Capítulo 8: Sospecha
Había pasado un año desde el incidente con Hinata y aquellos niños que se atrevieron a llamarla monstruo, donde Shisui le consoló y juró que se convertiría en su fiel protector, no importando que.
La pequeña recién había cumplido los 6 años hace dos semanas. Era el mes de enero, por lo que las nevadas en la aldea eran constantes día y noche, poniendo el clima bastante gélido para los extranjeros que no estaban acostumbrados a estas temperaturas, incluso pareciéndole algo frio a los habitantes. Sin embargo, no para la niña que esperaba cerca de la entrada principal de Konoha, teniendo entre sus manos enguantadas un bento que abrazaba con fuerza contra su pecho.
A pesar del fuerte frio y aun estando muy abrigada, estaba ahí, provocando que la gente que paseaba la mirase con extrañeza, asimismo, algunos se le acercaban para decirle que se fuese a casa, mas ella solo respondía con una sonrisa amable y agradecía por la preocupación, sin moverse ni un milímetro de su lugar.
Ese día, él volvería de la misión en la que salió alrededor de hace un mes, hasta le había dado su regalo por adelantado antes de irse, a pesar de que le dijo que no era necesario y con lo testarudo que es, lo hizo, aun así.
Se encogió un poco más por el leve temblor que la recorrió, ocultando la mitad de su rostro dentro de su bufanda roja, regalo del año pasado.
Escuchó pasos desde la entrada y algunas voces saludar a los guardias en la caseta, acercándose hacia donde ella estaba. Se levantó nerviosa, intentando no tirar la caja de comida al suelo. Alguien se hinco frente a ella, acariciando su cabeza con ternura, levantándole levemente el gorro que llegaba a bajar su flequillo y tapar sus aperlados ojos.
—¿Viniste a recibirme hasta acá? —a pesar de que no lo veía, sabía muy bien que sonreía.
—S-sí.
—Pero está haciendo mucho frio. Incluso estaas temblando —la cargó, pegándola a él para darle calor, sonrojándola más de lo que ya estaba, ahora por motivos diferentes.
—Lo… lo siento, Shisui-kun.
—Aw. Una pequeña niña viene a recibir al Taicho, que ternura —dijo uno de los hombres que lo acompañaban de forma burlona, ganándose una sonrisa socarrona por parte de éste que llegó a asustarlo, sabiendo que debajo de ella, el chico estaba molesto con eel.
—¿Celoso de que alguien haga eso por mí? —estrechó la mirada sobre él.
—N-no, Taicho. Retiro lo dicho.
—Bien. Supongo que pueden ir ustedes solos a entregar el reporte —al ver que se iban a quejar, añadió—. Y supongo que lo harán voluntariamente, ¿verdad? —su sonrisa se volvió maliciosa. Asintieron frenéticamente, casi huyendo de ahí, quedándose solo su primo a un lado suyo.
—¿No fuiste algo extremo con ellos? Solo fue una persona.
—Tachi —lo miró irónicamente—, eres bastante inteligente, pero te hace falta leer un poco más a las personas —comenzaron a caminar sin que él bajara a la niña—. Los demás pensaban lo mismo —el chico solo asintió ante la información—. Volviendo al tema de la comida —miró a la menor—, es muy grande ese bento, ¿no?
—Pe-pensé que... te gustaría co-compartir con Ita-Itachi-san —susurró contra el cuello de Shisui, provocando que a éste le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo. Itachi se sorprendió al oírla.
—¿Compartirlo conmigo?
—S-sí. Como venían jun-juntos, pensé que… ambos ven-vendrían hambrientos.
—Admítelo, Tachi, Hinata-chan tiene razón. Desde hace dos horas que escucho a tu estomago rugir —el joven carraspeó, mirando a otro lado—. ¿Te parece bien si vamos a mi casa, Hinata-chan?
—No hay pro-problema para mí —le sonrió dulcemente.
—Bien. Vamos, Tachi. Y no me salgas con que estás ocupado —el otro solo suspiro resignado.
Caminaron por la aldea, ambos Uchiha platicaban con tranquilidad, ignorando a la gente a su alrededor. Pero la niña, como Hyuuga que era, no, dándose cuenta de las miradas hostiles que les dirigían las personas a los prodigios. Tragó saliva, aferrándose más al chaleco Jounin de Shisui, quien sólo la cubrió más del frio entre sus brazos.
Vieron correr a un niño rubio a lo lejos, muy apenas abrigado, acercándose poco a poco hacia donde estaban ellos. El mayor lo detuvo del cuello de la camisa, provocando que el rubio lo mirase con miedo.
—Eh, tranquilo —se quitó la bufanda verde, poniéndosela.
—¿¡Qué tiene esta cosa-ttebayo!? —intentó quitársela.
—Nada. Es una simple bufanda —Hinata se asomó, mirándolo con timidez—. Pero te vi muy descubierto y hace mucho frio hoy, no puedes andar así afuera—seguía mirándolo desconfiado—. Si no me crees, úsala por hoy. Si te gusta, quédatela y me agradeces, sino, simplemente tírala —le revolvió el cabello, mostrándole una sonrisa sincera.
—Mm… ok —se la envolvió mejor, volviendo a correr lejos de ellos.
—A mi… me dijeron que nunca me acercara a él —soltó la Hyuuga de pronto, llamando la atención de los primos, tanto por lo que dijo, como al no tartamudear—. Pero… a mí no me parece mala persona.
—¿No? —los dos se miraron con una sonrisa disimulada—. ¿Por qué lo dices?
—Porque… porque se ve que lucha por ser reconocido —se sorprendieron—. Es alguien… que no sabe porque lo miran con enojo, como si hubiese hecho algo malo antes de que haga una travesura. Pero él… él quiere que ser alguien respetado, quiere demostrar que no es lo que ellos dicen —apretó el agarre en el chaleco, sonrojándose—. Demostrar que están equivocados —sonrieron más abiertamente.
—Eres muy observadora, Hinata-chan. Tienes pensamientos bastantes hermosos en tu cabecita —lo miró, para después ocultar su cara contra su pecho, pareciendo echar humo por lo caliente que estaba. El chico rio, caminando de vuelta siendo seguido por Itachi, quien miraba de reojo por donde se había ido el niño. Tal vez la niña no solo había visto a través del pequeño Uzumaki, sino, tal vez viéndose reflejada de alguna manera.
Mientras más se acercaban a la zona Uchiha, los adultos los miraban como si fuesen algo malo, algo que no quisieran tener cerca. Algunos otros observaban enojados, hasta alcanzó a ver como un hombre los contemplaba, a lo que para ella parecía, con odio. Se mordió el labio, tratando de pensar por qué odiarían o mirarían con enojo a ambos pelinegros tan amables.
Tan metida estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta cuando ya estaban en el sector donde residía el clan Uchiha, sólo hasta que escuchó como saludaba y los menores devolvían el saludo, llegando a la casa de Shisui en unos minutos. Alcanzó a saludar a Mikoto, quien estaba en la ventana de la cocina que daba justo a la casa del mayor, antes de entrar por la puerta.
—Bien, llegamos. ¿Te ayudo con la ropa? —la bajó al suelo, mirándola. Negó, dándole la caja, para después sacarse la bufanda, el gorro y la gruesa chamarra que traía puesta para protegerse del frio. Mientras, Shisui le ponía unas pantuflas a su medida frente a ella.
Itachi miraba curioso, sin demostrarlo tanto en su rostro, la extraña costumbre entre la niña y su primo. Sabía que ella ya había estado varias veces en la casa de Shisui, pero ver la rutina de ambos fue bastante impresionante para él.
—I-iré a la cocina —subió el escaloncito, poniéndose las pantuflas color lavanda adornadas con una flor de cinco pétalos amarilla. Caminó a la cocina, metiéndose en esta.
—¿No crees que lleguen a verla mal estando con nosotros?
—¿Qué si lo creo? Por supuesto que lo creo —se quitó el chaleco y la chamarra, poniéndola en el armario que estaba enseguida de la puerta, junto a la de la niña—. Incluso he pensado varias formas de no mantenerla conmigo frente a la gente, pero es duro cuando la mayoría sabe que es la heredera Hyuuga —se sentó, despojándose de las sandalias ninja, calentándose los pies con las manos. Itachi lo imitó, quedando a su lado—. La reconocen al instante.
—Por eso la mantenías contra tu pecho hace rato —en vez de ser una pregunta, parecía ser una afirmación—. Para que nadie notase que es ella.
—Exacto. Además, así podía calentarla —soltó en un suspiro, mirando a un punto indefinido en la puerta—. ¿Sabes? De vez en cuando me siento disgustado con nuestra familia, a pesar de que me sienta orgulloso de ella, el odio y el rencor nos terminará destruyendo —el menor lo miraba, comprendiendo muy bien a que se refería, ya que él se sentía de la misma forma con respecto a lo que estaba pasando—. La gente está comenzando a vernos mal. No tardarán en comenzar a atacarnos.
—Tengo entendido que comenzó desde lo del Kyuubi.
—Algo así. El Sandaime dijo, sólo por informar y al no saber quién pudo hacerlo, que el Kyuubi pudo salir y atacar la aldea por medio de un control externo.
—El control de un Uchiha.
—Claro. Pero lo dijo más por un Uchiha en especial.
—Madara.
—Así es. Se tiene registros del Primer Hokage que Madara es alguien quien pudo controlar al Kyuubi y pelear con él, claramente controlado, contra Shodaime*.
—Pero todos lo han malentendido.
—Solo un Uchiha ha podido controlarlo en siglos, es normal que se piense eso. No encuentran a quien más culpar —soltó un profundo suspiro, quitándose la bandana y mirándola, acariciando el símbolo de la Hoja con el pulgar—. Y ahora… los Uchiha quieren su propia paz a base de destrucción, como venganza por los tratos injustos que han tenido por parte de la aldea. ¿No ven que su paz está equivocada?
—Shi-Shisui-kun, I-Itachi-san —la pequeña se asomó, llamando la atención de ambos, quitando las muecas de aflicción.
—Perdón, Hinata-chan, ya vamos —se levantó, caminando descalzo—. Luego lo discutimos Tachi.
—Si —lo siguió, mirando sorprendido que la niña ya había servido la comida en platos.
—Tranquilo, comadreja, Hinata-chan sabe que no te gusta mucho la carne —se sentó, comenzando a comer con gusto, haciendo sonidos de satisfacción.
—¿Quién la ayudo a cocinar, Hinata-san? —tomó asiento.
—Hinata-chan lo cocina ella sola.
—¿En serio? —la miró, sonrojándola.
—S-sí.
—¿Nadie la ayuda?
—Si. Pe-pero, no me gu-gusta causar molestias a los del Bo-Bouke —jugó con sus dedos, juntando las yemas de los índices.
Se desconcertó un poco, pensando que, siendo la heredera de una respetable familia, tendría todo a su disposición, no porque fuese necesario, pero el hecho de que ella prepare la comida por el simple hecho de no molestar a alguien, le resultó bastante sorpresivo. Incluso en su casa, su madre era la que se hacía cargo de esas cuestiones, no porque él no supiera cocinar, sino porque ella misma decía que era su rol dentro de la familia.
Sujetó los palillos que le había dejado a un lado del plato, agarrando un poco de repollo cocido junto con algo de arroz, llevándolo a su boca. Shisui lo miraba atento, mientras la Hyuuga solo comía con tranquilidad. Parpadeó tres veces, mirando el plato con los ojos levemente abiertos, a lo que su primo sonrió.
—¿Qué ocurre, Tachi? —Hinata levantó la mirada curiosa—. ¿Qué te pareció?
—Está… está delicioso, Hinata-san —le sonrió cálidamente, poniéndola más roja—. Cocina muy rico.
—Gra-gracias, I-Itachi-san.
—Me atrevo a decir, que cocina mejor que tu mamá.
—¡Shisui-kun! —lo miró alarmada, haciendo que riera.
—Debo admitirlo, tienes razón —fijaron sus miradas en él—. Ambas están muy a la par con el sabor —la sonrisa no se había ido de su boca, incluso sus ojos la miraban con algo de dulzura. Hinata se le quedo viendo atenta, sonrojándose poco a poco hasta parecer un tomate maduro.
Shisui carraspeó, desviando la atención de los dos hacia él, notándose que estaba algo molesto. Itachi arqueó una ceja, viéndolo con extrañeza.
—¿Y Ko-san, Hinata-chan?
