?- en toda respuesta, lágrimas se deslizaron por las mejillas de Kohaku, haciéndolo gemir con fastidio. -¿Qué? ¿No es suficiente? Si quieres esa mierda del amor tendrás que esperar, no puedo simplemente…- ahora ella posó un dedo en su boca, callándolo.

Ok, no había estado esperando eso.

-Senku, no.- negó con la cabeza, sonriendo temblorosamente. –No sigas. Es suficiente.- él la miró confundido y preocupado. ¿Acaso ya era tarde para reparar sus errores? –Para ser honesta me convenciste con el "me gustas" pero gracias por el discurso.- rió llena de alegría, alegría que de inmediato le contagio.

Pudo respirar tranquilo y pudo volver a besarla y mucho más, la verdad fue una de las mejores noches de su vida.

Se convirtieron en una pareja de verdad, pero… fue a tan solo un mes de tener que zarpar en el barco Perseo. Perdieron mucho tiempo… y Senku sabía que era únicamente su culpa.

Ahora… ahora solo les quedaban pocas horas antes de tener que zarpar.

Ese pensamiento lo devolvió a la realidad.

Miró a su izquierda, viendo a Kohaku profundamente dormida en la cama.

Sonrió suavemente.

Acababan de tener una maravillosa noche, y estaba feliz por eso… pero tampoco podía dejar de recriminarse que podrían haber tenido muchas más noches así de no ser por su ineptitud a la hora de lidiar con sus propios sentimientos.

Perdió mucho tiempo sin saber ni qué hacer consigo mismo… y no solo con Kohaku.

Volteó a su derecha, encontrándose con su hija durmiendo pacíficamente en su cesto.

Su sonrisa tembló en los bordes mientras la observaba.

Había una razón… por la cual se negó a dormirse aunque el cansancio lo estuviera matando.

Se levantó de la silla y se sentó con las piernas cruzadas junto al cesto de su hija.

Estiró un brazo y trazó suavemente sus pequeñas y delicadas facciones con la punta de sus dedos, apenas rozando su carita para no perturbarla con su piel áspera.

Era un bastardo hijo de puta tan afortunado… tenía una familia maravillosa y era incapaz de demostrarles todo el cariño que realmente sentía por ellos…

Y eso incluía un poco a su padre. Desearía haber pasado más tiempo con él, haberlo valorado más… haberle pedido más consejos y que quizás pudiera haber conocido a Kohaku y a su nieta… aunque eso sea ilógico.

Hizo muchas cosas mal con Kohaku, y desearía poder compensarla de formas más… afectuosas, pero le costaba mucho esto del romance. Siempre intentaba ser sincero con ella y aprender de sus errores, pero desearía tener más tiempo para poder concentrarse más en su familia y en su relación, pero en cambio ambos partirían a una misión posiblemente peligrosa y muy larga… todo por culpa de sus objetivos que no podía dejar de lado por más que quisiera.

Y Tsukiku… su mocosa… su pequeña leona manipuladora…

Había tanto que quería hacer por ella, tanto que sentía que pudo hacer mejor. Y nunca podría dejar de sentir que no merecía ser llamado su padre.

Volvió a mirarla y su otra mano se extendió hacia el cesto, sumándose a la que ya estaba allí para tomarla cuidadosamente en sus brazos, procurando no despertarla.

Al tenerla entre sus brazos, ella se revolvió un poco, antes de acurrucarse felizmente contra su pecho, completamente cómoda.

La amaba. Ella era todo para él y aún así…

Sonrió mientras la miraba, sintiendo sus ojos arder y su garganta apretarse cada vez más.

La razón por la que no se durmió a pesar del cansancio, por más estúpida, cursi o sentimental que pudiera sonar, era que necesitaba llorar.

Odiaba admitirlo, pero llevaba demasiado tiempo tragándose las lágrimas. Y no podía permitirse que estallaran en unas horas, cuando tuvieran que despedirse definitivamente, cuando todos mirarían a su líder en busca de confianza y firmeza para la difícil misión que les esperaba.

Necesitaba esto, necesitaba dejar de ser un líder y ser simplemente un padre, un padre basura que a pesar de todo amaba muchísimo a su hija. Y no quería nada más que quedarse junto a ella pero…

¿Cómo podría mirarla a los ojos si dejó morir a un ser humano? Un amigo que maté con mis propias manos…

Oh, sí, tenía la culpa de lo que pasó con Tsukasa bien arraigada en su mente. Esa culpa que fue lo que lo llevó a emborracharse esa noche en la que Kohaku y él estuvieron juntos por primera vez.

