¡Buenas! Señoras y señores, Estoy mal, muy mal, llevó dos semanas sin escribir absolutamente nada, mi tiempo ha estado muy limitado, realmente espero ponerme al día esta semana, lo que menos deseo es incumplir el ritmo de publicación. En fin, dejaremos el Hansy de lado un momento y volveremos a lo que nos reúne en este Fic (jajajaja).

No me culpen mucho por el capítulo, así deben suceder las cosas, y pues ya saben, las que me han leído, así soy yo jajaja.

Me alegra no haber decepcionado con el Lemmon, y respecto a James, tengo en mi mentecita toda su turbia historia, pero, aún no sé en que partes empezarla a introducir, así que paciencia.

Alguien me preguntaba si los Weasley's van a salir y la respuesta es sí, tengo en mi mente muy ideado como van a salir pero aún no lo he escrito, ustedes dirán ¿No que tenías 150 páginas escritas? Si, las tengo, pero, como he venido diciendo la historia no la he escrito de forma lineal, espero que eso no provoque que sea un gran fail.

Dejando de hablar tanto, el capítulo:

Capítulo 6. PÍDELO

INGLATERRA, 1940

Cuando se encontraron de nuevo en el palacio él la miró con ira, había sido un espectáculo bochornoso que, haciendo honor a la verdad, había sido iniciado por la rubia, sin embargo, Hermione había permitido la sacara de sus casillas, provocando que se comportara de manera inadecuada.

Vete Astoria – la mujer como pocas veces se retiró sin decir nada y en sus labios se formó una sonrisa maliciosa, ella también sabía que lo que venía no sería agradable - ¿Qué te ha hecho creer que puedes dejarme en ridículo?

Tal vez si tu concubina conociera su lugar esto no pasaría –

Te prohíbo que la llames de esa forma, tú no eres más que un adorno que me vi obligado a recibir – fue un golpe bajo, no esperaba que algún día la amara, pero, si deseaba respeto.

Pues soy un adorno que SÍ se casará contigo, ella no será más que otra más metida en tu cama –

Cuida tus palabras Hermione, tú jamás estarás a su nivel – aquello fue suficiente, la humillación había sido demasiado, sin pensarlo y pese a su corta estatura estampó su mano en la mejilla del rubio.

¿Cómo te atreves? – sus ojos se aguaron pero, no permitiría que la viera débil, ella no era cualquier persona.

De la misma forma en la que tú te atreves a faltarme al respeto, soy una niña, pero jamás permitiré que tus zorras me humillen – aquello terminó de colmar la paciencia del rubio

Sin meditarlo más sacó su barita de su túnica y la apuntó hacía ella, la niña cayó en el piso mordiendo su labio, no, no gritaría no le daría aquella satisfacción.

Vamos Hermione, pídeme que me detenga – No, no le daría el gusto, de nuevo el hechizo la golpeó Respiraba entre cortado y sus ojos se sentían empañados, pero no lo haría, ella era mejor que eso – ¡Maldita sea! ¡Grita y seré benevolente! – una sonrisa se asomó en su rostro, una que fue perceptible para el rubio, de nuevo el dolor volvió a golpearla, la sonrisa desapareció y se obligó a cerrar los ojos, sus dientes se clavaron en sus labios y sus uñas en sus palmas, sintió un hilillo de sangre deslizarse por su barbilla y el conocido sabor metálico deslizarse por su lengua.

Había parado de nuevo, se dio un minuto para respirar, abrió los ojos y vio la frustración en los de él. De nuevo lo sintió, tuvo ganas de golpear el suelo, pero, no lo hizo, en su lugar clavó aún más sus uñas en la tierna carne de sus manos. Luego todo cesó, esperó de nuevo ser golpeada por el hechizo, sin embargo, no sucedió. Alzó su mirada y lo vio respirar agitado con el rostro contraído por el enojo. Después de un momento volvió a ponerse su máscara, bajó su varita y salió del lugar.

Él no podía creer aquello, una maldita niña de 11 años no emitía ninguna queja después de 4 maldiciones, era más de lo que un adulto aguantaría sin gritar ¿Cómo diablos podía hacerlo? Se sintió confundido, jamás había conocido a una "mujer" con tanta determinación, era delicada, con los modales más exquisitos, se atrevería a decir que mucho mejores que los de Astoria, su mirada siempre estaba en alto y su pose era aristocrática, siempre parecía perfecta ¡Era una maldita niña! Una niña que lo había hecho salir huyendo ante su imposibilidad de conseguir de ella lo que quería. Se descubrió admirándola, jamás había conocido a alguien así.

