¡Buenas! Señoras y señores, gracias a Dios no les molesta el Hansy, es claro que las escenas Dramione en todo su esplendor van a tardar un tris y es ahí donde decidí desarrollar los personajes de Harry y Pansy.

Tuve muchos líos en mi cabeza de que tan rápido o lento pasar los años de la infancia de Hermione, cuando empecé a escribir – ya les he dicho que esto no ha sido escrito en orden – pase a vuelo de pluma la infancia de Hermione y escribí muchas cosas de su llegada a la edad donde ya se puede casar, sin embargo, me quedó un desazón, siento que desarrollar de esa forma la relación de Draco y Hermione deja muchos huecos a como serán en el futuro, siento que sacaría muchas cosas del sombrero del mago y no quiero que sea así, quiero personajes bien desarrollados o al menos lo mejor que pueda.

Toda esa carreta anterior para decirles que Hermione no se volverá adulta pronto, pero, será interesante, igual sigo desarrollando esa parte de la historia, es lo que estoy escribiendo ahora porque ya tengo parte de su adultez escrita, sí sé que es una forma rara de escribir. Espero que les guste.

Esta semana no me ha dado tiempo de escribir mucho, ahí es donde me alegra haber empezado a publicar con muuuuchhhhasss páginas escritas, además este capítulo lo subí sobre el límite, muchas saben que a veces actualizo antes.

Muchas gracias a todas las lectoras que llegaron, este ha sido el capítulo más comentado en todos mis escritos en esta plataforma y eso me hace muy feliz, esta semana espero escribir lo que no escribí la anterior.

Dejando de hablar tanto, el capítulo:

CAPÍTULO 5. El destino vestido de oro.

Francia, 1840.

El gran día llegó. Aquella semana a diferencia de las demás había pasado muy rápido, seguía la misma rutina, desayuno con Harry y luego las extenuantes horas de preparación para la boda, luego, cuando la noche llegaba, se escabullía a su habitación y se dormía en su pecho, pero, pese a que ella le había dado permiso para saciarse con su cuerpo, él no lo había hecho y ella no se había animado a preguntarle por qué, sin embargo, en su mente había estado rondando una pregunta ¿Sería igual en su noche de bodas? ¿No la tocaría? Se había encontrado pensando que esperaba no fuera el caso. Nuevamente se sintió culpable, pero ¿Quién podía controlar la carne?

Te ves tan bonita – una mirada verde se veía reflejada en el espejo, era su suegra. Había sido igual de amable que su hijo desde su llegada hacía un mes y medio, sin embargo, pese a los deseos carnales que pudiera tener se sentía triste porque ese día perdería la libertad, ese día sellaría el hecho de no haber podido escoger con quien casarse, era inevitable, pese a todo, no lucir triste.

Gracias – murmuro viendo su reflejo en el espejo, llevaba una túnica dorada de mangas largas, cuello bandeja el cual se ceñía hasta su cintura para después desplegarse en una gran falda. En toda la extensión inferior se había bordado con hilos blancos rosas propias de los jardines del palacio de Bourbone, Madame Malkin había hecho un excelente trabajo, el velo era igual de hermoso en una tela ligera que caía hasta más allá de la falda de su túnica terminando en un discreto bordado de oro. Una tiara sostenía el velo, era parte de la joyería de la reina Lily, le habría gustado usar algo que perteneciera a su madre, pero aquello iba contra la costumbre.

Cariño, sé que no es lo que quieres – ella sabía que le estaba hablando genuinamente, por la mirada triste que a veces se posaba en sus ojos – pero Harry es un buen chico, él no te dañará – y lo creía, no dudaba de aquello, durante el mes y medio que había estado allí él había sido muy amable, se fijaba siempre si estaba bien y la había respetado y ayudado cada vez que lo necesitaba. Ella se sentía agradecida, dentro de lo que podía, de estar en manos de un hombre con tan noble carácter y tan buenas manos, pensó recordando aquella noche cuando la mujer los había interrumpido.

