Capítulo 9

Lluvia

Un grito angustiado resonó en la oscuridad despertando súbitamente a Agustín. Miro a todos lados buscando cualquier posible peligro, pero no se podía ver nada en la habitación, temeroso se levantó del sillón y prendió las luces. Luego de ser temporalmente cegado por estas noto que no había nadie en toda la sala, por lo cual se sintió aliviado.

-El ruido vino de la habitación de Jill- pensó entonces, debería haberse dado cuenta antes pero una extraña paranoia se había apoderado de él desde que había hablado con Jerkins en la universidad. Se sentía tenso en todo momento, como si hubiera un monstruo a cada esquina listo para atacarlo. Hasta había llegado a sacar su arma en público porque "algo" le había tocado el hombro, aunque resulto ser solamente un hombre que quería preguntarle la hora. Nunca olvidaría su rostro de sorpresa, aunque no lo miro mucho tiempo ya que apenas noto lo que había hecho salió corriendo para evitar problemas.

Se acercó despacio al cuarto de Jill, el constante tic tac del reloj que marcaba las cuatro de la mañana era lo único que perturbaba el pesado silencio.

-¿Me lo habré imaginado? Puede que hasta lo haya soñado…

Abrió la puerta, adentro no se podía ver nada.

-¿Todo bien Jill? ¿Pasó algo?- pregunto algo nervioso.

No hubo respuesta.

-Voy a prender las luces Jill… No te enojes.

El cuarto se alumbro, en la cama se podía ver a Jill sentada. Estaba en lo que podría parecer un estado fetal, abrazándose a sí misma mientras veía caer sus propias lágrimas sobre las sabanas.

Agustín no sabía que decir, era la primera vez que la veía llorar. Ella levanto la cabeza y lo miro a los ojos. El verla a ella, a Jill Valentine, con esa angustia era casi como recibir un golpe en la cara, lo dejaba desconcertado y aturdido, incapaz de decir siquiera una palabra.

-Estoy bien Agustín, solo tuve un mal sueño- le dijo ella dedicándole una sonrisa para intentar calmarlo.

-No parece que haya sido solo un sueño Jill, sabes que podes contarme si te está pasando algo.

Jill no le respondió, afuera un leve goteo empezó a sonar seguido de un fuerte trueno, había empezado a llover.

Sin saber muy bien que hacer Agustín se acercó a Jill y se sentó al lado de ella poniéndole una mano sobre el hombro, ella suspiro y le dijo-No pasa nada Agustín, ándate a dormir.

-De enserio quiero que me cuentes Jill, los dos sabemos que te está pasando algo- Esto era algo típico de Agustín y él lo sabía, cuando veía a alguien con un problema no se iba hasta que estuviera seguro de que no podía hacer nada para remediarlo, lo que a veces lo volvía un poco molesto.

-Es solo… fue muy repentino- murmuro ella secándose las lágrimas, parecía tener problemas en ordenar sus ideas ya que se quedó callada mirando al vacío por unos segundos- Siempre estuve metida en situaciones arriesgadas, desde pequeña, y eso me encantaba. La adrenalina, el riesgo de ser atrapada simplemente me fascinaba, me hacía sentir viva.

Era consciente de que lo que hacíamos con mi padre no estaba bien, pero, como él solía decir "Hacemos lo que debemos para sobrevivir". Uno tiene que priorizar su propia vida antes de los lujos de los demás, además de que siempre intentábamos pasar desapercibidos, normalmente nadie se enteraba del robo hasta que ya era demasiado tarde. Muy pocas veces lograron descubrirnos, y siempre logramos escaparnos antes de que nos atraparan. Pero la fama no suele ser algo bueno para un ladrón, cuando el nombre de Dick Valentine se hizo conocido no tardaron en aparecer hombres sedientos de fama que no descansaron hasta que finalmente lo capturaron.

Cuando lo encarcelaron le prometí que no seguiría sus pasos, deje atrás la vida de ladrona y me enfoque en conseguir un trabajo digno. Pero la reputación de mi padre me perseguía a donde quiera que fuera, siempre terminaba siendo rechazada en cualquier entrevista de trabajo. Llegue a un punto en el que o volvía a robar o tendría que dejar mi hogar ya que no me alcanzaba ni para pagar el alquiler.