—Ve-vendrá por mi más ta-tarde.
—De acuerdo.
—Shisui-kun…
—¿Si?
—¿E-estás bien? —la miró, sus perlados ojos lo observaban preocupados.
—Sí, estoy bien. No te preocupes —le sonrió, volviendo a comer.
Terminaron después de unos minutos. Hinata se levantó a lavar los platos, siendo detenida por Shisui, quien la cargo y volvió a sentarla y él fue a lavarlos, dejando a los menores en la mesa.
—Hinata-san.
—¿S-Si?
—Me preguntaba… ¿Cómo le está yendo con su entrenamiento?
—Pu-pues… —jugó con los dedos–. Bi-bien… supongo.
—¿Supone?
—Yo... —bajó la cabeza.
—Tachi, no la molestes —se inclinó a un lado de la niña—. ¿Qué te parece ir a mi cuarto por el libro de cuentos?
—S-Sí —se levantó, saliendo de la cocina y caminando por el pasillo.
—Itachi —tomó asiento frente a él—. No preguntes cosas como esas.
—¿Por qué?
—Sabes cómo son los Hyuuga. Su entrenamiento es bastante difícil de manejar para Hinata-chan. Muy apenas puede seguir el ritmo que quiere su padre, pero lo intenta —torció la boca.
—Se nota que algo te disgusta.
—Su primo —Itachi enarcó una ceja—. Es con quien entrena y… la mira como si fuese una molestia que debe desaparecer. Claro que lo hace cuando nadie lo ve.
—¿Cómo sabes que lo hace?
—He ido varias veces para llevarle un rollo de canela o sacarla a jugar, normalmente está en sus entrenamientos, por lo que siempre espero a que acabe. Y cuando cree que nadie lo ve, simplemente la observa de esa forma tan molesta. —soltó un leve gruñido—. Me molesta tanto ese mocoso. Me mira como si fuese superior a mi o a cualquiera.
—Es un Hyuuga. Tanto ellos como la gran mayoría de los nuestros, tienen el ego y el orgullo por los cielos.
—Bueno, en eso tienes razón —se levantó, saliendo de la cocina seguido del más joven, encontrándose a la niña volviendo del cuarto con un libro en las manos—. ¿Te fue difícil encontrarlo?
—U-un poco —se sonrojó, mirando el libro que tenía en las manos, ya algo gastado y titulado "Cuentos para la hora de dormir." Estiró este hacia el mayor, quien mejor la cargó a ella, provocando que soltara un chillido de sorpresa, para después reír divertida. Se sentó en el sofá, poniéndola sobre su regazo, Itachi se acomodó a un lado de ellos, mirándolos curioso.
—¿Cuál quieres leer hoy?
—El conejo de la luna.
—Pero es muy corto —bajó la mirada—. Pero lo leeremos, ¿sí? —restregó su mejilla contra la de ella, provocando que se pusiera colorada.
—O-Ok —jugó con sus dedos.
—Bien. ¿Lo lees tú o yo?
—T-Tú —sonrió tímidamente.
—De acuerdo —hojeó un poco, encontrando uno titulado "El conejo de la luna*". Se aclaró la garganta de forma exagerada, que le sacó algunas risillas a la Hyuuga, y tomó aire, comenzando a leer en voz alta—. "Un día, un viejo peregrino iba caminando por el bosque. Llevaba muchas horas de viaje y ya estaba muy fatigado, pues no había comido ni bebido nada durante todo ese tiempo. Cuando sus fuerzas comenzaban a abandonar su cuerpo se encontró en el camino con un zorro, un mono y un conejo.
Tomó aliento y continuó:
—Al verlos, se aproximó a pedir a los animales un poco de alimentos. El mono, se paseó de árbol en árbol recogiendo frutas para el peregrino, el zorro cazó un ave y el pobre conejo no pudo conseguir nada. Éste, al ver que sus compañeros habían conseguido sustento y la tristeza en la cara del peregrino, se puso a recoger ramas y hojas secas. Las apiló y encendió un fuego, cuando las llamas habían prendido bien las ramas y el fuego era fuerte, el conejo saltó dentro ofreciéndose como alimento para el anciano" —Hinata abrió grande los ojos, conteniendo la respiración. Ambos adolescentes sonrieron algo enternecidos por su reacción—. "Este, al ver al conejo ardiendo en el fuego y sacrificando su vida por él, reveló a los animales que se trataba de una deidad que estaba poniéndolos a prueba. Apagó el fuego, recogió los restos y se fue hasta luna para enterrarlo.
Dio vuelta a la página, apreciándose un dibujo de un conejo con un mazo y una cubeta dentro de un circulo.
—Se dice que los conejos saltan porque quieren ver a su héroe que se encuentra en la luna gracias a la deidad. Si miras hacia la luna, verás un conejo con un mazo, mientras amasa arroz para hacer un mochi".
—Es una historia muy bonita, aunque algo triste —la miraron, encontrándose con la dulce sonrisa que tenia plasmada en su boca y la tierna mirada en sus ojos perlas.
—¿Lo crees así?
—Si.
—¿Qué se te viene a la mente con eso, Hinata-san? —preguntó Itachi, ya que Sasuke había dicho que el conejo era muy estúpido al haber hecho eso y mejor ignorar al hombre cuando le leyó el mismo cuento hace tiempo. Si, su hermano a veces era algo insensible.
—Pu-pues… el conejo se comprometió a buscarle comida al hombre y al no e-encontrarla, decidió entregar su pro-propio cuerpo como bonificación por no conseguir nada —jugó con sus dedos—. Es como… decir que me comprometo a entregar todo de mí en las cosas que me propongo por hacer.
—¿Me daría un ejemplo?
—U-Un ejemplo… cuando entreno con Otou-sama… trato de dar lo mejor de mí para tener su aprobación y que me mire con una sonrisa —bajó la mirada con tristeza. Los pelinegros se miraron, imitándola después. Shisui la estrechó más contra él.
—¿Qué te parece dormir un poco, Hinata-chan?
—¿Dormir?
—Si. En lo que viene Ko-san.
—B-bien —intentó levantarse, pero lo miro extrañada al sentir que no la soltaba—. ¿Shisui-kun?
—Hazlo sobre mí, sabes que no me importa que lo hagas —le sonrió. Se sonrojó, acomodándose mejor en sus brazos sin negarse.
Cerró los ojos, quedándose dormida al instante, sintiendo la calidez que emanaba del chico.
—¿Y qué harás?
—¿Mm? —parecía distraído mirando su rostro, apreciando sus largas pestañas.
—Con ella. ¿La vas a alejar de ti? Sabes que te quiere mucho, y con lo que está viviendo en su casa, podría ser difícil.
—No lo sé. Si me alejo ahora, la pasará mal, podría decirse que soy su soporte —acarició su mejilla—. Se le nota en la mirada cada vez que está conmigo en un día difícil. Lo más probable, es que me siga buscando, pero… —la estrechó más contra su pecho—. Al comenzar a sentirse rechazada, se volverá más introvertida. No quiero que le pase eso.
—La conoces muy bien.
—Aunque no lo hiciera, se nota que ella busca algo a lo que aferrarse desde la muerte de su madre. Si pierde lo único que la hace estar de pie, no me quiero imaginar que tan profundo seria el pozo en el que cayera —lo miró—. Tiene a su hermana pequeña, pero no es lo mismo.
—Si. ¿Y entonces?
—Si legase a ocurrir algún problema en el futuro con la familia Hyuuga, lo más probable es que si me alejen.
—Debe ser difícil para ti.
—Como no tienes una idea. Imagínate si en algún momento te alejaran de Sasuke, ¿cómo te sentirías?
—Horrible. Pero Sasuke es mi hermano —lo miró con sus oscuros ojos, esos que usaba para tratar de averiguar algo—. Shisui… ¿Qué es Hinata-san para ti?
Abrió la boca para contestar, pero los golpes en la puerta lo detuvieron.
—Debe ser Ko-san —se levantó con la niña en brazos, caminando a la entrada seguido del menor.
—Buenas tardes, Shisui-san, Itachi-san —el castaño los saludó con una reverencia y una suave sonrisa en cuanto abrió la puerta.
—Buenas tardes, Ko-san —Itachi lo imitó.
—Buenas. Ya te he dicho que no seas tan formal conmigo —le extendió la ropa de la pequeña, ayudándose mutuamente para poder ponérsela sin necesidad de llegar a despertarla.
—Lo sé, pero no puedo evitarlo —la tomó en brazos cuando ya estuvo completamente abrigada.
—Ya almorzó.
—¿Si le llevó su comida?
—Sí, me sorprendió que me esperara. ¿Eres su protector y la dejas estar en plena tarde congelándose? —se cruzó de brazos con una suave sonrisa.
—No la dejé sola, la cuidé desde la distancia. No me dejó estar junto a ella. Incluso me dijo que me daba el día libre.
—Je. Típico de ella.
—En todo caso, gracias por cuidarla, Shisui-san —le hizo otra reverencia, ignorando la mueca de incomodidad del mayor por el gesto.
—Sabes que por mí no hay problema. Con gusto lo haría, aunque no me lo pidiesen.
—Entonces, dejaré que mañana venga a jugar con usted.
—No la dejes.
—¿Eh?
—Yo iré por ella. Una pequeña dama como ella, no debería andar saliendo con tanto frio solo por ver a un chico. El chico debería ir por ella —mostró su blanca dentadura ante la mirada de cansancio del Hyuuga.
—Siempre tan gracioso, Shisui-san.
—Ya me conoces, es parte de mi encanto. Voy por ella a medio día.
—De acuerdo. Hasta luego, Itachi-san.
—Nos vemos, Ko-san.
Saltó sobre los techos, desapareciendo en la distancia.
—Yo también me voy, Shisui.
—¿Ya? —hizo un puchero.
—Si. Kaa-san debe estar algo desesperada de que no llegue a casa.
—De acuerdo —vio cómo se ponía las sandalias, saliendo de la casa.
—Por cierto, Shisui. Espero una respuesta a lo que te pregunte —se fue sin mirarlo.
—"Muy perspicaz, Tachi. Pero lo mejor es que no te enteres" —cerró la puerta, yendo a la sala, acomodando todo en su lugar—. Hinata-chan es mucho más importante que una hermana menor —susurró a la nada, mirando la portada del libro de cuentos—. Más de lo que te puedes imaginar.
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—¿Cómo van las cosas en el clan? —preguntó el líder de la aldea.
—El clan se está poniendo cada vez más nervioso con respecto a la gente de la aldea —dijo Shisui, teniendo puesto su uniforme Jounin.
—Por el momento, aún están controlándose, pero no sabemos hasta qué punto se mantendrán así.
—De acuerdo. Gracias por reportar. Puedes retirarte Itachi, quiero hablar de algo con tu primo.
—Sí, señor —desapareció en una nube de humo.
—¿Qué ocurre, Hokage-sama?
—Tu tío ha pedido tu retiro como shinobi a mi servicio para que estés por completo afiliado a la policía.
—¿En serio?
—Si. En realidad, vino a primera hora a decírmelo.
—Vaya. Ni siquiera me dijo nada.
—Es normal. Teniendo en cuenta que uno de sus mejores ninjas está trabajando el doble, en vez de estar metido a una sola cosa, no le gusta.
—Tiene sentido.
—Pero después de todo, es tu decisión el retirarte o no.
—No se preocupe. Seguiré a sus servicios. Pero si mi tío piensa eso, lo mejor es que no tome tantas misiones y me concentre en mi trabajo como capitán de escuadrón.
—Es una alegría el seguir teniéndote con nosotros.
—Sabe que nunca lo decepcionaré.
—Gracias. Puedes retirarte.
—Si —salió por la puerta, bajando las escaleras con tranquilidad, viendo los copos de nieve caer—. ¿A dónde debería llevar a Hinata-chan hoy? —caminó por las calles, ignorando algunas de las miradas hostiles que le mandaban las personas. Llegó a la entrada de la mansión Hyuuga, siendo recibido por unos ojos claros que lo miraban con seriedad—. Buenas tardes, Hoheto-san —saludó con una sonrisa.
—¿Vienes a ver a Hinata-sama, Uchiha?
—Sino, ¿para qué más vendría? —entró, caminando por el ya tan conocido pasillo. Llegó al cuarto de Hinata, extrañándose al no encontrarla ahí.
—Shisui-san —una mujer de cabellos verdes y los comunes ojos dentro de ese clan, se acercó a él.