Lo sé – contestó escuetamente mientras Lily le daba una sonrisa apagada. Ella había notado la relación del rey y la reina, el hombre era frio, incluso parecía que disfrutaba la infelicidad de sus hijos, como si de una venganza se tratara.

Una vez estuvo sola apreció su imagen en el espejo, todo era majestuosos pero sus ojos estaban apagados y perdidos, se preguntó cómo habría sido aquel momento si la persona que la esperara en el altar fuese Blaise, sonrió triste, imaginó su gran sonrisa mientras a veía caminar hacía el altar. Desvió la mirada del espejo, aquello no sería y esta era su realidad. Afuera no la esperaba un hombre perdidamente enamorado de ella, pero si uno que le traía paz.

La puerta se volvió a abrir y el reflejo del espejo mostraba un imponente rubio, ataviado con una túnica de gala, era tan solo un adolescente pero inspiraba más respeto y miedo que muchos adultos.

Majestad – dijo con odio

Te ves preciosa Pansy – ella sabía que él la quería, la quería como quería a muy pocas personas y sabía que haber aceptado aquel trato le pesaba, él no quería aquello para ella pero no podía hacer nada.

Es detestable – él sabía a qué se refería, ella pensaba que todo aquello era un circo, ella era una bandera de paz para impedir que el rey de Francia siguiera instigando una guerra, una que ellos no podían ni siquiera librar, no tenían oportunidad de vencer.

Podrías ser feliz – ella lo pensó, no sabía si iba a ser feliz cómo una mujer enamorada lo sería, pero al menos sería feliz con la paz que tendría.

Ella es una víctima – se había girado y ahora lo veía a los ojos, aquella niña parecía tan inocente, era triste saber que se comprometería a tan corta edad y probablemente no encontraría su misma suerte – por favor, Draco, cuídala

¿Desde cuándo te preocupas por alguien más? – ella sonrió triste, pensaba que lo menos que podría hacer por su prometido, quien había sido amable, era intentar que su primo tuviera las mismas consideraciones con ella.

Él es amable Draco –

¿Desde cuándo la amabilidad te hace menos infeliz? – no había caso, aquella niña estaba condenada al humor de su primo. Él no quería ser amable, él no la quería cerca – He traído algo para ti – ella lo miró curiosa mientras sacaba una caja de terciopelo – es el collar que usó tu madre cuando se casó con mi tío – los ojos de ella se iluminaron

Me dijeron que no podía usar nada perteneciente a la casa Malfoy

No puedes usar la tiara, pero sí un collar – abrió el estuche girándola hacía el espejo, una sonrisa brillante se posó en su rostro cuando su primo engarzó a su cuello un collar de fino oro amarillo con innumerables esmeraldas, era sencillamente hermoso.

¿Blaise? – sus ojos pasaron de la felicidad a la tristeza en tan solo unos segundos, ella quería saber si estaba bien, quería saber aquel día que él estaba bien.

¿Qué importancia tiene un muggle? –

¡No es solo un Muggle! ¡Yo lo amo! – sus ojos se cristalizaron mientras hacía un reclamo a viva voz.

Es un Muggle, un error que me encargué de borrar –

¿Qué le hiciste? – su pecho se oprimió imaginando lo que él le había hecho

Le quité la memoria – una lágrima rodó por sus ojos – tú no existes en su mente Pansy – su respiración empezó a entrecortarse.

¡Eres un desgraciado! – quiso abalanzarse sobre él pero se quedó clavada en su sitio

¡Te hice un favor!

¿Un favor? ¿A mí o a ti? – sentía un odio agitarse en su interior mientras lo miraba con desprecio.

¿Preferías que lo atrapara James? – aquello la hizo congelarse en su sitio - ¿Crees que solo lo hubiera Obliviado? ¿Crees que lo habría dejado vivo? ¿Crees que hubiera sido tan magnánimo de solo matarlo? – un par de lágrimas descendieron por su rostro ante la verdad de todas aquellas palabras – límpiate las lágrimas, es hora.

