–Dialogo. –
–"Pensamiento." –
0o0o0 Cambio de escena.
-Flashback-/-Fin Flashback-
Disculpen por las faltas de ortografía que pueda tener o errores de dedo.
Palabras con asterisco (*), tienen algún significado o explicación, el que se encontrará al final del capitulo junto a las notas de autora.
Naruto y sus personajes, junto a la serie, son de su creador Masashi Kishimoto, yo solo uso su historia sin fines de lucro.
Disfruten del capitulo n.n
Capítulo 15: Preparativos. Parte 2
Estaba tirada en el suelo intentando por todos los medios posibles agarrar aire y llenar sus pulmones, pero debido a lo rápido de su respiración, apenas y podía agarrar una pequeña porción del vital oxígeno.
No era la única en esa situación, sus compañeros de equipo sufrían lo mismo a unos metros de ella, mientras su maestra y el ayudante de ésta, un tal Uchiha Shisui, los miraban con tranquilidad, sin inmutarse por su casi muerte por falta de aire.
Llevaban una semana y media con el entrenamiento extremo, como Kurenai lo había llamado, que el prodigio Uchiha les impuso de la noche a la mañana. Constaba de llegar al campo de entrenamiento a primera hora, justo antes del amanecer, sin haber comido y con el sueño aún en sus cuerpos; luego, correr tres kilómetros a la redonda sin descanso, ya que, si hacían esto último, era sumarle otro kilometro más por cada minuto de reposo que tenían. El que iba acabando esa parte, comenzaba con la "fatiga" de chakra supervisada por Yuuhi, y eso que ni siquiera daban las 9 de la mañana para entonces. Tomaban su desayuno a las 10 y media hora después, volvían al control de chakra. A mediodía, aún a pesar de estar exhaustos, se les ordenaba hacer un combate en parejas que eran escogidas por su sensei, y el que quedaba en solitario, peleaba contra ella. A las dos de la tarde, comían su almuerzo y volvían a correr los tres kilómetros media hora más tarde, esta vez podían tomarse el tiempo que quisieran, siendo ya para enfriar el cuerpo del arduo entrenamiento. Al acabar la extrema rutina, ya casi siendo las 4 pm., caían rendidos en el suelo tratando de recuperarse de alguna manera milagrosa, hasta Kiba le rezaba a algún dios para evitar morir.
–Buen trabajo, han mejorado desde el primer día. –Kurenia les sonrió, recibiendo gemidos de lamentación por parte de sus alumnos. –Nos vemos mañana a la misma hora y esta vez traigan más comida, puede que ya comiencen a tener mucha hambre debido al ejercicio. Nos vemos. –Se despidió, desapareciendo en una nube de humo.
–Arriba chicos, esto no es nada. –Shisui soltó una risilla, siendo mirado mal por Kiba y escuchando un gruñido por parte de Akamaru. –Créanme, mi entrenamiento fue mucho peor que este. Apenas comía y dormía, no se quejen. –Les sacó la lengua, y aunque lo dijese juguetón, notaron que sus ojos se habían vuelto algo vacíos.
–Shisui-kun. –Lo llamó Hinata, quien intentaba levantarse apoyándose de sus temblorosos brazos. El Uchiha no se movió, simplemente la miraba. Le había dicho que no siempre la ayudaría a levantarse como muchas otras veces lo hizo, ella ahora tendría que valerse por sí misma, por más que le doliera verla así, o si no, no sobreviviría demasiado en el mundo exterior. –¿Quieres… i-ir por un… ro-rollo de canela? –Le sonrió.
–Claro. –Devolvió el gesto, volviendo a su habitual expresión relajada. –Pueden irse a descansar, nos vemos mañana. –Se acercó a ella al verla de pie, apoyándola contra su cuerpo para que pudiese caminar. Sólo se escucharon quejidos adoloridos por parte de los jóvenes mientras se iban caminando.
0o0o0
La llevó a casa cuando dieron las ocho de la tarde exactas, siendo el toque de queda para dejarla en su hogar, no tanto por órdenes de Hiashi, pero si por regla mayoritaria de la segunda rama del clan, quienes preferían ver a Hinata sana y salva a esa hora, y quienes lo habian amenazado con bloquearle -para siempre- sus puntos vitales de chakra si no cumplía con esa orden al pie de la letra.
Se despidió de ella y regresó a su propia casa soltando un bostezo. De pronto, lanzó un kunai directo al sofá que tenía en la sala, escuchándose como alguien gruñía.
–¿Tachi? –Encendió la luz, encontrándose a su primo sentado en el mueble con la cabeza ladeada, notándose que había esquivado el golpe que iba dirigido hacia él, excepto por unos pocos cabellos cortados que no pudieron salvarse. –¿Qué haces aquí… y a oscuras? Casi haces que te ponga un accesorio en la cara. –Se sentó frente a él, mirándolo curioso.
–Sasuke y su equipo salieron a una misión. –Sacó el arma del respaldo, entregándosela a su dueño. –Me sorprende que no reaccionases tan rápido.
–Estoy agotado, el entrenamiento de los chicos me tiene muy pensativo con lo siguiente que voy a ponerles. –Se acomodó en su lugar, sonriéndole al menor con burla. –¿Así que el Sandaime no te dejó acompañar a tu hermanito en la misión?
–No. Después de todo, sólo soy el supervisor de que todo vaya bien con su formación. Además, es una misión sencilla de rango C, solamente acompañar a un constructor de puentes y protegerlo de bandidos hasta su destino.
–Ya veo.
–¿Qué tal el entrenamiento de tus chicos?
–Bastante bien.
–No los estás cansando hasta la muerte, ¿o sí? –Preguntó al saber que Shisui podría ser muy exigente si se lo proponía, por experiencia propia, claro está.
–Pues… algo. –Rieron un poco. –A decir verdad, han soportado bien todo el ajetreo que les he impuesto. A pesar de que los tres primeros días parecían estar a punto de morir. –Se rascó la nuca.
–Si han avanzado bien durante estos días, tu régimen de entrenamiento debe de servir.
–Eso espero. –Lo miró de reojo, notando como miraba algo inquieto hacia el frente. –Vamos hombre, no te preocupes por Sasuke, sabrá como defenderse.
–No estoy preocupado. –Dijo seguro, pero ante la atenta mirada de su primo que decía "no te creo nada", soltó un suspiro, bajando la cabeza. –Ok, sí. Estoy preocupado. No es que no confíe en sus habilidades, pero es su primera misión fuera de la aldea y sin que yo lo esté vigilando.
–Déjalo volar, mamá pájaro. –Sonrió.
–Tu estarías en la misma situación si fuese Hinata-san la que saliese en una misión de ese estilo.
–No te lo niego. Pero confío en su equipo y sé que todos se apoyaran mutuamente si es necesario. Han estado creando un lazo muy fuerte durante todo este tiempo. –Sonrió con orgullo, inflando el pecho. –Verás que volverá sano y salvo en unos días. –Palmeó su espalda.
–Eso espero. –Suspiró.
–¿Tienes hambre? –Se levantó, caminando a la cocina. –Aunque no la tengas, te voy a dar algo de comer. –Dijo antes de que le negara algo.
Itachi sonrió, su primo sí que era bastante considerado aun en contra de las personas, nótese el caso de Hinata con su padre, o él mismo, sino fuera porque se ocupaba con otras cosas, posiblemente estaría encima suyo como una madre preocupada por el bienestar de su querido hijo.
Suspiró, miró sus manos sintiéndose impotente al no poder acompañar a su hermano y ayudarlo en alguna situación peligrosa, después de todo, Sasuke siempre había estado siguiendo sus pasos y él sólo quería que no le ocurriese nada, no como le había pasado en su infancia y gran parte de su adolescencia.
Pero sabía que no debía, ni podía, seguir protegiéndolo de todo, su hermano menor era un shinobi ahora y tenía que empezar a apañárselas solo de ahora en adelante, debía aprender de la manera más difícil lo realmente cruel que es el mundo, únicamente esperaba que no fuese de la misma forma en la que él tuvo que hacerlo, no con guerras de por medio.
Despertó de sus pensamientos al ver que Shisui dejaba frente a él en la mesita de centro unos onigiris. Proceso rápidamente que, por lo menos, se había perdido en su mundo media hora, tomando en cuenta el tiempo de cocción del arroz y el olor del repollo cocinado que desprendía el triángulo, junto con el tiempo mínimo que le tomó hacer varios de los onigiris que sirvió a ambos.
–Provecho. –Se sentó en el sofá del frente, comenzando a comer.
–Gracias, igualmente. –Tomó uno, comiendo lentamente, sintiendo la deliciosa sazón que tenía su primo, bastante parecido al de su madre; después de todo, ella fue quien le había enseñado a cocinar a Shisui cuando él se quedó sin sus padres.
Lo observó detalladamente, las marcas de sus ojeras eran más pequeñas que las suyas, a pesar de que Shisui tenía muchas más cosas que cargar en sus hombros, se veía mucho más tranquilo que el propio Itachi, quien las tenía casi a la altura de la mitad de su nariz. Se notaba bastante feliz, sabiendo que tenía a alguien en quien apoyarse cuando las cosas fueron muy mal.
–¿Pasa algo?
–¿Mm? No, nada.
–Me estas mirando mucho. ¿Quieres decirme algo? –Volvió a negar, sin dejar de comer. –Te digo que Sasuke estará bien, no te preocupes.
–Lo sé… –Sonrió, Shisui también podría llegar a ser ese apoyo emocional necesario para él.
0o0o0
Algunos días pasaron, dándose la noticia de la muerte del legendario espadachín Momochi Zabuza, ex-integrante de "Los Siete Espadachines Ninja de la Niebla" durante una batalla contra el equipo siete liderado por Hatake Kakashi.
Itachi casi se desmaya al oír la noticia de no haber sido porque estaba junto a su padre en la oficina del Hokage. Al parecer, la solicitud del constructor de puentes fue más allá que simple protección y pasó de ser una misión de rango C a una de rango A.