Y Tsukiku era lo mejor que le había pasado. Y quería que Tsukasa la conociera algún día, y no solo por lo divertido que sería ver su cara cuando se enterara, sino para que finalmente pudiera respirar tranquilo y decirle con orgullo a su hija que él salvó a la humanidad sin derramar ni una sola gota de sangre, sin ni una sola pérdida.

No podría estar tranquilo hasta entonces. No podía retrasar esta misión, no podía ser un padre decente por más que quisiera darle todo en el mundo a su niña.

Su sonrisa volvió a temblar mientras observaba a su hija dormida en sus brazos.

-¿Lo entiendes, verdad? No puedo quedarme…- las lágrimas comenzaron a nublar su visión. -Perdóname… No puedo ser el padre que mereces…- rió entre dientes, una risa temblorosa y frágil. -Perdóname… Por favor, perdóname.-

Bajó su cabeza para besar suavemente su frente, cerrando los ojos, dejando que las lágrimas se le escaparan en la privacidad de su hogar, cuando nadie podía verlo.

Se permitió ser débil solo ese breve instante, porque en unas horas sería el momento de decir adiós definitivamente y quería ser fuerte para Kohaku y para todos. Sería lo suficientemente fuerte para volver con su pequeña leona cueste lo que cueste.

No importa cuánto tiempo le tome.

.

A la mañana siguiente, todos se reunieron frente al gigantesco barco velero, contemplando con asombro y orgullo su obra terminada.

Kohaku sonrió con tristeza, bajando la mirada para ver a su bebita mirando impresionada a todas las personas reunidas, chupando su pulgar ansiosamente.

Estos eran sus últimos momentos junto a ella…

Sintió una mano en su hombro y se encontró con la mirada comprensiva de Senku, que también sonreía con tristeza pero con determinación, recordándole que volverían con su pequeña no importa qué. Ahora debían ser fuertes.

Ya había llorado mucho esa mañana, pero Senku habló con ella y le dijo que llorara todo lo que quisiera mientras su hija estuviera dormida, porque cuando despertara debían ser puras sonrisas y seguridad, debían ser firmes y alegres cuando la entregarán en brazos de Ruri. Sus últimos momentos con ella debían estar repletos de felicidad. Era lo menos que su pequeña se merecía.

Así que Kohaku simplemente la abrazó contra su pecho, conteniendo las lágrimas mientras todos contemplaban triunfantes el barco.

Minami, que había estado muy deprimida conforme la fecha de partir se acercaba, se tragó sus lágrimas y les sonrió con apoyo al verlos con su hija. Con voz muy animada, invitó a todos a tomarse una foto.

Senku pareció querer quejarse por un segundo, pero rápidamente sonrió y simplemente apuró a todos para que se pusieran en posición para la fotografía frente al barco.

Francois consiguió un temporizador o cómo se llame para que Minami también pudiera salir en la foto y todos se prepararon de inmediato.

Para la foto, Kohaku le pidió a Senku cargar a su hija, ya que ella no tenía tantas fotos con él como las tenía con ella. Él accedió felizmente, recostandola contra su pecho pero asegurándose de que estuviera de cara a la cámara, para así sostenerla con un solo brazo y usar el otro para rodear los hombros de su esposa, que sonrió enormemente hacia la cámara, genuinamente feliz y plena por ese breve instante.

El barco fue liberado al mar y todos comenzaron a gritar emocionados, revelando también que el nombre del barco era Perseo.

Senku sostuvo a su hija contra su mejilla por un segundo, antes de devolverla a los brazos de su madre y comenzar a hablar con su tono de líder para que todos lo escuchen.

-¡Hoy es el último día juntos! Nos separaremos en dos grupos diferentes. El equipo "aventura por el mundo" que irá detrás del misterio de la petrificación. Y el equipo "desarrollo de la humanidad" que se quedara aquí en la base, también conocido como el equipo "cuiden a mi mocosa o la leona apilara sus cuerpos en una lanza".- todos se rieron, pero entonces vieron las expresiones casi psicópatas de ambos padres y comenzaron a sudar frío.

Después de ese breve discurso, Ryusui tomó la palabra con una risa escandalosa, anunciando que él sería el que eligiera quién iría en la misión, aunque luego se puso serio y advirtió que todos estaban en su derecho de negarse a ir, ya que seria una misión muy peligrosa.

Kohaku abrazó a su hija más cerca de sí, concentrándose en sentir su calidez en estos últimos instantes mientras Ryusui comenzaba a llamar nombres.

