N/A: Los pensamientos estarán escritos en cursiva. Los recuerdos irán centrado entre comillas. Y los diálogos de los nuevos espíritus vengativos estarán en negrita, mientras que el de las antiguas en negrita y cursiva.


Capítulo 7: Retención de un deseo

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—Tanto para ella como para nosotros, obtendremos mayor provecho si se libera de la maldición rosa.

Unas cejas se unieron en un ceño inmediato.

—No es ninguna maldición —vociferó enojado Lory, tomó una calada de su puro y exhaló el humo—, además ya ambos sabemos que no tiene nada serio con Reino-kun.

—Con todo el respeto, presidente, pero si Kyoko-san es elegida para protagonizar la película, cuando se estrene no puede seguir vistiendo ese feo...adorable overol...

—Takuma...—le advirtió Lory, ceñudo.

—Tío Lory... —agregó él riéndose nerviosamente—, quiero decir, una mujer a quien le falta algo tan indispensable como lo es el sentimiento del amor, no sería buena publicidad...buena imagen para los fans —se corrigió rápido—. Cuando se haga más popular, más gente solo irá a ver la película por su cara, quisiera que en ese entonces la reconozcan como alguien capaz de amar, tanto que su actuación les haga dudar.

—Así que solo quieres mostrarles una falsa —señaló neutral.

—En este mundo todo se trata de falsedades, incluyendo un noviazgo con Tsuruga Ren —recordó invariable—, me pregunto por qué no cayó en él la maldición rosa, y por qué en Kyoko-san sí —murmuró en voz alta.

—Tan descarado como siempre —sacudió la colilla del puro en el cenicero.

—Solo soy sincero —respondió sin inmutarse observando el puro—. Últimamente te veo fumar mucho, presidente.

—¿Preocupado por mi salud?

—Me tienta a querer uno...

—Oh —hizo una seña a Ruto, y él llevó el cenicero y el puro—. He sido muy desconsiderado, lo lamento.

—Entonces, ¿reconsiderarías mi petición? —insistió una vez más.

Lory se quedó en silencio durante largos segundos, hasta que una sonrisa taimada apareció en sus labios.

—Lo aceptaré, Mogami-kun se liberará del overol rosa, pero solo bajo una condición. Conviértete en su mentor.

Takuma se quedó inmóvil y después sacudió su cabeza en negación.

—No tengo tiempo para nada, y no tendré tiempo para ella, tío Lory, no soy el padre de los triunfadores.

—Ya lo habías hecho con una persona y habías conseguido muy buenos resultados.

Lory observó cómo su semblante se volvía frío.

—No puedo —le repitió.

—Le has conseguido algunas audiciones raras y únicas para hacerla famosa, asesorarla solo implicará de tu sapiencia en el mundo del espectáculo.

—Ella podrá conseguirlo sola —dijo con la cabeza gacha—, tiene mucho talento, no hace falta de mi asesoramiento, además ya tiene a Yukihito-kun...No tengo tiempo y no podré, ella es...

—Una mujer —completó, haciendo que él se tense—. Takuma, sé que lo intentas y que puedes pretender muy bien socializar amenamente con las mujeres, pero si sigues quebrantando la confianza hacia una mujer a cualquier mínimo error que tenga, no podrás sobrevivir mucho tiempo en el mundo del espectáculo.

—¿Sobrevivir en el mundo del espectáculo? Creí que recitarías alguna cursilería sobre el amor.

—Tu meta en este momento es regresar al mundo del espectáculo y triunfar al primer intento, ¿crees que solo tratarás con hombres y eludirás a casi todas las mujeres que trabajarán contigo?

Takuma hizo una mueca y calló.

—Deberías intentarlo con esa chica, debes entablar una buena relación con tu actriz favorita —rememoró enarcando las cejas.

—Kyouko-san es mi actriz favorita, pero...eso no significa que... —calló.

—Mogami-kun es una persona muy talentosa, está teniendo éxito a una velocidad vertiginosa, pero su camino parece estar desviándose, y se está descuidando bastante.