Shisui, quien también estaba presente junto a su primo y tío, se sorprendió al escuchar lo acontecido, aunque no mostró ningún sentimiento al igual que Itachi, quien se mantenía en completo mutismo. La carta que Kakashi había mandado no daba muchos detalles de lo que pasó, simplemente explicaba lo más elemental, como la pelea contra Zabuza, contra un chico que estaba al nivel de un ANBU, unos pandilleros y la supervivencia del contratista de la misión. No diciendo quien resultó herido, pareciendo que eso quería explicárselo en persona al Sandaime.
–Gracias, Sandaime. –Fugaku hizo una leve reverencia. –Es una información valiosa la que nos acaba de proporcionar. Es una fortuna que todos estuviesen bien.
–Eso mismo digo yo, Fugaku. Tu muchacho, en palabras de Kakashi, fue de gran ayuda.
–Como debe de ser. Con su permiso, nos retiramos.
–Adelante, sólo necesito que Shisui se quede, por favor. Que tengan un buen día. –El nombrado se quedó quieto mientras el líder del clan y heredero salían de la oficina. Cuando estuvieron solos los dos, el anciano volvió a hablar. –Las invitaciones para el examen Chunnin comenzarán a ser repartidas, tanto para los ninjas que estarán involucrados como sus respectivos líderes. Quiero que me hagas un favor y lleves la invitación personalmente al Kazekage para el torneo final.
–¿Personalmente? –Arqueó una ceja, normalmente usarían una de las aves mensajeras para mandar tal cosa.
–Sabes que tenemos rencillas con ellos… bueno, con todas las aldeas. –Suspiró. –Pero él será el invitado especial de este año. Y quiero mandarte a ti porque eres habilidoso, si llegase a ocurrir algo, sabrás como salir de esa situación e informarnos.
–Como ordene. –Le hizo una profunda reverencia.
–Además, quiero que lleves al equipo 8 contigo. –Shisui casi se va de cara contra al suelo al escucharlo, mirándolo sorprendido.
–Hokage-sama, no digo que esta misión sea muy peligrosa, a lo mucho una misión de rango B por el lugar al que me dirijo, pero ¿por qué llevar a los chicos?
–Mandaré a Kurenai a una misión en la Aldea de la Cascada en unos días, y tú eres el supervisor de ellos en caso de que ella no esté. Los demás nuevos equipos ya han salido de misiones fuera de la villa, lo mejor es que también ellos experimenten lo que es salir de aquí y enfrentarse al mundo. Además, sería una buena forma agregar un entrenamiento en el desierto a la formación que les estas dando.
–Buen punto. –Sus cejas se curvearon en un gesto de preocupación.
–Dime tu duda. –Sacó su pipa del cajón junto a una cerilla, encendiéndola.
–El Jinchuriki de Shukaku está allí, ¿no? He escuchado horribles cosas de ese muchacho.
–¿Temes que los ataque?
–Por mí no hay problema, pero los chicos…
–Shisui… tu primo menor acaba de enfrentarse a uno de los ninjas más temidos y fuertes en el mundo. Nadie está realmente seguro en este mundo de sufrir algo por el estilo.
–Lo sé… -Suspiró, poniéndose derecho y volviendo a su rostro serio. –¿Cuándo partiremos?
–En una semana, prepáralos mentalmente para lo que viene y si lo crees necesario, háblales del Jinchuriki; no deben mostrar ningún ápice de miedo si llegasen a topárselo de frente, será peligroso.
–Sí, señor.
–Puedes retirarte. –Al momento que lo dijo, el chico desapareció. Dio una fuerte calada a su pipa y soltó lentamente una gran bola de humo. –Por más que yo quisiera que mis niños no enfrentasen algo parecido. –Miró por el gran ventanal detrás de él, recostado en su silla.
0o0o0
Llegó al campo de enteramiento tres, encontrando al equipo 8 con Kurenai entrenando el rastreo con sus respectivos doujutsu.
Se sentó bajo un árbol, mirándolos concentrarse en las cosas que había escondido la pelinegra en algunos puntos, tal como él lo había hecho con anterioridad. Akamaru y Kiba fueron los primeros en irse corriendo hacia el norte, Shino desapareció de un salto y Hinata volteó en su dirección teniendo el Byakugan activado. Le sonrió, saludándola con la mano, pero notó la mirada preocupada que le dio, dándose cuenta que miraba directamente a su corazón acelerado.
La noticia del Hokage lo había sacado de su tranquilidad natural, después de todo, iba a exponer a un peligro mayor a los chicos al ir a Sunagakure y estar de frente con el demonio de esa aldea. Había escuchado que ese chico era demasiado sanguinario a la hora de enfrentarse a enemigos, que incluso casi llegaba a matar a sus propios hermanos a la hora de entrenar.
Hinata dio unos pasos con la intención de acercarse a él, pero Kurenai le llamó la atención para que siguiera con el entrenamiento, a lo que tuvo que obedecer con la preocupación por él a flor de piel.
–"Sí que me conoce" –Sonrió con gracia, comenzando a tranquilizar el rápido palpitar de su corazón. La maestra del equipo se acercó a él.
–¿Qué te dijo Hokage-sama?
–Supongo que sabe que el equipo 7 se enfrentó a Zabuza en su misión.
–Si. Fue afortunado que no hubiera baja alguna… bueno, no de nuestro lado.
–Eso y que usted se irá a una misión, yo me quedaré a cargo de los chicos y que me los tengo que llevar a Suna.
–¿A Suna? ¿Por qué y cuándo?
–Le llevaré la invitación personalmente al Kazekage. En una semana.
–Ya veo. ¿Por eso estas preocupado?
–Algo así. Me preocupa encontrarme con Sabaku no Gaara.
–¿El Jinchuriki?
–Si.
–Todo estará bien. –Le sonrió para tranquilizarlo. –Estarás allí, saben defenderse y tú no permitirás que les hagan daño.
–Gracias por darme ánimos.
–Es mi deber como sensei, aunque no seas enteramente de mi equipo.
–Je. –Sonrió.
Un rato después, los chicos volvían con las cosas a recolectar, el de Kiba era una pieza de shougi, con el kanji de "General de Oro", habiéndose guiado por el olor de la madera; Shino traía una aguja pequeña, lo justo como para que sus insectos tardaran en encontrarla; Hinata, en cambio, sujetaba un solo grano de arroz entre sus dedos, teniendo que haberlo buscado entre el césped y pequeñas piedras.
–Es todo por hoy, me iré en lo que Shisui-san les tiene que decir algo.
Los chicos asintieron y se sentaron frente al mayor bajo la sombra del árbol, despidiéndose de su maestra.
–Bien. Les tengo una noticia. –Lo miraron atentos. –Iremos a Suna.
–¿En serio? –Kiba se sorprendió, mientras Akamaru soltaba un ladrido.
–Si. Me acompañarán a dejarle una invitación al Kazekage para los exámenes Chunnin, así que, saldremos en una semana. Será un entrenamiento para ustedes salir a uno de los lugares con más facilidad de morir en el mundo.
–¿E-en serio? –Ahora lo miraba asustado, pero negó y sonrió. –Verás que lo haremos bien.
–Esa es la actitud. Ahora, hay algo que les tengo que advertir. En esa aldea hay un chico, uno muy peligroso. Necesito que ustedes vayan lo suficientemente preparados mentalmente para que no les ocurra nada. –Sacó tres rollos, dándole uno a cada quien. –Este es un mapa de Konoha a Sunagakure, memorícenlo. Está lo bastante especificado para que no se pierdan o sepan donde están las trampas que el desierto crea.
–Shisui-kun.
–¿Si, Hinata-chan?
–Sobre ese chico… ¿Por qué es pe-peligroso? –Jugó con sus dedos nerviosa.
–Es… am… un Jinchuriki.
–¿Eh?
–Supongo que tendré que explicarles. ¿Recuerdan algo que se mencionase cuando el Kyuubi atacó la aldea y ustedes apenas eran unos bebés o todavía no nacían? –Miró a Hinata con esto último, a lo que todos asintieron. –Pues bien, el Zorro de Nueve Colas no murió como algunos de su generación creen, fue sellado dentro de alguien.
–Wow. ¿Se puede hacer eso?
–Algo así. Se necesitan varias cosas, pero en ese tiempo, fue sellado en un bebé que ustedes conocen bastante. Pero hablando de otra cosa, el Kyuubi no es el único monstruo de su tipo, en realidad, existen ocho más. –Se sorprendieron. –Y hay uno justamente en Suna, que fue sellado en el chico del cual les hablo. Ahora bien, lo más probable es que sientan una gran sed de sangre si llegásemos a toparnos con él de frente, no sucumban ante el miedo y no le demuestren el temor que posiblemente les dé.
–¿Usted lo conoce, Shisui-san? –Shino se le notaba algo ansioso, nunca había escuchado nada parecido, ni siquiera sus padres le habían mencionado algo de eso.
–Si. He llegado a topármelo en algunos momentos de lejos, créanme, sé lo que les digo, todo esto es por su bien.
Tragaron saliva, para que Shisui dijera que llegó a tener miedo de alguien era para asustar a cualquiera.
–En esta semana entrenaremos su control emocional, que, en sí, es importante para cualquier ninja. Así no habrá algún contratiempo cuando lleguemos. Los meteré a genjutsus que ni en sus pesadillas llegaron a ver. –Volvieron a tragar saliva. –Por el resto del día, dedíquense a memorizar cada parte del mapa, ustedes serán mis guías en ese basto desierto, no yo.
–¡Si!
–Retírense. –Se levantaron. –Hinata, acércate. –La niña se despidió de sus amigos, obedeciendo al mayor. –Esto será esencial para ti, no podremos ocultar de todo tus sentimientos, después de todo, eres un libro abierto. –Le sonrió, provocando que se sonrojara. –Y discúlpame si llego a mostrarte algo que no te guste.
–E-está bien, Shisui-kun. –Le sonrió con dulzura, jugando con sus dedos. –Sé que es… por nuestro bien… y será de gran ayuda…
–¿Sabes? Tu voz se escucha hermosa sin tanto tartamudeo. –Se carcajeó un poco al verla ponerse colorada, trabándose con todas las palabras que quería decir, alcanzándola a atrapar antes de que tocara el suelo cuando se desmayó, recostándola sobre él. La abrazó con cuidado, poniendo el mentón sobre su cabeza y respirando el dulce aroma que desprendía su cabello.