Y fue entonces cuando ese desgraciado se presentó con su oportunidad de oro… Wesker- dijo escupiendo con desprecio la última palabra- me dio un lugar en STARS, por primera vez desde que encarcelaron a mi padre logre volver a hacer lo que yo amo. Los demás miembros hicieron que cambiara mi punto de vista con respecto a la policía en general, no eran cerdos corruptos y opresores pero tampoco eran maquinas disciplinadas sin corazón. Al final fueron lo más parecido que eh tenido a una familia- afirmo con orgullo Jill sin importarle las lágrimas que volvían a derramarse por su rostro.

Agustín escucho con atención el relato de Jill, empezó a sentirse enfermo consigo mismo.

-"El resultado del incidente en la mansión fue uno relativamente bueno" ¿Cómo es que pude llegar a pensar semejante estupidez?

-¿Qué paso en tu sueño?- pregunto entonces, esforzándose en no demostrar ante Jill el remordimiento que lo acosaba.

-Lo de siempre… sueño con el incidente de la mansión. Mi mente recrea el momento de la muerte de Richard, un miembro del equipo Bravo… un buen amigo. Pero en el sueño, por alguna extraña razón, yo soy la serpiente que asesina a Richard- dijo con clara frustración- ¿Te podes siquiera imaginar cómo se siente? No solo tengo que revivir cada noche la muerte de mis amigos sino que también siento luego una culpa que me carcome cada vez que despierto.

Agustín negó con su cabeza, en verdad no podía imaginárselo. Pero se daba cuenta de lo que le estaba pasando a Jill, si recordaba bien los eventos Richard moría sacrificándose para salvar ya sea a Jill o a Chris, y tomando en cuenta el relato de la serpiente del que hablaba Jill era fácil adivinar que el difunto miembro de STARS había muerto para salvarla a ella.

-¿Siempre que sueñas con el incidente de la mansión revivís esa experiencia?- pregunto intentando entenderla mejor.

-No… pero es definitivamente la pesadilla que más me perturba- le respondió Jill mucho más calmada que antes, se notaba que le estaba ayudando bastante el poder hablar del tema con alguien.

-Este sueño esta probablemente ligado con la culpa, Jill se debe sentir responsable de la muerte de Richard y por eso en su mente es ella quien lo mata- razono Agustín, siempre se le había dado bien el entender a las personas.

-¿La serpiente de la mansión no lo iba a atacar a Richard verdad? Te pensaba atacar a vos… pero él se sacrificó para salvarte- pregunto titubeante, como si estuviera imaginándose la escena.

-¿Cómo sabes eso?- le pregunto Jill extrañada- no le conté ni a Chris que Richard había muerto salvándome…

-Lo deduje- mintió Agustín- Según lo que me acabas de decir él murió a manos de una serpiente gigante, gracias a lo que me habías contado de tu sueño llegue a la conclusión de que tuviste algo que ver con su muerte, ya que es lo único que podría explicar que vos seas la serpiente.

Jill se quedó nuevamente callada pensando en lo que le acababan de decir, luego sonrió un poco y dijo- Además de ser un misterioso conspirador parece que también sos psicólogo.

Agustín también sonrío ante la idea pero no dijo nada más.

-Bueno, mejor volve a acostarte, necesito un tiempo sola para pensar- le pidió Jill.

-Cómo prefieras- le respondió él parándose y dirigiéndose a la puerta. Cuando casi salía de la habitación Jill le dijo- Agustín… gracias por escucharme, últimamente no tengo a nadie con quien hablar y necesitaba desahogarme.

-Sabes que eso es mentira, siempre podes levantar el teléfono y llamar a Chris o a los demás- le respondió él intentando levantarle los ánimos.

-Ja, si llegara a llamar a Chris diciendo que tengo algún problema lo único que lograría es que él dejara todo y viniera volando de vuelta para acá, cosa que no podemos permitirnos- contesto ella riéndose, no duro mucho pero al menos por un momento su cara pareció iluminarse gracias a su sonrisa y uno podría olvidarse de que había estado llorando poco antes.

Agustín le devolvió la sonrisa pero no continuo conversando, tan solo abandono la habitación y volvió a tirarse en el sillón de la sala. En su cabeza un torbellino de ideas daba vueltas alrededor de un solo tema, los miembros de STARS fallecidos y lo poco que había hecho para impedirlo.

-Ni lo intente, sabía que morirían y no me importo. ¿Realmente soy tan desalmado? Quizá no fue tan buena idea el no decirles nada, una advertencia más obvia que la que les di quizá los podría haber salvado, mierda hasta puedo recordar como muere la mayoría de ellos. De haberlo intentado tal vez tendría ahora a Richard aquí, a Forest, Barry, Enrico, Joseph…

No, simplemente hice lo que pude en su momento, la próxima vez será diferente, la próxima vez no voy a cometer el mismo error ¿Sino cuál es el punto de hacer lo que hago?- pensaba Agustín acostado en la oscuridad de la sala con el incesable ruido de las gotas cayendo sobre el techo, su ultimo pensamiento antes de volver a dormirse fue "Extraño a mi familia".