—¿Por Reino-kun? Hasta el momento no parece un aspirante prometedor, pero es famoso, a Kyoko-san no le convendrá hacer un anuncio oficial de noviazgo si es que la prensa les atrapa en un descuido. Podría llegar a la popularidad por ello, pero ese éxito podría caer rápidamente cuesta bajo, no será provechoso... Pero si se hace más famosa, y mantienen una relación al ojo del público, puede tener mayor beneficio.

Lory lo miró con desaprobación.

—Presidente, el proyecto Mogami Kyoko no me convendrá, mis tácticas impactan y chocan como meteoritos contra tus principios.

—Entonces no toques esos principios, y no la hagas salir con cualquier hombre solo por puro beneficio —se levantó, y Ruto se adelantó a él con el saco negro de pirata—, Takuma, sé que no la forzarías a salir con cualquier hombre, puedes decirlo así, pero no son solo mis principios, fueron tus principios y sé que crees haber cambiado en ese aspecto, pero sé que inculcarías los principios de los cuales te riges como persona para educarla. Confío y confiaré en ti.

—Tío...No deberías confiármela. Lo que me pides es imposible, además esa chica parece tener una tardía rebeldía de los adolescentes.

—Entonces no hay opción, no aceptaré que Mogami-kun salga de la sección Love me sin graduarse. Bien, tengo otros compromisos en los que asistir, así que ya puedes retirarte.

—Tío, espe...—Lo dijo en voz baja, y calló al verlo salir junto a Ruto.

Inspiró y exhaló con fuerza antes de levantarse, apresurar el paso y alcanzarlos.

—Presidente, espere por favor.

Su serio tono de voz le dio una respuesta inmediata a Lory, quien lo vio acercarse y mirarlo con austeridad.

—Lo haré

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—¿T-Tsuruga-san?

El susto fue tan grande que podía oír sus acelerados latidos en los oídos.

Pero él no respondió ni dijo nada, así que lo miró confundida de arriba abajo.

Ni siquiera alcanzaba las siete de la mañana, aquello no podía ser verdad, debía ser que aún no despertaba completamente, o sino ¿por qué Tsuruga-san estaría frente al Darumaya?

Y además, ¿no se veía algo extraño? No tenía las proporciones perfectas que recordaba, estaba algo delgado y podía percibir difusamente algunas manchas rojas en la piel antes lustrosa.

Echó el aire por la nariz y sacudió la cabeza, sonriendo.

Las secuelas que habían causado el golpe en su cabeza eran más grave de lo que pensaba. Incluso había imaginado una imagen distorsionada de lo que en realidad era Tsuruga Ren. Tal vez fue el resultado de tanto pensarlo castigándola por el pecado que cometió.

Se dio media vuelta, y respirando hondo alzó el brazo para tocar el timbre.

—¿Has pasado la noche afuera?...¿De quién...es el coche del que salías?

Su titubeante pero oscura voz fue tan verdadera que se le contrajo el estómago una vez más. Se volvió a él, y tragó en seco al encontrarse con su mirada.

Aquello no era su imaginación, era la realidad por más que quisiese eludirla.

Algunos rencores salieron por reflejo, olfateando en el aire el preludio de una ira arrebatadora.

Tembló y su quijada se abrió y cerró intentando articular una palabra. Por reflejo miró hacia atrás, hacia el auto en el que estaba Reino. Volvió rápidamente la mirada hacia él en cuanto percató lo que hacía, y se clavó las uñas cerrando los puños en un intento de reaccionar.

No tenía razón para sentirse culpable, pero inconscientemente acomodó su cabello para taparse mejor el cuello; temerosa de que la tirita que se había puesto fuese a darle algún indicio del chupetón que escondía.

—Yo...no...—calló, arrugó el ceño y se irguió, desechando la postura pusilánime por una segura.

