Hola, hola, Luna de Acero reportándose.
Aquí está el primer capítulo de lo prometido, serán capítulos cortos y será una trilogía, actualizaré los jueves, recen para que la termine jajaja. Estoy con tres finales de fics, para que después no digan que me olvido de las otras historias, así que este fin de semana más les vale reservarme un par de horas. Eso es todo, besitos!
Dedicado a Fa Teufell y Lindsey Lobo
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime, la historia si es de mi completa invención.
Advertencias: Primer capítulo tranquilo, llevadero, algunas que otras palabras altisonantes, en mi país decimos "puteadas", nada más, ah si, un poco de violencia pero en defensa propia, inmadurez, eso sería.
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"El descubrimiento de un nuevo plato es de más provecho para la humanidad
que el descubrimiento de una estrella".
Jean Anthelme Brillat-Savarin
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Levi repasó todos los elementos de los que había dispuesto en su sótano. Las cuerdas, el colchón, las mantas, la cinta, las almohadas, el aromatizador (porque siempre había cierto olor húmedo en ese cuarto), los víveres como para una semana entera (luego pensaba trabajar y conseguir el dinero suficiente para mantenerlos a ambos), libros, revistas, hasta una Tablet con la cuenta de Netflix y Amazon ya activas como para que estuviera a gusto.
Esa tarde volvió a apostarse en el altillo y desde allí pudo apreciar a gusto a ese omega que lo volvía loco. Estaba colgando la ropa húmeda en la soga de su patio, mientras usaba esos pantaloncillos super cortos que dejaban a la vista unas esbeltas y peludas piernas morenas, la mitad del cuerpo eran puras piernas, o así le parecía. Soñaba, fantaseaba más bien, con poner su cabeza entre los muslos de él, mientras el chico lo apretaba cerrándolas, y por lo general esa imagen mental lo ponía duro y tenía que pajearse para liberar la ansiedad.
Claro que los muslos de Eren, el nombre del omega hermoso, no era lo único en lo que Levi se fijaba, le encantaba su cabello rebelde, marrón, que brillaba tan bonito bajo el sol, esos ojos de mar que le resaltaban en el bronceado rostro. ¿Cuántas horas se había quedado espiándolo mientras el chico tomaba sol usando solo sus diminutos shorts? Ya había perdido la cuenta, le fascinaba observarlo, le parecía alguna clase de deidad celestial que debía ser adorado hasta que el cielo se congelara, ¿o era el infierno? Bueno, eso no era importante.
Levi era un alpha que por su complexión delgada, baja estatura y pálida tez había sido confundido un par de veces con un omega, hasta sus feromonas eran débiles, sin embargo a la hora de medirse en fuera más de uno se había llevado una amarga sorpresa. Tenía una fuerza descomunal que a veces no manejaba muy bien, era un poco bruto. Pero justamente por lo fuerte que era, es que se había animado a idear el secuestro del lindo omega, luego de inspirarse al ver la película "Fragmentado".
Levi tenía quince años recién cumplidos, sus hormonas estaban despertando y le estaban revolucionando la vida, de ser un chico pacífico, solitario, aburrido (digamos la verdad), ahora estaba inscripto en dos clubes de deportes, salía a correr por las mañanas, podía llegar a hacerse cuatro o cinco pajas a lo largo del día, y se ponía a cotorrear con Hange, su mejor amiga que también era alpha, por horas. Tantos cambios corporales le estaban trastornando la cabeza.
Su familia era vecina con la familia de Eren desde que él había nacido. Así que lo conocía muy bien, Eren era cinco años más grande y parecía que cada año que pasaba se ponía más y más hermoso, además el omega sabía bien que donde iba arrancaba miradas de todas partes, de manera que era coqueto, altanero y presumido, total que podía. Tenía una altura digna, una figura esbelta y seductora, era un omega despampanante.