Luego de eso un pitido se escuchó en su oído, veía a todas las personas levantándose mientras recorrían el gran salón hasta el altar, no escuchaba nada, ni la música, ni los murmullos de las personas, sentía que flotaba, se sentía como un fantasma, sentía una gran tristeza al saber que en su mente ya no existía.

Llegaron a la cúspide y pudo ver la mirada que su primo le dio a su futuro esposo, era una de advertencia, una que decía que no iba a permitir que la dañara, el azabache por su parte lo miraba tranquilo, con la tranquilidad de alguien que no hará nada malo.

No sintió cuando el rubio se alejó y su mano era tomada por el hombre a su lado, sabía que la veía intentando calmarla, ella temblaba, su cara era una poesía dolorosa que era cubierta por un velo, nadie podía ver su desdicha excepto él, que en aquel momento la apretaba tiernamente, era la tercera vez que él tenía un gesto de genuino cariño.

No supo cuánto tiempo pasó, hasta que vio al hombre que presidía la unión mirándola expectante. El movimiento de labios del chico frente a ella trató en silencio de decirle lo que tenía que expresar.

Acepto – leyó, él le dedicó una pequeña sonrisa y ella agradeció el apoyo que le había brindado, se sentía desolada pero al menos sabía que aquel hombre la cuidaría. Sabía que la ayudaría a dormir en las noches y que la tocaría porque ella lo deseaba, sin obligarla, él la respetaba.

Luego levantó el velo y con delicadeza secó sus lágrimas, le dio una mirada de ánimo y acunó su rostro, allí sintió sus labios sobre los de ella, tan solo era un roce, tan solo era una imagen para acallar críticas, no pidió más, aquello le transmitió paz, tranquilidad, no era el lugar en el que deseaba estar, pero, era un lugar seguro, era un buen lugar para tener una vida llena de paz.

Sintió como sus pies caían de nuevo en la tierra, ya no se sentía flotando, ahora sentía que tenía una ancla que no la dejaría perderse, caminó con más seguridad del brazo de quien ahora era su esposo, la música sonaba ligera, en la primera fila logró ver a los padres de él, a los suyos, a su primo, el Rey de Inglaterra, a la reina madre y por último la pequeña niña, estoica, tan elegante que cualquier mujer la envidiaría. Una imagen construida, pero, si estaba en lo correcto, aterrada por dentro, ella sería una mujer hermosa, quizá su primo pudiera tratarla mejor cuando aquello pasara e inevitablemente sus hormonas reaccionaran a su apariencia.

Las demás personas presentes, a su paso se inclinaban en una pequeña reverencia, hasta ahora caía en cuenta de la magnitud de lo que había pasado allí, sería reina, cuando su esposo ascendiera al trono sería la reina de Francia, ella, quien en su país era solo una princesa que jamás subiría al trono. Un brazo de la realeza con mínima importancia, ahora, ya no lo era, ahora era el centro de atención, ahora era la mujer que potencialmente tendría más poder en Francia.

Después de la ceremonia se trasladaron al gran salón de baile del palacio, las flores llenaban, la decoración derrochaba elegancia y opulencia, las personas seguían haciendo una reverencia a su paso mientras su esposo la llevaba al centro del salón, luego la tomó de la cintura apretándola sutilmente contra él y la música empezó a sonar.

¿Puedo hacer algo por ti? – ninguno había hablado, pero, allí con la música bloqueando su conversación el susurró a su oído para luego verla con genuina preocupación.

No puedes hacer nada Harry – el apretó ligeramente su mano mientras seguía llevándola por la pista con gracia. Se permitió mirarlo, tenía ojos verdes, eran transparentes para ella, bondadosos como los de su madre, era la cara que había visto en su primer desayuno.