La primera vez que le había acusado de acostarse con otro hombre, se había sentido afligida, decepcionada, pero muy enojada porque él no creyó en ella, pero ahora sus suposiciones eran correctas y le disgustaba estar sintiéndose culpable, porque eso reflejaba la persistencia de sus sentimientos.

—Aparte de sus suposiciones, ¿desea decirme algo más, Tsuruga-san? —expuso con frialdad, apretando los dientes.

Su mirada reprochadora y de desagrado, fue más doloroso de lo que imaginó. Dio un pequeño y tambaleante paso hacia atrás, y se cruzó de brazos, intentando mantener una apariencia contrario a lo sentía por dentro.

Lo odiaba, se odiaba en ese momento a ella y le odiaba a él, por hacerla sentir incluso mucho peor que antes: Insegura, sucia, una cualquiera. Ante sus ojos era ese tipo de mujer, ante sus ojos incluso podía ver la desaprobación a su vestimenta.

Sintió que le ardió el rostro y quiso cubrirse el escote abierto que dejaba insinuar sus senos ausentes de un sostén.

—Escuché de Yashiro-san sobre tus lesiones por un atropello, quise visitarte para saber cómo te encontrabas...—Su voz fue seca, pese a la preocupación que debería expresar sus palabras— ¿Entonces no debería dar por cierto mis insinuaciones?—preguntó seguidamente.

Kyoko quedó en silencio e intentó no desviar la mirada de sus ojos, desafiante.

—Supongo que aún no soy merecedor de tus explicaciones —dijo bufando Kuon—. No es mi incumbencia con quien has pasado la noche, pero dime... —Su mandíbula se apretó y sus ojos se ensombrecieron—, ¿fue uno de esos dos? Reino de Vie Ghoul o...¿es Fuwa Sho?

Kyoko agrandó los ojos, ¿en realidad pensaba que pasaba la noche con Sho? De solo planteárselo le dio repulsión. Hizo una mueca de disgusto y desvió su mirada. Él seguía sin creerle cuando le dijo que no tenía nada con Sho, sin embargo, no quería revelarle ese hecho, él no la creería, y a la vez no tenía ganas de discutirlo. Su presencia alteró e influenció sus sentimientos más de lo que hubiese querido y ya no quería verlo.

—Yo no tengo porque darle tales explicaciones, Tsuruga-san —respondió pretendiendo tranquilidad—. Nosotros no tenemos nada, y además usted ya tiene una novia —Sus propias palabras la apuñalaron en el corazón. Apretó los labios cuando él se quedó en silencio y no lo negó.

—Tienes razón —dijo él cortante después de largos segundos—. Nosotros no tenemos nada.

Sus palabras finales desgarraron su corazón. Lo miró darse vuelta e irse sin decir más.

Dio un paso hacia adelante para alcanzarlo, pero paró. El nudo en su garganta creció y las lágrimas querían desbordarse de sus parpados. De repente, una parte de ella, quiso alcanzarlo y explicarse por más que no la creyese y tuviese a otra mujer a su lado, sufriría con su rechazo, la lastimaría con su desconfianza y su desprecio, pero tal vez...

Sacudió la cabeza, y dándose media vuelta se obligó a ya no mirarlo.

No se volvería una tonta una vez más, no permitiría que él la menospreciase más de lo que había hecho.

Se acercó a la puerta, pero antes de que tocase el timbre, ésta se abrió y el rostro de la Okami apareció.

—¿Kyoko-chan? —la llamó sorprendida y preocupada al ver el apósito en su frente.

Kyoko emitió un quejido lastimoso y la abrazó en busca de un momentáneo consuelo. La Okami le devolvió el abrazo, y le preguntó delicadamente si algo había sucedido.

Separándose de sus brazos, negó suavemente con la cabeza y sonrió.

—Nada, solo...que estoy muy feliz de volver a verla.

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Estamos declarando oficialmente la inutilidad de las nuevas especies... Repito, estamos declarando oficialmente la inutilidad de las...

¡¿Cómo te atreves a llamarnos inútil?!—exclamó furiosa El rencor más oscuro a una de las antiguas.