—¡Natsu-chan! Oh. Traes a Hanabi-chan —acarició la cabeza de la pequeña, quien lo miraba con mala cara—. ¿Por qué siempre me ves así? —ladeó la cabeza con una gota de sudor resbalándole por la nuca—. "Debe ser cosa de familia".
—¿Buscas a Hinata-sama?
—Si. ¿Sabes dónde está?
—En el dojo, entrenando con Hiashi-sama.
—De acuerdo. Gracias —se fue por un pasillo.
—Ese chico… —suspiró, caminando al cuarto de la menor.
Al llegar al dojo, se quedó afuera, escuchando los golpes de palmas que venían desde el interior, sabiendo que Hinata entrenaba de vez en cuando contra su primo Neji, quien, a decir verdad, seguía sin caerle muy bien.
Diez minutos después, el mocoso, como él le decía en su mente, salió vestido con su ropa oscura de entrenamiento. Se detuvo al verlo, observándolo con sus ojos fríos y calculadores. Le sonrió amablemente, mirándolo con advertencia.
Neji chasqueo la lengua contra el paladar, chocando contra él intencionalmente al pasar a su lado, sin llegar a moverlo ni un milímetro.
—Uchiha —una voz grave, con tono autoritario, llamó su atención, encontrándose con Hyuuga Hiashi.
—Hyuuga-sama —hizo la tan acostumbrada reverencia. Siguió en la misma posición hasta que el patriarca de ojos blancos se fue por el pasillo. Se enderezó, soltando un largo suspiro.
—Shi-Shisui-kun —se giró al escuchar la dulce y tímida voz de Hinata, encontrándola con la misma vestimenta que Neji, claramente viéndose mucho más linda que él.
—Yo —levantó una mano, poniéndose a su altura—. ¿Cómo te fue en el entrenamiento?
—Bien.
—Estas sudando mucho y sales con este frio —se quitó el chaleco al ver las manchas de humedad en la ropa, junto a algunas gotas de sudor que bajaban por sus mejillas, colocándolo sobre sus hombros.
—¿Shisui-kun?
—Es para que te mantengas caliente —le sonrió dulcemente.
—Gra-gracias —devolvió el gesto sonrojada, por el frio o al esfuerzo físico, no lo supo.
—De nada. Ven, vamos a que te cambies en tu cuarto.
—Si —tomó la mano que le ofrecía, caminando junto a él hasta entrar en la casa y llegar a su habitación. La dejó entrar solo a ella, esperando a que saliera.
Pasaron algunos minutos, había comenzado a aburrirse, mirando las figuras que hacia la madera en el suelo. Sabía que Hinata solía tardarse en cambiarse de ropa, pero el que lo hiciera más de lo normal, significaba que termino bastante lastimada con el entrenamiento.
Soltó un suspiro, tocando la puerta suavemente, recibiendo un "¡Y-Ya voy, Shisui-kun!". Siguió esperando, hasta que por fin escuchó el deslizamiento de madera contra madera, girando y encontrándose con la pequeña vestida de una chamarra morada dos tallas más grandes que su ropa normal, junto a unos pantalones azul marino llegando hasta sus talones.
—¿Lista? —le sonrió.
—Si.
—Bien. Vamos a pasear por la aldea, ¿te parece? —la tomó de la mano, sintiéndola algo más suave de lo normal—. "Se puso su ungüento para los golpes."
Salieron de la mansión ante la atenta mirada de todos, al fin y al cabo, con lo que estaba pasando, era normal de que desconfiaran de los Uchiha, a pesar de llevar años conociendo al chico de cabello rizado, no quitaba el hecho de que posiblemente traicionase la aldea y le hiciera algo a la heredera.
Llegaron a un parque, donde los padres llamaban a sus hijos algo desesperados, mirando a alguien de mala forma.
—Ni te acerques, chico, acaba de llegar ese monstruo —una mujer lo miró, teniendo a su hijo en brazos—. Ya ni para que llevar a tu hermanita —se fue.
—¿Te molesta si nos acercamos, Hinata-chan? —se sorprendió al verla sonrojada, pero lo ignoró, pensando que solo era por el frio que estaba haciendo. Al ver que negaba, subieron los escalones y se encontraron con el niño rubio, solo y con una mirada de tristeza—. ¿Qué te parece si jugamos con él?
—¿Podemos?
—Claro, no veo por qué no. Además, no hay nadie de tu clan que diga que no —la pequeña sonrió contenta, asintiendo—. Entonces, vamos —se acercaron a él, haciendo que se asustara y retrocediera un poco.
—¡Yo no le hice nada! —apuntó a la ojiperla.
—Gua, tranquilo, lo sé. Veo que si te gustó la bufanda —comentó, viendo la prenda alrededor de su cuello, mal puesta, por cierto.
—Oh. Eres el que me la dio-ttebayo. ¿Vienes a quitármela?
—No. ¿Recuerdas lo que te dije? —al ver su cara de no entender, sonrió—. Si te gustaba, te la podías quedar, sino era así, podías tirarla. Te gustó, ¿no?
—Si. Es cálida.
—Es tuya, entonces.
—Gracias Dattebayo —miró a otro lado con un pequeño puchero en sus labios, sacando levemente el inferior.
—De nada. ¿Quieres jugar?
—¿Jugar? —sus ojos se le iluminaron.
—Sip. Ella es Hinata —la empujó un poco, haciendo que quedara frente a él—. Jugará con nosotros.
—Ho-hola —jugó con sus dedos índices, encogiéndose de los nervios, llegando a ocultar la mitad de su rostro en la bufanda que traía puesta.
—Ella puede ser también tu amiga.
—¿Amiga? —la miró sorprendido—. ¿En serio serás mi amiga?
—S-Si tu qui-quieres.
—¡Si! —sonrió, mostrando toda su dentadura, totalmente feliz. La abrazó, haciendo que soltara un pequeño gritito de sorpresa—. ¡Ven! ¡Vamos a los columpios! —la jaló hacia estos, sentándola en uno y él en otro.
—Yo los empujo —el Uchiha se puso detrás de ellos, empujando a cada quien con un brazo.
Los menores reían divertidos. Aunque Hinata ya estuviera acostumbrada a eso por parte de Shisui, nunca dejaba de divertirse con estas cosas. Para Naruto, la cosa era diferente, nadie, en toda su corta vida, le había dicho directamente que quería ser su amigo, ni siquiera para jugarle una broma, y mucho menos el que quisieran jugar con él.
El simple hecho de estar riendo junto a una niña que en ningún momento lo miró con desprecio, se veía incomoda, pero no parecía querer correr lejos de en el algún momento. Observó de reojo al chico detrás de ellos que los empujaba para que tomaran vuelo con el columpio, sonriendo con amabilidad, tal como lo veía, se dio cuenta que no le era incomodo tocarlo, incluso siendo por unos segundos en lo que volvía a empujarlo hacia el frente.
Cerró los ojos, disfrutando del pequeño momento en el que se sintió visto y no ignorado, sintiendo la calidez de alguien y no solo el frio invernal. Se permitió reír como nunca lo había hecho antes. Y sólo pidió algo, que ese momento durara por siempre.
Después de jugar un rato en el parque, a los niños les dio hambre, por lo que Shisui decidió llevarlos a comer ramen. En el camino, Naruto no dejaba de decirle a Hinata lo maravilloso que era el ramen y casi regañándola cuando ella le dijo que nunca lo había probado. Sin exagerar, comenzó a enumerarle las múltiples cosas por lo que esa comida era lo más delicioso en el mundo. La Hyuuga no dejaba de pedirle perdón, avergonzada, pensando que hizo algo malo al no comerlo antes, hasta que llegaron al local.
Mientras comían, Shisui notó que el rubio casi parecía un bote sin fondo, ya había pedido cinco platos desde que les sirvieron el primero, y eso fue hace diez minutos. Un pensamiento cruzó su mente: "mi cartera va a sufrir".
Bajó la mirada a la peli azul, sonriendo al ver como aplicaba sus modales hasta para algo tan banal como comer un simple ramen. Tan diferente a los dos chicos, ella tomaba los fideos con los palillos y soplaba suavemente hacia estos para enfriarlos un poco, y con la cuchara, llena de caldo, los remojaba para evitar que perdieran su sabor. Para no haber comido antes el platillo, sabía muy bien cómo hacerlo.
Al acabar de comer y Shisui llorar por todo el dinero que tuvo que pagar, volvieron al parque, por insistencia del niño zorro.
Jugaron hasta el cansancio.
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Dejó al Uzumaki en su cama, temiendo que se despertara por haber rebotado, pero soltó un suspiro de alivio al ver que solo se acomodó mejor y se abrazó a una almohada.
Miró el pequeño cuarto, encontrando botes de ramen instantáneo en el suelo, bolsa de papas y ropa regada por todos lados, incluyendo los calzoncillos del chico.
Suspiró, feliz de que Hinata estuviera dormida, sino, la tendría desmayada en el momento en el que entrara al departamento. Bajó la mirada, mirándola descansar en sus brazos, sonrojada por el cambio de temperatura del exterior al interior.
Fue un milagro traer a ambos cargando, tomando en cuenta que Naruto se movía como poseso mientras duerme. Varias veces estuvo a punto de caérsele, por suerte, alcanzaba a agarrarlo bien gracias a sus reflejos.
Lo cubrió con una cobija para que no pasara frio más noche, suponiendo que dormiría hasta la mañana siguiente.
Salió del departamento, cubriendo mejor a la Hyuuga al ver que nevaba más fuerte.
Caminó tranquilamente por las calles, no importándole tanto el frio, había estado en climas peores a lo largo de su servicio como shinobi, incluso estando sin menos ropa que en ese momento. Gracias a todo eso desarrolló una buena resistencia al dolor.
Al llegar al clan Hyuuga, se detuvo varios metros de la entrada, mirando una de las ventanas que se encontraba en la parte alta de la casa principal.
—"Que flojera aguantar los regaños de Ko-san por traerla tarde. Además, el cuarto de Hinata está directo a la calle. Posiblemente esto sea otro regaño, pero es lo mejor que se me ocurre" —saltó sobre la barda hasta una rama frente a la ventana del cuarto; volvió a saltar, quedando en la cornisa y empujando el cristal, abriéndolo con cuidado y entrando.
Suspiró, al parecer, nadie se dio cuenta de nada. Cerró la ventana y caminó a la cama en el centro de la habitación, dejando a la niña en esta.
—Bien. ¿Te pongo el pijama o le digo a Natsu-chan que venga? —puso una mirada pensativa, para después suspirar—. Como dije antes, prefiero evitar un regaño —caminó a la cómoda frente a la cama, abriendo los cajones y sacando la ropa para dormir de color lila, de franela, con dibujos de conejitos dormidos sobre una media luna—. Vaya, que oportuno —sonrió al recordar el cuento del día anterior que le encantaba a la menor—. No quiero pensar que lo compraste por eso, ¿o si, Hinata-chan? —le quitó la ropa que comenzaba a estar húmeda por la nieve.
La dejó con la blusa blanca que tenía debajo, poniéndole la parte de arriba y le abrochó los botones. Miró sus piernas, tragando saliva.
—Es una niña. No tiene nada de malo que un chico cambie a una niña —puso mala cara—. Eso se escuchó peor que en mi mente. Bien, si cierro los ojos, no pasará nada malo —le quitó los zapatos, para después cerrar los ojos y llevar las manos al elástico de su pantalón. Agarró aire, comenzando a jalar hacia abajo. Sintió sus dedos rozando su suave piel, hasta lograr quitárselo.
Se giró, dejando el pantalón sobre una silla y viendo la posición correcta del pijama.
Se tensó al escuchar movimiento detrás de él. Miró de reojo a Hinata, notando que simplemente se acomodó mejor para buscar calor. Respiró aliviado, cerrando los ojos y colocándole la ropa como pudo. Al estar lista, la colocó de manera que su cabeza estuviese sobre la almohada y luego la cubrió con las cobijas.
—Eres muy tierna, Hinata-chan. Aceptar a Naruto como tú lo hiciste… él lo apreciará mucho —acarició su mejilla—. Ojalá pudieran seguir jugando, pero… con la mentalidad de tu clan, creo que será imposible a menos de que yo esté contigo —juntó sus frentes, mirándola dormir con dulzura—. Ahora que recuerdo… Itachi me preguntó que eras para mi… creo que no lo entendería —cerró los ojos—. Ni siquiera yo entiendo lo que siento —los abrió, admirando lo largas que eran sus pestañas—. Perdóname… perdóname si en algún momento me alejo de ti, pero… será por tu bien.