-Agustín levántate- apremio Jill tirándole encima su ropa- Tenias razón.

Algo somnoliento él se cambió mientras intentaba entender lo que le estaban diciendo, luego de algo de esfuerzo pregunto - ¿Razón en qué?

-¡En lo de las ratas! Acabo de verlos por la ventana, eran al menos tres zombis persiguiendo a una mujer en las calles- le contesto ella, para sorpresa de Agustín Jill ya estaba vestida con el mismo traje que usaba en Resident evil 3 (una remera celeste junto a unos pantalones cortos negros y unas botas altas marrones), esperándolo en la puerta.

-¿Vamos a algún lugar en particular?- pregunto Agustín extrañado.

-Sí, vamos donde se nos necesite, ¿Seguís teniendo tu pistola no?

-Si… si la tengo- respondió algo nervioso- ¿Acaso tenes algún plan?

-Salvar vidas, ¿Venís o no?- pregunto apremiante.

-Vamos.

Salieron los dos afuera, el sol apenas empezaba a asomarse en el horizonte y una leve pero constante lluvia caía sobre ellos. Agustín se dedicó a seguir a Jill, mil emociones pasaban por su cuerpo a la vez que el miedo bombeaba oleadas de adrenalina en su sistema circulatorio, estaba ansioso, asustado, incrédulo de la situación en la que él mismo se había metido y… ¿Expectante? No podía negar que sentía cierta curiosidad de ver con sus propios ojos a las criaturas que en el pasado solo podían acosarlo en pesadillas.

Tan solo algunas personas se podían encontrar afuera a aquella hora de la mañana, la mayoría no parecía para nada alterada como si ese fuera solo un día más en su rutina. Pero mientras más avanzaban se notaba que algo estaba pasando, se oían ocasionales gritos a lo lejos y varias personas corriendo de un lado a otro, algunos asustados que parecían huir y otros curiosos que querían averiguar la fuente de aquella conmoción.

Jill apresuro el paso preocupada, con Agustín siguiéndola a duras penas detrás, escucharon un grito cercano y terminaron encontrándose con un escenario aterrador. Un hombre de mediana edad estaba tirado en el piso con todo su torso despedazado por mordeduras humanas, sobre él se encontraban dos personas…dos monstruos devorando y mutilando lo que quedaba de él. A su alrededor habían varias personas completamente horrorizadas por la escena, muchos de ellos estaban simplemente paralizados por el horror pero algunos llegaron a reaccionar ante la situación e intentaron ayudar a la víctima que, para empeorar las cosas, aún seguía con vida.

-¡No se les acerquen, aléjense de aquí mientras pueden! grito Jill entre la multitud pero ya era demasiado tarde, un hombre salto directamente a salvar a el moribundo, maldiciendo a las criaturas tomo a una de los pelos y le alzo la cabeza para encajarle un golpe entre los ojos, en vez de quejarse de dolor el monstruo gimió con unas ansias desenfrenadas y tomo el brazo con el que lo habían golpeado para después darle un violento mordisco que hizo que él hombre dejara escapar un alarido de dolor. Mientras esto pasaba más muertos vivientes empezaron a emerger caminando lentamente, atraídos por el ruido y el olor a sangre humana.

-¡Todos corran, refugiasen en sus hogares y no salgan!- grito nuevamente Jill y esta vez sí le hicieron caso, la gente empezó a correr por todas partes, algunos incautos eran atrapados y otros lograban escapar de las pútridas manos que intentaban agarrarlos, más de uno gracias a Jill que ya había desenfundado su Samurai Edge y estaba disparándole a las criaturas.

Agustín quedo paralizado, su cerebro estaba dándole una cantidad incontable de órdenes a su cuerpo pero este tan solo no podía reaccionar, todo a su alrededor parecía ir en cámara lenta dándole un tono aún más irreal, entonces uno de los zombis lo miro. Con un paso tambaleante se empezó a acercar cada vez más a él, abrió su boca soltando un gemido hambriento y alzo sus brazos ansiosos por alcanzarlo.