Por su parte, Hermione sentía que todos los huesos de su cuerpo se habían quebrado. Trató de calmar su respiración y encontrar las fuerzas para ponerse de pie, podía saborear la sangre en sus labios y sentir sus manos pegajosas, dejó salir todas las lágrimas que había contenido sintiendo que necesitaba aquel alivio, no podía moverse, debía tratar de calmarse.

Dobby – murmuró casi sin voz, el Elfo apareció al instante, al ver su condición en sus ojos se pintó la tristeza.

Que puede hacer Dobby por su alteza – ella lo pensó, un nudo se adueñó de su garganta impidiéndole hablar, no tenía a nadie, nadie acudiría en su ayuda, estaba sola en aquel lugar – llévame a mis aposentos y llama al medimago – el elfo solo asintió mientras tomaba su mano y la desaparecía, al llegar cayó en su cama, pese a ser acolchada sintió como cada musculo de su cuerpo protestó. De nuevo la criatura desapareció y ella siguió soltando sendas lágrimas, escuchó el sonido de unos toques en la puerta y pensó que era el medimago.

Adelante – su voz salía ronca y cortada, sintió cómo alguien se acercaba y luego de un momento corría a su lado.

Herm ¿Qué te ha sucedido? – ella alzó sus ojos y se topó con unos verdes llenos de preocupación, trató de respirar profundo y dejar de llorar.

El niño la evaluó, ella parecía un costal de papas tirado en la cama y en su barbilla había un hilo de sangre seca. Sintió su corazón oprimido al verla en aquella condición, inmediatamente se levantó y tomó un paño y una vasija con agua, la puso en la mesa sobre la cama y con cuidado la ayudó a sentarse sobre los almohadones, ella giró su vista, no podía permitir que la viera llorar, no era adecuado.

Él tomó su barbilla con cuidado y la giró hacía el, sus ojos dorados, tan bonitos, parecían más oscuros y vacíos. Limpió con cuidado la sangre en su cara y luego hizo lo mismo con sus manos, un momento después, un hombre entró por la puerta, era un medimago que se acercó veloz a su lado haciéndolo a un lado.

Ella parecía abochornada, su mirada estaba clavada en el piso mientras permitía que la revisaran, le dio un par de posiciones y una serie de recomendaciones para luego marcharse. Pensó si debería decirle algo, pero, al ver sus ojos, lo entendió, era mejor si omitía el incidente, lo mejor sería no preguntar nada, solo estar allí como un acompañante silencioso. Tomó un libro de la repisa cercana y se sentó en una silla contigua a la cama y empezó a leer, sin decir absolutamente nada, apoyándola en silencio.

Aquel día cuando ella se durmió el dejó el libro y salió de la habitación, afuera estaba oscuro. Se permitió sentir tristeza por la castaña que había dejado atrás. Desde el día que la había visto por primera vez, un mes y medio atrás, no se había separado de ella, era como un imán, podían hablar y también estar en silencio. Toda aquella situación era triste.

Los siguientes tres días la visitó en sus aposentos, desayunaba con ella, le leía, hablaban o simplemente se quedaban en silencio hasta que la tarde caía y se veía en la obligación de marcharse, no le había dicho nada, había hecho de cuenta que el incidente nunca existió y que su condición se trataba de una afectación a su salud pasajera, pero, él sabía la verdad, ella había recibido cruccios, había visto a su padre hacerlo sobre sus empleados y como quedaban al finalizar la tortura, era exactamente igual pero no se atrevió a preguntar, se limitó a acompañarla.

Al amanecer del cuarto día se vio obligado a acompañar a su padre a una visita en una ciudad cercana, pensó que ella estaría sola y se entristeció, le hubiera gustado ir a acompañarla como había hecho hasta aquel día.

La castaña por su parte esperó pacientemente la llegada oji verde pero, llegó el mediodía y su puerta no se abrió, aquel día se sentía mejor, era capaz de ponerse de pie y sentarse a tomar sus alimentos, el cielo afuera de su ventana pintaba precioso, pensó que era una lástima que aún se sintiera muy cansada como para lograr caminar.