Soltó un largo suspiro después de un rato, sintiendo como su estómago gruñía fuertemente, anunciándole que ya tenía hambre. De pronto, la chica despertó, sonrojándose al darse cuenta que estaba entre los brazos y piernas del mayor.
–¿Quieres ir a comer algo? –Le preguntó al notarla completamente despierta.
–N-no sé…
–¿Algo que se te antoje?
–Ra-ramen.
–Vamos por ramen, entonces. –Se levantó con ella aun en brazos, poniéndola aún más colorada. –¿Cuántos tazones quieres? –Comenzó a caminar en dirección a la aldea.
–U-uno…
–Sabes que no me importa pagar todo lo que comes. –Sonrió al verla como tomate.
–No e-es necesario.
–Yo quiero. Además, estás en entrenamiento, necesitas comer bastante hasta que estés satisfecha. Y me encanta ver la cara de todos cuando te ven comer tantos platos. –Soltó una carcajada, recordando que él mismo había puesto también una cara llena de sorpresa la primera vez que vio el gran apetito de Hinata por el ramen, incluso podría decirse que, si Naruto, Chouji y Hinata hiciera una competencia de comer ramen, Hinata les ganaría… y por mucho.
La menor estaba que echaba humo de las orejas, cubriéndose el rostro mientras oía la risa del azabache. Cuando se calmó, le pidió que la bajara, pero Shisui siempre terco le dijo que no, así que, todos en la aldea los volteaban a ver de manera para nada disimulada, hablando entre ellos al ver a la heredera Hyuuga ser cargada por el prodigio mayor de los Uchiha.
La bajó por fin cuando llegaron al puesto de ramen, siendo saludados por Teuchi. Se sentaron en la barra y cada quien pidió su platillo. En lo que esperaban, Shisui se puso a jugar con los palillos, mientras Hinata jugaba con sus dedos.
–¡Viejo! –Un alegre Naruto entró. –¡Dame tres órdenes de ramen!
–¡A la orden! –Gritó el viejo, yendo con su hija Ayame a preparar más fideos.
–Yo, Naruto. –Shisui sonrió al verlo, parecía estar bien a pesar de la misión que tuvo. Hinata lo miró sonrojada.
–Shisui-san, Hinata-chan. –Los miró.
–Me enteré lo que pasó en tu misión.
–Si. Je. Acabamos de volver. –Sonrió con algo de tristeza, rascándose la nuca.
–¿Y los demás?
–Kakashi-sensei fue a entregar el reporte de la misión y Sakura-chan quería irse con Sasuke, pero él dijo que quería ir a ver a su hermano. Yo la invité a venir, pero me dijo que no. –Se cruzó de brazos, estando con los ojos achinados y un puchero.
–Ya veo. Bueno, anímate, ya puedes disfrutar de este delicioso ramen. ¿Sabes qué? Yo te invito, después de todo, tuviste una peligrosa misión ¿y qué mejor festejo de regresar con bien, que comerse un gran plato de ramen?
–¿¡En serio!? –Sonrió, mostrando todos los dientes.
–Por supuesto. Anda, siéntate.
El menor obedeció entusiasmado. Hinata no lo había dejado de ver en todo momento. No sabía a qué se refería Shisui con la misión, pero supuso que fue peligrosa por como hablaba de ella. Sonrió al pensar que todo el equipo 7 regresó a la aldea sano y salvo.
Naruto comenzó a contarles de todo lo que había pasado y ambos le ponían atención, incluso el dueño del puesto junto a su hija se sorprendían de todo lo que platicaba el rubio, aunque claro, sentían que algunas cosas eran bastante exageradas.
Cuando las ordenes llegaron, el Uchiha comió tranquilo, mientras el rubio a su lado derecho comía como si llevase años que no probase bocado alguno, por otro lado, la ojiperla a su lado izquierdo se alimentaba rápido, aunque no lo pareciera.
De pronto, Iruka-sensei llegó con la respiración agitada y mirando a todos los presentes, deteniéndose en el Uzumaki.
–Naruto, ¿estás bien?
–¿Eh? Claro que si, Iruka-sensei. ¿Quiere comer con nosotros?
Su exprofesor sonrió aliviado, en cuanto había visto a Kakashi en la torre Hokage, fue corriendo a donde adivinaba estaba Naruto. Aceptó la invitación y se sentó al lado del ojiazul.
–Shisui-san nos invitará. –Pronunció entre los fideos de su boca, mientras el aludido arqueaba una ceja ante lo dicho.
–No te preocupes, Shisui-san. Puedo pagar mi parte. –El de la cicatriz le sonrió, pidiendo un plato a la muchacha.
–No, está bien. Traigo suficiente dinero para el apetito de estos dos, lo nuestro será mínimo a consideración de lo que ellos consumirán. –Apuntó a los menores con los palillos en su mano.
–Oh. De todos modos, si te hace falta, yo con gusto te pondré de mi dinero.
–Gracias, sensei.
El recién llegado pidió su plato, platicando tranquilamente con el Uchiha, preguntando de vez en cuando por el entrenamiento que recibían sus exalumnos.
–¿Eh? ¿Estas ayudando al equipo 8 con su entrenamiento? –Lo miró desconcertado, agradeciendo a Ayame por el plato de ramen que le dejó en la barra.
–Sí, algo así. Digamos que los preparo de manera más… "realista" a lo que se van a encontrar en el exterior de la aldea.
–¿Cómo a mí? –Naruto los miró.
–Si. –Shisui le revolvió el pelo, teniendo una expresión seria pero amigable. –Cosas muy parecidas y peores.
–Shisui-san, no los asustes.
–No lo hago, pero todos sabemos el horror de enfrentarse a la muerte en algún momento, sensei. –Iruka bajó la mirada, asintiendo de acuerdo.
–¿Entonces los entrenarás para las adversidades del desierto? –Preguntó, recordando que antes de interrumpirlo le había dicho que irían a Suna.
–¿¡Irán al desierto!? –El rubio los miró sorprendido, con los fideos a punto de entrar a su boca abierta.
–Si. Iremos a Sunagakure.
–¿Eso es el desierto?
–¡Naruto! Eso te lo enseñé en geografía. –El moreno miró al menor molesto.
–Ah, sí. Lo hizo. Je, je. –Rascó su nuca.
–No lo recuerdas, ¿verdad? –Estiró los labios a los lados, mostrando una expresión de completo enojo.
–Eh… ¿sí?
Shisui sólo reía divertido por la escena. Miró de reojo a Hinata, quien ya iba por su décimo plato de ramen sin que nadie se diera cuenta.
–"¿A dónde se irá toda esa comida?" –Ladeó la cabeza observándola con más atención, sin dar crédito que la chica no engordara por tanta comida que engullía en menos de 15 minutos sin llegar a tener el mínimo ápice de abultamiento en su estómago, como a Naruto le pasaba la mayoría de veces. Comprendía que era una chica que entrenaba todo el tiempo y quemaba muchas calorías, y que probablemente su chamarra ocultara cosas, pero nunca hubo indicios de engordamiento cuando la abrazaba después de comer o algo parecido.
Se encogió de hombros, diciéndose a sí mismo que luego lo descubriría, de alguna u otra forma lo haría. Sorbió lo que quedaba de caldo en su plato y lo dejó en la barra, agradeciéndole con la mirada a Teuchi en cuanto éste tomó el recipiente.
Platicó un rato con el moreno, mientras los menores acababan de comer, ambos con una gran cantidad de platos acumulados, si no fuese porque tanto Ayame como su padre los levantaban al momento de estar vacíos, haciendo que solo Teuchi y Shisui fueran los únicos en saber la cantidad exacta de ramen consumido por Hinata.
El pelinegro se despedía de su dinero al entregárselo al dueño, suspirando al ver tres meses de sueldo siendo guardados en la caja registradora del local. Agradecieron y salieron.
–¡Muchas gracias, Shisui-san! Estuvo delicioso-ttebayo. –Acarició su panza abultada, soltando un suspiro de satisfacción.
–De nada, te lo merecías después de lo que viviste. No todos los días te enfrentas a un renegado del libro bingo y sales vivo. –Naruto asintió de acuerdo, mientras Iruka lo miraba con algo de miedo, sabiendo el largo historial de Shisui de enfrentarse con delincuentes buscados a lo largo de tantos años como ninja; de todas las peleas, el Uchiha se alzaba victorioso, con probablemente más de una muerte hecha por sus manos.
Se separaron, Iruka y Naruto, por un lado, y Shisui con Hinata por el otro. Durante el camino, el pelinegro miraba de reojo a su compañera, intentando descifrar o identificar algún indicio de abultamiento por la comida recién ingerida por la menor, pero el grueso abrigo que traía puesto no ayudaba para nada en su cometido. Incluso llego a pensar en usar el Sharingan, pero no le ayudaría mucho, a decir verdad.
–Hinata, mañana quiero empezar con tu entrenamiento, así que, quiero que cumplas algunas peticiones.
–¿Cu-cuales, Shisui-kun? –Lo miró curiosa.
–Que me enseñes los movimientos del Puño Suave. Necesito copiarlo para poder entrenarte.
–¿E-eh? Sa-sabes que no es posible. –Se detuvo, observándola con preocupación.
–No es posible imitar lo que haces con lo del chakra y demás porque eso es propio de tu clan, pero si puedo imitar los movimientos en una menor velocidad y poder usarlos en un entrenamiento exclusivo. Podremos mejorar tu forma de pelear, así como tu percepción y hasta al mismo Byakugan. Ten en cuenta que esto es adicional del entrenamiento que estas teniendo con tu equipo. –La miró con seriedad, pero aun con su toque natural de dulzura hacia ella.
–Pe-pero… si mi clan se entera…
–Tengo completa autorización… o eso parece, para poder entrenarte como se me da la gana. Y esto es lo que quiero hacer. Además, ni tu clan, ni tu padre, ni Neji, ni nadie podrá enterarse de lo que estamos haciendo, porque haremos esto en un lugar secreto de mi clan. –Le sonrió. –No tienes con quien practicar tu Juuken, soy tu única esperanza de no hacerlo sola, y lo sabes. –Vio como bajaba la cabeza con tristeza y resignación. Sabía que había sonado cruel, pero no podía endulzar la situación que vivía la pequeña por mucho que quisiera, tenía que demostrarle, de alguna u otra forma, que era la única opción.