No llores, trataré de compensarte por todo esto – él parecía afligido, cómo si aquello fuera su culpa.

No tienes que compensarme, ya lo has hecho – ellos se veían fijamente mientras el salón seguía dando vueltas a su alrededor.

Soy más afortunado que tú – le sonrió dulcemente – eres bastante bonita y podré verte y tocarte por el resto de mi vida – su mirada se oscureció de deseo haciéndola recordar sus palabras aquella noche, le había pedido que se saciara con ella.

Ayúdame a olvidar – de repente su mirada era sería, aquello era una petición real y racional – compénsame de esa forma –

Puedo hacerte olvidar en la cama, soy bueno en eso – le dedicó una mirada llena de deseo, la deseaba, aquello le parecía un buen inicio, sintió su mano apretarse en su cintura y un escalofrío recorrió su columna vertebral, recordando el día que casi la había hecho suya – pero, no puedo hacerte olvidar con amor – ella se mordió el labio ¿Podría vivir solo con aquello? Ella había descubierto noches atrás, que la posibilidad de que con el tiempo quisiera más eran elevadas.

-Para mí está bien – dijo mientras le devolvía la mirada llena de deseo – Por ahora.

Aquella última palabra lo hizo tensarse, no quería hacerla sufrir, pero, se negaría hasta el fin a permitirse sentir cariño o amor.

No, no se convertiría en su padre.

Cuando la ceremonia llegó a su fin y los invitados empezaron a desfilar hacía las carrozas o las chimeneas supo que era el momento de volver a su habitación, a la habitación que de cierta forma habían estado compartiendo desde que ella había tenido problemas para dormir.

Harry – una voz conocida lo sacó de su cabeza, se obligó a fijar la vista en la pequeña castaña que le hablaba, ella apenas llegaba a la mitad de su pecho, era tan pequeña. Miró al hombre a su lado, más alto que él con una mirada fría y atrás una rubia bastante hermosa.

Hermione, te ves tan bonita – él la levantó en brazos con una sonrisa en su rostro ante las miradas de sus espectadores, la rubia lo miro con indiferencia y algo que parecía desagrado, su ahora esposa le sonreía y el rubio, él simplemente lo miraba con indiferencia ¿Así miraba a su hermana siempre? Cuando la puso de nuevo en el suelo la detalló, llevaba una túnica verde y una tiara de oro blanco engarzada con esmeraldas que parecía bastante pesada para una niña como ella, su hermana sería una mujer hermosa, y el albino ese debía cuidarla.

Harry te deseo una vida feliz y en paz – una sonrisa enorme y genuina le fue dirigida para luego desviarse a la pelinegra – a usted también Alteza – la morena le devolvió una mirada de cariño.

Dime Pansy, recordaré tratarlo bien, después de todo es un buen hombre – la niña la miró con sorpresa, era lo que le había dicho hacía dos meses la primera vez que la había visto, sintió como era levemente empujada a un lado por una rubia que se tiró a los brazos de la novia.

¡Oh Pansy! Debe ser tan difícil atar tu vida a un Frances – Hermione sacó su varita y le apuntó, la rabia bullía en sus facciones

¡No te atrevas Astoria! – todo aquello estaba siendo muy discreto, la varita apenas sobresalía de la manga de la castaña y tocaba el costado de la rubia, llevaba dos meses enseñándole a comportarse" ambas se había llevado innumerables cruccios, pero, aquello, la forma en la que se refirió a su hermano y cómo la empujó.

No te atrevas Hermione, no tendré piedad cuando lleguemos al palacio – toda aquella conversación se llevaba en tan bajo tono que solo los allí presentes sabían lo que pasaba

No te atrevas a tocarle un pelo a mi hermana Malfoy – la morena tuvo que sostener el brazo de su esposo pues este había desenfundado su varita, todo aquello parecía irreal, y todo había iniciado con Astoria. Parecía que esos tres llevaban una relación bastante tensa, y parecía que la manzana de la discordia era su amiga.

