¡Buenas! Señoras y señores, bueno ¿Qué les digo? Estoy algo triste por cómo se recibió la historia, por la propaganda que le hice en Facebook pensé que iba a tener mayor acogida, además, estoy siendo muy cumplida en publicar, me anime a empezar a postearla porque ya tenía 100 páginas escritas lo que les garantizaba que fuera cumplida en el asunto de actualizar.
En fin, se supone que el nuevo capítulo debía subirlo mañana o el domingo cumpliendo con el asunto de publicar cada 8 días, sin embargo, hoy es 7 de agosto en Colombia, es decir, es el día de la batalla de Boyacá, fecha importante para nuestro proceso de independencia. En ese orden, decidí publicar como un regalo a todas mis hermosas lectoras colombianas. Aún no me decido si tomar este capítulo como un regalo y publicar normalmente el del domingo o simplemente dejar este y publicar la siguiente semana. Depende de el amor que le den a este capítulo, aquellas que les molesta que pida comentar para subir un capítulo, no, estoy siendo cumplida, estoy subiendo en tiempo, solo estoy pidiendo un impulso para no pasar este capítulo como la publicación semanal.
Desde el principio les he dicho que este fic no lo he escrito lineal, es decir un día puedo estar escribiendo cosas del final y otro día cosas del principio, sigo construyendo el temperamento de los personajes. Este y creería yo que los 2 siguientes los escribí esta semana y es gracioso, porque tengo escrito hasta el momento en que Hermione cumple 14 años, la razón es que siempre quise dejar esta parte del desarrollo de la historia para cuando me sintiera inspirada y tuve miedo de que llegara el momento de publicar y no tuviera nada, pero, no fue así.
Dejando de hablar tanto, el capítulo:
Capítulo 3. Sus 3 rostros parte I.
Inglaterra, 1840.Había llegado hacía un par de días a aquel lugar. Había concluido que era mucho más oscuro y frio que su antiguo hogar, quizá era el exceso de mármol.
Hasta ese día se había animado a explorar y había escapado de su criada, ella sabía que debía comportarse, sin embargo, se sentía tan asfixiada que pensó no sería malo darse un pequeño gusto.
Desde el día de su llegada no había vuelto a ver a su prometido, siempre le decían que estaba ocupado cuando demandaba tomar una comida con él, suponía que aquella hermosa mujer de cabello rubio era quien compartía su mesa.
¿Estaría pasando por eso mismo su hermano?
La mujer que había conocido debía tener uno o dos años menos que él, y parecía bastante caprichosa y malhumorada. Ella jamás hubiera podido comportarse así, no se hubiera salvado de un Cruccio.
Tan ensimismada iba en sus pensamientos que no notó que se encontraba afuera de una puerta a medio abrir iluminada en su interior.
-Eres una rata escurridiza – era la voz de su futuro marido, llena de desdén y asco – aun no entiendo cómo Pansy se enamoró de ti, permití todo ello porque pensé que era un capricho suyo.
-Yo la amo – vociferó otro muchacho que ella pudo ver por el resquicio de la puerta, moreno y alto.
-¿Qué pretendías? ¿Llegar a Francia entrar al palacio y pedirle a rey que por favor te devolviera a Pansy? – bufó – fue una estupidez de parte de mi prima contarte que tenía que ir a casarse.
-Es una persona "Magestad" no es una moneda, iba a ir a sacarla de allí y llevarla lejos – escuchó una risa sarcástica resonar en el ambiente.
-Supongo que ibas a lograr huir tanto como lograste huir de mí – el disgusto se adueñó de su voz – agradece que no fuiste atrapado por el asqueroso francés, habrías terminado tirado medio muerto en una cloaca enloquecido por tantos Cruccio – en el rostro del moreno se pintó el desconcierto. Se dio cuenta que el hombre era un Muggle.