–N-no estoy segura, Shisui-kun. –Jugó con sus dedos.
–Mírame, Hinata. –Obedeció, sonrojándose por lo cercano que encontró al mayor frente a su cara. –Mañana haremos una prueba, ¿sí? Si copio un poco de tu estilo de pelea, te entrenaré con él, pero si no lo logro, entonces te adiestraré de otra forma. ¿Qué te parece?
–Y-yo…
–Piénsalo esta noche. Conociéndote, no dormirás, pero inténtalo. Si mañana me dices que no a lo del Juuken, lo dejaré por la paz y nos iremos directamente a otro tipo de entrenamiento. En cambio, si dices que si, tendrás que mostrarme cada movimiento que te sepas, no importa si es impregnado con chakra o no. Y lo será de dos formas. –Levantó dos dedos de su mano derecha para hacer énfasis. –La primera, me enseñarás cada acción que realizas como si estuvieses frente a alguien. La segunda, pelearás contra mí. –Sus ojos mostraban aún más preocupación que antes, probablemente más por el hecho de decepcionarlo que de llegar a hacerle algún daño. –¿Entendido?
–O-ok.
–Bien. Vamos a tu casa, necesitas descansar para mañana. –Acarició su cabeza, caminando seguido de la menor.
0o0o0
Bostezó llegando a la zona Uchiha, saludando a la gente que veía en el camino. Paseó por las concurridas calles, viendo a lo lejos a su tía Mikoto comprando cosas en uno de los puestos de frutas y verduras. Se acercó lentamente, haciendo un gesto de silencio con la mano al vendedor cuando éste lo miró. Respiró profundamente y preparó los brazos para moverlos con rapidez hacia la mujer, y cuando estaba a punto de asustarla, la pelinegra giró en su dirección con una mirada perspicaz.
–¿En serio planeabas asustarme, Shisui-kun? –Bajó los brazos con rapidez, ocultándolos detrás de su espalda y mirando a otro lado despistadamente.
–¿Eh? No, claro que no, Mikoto-obasan.
–Claro. –Sonrió, pagándole al hombre y extendiéndole las bolsas de papel llenas de verduras al menor. –Ya que estás aquí, ayúdame a cargar el mandado. Y acompáñame.
–Por supuesto. –Las tomó, acomodándolas entre sus brazos. La siguió por el pequeño mercado, cargando la mayoría de cosas que compraba.
–Y, dime Shisui-kun, ¿Cómo está Hinata-chan?
–Muy bien. Hace rato la fui a dejar a su casa. –Respondió distraídamente, sonriéndole a unos niños que pasaron corriendo a su lado.
–¿Estás cuidando bien de ella?
–Claro que sí.
–Ya veo. ¿Sabes? Creo que Itachi necesita pasar más tiempo con ella, con eso de que están comprometidos, deberían conocerse un poco más el uno al otro. –Lo miró de reojo, deteniéndose al ver que él lo hacía abruptamente. Notaba como sujetaba las bolsas con más fuerza de la necesaria, pero aun así la miraba con una sonrisa contenta, relajándose en una fracción de segundo, volviendo a caminar. –"Como buen ANBU". –Pensó.
–Tal vez, sí. Deberían pasar tiempo, pero los exámenes Chunnin se acercan, por lo que Hinata debe entrenar. Además, en una semana saldremos en una misión de mensajería.
–"Vaya, dando excusas… aunque son muy acertadas". –Sonrió levemente. –¿A dónde irán?
–A Suna. Una invitación "personal" para la participación del Kazekage como invitado de Sandaime-sama.
–Ya veo. ¿Irás con su equipo?
–Si.
–En ese caso, cuando regresen, invitaré a Hinata-chan a tomar el té y que platique con Itachi tranquilamente un rato, para que tengan más confianza el uno con el otro.
–Si es que la dejo.
–¿Mm? –Lo miró curiosa, eso había sonado bastante molesto de su parte.
–El entrenamiento, será algo intensivo para ella y su equipo. Dudo poder dejarles mucho tiempo libre. –Le sonrió.
–Pobres. Tus entrenamientos intensivos son… bastantes crueles. Aún recuerdo cuando Itachi se levantaba a media noche a regar las plantas de su ventana. Algo sobre no darles de beber a las flores y ser comido. Sigo preguntándome que fue lo que le hiciste ver.
–Bueno, Tachi dejaba morir sus plantas por no regarlas. Sólo fue un pequeño escarmiento. –Soltó una risilla algo maliciosa.
El ambiente tenso que se formó por la pregunta de la niña Hyuuga y su primogénito parecía haberse relajado. Mikoto sabía que su sobrino presentaba signos de enamoramiento hacia la princesa de los ojos claros, y que probablemente, la noticia de hace unos años sobre el compromiso de los herederos no le sentó nada bien, casi podía jurar que la casa del Uchiha explotaba en los días que estuvo enfermo, y más por la cara de arrepentimiento de Itachi cuando regresó esa noche, supuso que no tomó nada bien la noticia.
Pero también sabía que Shisui no podría hacer nada, asimismo, él tenía ese conocimiento. Un acuerdo de matrimonio entre clanes era algo inquebrantable para quienes no estaban enteramente involucrados, sólo los herederos y sus padres podrían dar marcha atrás y cancelar todo, o simplemente seguir con lo acordado y obligar a sus hijos a casarse en un matrimonio arreglado, aún a costa de su felicidad.
Hasta cierto punto, agradecía a los cielos que su matrimonio no fuese así, que se casó con Fugaku por amor y no por algo que la hiciera infeliz como un acuerdo matrimonial. Tenía entendido que algunas uniones terminaban en amor entre los esposos, pero la gran mayoría era todo lo contrario. Hombres y mujeres Vivian en una amargura que sólo la muerte de alguno terminará con el sufrimiento, o aferrarse a la descendencia era lo mejor que se podía hacer.
Volvió a mirar a Shisui, tenía una mirada triste en sus bellos ojos negros cubiertos por esas espesas pestanas que siempre adoró cuando él era un bebé; él sufría, oh, por supuesto que sabía que sufría, por más que intentase ocultarlo, después de todo, Shisui siempre mostró interés en la pequeña y el simple hecho de no poder hacer nada, lo hacía sentir impotente.
Tendría que hablar seriamente con su primer hijo, si es que no lo había hecho antes su sobrino, sobre cuidar bien a Hinatañ lo haría, aunque no se lo dijera, pero necesitaba oír de su boca que sería así. La pequeña había ocupado una gran parte de su corazón durante esos años, además de ser hija de una de sus mejores amigas, claro que velaría por ella.
Golpeó levemente su hombro con el brazo del menor, llamándole la atención. La miró curioso, agitando sus pestañas al parpadear varias veces. ¡Cielos! Sí que las adoraba, aun no entendía porque los hombres tenían mejores pestañas que las mujeres.
–¿Mikoto-obasan? –Preguntó confundido, sonriendo intrigado por el repentino mohín que puso la señora.
–Oh, lo siento, cariño. ¿Te parece cenar hoy en mi casa?
–Iba a ir aunque no me lo hubiese preguntado. –Soltó una risilla con gracia, contagiando a la mujer. Dejaron atrás la semi incomoda conversación de antes, platicando de otras cosas, como la alimentación del más chico de los dos.
Al llegar a la casa, la mayor fue directo a la cocina, donde Shisui dejó las bolsas y ayudó a guardar lo que no se iba a usar para la cena, diciendo que iría con su primo al acabar.
Caminó al cuarto de Itachi, pensando una y otra vez en lo dicho por su tía, "Hinata e Itachi deben pasar más tiempo". Chasqueó la lengua, algo raro en él, normalmente su tío Fugaku y Sasuke lo hacían, pero supuso que tenía que exponer de alguna forma su molestia.
–"¿Dónde demonios se supone que metí esa idea?" –Soltó un largo suspiro, recordando el momento en el que había usado su Mangekyou Sharingan para lavarle el cerebro a su clan entero, poniendo especial atención de cuando se dirigió a Fugaku, tratando de pensar claramente que fue lo que dio inicio al matrimonio arreglado.
De pronto, se detuvo en mitad del pasillo, había pensado en la aldea, pero tal vez… Hinata. Recordaba vagamente haber pensado en ella, ni siquiera como para introducirla en el pensamiento de Fugaku, fue algo fugaz y… se maldijo a sí mismo.
–"Soy un imbécil de primera". –Volvió a caminar, llegando a la habitación de Itachi, sin encontrar ningún rastro de él allí. –"¿Mm? ¿Estará entrenando?" –Se dirigió al dojo que tenía la casa, encontrando el grato espectáculo de Itachi ayudando a entrenar a Sasuke. Sonrió levemente, recargándose en el marco de la puerta para apreciar mejor el momento.
El menor de los Uchiha dio un salto para poder estar a la altura de su hermano y darle una fuerte patada directo a la cara, la cual fue detenida por los brazos de éste, tomando su pierna y lanzándolo al suelo, donde explotó en una nube de humo y un tronco lo sustituyó.
Lo buscó rápido con la mirada, ignorando a su primo en la entrada, sin poder ubicar donde se encontraba su otouto, volviendo su vista al tronco que no había desaparecido, de un momento a otro, tomando la forma de Sasuke de nueva cuenta, practicando un barrido hacia sus pies, tirándolo al piso.
–¡Uf! –Exclamó al chocar contra el tatami y quedándose ahí para tomar aire. El sudor corría por su rostro pegando el oscuro cabello a este. Miró a su hermano, quien lo miraba con los ojos bien abiertos esperando a que en algún momento se levantase y contratacase, respirando igual de agitado. –Buena esa, Sasuke. –Se sentó, extendiendo su brazo izquierdo y chocando los dedos índice y medio contra su frente, sacándole una pequeña queja, tomándolo desprevenido.
–Ya no soy un niño para que hagas eso. –Se apartó algo sonrojado y con gesto molesto, cubriéndose la frente.
–Para mí siempre serás un niño.
–Suenas como mamá. –Lo ayudó a levantarse. –¿Cuándo entrenaremos con el Sharingan? –Sonrió algo engreído, pero ansioso.