Yo puedo hacer lo que se me dé la gana, tu padre me la regaló ¿Lo olvidas? – vio la mirada de la niña desviarse hacía el suelo, era muy fuerte, pero, aun así, aquellas palabras herirían a cualquiera.

Astoria, agradezco tu preocupación – dijo en voz audible tratando de que la guerra de miradas entre los dos hombres cesara – pero, Harry ha sido MUY AMABLE conmigo – esbozó haciendo énfasis en esas palabras – podrías por favor volver a tu sitio, creo que accidentalmente has empujado a Hermione – ella la miró desafiante, sabía que su amiga a veces olvidaba su lugar todo ello porque su primo lo permitía, sentía rabia - ¿Ha sido un accidente no? – la exhortó amablemente a disculparse en un intento de calmar los ánimos

Alteza, lo lamento mucho – dijo con reticencia – les deseo una buena vida – luego retrocedió a las espaldas del rubio.

No te atrevas a tocarla – advirtió de nuevo su esposo recibiendo una sonrisa ladeada.

Tu hermana no ha sido correctamente educada – Pansy no pudo evitar tensarse – me han enviado una niña desagradable y mal educada, tendré que terminar el trabajo – de repente, toda la valentía que tenía Hermione se fue, llevaban dos meses en aquel juego, sintió como sus ojos se aguaban, pero no, no debía, menos ese día, respiró profundo y se tragó sus sentimientos.

Harry, agradezco tu preocupación, pero como sabrás él será mi esposo, sabe lo que es mejor pada nosotros – le costó decir aquello, sentía que cada palabra rasguñar su garganta haciéndola sangrar.

Ya lo vez Potter, estoy educándola bien – antes de que su hermano pudiera hacer algo, hizo una pequeña reverencia y jaló la túnica del rubio, sabía que aquello le podía costar caro porque ¿Cómo se atrevía ella a decidir cuándo debían irse?

Él se soltó de su agarre y caminó hacía la chimenea ofreciéndole el brazo a la rubia, las persona que aún se encontraban allí los miraban con curiosidad, se sentía tan humillada. Giró su vista levente hacía su hermano quien la veía con impotencia, luego se fijó en cómo la morena ataba su mano a la de él y respiró tranquila.

Él tendría paz.

Podía con su destino desde que, al menos uno de ellos, estuviera bien.

Pansy apretó la mano de su esposo rogándole que la mirara, cuando la niña desapareció por la chimenea él la soltó y empezó a caminar a grandes zancadas, lo siguió hasta sus aposentos y entró tras él, todo lo que estaba sobre la mesa más próxima salió a volar, luego la mesa por sí misma fue empujada al otro lado de la estancia. Ella se obligó a caminar hacía el y tomó su muñeca.

-Harry – musitó bajito tratando de calmarlo, el solo se soltó violentamente de su agarre.

-¿Qué debería hacer? ¿También debo educarte? – los ojos de su esposo estaban oscurecidos por la ira y lo entendía, jamás creyó que su primo podría llegar hasta aquel punto, es como si hubiera bebido un filtro de amor

-Harry, cálmate –

-¿Cómo me calmo? ¿Qué le hará a mi hermanita? – ella desvió su mirada, su primo podía tener un carácter muy voluble, sintió como él la agarraba fuertemente de los brazos y luego la sacudía – ¡Dime que rayos le hará Pansy! –

-Me haces daño – murmuró

-¿Te hago daño? – soltó uno de sus brazos y la llevó hasta la cama empujándola hacía ella - ¿Te parece que te hago daño? – él se subió sobre ella mientras le desabotonaba la túnica con violencia - ¿Suena bastante bien ojo por ojo, no crees? – su cuerpo se tensó y sus ojos se llenaron de lágrimas, ni siquiera podía realmente culparlo, cuanta ira debía sentir, él que había procurado hacerla sentir tranquila, tenía que ver de primera mano el monstruo que ahora era "dueño" de su hermana - ¿Debó hacerte lo que él le hace a mi hermana? – no supo en qué momento solo sintió su varita clavarse en su cuello, giró su cabeza hacía el otro lado y se permitió llorar en silencio, no había nada que pudiera decir.