Se levantó, tomando las húmedas prendas y poniéndolas en el cesto de la ropa sucia. Regresó, acomodando las botas de invierno de la menor debajo de la cama.
—Shisui…
—¿Mm? —levantó la cabeza al escucharla, encontrando su rostro a sólo centímetros del suyo. Se sorprendió tanto que no supo cómo reaccionar. Tragó saliva, esperando que no estuviese despierta o terminaría con un gran golpe en la frente, después de todo, ya había ocurrido una vez (Hinata sí que tenía una cabeza muy dura).
Al ver que seguía dormida, dejó escapar lentamente el aire que tenía atrapado en sus pulmones, con miedo de despertarla.
—Shisui… —arqueó una ceja, parecía estar hablando entre sueños.
—"Me pregunto qué estará sonando" —sonrió de lado, acariciando su mejilla.
—Shisui... —al volver a escuchar su nombre de nuevo, desvió sus ojos a los labios pequeños y rosados de Hinata, que estaban levemente abiertos. Bajó los dedos, acariciando el labio inferior.
—"Son muy suaves" —a la mente se le vino una imagen de él besándola, provocando que se alejase de un salto hasta la esquina contraria del cuarto, completamente rojo, con los ojos bien abiertos y tapándose la boca con la mano—. "¿¡Qué demonios acabo de pensar!?" —se restregó la cara con ambas manos, soltando un quejido silencioso.
Caminó a la ventana, mirando a la peli azul dormir tranquilamente, ajena de lo que acaba de pasar. Salió, cerrando con cuidado la ventana y yéndose con saltos por los tejados de las casas adyacentes, pensando que nadie lo había visto. Pero se equivocó, un chico de 7 años lo miró irse; su largo cabello de color café, amarrado con una cinta, ondeaba con el frio viento. Entrecerró los ojos, mirando la ventana por donde había salido el Uchiha.
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Pasaron días desde ese incidente, Shisui tuvo que salir en una misión de emergencia junto a su equipo. Llevaba una semana fuera y justamente ese día, entró por la gran puerta de Konoha, aliviado y contento de estar en casa de nuevo.
Saludó a Izumo y a Kotetsu, que trataban de mitigar el frio lo mejor posible con unas mantas, devolviendo el saludo con las manos temblorosas.
Le dijo a su equipo que podía retirarse, ya que él iría a entregar el reporte al Hokage.
Se despidieron contentos, caminando lejos de él. Soltó un suspiro, mirando alrededor, esperanzado, pero a la misma vez no, el que la heredera Hyuuga lo estuviese esperando.
—Shi-Shisui-san —lo llamó Kotetsu, haciendo que lo mirase—. Si… Si buscas a la pe-pequeña Hyuuga… I-Itachi-san se… se la llevó hace ra-rato —tartamudeaba debido al frio y al temblor que no lo dejaba hablar, castañeando los dientes.
—¿Itachi? ¿Sabes a dónde?
—Di-dijo algo de to-tomar algo… ca-ca-caliente. Venía con Sa-Sasuke —dijo Izumo.
—Oh. Ya. Gracias —comenzó a caminar, pero se detuvo al dar unos cuantos pasos, girándose a verlos con una sonrisa burlona—. ¿Saben, chicos? Deberían encender una fogata o algo. Ya casi parecen unas paletas de hielo —hizo un sello con su mano derecha, desapareciendo con su Shuunshin no Jutsu ante los ojos de molestia por parte de los "guardianes" congelados.
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El Hokage fumaba su pipa con tranquilidad, mirando por el gran ventanal de su oficina hacia su hermosa y amada aldea. Soltó el humo que contenía, formando una gran nube.
—Veo que has regresado a salvo, Shisui —se viró en la silla, mirándolo con la calma de un anciano cansado.
—Sí, Hokage-sama —tenía una rodilla apoyada en el suelo, observándolo con respeto—. Llegue alrededor de cinco minutos a la aldea. Le dije a mi equipo que podrían adelantarse a descansar y yo entregar el informe.
—Debes estar exhausto.
—Estoy bien —sonrió.
—Ponte de pie —obedeció—. Te haré una pregunta incomoda.
—De acuerdo.
—¿Cómo van las cosas en el clan? —aspiró de la pipa, soltando el aire con pesar al ver que se tensaba.
—No muy bien. Cada vez es más pesado el ambiente en la zona Uchiha, incluso en la policía… cuando alguien nos ve, nos mira con enojo, y los demás se ofenden.
—Perdón.
—No se preocupe. No es su culpa. Simplemente habló de una realidad que golpeó en el orgullo al clan. Incluso yo comprendo que un Uchiha pudo haber sido el culpable del ataque del Kyuubi, pero… no de aquí. El culpable no está en la aldea.
—¿Por qué lo dices?
—A pesar del rencor que los Uchiha le tienen en este momento a Konoha, en ese tiempo, nadie pudo haberlo hecho, ya que todos amaban a esta aldea —bajó la mirada—. La sospecha de los aldeanos los está cambiando a todos.
—No a todos —lo miró—. Tanto tú como Itachi aman a Konoha. Son diferentes a las demás personas de su clan, y se nota a leguas.
—Gracias, Hokage-sama. Yo… ¿puedo retirarme?
—Adelante —asintió.
Le dejó un pergamino con el reporte en el escritorio, haciendo una reverencia respetuosa y salió por la puerta.
—Que difícil situación —soltó el humo, mirando una vez más por la ventana.
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Se acercó a la tienda de sus tíos, soltando una risilla al alcanzar a ver como el pequeño Sasuke casi estaba encima de su hermano mayor, pareciendo hablar algo sobre este por el brillo de sus ojos.
—¡Mi nii-san es tan fuerte que puede hacer que Shisui-san se arrodille ante él! —Extendió su tenedor con la rebanada de tomate encajada, haciendo un gesto de admiración y egocentrismo.
—Sasuke. Shisui es por mucho más fuerte que yo —intentó bajarlo y sentarlo en su lugar, hablando con humildad—. Además, no creo que a Hinata-san le interese saber la diferencia de poder entre nosotros.
—Y-Yo… e-está bien si-si Sasuke-san quiere ha-hablar de eso —jugó con sus dedos—. Lo ha-hace porque lo admira y qui-quiere mucho, Itachi-san —le sonrió con nerviosismo, sin mitigarse su dulzura natural.
El de la coleta la miró algo sorprendido, para después sonreír de manera calmada.
—Gracias por su pensamiento, Hinata-san —el comentario provocó que la pequeña se sonrojara. Sasuke al ver eso, infló las mejillas y se cruzó de brazos.
—¡No hables de mi como si no estuviera presente!
—¡L-Lo siento!
—Además, ¿por qué hablas tan trabado? Se escucha muy feo, como su fueras retrasa-
—Sasuke —el mayor lo miró serio.
—Chibisuke~ —puso una mano sobre su cabeza—. Déjala en paz o te diré cosas peores.
—O-Ok —tembló al escuchar la voz espeluznante con la que le habló.
—Bien —quitó la mano, para después sentarse al lado de la niña—. Supe que me esperaste —la miró—. ¿No te dije que no era necesario? —sonrió tiernamente hacia ella, logrando otro nuevo puchero en el menor de los Uchiha.
—Si. Pe-pero Itachi-san me vio y qui-quiso traerme a tomar algo ca-caliente.
—Bueno. Gracias, Tachi. Estaba preocupado de que se congelase al esperarme.
—No agradezcas, pasaba de casualidad y la vi sentada en una banca cerca de la entrada.
—Aun así. Te tomaste la molestia de traerla a aquí. ¿Sabes qué? Te compraré una orden de dangos como agradecimiento —le sonrió.
—¿Eh? No es...
—¡Obaa-san! ¡Una orden de dangos para Tachi!
—¡A la orden, Shisui-chan! —se escuchó desde adentro de la cocina.
—Shisui…
—Déjame. ¿Ya comiste tus rollos de canela, Hinata-chan?
—S-Si, Shisui-kun —asintió sonrojada.
—Bien —acarició su cabeza, mirándola detalladamente.
Itachi los miraba de reojo, examinando las reacciones de ambos. Pero se desconcentro al sentir ser jalado del brazo. Bajó la mirada, encontrándose con la mirada de molestia de su hermano. Sonrió enternecido, acariciándole la cabeza también, haciendo que cambiara su expresión a una de satisfacción.
Shisui no les prestaba atención, solo a la pequeña heredera a su lado. Una princesa en todo su esplendor, viendo como sostenía la taza de su té, como si estuviera en una ceremonia donde tenía que demostrar todos sus modales. Cerraba sus ojos después de soplar levemente, tomando pequeños sorbos, y degustaba el líquido.
Cuando su tía le trajo los dangos, le robó uno a su primo, recibiendo una mirada de reproche por parte de este.
—Si te duermes, pierdes —comió una bolita, sonriéndole travieso. Hinata soltó una risilla por la interacción de los mayores.
—¿Jugaras conmigo luego, nii-san?
—Si. Estaré desocupado.
—¡Si!
—¿Te nos unes, Shisui?
—Nah. Vengo de una misión, estoy cansado.
—De acuerdo. ¿Y usted, Hinata-san?
—Y-Yo… —jugó con sus dedos—. No pu-puedo. Tengo que re-regresar a entrenar. Lo si-siento.
—No se preocupe, es comprensible. Que le vaya muy bien.
—Gra-gracias —le sonrió, sacando miradas de molestia por parte de Sasuke y Shisui, este último sin saber el porqué.
—¿Ko-san te recogerá o te llevo yo? —le preguntó el mayor.
—T-Tú, Shisui-kun. Si no te es mo-molestia.
—Sabes que no. ¿Nos vamos ya? —se levantó al verla asentir—. Nos vemos Tachi, Chibisuke —tomó la mano de la niña, quien había hecho una reverencia de despedida.
—Hasta luego, Hinata-san —respondió la reverencia con un asentimiento de cabeza y una sonrisa amable, sonrojándola.
Salieron de la tienda con tranquilidad.
—Tu almuerzo, Shisui-kun.
—¿Mm? ¿Qué pasa? —la miró.
—Se enfrió —bajó la mirada, observando la caja de bento en sus manos. Sabía que al mayor le gustaba tener la comida caliente, ya que le recordaba al tiempo en el que su madre le preparaba algo.
—No te preocupes —acarició su cabeza, sonrojándola—. Puedes dármelo aun así, sabes que siempre me comería tu comida, aunque estuviese congelada o hirviendo —le extendió la mano, tomando la caja—. Y por lo que huelo, hiciste salchichas de pulpo, mis favoritas.
—Me… me alegro —jugó con los índices, sonriendo dulcemente.
La dejó en su casa, esta vez en la puerta frente a todos los guardias y se fue de regreso a la zona Uchiha.
Al llegar a su hogar, se quitó los zapatos y el chaleco. Caminó a su cuarto, sentándose en la cama y abrió la casa, sonriendo al ver que había acertado con las salchichas en forma de pulpo, junto a algunos vegetales de temporada hechos al vapor, algo de carne y arroz.
—Hinata-chan es tan considerada —sonrió, degustando cada bocado que daba.
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Primavera otra vez, la nieve se había descongelado hace semanas y dejó que los capullos de flores crecieran o los arboles volviesen a tener poco a poco su follaje. A pesar de tan hermoso espectáculo, el ambiente en la Aldea de la Hoja era algo tenso.
La gente, tanto aldeanos comunes, como algunos ninjas, reaccionaban de mala forma cuando algún integrante del clan Uchiha estaba cerca de ellos, a pesar de que estos hacían su trabajo de supervisar la seguridad dentro de la villa, ya nadie los veía con buenos ojos.
La incertidumbre de los aldeanos era de tal manera tanta que los del mismo clan comenzaban a inquietarse, teniendo un plan de volver a tener el respeto que en un principio debieron de tener.
Era de noche, al día siguiente era el tan esperado Hanami por las personas, menos para los Uchiha, quienes se reunían en el Santuario Nakano, justo a donde se dirigía Shisui.
—¿Por qué hacen esto tan tarde? —se quejó, molesto de tener que ir a algo que posiblemente sea otra platica de lo que deberían hacer en contra de la aldea.