-Lo hubiera intentado con gusto, ella tiene derecho a ser feliz –
-¡Bah! ¡Qué puede saber un campesino Muggle como tú! – los ojos del hombre se abrieron a tope y tembló levemente, probablemente el rubio debía estarlo apuntando con su varita – solo por respeto a Pansy y como un acto someramente reivindicatorio no te haré nada – el rostro del moreno pareció relajarse y fue allí cuando todo sucedió.
-Oblliviate – vio el hechizo pegar de frente al moreno mientras caía hacía atrás, soltó un gemido y sus ojos se llenaron de lágrimas, pobre hombre – Somos una moneda de cambio Blaise ¡Una maldita moneda de cambio! – sin darse cuenta rozó la perilla abriendo más la puerta, dejándola al descubierto, la mirada que el hombre le dedicó la hizo estremecerse.
-Yo… yo… Emm – sus ojos grises la estaban atravesaban con enojo.
-¿Acaso tu padre no te enseño a no escuchar conversaciones ajenas? ¿También tendré que educarte? – su garganta de repente se cerró, sabía que él era peligroso.
-¿Cómo pudiste arrebatarle sus recuerdos? – ella se asombró que fuera aquello lo que saliera de su boca.
-Eso no te incumbe pequeña metiche – uno de los elfos del palacio apareció y se llevó al muchacho inconsciente mientras una valentía inusitada crecía en ella y le hacía dar un paso dentro de la habitación
-¡No me diga pequeña metiche y él no tenía la culpa!
-¡¿Qué crees que le hubiera hecho tu padre?! – gritó exasperado y ella quedó congelada. A lo mejor hubiera hecho exactamente lo que él le había dicho al moreno momentos atrás, aquello la hizo desviar su mirada apenada – solo le hice un favor – dijo mientras dejaba su varita sobre su escritorio y se sentaba en la gran silla de cuero mientras revolvía sus cabellos con desesperación. Él tampoco sabía qué debía hacer.
-¿Eres infeliz? – ella se acercó a donde él estaba y lo miró curiosa, mientras él depositaba su mirada más clara, con menos ira sobre ella
-¿Acaso tú no? – lo pensó
-Yo no me he enamorado, pero al parecer ustedes si – dijo refiriéndose a él y a su prima – Es una suerte que me hayan intercambiado tan joven, no tuve oportunidad de conocer a alguien por quien sentirme de esa forma – el chico se quedó estático, era una niña la que tenía al frente, pero, sus pensamientos, ese no era el de una niña – padre siempre se encargó de dejarme claro que era una princesa y que, cómo tal sería una "moneda de cambio" cuando el momento llegara – ni una pisca de tristeza se asomaba en su voz, solo parecía un robot repitiendo lo que se le había sido inculcado.
-No sé si eso sea mejor que lo que nos ocurre – lo vio levantarse de su asiento y caminar hacia ella agachándose a su lado – Tú jamás conocerás el amor porque siempre estarás aquí encerrada conmigo – momentáneamente vio una expresión de lastima en sus ojos y luego se levantó rápidamente dándole la espalda y haciéndole señas para que se fuera.
-¿Es… es algo lindo? – él se giró una vez más hacía ella, parecía habida de conocimiento como si aquello pudiera ser otra lección más.
-Eso jamás lo sabrás – le hizo de nuevo una seña para que saliera. Ella le producía mucha curiosidad, sus ojos miel parecían puros y determinados, sin embargo, parecía actuar de manera autómata. Nunca había visto una mujer que le produjera tanta curiosidad, luego se golpeó, no, ella no era una mujer, era tan solo una niña.
Ella obedeció, pero, en su cabeza, lo que él le había dicho había calado hondamente, ella no conocería el amor, habría deseado no ir a ese lugar y no haber entablado aquella conversación porque ella siempre había pensado que era mejor ser prometida a aquella tierna edad cuando no había un sentimiento que pudiera herirla, pero, ahora sentía una tristeza instalarse en su pecho "ella no conocería el amor", se casaría con un hombre que siempre tendría a su concubina y para él cual solo serviría de incubadora, aquel futuro se le antojó bastante oscuro.
Cuando llegó a la puerta de su habitación, escuchó la voz de alguien a sus espaldas.