Escuchó la puerta abrirse y su corazón saltó, se giró con una sonrisa en su rostro que desapareció en cuanto reconoció a quien había entrado, era el rubio. Tragó saliva y se levantó con dificultad caminó despacio hasta donde se encontraba e intento hacer una reverencia, perdiendo el equilibrio. Antes de caer al suelo sintió los brazos del hombre atraparla y alzarla, la depositó en la cama y luego se sentó frente a ella, sus expresiones no le decían nada, como casi siempre cuando se trataba de él.

-Majestad ¿En qué puedo ayudarlo? – la miró, estaba pálida y notoriamente débil, se sintió culpable pero rápidamente se obligó a alejar el pensamiento de su cabeza.

-Hoy vendrá tu familia a cenar, quiero que estés presentable para ese momento – ella asintió, pero, su corazón se detuvo ¿Cómo haría para ocultar su estado? –

-Si majestad – él sin dedicarle otra palabra salió de la habitación como un rayo, estaba viendo la fragilidad del pequeño cuerpo, fragilidad que él había ocasionado y le afectó, sin embargo, ella fue quien inicio aquello, si no se hubiera comportado de aquella forma, si solo hubiera pedido disculpas ante el primer ataque.

Intentó justificarse, sin embargo, todo seguía sintiéndose equivocado.

No, él no se equivocaba, él era el rey.

Al caer la noche, la castaña se encontró sentada frente al espejo permitiendo que su criada la arreglara, había tomado una poción que inhibiría el dolor, aún así, todavía lo sentía latente.

-Por favor, pon un poco más de color, no debo verme pálida – la mujer en el reflejo asintió con ojos tristes. Todos los sirvientes que la habían atendido por esos días la veían con lástima, incluso los elfos, el único que no lo hacía era Theo, quien silenciosamente se quedó a su lado.

Unos toques en la puerta llamaron su atención, luego el hombre que sería su esposo se acercó tendiéndole su brazo, la etiqueta dictaba que debía escoltarla. Al mirarla notó su palidez, aun tratando de disimularla con el maquillaje allí estaba, se negaba a sentirse culpable, él era el rey.

La pequeña se levantó estoica, si él no supiera su condición no sospecharía la magnitud de su dolencia, se había erguido derecha, con la mirada en alto, caminando delicadamente, todo lo que debía ser una princesa.

Una vez frente a las puertas de robles las trompetas sonaron anunciando su llegada, dentro sus invitados charlaban con una copa de vino en sus manos. Vio a sus padres y a su hermano con su cuñada, otro par de damas y la rubia, la maldita manzana de la discordia, quería decir algo pero sabía que no podía.

-Padre – dijo con una pequeña reverencia – madre – rindió el respeto que la etiqueta exigía y luchó por mantenerse en pie, deseaba sentarse pronto, si no, temía desplomarse.

-Majestad – la voz chillona de la rubia llegó a sus oídos, en su rostro se pintó una sonrisa mientras se dirigía a su padre "encantadora" pensó

- ¿Lady? –

-Grengrass majestad – su hermano la veía con odio, después de todo, su primer encuentro no había sido nada agradable.

-¡Qué hermosas son las miembros de su corte Majestad! – el hombre a su lado sonrió sacando pecho, era la mujer que amaba y además, era hermosa.

- No todas tienen la belleza de Astoria – ella apretó sin querer el brazo del hombre, se sentía a punto de caer y él lo notó.

-Pasemos a cenar por favor – cada punta de la mesa fue ocupada por uno de los monarcas, a la derecha de Draco estaba su futura esposa y a la izquierda su concubina, simplemente humillante.

Su hermano la veía fijamente, Harry le conocía. Ella esquivó su mirada y se mantuvo erguida en un intento de desviar su atención.

-Alteza, se ve tan pálida – allí estaba, el comentario inocente de la maldita mujer –

- Solo he tenido un poco de gripa Lady Greengrass – trató de sonar lo más neutral posible, cuán difícil le resultó.

- Alteza, debe tener más cuidado con su salud, no está bien visto que una futura reina tenga una salud tan endeble – ella apretó sus cubiertos y clavó su mirada en ella. La pelinegra sentada unos asientos más allá contuvo el aliento, aquello podía salirse de control.