Entró al Santuario y se dirigió hacia una roca, haciendo una secuencia de sellos que provocó que la gran piedra se moviera y mostrara la sala principal, a la cual ingresó con un bostezo.
Se acercó al séptimo tatami a la derecha, levantándolo y encontrando unas escaleras que descendían, entró y bajó, viendo a los demás integrantes adultos del clan dentro, exceptuando a los menores y no tan fuertes.
—Llegas tarde, Shisui —su tío lo miró de mala forma. Estaba en el frente de toda la sala, arrodillado sobre un cojín. A su derecha, su esposa Mikoto le sonrió amable, incluso maternalmente, volviendo a guardar las apariencias; a la izquierda estaba Itachi serio, quien no lo miró en ningún momento desde que entró.
—Lo siento, me quede hasta tarde en la estación haciendo los informes que me pidió y llegué a casa directo a mi cama —sonrió con gracia, sacando suspiros de exasperación de la mayoría.
—Bien. Que no vuelva a pasar.
—De acuerdo.
—Ya que Shisui ha llegado, es mi deber continuar con lo que se supone venimos a hacer aquí —se aclaró la garganta—. He estado pensando bien en todo y descubrí que necesito un poco más de tiempo para planear con mejor precisión todo lo que haremos.
—Capitán —un hombre de cabello largo, de color café oscuro y mirada dura, levantó la mano—. Todo empeora, ninguno de nosotros soportará por más tiempo el que esa gente descerebrada nos siga insultando como lo hacen con tanta libertad.
—Tranquilo, Nabi. Les pido de favor, que soporten lo que estamos viviendo, después de todo, dentro de poco nos volverán a ver con el respeto que nos deben, y si no es así, será con miedo —la mayoría aplaudió ante eso, hablando entre ellos—. Silencio —lo miraron callados—. En otras noticias, logramos tener a uno de los nuestros dentro de la fuerza más confiable de Konoha, en ANBU —se observaron entre ellos, intentando identificar quien era la persona del que el líder hablaba—. Presten atención. Mi hijo Itachi, el heredero, fue admitido en la organización como uno más en sus filas.
Shisui levantó la mirada, intentando no mostrar su molestia ante las palabras de Fugaku, notándose solo su sorpresa.
—"Le dije que no hiciera nada precipitado. Ese mocoso" —ahora ya sabía por qué no lo había mirado en ningún momento, estaba avergonzado, ya se le hacía raro que actuase de esa forma.
~Flashback~
Estaba en una gran roca mirando la cascada en el rio Naka, concentrado en el sonido de los grillos en el fondo, hasta que unas pisadas, casi silenciosas, interrumpieron su atención del entorno.
—Buenas noches, Shisui —Itachi se acercó a él, quedando a un lado suyo.
—Hola, Tachi —le sonrió, sin bajarse de la piedra, pero haciéndole un espacio para que se sentara, a lo que el menor lo hizo, mirando ambos a la cascada.
—El consejo también se está poniendo impaciente.
—Lo sé. Sandaime los tiene medio controlados, pero, en algún momento, todo explotará.
—¿Qué haremos?
—Esperar. No hay de otra —jugó con su coleta, haciendo que suspirara, pero sonrió al tener un momento de paz—. Je. Ahora que me fijo, tus ojeras y las mías sí que han crecido —apuntó a las marcas bajo los ojos de ambos.
—¿Mm?
—Todos estos problemas sí que nos han estado haciendo estragos.
—Ni que lo digas —soltó un suspiro.
—Itachi —lo miró—. Sé que eres el heredero, pero… no te agobies o terminarás haciendo algo que no te gustará.
—¿Por qué lo dices?
—No te precipites con las cosas, tómalas con calma, aunque no tengamos tiempo, por favor.
—Shisui, me estás asustando.
—Mejor si lo hiciera —suspiró–. Itachi, piensa bien en todo. Eres listo, sabrás salir de todo —le sonrió—. Debes tener cuidado con tus decisiones.
—No sé de qué hablas, pero… de acuerdo —cerró los ojos cuando el mayor le pasó un brazo por los hombros, pegándolo a él.
—¡Eso! Ahora, ¿qué te parece disfrutar de esta hermosa noche?
—¿No ibas a verte con una chica?
—Bueno… descubrí que sólo le gusto por mi belleza —puso el dorso de la mano contra su frente y cerró los ojos en una pose exageradamente dramática, sacando una risilla por parte de su primo.
—Al igual que la mayoría de chicas que nos conocen.
—Tienes razón. Es la terrible maldición Uchiha —dijo con una mala imitación de una voz oscura. Se miraron, explotando en carcajadas bajo una noche estrellada y sin ninguna nube que le estorbara a la hermosa luna brillante, donde podían actuar como chicos de su edad sin las presiones de sus títulos.
~Fin Flashback~
Soltó un suspiro mientras veía que los demás parecían estar felices.
—Ahora tenemos un infiltrado, Fugaku-sama piensa siempre en todo.
—El Hokage no se esperará eso.
—Konoha caerá ante nosotros.
—Silencio. Por el momento, seguiremos con esto como una adición al golpe de estado, por lo mismo, necesito replantear todo otra vez antes de seguir por completo. Les pido que todos sigan con sus órdenes normales, no se dejen llevar por lo que los demás dicen, demuéstrenles que no son lo que ellos dicen, guarden las composturas. ¿Entendieron?
—¡Si, señor!
—Bien. Pueden retirarse —todos se dirigieron a la salida, saliendo poco a poco sin amontonarse. El único que se quedó en su lugar fue Shisui, mirando el suelo.
—Shisui —levantó la cabeza, encontrándose a su tía Mikoto.
—Mikoto-obaasan —le sonrió.
—¿Estás bien?
—Si. ¿Por qué la pregunta?
—Te ves algo distraído.
—Oh. Es que me sorprendió la noticia sobre Tachi.
—Si. A medio clan, creo.
—Bueno, es algo sorpresivo, después de todo —se levantó al ver que la salida ya estaba vacía—. Me iré a dormir, nos vemos mañana.
—Si. Que descanses bien, querido —le sonrió, volviendo al lado de su esposo, quien hablaba con Itachi seriamente. Los miró de reojo por unos momentos, yéndose a su casa, pero se detuvo en la puerta. Examinó a su alrededor, viendo que la mayoría de la gente ya había entrado a sus casas. Hizo un gesto con la mano, desapareciendo de un momento a otro.
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Pasó la seguridad de la mansión como si nada, entrando a la ventana en el segundo piso sin llegar a ser notado por nadie.
Se sentó a un lado de la cama en el centro de la habitación, tomando la pálida mano, mucho más pequeña que la suya, sintiendo la suavidad y lo cálida que era.
Vio lo bien cuidada que estaba, a pesar de entrenar la gran parte del día y se supone que debería estar llena de heridas y callosidades, no había nada como esto, es más, sus uñas brillaban ante la blanca luz de la luna que entraba por la ventana.
—"Sus ungüentos sí que la ayudan" —sonrió—. "Parecen las manos de una muñeca. O, mejor dicho, de una princesa" —cerró los ojos, poniendo su mejilla contra el dorso de la mano—. "Aunque, eso eres, ¿no, Hinata-chan?" —respiró hondo, comenzando a adormilarse—. "Una princesa… encerrada en una torre, custodiada por un dragón" —con ese pensamiento, se quedó dormido, sosteniendo la mano de la pequeña contra su pómulo y sus labios sobre los nudillos, tal como el beso de una promesa de un caballero hacia su princesa.
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Hinata comenzó a abrir los ojos y se acomodó para poder estirarse, pero se desconcertó al sentir un jalón en su brazo izquierdo. Giró la cabeza hacia este lado, poniéndose colorada al ver a Uchiha Shisui tomando su mano, dormido en el incómodo suelo.
Tragó saliva al sentir el grito del susto atorado en su garganta, no porque el mayor la asustara, pero el encontrarlo de pronto en su habitación, justo al lado de su cama y sin soltarla por nada del mundo, fue una enorme sorpresa para la pequeña.
—Shi-Shi-Shisui-kun —incluso su tartamudeo se volvió aun peor. Al ver que no despertaba y en cambio se aferraba mucho más a ella, acercando el rostro al suyo, ocasionando que su cara pareciera uno de los tomates que se come Sasuke—. De-Despierta. Shisui-kun —intentaba no moverse tanto, porque si lo hacía, lo más probable es que cayera encima suyo.
El adolescente se desplazó más cerca de ella. Esta chilló, golpeando su cabeza contra la del pelinegro, para después caer encima de él.
Por el golpe, Shisui despertó, sintiendo un tremendo dolor justo en el centro de la frente, teniendo la vista algo borrosa por el repentino despertar. Bajó los ojos, encontrando a la heredera sobre él, estando completamente colorada, hasta el punto en el que se veía vapor salir de su cabeza y los ojos en remolino.
—¿Hinata-chan? ¿Qué te paso? ¿Hinata? —la movió, recibiendo solo sonidos por parte de la pequeña.
—¡Hinata-sama! —miró asustado a la puerta, mordiéndose el labio para no soltar un quejido por el dolor en su cabeza—. ¿Está bien, Hinata-sama?
—"Si me atrapan aquí, ¡será mi fin!" —tragó saliva y como pudo, hizo unos sellos, envolviéndose en una nube de humo, haciendo un Henge no Jutsu para convertirse en Hinata.
S-Sí. Es-estoy bien —hizo lo mejor que pudo en hacer su voz lo más dulce posible.
—¿Segura? ¿Por qué gritó?
—Y-Yo… me ca-cai de la cama.
—Oh. ¿Está herida?
—N-no. Es-estoy bien. No se pre-preocupen por mí —se mordió el labio—. "¡Ya lárgate!" —miró la puerta con desesperación.
—De acuerdo. Si necesita algo, por favor avíseme.
—S-Sí —aguantó la respiración mientras oía que se alejaba, soltando un gran suspiro y volviendo a su verdadera forma—. Casi —miró a la niña, preocupándose al ver el golpe que tenía—. Sigo diciéndolo, tienes una cabeza muy dura —dejó caer la cabeza en el suelo, sobándose la frente.
Se levantó cargándola en brazos, acomodándola en la cama y dándole un beso en el golpe.
—Lo siento. Debí haberte espantado —se separó, caminando a la ventana—. Ya sé —hizo unos sellos, luego se arrodillo mientras mordía su dedo pulgar para sacar sangre y puso la palma contra el suelo—. Kuchiyose no Jutsu —hubo una pequeña nube de humo, y al despejarse, un cuervo quedó frente a el—. Kisho —le sonrió.
—Pelo rizado. ¿Qué puedo hacer por hoy ti?
—¿Te quedarías con esta niña y decirle que me tuve que ir? —apuntó a la cama.
—¿Y por qué no le dejas una nota?
—Tú mismo me has dicho que es irrespetuoso dejar a una dama sola.
—Pero es una niña.
—Es la heredera Hyuuga.
—Eso cambia las cosas —voló hasta quedar en la mesita de noche a un lado de ella—. Yo le diré que tuviste que irte, pelo rizado.
—Pero no te refieras hacia mí de esa forma con ella.
—¿Por qué? Es una buena forma de conocerte, y más porque esa es una característica tuya —apuntó con sus garras hacia su cabello, pero se calló al ver la mala cara que puso—. Entonces, ¿cómo quieres que me refiera a ti?
—Con mi nombre.
—¿Cuál es? —el chico dejó caer su cabeza, suspirando exasperado.
—Shisui.
—Bien, pelo rizado, le diré que Shisui se tuvo que ir.
—No hay remedio contigo. Por cierto, dile que me disculpo por haberla asustado. No fue mi intención —puso una pierna en el alfeizar de la ventana y abrió esta, viendo que el ave asentía. Suspiró, mirando por última vez a la peli azul y saltó, desapareciendo de pronto.
—¡Shisui-kun! —se sentó de pronto en la cama, sacando un graznido de susto al cuervo—. ¿Eh? —lo miró confundida.
—Me asustaste, niña —le devolvió la mirada con mal humor—. Si preguntas por pelo rizado, se ha ido, no se pudo quedar.
—¿Pelo rizado?
—Shisui.
—Oh. Auch —se sobó la frente, sintiendo una leve hinchazón en el centro.
—Por cierto, se disculpó por haberte asustado, no fue su intención.
—De acuerdo, gracias…
—Kisho.
—Gracias, Kisho-san.
—Eres muy linda, ojos de luna.
—¿Ojos de luna? —se sonrojó.