-Mione – se giró y se encontró con el chico de ojos verdes y cabello castaño que había conocido en su primer día, había compartido juntos desde que había llegado y era como un bálsamo para su encierro, pero hacía dos días no lo veía y aquel lugar la estaba asfixiando, su corazón empezó a latir alegre mientras corría a su encuentro y se tiraba en sus brazos
-¡Oh Theo, como te extrañé! – sintió los brazos del niño envolver su cuerpecito y se sintió tranquila de repente, ya no sentía la pesadez de las palabras que él le había dedicado.
-Yo también te extrañé Mione, padre me envió antes porque dijo que era un "maldito fastidio" – una risita se escapó de ambos niños y el castaño le extendió su brazo invitándola a tomarlo –
Encontrar a Theo había hecho menos difíciles sus días en aquel lugar, lo había sentido como una bendición, toda la atención que no obtenía de su prometido él se la daba. Era un niño de 12 años bastante apuesto. Piel suave, verdes ojos cálidos y un cabello castaño desordenado. Su estómago gruñó y se dio cuenta que era la hora de la cena.
-¿Me acompañarías a cenar? – comentó mientras lo jalaba al pequeño cuarto que había dispuesto para tomar los alimentos fuera de su habitación.
-¡Sus deseos son ordenes alteza! – ella soltó una risita y dio un pequeño golpecito en su brazo. Siempre la hacía reír.
¿Qué pasaría si ella conocía el amor antes de casarse? ¿Era siquiera posible estando encerrada en aquel lugar?
FRANCIA, 1840
Una semana, una semana que se sentía como años. Los días habían pasado de forma lenta, cada día sentía que su corazón se encogía más, sentía que se apagaba lentamente como una vela que se consume en la oscuridad.
El viento suave movía sus cabellos mientras mantenía sus ojos cerrados, era un día soleado. Desde su llegada había tomado al menos una comida con su futuro esposo, al parecer, solo podía hacer lo que su padre le ordenaba.
Un día, paseando por el castillo, había escuchado voces salir de un estudio. Discutían. Impedida a controlar su curiosidad, se había quedado allí estática, tratando de descifrar lo que decían.
"-¿Porqué debo hacerlo como dices? ¡ella será mi esposa! –
-Harás lo que se te diga.
-¡También programaras nuestros encuentros sexuales?
-Me he asegurado de enterarme de sus días fértiles
-¿Te estas escuchando? Es un maldito ser humano no una incubadora, eres tan despreciable – escuchó el sonido de una cachetada golpeando contra la mejilla del hombre que hablaba e instintivamente llevo las manos a sus labios - ¿Te preguntas por qué madre jamás te amó? –
-¡Lárgate!
-Estaré con ella tanto como lo permita
-No, no lo harás, harás lo que se te ordena o no me temblará la varita contra ella –
-No serías capaz –
-¡Oh, claro que sería capaz! Sé que será la única forma de controlarte – luego escuchó pasos acercándose a la puerta y ella instintivamente se ocultó tras una armadura, el chico de cabellos azabaches que había conocido el día anterior salía como un raudal con su rostro lleno de ira y entonces lo supo, hablaban de ella."
Solo veía al hombre una vez al día y siempre era el momento que más esperaba, él desprendía calidez y bondad, en ese momento su corazón se sentía manos pesado, más en paz, sin embargo, cada que le solicitaba después de tomar los alimentos la acompañara a dar un paseo por los jardines, él la miraba con tristeza y solo le decía "Soy un hombre ocupado Alteza, es menester que valore el esfuerzo que hago para tomar una comida con usted" y luego se iba. Ella sabía lo apesadumbrado que se sentía, lo que salía de su boca no era lo que sentía, ese lugar era tan diferente a su hogar, allí siempre podía decir y hacer lo que sentía incluso con su primo el rey, aquí todos parecían subyugados, esclavos de un hombre déspota.
Después de esa conversación, no se sentía solo triste por ella, también por él, no imaginaba como debía sentirse, había tenido que vivir desde su nacimiento bajo esas circunstancias, ella al menos había gozado de la libertad durante 15 años.