A Levi siempre le había gustado, pero para Eren él no existía, es decir, a veces cuando estaba junto a su madre o su tío y si de casualidad Eren pasaba por el frente de la vereda, a lo mejor los saludaba, pero cuando estaba él solo (y eso que habían ido a la misma escuela del barrio por años) o en el almacén, o donde fuera que se llegaran a cruzar, Levi era completamente invisible para Eren. Nunca le había molestado esa indiferencia, hasta que comenzó a desarrollarse y la inocente atracción que sentía por el omega se comenzó a transformar en una sed apasionada por cogérselo, y hacerlo su esposo, claro estaba. Además la noche anterior un tipo bastante desagradable, desde el punto de vista de Levi, lo había traído a la casa en un auto horrible, lo había acompañado a la puerta y hasta se habían dado un beso en la boca. Levi lloró de la frustración, no podía permitir que eso volviera a suceder, ¡Eren tenía que ser suyo!
Como era inmaduro e inconsciente aún, no se le ocurrió mejor idea que secuestrarlo, porque claro, era un camino demasiado largo invitarlo a tomar un helado, tratar de enamorarlo y conversar como dos personas normales deberían hacer, así que concluyó que su idea era fantástica. Lo iba a tener encerrado en el sótano, total que su tío y su madre se había ido de viaje por dos semanas, hasta que volvieran Eren ya habría entrado en razón y estaría perdidamente enamorado de él, entonces podrían casarse y todos serían felices. Así pensaba (deliraba) el joven e inexperto Levi.
Tenía todo planeado, le regalaría una tarta de manzanas, que no era por hacerse el importante pero lo cierto es que las tartas le salían exquisitas, llena de un poderoso sedante, entonces Eren caería dormido y él lo cargaría para meterlo en el sótano, era pan comido.
Hizo tres tartas por las dudas y eligió la más bonita, le roció los somníferos y se fue hasta la casa de sus vecinos (después de arreglarse muy bien, perfumarse y ponerse un traje). Tocó el timbre y esperó, finalmente salió el omega, cosa que él ya sabía, a esa hora el padre del mismo estaba trabajando en el Hospital y su madre se iba a la iglesia. Eren abrió y lo miró con desdén.
—No vamos a comprar nada —dijo con apatía antes de que Levi pudiera decir hola y le cerró la puerta en la cara.
Levi quedó perplejo con la tarta en las manos y volvió a tocar el timbre, cuando Eren abrió de nuevo la puerta, sin prestar demasiada atención porque estaba manipulando su celular, ya más de cerca notó lo alto que era el omega en comparación con él y sintió escalofríos de la emoción de tenerle tan cerca, pero el omega seguía sin mirarlo.
—Ya dije que no vamos a comprar nada.
—N-no, no, espera, no vengo a vender nada —finalmente logró que Eren lo mirara con mala cara, como si le dijera "deja de hacerme perder mi precioso tiempo"—. Y-yo, yo vine a traerle esta tarta que hice, es para us, us… su familia y usted.
—¿Eh? ¿Una tarta? ¿Y por qué? ¿Acaso están festejando algo o qué?
La verdad es que Levi no había pensado demasiado en ninguna excusa creíble porque no se le había ocurrido que podrían negarse a recibir algo gratis, además su tarta se veía muy bien, ¿por qué tantas preguntas?
—Me, me gusta coccinar —dijo algo nervioso.
—¿Te gusta "coccinar"? ¿Y eso qué?
—Uh, bueno, quería saber qué les parecía a ustedes esta tarta.
Eren lo miró incrédulo por breves segundos y rodó los ojos.
—¿Acaso tu familia no puede hacerlo? ¿Por qué nosotros?
—Se fueron de viaje y… —Levi bajó la mirada y se mojó los labios sin saber muy bien cómo seguir.
Eren suspiró hastiado y le recibió la misma.
—Bueno, bueno, listo, cuando lleguen mis padres les aviso.
—Perdón, pero, ¿sería mucha molestia que usted me diera su opinión, por favor?
—¿Yo? ¿Acaso tengo cara de crítico culinario o algo como eso?
—No, no, pero… uh… yo…
—Uf, está bien, está bien, mañana la pruebo con el desayuno y te digo, gracias, supongo.
Y le cerró la puerta en la cara. Levi volvió arrastrando los pies y sintiéndose terrible, al parecer no tenía la habilidad social suficiente para mantener una charla apropiada con el omega. Era tan hermoso y perfecto, estaba muy por fuera de su alcance, pero eso no le impediría intentarlo, a secuestrarlo se refería.