—Si. Bueno, cumplí con mi propósito por el cual fui invocado, tengo que volver con pelo rizado y decirle que acabé.
—De acuerdo —le sonrió, aunque no entendió muy bien lo de ser "invocado", no quiso detenerlo.
El ave salió volando por la ventana entreabierta, yéndose con su amo para comunicarle todo.
La pequeña se dirigió al baño, viendo el golpe.
—Espero que Shisui-kun esté bien —sacó un pequeño tarro de detrás del espejo, abriéndolo y tomando con los dedos algo de la pomada que tenía dentro, poniéndose en la zona inflamada.
Después, se dio un baño, sin lavarse el cabello para que no se quitara el ungüento. Salió al estar lista, secándose con una toalla, para después caminar al mueble de ropa, sacando las prendas que normalmente utilizaba para entrenar y algo de ropa interior.
Cuando estuvo lista, respiro hondo y salió del cuarto. En el camino, se encontró con su hermanita y la nana de esta. Hanabi se le lanzó encima en el momento en el que la vio.
—¡Nee-shama!
—Hola, Hanabi —le habló con calma y dulzura, abrazándola con todo el amor que podía darle en tal acto, siendo correspondida por la pequeña de un año.
—Nee-shama —sonrió, dejándose mimar por su hermana mayor.
—Hanabi-sama, Hinata-sama está en camino para desayunar y poder entrenar, por favor, venga conmigo —la castaña hizo un puchero, viéndose aún más grandes (que de por sí ya lo eran) sus cachetes.
—Na-Natsu-san —le llamó la atención.
—¿Si, Hinata-sama? —le hizo una inclinación de respeto con la cabeza.
—¿Puede Hanabi-chan acompañarme?
—¡Shi! —la mencionada levantó los brazos con felicidad.
La peli verde no tuvo de otra más que aceptar la petición, después de todo, ambas hermanas casi no podían estar juntas debido a los deberes de la mayor.
Caminaron por los pasillos hasta llegar al comedor, donde las sirvientas servían la comida. Al ver a las hijas del líder, hicieron una reverencia.
—Buenos días, Hinata-sama, Hanabi-sama.
—Bu-Buenos días —se sonrojó ante la atención.
—¡Diash!
Natsu sentó a Hanabi en una silla alta a un lado de la mesa, mientras Hinata lo hacía en una silla normal, uniendo sus manos como en una plegaria. Su hermana la imitó, sin saber bien que hacía.
—Itadakimasu —susurró, tomando sus palillos y comenzando a comer.
—¡Imashu! —Hinata rio con ternura al oírla. Su hermanita estaba comenzando con su etapa de habla algo avanzada, donde ya intentaba formular la mayoría de palabras que oía, claramente que a su manera e imitar algunas cosas que ella hacía.
La de pelo verde le dio la papilla haciendo soniditos y formando como ella quería que la pequeña abriera la boca y comiera de la manera correcta sin que se le cayera nada.
Hinata las miraba con una dulce sonrisa.
—"Ojalá oka-san pudiera verla."
Las mujeres del Bouke hicieron una reverencia hacia la puerta, haciendo que la peli azul mirara hacia esta, tensándose levemente al ver como su padre entraba con toda majestuosidad al comedor.
—O-Otou-sama —se levantó, haciendo una reverencia.
Pasó a su lado sin devolver el saludo, sentándose en la cabecera de la mesa. Al instante, las mujeres le sirvieron su desayuno, mientras Hinata seguía igual.
—Ponte a comer, Hinata, te necesito fuerte para el entrenamiento que vamos a tener.
—S-Si, Otou-sama —volvió a sentarse, comiendo de nueva cuenta sin levantar la vista de su plato.
En el lugar se sentía un ambiente tenso y silencioso, sólo escuchándose los sonidos que hacia Hanabi al comer.
Minutos más tarde, padre e hija se levantaron en silencio, saliendo del comedor, pero Hinata alcanzando a darle una amorosa sonrisa a su hermana. Parecía ser que ese día no irían a festejar el Hanami.
Al llegar, comenzó a hacer su rutina de entrenamiento, intentando demostrarle lo mejor que pudo de todo lo que había mejorado.
Cuando llegó la tarde, casi cuando estaba anocheciendo, pararon.
—Hinata —la menor se detuvo en su intento de levantarse, sintiendo como le temblaban los brazos. Lo miró con algo de miedo en sus ojos—. Desde este momento hasta dentro de un año, entraras a la academia, espero ver grandes resultados en todo, ¿entendido?
—Sí, Otou-sama.
—Así que, estaremos entrenando el doble de duro y tus estudios se volverán una mayor prioridad durante las tardes cuando acabemos.
—Si.
—En otros temas, quiero que dejes de ver al Uchiha.
—¿Q-Qué? —lo miró sorprendida.
—No sólo a ese chico, sino, a todos los Uchiha con los que tengas contacto.
—Pe-pero…
—Pero, ¿qué?
—Shisui-kun es… mi amigo —bajó la cabeza, intentando no llorar.
—No me importa. A partir de hoy, Ko será tu acompañante, no se separará de ti en ningún momento y no permitirá que ese Uchiha o algún otro se te acerque.
—¿Po-por qué?
—No quiero que nos tomen como traidores solo porque tengas una amistad con él, ya suficiente tengo con las miradas que te dan por estar a su alrededor —habló con desprecio, haciéndola temblar—. ¿Haz entendido mis órdenes?
—Si —se levantó, sin verlo en ningún momento.
—Bien. Puedes retirarte —asintió. Si no fuese porque tenía que mostrar respeto al salir, ya hubiese corrido en el momento en el que le dio permiso para irse.
Cuando estuvo a una distancia alejada, corrió a su cuarto hecha un mar de lágrimas, importándole menos que su cuerpo doliera horrores por el entrenamiento, solo sentía como algo dentro de ella se rompía, casi dejándola sin respirar. Al llegar a su habitación, se dejó caer en su cama, llorando contra la almohada.
—Hiciste lo correcto, Hiashi —miró a un lado, encontrando a su anciano padre—. Es lo mejor para el clan.
—Pero no lo mejor para ella —volvió sus ojos al lugar donde había estado Hinata hace momentos, mirando con tristeza unas gotas en el suelo, que supuso, eran las lágrimas de su hija.
—Lo entenderá cuando sea mayor. Entenderá que a veces se tienen que hacer sacrificios por más que nosotros no queramos y nos duela.
Hiashi suspiró, sobándose el puente de la nariz, sintiendo que muy pronto comenzaría a tener un fuerte dolor de cabeza.
—Esto lo haces para que la hagas más fuerte, tal como lo haces al entrenarla, hacerla una digna heredera del clan —sentenció con firmeza, golpeando su bastón en el suelo para remarcar su punto—. Es muy débil de sentimientos y eso empeora su progreso, espero que eso cambie en cuanto entre en la academia.
—Otou-sama, me retiro. Necesito revisar algunas cosas.
—Adelante, hijo, que todo vaya bien y descanses.
—Igualmente —salió del dojo, sintiendo el dolor de cabeza de forma punzante—. "Hana. Espero estar haciendo las cosas bien. Esto es tan difícil sin ti aquí" —cerró la puerta de su habitación.
0o0o0
A la mañana siguiente, Shisui se levantó al escuchar los fuertes golpes en la puerta. Ese era su día libre, planeaba ir por Hinata y llevarla a ver un entrenamiento que tendría con Itachi, al cual también iría un Sasuke que no dejaba de gritar el día anterior que lo llevasen, claro está, que eso sería más tarde, no tan a temprana hora que lo levantaron.
Se puso unos pantaloncillos de chándal gris, ya que dormía en calzoncillos, y si era su tía, no quería morir de la vergüenza. Volvió a escuchar los golpes, dirigiéndose a la entrada.
—Ya voy, ya voy —se rascó la barriga con la mano izquierda, mientras con la derecha tapaba su boca al bostezar. Abrió la puerta, arqueando una ceja al ver quien era—. Ko-san. ¿A qué debo tu visita a tan temprana hora?
—Pasan de las nueve, Shisui-san —lo miraba con calma, ignorando el que estuviese semidesnudo.
—Bueno, ¿qué necesitas? —le sonrió confianzudo.
—Pues… ¿podría dejarme pasar? No creo que le guste la noticia que le voy a dar y puede que lo ponga en vergüenza frente a todos. —"Más de lo que ya lo hace", fue su pensamiento.
—Eh. De acuerdo —se hizo a un lado, dejando que pasara y así lo hizo, quitándose los zapatos, para luego caminar a la sala—. ¿Y de que se trata para que casi tiraras mi puerta a golpes?
—Shisui-san —lo miró con pena, sorprendiéndolo—. Ya no podrá acercarse más a Hinata-sama por órdenes de Hiashi-sama.
—¿Eh? —fue lo único que salió de su boca.
—Usted ya no tiene permitido hacer ningún acercamiento hacia la heredera Hyuuga por ningún motivo —bajó la mirada, recordando los sollozos que lo mantuvieron despierto toda la noche cuando fue por Hinata a su habitación para que fuera a cenar y al enterarse, por la boca del mismísimo Hiashi, que Hinata ya no podría acercarse al genio Uchiha.
—Bromeas, ¿cierto? —lo miró con una sonrisa incrédula—. Porque no es gracioso, Ko —levantó la mirada al escucharlo con una seriedad nada típica viniendo de él y el hecho de que no lo llamase por el sufijo, encontrándose con sus fríos ojos.
—No, Shisui-san. Son ordenes de Hiashi-sama —se sorprendió al sentir como dejaba de tocar el suelo con sus pies, siendo levantado por el chico, después de todo, Shisui era más alto y le ganaba en edad por algunos cuantos años.
—¿Podrías explicarme el por qué de esa maldita orden?
—Creo que… usted sabe muy bien por qué —se quejó al caer de espaldas—. Toda la aldea ha hablado en contra de ustedes y el hecho de que Hinata-sama esté a su alrededor, está comenzando a perjudicar su imagen ante la gente.
—Con que es eso —tragó al escuchar la voz sin sentimientos—. Ya lo sabía.
—¿Qué? —lo miró, asombrándose aún más al verlo con una sonrisa triste.
—Sabía que este momento llegaría en poco tiempo, creí estar preparado, pero… —se dejó caer a su lado—. No. Prometí… juré que… la protegería.
—Shisui-san…
—Siento que le falle a Hana-san.
—¿A Hana-sama?
—Justo antes de que muriera, me habló de las dificultades que tendría Hinata después de su muerte, y no falló, ¿me lo crees? —soltó una risilla amarga—. Todo se vino cuesta abajo para Hinata cuando su madre falleció. Si yo no era el soporte de Hinata, lo más probable es que sería otra niña de quien serias su protector. Seguiría siendo tímida, amable, gentil, pero… se encerraría en un capullo, como una oruga que nunca se podría convertir en una mariposa por sí sola, por eso, necesitaría ayuda.
—Su ayuda.
—Exacto. Ella me dijo que… yo sería el soporte de ella, aquel que la animaría en los días lluvioso para que encontrase la forma de jugar en los charcos sin lamentarse porque su ropa se mojara —ante lo dicho, Ko recordó un día de lluvia en el que Hinata había salido a pasear con Shisui, y él, preocupado, había salido para llevarle un paraguas, encontrándola jugando con el Uchiha en una competencia de quien se mojaba más las piernas. Al día siguiente, fue regañado por dejar que la niña se mojara, y por consecuencia, se enfermara impidiendo su entrenamiento y deberes—. Claro que me dijo una cosa parecida, pero, para mí, eso fue lo que entendí. Hacerla ver la luz en la más profunda oscuridad.
—Shisui-san.
—Ni siquiera sé si lo he hecho bien —ocultó el rostro en su mano.
—Lo ha hecho de maravilla —eso hizo que lo mirara—. Hinata-sama se ha vuelto muy apegada a usted, tanto que parecen dos hermanos compartiendo su tiempo juntos —le sonrió con calma—. Ayer… antes de que se me fuese informada la situación, fui por Hinata-sama para que cenara, la escuche llorando —vio como apretaba el puño—. Parecía desconsolada. Ni siquiera me hizo caso.
—Ya veo.
—No estaba muy seguro de la orden de Hiashi-sama, pero ahora, estoy en total desacuerdo.
—¿En serio?