-Movete- la criatura se siguió acercando, un aliento repulsivo llego a la nariz de Agustín- ¡Movete! SI pierdo el control ahora todo va a terminar, sabes lo que tenes que hacer… ¡Por el amor de dios tan solo levanta la puta pistola!- Quizá eso era lo que estaba pensando pero todos sus instintos más animales le urgían que corriera lo más lejos posible, usando todo su poder de voluntad tomo su arma y con unos brazos temblorosos la alzo hacia el zombi, este ya casi estaba sobre él. Disparo intentando darle a la cabeza pero la bala atravesó el cuello, desesperado jalo el gatillo de nuevo y volvió a fallar, el monstruo finalmente lo alcanzo tomándolo con sus frías manos de los hombros. Agustín pego un grito de terror a la vez que empujaba a la criatura que hacia lo posible por morderle el cuello, sus ojos de un color lechoso le daba unas intensas ganas de vomitar, estaba a tan solo unos centímetros ya, no lo iba a poder parar mucho tiempo más…

Un oportuno disparo en el último momento le salvo la vida, Jill no solo acabo con el zombi que atacaba a Agustín sino que también con todos los que se encontraban en la zona.

-¿Estas bien? ¿No te mordió verdad?- le pregunto preocupada.

Él se quedó mirando al cadáver que casi acababa con su vida sin responderle, sentía nauseas por lo que acababa de ver y también estaba avergonzado de sí mismo.

-No… no me hizo nada- contesto finalmente recuperando la compostura- Tenemos que ir a buscar a Elza, ya.

-¿Elza? ¿Te réferis a la camarera de Emmy´s?

-Sí, no puedo dejarla sola con esas cosas sueltas…

Un gemido de dolor interrumpió a Agustín, una chica que habían dado por muerta se estaba retorciendo en el suelo, era una de las personas que no lograron escapar a tiempo. Jill se acercó a la mujer, tenía parte del estómago abierto y un gran charco de sangre la rodeaba pero la pobre seguía consciente y estaba sufriendo.

-Por… favor…- llego a articular la moribunda mientras miraba fijamente la pistola que Jill llevaba en la mano, ella asintió y apunto su arma a la cabeza de la joven, cerró los ojos y jalo el gatillo.

-Umbrella va a pagar por cada vida que destruyo, lo juro- murmuro con la cara roja de furia y volvió a guardar su arma.

Agustín vio la escena con tristeza, esto no debería estar pasando, había trabajado durante meses para evitarlo y aun así…

Caminaron en silencio rumbo al departamento de Elza con Agustín a la cabeza, por las calles varios autos de la policía circulaban aceleradamente de un lado al otro. Cada vez que se cruzaban con alguna persona el corazón le daba un vuelco, no se sentía preparado para enfrentarse de nuevo a esos monstruos pero era consciente de que tendría que hacerlo. A mitad de camino Jill le toco el hombro y le pidió que parara.

-Mira allá- dijo señalando a un estrecho pasillo entre edificios, dentro se encontraba parado un hombre que no parecía hacer nada en lo absoluto, tan solo caminar muy despacio sin un objetivo fijo.

-¿Es uno de ellos… verdad?- pregunto él tragando saliva, Jill no respondió, tan solo le indico que sacara su pistola y luego se acercó al hombre con cautela. Manteniendo una distancia le llamo para que se volteara, este lo hizo e intento abalanzarse sobre ella aunque fue demasiado lento, Jill volvió corriendo justo al lado de Agustín.

-Dispárale- le dijo entonces, Agustín sintió como sus nervios volvían a subir pero le hizo caso, alzo el arma de manera torpe y disparo fallando miserablemente.

-Tenes que calmarte, recorda que sos más rápido que ellos, si algo se sale de control podes escapar. Relaja más los codos y contene la respiración antes de jalar el gatillo- le susurro Jill en el oído mientras el zombi se acercaba cada vez más. Agustín tomo una gran bocanada de aire y lo exhalo intentando relajarse, luego siguió las instrucciones que le habían dado y disparo nuevamente dándole en el pecho. Dio otros tres tiros que hicieron caer al monstruo y finalmente lo remato disparando a su cabeza.

-Bien, intenta siempre apuntarles a la cabeza para ahorrar munición… ahora que lo pienso fuiste vos quien nos dio ese mismo consejo- comento Jill con una sonrisa burlona.

-Tan solo sigamos adelante… gracias igual- contesto él sin mirarla, aunque realmente estaba agradecido.

No tardaron mucho en llegar al departamento, por suerte no se encontraron con ningún otro inconveniente en lo que les quedaba de camino. Agustín se acercó a la puerta de vidrio del edificio, se encontraba cerrada por lo que busco entre los botones que se encontraban al costado la habitación de Elza y pulso el timbre. Poco después salió Elza totalmente desarreglada a abrirles.