Sintió cómo dejaba de enterrarle la punta de al objeto en su cuello y luego cómo la tomaba suavemente de la barbilla obligándola a mirarla, pegó su frente a la de ella mientras su respiración se calmaba.

-Perdóname, por favor perdóname – sus palabras la dejaron sin habla, sintió sus labios posarse lentamente sobre los suyos, no era un beso posesivo, era una caricia que aspiraba a redención.

Él se levantó dejándola desconcertada, lo vio tirar la varita violentamente al piso y acercar a un mueblecillo de donde tomó una botella y la llevó a sus labios.

-Lo siento mucho Harry, desearía poder hacer algo – no dijo nada, se dejó caer pesadamente en un sillón y cerro lo ojos mientras bebía del pico de la botella.

Ella se levantó de la cama y terminó de desabrochas su túnica quedando solo en sus enaguas, se acercó lentamente a él y quitó la botella de sus manos, él sequía sin abrir los ojos y una lagrima solitaria bajaba por su mejilla. Se sentó a horcajadas sobre él y besó la gota de agua en su rostro, él abrió sus ojos posándolos en ella con intensidad.

Ante aquello, tomó sus manos y las poso en su cintura mientras lo veía decidida, se acercó a sus labios y mordió el inferior, un gruñido salió de su garganta.

-No puedo Pansy – murmuró sobre sus labios mientras sus manos apretaban levemente su cintura – no está bien, no después de lo que acabo de hacerte – no respondió solo pasó lengua por sus labios y enterró sus dedos en su cabello negro, lo sintió endurecerse bajo ella y bajar sus manos a su cola apretándola fuerte contra él arrancándole un gemido – por favor – sabía que se estaba controlando, lo sabía por lo tenso que sentía su cuerpo.

-Quiero que me folles – fue suficiente para que todo su autocontrol se fuera a la mierda, la apretó contra él para sentirla contra su virilidad, tomó sus labios con deseo, mordiéndolos, recorriéndolos, metiendo su lengua profundo, entrando en una lucha con la de ella. Subió una de sus manos por su cintura hasta llegar a uno de sus senos que apretó con fuerza arrancándole un gemido. Abandonó su boca y la dirigió al pecho que apretaba lamiendo la tela para luego morder su pezón duro, aquello hizo que ella moviera sus caderas deseando sentir más su dureza.

Él hizo lo mismo con su otro ceno mordisqueando, le levantó en brazos y ella enredó sus piernas en su cadera, la miraba con deseo puro, quería tocar cada rincón de su cuerpo, quería escucharla gemir y verla sobre él.

La dejó caer en la cama sin dejarla de ver a los ojos, ella se pasó la lengua por los labios y eso lo hizo excitar más, se quitó su túnica y la tiró a un lado para luego tomarla y depositarla en el centro de la cama, acarició su contorno sobre la tela, mirando con detenimiento cada parte, luego sin aguantarlo más rasgó sus enaguas dejándola desnuda ante él. Sus pezones rosados estaban duros tenía un estómago plano y una cintura pequeña que luego se abría en unas caderas apetecibles.

Tomó uno de sus muslos y la jaló hacía abajo subiendo su mano lentamente quedando en el inicio de estos. Uno de sus dedos rosó su labio vaginal haciendo que ella se estremeciera, el volvió su rostro al de ella y una sonrisa se adueñó de sus labios.

-Quiero hacerte mía toda la noche, todas las noches – ella suspiró mientras se colgaba de su cuello y lo besaba con necesidad.