Sintió que alguien se sentaba junto a ella y abrió los ojos, una mirada verde bondadosa se clavaba en ella, aquello la extrañó, desde su llegada jamás se veían más allá de la única comida que tomaban en el día. Quiso hablar pero él lo hizo primero:
-No sabía cuál era tu flor favorita, así que traje esta – le extendió una rosa rosada y le dedicó una pequeña sonrisa.
-¡Oh! En realidad no tengo una flor favorita – sonrió tomándola
-Entonces, traeré una diferente todos los días, quizá podamos descubrirlo – lo miró fijamente mientras rosaba el tallo en sus dedos, luego desvió la mirada a la flor, era muy bonita, su color por algún motivo le transmitía paz, ella sintió que era simplemente perfecta.
-No – el rostro de él cambió de expresión, quizá había pasado un límite.
-Lo siento, yo solo quería…-
-No es necesario, creo que he encontrado mi flor favorita – le dedicó una gran sonrisa, de las más genuinas que alguna vez hubiera surcado su rostro. Definitivamente todo sería más fácil si pudiera pasar más tiempo con él – me gustaría verte más seguido – soltó de repente sonrojándose.
-Ya te he dicho…
-Escuché aquella conversación – la duda se instaló en el rostro del azabache obligándolo a callar - ¿Qué podría hacerme? ¿Un cruccio? Creo que eso sería mejor que apagarme lentamente.
-Pansy, yo no puedo permitir que te dañe – se sintió alagada, aquel muchacho que la conocía hace tan solo una semana se había empeñado en protegerla.
-He descubierto que el dolor físico es más fácil de llevar, los sentimientos pueden ser más despiadados que una varita –
-No entiendo a qué te refieres – ella acariciaba distraídamente la rosa mientras clavaba su mirada al suelo.
-¿Alguna vez te has enamorado Harry? – él lo pensó, siempre había tenido contacto con muchas mujeres de la corte, su padre insistía que debía ser un "hombre", pero, jamás había tenido un acercamiento más profundo solo era físico, eso era lo único que su padre le permitía porque "eso era lo correcto".
-No he tenido oportunidad – ella lo miró curiosa
-¿Nunca te has acercado a otra mujer? – el rostro de él se tornó serio y pensativo, tratando de escoger las palabras adecuadas.
-He tenido contacto con varias mujeres, pero, no de manera sentimental, no es… Adecuado – él no parecía nervioso, no parecía avergonzado, en realidad era como si aquello fuera normal
-¿Adecuado?
-Si, Adecuado – lo miró confundida – Es solo físico, es el comportamiento adecuado de un hombre.
-Supongo que es lo que ha dicho tu padre – él solo asintió. Su padre siempre había controlado cada detalle de su vida y la de su hermana, siempre parecía malhumorado.
-¿Tú te has enamorado? – ella pensó si debía responder con honestidad, decidió que él había sido tan transparente que no merecía ser engañado.
-Si, aún lo estoy – sintió como él se tensaba a su lado y no pudo evitar tomar su mano – Jamás hubiera podido casarme con él, incluso si no tuviera que casarme contigo – sus ojos verdes la miraron con curiosidad – Es un campesino – el entendimiento vino a él como un rayo – y es muggle – aquello no se lo esperaba y no sabía que decir.
-Bastante desafortunado – dijo para luego reprenderse mentalmente
-Lo es, pero, creo que también eres bastante desafortunado –
-Yo no me he enamorado – su mirada se había desviado clavándose en la hierba que jalaban de la tierra con indiferencia.
-Es precisamente eso lo que te hace desafortunado – eso lo hizo parar de arrancar la hierba y una sonrisa se desprendió de su boca
-¿Quién te dijo que quiero enamorarme? Pareces muy infeliz, no me sometería a eso por voluntad propia – los ojos de ella se cristalizaron, escuchar aquello la había hecho sentirse triste de repente.
