Capítulo 5
Impulsos
Era una hermosa mañana en la ciudad industrial de Raccoon city, Jill despertó de bastante buen humor después de tener finalmente una noche entera de sueño sin que ninguna pesadilla la hiciera caer en el insomnio. Luego de ducharse y vestirse estaba dispuesta a salir para empezar su investigación con tan solo una barra de cereal como desayuno. Una vez en la calle pensó en dirigirse al departamento de policía, su intención era encerrarse en la sala de archivos y recabar toda la información que pudiera encontrar de Umbrella con la esperanza de encontrar algún indicio que la guiara a las instalaciones mencionadas tanto por Agustín como Rebecca.
El estar trabajando sola la deprimía en parte, no conocía a casi nadie en la ciudad ya que hacía poco que había sido transferida a esta zona y las pocas personas con las que simpatizaban ahora creían que estaba loca. De todas formas había sido su decisión y no se arrepentía de ella.
El camino hacia el departamento estaba plagado de familias y grupos de amigos que iban y venían felices de la vida en su tan esperado fin de semana, a veces le sorprendía que una ciudad tan aislada tuviera tanta gente viviendo en ella, sin Umbrella este lugar probablemente no sería más que un puñado de casas con algún que otro negocio.
Y ella estaba intentando tirar abajo a lo único que mantenía la vida de esas personas prospera, no sentía ninguna duda de que eso era lo que debía hacer pero le hacía sentir que no era bienvenida en Raccoon city.
Cuando llego al RPD entro apresuradamente como si intentara escapar de esa sensación, el interior del lugar siempre le había parecido imponente debido a su tamaño, Jill bajo los pocos escalones admirando la estatua que se encontraba justo en frente de la entrada, apenas había algunos policías en el lugar y ninguno de ellos pareció prestarle atención cuando entro. Aun recordaba la reacción que todos los miembros de STARS sacaban de los demás miembros de la policía, todos los trataban con respeto y admiración, ellos eran su puto ejemplo a seguir. Pero ahora la evitaban como si fuera una especie de plaga, todo gracias a la oleada de difamación dirigida hacia su equipo. Ahora eran tachados como locos e incompetentes que habían fracasado completamente en descubrir que estaba detrás de la serie de desapariciones en los bosques. La prensa más amarillista llegaba a aclamar que durante su misión utilizaron diversos tipos de drogas y alcohol, insistiendo que las historias que inventaron sobre lo que había pasado en los bosques no eran más que el producto alucinógeno de lo que habían consumido.
No entendía como la gente podía creerse toda esa mierda, pero lo hacían, probablemente no pasara mucho tiempo antes de que los echaran completamente de la ciudad.
-Técnicamente solo te echarían a vos, después de todo sos la única acá además de Brad- una voz en su cabeza le recordó. Los demás finalmente se habían ido a Europa y Barry estaba en camino a Canadá con su familia, tardaría un tiempo en volver.
Camino hacia la recepcionista que se encontraba sentada en frente de una computadora, llego a notar una máquina de escribir sobre una mesita cerca de donde la mujer estaba trabajando, le sorprendía encontrar tan seguido a esos aparatos pero últimamente le daban una extraña sensación de seguridad.
La mujer ni siquiera la miro cuando Jill se paró frente a ella, luego de aclararse sonoramente la garganta ella pregunto aun sin alzar la mirada.
-¿Necesita algo agente Valentine?
-Quisiera la llave para la sala de archivos- pidió algo exasperada por la frialdad de la mujer, nunca habían sido amigas, pero antes siempre se saludaban animosamente y hasta charlaban unos minutos.
-¿Para qué?
-¿Desde cuándo tengo que justificar una visita a los archivos? Como miembro de STARS tengo derecho de entrar y salir de esa polvorienta habitación todas las veces que se me dé la gana- respondió Jill sin poder contener su creciente mal humor. Todos en la sala se callaron por un momento y se quedaron mirándola. La recepcionista alzo su mirada por primera vez y le paso una hermosa llave con una punta celeste en forma de pica, para después decirle "Por ahora".
Jill le arranco la llave de la mano y se dirigió a las oficinas de STARS para tomar algunas cosas que iba a necesitar.
Adentro encontró a la única persona que no esperaba ver sentada en la silla de su antiguo capitán, el joven de ojos verdes sonrió al verla.
-¿Cómo llegaste a entrar acá?- pregunto Jill claramente molesta.
-Es realmente encantadora la chica en recepción, apenas le dije que era un periodista indignado del pobre trabajo que estaba haciendo STARS y con ansias de demostrar lo incompetentes que eran no tardo en dejarme pasar "tan solo unos minutos" dentro de esta oficina.