Eren dejó la tarta sobre la mesada de la cocina y siguió discutiendo con Jean por teléfono. Jean era una especie de noviecito suyo, a él le gustaba mucho, pero el chico era bastante ojo alegre y por ahí se le escapaba a fiestas o encuentros con otros omegas, tal vez por eso no se habían puesto tan serios. Luego de discutir cerca de media hora, Eren lo mandó a la mierda y se le humedecieron los ojos. De la frustración quería romper algo y de pronto se percató de la tarta. Se acercó a la misma, antes de arrojarla por la ventana para bajar su frustración, decidió probar uno de los bonitos bordes dorados y que se veían tan crocantes.
—¡Joder! El rarito cocina de maravillas, a menos que la haya comprado por ahí, sí, eso debe haber hecho, maldito freak.
Buscó un cuchillo, un vaso de leche y se sentó frente al televisor a ver una de sus series favoritas mientras comenzaba a tragarse la tarta. Claro que le diría que había estado rica, pero con cautela, porque ese chico era demasiado extraño, estaba seguro que lo acosaba, hasta un ciego notaría la forma obsesiva en que lo miraba y la verdad si daba un poco de miedo. Se comió más de la mitad de la tarta y con el ombligo afuera de tanto llenarse, fue a tirarse en una reposera en el patio. El sol ya se había perdido en el horizonte y la noche estaba agradable y tranquila. Mientras le chusmeaba a Mikasa su pelea con el cara de tiburón deforme (amaba ponerle apodos feos a Jean cuando se peleaban), le entró mucho sueño, comenzó a bostezar y bostezar y cuando menos lo acordó, ya estaba profundamente dormido.
Cuando se despertó, dos horas después porque el efecto del somnífero era muy pobre, se encontró con una situación bastante irregular. Sus muñecas estaban atadas por detrás de su espalda, estaba sentado sobre un colchón que había en el piso y estaba dentro de un recinto desconocido. Sacudió la cabeza y se pegó tremendo susto, como cualquier lo haría, de manera que comenzó a gritar.
Escuchó la puerta abriéndose por encima de su cabeza y los pasos apresurados de su captor. Ahí estaba, el hijo de puta de ese adolescente de mierda. Lejos de entrar en pánico, Eren montó en cólera. Levi se acercó, su idea era imponerse y mostrarle que con él no se jodía, que era un alpha de pura cepa y que debía someterse a su voluntad, por supuesto en su cabeza la teoría sonaba muy bien, pero cuando quiso llevarla a cabo las cosas se tornaron diferentes.
—Explícame en diez segundos qué carajos hago aquí —dijo Eren con los ojos envueltos en brasas ardientes.
—Oh, eh, bu-bueno, yo, yo te he tomado para que seas mío —dijo con la voz algo temblorosa y tragando saliva, muy imponente no se veía, menos con su metro cincuenta y su cuerpo todo delgaducho.
—Mira, niño, desátame ahora mismo, arrodíllate, pídeme perdón con tu cara besando el suelo y tal vez, dije solo "tal vez", yo decida patearte el culo y no llamar a la policía para que te encierren de por vida en un manicomio, ¿has comprendido bien?
—Escucha, no tienes que preocuparte, yo te daré todo lo que necesites, ya verás, puedo proveerte de lo que gustes.
—Ah, no me digas, entonces dame un maldito jacuzzi, estúpido piojoso de porquería.
—No te alteres, Eren, poco a poco iré rodeándote de todas las comodidades que requieras, lo juro, seré un buen alpha para ti.
—¿Pero qué mierda? ¡No soy un jodido hámster, amigo! ¡Soy una maldita persona, te dije que me soltaras, AHORA! —aulló embravecido y Levi se sintió algo intimidado al principio, pero luego trató de imponerse.
—Vas a calmarte o yo… yo te voy a poner una cinta en la boca, y no te va a gustar.
Eren enarcó una ceja y puso una gran cara de culo.
—Quiero cagar, ¿qué procede? —dijo con desparpajo y Levi abrió grande sus ojos.
—Oh, bueno, eso…
—¿Ni siquiera pensaste en que iba a tener que cagar y mear como cualquier ser vivo? ¿Qué clase de secuestrador de pacotilla eres?
—Ah, bueno, hay un baño arriba, puedo llevarte si necesitas, o traer un tacho de pintura.