-Es extraño escuchar eso de alguien que quiere averiguar cuál es tu flor favorita – devolvió con rabia.
Sintió como era tirada al pasto mientras sus muñecas eran apresadas a los lados de su cabeza, su respiración rozó su oído y aquello la hizo temblar.
-No se confunda Alteza, el hecho que no quiera que viva un infierno no quiere decir que tenga planeado enamorarnos, parece injusto que mi padre haya logrado controlar su vida también, pero, los sentimientos mundanos solo traen debilidad y dolor – luego la miró fijamente, sentía como su aliento rebotaba en sus labios, por primera vez desde que había llagado vio de nuevo aquella mirada vacía e indiferente del primer día.
-Me lastimas – murmuró, él solo le sonrió sarcásticamente y rosó sus labios, aquello la hizo temblar.
-¿Así dices aguantar un cruccio? – sintió como dejó de apresarla y lo vio levantarse, una lágrima solitaria resbaló por su mejilla, se estaba protegiendo y estaba segura que la estaba protegiendo, él se giró y empezó a caminar hacía el palacio, sin pensarlo siquiera lo siguió y apresó su muñeca obligándolo a detenerse.
-Puedo cuidarme sola, quiero que desayunes conmigo todos los días – él sin mirarla se soltó de su agarre y se echó a andar de nuevo.
-Como ordene Alteza –
Aquel tono la hizo temblar, ese día había descubierto la otra cara del joven, una encadenada a su padre, la misma que se negaba a permitir que alguien más estuviera en su lugar. Era un hombre bondadoso, pero, también era un hombre asediado por el rencor.
Al siguiente día, tal como se lo había pedido, se presentó en el balcón a desayunar, su mirada seguía siendo dos pozos de nada y tan solo comió en silencio, ella se sintió fascinada, jamás había visto un hombre como él.
Su primo siempre tenía una mirada de hielo y de cierta forma era despiadado, la mayoría le temía, era una mezcla de respeto y temor, siempre era frio, pocas veces se mostraba cariñoso incluso con Astoria, ella solo sabía que la quería por la mirada de fascinación que surcaba por sus ojos menos de un minuto y la educación con la que siempre la trataba, por lo demás, era un hombre seco.
De otro lado, Blaise era su polo opuesto. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y una mirada cálida. La mayoría del tiempo se preocupaba por hacerla reír y la trataba como si fuese una porcelana, el cariño hacía ella desbordaba por sus poros. Él en medio de los escases en su familia, se las ingeniaba para hacerle regalos que significaban para ella más que un anillo de diamantes. Aquel recuerdo la hizo sonreír.
Po último estaba su futuro marido, él desprendía bondad e instinto de protección, sabía que actuaba en muchas ocasiones para protegerla y protegerlo, cómo si hubiera tenido que desarrollarlo para sobrevivir, probablemente así era. Su mirada generalmente era calma, igual que su comportamiento, jamás había demostrado otro sentimiento más que amabilidad y lástima. Siempre la trataba bien, pero, jamás había sido cariñoso en la extensión de la palabra y, debajo de todas aquellas capaz era temible, alguien que no se amedrentaba, de algunas formas parecía un camaleón.
Una vez hubo terminado de desayunar, solo se había levantado, se había inclinado hacia ella y se había retirado. Nada más.
Eso mismo pasó a la hora de la cena y también durante la semana posterior.
Aquel día, mientras desayunaban en silencio, la puerta se abrió dejando ver la imponente figura del rey, su mirada estaba llena de ira y reprobación.
-Vete Harry – el joven se levantó de su asiento y encaró a su padre allí estaba, su lado temible
-No padre, estoy teniendo un agradable desayuno con mi futura esposa – sus palabras estaban llenas de veneno. Pansy ni siquiera supo en qué momento se había levantado de su silla y se había aproximado – Siéntese Alteza.
-Pero… - el dirigió su mirada llena de ira hacía ella y la asustó. La obligó a sentarse mientras el miedo subía por tu cuerpo.