-Ja, mira que divertido- le dijo Jill con una mirada cada vez más peligrosa.
Agustín pareció notar al instante que a Jill no le estaba gustando ni un poco su presencia, se aclaró su garganta para aliviar un poco la tensión.
-¿Me vas a decir que estás haciendo acá sí o no?
-Si… logre algunos avances que quería compartir con vos, vine acá porque era el único lugar en el que sabía que tarde o temprano ibas a aparecer.
Ambos escucharon un ruido de pasos en el pasillo, Jill no se sentía para nada cómoda hablando de ese tema en el departamento de policía.
Agustín pareció leerle la mente ya que le dijo.
-Deberíamos arreglar para encontrarnos en algún lugar.
-Sí, te veo en mí… nos vemos en Emmy´s a las siete- dijo Jill, originalmente le iba a decir que viniera a su departamento pero no tardó en acordarse de que aún no podía confiar en ese hombre.
Agustín no pareció gustarle nada la idea pero termino aceptando.
-Nos vemos ahí entonces, hasta pronto- sin decir nada más el joven se fue de la oficina.
Después del pequeño encuentro Jill quedo algo sorprendida, la verdad es que no se esperaba encontrar con él aun, por suerte el lugar que sugirió iba a estar lleno de gente por lo que dudaba que fuera a intentar nada extraño.
-Quizá por eso no parecía muy convencido de ir allí.
Intentando no darle demasiadas vueltas al asunto Jill se dirigió a la sala de archivos, en el camino se cruzó con varias personas que pretendían no verla cuando pasaban a su lado, también noto a una mujer rubia vestida de blanco que nunca antes había visto, parecía dirigirse a la planta alta del edificio. No estaba muy segura del porqué, pero un escalofrió recorrió todo su cuerpo cuando la vio.
Una vez en la sala de archivos Jill se encontró con nada más y nada menos que el jefe Irons, cuando entro este movió su enorme cuerpo al darse vuelta para ver quien había entrado, al verla una desagradable sonrisa se formó en su rostro.
-Pero miren a quien tenemos aquí, si es la bella señorita Valentine, ¿En que está pensando al desperdiciar un hermoso sábado como este en el trabajo cuando podría estar junto a su grupo de amigos inventando nuevas fabulas para la prensa? No van a llegar muy lejos si siguen justificando sus fallas con cuentos, por más creativos que sean. ¿Quizá estés aquí para intentar, al menos por una vez, hacer bien tu trabajo?
-¿Y podría saberse que hace alguien tan importante como usted encerrado en este lugar? Cualquiera diría que alguien que aspira a llegar a ser alcalde usaría mejor su tiempo.
-Hay cosas que necesitan ser chequeadas… no es bueno dejar tanto documentos sin revisarlos de tanto en tanto, después de todo existe información innecesaria que solamente ocupa espacio.
-¿Y cuánto te pagaron para que hicieras esa "limpieza"?- pregunto Jill con descaro.
Irons se quedó mirándola unos segundos, por unos instantes una vena se le formo en la frente como si estuviera intentando contener la una inmensa furia, pero llego a tranquilizarse mostrando nuevamente su perturbadora sonrisa.
-¿Sabe que agente Valentine? Realmente es una lástima, pero creo que la RPD no puede seguir manchando su impecable reputación acogiendo a una banda de drogadictos inútiles entre sus filas, quiero su renuncia y la del resto de su lastimoso grupo en mi despacho lo antes posible, y digo que es una lástima porque me hubiera encantado el poder añadirla a mi "colección"- dijo Irons poniendo su voz autoritaria, aunque lo último que dijo fue con una especie de susurro que Jill escucho pero no entendió.
-Ahora si pudiera sacar su patética presencia de mi vista me haría un gran favor, tengo asuntos que atender y gente que ver.
-La verdad se va a saber Irons, los cerdos como vos son siempre los primeros en caer- le dijo Jill antes de irse.
Agustín casi decide quedarse más tiempo cuando vio a Annette Birkin entrar por la puerta principal, pero era mejor si se retiraba por ahora o sino levantaría sospechas.
Su encuentro con Jill no parecía haber salido como esperaba, debió haber tomado en cuenta el estrés por el que debía estar pasando antes de hablar por hablar.