—Si. Como usted dice, para Hinata-sama es alguien indispensable en su vida, tal como su hermana, padre o… madre —sonrió con tristeza—. Ya perdió a alguien que le daba sentido a su vida y usted le dio ese soporte que nadie más podía ofrecerle.
—Ko…
—Ignoraré lo que se me pidió.
—¿Eh?
—Ignoraré la orden de Hiashi-sama, dejaré que tanto usted como Hinata-sama sigan viéndose.
—¿Estás seguro? Puede que te castiguen.
—Lo sé. Pero… el ver a mi protegida triste no es algo que realmente me guste. Y si lo que la hace sonreír es usted, haré todo lo que está a mi alcance para procurar el bienestar de ella.
—Eres sorprendente, Ko.
—No es para tanto —le sonrió—. Pueden ser encuentros "casuales".
—Gracias.
—No hay de qué. Y Shisui-san…
—¿Si?
—No somos tan apegados para que deje de llamarme con respeto.
—Acostúmbrate, ya entré en más confianza contigo —sonrió feliz, dando un golpe en su hombro, que, si no fuera porque estaba en el suelo, habría caído de cara sobre este—. Por cierto, disculpa mi comportamiento.
—No se preocupe, es algo normal tomando la situación.
—¡Así se habla! —le dio otro golpe, sacando un quejido del castaño, quien le pidió que no lo volviese a hacer—. Como dije, acostúmbrate, ya estoy en confianza.
0o0o0
Pasaron los meses con rapidez, en los que Ko llevaba a la pequeña Hyuuga a una zona en específico, encontrándose con Shisui, claro que era cuando este tenía días libres, tanto en la policía como en misiones fuera de la aldea, estando normalmente en los alrededores de los campos de entrenamiento.
Incluso en los cumpleaños de Itachi y Sasuke, la tuvieron que meter en secreto sin que nadie del clan Hyuuga se enterara.
Algunas veces, cuando regresaba de misión durante las noches, la visitaba en su habitación, sin despertarla, simplemente velando sus sueños con una sonrisa.
Pasó todo un mes fuera, en los que todo el clan se dio cuenta de la tristeza que sufría la niña, pero al no poder hacer mucho, simplemente trataban de ignorarla. La única persona que parecía hacerla feliz era su pequeña hermana Hanabi, siempre sacándole esas hermosas sonrisas muy parecidas a las de su madre.
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Al llegar el cumpleaños de Shisui, Ko la llevó a la zona Uchiha desde muy temprano, siendo el día libre de Hinata para sus actividades, dejándola con la matriarca.
—Por favor, cuídela bien. Vendré por ella poco después de mediodía.
—Déjame todo en mis manos, Ko-san, ella estará bien.
—Muchas gracias. Hinata-sama, por favor, dele mis felicitaciones a Shisui-san.
—De a-acuerdo —el mayor le hizo una reverencia para después marcharse.
—Bien, Hinata-chan, ¿qué le haremos a mi sobrino? —le sonrió de manera amable.
—¿Po-podemos hacer un pa-pastel?
—Claro. Tenía pensado hacerle uno, pero me vendría muy bien tu ayuda —la llevó a la cocina, sacando todo lo necesario para hacer el pastel de cumpleaños.
Hinata la miraba entretenida, viendo los ingredientes.
—Bien. Comencemos con esto —le puso manos a la obra, dejando que la niña preparara la mezcla con calma mientras ella hacia otras cosas—. Shisui vendrá a almorzar a medio día, ahí podremos festejarlo.
—S-Sí —sonrió—. Espero que le gu-guste.
—Claro que sí. Shisui es algo glotón, come de todo. Además, el que tu estés involucrada con hacerle un pastel, está más que claro que se lo comerá con gusto —un rubor se extendió por las mejillas de la pequeña.
Al llegar el mediodía, Fugaku llegó junto a Shisui a la casa, era su descanso para salir a almorzar. Sasuke e Itachi, este ultimo al ser su día libre, recibieron a su primo mayor con felicitaciones y abrazos.
—Ya llegaron —Mikoto salió de la cocina, sonriéndole a su esposo y dándole un abrazo de oso a su sobrino, casi asfixiándolo por la fuerza usada—. Feliz cumpleaños, Shisui.
—Gracias, obaa-san… no respiro…
—Lo siento —lo soltó—. No puedo creer que ya tengas 15 años.
—Je —se rascó la nuca—. Ni yo. Mm~ —olfateó un poco—. Huele delicioso.
—A ti sólo te importa la comida —le sonrió—. Vamos a comer, deben estar hambrientos. Sasuke e Itachi los estuvieron esperando —entraron al comedor, encontrándose con Hinata acomodando los últimos platillos de comida en la mesa.
—¿Hinata-chan? —el de pelo rizado se le quedo viendo con sorpresa, sacando un chillido de sorpresa por parte de la niña y que se pusiera colorada por la atención que estaba recibiendo—. ¿Qué haces aquí?
—E-Eh… yo… —comenzó a juntar las puntas de sus dedos índices—. Pu-pues…
—Vino a ayudarme con la comida y a hacerte un pastel.
—Oh. ¿En serio? —sonrió enternecido al verla asentir. La cargó, sacando otro gritito por su parte—. Tan linda —restregó su mejilla contra la de ella, provocando que se pusiera colorada.
—Shisui, déjala. Vamos a comer, que tenemos que regresar rápido a la estación.
—Lo siento —la sentó en una silla, tomando asiento a su lado—. ¿Cómo llegaste hasta acá? —le preguntó mientras Mikoto servía la comida.
—Ko-san me trajo. Vendrá más tarde por mí.
—De acuerdo. ¿Cómo te ha estado yendo con tu entrenamiento? —la ojiperla bajó la cabeza—. Lo siento. No debí preguntar eso —acarició su cabeza.
—N-No hablemos de mí. Ho-hoy es tu cum-cumpleaños, Shisui-kun —le sonrió, tomando su mano—. E-Esto es por ti.
—Eres muy dulce —rozó su nariz con un dedo, haciendo que riera.
Todos juntaron sus manos en una plegaria, cerrando los ojos y diciendo un: "Itadakimasu" para después comer.
Fugaku platicaba sobre lo que ocurría en la comisaria durante la mañana y Sasuke lo escuchaba tan atento que olvidaba masticar la comida en su boca, siendo regañado por su madre para que comiera bien. Itachi sonreía al ver a su hermano actuar de esa forma, comiendo con calma. Shisui le platicaba cosas al azar a la Hyuuga con tal de sacarle alguna sonrisa y esta reía por las tonterías del mayor.
Cuando acabaron el almuerzo, la mujer fue a la cocina y regresó con el pastel en las manos. Este tenía 15 velas formando los kanjis de su nombre (シスイ), viendo que faltaban algunas para a completar el ultimo.
—En poco tiempo estará completo —el chico sonrió.
—Gracias.
—Se podría decir que Hinata-chan lo hizo todo.
—¿En serio? —la miró, hallándola sonrojada.
—Hizo la mezcla y ella lo decoró. Sólo le dije la costumbre que tenemos y la hizo.
—Si tú lo hiciste, sabrá delicioso —rio al verla casi echar humo.
Comieron tranquilamente, menos Sasuke, a quien no le gustaban mucho los dulces y en cambio, comía un jugoso y gran tomate. Los demás, halagaban el rico sabor del bizcocho.
—¿Quién te enseñó a cocinar, Hinata-chan?
—Mi madre.
—Ya decía yo que tenía una sazón conocida.
—¿Eh?
—Cuando éramos pequeñas y estábamos en la academia, Hana de la nada llevaba comida para la hora del descanso. Cocinaba tan delicioso. Heredaste sus dotes en la cocina.
—Gra-gracias —sonrió con melancolía.
—Pero no te pongas triste. Eso es algo bueno, incluso tu padre tuvo que admitirlo frente a todos nosotros, ¿lo recuerdas, Fugaku?
—Fue una apuesta con Kushina —se encogió de hombros.
—Pero lo dijo muy sinceramente —soltó un suspiro—. Qué recuerdos. Perdón por decir todo eso.
—N-No no se preocupe —le sonrió feliz—. Me ale-alegra escuchar so-sobre oka-san.
—Qué bueno.
Al acabar, se tuvieron que ir de regreso a la policía de Konoha y más tarde, Ko llegó por Hinata, agradeciendo por haberla cuidado.
Llegando la noche, cuando la gran mayoría en la mansión dormía, menos los guardias, una sombra entró por una ventana en el segundo piso al frente de la casa. Esta se acercó a la cama, justo donde descansaba una niña de cabello negro con reflejos azules que resaltaban por la luz de la luna que entraba por la ventana
—Hinata-chan —la mencionada abrió los ojos, mirando expectante a la figura frente a ella hasta que pudo acostumbrarse a la oscuridad.
—Shisui-kun —susurró con una sonrisa, sentándose en la cama para poder abrazarlo, siendo correspondida por este.
—Perdón por no venir antes, me atraparon con algunos reportes y no pude salir sino hasta que acabé —se sentó contra la cabecera de la cama, poniéndola sobre su regazo como ya le era costumbre.
—No te pre-preocupes —le sonrió—. Feliz cumpleaños.
—Muchas gracias —besó su mejilla, sonrojándola.
—Antes no pude feli-felicitarte adecuadamente.
—Sabias que vendría, es normal que esperases —pegó la pequeña espalda contra su pecho, poniendo el mentón sobre el oscuro cabello de la niña.
—Shisui-kun…
—¿Si? —la sintió algo nerviosa, ignorando eso al siempre ser así cuando estaban de esa forma.
—Tus ojos.
—¿Qué ocurre con ellos?
—Están… apagados.
—¿Qué?
—Yo… o-olvídalo. Son ima-imaginaciones mías.
—¿Y por qué lo dices?
—Y-yo… porque… cuando es-estábamos con tus tíos… tus ojos… estaban opacados. No… no sólo los tuyos… sino también los de I-Itachi-san —se tensó levemente, pero ella no se dio cuenta al estar tan entretenida viendo sus manos—. Parecía que ambos… quieren ocultar algo…
—¿Y qué crees que sea?
—Dolor —la abrazó con más fuerza, ocultando el rostro en su cabello—. Sé que no es de mi incumbencia, pe-pero… ¿por qué sufren?
—Lo mejor es que no lo sepas… no en este momento…
—De acuerdo. Si n-no quieres decirme… e-está bien… —acarició los brazos del mayor, intentando reconfortarlo al sentir que comenzaba a temblar.
—Lo siento.
—No te preocupes —cerró los ojos, disfrutando de la calidez que el chico le daba, a pesar de que aun hacia algo de calor—. Shisui-kun.
—¿Mm?
—Y-Yo… —tragó saliva, respirando hondo—. Te quiero mucho —abrió grande los ojos con estupor, conteniendo la respiración—. Sin importar lo que pase, te seguiré queriendo.
Soltó el aire poco a poco, sonriendo.
—Este es el segundo mejor cumpleaños que me has sado, Hinata.
—¿E-En serio?
—Si.
—No… no creo. Tu fa-familia también te… festejó. También estu-estuvieron contigo.
—Lo sé. Con el simple hecho de que estés ahí, hace todo mucho mejor —cerró los ojos, oliendo el rico aroma que despedía. Lavanda y vainilla, rara combinación, pero muy acertada para ella—. Puedes dormir, me quedaré aquí otro rato.
—¿Se-seguro?
—Si. Te desperté hace rato, debes descansar.
—De a-acuerdo —se acomodó mejor en sus brazos, quedándose dormida a los minutos.
Se le quedó viendo
—No sé si yo soy tu soporte… o tú el mío —miró a la ventana—. O ambos.
0o0o0
Llegó diciembre y con él, la nieve y el aumento del trabajo.
Shisui repartía su tiempo en trabajar en la policía, salir de misiones, comer y dormir, y de nuevo el pequeño ciclo que se había creado se repetía. Asimismo, había dejado de ir por las noches a la habitación de Hinata debido a lo agotado que acababa en el día.
Si a eso le incluimos lo del golpe de estado que su tío estaba planeando y el actuar como doble agente junto a su primo para el Tercer Hokage en contra de su clan, era un peso demasiado grande para sus hombros, también para Itachi, quien comenzaba a tener algunos problemas con su padre.
Estaba frente al Sandaime, esperando ordenes con respecto a su nueva misión. A pesar de estarle prestando atención, su mente divagaba de pronto en el regalo de cierta heredera para su cumpleaños, que sería en una semana.