-Te lo advertí, no me escuchaste, aprenderás a respetarme –
-No me iré-
-¡HE DICHO QUE TE LARGUES! – luego lo vio salir despedido hacía la pared golpeándose con ella como si de un muñeco de tela se tratase, un hilo de sangre escurrió por su sien obligándola a levantarse y agacharse junto a él acercando sus manos temblorosas – pero, como veo que no te iras – Petrificus Totalus – sintió su cuerpo tensarse y sus ojos moverse desesperado – ahora, veremos si sigues desobedeciendo – Cruccio
No lo vio venir, la maldición pegó justo en su pecho y el dolor que sintió fue uno que jamás experimentó en su vida. Un grito salió de su garganta mientras trataba de enterrar sus uñas en la baldosa, sentía como miles de cuchillos se enterraban en su cuerpo, saliendo y entrando de nuevo, ante la incapacidad de clavra sus uñas, sus manos se volvieron puños y empezaron a golpear el piso, con cada golpe un crack más profundo se escuchaba. Sabía que seguía gritando porque sus cuerdas vocales se sentían sangrar, sin embargo, un pitido se había instalado en su oído impidiéndole estar conectada con la realidad, de repente todo se detuvo y sintió el frio piso contra su mejilla mientras su respiración era débil.
-Basta Magestad – ella trató de fijar su mirada llorosa en la mujer que había entrado, había dos, una pelirroja y una de rostro duro, sin embargo todo se veía borroso tras la cortina de lágrimas – Es un error, no queremos una guerra por un desayuno – ella solo escuchaba, parecía una voz severa
-Muy bien, los dejaré por ahora – sintió como sus pasos empezaban a caminar hacía la salida y como otros se iban acercando – No te atrevas Lily – trató en enfocarla y solo pudo ver someramente su mirada apesadumbrada a punto de las lágrimas.
-Finite encantatem – era la voz de la otra mujer – Majestad, acompáñenos, los pasos de las tres personas salieron de la habitación mientras sentía el cuerpo del azabache gatear hacía ella para luego tomarla en brazos.
-Te lo dije, eres una maldita necia – ella no dijo nada, sintió como sus lágrimas seguían corriendo por su mejilla y como su respiración se había ralentizado – iré a llamar al medimago – sintió como el empezaba a alejarla y tembló, se agarró fuertemente de su túnica ignorando el dolor en sus manos, no, él no podía irse, no podía dejarla.
-Por favor – dijo en un hilo de voz mientras apretaba más su agarre.
-Winky –
- Majestad –
- Llama al medimago, pídele que acuda a los aposentos de su Alteza– solo escuchó un plop mientras era levantada en brazos. Instintivamente escondió su cabeza en el pecho de él, se sentía cálido pero agitado.
- ¿Siempre eres tan necia? – su voz se oía preocupada, allí estaba, el hombre bondadoso del primer desayuno, aquella mañana había visto tres de sus facetas – debía saber que era cierto cuando me advertiste de ser una revoltosa – una pequeña y casi imperceptible risa salió de sus labios, él trataba de distraerla, trataba de distraerla del creciente dolor en todo su cuerpo.
Sintió como era depositaba sobre algo acolchado, debía ser su cama, él intentó alejarse pero ella volvió a apretar la tela.
-Solo iré por agua – ella solo negó, jamás se había sentido tan aterrorizada en su vida. Nunca había tenido que experimentar aquello, en Inglaterra era tratada como una muñeca de porcelana, nadie se atrevía si quiera a intentar dañarla por miedo a la reacción de su primo, era la primera vez que era maltratada físicamente –
-Por favor – volvió a decir en un murmullo bajito, sintió la respiración de él acelerarse por lo que percibió como frustración.
-De verdad crees que esos estúpidos desayunos valieron esto – esbozo una sonrisa débil
-No lo creo, estoy segura de que ha valido la pena – luego todo se volvió negro, probablemente por fin había caído inconsciente, estaba segura de que había aguantado mucho. Se preguntaba si él y su pequeña hermana habían tenido que vivir con aquello, él no parecía asustado cuando su padre entró, como si estuviera acostumbrado, como si aquello fuera natural.