Ahora tenía hasta las siete para buscar formas de infiltrarse en las instalaciones de Umbrella. No iba a ser para nada fácil, quizá imposible, pero ¿Qué era imposible? Estaba en un juego después de todo, cosa que lo molestaba terriblemente cada vez que lo pensaba ya que era el mayor sin sentido al que se había enfrentado en su vida. En parte por eso intentaba mantenerse siempre ocupado para no tener que pensar en sus dilemas existenciales, aunque cada noche que se acostaba exhausto en su cama un recuerdo extraño y completamente borroso de la noche anterior a que apareciera en Raccoon City se hacía presente, no era nada claro pero parecía que había algo que no llegaba a recordar, algo que estaba relacionado a lo que le estaba pasando.
Sea lo que fuese no lo iba a descubrir ahora por lo que intentaba que no lo preocupara aun.
Se pasó gran parte del día trabajando en el mini mercado, al ser un sábado había bastantes clientes por lo que no tuvo mucho tiempo para dedicar a sus propios asuntos. Finalmente salió del lugar a las seis de la tarde y se dirigió rumbo al café rezando que ese día la camarera hubiera decidido no ir a trabajar. Ah decir verdad la muchacha le había caído muy bien, si bien trabajaba en Emmy´s ella también estudiaba química en la universidad de Raccoon City. Además era una gran aficionada de las motocicletas, aunque realmente no le interesaban mucho a Agustín le había resultado entretenido escucharla hablar sin parar de cada marca que existía, ya fuera local o extranjera.
Elza Walker era definitivamente una muchacha de lo más agradable y Agustín hasta llego a sentirse algo mal por escaparse en medio de la cita, aunque había sido algo necesario.
Llego al local a las seis y media, tomo un asiento para dos bastante aislado del resto del negocio. La chica lo vio al entrar pero pareció ignorarlo completamente, probablemente queriendo proteger su orgullo, Agustín se empezaba a sentir una basura por dejarla plantada por lo que intento enmendar un poco el daño echo. La llamo con señas como si quisiera pedirle una orden, la joven lo miro un momento y luego de dudar un poco termino yendo a donde estaba él.
-Pero si es el extranjero que no parece estar dispuesto a irse- le dijo ásperamente- ¿Qué queres?
-Hola Elza- saludo Agustín con una sonrisa triste en sus labios- Quiero hablar con vos sobre lo que paso hace unos días.
-Estoy trabajando Agustín, y además no vale la pena dar vueltas sobre lo que hiciste, dejarme sola con ese tipo en medio de una tienda de armas… no se me ocurre nada más deprimente ni humillante.
Dándose cuenta de que le iba a ser imposible hablar tranquilo con Jill más tarde si se armaba un escándalo decidió que debía hacer algo para solucionar el lio en el que se estaba metiendo y rápido.
-Mira Elza… me doy cuenta de que soy un idiota, un reverendo imbécil por hacer lo que te hice...
-Al menos en algo concordamos- contesto ella una vez más olvidándose de que supuestamente debería estar trabajando.
-Pasa que tenía un… compromiso del que me había olvidado, sé que te debería de haber dicho que me tenía que ir pero tuve la estúpida ilusión de que podría volver antes de que te dieras cuenta de que me había ido, me tomo en exceso demasiado tiempo al final- mintió pobremente.
-Es decir, tengo que creerme que el tipo que hace unos días ni siquiera sabía dónde estaba resulto tener un compromiso acá, y justo cuando estaba saliendo conmigo, pocas veces tengo la oportunidad de escuchar una excusa tan pobre.
-Es la verdad, ahora mismo estoy por juntarme acá con la misma persona, pero antes de que llegue quiero decirte que después de todo lo que paso te debo al menos una cena- dijo sin despegar sus ojos de los de suyos, a ella se le dibujo una sonrisa en la cara que intento borrar.
-Veré si tengo tiempo, no te prometo nada.
-No estoy en posición de reclamarte nada- dijo Agustín con un tono de humor en su voz- Ahora será mejor que me traigas un café o alguna otra boludez antes de que tu jefe se enoje.
-Sí, el desgraciado ya me está mirando mal- menciono Elza con una mueca- ahora te lo traigo.
Agustín se recostó en su asiento de manera cómoda mientras esperaba la llegada de Jill, pronto llegaría la hora de actuar y sin ella estaba más que claro que no podría hacer nada para evitar lo que se avecinaba.
Se quedó un buen rato allí sentado, sorbiendo su café y mirando a su alrededor. Si bien el lugar le había gustado desde el principio la gente comiendo en la barra ese día era de lo más deprimente, varios borrachos realmente gigantescos se encontraban discutiendo airosamente de algo que él no llegaba a entender, tampoco le importaba mucho a decir verdad. El dueño del local, un hombre pelado y bastante delgado de una palidez tal que parecía estar enfermo, se acercó al grupo pequeño de tres para pedirles de mala manera que se retiraran. ÉL más alto y definitivamente más borracho del grupo se paró bruscamente, tanto que el banco donde estaba sentado término cayendo al suelo.