–Cierto, ahora Chibisuke es un niño grande con Sharingan. –Miraron al mayor, quien se acercó para revolverle el cabello. –Todo un hombre, diría tu padre.
–¡Shisui-san! –Intentó detenerlo, pero sólo logró que lo hiciera más fuerte y que su hermano se uniera a la molestia.
–Será después.
–Siempre dices eso. –Lo miró molesto, cruzándose de brazos. –Y nunca lo haces.
–Bueno, esta vez va en serio. Sólo espera. –Quiso volver a tocar su frente, pero esta vez, el menor se alejó justo a tiempo.
–Si no lo haces, no te dejaré dormir. –Lo apuntó con un dedo, dándose la vuelta. –Iré por un refrigerio. –Se fue.
–De acuerdo… eso hasta a mí me dio miedo. –Soltó con gracia. Itachi solamente negó.
–Lo cumplirá, así que, lo mejor es que lo entrene un poco. Al menos para que lo deje de lado por un rato.
–Por como es Sasuke, lo dudo. Pero ya vienen los exámenes Chunnin, así que, puede que te deje en paz.
–Eso también lo dudo. Mi padre me pidió ayudarle a entrenarlo mientras él estaba en la oficina. Le dije que Kakashi-san estaba dispuesto a ayudarle y enseñarle a usar el Chidori, pero se rehúsa un poco.
–Aun así, lo vas a llevar, ¿no?
–Si. Yo no conozco nada del elemento rayo y menos si ni siquiera es mi tipo, pasa lo mismo con mi padre. Kakashi-san es una buena opción.
–Claro. Aunque podamos imitarlo con el Sharingan, no quiere decir que realmente sea nuestra afinidad. –Jugó con su cabello como siempre.
–¿Te ocurre algo? –Lo miró curioso.
–¿Mm? ¿Por qué lo preguntas?
–Recientemente no has jugado con mi cabello de esa forma y normalmente lo haces cuando algo te preocupa. –De inmediato dejó de hacerlo, suspirando. Cerró las puertas del dojo, esperando a que nadie escuchase su conversación.
–Creo que metió la pata cuando ocurrió ese… "incidente" … –Hizo comillas con los dedos en lo último.
–¿A qué te refieres? –Lo miró preocupado.
–Tal vez… di la idea… a tu padre sobre… tu casamiento con Hinata. –Susurró muy por debajo, pero los entrenados oídos de Itachi lo escucharon claramente.
–¿Lo hiciste?
–Si. Cuando hacía ya sabes que, pensé por un momento en ella, probablemente fue un simple milisegundo y… eso influyó a que él tuviese esa idea.
–¿Hablas en serio?
–Si.
–¿Y te sientes aún más culpable?
–Si. –Volvió a suspirar. Su primo lo miró con compasión, poniendo una mano sobre su hombro.
–Podremos resolverlo, no te preocupes.
Le sonrió, asintiendo. –De acuerdo. Por el momento, tienes que bañarte, hueles horrible. –Cubrió su nariz, agitando su mano delante del rostro, aludiendo que olía mal. El menor soltó una pequeña carcajada y ambos salieron del dojo. Itachi se dirigió al baño y Shisui a la cocina para ver en que podía ayudar.
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Regresó a su casa pasadas las veintidós horas, yendo a su habitación. Tomó un cuaderno de su escritorio y comenzó a escribir el plan de entrenamiento para Hinata y otro para todo el equipo 8, entreteniéndose más con el de la niña.
El día siguiente seria duro, no importando que fuese lo que escogiese la Hyuuga, tendría que llevarla a ciertos extremos para hacer que dejara de tener miedo a la hora de combatir. Cuando creyó que todo estaba bien, se dio una ducha y se acostó a dormir.
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Fue por ella a la mansión, esperándola afuera sobre la rama de un árbol viendo los matices del amanecer. Al verla salir, bajó de un salto, sorprendiéndola en el acto.
–La gente vería mal que te tome por sorpresa siendo un ninja, Hinata. –Le sonrió.
–Y-yo… lo siento. –Bajó la mirada, jugando con sus dedos.
–No lo digo como un regaño, es una observación. –Comenzaron a caminar hacia el distrito Uchiha, tomando una desviación para no entrar por completo.
Hinata se maravilló al llegar al Rio Naka, siendo que siempre le había gustado ese lugar desde que Shisui la traía de pequeña. Dejó su mochila en un árbol, poniéndose nerviosa de pronto.
Miró en dirección del mayor, encontrándolo haciendo algunos estiramientos mientras la observaba fijamente, causando un gran sonrojo en su rostro y que desviara la mirada, encontrando más interesante un panal de abejas sobre la rama de un árbol.
–¿Qué decidiste? –Se estremeció al sentir su cálido aliento chocar contra su oreja al estar inclinado detrás de ella. Ni siquiera había sentido el momento en el que se acercó tanto.
–Y-yo… te mostraré los… movimientos.
–¿En serio? –Sonrió levemente.
–S-sí. Pero… por favor, no le digas a nadie. Podrían ponerme el sello y expulsarme del clan. –Tembló, preocupando al Uchiha, quien sólo la abrazó y acarició sus brazos.
–Nunca haría algo para perjudicarte, Hinata. –Hizo que lo mirara, dándole una sonrisa tranquilizadora. –Mis labios están sellados. –Por instinto, la niña miró hacia su boca, sonrojándose al darse cuenta de lo que estaba haciendo y mirara a otro lado, sacando una risa por parte del pelinegro. Se separó de ella, sentándose sobre un tronco caído y hueco. –Conozco algunos movimientos de cuando he estado en misiones junto a gente de tu clan, pero no les he puesto mucha atención y algunos sólo me doy una idea de cómo funcionan. Enséname todo lo que puedas y veremos qué podemos hacer. Recuerda, primero tu sola y luego pelearas contra mí. –Activó su Sharingan.
–D-de acuerdo. –Dio una profunda bocanada de aire. Hizo los respectivos sellos para activar el Byakugan, notando el flujo de chakra de Shisui, el cual se concentraba más fuertemente concetrado detrás de sus ojos. Parpadeó varias veces para centrarse, tomando una pose de combate característica de su familia.
Comenzó a dar palmadas en el aire, lanzando golpes a enemigos imaginarios para darle una impresión más clara a Shisui de lo que era el estilo del Juuken. El pelinegro seguía cada movimiento, y gracias a su técnica ocular, podía grabarse sin falla todos ellos.
Por su mente pasó la imagen de Neji, frunciendo el ceño al saber que ese mocoso podría tener o haber aprendido más cosas que Hinata por el simple hecho de que a la menor la habían desheredado y quitándole el privilegio de aprender. Ko le mencionó que Neji tomó algunos viejos rollos de técnicas de la biblioteca sin que nadie supiera, soltó una risilla disimulada por la ironía del pensamiento, robando frente a los ojos que todo lo ven sin que se den cuenta, ja, si, que irónico. Negó, volviendo a sus anteriores pensamientos, tal vez pudiera pedirle a Ko esos pergaminos para ayudar a Hinata.
Cuando alcanzó a divisar una gota de sudor correr desde la frente de la peliazul, pasando por su mejilla, mentón y cuello hasta correr debajo de su chamarra, decidió que era hora de parar.
–Bien, Hinata. Toma cinco minutos y volverás a hacer el Juuken, esta vez conmigo.
–S-sí. –Se detuvo, intentando regularizar su respiración agitada.
Al pasar el tiempo dicho y haberse calmado por completo, se puso aún más nerviosa al verlo colocarse de pie frente a ella, aun sin desactivar su Sharingan.
–De acuerdo. Tu pose de combate. –Hizo lo que le pidió. –Primero me atacarás, yo simplemente me defenderé. Cuando dé la orden, nos detendremos, descansarás y volveremos a iniciar, pero esta vez, te imitaré en todo. Por el momento, lo mejor es que ataques con chakra, quiero ver que tanto expulsas.
Asintió, tratando de calmarse para poder dar lo mejor de sí. Al escuchar la señal de comienzo por parte del mayor, se lanzó al ataque, dando manotazos a los lugares más vulnerables del cuerpo de Shisui, siendo esquivada con maestría por el experto Uchiha, expulsando la mínima cantidad de chakra por si llegaba a tocarlo, así no lo lastimaría de gravedad.
Mientras los minutos pasaban y no lograba siquiera un pequeño roce, el cansancio comenzaba a acumularse, haciéndose mella en que sus movimientos se ralentizaban y su respiración era cada vez más corta. El sudor corría por su rostro, salpicando a su alrededor debido al movimiento. Shisui no perdía detalle de cada aspecto gracias a su kekkei genkai.
El pálido rostro de Hinata se había sonrojado debido al esfuerzo; sus labios estaban entreabiertos, usando todo su autocontrol para respirar de forma correcta, sin lograrlo con mucho éxito.
–Alto. –Ante la orden, la menor cayó al suelo exhausta. –Bien hecho. –Le sonrió, yendo por una botella de agua que tenía en su mochila. Hinata lo observó de reojo, pareciendo que él estaba tan fresco como una lechuga a comparación de ella que casi parecía estarse muriendo por el cansancio.
Bebió un poco desesperada el vital líquido cuando le entregó la botella, sin poder evitar que algunas gotas cayeran por su mentón.
–Tranquila o te ahogaras. Hazlo con calma. –Se sentó frente a ella con las piernas cruzadas, apoyando el codo sobre su pierna y la cabeza sobre su mano, admirándola aun sin quitar sus brillantes ojos rojos, poniéndola aún más inquieta.
Relativamente ya más calmada, Hinata miró alrededor, intentando concentrarse en otra cosa que no fuese Shisui. Últimamente se sentía un poco más nerviosa a su alrededor, suponía que era por el hecho de que la estaba entrenando junto a su equipo y a solas, y por lo mismo, no quería decepcionarlo. Sabía que el Uchiha era alguien de elite entre todos los shinobi de la aldea, y por como éstos se expresaban de él, podría decirse que hasta era uno de los mejores ninjas del mundo, eso sólo agregaba más peso en su ya de por si débil determinación de hacer las cosas.