Todo es culpa de Rebeldía y Lujuria—dijo alzando la voz otra de las antiguas—Si la ama no hubiese cedido con tanta facilidad al número dos, esto no hubiera sucedido.

¿Facilidad? —dijo arqueando una ceja Rebeldía—, ¡¿No el objetivo era tener más experiencia en el sexo?!

Así mismo, Kyoko aún no tiene la suficiente experiencia en el sexo, practicarlo un poco más con el Beagle no vendría mal —combinó Lujuria con una sonrisa insinuante.

¿El Beagle? ¡¿Te olvidas que "el Beagle" es el Bastardo Número dos?

Y que si hablamos del Bastardo dos o el Beagle—respondió Lujuria negándose con burla—. A Kyoko le satisfizo, hay mucha química entre ambos, y no le importaría repetirlo una vez más, ¿verdad, Kyoko? —le susurró cerca del oído.

Kyoko se sonrojó, pero unos segundos después frunció el ceño y sacudió violentamente su cabeza, negándose a pensarlo y aceptar aquel pecado.

¿Ves lo que causas? —dijo un demonio haciendo aspavientos—Ahora la ama ha vuelto a caer en la locura.

En la locura de la tentación —añadió Lujuria con gusto.

¿No podemos hablar del verdadero problema aquí? —dijo con voz autoritaria el Rencor más oscuro—¡¿Qué demonios fue esa estupidez de querer alcanzar al Bastardo número tres?! ¡Esa mujer pensaba en humillarse a sí misma!

Si la ama se comporta así es por la inutilidad de algunas —exclamó una con enfado.

Inutilidad la de ustedes por no hacer nada —protestó otra con el mismo enojo.

¡No ven lo afligida que está Kyoko por Tsuruga-san!—exclamó de repente una, haciendo que las otras callasen y frunciesen el ceño—. Si se hubiese sincerado con Tsuruga-san tal vez podrían regresar poco a poco a como era antes. Sería menos doloroso olvidar un amor no correspondido, y seguiría aprendiendo de él como senpai.

¿Amor no correspondido? —repitió una con ira.

¿Tsuruga? ¿San? —gruñó el Rencor más oscuro.

Todas giraron hacia la que habló y miraron sorprendidas.

¡¿Un ángel?!

...

Una pequeña montaña de ropa tirada descuidadamente quedó acumulada a su lado. Kyoko se colocó los auriculares en los oídos para dejar de pensarlo y comenzó a tatarear una música, mientras cogía una prenda, la doblaba minuciosa y lentamente, y la deshacía de nuevo, murmurándose que no lo había hecho bien.

Los minutos pasaron doblando sus prendas, deshaciendo lo doblado, y buscando cualquier excusa para no regresar al auto del Beagle.

Sus manos que cogían otra prenda, se detuvieron cuando sintió un estremecimiento en la espalda. Un auricular se alejó de su oído y unos labios rozaron repentinamente su oreja.

—¿Por qué tardas tanto, Kyoko? Te estamos esperando.

Soltó un grito ahogado, se llevó una mano a la oreja y dándose vuelta, su boca comenzó a temblar.

—¿Q-Qué demonios haces aquí, Beagle? —susurró temiendo que los dueños del Darumaya lo pillasen en su habitación. Se levantó y lo miró ceñuda— ¿Cómo entraste?

—Por la puerta —respondió lacónico—. Ya han pasado más de cuarenta minutos y no respondes mis llamadas, ¿te ayudo?

Se sentó frente a las lencerías y comenzó a desechar las que eran simples y a elegir las más sexys.

El rostro de Kyoko se encendió cuando se detuvo en un conjunto diminuto de lencería erótica que había comprado para Setsu. Se arrimó a él y se lo arrebató de las manos.

—No llevaré nada de esos —murmuró malhumorada, alejando con su pie las lencerías que había él apartado—, y vete de aquí antes de que te descubran —le mencionó abriendo la puerta.

Reino volvió a cerrar la puerta, y la miró de arriba abajo.