Primero llamo al nombre de Senku, pero él no se movió de su lado, sosteniendo una de las manitos de su hija con dos dedos, acariciandola delicadamente.

Cuando Ryusui llamó al equipo de la fuerza, Kohaku tampoco se movió, simplemente comenzó a besar el rostro de su bebita.

Ginro hizo un escándalo cuando lo llamaron y se rehusó a ir, para decepción de Kinro.

Gen quiso zafarse de ir, pero Senku le recalcó que él también podría ser una diferencia entre la victoria y la derrota y al final el sucio murciélago accedió a ir, ganando mucho más del respeto de Kohaku.

Finalmente no quedó nadie más para subir al barco, y todos miraron hacia la pequeña familia de tres.

Ruri se acercó a ellos con una sonrisa triste.

Kohaku miró a su bebita, que le devolvió la mirada con curiosidad, casi matando en el acto su resolución de no llorar, pero la mano de Senku en su hombro la hizo mantenerse firme.

-Es hora de decir adiós, bebé.- le sonrió con todo su amor, dándole un último beso en su mejilla. -Mamá volverá pronto.- prometió apenas conteniendo el llanto.

Senku sonrió con tristeza, inclinándose para besar la frente de su hija una última vez, sin importarle que todos los estuvieran viendo.

-Papá volverá pronto también. Los dos lo haremos. Intenta no crecer tan rápido ¿quieres?- acarició su mejilla y le dio otro último beso en su frente antes de apartarse.

-Mamá te ama.- murmuró Kohaku sin despegar sus labios de su mejilla. -Adiós, mi bebé.- con todo el dolor de su alma, le entregó su pequeña hija a su hermana.

De inmediato, Senku y Kohaku le dieron la espalda y la expresión de él se llenó de pesar, mientras que ella ya no pudo contener las lágrimas, y apenas y si alcanzó a callar sus sollozos.

-¿Mamá?-

El repentino llamado de su hija le supo como una puñalada al corazón y de inmediato quiso correr hacia ella, pero Senku tomó su mano y comenzó a caminar hacia el barco, llevándola con ella.

-No voltees.- pidió con voz quebrada. -Solo lo harás peor para todos. En especial para ella.-

-¡Mamá!- Kohaku sollozó, pero siguió avanzando. -¡Papá!-

Esta vez fue Senku el que flaqueó, pero cerró los ojos, respiró hondo y siguió avanzando.

-Shh, bebé.- Ruri la abrazó contra su pecho, acariciando su cabello con suavidad. -Papá y mamá volverán pronto. Tú tranquila.- la meció suavemente. -Ellos volverán.-

-Mamá… papá…- empezó a lagrimear.

Pero sus padres siguieron avanzando, sin mirar atrás.

Jasper y Turquoise colocaron una mano en cada hombro de la joven sacerdotisa y la instaron a caminar lejos del barco.

Entendiendo que quedarse podría solo hacer las cosas peores, Ruri asintió y comenzó a abandonar la zona, llevándose a la bebita llorosa en sus brazos.

El barco Perseo zarpó y solo entonces Senku y Kohaku voltearon hacia la costa.

Ambos se decepcionaron de ya no poder ver a su hija en ningún lado, pero eso solo hizo más fuerte su resolución de regresar con ella no importa qué.

Volverían, cueste lo que cueste.

Fin.

Bueno, fue un placer traerles este fic durante todos estos meses! :')

Quiero agradecer a todos los que me dieron su apoyo y...

MENTIRA! MENTIRA! MENTIRA! XD

Es broma! XDDD

Continuara...

Holaaaa! :D

Bromeaba, claro que no voy a terminarlo ahí XP

¡Se nos viene el arco de la Isla del tesoro! WUUUUU!

Por si ya se hartaron de mí drama corta-venas, ahora se viene un poco más de aventura y eso uwu Y...

¿Cómo hubiera sido el arco de la isla del tesoro con Senku y Kohaku como un matrimonio con hija y todo? xD

Lo sabrán en los próximos caps ;D

Ya empezó la Semana SenHaku, por cierto! Voy a estar a full con fanfics owo

Por favor únanse a mí página de Facebook llamada Celeste kaomy-chan, y sigan el grupo de Senku & Kohaku y tambien la cuenta de Twitter y Tumblr de la SenHaku Week para tener todos los detalles en español e inglés también uwu

Ojalá que este cap les haya gustado!

Los amo!

COMENTEN! *o*

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!