–Hinata, relájate. Es sólo un entrenamiento. –Y tal como si le pudiera leer su mente -tal vez lo hacía con su doujutsu sin querer-, apoyó una mano en su cabeza, dando unas cuantas palmaditas para calmarla. –No es para que te estreses tanto.
–Y-yo… no quiero decepcionarte, Shisui-kun.
–Y no lo harás. E incluso, si llegases a cometer algún error, para eso estamos haciendo esto, para aprender de ese error y mejorarlo. Si no nos equivocásemos, realmente no aprenderíamos nada. ¿Recuerdas lo que me dijiste la ves que me lastimé los ojos?
–¿E-eh?
–Cuando te dije que no sabía si lo que había hecho aquella vez iría para bien o para mal. Dijiste, y cito textualmente, "… no lo sabrás hasta que pa-pase algún tiempo…" –El simple hecho de que lo dijese con el tartamudeo provocó que se sonrojada. –Luego, continuaste "… no se ve-ven los frutos de un entre-entrenamiento sino hasta tie-tiempo después". –Acarició su cabeza. –Y aun dentro de mi duda existencial, pregunté si lo que hice iba para mal, tu respuesta fue que sería un error del cual aprender. –Le sonrió. –Apliquemos tu propia enseñanza en este caso. Si te equivocas, mejorarás utilizando tu error como parte de tu aprendizaje.
–Y-yo... –Miró sus manos, jugando con ellas, para después mirarlo con una determinación en los ojos que provocó una sonrisa más grande en Shisui. –D-de acuerdo.
–Así se habla, florecita.
–¿Flo-florecita? –Se puso roja. No era raro que Shisui la llamase con sobrenombres muy cariñosos, pero nunca faltaba que la avergonzaran y eso a él, le encantaba hacerlo.
Un rato después, ya descansados, continuaron con el entrenamiento. Esta vez Shisui comenzó a imitar cada movimiento que la pequeña le mostró antes, usando también algunos de defensa que llegó a ver usar a sus compañeros Hyuuga en algún momento de sus misiones en conjunto.
A pesar de poder sortear cada golpe y verlos tan claros por el Sharingan, aún sentía la potente fuerza de estos junto al chakra que expulsaban sus manos. Y por más que se concentraba en el combate, no dejaba de pensar que Hinata se veía preciosa haciendo todo lo posible para demostrarle de lo que era capaz.
Unas cuantas horas después, comían el almuerzo que la Hyuuga había preparado para ambos, estando ella más cansada que él, claramente. Durante todo el rato, le había explicado que es lo que creía haber hecho mal y le explicaba como remediarlo.
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Ya pasada la tarde, fue a dejarla a su casa completamente exhausta, ignorando las miradas que le lanzaba Neji de lejos por haber entrado a la casa principal siendo guiado por Ko, a la vez que ignoraba a Hanabi, quien lo miraba de la misma forma que su primo.
La acostó suavemente sobre su cama, queriendo cambiarle la ropa por algo mas cómodo, pero sólo le quitó la chamarra color crema, mirando sorprendido su pecho.
–A-ahora sé a donde se va toda la comida que comes… –Susurró, cubriéndola con una sábana para evitar seguir mirándola, no quería sentirse como un pervertido. Le dejó el pijama a un lado de su cama, para cuando se despertara en algún momento de la noche, pudiese cambiarse y estar cómoda.
Besó con cariño su frente, saliendo de la habitación y apagando la luz, caminando por donde mismo entró, despidiéndose de algunos del Bouke que lo despedían con una sonrisa, la mayoría siendo mujeres.
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Esperaba al equipo 8 frente a la gran puerta de la aldea, jugando mientras tanto con los guardias al póker, siendo Shisui el que iba ganando debido a lo fáciles que eran de leer Kotetsu e Izumi y a la inexpresividad en el rostro del Uchiha.
El primero en llegar fue Shino, observando sin decir ni una palabra las partidas entre los mayores, curioseando por la habilidad que tenía su superior de hacer que los otros dos cayeran en su juego de desesperación y terminasen perdiendo.
Kiba fue el siguiente junto a Akamaru, colocándose al lado del de cabello rizado, mirando entre sus cartas y las de los guardias, sorprendiéndose con Shisui, lo que provocó que ambos tiraran sus cartas, molestos y el Uchiha les sonriese con suficiencia al mostrarles que ni siquiera tenía una buena mano, sacando jadeos de sorpresa e indignación por parte de los otros dos.
–¡Pero Inuzuka se sorprendió! –Izumi miró al niño.
–Me sorprendí porque ustedes iban a ganar con sus manos y él ni de chiste lo haría. No puedo creer que cayeran en eso.
–¡Maldición! Ya no juego. –Kotetsu se cruzó de brazos.
–Lo siento, chicos. Pero ustedes son pésimos para esto. –Tomó las cartas, guardándolas en su mochila.
–Ho-hola. –Miraron a Hinata, quien acababa de llegar y miraba confundida la escena.
–Hola, Hinata. –Sus compañeros la saludaron, siendo Kiba el más emocionado, acompañado de un ladrido de Akamaru.
–Yo, Hinata. –Shisui le sonrió. –Bien, ya que estamos todos. ¿Listos para irnos? –Al verlos asentir, les dio los permisos a los vigilantes, los cuales anotaron su salida en una libreta y se los devolvieron.
–Suerte en Suna.
–En esta época del año hace un calor horrible por allá.
–Todo el año hace un calor horrible allá. –Shisui les sonrió con gracia. –Es el desierto.
Cuando todo estuvo listo, salieron de la aldea y comenzaron a correr hasta la frontera del País del Fuego con la del País del Viento. Tomaron alguno que otro descanso para tomar agua o ir al baño, pero no tardaron mucho en llegar.
–Bien. De ahora en adelante, ustedes serán mis guías, por más que yo sea su capitán. Buscaran un refugio antes de que atardezca y nos dirigiremos a él para comer y descansar. Les recomiendo no tener sus abrigos encima mucho tiempo o les dará un fuerte golpe de calor. –Miró a los tres, ya que, de todos los nueve novatos, eran los más abrigados. –Al llegar a Suna en un par de días, recuerden lo que les dije: tengan cuidado con el Jinchuriki, lo reconocerán al instante por su sed de sangre, intenten no mostrar miedo. Y no se alejen de mí, por nada del mundo. –Asintieron. –De acuerdo. Su turno. –Les señaló el frente, indicándoles que él lo seguiría.
El primero en correr fue Akamaru, el cual bajó de la chamarra de Kiba y guio el camino, siendo seguido por los chicos y detrás de ellos los siguió Shisui.
Al pasar una hora bajo el sol y un gran tramo recorrido, los menores comenzaban a sentir bastante calor y sentirse pesados por lo mismo. Kiba y Shino tuvieron que quitarse sus abrigos y amarrarlos en sus cinturas, siendo Hinata la que se rehusaba a desprenderse de la prenda, por más que el Uchiha le rogara junto a sus compañeros.
Cuando en verdad no aguanto y empezaba a marearse, el capitán casi se lo arranca a pesar de su vergüenza, mostrando que usaba una camisa de red muy ajustada a su torso. Sus amigos, siendo respetuosos, no la miraron fijamente por mucho tiempo, sabiendo lo apenada que estaba de mostrar "demasiada" piel, en cambio, Shisui hasta se inclinó para poder amarrarle los brazos de la prenda en su cintura, casi pareciendo que a la menor le iba a dar un golpe de calor por lo roja que estaba su rostro.
–Continuemos. –Ordenó después del bochornoso momento y de beber agua, a lo que Shino tomó la delantera esta vez.
Casi al anochecer, les recordó buscar refugio, siendo guiados por Akamaru y Hinata a unas cuevas que los protegería un poco del frio y las tormentas de arena nocturnas. Al instalarse dentro y revisar que no hubiese nada malo, prendieron una fogata y acomodaron sus sacos de dormir alrededor del fuego. Shisui sacó un pergamino donde había almacenado la comida, sacando algunos pescados frescos y poniéndolos a calentar sobre el fuego por unas varillas de madera, a la vez que ponían a cocer algo de arroz que Hinata había traído consigo en una olla.
Comieron tranquilamente cuando la comida estuvo lista, platicando de cosas sin sentido, sólo para hablar de algo que los mantuviese alejados del fuerte silbido del viento fuera de la cueva.
Siendo la primera misión seria de los chicos fuera de la aldea, Shisui los comprendía. Debían estar nerviosos y algo asustados, pero estar acompañados por él los hacía sentir seguros, por mucho que no fuese nada diferente de estar en una misión parecida con su maestra.
Al acabar, planearon las rondas de vigilancia, Shisui sería el primero, luego Kiba y Akamaru, después Shino, seguiría Hinata y de nuevo Shisui para la última ronda, por lo que se fueron a dormir y el Uchiha se puso a cuidarlos, manteniendo el fuego ardiendo, después de todo, la noche en el desierto era igual de cruel que el día, una te mataba de frio y el otro de calor, no había mucha diferencia.
Miraba tranquilo la arena pasar a toda velocidad por la entrada de la cueva, escuchando el suave crepitar de la hoguera, recargado contra una de las rocas cerca de los menores, pero lo suficientemente cerca de la salida para evitar cualquier intruso, estando totalmente alerta de su alrededor.
Le llamó la atención un suspiro por parte de la Hyuuga, quien se removía incomoda en su bolsa de dormir. Era la más cercana a él, por lo que sólo extendió su mano y acarició su cabeza, pareciendo que tuvo el efecto de calmarla por la expresión tan tranquila que puso en su rostro. Sonrió con dulzura, soltando un pequeño suspiro y volvió a mirar a la entrada, sin dejar de acariciar su cabello.
Cuando fue el tiempo del Inuzuka, se acostó en su bolsa de dormir junto a Hinata, dándole la espalda y durmiéndose al instante, sin dejar de tener todos los sentidos en alerta en caso de cualquier emergencia.
Fue el turno de Shino y rato después, el de Hinata, sentándose donde mismo lo habían hecho sus compañeros y su capitán. La muchacha miraba hacia afuera, donde el viento se había calmado, dejando ver la luz de la luna iluminando toda la arena. Activó su Byakugan, sonriendo al ver lo hermoso de su alrededor; para muchos un lugar desolado, pero para ella, ver los surcos que el viento provocaba en la arena y esta siendo iluminada por la suave luz de la luna, lograba calmarla.