—¿Decidiste volver a ser aburrida? —preguntó con voz monótona.

—¿Aburrida? —siseó con enojo.

—Sí, me gusta más como te quedaba ese vestido —señaló a la remera manga larga y a los pantalones por los que había cambiado—, aunque en realidad no me molestaría mientras sigas vistiendo debajo las lencerías que escogí, Kyoko —susurró cerrando el espacio entre ellos.

Kyoko retrocedió, pero él llevó una mano hacia su cintura y la detuvo, tomando a la vez su mejilla para besarla. Con sus manos, ella empujó levemente de su pecho, pero se quedó mirando sus labios.

—No quiero —murmuró subiendo la mirada a sus ojos, ruborizada, pero ceñuda—, te dije que ya no tendremos nada.

—¿Por qué? —preguntó serio, deslizando una de sus manos dentro de su remera para acariciar su espalda desnuda.

Kyoko entreabrió los labios por el estremecimiento que la recorrió. Acalorada, atajó su mano por encima de su ropa.

—Ya no quiero que me toques, ni quiero que me beses

—¿Ya no? —repitió molesto.

Reino la atrajo de la cintura de un tirón, y Kyoko se vio obligada a llevar las manos sobre sus hombros para no perder el equilibrio. Jadeó por la cercanía de sus cuerpos y de sus labios, y por el calor de su mano que seguía tocando su piel. Su mirada sin embargo quedó fija en él, pretendiendo actuar con frialdad. Sucumbir a las tentaciones la hacía enojarse y avergonzarse de sí misma, y ya no lo quería.

—Beagle, basta —le dijo intentando separarse de él. No entendía porque de repente estaba tan molesto cuando la vez pasada estuvo tranquilo al decirle lo mismo.

—¿Es por qué no te gusta? —mencionó con sarcasmo.

—Es porque no me gustas.

Las manos de Reino se aflojaron alrededor de su cuerpo.

—¿Ni siquiera te gustaba por el sexo?

Las mejillas de Kyoko ardieron, apretó los labios y miró abajo.

—Si tuviéramos sexo es lo único que me gustaría de ti —murmuró con vergüenza.

—Pero yo quiero hacerte el amor

—Es lo que menos quiero —aseguró de inmediato.

Reino la soltó, e irritado, abrió la puerta.

—Te esperaré afuera.

—Espera —vociferó levantando una mano al aire—. Saldré primero.

Kyoko evadió sus ojos y adelantándose miró hacia ambos lados antes de hacerle una seña para que la siguiera. Hacia las escaleras bajó algunas gradas, hasta que percató que no lo seguía. Dio media vuelta y lo miró con impaciencia.

—¿Qué haces? —le susurró en modo de regaño. Le miró suspirar y cuando le vio venir y quedar tras ella, tragó en seco por la proximidad de sus cuerpos—No tan cerca —le regañó de nuevo.

Se volvió hacia adelante y bajó otro peldaño para tomar distancia, hasta que percibió que un par de ojos azules les observan detenidamente desde abajo. Un grito escapó de sus labios, tropezó y unas manos la sujetaron enseguida.

—Demonios, Kyoko, ten más cuidado con las escaleras, ¿quieres?—le reprendió Reino.

—¿Crees que lo hago a propósito? —le murmuró en cambio intentando equilibrarse.

—¿Kyoko-chan? —La voz de la Okami llegó a sus oídos, y antes de que llegase, se volvió hacia Reino, e intentó hacerlo subir para esconderlo.

—Sube —le susurró desesperada, empujándolo.

—¿Por qué? —dijo sin moverse.

—Porque sí —le gruñó enojada.

Trató de empujarlo una vez más, pero al sentir que no pisó bien una grada, se agarró y estiró de su ropa para atajarse. Con los brazos él la sujetó y la pegó a su pecho. El enrojecimiento fue subiendo desde su cuello hasta las orejas. Se separó rápidamente de él, y soltó una exclamación cuando notó que su cuello junto a los chupetones quedó expuesto. Le acomodó con prisa su ropa, y le cubrió muy bien hasta la barbilla. Acto seguido se volvió hacia atrás, y esta vez dos pares de ojos la observaban.