-Parece que alguien tendría que enseñarte lo que es el respeto, una buena paliza te va a poner en tu lugar pequeño enclenque.
Claramente intimidado por las proporciones considerables de su oponente el dueño del local cambio su cara de mal humor a una más nerviosa, comenzó a dar unos pasos hacia atrás balbuceando algo sobre que lo sentía y que siguieran con lo suyo, pero el otro hombre estaba más que decidido en partirle la cara.
Justo cuando estaba a punto de ponerle las manos encima se escuchó un fuerte ruido de un vidrio rompiéndose, el hombre cayó al suelo inconsciente dejando ver a Elza detrás de él con una botella vacía rota, se la había partido en la cabeza.
Por supuesto los otros dos no reaccionaron para nada bien.
-¡¿Estás loca maldita zorra?!
-La voy a matar a esta perra.
Ambos se abalanzaron sobre ella, Agustín no podía creer lo que estaba pasando pero el momento justo en el que estaban a punto de golpearla paso algo que lo sorprendió aún más, se encontró a si mismo corriendo hacia a ellos y recibiendo el duro golpe en su lugar, los dos tipos estaban tan ebrios que probablemente ni notaron que estaban golpeando a otro hombre por lo que siguieron propinándole una paliza sin darle siquiera tiempo de reaccionar. Elza se desesperó al ver como lo estaban haciendo polvo por lo que intento ayudarlo pero fue empujada hacia un costado, justo cuando a Agustín la vista se le estaba poniendo borrosa y pensaba que no pasaría mucho tiempo antes de que se desmayara uno de los dos hombres dio un fuerte grito al recibir una descarga mostrando una clara cara de dolor, para después caer al suelo. Su compañero se dio vuelta para ver a Jill sosteniendo una picana eléctrica.
-¡Pero si es la loca de STARS!- grito al reconocerla de las fotos de los diarios, intento golpearla pero era demasiado torpe con lo borracho que estaba para siquiera acercarse a Jill, ella lo esquivo con facilidad y le dio una patada en la boca del estómago dejándolo sin aliento para después rematarlo con un golpe en la cara.
-Gracias… esto se me fue completamente de las manos-dijo el dueño del local todavía más pálido de lo normal.
Elza estaba arrodillada junto a Agustín, él se encontraba en un estado deplorable, con sangre en la cara y un ojo completamente morado. Además de que parecía a punto de quedar inconsciente.
-¿Pero qué mierda paso?- pregunto Jill acercándose al herido.
-Esos idiotas empezaron a causar problemas, cuando pensé que iban a lastimar a Paul intervine y a ellos no les gusto ni un poco, cuando estaban a punto de empezar a golpearme Agustín se metió en el medio…
-¿Estas bien Agustín? ¿Podes entenderme?- pregunto Jill algo preocupada.
Este intento incorporarse lentamente con cierto grado de éxito, aunque tuvo que usar a Elza como soporte para no caerse de nuevo.
-Si…- le respondió intentando secarse la sangre de la cara- Elza esta…
Pero no pudo terminar la frase porque finalmente perdió el conocimiento.
-Maldito loco-murmuro Jill- ¿Alguno sabe donde vive?
-Es relativamente nuevo en la ciudad, se estaba alojando en un hotel no muy lejos de aquí- dijo Elza aun algo impresionado por lo que había pasado.
Llamen a la policía para que se aseguren de que estos no sean un problema cuando despierten- ordeno Jill- Yo me encargo de él.
-¿Lo conoces?- pregunto Elza curiosa y algo desconfiada.
-Podría decirse que no lo conozco, pero como mínimo le debo un favor.
Una vez dicho esto alzo al joven con la ayuda de uno de los clientes del lugar. No podía dejarlo en un hotel y tampoco dejarlo solo, por lo que solo le quedaba como opción el llevarlo a su departamento, aunque la idea le seguía sin gustar mucho.
-Aunque quizá solamente quiere ayudar, realmente es curioso este tipo- pensó Jill mientras se dirigían lentamente a su hogar.
Nota del autor: Espero que vallan disfrutando la historia, ahora mismo estoy volviendo a jugar los juegos en busca de detalles que me ayuden a evitar errores con la historia. Este capítulo es el más largo que escribir hasta ahora, pensaba seguirlo todavía más pero realmente no me alcanzo el tiempo, espero que lo comprendan.
Gracias por darle una oportunidad a esta historia y con suerte se están divirtiendo tanto leyéndola como yo al escribirla.