–Hinata. –Se tensó, no pudiendo evitar un pequeño chillido de sorpresa, que afortunadamente no despertó a los chicos. Miró a su izquierda, encontrando a Shisui sentado sobre su saco de dormir. –Perdón si te asuste, pero quería hablar de algo contigo.
–¿A-ahora?
–Acabo de recordarlo y tus compañeros están profundamente dormidos. –Sonrió al escuchar a Kiba roncar. –¿Ves? Y por más que no lo parezca, Shino está tranquilo en los brazos de Morfeo.
–O-oh… eh… claro. –Le sonrió levemente.
–Vamos afuera. –Se levantó, caminando a la salida con ella siguiéndolo. –Hinata. –Se acomodó contra la rocosa pared. –¿Por qué no dejas salir todo tu potencial?
–¿Eh? –Frunció el ceño y ladeó la cabeza, mirándolo confundida al no entenderle.
–Probablemente no lo haces a propósito o ya te acostumbraste a hacerlo que ni te das cuenta. –Se cruzó de brazos, observándola con seriedad. –En estos días de entrenamiento individual, me he dado cuenta que te retienes a ti misma para evitar tu progreso, por más mentalidad de esfuerzo que tengas en tu cabeza, te estas frenando. ¿Por qué simplemente no te sueltas y sacas todo?
–Y-yo… no sé.
–Si sabes. En algún punto de tu vida comenzó esa faceta tuya. El problema es… ¿cuándo?
Bajó la mirada, jugando con sus dedos en un gesto nervioso.
–Dudo que sea por Neji. –Vio cómo se tensaba. –Y tu padre, por muy estricto que fuese antes, no era para que se te bajasen los ánimos al punto de fallar en vez de mejorar. –Comenzó a temblar. –¿Es por Hanabi? –Escuchó el fuerte pasar de saliva por su garganta. –Si es por ella. –Soltó un suspiro ante su confirmación, mirando la arena. –A ver… déjame pensar claramente esto… siendo la primera hija, eres la legitima heredera, por lo que, cualquier hijo que tu padre tuviese después de ti, fuese niña o varón, serian derivados a ser parte de la segunda rama y ser sellados con el Sello del Ave Enjaulada, tal como le pasó a tu padre y tío cuando ellos nacieron, ¿no es así? –Asintió lentamente. –Y sabes todo eso desde que cumpliste los tres años y sellaron a Neji. –Volvió a afirmar. –Pero no se hizo una dolorosa realidad hasta que Hanabi cumplió los tres años. –Asintió de nuevo, mirándolo confundida ante eso último. –Supuse que, como tu habías sido declarada la heredera oficial a esa misma edad, es cuando los ancianos mirarían hacia Hanabi y comenzarían con el procedimiento de sellado, y viendo que nunca se lo pusieron, pudo haber dos factores. Uno: tu padre metió mano y retrasó lo más posible esa decisión; dos: tu dejaste de mostrar mejoría. Tu desempeño comenzó a decaer y, cuando tu padre se dio cuenta, él llegó a exigirte cada vez más, pero debido a que tú te retenías, todo progreso fue… en vano.
–Shi-Shisui-kun…
–Luego, tu hermana empezó a entrenar por su cuenta, tal vez motivada por ti viendo tu arduo trabajo.
–¿E-eh? ¿Cómo sa-sabes eso?
–Natsu-san me contó. Pero volviendo al tema; tu hermana cinco años menor que tú, entrenando sin ninguna supervisión y siendo que nadie le enseñó todo lo que parecía mostrar, Hiashi-sama se interesó por su entusiasmo y comenzó a entrenarla, relegándote cada vez más, y tú, sintiéndote mal y decepcionada de ti misma, caíste poco a poco en un pozo sin fondo, y ahora, a pesar de que quieres salir, tus manos no son suficientemente fuertes para sacarte de allí. Pero... como dije, puede que lo hicieras inconscientemente hasta cierto punto, después de todo… dudo que quisieras ver a tu hermana con el sello que tanto lastima a gran parte de tu clan, ¿no?
Le dolió ver gotas saladas provenientes de sus hermosos ojos caer al blanquecino suelo, siendo absorbidas al instante por la fina arena, pero tenía que hacerla ver todo lo que había hecho durante tantos años de forma inconsciente. Desde el primer día donde ella le mostró cada parte del combate de un Hyuuga, comprendió que la niña se retenía de muchas formas y así evitar su progreso, pero también notó su gran dedicación para tratar de seguir adelante y demostrarle que era más fuerte de lo que pensaban todos aquellos que no habían creído en ella, incluidos los ancianos, su primo Neji y su padre.
La tomó del brazo para jalarla hacia él y abrazarla con fuerza, queriendo transmitirle todo el apoyo que pudiera darle.
–Hinata, sin importar que, yo estoy contigo. Te ayudaré en todo, haré que todos vean lo maravillosamente fuerte que eres.
–Pero… Hanabi-chan… si hago eso… ellos le pondrán…
–No, porque tú lo impedirás. –La miró, tomándola del rostro con ambas manos, limpiando los gruesos surcos de sus lágrimas. –Conviértete en la heredera que desea tu padre, pero también conviértete en la heredera que tu madre tanto hubiese amado. –Abrió grande los ojos, deteniendo su llanto. –Ella sabía muy bien tus deseos de seguir continuando con esa horrible tradición del sellado, y yo confío en su juicio, y conociéndote, lograrás hacerlo. Pero primero, necesitas que alguien te ayude a salir de lo más profundo. –Se apartó un poco, extendiendo su mano hacia ella. –¿Me permites ser ese alguien?
Miró entre su mano y sus ojos tan oscuros como la misma noche, pero que la miraban con sinceridad y un sentimiento tan grande que no pudo reconocer del todo, sabía que era cariño, pero… ¿de qué tipo? Volvió a apreciar su mano, la cual había sujetado muchas veces, sintiendo los callos y cicatrices por el uso excesivo de armas punzocortantes. Recordó que una vez, cuando era más pequeña, Shisui la había sentado en su regazo y ella, tan curiosa y penosa como era, había tomado su mano con cuidado y delineado cada aspecto en esta, contando cada cicatriz, cada línea y cada lunar que pudiese encontrar, haciendo lo mismo con la otra, detallando la calidez que le transmitía cada vez que la tocaba con ellas.
Rozó con sus dedos los suyos, sacándole una dulce sonrisa al Uchiha, viendo y sintiendo como, poco a poco, afianzaba un agarre que le imploraba ayuda, cariño y salvación de sí misma.
–Shisui-kun. A-ayúdame. –Lo miró con sus grandes perlas, viéndose aún más hermosas bajo el brillo de la luna y relucientes debido al anterior llanto.
–Siempre, Hinata. –Volvió a jalarla hacia él, rodeándola con su brazo libre aun sin soltar su mano, sintiéndola aferrarse como si su vida dependiera de ello. –Le demostraremos a todos que, a pesar de tu aspecto tan delicado como una flor, eres más fuerte de lo que ellos piensan.
Asintió, cerrando sus ojos para disfrutar del momento, sintiendo un leve escalofrió al estar a la intemperie, pero recibiendo gustosa la calidez que desprendía el mayor.
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Llegaron a Sunagakure no Sato día y medio después de salir del País del Fuego, siendo recibidos por algunos ninjas que custodiaban la entrada a la aldea. Fueron llevados hasta la oficina del Kazekage entre miradas de recelo y molestia, más hacia el Uchiha, quien era bastante conocido en todas las naciones como alguien demasiado peligroso.
Tal como Shisui les dijo, se mantuvieron lo más pegados a él, mirando al frente en todo momento, o en su defecto, viendo directamente la espalda de la persona delante de ellos.
Shisui era el que lideraba, le seguía Hinata, luego Shino y después Kiba, si llegasen a ser atacados por algún motivo, el mayor podría fácilmente someter a cualquiera con la ayuda de Inuzuka con su nariz para oler cualquier hostilidad de su alrededor.
Al llegar al edificio central, el shinobi que los guiaba tocó la puerta anunciando su llegada, y en ese instante, la respiración se les cortó a los menores al igual que al guía, sintiendo una fuerte sed de sangre proveniente del interior de la oficina, quedándose inmóviles en sus lugares, pensando que, si hacían un minúsculo movimiento, lo que sea que había allí adentro saldría para arrancarles la garganta.
La puerta se abrió, saliendo un hombre alto, con medio rostro cubierto con una tela que colgaba desde su turbante, unas marcas en la mejilla descubierta, vestía el uniforme reglamentario Jounin de Suna. Los miró con seriedad.
–Uchiha Shisui. –Susurró con veneno.
–Baki-san. –Asintió hacia él. Había visto varias veces en sus misiones y el mayor siempre se había mantenido alejado de su persona, probablemente con temor a enfrentarse a su Sharingan o a su Jutsu de velocidad.
–Vámonos, chicos. –Siguió caminando, seguido de una joven de cuatro coletas rubias y un extraño y gran abanico en su espalda; un chico totalmente vestido de negro y unas marcas moradas pintadas en su rostro, trayendo cargando un bulto cubierto de vendas en su hombro y espalda; y por último, alguien que les heló la sangre a los genin, un pelirrojo que parecía ser de su edad, pálido y sin cejas, pero con unos grandes círculos negros alrededor de sus ojos aguamarina, los cuales los miraban con ganas de darles una muerte lenta y dolorosa, en su frente mostraba un distintivo tatuaje rojo con el kanji de "amor". En su espalda cargaba un contenedor en forma de calabaza casi un poco más pequeño que su portador.
Cuando se alejaron, pudieron sentir como el ambiente se calmaba y dejaron de sentir ese miedo en los huesos, mirando a Shisui, quien no parecía haber cambiado su expresión seria en todo momento, aunque, claro, estaban en una misión y era normal verlo de esa forma, así había sido casi desde que salieron de Konoha.