El rostro le ardió y le picó todo el cuerpo de los nervios.

—¡O-Okami-san no es lo que parece! —vociferó queriendo bajar con rapidez, pero un par de manos la tenían sujeta de la cintura, entorpeciendo sus pasos—, ¿p-pero que haces? Suéltame —le dijo al Beagle entre dientes.

—Ve lento, Kyoko —le respondió haciendo que se pusiese más nerviosa—. Lo has visto, ¿no, Takuma? Es muy imprudente.

Los ojos ambarinos se agrandaron y miró hacia quien había ignorado anteriormente. Ito Takuma confirmaba, y miraba hacia ella.

—Es así. Kyoko-san por favor ten más cuidado con las escaleras.

—¿Eh?

Lo vio dirigirse a la Okami y explicarle lo que había pasado. Le miró a Reino confundida. ¿La Okami sabía que ellos dos estaban ahí? Para comenzar, ¿por qué Ito Takuma estaba ahí? ¿Y desde cuando el Beagle y él se conocían? ¡Hasta lo llamaba por su nombre!

—Dios mío, Kyoko-chan —fue la Okami quien ahora se dirigía a ella preocupada—, has estado lesionándote mucho últimamente, ten más cuidado.

—Lo lamento, Okami-san —dijo Kyoko avergonzada haciendo una dogeza de noventa grados.

—Reino-kun, ¿le gustaría otro plato?

¿R-Reino-kun? ¿Otro plato? —pensó aturdida. Lo vio negar cortésmente y excusarse por tener que salir. Sus ojos violetas se dirigieron a ella, haciéndola dar un respingo.

—Te esperaré afuera, Kyoko.

Se desesperó por lo que podría entenderse con sus palabras, pero la Okami solo le acompañó a él afuera, sin mostrar alguna reacción. La dejó sola con Ito Takuma, y sintió marearse por lo confusa que estaba.

¿Acaso se trataba de un sueño?

—¿Kyoko-san?

Se dio vuelta, reprimiendo una exclamación por el susto.

—¿I-Ito-san?

—Solo Takuma, por favor —le dijo suspirando.

Él la miró por unos segundos sin decir nada, ladeó la cabeza y se cubrió los ojos con una mano.

—¿O-Ocurre algo malo? —le preguntó Kyoko desorientada.

—Nada —contestó él irguiéndose—, lamento que haya venido aquí sin una invitación, le pedí tú número a Yukihito-kun, te llamé pero no respondías a las llamadas y quería conocer a tus padres en persona...Pero ahora sé que no lo son... —pasó una mano sobre su cabello y luego negó con la cabeza —. Hasta ahora solo he estado haciendo conjeturas sin después confirmarlo, lo siento mucho —mencionó arrepentido.

Kyoko pestañeó varias veces. El enredo de pensamientos en su cabeza le estaba por dar jaqueca. ¿Takuma Ito se estaba disculpando por malentender lo de sus padres o por otro motivo? Verlo disculparse así de arrepentido, la dejó en shock.

—E-Es mi culpa —tartamudeó de nuevo después de largos segundos—. No le aclaré que no era la casa de mis padres, debí decírselo.

Él la miro fijamente a los ojos y Kyoko tragó en seco.

—¿Tienes tiempo libre mañana?

—Sí —respondió confundida.

—¿Te parece bien que quedemos en Lme después de la hora del almuerzo? Disculpa, tengo otros compromisos, quisiera que hablásemos sobre algunos temas importantes.

—Es...Está bien.

Se despidieron, y se quedó algunos segundos perpleja en el pasillo. Se fue a buscar a la Okami para averiguar lo que había ocurrido en su ausencia, pero la vio atender a dos clientes que recien habían llegado. Fue de nuevo a su habitación, y esta vez preparó con rapidez su maleta. Bajó las escaleras con precaución, mientras se quejaba entre murmullos por el Beagle.