—No voy a hacer mis necesidades en un tacho de pintura, niño, ¡defecaré y me orinaré encima! ¡Lidia con eso!
—N-no te alteres, no debes gritar.
—¡GRITARÉ TODO LO QUE SE ME DÉ LA MALDITA GANA, HJO DE PUTA! ¡ESTOY SECUESTRADO, ESTOY SECUESTRADOOOOO!
Eren gritó alrededor de dos horas, Levi se había regresado a la primera planta de la casa mientras cocinaba la cena y temblaba, miraba a cada rato por las ventanas esperando que ningún vecino, ni alguna persona de la calle escuchara los alaridos del omega. Lo había subestimado, creyó que se pondría afónico a poco de gritar pero eso no sucedía, parecía una bocina de tren a toda potencia. Esto no estaba saliendo como esperaba y se estaba empezando a alterar.
Creyó que con algo de comida podría aplacar un poco al omega, pero cuando bajó Eren había deshecho la linda, y costosa, almohada de plumas que tenía a mordiscones. Le limpió la cabeza que estaba llena de plumas y lo ayudó a ponerse de pie para sentarlo en una silla frente a una pequeña mesa donde había colocado un suculento platillo de pastas a la crema. La verdad se veían apetitosas.
—Por favor, come un poco, ¿quieres? Te sentirás mejor después de comer, mi madre siempre dice que el enojo con el estómago vacío es lo peor.
—Tu madre es una boba.
Levi llenó una cucharada y sopló para que no estuviera muy caliente y se lo ofreció al omega, al principio Eren le iba a escupir al rostro, pero la verdad el aroma del platillo estaba de lujo y no pudo evitar sentir hambre, era un chico de buen comer después de todo. Aceptó los bocados y se comió todo su plato, repitió un poco más incluso, y luego de que ya se sintió satisfecho pensó en una manera de salir de allí y de paso hacer escarmentar a ese estúpido alpha.
—Bueno, a ver, ¿cuál es la finalidad de encerrarme así? —dijo mirándolo molesto.
—Ya te lo dije, quiero que, que seas m-mío —Levi bajó la mirada abochornado, nunca se le había confesado a nadie y para él Eren era lo más especial del mundo, su corazón latía apresurado.
—¿Y para qué?
—Pa-para formar una familia, ser felices juntos, y eso.
—Oh. Entonces, ¿cómo era tu nombre?
Quince años siendo vecinos, ¿y no sabía siquiera su nombre? Eso le dolió en el orgullo al pequeño alpha.
—Me llamo Levi —dijo con firmeza.
—Está bien, Levi, supongamos que acepto todo esto, ¿luego qué? ¿Vas a ser tú mi marido?
De repente el semblante de Eren se relajó, cruzó sus bonitas piernas y lo miró fijamente.
—Sí, eso me gustaría.
—Pues hay algo que debes saber, Levi, a mí… me gusta mucho, muuuucho —dijo sugestivamente mientras se agachaba ligeramente hacia el frente (ya que seguía con sus manos atadas detrás)— que me cogan duro.
Levi se quedó petrificado y Eren tuvo que hacer un gran esfuerzo para no largarse a reír, esto era muy fácil, liberó un poco de feromonas notando cómo afectaba de inmediato al adolescente que de pronto se ponía rojo y se retorcía.
—¿Vas a llenar mi agujero como a mí me gusta? ¿Eh? ¿Por qué no dices nada, niño? Espero que tengas una enorme, dura, rica polla para metérmela todo el tiempo, ¿mmm? ¿La tienes?
—Ya, por favor, no hables de esa manera —dijo Levi temblando ligeramente.
Patético alpha adolescente, más virgen que el aceite de oliva. Eren siguió molestándolo.
—Pero si es la verdad, si vas a ser mi esposo deberías saber mis necesidades, Levi, ¿quieres cogerme ahora? Porque te tengo muchas, muchas ganas —dijo con voz seductora y el alpha lo miró sin poder creer lo que estaba escuchando, tan fácil era de engañar el chico.
—Yo quería be-besarte, digo, no es necesario apresurar las cosas, podemos esperar a casarnos y entonces-
—¡ABURRIDO! ¡Hazlo ya, no me dejes esperando, cógeme ahora!