–Pueden pasar. –Susurró su guía, intentando dejar de temblar y que su voz no saliese como un chillido. Le agradecieron y entraron a la oficina, encontrando a un hombre de mediana edad de cabello castaño rojizo sentado detrás de un escritorio lleno de papeles, mirándolos con una expresión severa que rivalizaba con la de su tío Fugaku o el mismísimo padre de Hinata. Su vestimenta era parecida a la del Sandaime. En lo más recónditos de sus mentes, pensaron que ese hombre era bastante parecido al niño sádico que vieron momentos antes.
–¿A que debo la visita de Konoha? –Su voz ronca les llamó la atención, haciendo una reverencia ante él.
–Kazekage-sama. –Shisui se acercó mas a su escritorio, sacando cuidadosamente el rollo para después extendérselo con ambas manos mientras hacia una reverencia. –Hokage-sama le hace la cordial invitación a presenciar los exámenes Chunnin próximos a realizarse en Konohagakure no Sato como un invitado especial.
–¿Y no pudieron enviarme la invitación por medio de un ave mensajera? –Tomó el pergamino, desenrollándolo y leyendo su contenido.
–Hokage-sama creyó pertinente que uno de los mejores shinobi de Konoha a su disposición, junto a un equipo ya apuntado para asistir, le entregase personalmente la invitación. –Sabía que lo molestaría y recibiría una reprimenda por parte del tercero, pero también se lo merecía.
Frunció un poco más el ceño, guardando el rollo en su escritorio. –Bien, si es todo, lo mejor es que vayan a descansar. El desierto es un lugar implacable para los extranjeros. ¿Por qué no se quedan esta noche en la aldea y mañana se van?
–Nos parece muy bien, Yondaime-sama. –Hizo una reverencia.
–Mi ayudante Yukimaru los llevará a un hostal donde podrán instalarse. –Le hizo una seña a un hombre que estaba cerca de las ventanas, quien asintió y caminó hacia ellos.
–Síganme, por favor.
–Gracias por la hospitalidad. –Hicieron otra reverencia y siguieron al joven.
Cuando por fin salieron, el mandatario soltó un gruñido, mirando el cajón donde se encontraba la invitación a los exámenes.
–Próximamente, será el fin de Konoha. –Sonrió con maldad, mirando por la ventana. –Más le vale a Baki cuidar que Gaara no lastime a nuestros invitados o nos meteremos muy pronto en una guerra.
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Le agradecieron al hombre antes de entrar a su habitación, encontrando dos camas.
–Los niños en una cama y Hinata en la otra. –Ordenó, poniendo su mochila sobre una silla y estirándose.
–¿Eh? ¿Y usted, Shisui-taichou? –Kiba lo miró curioso.
–Vigilaré toda la noche. ¿Recuerdan al Jinchuriki? Pues lo conocieron en la oficina del Kazekage.
–¿Ha-hablas del chico de pelo rojo? –Hinata lo miró preocupada.
–Exacto. Tiene la fama de perder el control y asesina a las personas, lo mejor es que por esta noche vigile que no ocurra nada malo. –Le acarició la cabeza a Akamaru, el cual se asomaba sobre la de Kiba.
Se tensaron un poco, notándose en Shino debido a sus insectos inquietos en sus manos y rostro.
–No dejaré que les pase nada. Pueden dormir tranquilos. –Les sonrió.
–Pero aún es algo temprano. –Vieron por la ventana, siendo apenas las cuatro de la tarde.
–Cierto. ¿Tienen hambre?
–Si.
–De acuerdo. Iré a buscar comida, quédense aquí. Utilicen todos sus sentidos.
–Si. –Asintieron.
–Pueden tomar un baño si lo desean para que descansen mejor. –Se dirigió a la puerta y se fue.
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Soltó un bostezo, mirando lo pacifica que se veía la aldea durante la noche. Escuchaba los ronquidos de Kiba, la pesada respiración de Akamaru, el leve movimiento de los insectos de Shino y las suaves aspiraciones y exhalaciones de Hinata, pero muy, muy lejos, escuchaba el arrastre de la arena manipulada con chakra.
Sabía que el chico pelirrojo lo observaba a lo lejos, incluso si activaba su Sharingan, podía ver una pequeña fluctuación de chakra en el cielo donde un pequeño globo ocular lo vigilaba.
Al parecer le habían advertido al Jinchuriki que no se le ocurriese acercarse a ellos, pero tal vez no el que no los observara de lejos, ¿con que motivos? Solo él sabe, lo más probable para ver como enterrarlos en su arena sin dejar ningún rastro.
En la tarde, mientras buscaba un local que pareciera bueno, lo había sentido seguirlo, y no sólo eso, la gente de su alrededor parecía temerle por el simple hecho de andar en plena luz del día siguiéndolo como si nada. Así siguió todo el rato hasta que la chica de coletas se acercó con cautela al menor y le pidió que lo dejase en paz, órdenes del Kazekage o algo por el estilo, por lo que alcanzó a escuchar.
Todo el mundo parecía temerle, podría decirse que más de lo que Konoha le temía a Naruto por el simple hecho de tener una bestia con colas en su interior.
–"La horrible vida de un Jinchuriki". –Pensó con pesimismo. Activó su técnica ocular, advirtiéndole que, si se llegaba a acercar, le haría tener una de las pesadillas más horribles, peor de las que tenía y no las dejaban dormir, dedujo por las grandes ojeras alrededor de sus ojos, tal vez producto del Ichibi.
Después de eso, la técnica de espionaje del mocoso desapareció, pero sin tranquilizar al cien por ciento al Uchiha, quien se mantuvo en vela toda la noche para evitar cualquier posible ataque.
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Inhaló profundamente el aire fresco del bosque en cuanto lo pisaron, dejando atrás las dunas de arena a lo lejos. Salieron lo más temprano de Suna y no pararon de correr hasta la noche, llegando a descansar a la misma cueva del primer día y volviendo a su aldea a la mañana siguiente, siendo alrededor de las cinco de la tarde cuando por fin llegaron al País del Fuego.
Quería llegar lo más rápido posible, pero los chicos estaban exhaustos, y se debatió internamente entre descansar en algún claro cercano o cargarlos a todos como pudiera y utilizar su Jutsu característico de velocidad, pero, debido a que ellos no estaban acostumbrados a algo así, los podría lastimar, así que, optó por la primera opción.
Les pidió a los tres buscar un lugar donde comer y recargar energías, mientras más rápido se recuperaban, esperaba llegar antes de media noche a la aldea. Cuando le indicaron donde, ordenó buscar leña y agua, a lo que obedecieron sin chistar a pesar de lo cansados que estaban.
Después de encender el fuego, puso a calentar la comida que había comprado en Suna como suministro, relajándose por un momento en todo el viaje. Estar tan cerca de casa siempre lo calmaba, y estando con compañía, aún más.
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Entraron por las puertas de Konoha cerca de las once y media de la noche, despertando a los cuidadores en el proceso y entregándoles los permisos correspondientes, caminando hasta la intersección que daba a la casa de todos para poder despedirse.
–De acuerdo, mañana entregaré el reporte de misión, por el momento, ustedes vayan a dormir. Supongo que tienen el día libre hasta que Kurenai-san sepa que regresamos, así que, hasta pasado mañana regresaran a su entrenamiento para los exámenes Chunnin. –Kiba y Akamaru se quejaron. –Ni modo. Es mejor eso a que te pateen el trasero de lo lindo. Vayan a casa, yo acompañaré a Hinata a la suya.
–N-no es necesario, Shisui-kun.
–¿Bromeas? Querrás que Ko me mate. –Sonrió al verla negar asustada. –Que descansen, chicos.
Se despidieron, cada quien caminando a su hogar.
–Hinata, tu entrenarás mañana conmigo. Quiero probar algunas cosas.
–D-de acuerdo.
Un guardia del clan los saludó al verlos llegar, haciéndole una reverencia a Hinata.
–Hasta mañana, ya sabes dónde. –Le sonrió. –Descansa.
–Tu igual, Shi-Shisui-kun. –Devolvió el gesto cansada, entrando escoltada por otro guardia.
–Tienen un poco más de seguridad, ¿no lo creen? –Miró al hombre frente a él.
–No mucha, pero se nos pidió escoltar a Hinata-sama en cuanto llegase de su misión.
–Rayos… debí traerla más tarde y así la mandaran directo a dormir. –El Hyuuga lo miró mal. –Solo bromeaba. –Levantó las manos, sonriendo inocentemente, lo cual, el castaño no creyó mucho.
–Que pase buena noche, Uchiha-san.
–Igualmente. –Y utilizando por fin el Shunshin no Jutsu, apareció frente a su casa, entrando y dejándose caer frente a la mesa de centro después de encender la luz para escribir el reporte.
Mientras su mano se deslizaba sobre el papel, pensó en lo que haría al día siguiente para entrenar a Hinata, tenía algo planeado, pero esperaba que funcionase. Quería que los exámenes Chunnin fuesen un buen lugar donde demostrar todo el avance que había tenido, siendo que su vida podría correr peligro en todo momento. Se detuvo ante el ultimo pensamiento.
–"¿Y si termina peleando contra Neji?... o peor… ¿con ese chico de la arena?" –Los vellos de su nuca se erizaron, sintiendo un repentino frio cruzar por toda su espalda. –"No quiero imaginarme que pasaría…"
Siguió escribiendo, intentando pensar solo en el reporte y no en las grotescas y sangrientas imágenes de un posible futuro que su mente creó de la nada. Esperaba con toda el alma no soñar algo por el estilo.
N/A: 12,742 palabras... rompí mi record por mucho XD. Espero no abrumarlos con tanto texto. Con decirles que el pobre Word no soportaba tanto y comenzaba a cerrarse solo XD, y el contador de palabras se trabó al punto de ya no indicarme si se sumaban o restaban las palabras XD.
Perdón por no agradecer a los que han comentado el anterior capítulo y el aviso que puse, pero me comprenderán que han sido bastantes y por el momento quiero dejar un poco esto, así que...
Muchas, muchas, muchas gracias por seguir esta historia durante cuatro largos años, quise traerles un cap bastante largo tanto como compensación de todo el tiempo que me tardé en traérselo y por conmemorar el aniversario número cuatro del fic.
Espero que les gustase y no me odien por tardar mucho XD. Perdonen cualquier error de ortografía y de dedo, también mi clara tendencia de comemerme palabras XD.
Nos vemos a la próxima, los quiero mucho y les pido que se cuiden.