—Kyoko-chan, ¿ya te vas? —alzó el rostro y vio que la Okami venía a ella—. Empaque algo de comida para que lo compartas con tu amiga.

Kyoko la miró conmovida y culpable por mentirle sobre adonde en realidad se quedaría.

—Okami-san, muchas gracias —dijo haciendo una dogeza.

—Kyoko-chan, en realidad...—La Okami titubeó—, ¿estás saliendo con Reino-kun?

—¿Q-Qué? No, nooo —negó horrorizada—, nunca saldría con ese...—se calló al verla suspirar con pena.

—Reino-kun no parece mala persona, se preocupa y está enamorado de ti.

—¿Eh? —Kyoko frunció el ceño—. Okami-san, ese...esa persona no es así, él no está enamorado, es imposible para alguien como él —dijo sobándose los antebrazos como si le diesen escalofríos.

—Kyoko-chan —dijo esta vez la Okami con tono de reproche—. Takuma-san me lo ha contado todo, sé que fuiste atropellada, y fue Reino-kun quien...

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Abrió la puerta del coche, y lo vio recostado en el asiento con los ojos cerrados.

—Podrías abrir el maletero...por favor —le pidió evadiendo sus ojos.

En cuanto lo hizo, colocó sus maletas adentro, se sentó en el copiloto y él comenzó a conducir.

Kyoko fue girando de a poco su cabeza hasta quedarse mirándole.

—¿Pasa algo?

Su voz la hizo dar un respingo, parecía aun enojado.

—N-Nada —miró hacia la ventana y quedó abstraída.

La Okami le había contado lo que quería saber. Ambos hombres habían entrado juntos al Darumaya. Takuma Ito se había presentado como el director de la película en la que quería que ella actuase, disculpándose por su inoportuna visita y creyendo que eran ellos sus padres; Reino había preguntado por ella y les comentó que estaba esperando para llevarla. Al parecer el Taisho les había dado de comer y ambos pasaron la prueba.

Debía recordar decirle de alguna manera al Taisho que las pruebas que hacía no concedía resultados certeros.

Según lo que siguió relatando la Okami, Takuma era muy bueno dialogando y ganando la confianza de los demás; a Reino lo describió como una persona educada pero más callada. Educada. Se repetía con incredulidad.

No fue mucho lo que le contó o al menos no prestó la suficiente atención para escucharla, debido a que lo que le dije antes de todo eso, la tenía aun desconcertada.

¿El Beagle le había salvado de un segundo atropello?

"Reino-kun no parece mala persona, se preocupa y está enamorado de ti"

"Ese tipo es un ser retorcido, raro y siniestro, pero está loco por ti. Debes ser su primer amor"

¿Enamorado? ¿Primer amor?

Por más que no quisiese concebirlo, en ese momento las palabras que había escuchado parecían justificar cada vez más todo lo que él hacía por ella.

"Me gusta devorar así a la chica que me gusta"

"Haces que mi cabeza sea un lío, y a pesar de que me humillas de esa manera, solo quiero hacerte mía"

"Quiero que me beses con los sentimientos que tienes hacia mí"

"No entiendo porque me gusta una mujer como tú"

"¿Ni siquiera te gustaba por el sexo?"

"Pero yo quiero hacerte el amor"

Sintió que el rostro le quemaba. ¿Cuántas fueron las veces que el Beagle le dijo que le gustaba? Siempre lo decía a su manera. Incluso esa noche cuando le permitió que le tocase como quisiese lo sintió. Él mismo le había dicho que no sería sexo, él le hacía el amor.

La revelación hizo que el caos emergiera por dentro.

Él aprobó que le utilizase tantas veces como quisiera, pero aunque fuese un bastardo ahora se sentía mal por hacerlo. ¿Su enojo era en realidad celos? ¿Acaso vio todo lo que sucedió con Tsuruga-san?

—¿Qué ocurre, Kyoko?