Levi se levantó y se acercó respirando aceleradamente pero cuando quiso tocarlo Eren lo detuvo reculando para atrás.
—Desátame, anda, yo también quiero tocarte, bebé. Tengo experiencia, te haré sentir bien —dijo mientras le guiñaba un ojo y se relamía los labios con lujuria.
Levi dudó, pero ante la repentina bruma de feromonas que se le vino encima su cerebro dejó de funcionar, tampoco es que funcionara demasiado, y obedeció diligentemente. Por supuesto, apenas Eren se vio liberado se puso de pie y le asestó tremendo cachetadón al adolescente haciéndolo trastabillar hacia atrás. Luego agarró lo primero que pudo de ese lugar, que era una bolsa de arpillera llena de papas (unos dos kilos más o menos) y le empezó a dar con eso por la cabeza, la espalda, los brazos, la cara, lo que fuera, Eren estaba hecho un león embravecido.
No es que Levi no tuviera fuerza suficiente para someterlo, probablemente tuviera cinco veces más fuerza que el omega, pero la situación, su inexperiencia, el miedo, el no querer hacerle daño y un sinfín de cosas hicieron que recibiera el duro castigo y luego saliera huyendo como rata desesperada subiendo los escalones que llevaban a la planta de arriba. Allá lo siguió Eren, claro estaba.
Luego de que Levi suplicara a los gritos, el omega se detuvo, hizo arrodillar al alpha y le dio un sermón más largo que la vida de Matusalém, lo obligó a pedirle perdón incontables veces y finalmente luego de patearle en el culo se fue de la casa dando un enorme portazo.
Levi sollozaba, por la paliza, por el susto (porque Eren había amenazado con ir a la policía y denunciarlo), por el miedo a que su madre se terminara enterando (porque de seguro le cortaba las bolas). La brillante idea del secuestro duró poco más de tres horas y un par de traumas bien feos.
Le quedó el labio inferior hinchado, un ojo negro, la espalda llena de golpes, los brazos con algunos cardenales y el orgullo pulverizado. Levi no volvió a salir de su casa el resto de los días que sus parientes estuvieron de viaje e incluso cuando volvieron apenas lo hacía, solo para ir a hacer las compras, y aunque era verano usaba un buzo negro con capucha y salía encorvado como un anciano, mirando para un lado y para otro como si lo fueran a atacar en cualquier momento. Tenía pánico de cruzarse de nuevo con el omega. Había aprendido su lección.
Al poco tiempo, su madre lo mandó a cortar el pasto del patio y no quería hacerlo, porque la división entre las casas era una cerca de madera de apenas metro veinte y a esa hora Eren estaba como lagartija tirado tripa arriba tomando sol. Pero no se le podía decir que no a Kuchel, de manera que cuando lo amenazó con meter su laptop dentro de la bañera llena de agua, decidió salir. Hacía un calor de los mil infiernos, pero el joven igual usaba esos buzos con capucha que lo cubrían por entero, estaba sudando como marrano dentro de esa pesada ropa mientras pasaba la podadora del lado más lejano a la casa de Eren. Estuvo en esas faenas por al menos una hora, a punto de colapsar del calorón, cuando sintió que lo chistaban. Se congeló en su lugar y no quería girarse.
—¡Hey, te estoy llamando, secuestrador!
Tuvo que ir porque no quería que su madre escuchara y observó a Eren desde una buena distancia presa del pánico. El chico estaba con esos diminutos shorts, una remera sin mangas, anteojos de sol marrones, mientras bebía un licuado con hielo y frutillas.
—Con esa capucha te ves como un gnomo, la altura ya te ayuda de hecho.
Levi agachó la cabeza y quería perderse dentro de la tierra.
—Te estoy vigilando, mocoso, no te creas que me voy a olvidar tan fácil de lo que estuviste a punto de hacer. ¿Me estás escuchando? Responde cuando un adulto te habla.
Levi asintió e hizo el amague de irse pero Eren lo detuvo.
—Aguarda, no he terminado —tomó un gran sorbo de su licuado y prosiguió—. ¿Sólo sabes hacer tartas de manzana?
Levi esta vez se animó a mirarlo de reojo y negó.