—Bien, Shisui. Tu misión y la de tu equipo, es escoltar al dirigente del País del Hierro. Una misión de rango A —un hombre de pelo largo y gris oscuro, que casi le llegaba hasta la cintura y con una venda alrededor de la cabeza. Tenía los ojos color negro con arrugas debajo de ellos. También una barba gris y bigote. Usaba un sencillo kimono morado—. Él es-
—Permítame presentarme, Hokage-sama —levantó una mano, hablándole con respeto. El anciano asintió—. Mi nombre es Mifune, soy un general del País del Hierro. Aquí mi buen amigo, Sarutobi-san, los ha encomendado a la misión de escoltarme hasta mi hogar, a pesar de haberle dicho que no era necesario.
—¿El País del Hierro? ¿El hogar del samurái? —Shisui lo miró con admiración.
—Exactamente, hijo. Veo que traes un Tantou —señalo su hombro, donde traía el arma en su funda justo al lado de su cara, con el mango apuntando al suelo.
—Si. Estoy acostumbrado a usarla cuando se requiere. Es como una extensión de mi cuerpo, es difícil no traerla cuando salgo de misión.
—Justo como un samurái siente su espada. Estaré encantado que tú y tu equipo sean mis escoltas.
—Gracias, Mifune-sama —hicieron una reverencia—. Será un honor acompañarlo en su viaje.
—Bueno, pidan sus permisos de dos meses con Izumo y Kotetsu; y podrán retirarse en cuanto acaben.
—"¿¡Dos meses!?" —hizo una reverencia junto a sus compañeros, para después salir con el hombre acompañándolos—. Muy bien, nos veremos todos dentro de una hora con todo lo necesario. Recuerden, el País del Hierro es muy frio, por lo que traigan ropa lo suficientemente abrigadora para que no les dé una hipotermia. —los chicos rieron suavemente—. Dispérsense —desaparecieron, quedando él y Mifune.
—Iré a recoger mis cosas al hostal, nos veremos en una hora, joven Uchiha.
—Sí, señor —vio cómo se alejaba. Caminó unos pasos y desapareció de pronto, apareciendo encima de un árbol que daba directo al dojo dentro de la mansión Hyuuga, fijándose que Hinata estaba practicando con los sellos del Byakugan y activando este.
—Bien. Mantenlo por más de diez segundos —habló su padre, provocando que frunciera el ceño al escuchar la extrema autoridad con la que lo dijo, provocándole un leve temblor a la niña.
La peli azul respiró hondo, intentando mantenerlo y ver más allá de tres metros, que era su límite, sorprendiéndose al encontrar a Shisui sobre la rama del árbol, quien la saludo al darse cuenta que movía sutilmente sus ojos hacia donde estaba.
Observó que apuntaba hacia su cuarto, dándole a entender que la esperaría ahí; desactivo su kekkei genkai, bajando la cabeza, diciéndole con ese gesto que sí.
—Es todo por hoy, necesito que estudies como concentrar más el chakra para que alcances más distancias con las vistas.
—S-Si, Otou-sama —hizo una reverencia, saliendo exhausta de la sala. Caminó hasta llegar a su habitación, mirando a los lados. Entró al no haber nadie y cerró la puerta con rapidez.
—¿Estas bien? —sonrió al verla, sentado al estilo indio en el centro de la cama, con un brazo sobre su pierna, apoyando la mejilla en la palma de su mano.
—Shi-Shisui-kun... —se acercó a él. Sentándose enfrente suyo—. Me a-asustaste.
—¿Yo? ¿Por qué? —le mostró una mueca traviesa.
—De pro-pronto te vi y m-me asusté. ¿Qué hubiera pasado si alguien más te veía? —le preguntó preocupada, dejando de tartamudear.
—Aunque lo hubieran hecho, les habría puesto un genjutsu.
—Pe-pero…
—Sé que para los Hyuuga es fácil salir de un genjutsu debido al Byakugan, pero no me subestimes —le sonrió con picardía—. Soy bastante fuerte.
—E-Eso lo sé… pero…
—Pero nada —besó su frente, poniéndola colorada.
—Sh-Shisui-ku-kun. ¿A-A que vi-vini-niste? —rio al escucharla con su tartamudeo extremo, hace tanto que no lo hacía.
—Pues… a decirte que no podré verte en tu cumpleaños.
—¿Eh? —el color desapareció de su rostro.
—Lo siento. Me dieron una misión de dos meses, por lo que… no podré estar aquí.
—O-Oh —bajó la mirada.
—Oi —le tomó las mejillas, haciendo que lo mirara—. Por algo estoy aquí, tengo una hora.
—E-Entonces deberías esta-estar arreglando tus c-cosas.
—Nah. Eso lo arreglo con rapidez —hizo un ademán con la mano para quitarle importancia—. Quiero estar contigo.
—¿Seguro?
—Sip —dijo juguetón, sacando una risita por parte de ella.
—Está bien.
—¿Qué quieres hacer?
—N-No lo sé.
—De acuerdo... Tengo una idea —se le echó encima y, de la sorpresa, ella no supo cómo reaccionar, ni siquiera con algún sonido—. Cierra los ojos y respira hondo —obedeció. Sintió algo de vértigo y luego la fría brisa del exterior—. Listo, ábrelos.
Al hacerlo, se asombró al ver que estaban en la montaña de los Hokage, con la hermosa vista de Konoha llena de nieve.
—¿Te gusta lo que ves?
—Es hermosa —sus ojos brillaban con emoción.
—Me alegro —besó su mejilla.
—¿Podemos quedarnos un rato?
—Si —se sentó, protegiéndola del frio. Al sacarla tan repentinamente, no la había dejado ponerse algo para cubrirse.
Al casi pasar la hora, la dejó en su cuarto.
—Volveré en dos meses, no me esperes en la entrada, ¿entendido?
—Si.
—Ten esto —le dio una pequeña hoja con un raro dibujo.
—¿Qué e-es? —lo tomó, mirándola curiosa.
—Es un sello de invocación. Así podre mandar a Kisho, mi cuervo, ¿lo recuerdas? —Asintió—, a verte y decirte como estoy, mientras tanto, tú le puedes contar cosas y él me las dirá. Es como si fueras a hablar conmigo.
—Eso… eso me gustaría mucho.
—Y a mí —besó su frente—. Espero estar aquí para cuando entres a la academia, aunque, según la misión, estaré a dos semanas antes.
—De a-acuerdo —apretó la hoja contra su pecho.
—Nos vemos —desapareció.
Llegó a su casa, preparando lo único que le faltaba en su mochila y volvió a desaparecer, reapareciendo en la puerta, asustando a Izumo y a Kotetsu.
—Oi, chicos. ¿Interrumpo momento romántico? —les sonrió burlón—. Digo, el que no estén pendientes significa que estaban haciendo "algo".
—No es gracioso, Shisui-san —lo miró el de ojos rasgados.
—Nos agarraste desprevenidos.
—¿Por qué será?
—Además, estoy saliendo con una chica —el del flequillo se cruzó de brazos.
—Aja.
—Vas de salida, ¿cierto?
—Si. ¿Podrían darme los permisos de mi equipo? Son los de dos meses.
—En seguida.
—¡Taicho! —su equipo se acercaba junto a Mifune. Levantó una mano para saludarlos, recibiendo los permisos de ausencia de la aldea, posiblemente a su tío no le gustaría, pero no podía hacer nada en ese momento contra la aldea, por más que quisiera oponerse.
Habló un momento con sus hombres, poniéndose de acuerdo en la formación que tomarían para proteger al señor que tenían la orden de proteger. Al estar todo listo, comenzaron a caminar.
Miró hacia atrás al sentir unas miradas sobre su espalda. Se viró un poco, encontrándose con Hinata acompañada de Ko, despidiéndose algo alejados de la entrada. Sonrió, sintiendo una gran calidez en su pecho. Esa niña sacaba lo mejor de él, lo quisiera o no. Devolvió el saludo hasta que ya no pudo verla más, suspirando. Escuchó las risillas de burla de sus compañeros, mirándolos la mejor sonrisa falsa, provocando que se callaran y siguieran su camino con algo de miedo, el Uchiha era de temer cuando se molestaba.
Lo que esperaba el pelinegro al regresar de su viaje, era que todo lo que estaba ocurriendo en la aldea, se arreglase con respecto a su clan. Pero lo que no pensaba que ocurriría, era que, su mundo ya resquebrajado, podría comenzar a venirse abajo de un momento, incluyendo el mundo de la pequeña niña a la que tanto quería.
N/A: Bueno... eh... (Se esconde antes de que le llegue el tomate que no quiso Sasuke). Me disculpo por haber tardado tanto, pero... fue algo difícil hacer este capitulo y mas porque abarca un año (lo mas completo que lo pude hacer) de las vivencias de Shisui y Hinata, junto con algo de Itachi. Además de que me obsesione con un manga XD (vuelve a esconderse). Peeero... vengo a recompensarl s con este capitulo mega largo (espero) que tiene algunas "sospechas" que mas adelante se resolverán, espero que las noten~
Como ven, todo el mundo se porta de la misma forma a la que se sabe, se comportan de mala manera contra los Uchiha y por consecuencia, estos ya están con su golpe de estado, comenzando a echarle peso a los hombros de los dos primos genios y Hinata, a pesar de no ser la genio de su clan, se dio cuenta de lo que nadie mas lo había hecho, más por la cercanía que tiene con Shisui y el conocer bien a Itachi.
Y como ya se vio, Shisui es bastante duro y lo demás, pero frente a la princesita es muy vulnerable, hasta el punto que no le trato de ocultar su tristeza, solo pospuso el decirle del porque de esta.
Agradecimientos:
Yoshida Kuragari: Me alegro que te guste n,n. Llora, aqui hay pañuelos por si quieres (Pone una cajita de pañuelos). Y bienvenida al fandom inexplorado de esta pareja! (/*u*)/
GabiLime14: Quien no lo amaría? XD Tu misma lo dijiste: ES PERFECTO~
Alicia CR: Gracias, me siento alagada n.n Y déjame decirte algo, yo también estoy ansiosa por esa relación XD, es lo que mas espero escribir.
Sandra D: Sandra! Siento haberte intentado matar XD... pero ya me disculpe en un one-shot creado para ti. Pediste un ItaHina (listo), un SasuHina (listo), un ShisuHina (mas que listo) o los tres... pues adivina... los combine e hice a los tres en uno solo XD. Por lo que te invito a mi fic "A time of sweet dreams" (cofspamcof), donde el primer shot es el que tu me pediste, lo hice dias despues de que me lo pidieras, ya que, cuando lei tu comentario, no pude quitarme la idea de la cabeza XD. Espero que lo disfrutes y te rias tanto al leerlo como yo al escribirlo. Y contestando a tu segundo comentario: Si... un largo tiempo... dos meses, para ser exactas... pero aqui esta!... y gracias, tambien l s extrañe y pido disculpas u.u/
uzumaki yosep: Creeme que me asuste cuando no comentaste a los dos dias, pense que algo te habia ocurrido QwQ... pero aqui estas (~ -u-)~. Espero que disfrutaras del cap.
Yona: Que bueno verte aqui! Me alegro que te este gustando. Y si, Shisui fue una ternura con Naruto. Sobre tu duda, creo que aqui puse un indicio, pero en el proximo se te aclarara a todo y creo que a algunos otros tambien. Y con respecto a los one-shots que mencionaste en el otro fic, te tengo una noticia... el Gaahina esta casi listo para subirse y... tengo una pequena duda con el SasuHinaShisui, quieres que sea picosito, levemente picoso o pura ternura? (Como decimos aqui en Mexico con los chiles, el que pica, el que casi no pica y el que no pica XD), te agradecieroa que me respondieras, para empezar de una vez con todo XD
Sara: Bienvenia Sara! Pues la actualizacion no fue muy pronto, pero aqui esta XD. Espero que disfrutaras del capitulo.
Patohf: Que bueno que te gustara! Y muchas gracias por seguirla n.n Eso me da animos para escribir.
En fin, si es que leyeron algunos agradecimientos, comente que tengo otro fic de solo puros one-shots, los invito a darse una leida, hasta ahorita estan dos subidos, uno un SasuHinaShisuIta bastante gracioso (espero) y un NaruHina que les puede dar diabetes, pero pronto sera subido un GaaHina que sera igual de lindo que el anterior mencionado.
Nos vemos a la proxima y... algun review para el sexy Shisui que tengo como musa?