-Y yo quiero que lo hagas –

Aquello fue invitación suficiente para que el moreno volviera a atacar sus pechos, arrancando gemidos de la boca de ella, obligándola a enterrar las manos en sus cabellos para no desvanecerse como una hoja en sus brazos. La mano derecha del chico viajó hasta su punto más sensible y lo acarició en movimientos circulares de forma hipnótica y deliciosa, haciéndola perder el poco entendimiento de la realidad que aún tenía, ella meció sus caderas tratando de sentir su miembro al tiempo que el jugueteaba con su clítoris, lo necesitaba adentro.

-Por favor, Harry – él entendió que quería y sin poder aguantar más puso sus manos a ambos costados de su cintura, abrió sus piernas para él y se enterró profundo, ante las acción ambos soltaron un sonoro gemido en la boca del otro, ella mordió su labio inferior con fuerza, ante aquella acción el gruñó y la envistió con fuerza, clavándose profundo en movimientos rápido que eran perfectamente acompasados por la cadera de ella buscando más fricción.

La besó en el cuello, mordió sus hombros, chupó sus clavículas dejando sendos cardenales en su piel blanca, bajó a sus pechos y los metió en su boca, chupando, mordiendo, lamiendo, todo aquello sin dejar de penetrarla, sentía el sudor bajar por su columna y su cabello pegarse a su frente, aquel cuerpo era simplemente delicioso.

Sintió como ella se contraía mientras clavaba sus uñas en su espalda y soltaba un gemido agudo, ante aquella reacción él no aguantó más y termino dentro de ella. Era el mejor sexo que había tenido en su vida.

Ambos respiraban agitados mientras ella acariciaba sus cabellos con los ojos cerrados, no le importaría hacer aquello todas las noches con él. Quitándose de encima de ella rodó su cuerpo a un lado y luego la atrajo a su pecho incitándola a tomar el lugar que había ocupado todas las noches anteriores, una sonrisa se dibujó en su rostro, ella calzaba simplemente perfecto en ese lugar de su pecho.

-Así que no eras una "señorita"- ella se sonrojó, nada respecto al sexo la apenaba, sin embargo, allí estaba.

-Yo… No creíste – ¿él habría pensado que ella era virgen? Era cierto que sería lo adecuado, pero ella jamás había sido adecuada.

-Gracias a Merlín que no lo eras – ella no pudo evitar levantar la cabeza y mirarlo con curiosidad

-Nunca me ha gustado estar con una mujer virgen, hay mucho dolor y sangre – comentó al aire mientras la miraba con intensidad – prefiero poder follarla duro – ella tragó espeso, tenía que decirlo, muy a su pesar y sintiéndose aún más culpable, era bueno, muy bueno, sabía lo que hacía, sabía dónde tocar, sabía lo que una mujer quería.

-Te aseguro que me hiciste olvidar hace un momento – dijo mientras mordía levemente el costado de su pecho.

-Siempre será un placer – ella volvió a levantarse y se acercó a su rostro dejando sus labios a escasos centímetros.

-No quiero encontrar lo de a otra noche de nuevo – dijo mientras cortaba la distancia y mordía su labio bajando su mano por su pecho en dirección a su pene – puedes cogerme las veces que quieras, pero no quiero ver eso de nuevo –

Luego simplemente tomó su miembro y empezó a masajearlo, claro que no lo dejaría descansar, quería que la hiciera suya toda la noche.

¿Qué tal? Espero que bien, a veces siento que tengo que pulir muchísimo más el Lemmon, sin embargo, dicen que la práctica hace al maestro.

Quiero decirles que pensé mucho en el asunto del vestido de novia, pensé si debía describirlo blanco y al final me decidí por no hacer, por tomar los colores de la casa, no sé si saben, pero, la costumbre de vestir de blanco a las novias empezó con la reina Victoria de Inglaterra y era sinónimo de riqueza porque no todos se podían permitir un vestido blanco. En fin, creí que no tenía sentido poner una costumbre muggle. Cuénteme qué les pareció y nuevamente, muchas gracias por sus comentarios, es tan bonito.