—¿Haces pasteles? Porque de verdad se me antoja mucho uno de velvet rojo con crema de fresas —como Levi no decía nada, Eren bajó los anteojos hasta encima del puente de su nariz y lo miró desde su altura—. ¿Sabes hacer eso o no?
Levi asintió mirándolo con curiosidad.
—Aún sigo muy cabreado, pero tal vez me sentiría mejor si me hicieras uno. No te tardes mucho.
Levi salió disparado como roca en tirachina y entró a la cocina donde su madre estaba preparando el almuerzo, le prometió que para mañana tendría todo el pasto cortado, y salió a comprar los ingredientes, mientras se fijaba en un tutorial como hacer el pastel. La repostería se le daba más que bien, era entretenido, aunque a él no le gustaran mucho los platillos de sabores dulces. En unas cuatro horas tuvo listo dos pasteles de velvet rojo con crema de fresas, se veían bastante decentes. Dejó el más bonito para su casa y el otro se lo llevó al omega que ya se había olvidado que lo había pedido. Lo recibió con indiferencia y le cerró la puerta en el rostro, luego fue hasta la cocina y ahí mismo le sacó una rebanada. Apenas probó el primer bocado fue como si una ráfaga de puro deleite le hubiera sacudido el cuerpo. Carajo, la presentación no era perfecta, ¡pero qué sabores! Sin dudas ese enano tenía muy buena mano para cocinar.
Aclaremos que Eren nunca había sospechado que Levi le había puesto somníferos la primera vez, tal vez por eso aceptó tan rápidamente el pastel. La madre de Eren ingresó a la cocina y se sorprendió.
—Amor, ¿quién te trajo esto?
—Oh, el vecinito, está aprendiendo a hacer estas cosas y me trajo para probar, está bueno.
—Se ve muy rico. ¿Puedo servirme un poco?
Eren no quería compartir su delicioso pastel, pero tampoco podía decirle que no a su madre, de manera que asintió sin mucha convicción. Tanto su padre como su progenitora se deshicieron en halagos por la excelente pieza de pastelería que tenían allí.
—Esto es sublime, y por cierto, ¿no es ese jovencito un alpha?
—¿Y qué con eso? —dijo Eren aunque había entendido la intención de su madre.
—Parece que está interesado en ti, amor, tienes un admirador —dijo sonriendo, pero Eren arrugó la nariz como si oliera algo feo.
—Dios me libre, ugh —y luego hizo una cruz en el aire con su dedo índice—. Ése está canceladísimo.
Levi por su parte sentía que podía redimirse un poco de ese horrible episodio si le cocinaba a Eren las cosas que le gustaban. Comenzaba a aceptar que jamás habría nada entre ellos, ni siquiera aspiraba a una amistad, pero con que terminaran en buenos términos, era más que suficiente.
De tanto en tanto, especialmente los fines de semana, Eren solía pedirle algún postre, siempre se esmeraba en hacer lo mejor, se pasaba horas y horas viendo videos, anotándose en cursos on line y practicando para mejorar sus habilidades. Tanto era lo que cocinaba que Kuchel comenzó a ofrecer sus tartas, pasteles y demás producciones en las redes sociales y comenzaron a venderlas bastante bien.
—Hijo, ¿qué onda con Eren? —dijo una vez su madre y a Levi se le congeló hasta el apellido.
—N-nada, ¿por?
—Anda, no seas tímido conmigo. Siempre le estás llevando cosas ricas, ¿te gusta, verdad?
—No. Solo que tiene buen paladar y me ayuda escuchar sus críticas.
No era del todo mentira, porque era cierto que Eren era bastante exigente y siempre le hacía observaciones a las cosas que él le llevaba, Levi se había vuelto muy perfeccionista y trataba de cubrir esas altas expectativas.
Así estuvieron a lo largo de un año, hasta que Eren le rechazó un tiramisú que Levi había preparado una vez.
—Pero… ni siquiera lo probaste —dijo desilusionado el jovencito.
—Uf, sí, pero es que mira, estoy a dieta ahora, mi novio me dijo que no quiere un omega gordito y tú cocinas demasiado bien y no he parado de comer y comer.
—Claro, entiendo.
—Pero gracias de todas maneras, estamos en paz, ¿ok?