Cuando abrió de nuevo sus ojos estaba oscuro, el fuego crepitaba en la chimenea alumbrando someramente la habitación. Se sentía desorientada, alzó sus manos, estaban vendadas pero ya no dolían, estaba casi segura de que las había fracturado, probablemente el medimago ya las había curado, se dio cuenta que estaba arropada y que llevaba su bata para dormir, ni siquiera pudo sonrojarse ante el pensamiento de que hubiera sido él quien se la quitara, jamás había sentido vergüenza alguna por los cuerpos desnudos. Con esfuerzo se sentó contra los almohadones, al girar su vista encontró al pelinegro dormido en una silla frente a su cama, aquello le pareció tierno.
Puso sus pies en el suelo en intentó levantarse pero se desplomó, ante el sonido seco el ojiverde se despertó y fijo su mirada en ella llena de preocupación.
-Perdiste mucha energía, sé buena chica y quédate en la cama – le dijo con cariño mientras la alzaba y la depositaba de nuevo en el mullido colchón. Cariño, era la primera vez que le había hablado con cariño, generalmente era amable y bondadoso, pero, aquello no llegaba al cariño.
-Es la primera vez – él la miro sin entender mientras ella tomaba sus mejillas acunando su rostro – siempre eres amable, comprensivo o tajante, nunca habías sido cariñoso – en ese momento se sonrojó, ni siquiera sabía que la había llevado a exteriorizarlo.
-No me gusta, el cariño y el amor nunca terminan bien, tu deberías saberlo mejor que yo – ella seguía sin comprender como un hombre que la mayoría del tiempo desprendía paz podía pensar aquello – prefiero que seamos buenos amigos, podemos llevarnos bien y tener una vida en paz – ella le parecía curioso, el primer día que desayunaron pensó que él hablaba de darse una oportunidad, luego comprendió que no era aquello de lo que hablaba.
- ¿Qué tiene de malo el cariño? –
- Puede hacer a las personas malvadas y mezquinas –
- No entiendo cómo podría ocurrir eso – ella amaba a Blaise y él la amaba y pese a ello, pese al final que habían tenido, ella no había podido ser mezquina, menos con él, con alguien que parecía genuino
- Créeme Pansy, los seres humanos son incapaces de aceptar las consecuencias que puede traer encariñarse con alguien – dijo mientras acariciaba tiernamente su mejilla, para luego alejarse y volver a su silla - ¿Qué te apetecería comer? –
- ¿Dejaras de desayunar conmigo? – la miró a los ojos
- ¿Serviría de algo? –
- No – ella lo buscaría, porque era caprichosa y revoltosa y nunca aceptaba un no por respuesta.
- No entiendo porque eres tan obstinada después de lo que te hizo – él se sentía culpable, pero, de alguna forma, sabía que ella no iba a dejar de insistir.
- Yo lo necesito, te necesito – sus ojos se cristalizaron, era verdad, ella lo necesitaba porque si no se apagaría lentamente – si no, siento que voy a marchitarme lentamente hasta ser un cuerpo vacío.
- No entiendo, no puedo realmente ayudarte Pansy.
- Eres como una brisa fresca que se lleva mis pesares Harry, desprendes una paz extraña que me hace sentir menos desgraciada, siento que puedo con esto – él la miró con intensidad y con miedo, era una mujer hermosa.
CNOTINUARÁ…
Bueno, no suelo hacer mis capítulos por continuaciones uno del otro, pero, me vi obligada porque, al escribir esto en una sola noche no encontré como cortar apropiadamente las escenas.
¿Qué les pareció?
Creo que jamás he retratado en mis fics al Harry de los libros, siento que tanto este como el anterior conservan el instinto de protección y valentía, pero, sin embargo, el de este fic no es un niño inocente y a diferencia del Harry "real" no es amante del cariño o el amor, no lo sé, cuéntenme si la personalidad de este Harry se les parece a la de los libros…
GRACIAS!