Soltó un gritito y vio que ya estaban dentro del garaje.

—Tan...Tan rápido —dijo simulando una pequeña risa.

Salió rápido del coche, tomó sus maletas y las subió en la escalera, quedando frente a la puerta. Cuando percató que no tenía la llave, lo sintió en su espalda y se puso muy tensa.

—Ya está —le dijo él al oído haciendo que se estremezca.

—¿Q-Qué?

—Ya la abrí.

Kyoko sintió que enrojecía. Abrió la puerta y a toda velocidad subió al segundo piso con las maletas. Se encerró en la habitación y vio la cama. Humo parecía querer salir de ella. Ya había traído su futon, y quería cambiar de habitación.

Salió y buscó otra. Sabía que todas estaban vacías pero limpias.

Entró al que estaba más lejos de la anterior habitación y prendió las luces, pero los focos no funcionaron.

—¿Quieres cambiar de habitación?

Gritó por el susto, y se alejó de la puerta.

—S-Sí —le dijo sobresaltada al ver que él se acercaba.

Era de día, pero las cortinas eran gruesas y estaba oscuro. Se dirigió hacia el ventanal y le tomó un tiempo abrir las cortinas. Cuando giró él estaba frente a ella, retrocedió y se pegó a la pared. Sus palpitaciones aceleraron. Él la tenía acorralada.

—¿Qué haces? —le dijo en un chillido.

—Quiero tu boca ahora.

—¿Qué? —Sus cejas se unieron—. Te dije que ya no tendremos nada.

—Todavía debes cumplir con el trato.

—¿Cómo?

—Dijiste que el número dos está bien a cambio de mi silencio, y eso era tener tu boca cuando quisiera —susurró mirando sus labios.

—¿M-Mi boca? ¿C-Cuando quisiera? —tragó en seco— , ¿P-Para que quieres mi boca? —tartamudeó temerosa.

—Pervertida —le tomó la barbilla y le tocó con el pulgar sus labios—. Solo quiero tu boca para que me beses, no es nada pervertido como lo que imaginas.

—No imaginaba nada —refutó sonrojada apartando su mano—. Ya no hay trato. No me importa lo que le digas a Shotaro.

Intentó salir, pero él posó una mano sobre la pared antes de que lo hiciera.

—¿Ni siquiera si se lo dijera a Tsuruga Ren?

Se puso rígida y le miró a los ojos con enojo.

—No...No serías capaz ni de acercarte a él...Le tienes miedo.

—¿Eso significa que no estás de acuerdo si se trata de él? ¿Aún sigues enamorada? —preguntó con el ceño fruncido.

—¡No lo hago! ¡No estoy enamorada!

—Entonces no te importaría que sepa lo de nosotros.

—No te atreverías —gruñó apretando los dientes.

—¿Por qué no? —dijo molesto—. Si es por tu boca le diré.

—No, no lo dirás.

Reino la cogió de la barbilla y se acercó a su rostro.

—Le diré. Le diré que fuiste tú la que querías besarme, le diré que fuiste tú la que me llamó a un motel, y le diré cuanto gemías y gritabas del placer cuando alcanzabas el orgasmo.

Kyoko le apartó con un golpe su mano, y con la palma abierta le abofeteó la mejilla.

—Eres un... —se reprimió de maldecirlo.

Agarró de la solapa de su chaqueta y lo estiró hacia ella para besarlo. Se detuvo a unos milimetros de sus labios. Ambos se miraron a los ojos, con las respiraciones aceleradas.

Reino agarró sus manos y las apartó.

—Si tanto te fuerzas para besarme por él, mejor olvídalo.

Salió de la habitación y pegó un portazo.

Kyoko se dejó caer al suelo temblorosa.

—Maldito Beagle

Rozó con sus dedos sus labios entreabiertos y jadeó.

El amor era un asco, pero la lujuria podía serlo aún más.

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N/A: Muchas Gracias por los comentarios de apoyo, me hicieron super ¡Feliz!