Levi se fue cabizbajo, aún usaba buzos holgados con capucha, ya se había acostumbrado, no estaba triste porque el lindo omega no hubiera querido comer su postre, sino que ahora estaba otra vez de novio. Ya había visto a ese alpha, un grandulón rubio con cara de hipopótamo estreñido (desde su punto de vista todos los novios de Eren eran horribles). No dudaban en prodigarse arrumacos, besos y abrazos ahí a la vista de todos y Levi… se deprimió. Kuchel no sabía lo que le sucedía, de manera que lo obligó a ir al gimnasio de su tío Keny, para entrenar y ayudarlo un poco de paso, porque si no era por la escuela, no había manera de sacar al adolescente de su cuarto, se la pasaba encerrado, acostado mirando la pared.
En cierta manera su tío logró enderezarlo, además de que le daba trabajos pesados de limpieza y estar acomodando los elementos que usaban los clientes, le pagaba un poco por sus servicios, de manera que Levi comenzó a ahorrar.
Eren miró por encima de la cerca, echando en falta la presencia de Levi, el chico siempre estaba haciendo algún trabajo, sino era cortando el pasto, abonando los canteros, arrancando las malas hierbas, lo que fuera con tal de cruzárselo (porque, oh coincidencia, Levi siempre salía a hacer sus tareas cuando Eren tomaba sol). Sin embargo ya habían pasado muchos días, o semanas no estaba seguro, y ni rastro del pequeño alpha. Lo echó en falta. Comenzó a levantar la ropa seca de la soga cuando vio a la señora Kuchel salir a fumar un cigarrillo entonces aprovechó.
—Buenas tardes, Kuku —le dijo amigablemente, ese era el apodo de la madre de Levi.
—Eren, que lindo verte.
—Gracias, lo mismo digo, ¿y Levi? Hace mucho que no lo veo merodeando.
—Ah, ese chico, me estaba dando problemas, ya sabes, le cuesta sociabilizar, así que lo mandé al negocio de su tío a ayudar, va temprano, se queda ahí, luego se va al colegio y vuelve ya tarde.
—Ya veo, ¿y no va a hacer más cosas dulces?
—Lo ha dejado de momento.
—¿En serio? Es una pena, porque él cocina muy bien —soltó con decepción Eren.
—Pues ya cuando venga le diré que te prepare algo rico.
—No, no lo moleste, debe estar ocupado, bueno, iré adentro, un gusto haberte visto.
—Adiós, Eren.
Kuchel se quedó mirando por donde se había ido el bonito vecino y sonrió complacida, al parecer un poquito de interés tenía por su hijo. Claro que se daba cuenta que Eren era un chico de una familia de alta alcurnia, el nivel social en el que se movía era bastante distante al que ellos tenían actualmente. En algún momento la familia Ackerman había sido gloriosa, su tatarabuelo incluso había sido alcalde de la ciudad (de hecho la casa la habían heredado de él). Luego vendrían las desgracias, sus padres muriendo en un accidente áreo, Kenny se había fundido (tenía un negocio de construcción de casas, ganaba mucho dinero pero su socio se fue con todo el capital y tuvo que rematar todo para poder pagar las deudas y las indemnizaciones de los empleados), ella por su lado siempre había sido la oveja negra de la familia, rebelde, no quiso estudiar, eventualmente quedó embarazada (nunca supo quién fue el padre porque en ese momento tenía como tres amantes eventuales y algunas fiestas locas a las que había asistido), volvió a casa y trató de sentar cabeza.
Ya no quedaban muchos, Kenny, Levi y ella, sabía que tenían parientes lejanos en Francia pero habían perdido todo contacto. Ahora trabajaba en una peluquería y Kenny tenía ese gimnasio, no tiraban manteca al techo pero podíamos decir que tenían una vida tranquila y con las necesidades cubiertas. Tal vez algún día volviera la gloria para la familia, aunque no lo presionaba ni lo decía en voz alta, lo cierto es que esperaba que Levi pudiera salir del pozo donde estaban y pudiera triunfar, no solo eso sino que fuera feliz, es lo que realmente ella quería para su hijo. Por eso le preocupaba mucho que el chico se aislara tanto y no saliera y disfrutara más de su juventud.