-¿Agustín? No esperaba que vinieras… ¿y vos sos Jill Valentine verdad?

-Sí, nos conocimos el otro día-respondió Jill.

-Elza tenemos que hablar- dijo Agustín sin dar más rodeos.

-Está bien… entren que se están empapando y díganme que es lo que pasa.

Elza los llevo hasta su departamento, una vez dentro les paso una toalla para que se secaran. El lugar parecía muy diferente a la última vez que había venido, hacia tan solo unos días él finalmente salió a cenar con Elza como le había prometido y ella le comento que convenció a sus amigas para que se fueran por unos días, no le explico a Agustín exactamente como. Lo que antes era un lugar relativamente ordenado ahora se había convertido en un desorden colosal, se podían ver tiradas revistas de motocicletas, toda clase de ropa y hasta algo de comida.

-Perdonen el desorden- comento al ver el asombro en sus rostros- nunca antes había vivido sola y cuesta acostumbrarse, es sorprendente lo rápido que se puede desordenar un cuarto.

-No pasa nada- le contesto Agustín conteniendo una pequeña risa, le parecía que el nuevo "ambiente" encajaba más con Elza.

-Bueno… ¿De qué querías hablar Agustín?

-Creo que ya te lo podes imaginar Elza, no vendría con Jill si tan solo quisiera visitarte- contesto seriamente.

-Entonces ya está pasando… ¿Viste a algún infectado?

-Hay más de uno, nos encontramos a varios en nuestro camino hasta acá, Elza tenes que irte ahora mientras aun podes- le pidió nuevamente Agustín, desde que ella había decidido quedarse él no desperdicio ninguna ocasión para intentar convencerla de que se fuera, pero era una completa testaruda y se negaba a hacerlo.

-Sabes que no pienso ir a ninguna parte Agustín, es mi decisión y no pienso cambiarla- respondió Elza con firmeza.

-Entonces veni con nosotros, no quiero que te quedes acá sola- le pidió resignado.

-Eso suena mucho más razonable- dijo ella con una gran sonrisa en su rostro- denme un segundo para prepararme.

Elza se dirigió entonces a su habitación de manera veloz dejándolo a ambos solos.

-Si hay que admitir algo es que tu novia no es ninguna cobarde- comento Jill dándole un golpecito en el hombro a Agustín.

-No tiene idea de lo que le espera.

-¿Y acaso vos si? Tenes que tenerle fe, como bien dijo ella eligió quedarse y por lo que me contaste está bastante consciente del riesgo.

-Lo que nunca voy a entender es porque no te fuiste vos Jill, estaba seguro de que te irías con los demás después de nuestro fracaso en el laboratorio de Birkin.

-Es simple, le prometí a todos que te mantendría vigilado, como note que te ibas a quedar supuse que aún quedaban cosas por hacer aquí. Y además… me gustaría hacer algo para ayudar a esta gente, después de todo es el trabajo de STARS el proteger a los ciudadanos de Raccoon City.

-¿Eso significa que nadie de todo el grupo confía en mí?- pregunto Agustín intentando parecer ofendido, aunque siempre había sido consciente de ello.

-Conociéndote si, nadie en su sano juicio se fiaría de lo que decís- dijo Elza de manera casual saliendo de su cuarto con una sonrisa burlona, se había puesto una chaqueta que tenía escrito Raccoon en el pecho, era blanca y azul en los brazos, roja en sus hombros y blanca en la zona del pecho. También llevaba puestos unos pantalones largos rojos con unos metales en la parte de las rodillas y unas botas negras.

-¿Y entonces por qué te quedas?-pregunto Agustín mientras admiraba a la chica de arriba abajo.

-Porque soy una demente-explico acercándose a él para darle un suave beso en sus labios.

Nota de autor: Me alegro de decirles que el próximo capítulo arranca justo en el inicio de Resident evil 3, veremos cómo se las apaña nuestro pequeño grupo para sobrevivir a lo que se les avecina y finalmente vamos a cruzarnos con personajes que me muero por integrar. Espero que les siga gustando esta historia, cualquier review que dejen ya sea para preguntar, sugerir, criticar o tan solo comentar algo es agradecida.

Ah sí, y con respecto a la historia del padre de Jill… no estoy muy seguro de que Dick Valentine sea canónico pero en las novelas de Perry él es su padre y me gustó la idea por lo que la use en esta historia.