Por la noche cuando Levi llegó, todo cansado, Kuchel le había hecho su comida favorita, costillas de res al horno con papas doradas y queso parmesano. Se bañó rápidamente y bajó para cenar con su madre, notó que toda la casa estaba limpia y arreglada.
—¿Qué sucedió?
—Bueno, echo en falta tu compañía y hoy era mi día libre en el trabajo, así que me puse a acomodar.
—Pero mamá, tienes que descansar también.
—¿Y quedarme mirando la televisión mientras se acumula el polvo en los rincones? No. Por cierto, hoy hablé con el piernaslargas —el apodo de Eren.
—Ah —dijo Levi mientras se llenaba la boca y miraba a su plato, Kuchel notó su nerviosismo.
—Ha dicho que echa en falta tus postres.
—¿En serio dijo eso?
—Sí, tal vez deberías hacer algo y convidarle, ¿no crees? —Levi no dijo nada y continuó cenando, pero era notable el cambio en su semblante, estaba feliz.
—Esto está delicioso, gracias. Haré algunas galletas así llevas mañana a tu trabajo.
—Pero es tarde y debes estar cansado, hijo.
—No te preocupes, hacerlo me relaja y tú tampoco es que comes mucho, además el ogro —así le decía a tu tío—, quiere que le lleve algo.
—¿Haz considerado estudiar la carrera de pastelería de manera profesional? Digo, es notable que tienes condiciones, y esa carrera te va a permitir viajar, crecer, conocer lugares y culturas diferentes, además veo que es algo que te gusta mucho, además cada vez somos más los que apreciamos tus creaciones culinarias.
Levi se quedó callado unos segundos, lo había pensado sí. Siempre había creído que podría cocinarle a Eren los platillos más sabrosos del mundo, para consentirlo y tenerlo feliz. Eso nunca sucedería, pero le hubiera gustado tanto.
—Tengo que pensarlo.
Su madre fue a lavar los platos luego de la cena y él comenzó a formar la masa para las galletitas. Usó un cortante que había hecho con una lata de arvejas, las doró en su punto más crujiente, sacó la primera tanda y las hizo enfriar mientras la segunda se cocinaba en el horno. Kuchel ya se había ido a dormir. Preparó un glaseado blanco y lo dividió en tres partes, usó unos colorantes de comida que tenía y a uno le puso rojo, a otro negro y a otro amarillo. Con los glaseados decoró las galletas con precisión y prolijidad. Cuando terminó de decorar todo eran más de las tres de la mañana, por lo que se fue a dormir "apurado".
Cuando su madre se estaba alistando para ir a trabajar quedó maravillada con las galletas, les sacó fotos y luego llenó dos bolsitas, una para ella y a la otra le puso un moñito blanco. Dejó que Levi durmiera, y le dejó el desayuno listo para que no anduviera en esos afanes, cuando salió a la galería se alegró de ver a Eren que estaba regando las plantas del frente de su casa. Al omega le gustaba hacer un poco de jardinería de vez en cuando. Se acercó sonriendo.
—Buenos días, Eren, ¿cómo estás?
—Hola, Kuku, aquí arreglando las plantas. ¿Ya te vas al trabajo?
—Así es, es bueno encontrarte, verás, Levi me pidió que te diera esto —dijo sacando la bolsita de galletas toda arreglada.
El chico se lavó las manos con la manguera y se secó en su remera mientras se acercaba. Abrió grande sus bonitos ojos para recibir las galletas y sonrió complacido.
—Oh, son muy lindas —dijo contento.
—Sí, se esmeró tanto, estuvo preparándolas hasta entrada la noche, se ha desvelado.
—No debería haberse tomado la molestia.
—Bueno, pero ya que se la tomó deberías aprovecharlo, tengo que irme, nos vemos luego, Eren.
—Sí, adiós.
Kuchel se fue satisfecha con su desempeño, realmente no sabía si habría algún futuro entre su hijo y Eren, pero era evidente que a su hijo le hacía feliz el moreno, y el omega parecía tener un diminuto interés, aunque más no fuera en los postres, así que si ella algo podía hacer para fomentar esa relación sin duda intervendría. A veces el amor necesitaba una pequeña ayuda.
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By Luna de Acero.-