-No creo que le incumba o si quiera pueda tener el atrevimiento de opinar acerca de mi estado de salud o como cuido de ella –

-Hermione, sé amable con la señorita, ella solo está preocupada por su futura monarca ¿No es así?

-Claro majestad, sería impensable que tuviera alguna intención diferente –

-Hermione, parece pertinente que te disculpes – ella miró a su padre, respiró profundo tratando de mantener el poco orgullo que le quedaba, todos en la mesa estaban tensos, más aún quien estaba a su lado que conocía las causas de su palidez.

-Tendrá que disculparme Lady Greengrass, he estado tan indispuesta que he pecado de grosera – casi se atragantó con las palabras, luego bajó su vista a su plató y calló. Su cuñada dirigió una mirada reprobatoria su amiga ¿Acaso no era suficiente para la castaña lidiar con su primo? También debía lidiar con Astoria. A su lado, su esposo apretaba mucho más de lo necesario el cuchillo dedicándole miradas de odio puro a la rubia. Ella puso su mano en su rodilla logrando llamar su atención, llamándolo a la calma y él, entendiendo su mirada, respiró profundo.

-¡Oh majestad todos tenemos malos días! – incluso el rubio sentía que aquello no estaba bien, quizá invitar a Astoria a la cena había sido una mala idea, quizá él estaba criando a una niña malcriada.

El resto de la velada transcurrió en calma, ella no había hablado de nuevo, sentía que si lo hacía, la poca energía que estaba tratando de retener en su cuerpo se iría, estaba ansiosa por que aquello acabara y más que ansiosa, lo necesitaba, estaba segura de que no aguantaría mucho más.

El rubio a su lado lo notó, sabía que debía sacarla de allí antes de que irremediablemente se desmayara.

-Creo que llevaré a Hermione a sus aposentos, el viento frio no hará bien a su gripa - ella lo agradeció se despidió conforme al protocolo y salió de la habitación de la mano del rubio, una vez en el pasillo, sin más energía a la cual recurrir se desplomó, había sido demasiado esfuerzo. Sintió cómo fue tomada en brazos y cargada hasta su recamara como si de un saco se tratara.

- Solo tenías que pedirme que parara – escuchó las palabras emitidas con frustración.

-No fui educada de esa manera majestad, una princesa no puede doblegarse ni mostrar emociones, la debilidad no es una opción – el corazón del hombre se detuvo, ella parecía un maldito elfo, la depositó con cuidado en el mullido colchón y la vio fijamente, quiso decir algo pero no pudo, así que huyó, huyó con vergüenza de sus ojos.

Volvió a paso rápido al salón, donde ya todos estaban de pie conversando, se dirigió a la rubia y la tomó del brazo discretamente haciéndola a un lado, esta vez no podía pasar por alto la situación por ella provocada.

-No puedes hacer eso frente a todas estas personas Astoria –

-No entiendo a qué te refieres Draco, solo noté que estaba pálida y me preocupé – le dedicó una mirada inocente y aquel gesto lo enfureció, apretó su brazo con más fuerza de la que planeó y la miró con ojos de acero.

-No juegues conmigo Astoria, sabes que no es una buena idea – ante aquella reacción ella tan solo asintió, había ido muy lejos en aquella ocasión, era mejor evitar cualquier confrontación que inevitablemente perdería.

Al otro lado de la sala, un ojiverde lo veía con odio, sabía que su hermana no tenía ninguna fulana gripa y tenía la impresión de que su enfermedad era cortesía del maldito albino.

-Harry, deja de mirarlo así, será muy evidente –

-Pues eso es lo que quiero –

-Meterás a Hermione en problemas, con tu padre y con Draco – la mirada reprobatoria de él se posó en la de su esposa.

-¿Draco? Llamas por su nombre a esa vil cucaracha –

-Es mi familia Harry – murmuró tratando de calmarlo

-Es un ser detestable ¡lastimó a una niña Pansy!-

-Baja la voz, ya te dije puedes meterla en problemas – él la miró acusadoramente.

-¿Estás se su lado? ¿Del lado se esa mujerzuela? ¡Claro, es lógico, después de todo ella es tu amiga y mi hermana solo es una niña sin suerte! ¿Verdad alteza? -aquellas palabras le dolieron a la morena quien soltó su brazo como si quemara.

- No tengo que responderte nada Potter –

-¡Oh claro que sí tienes que responderme! ¿No es así como lo hace tu primo? ¿Debería implementar sus tácticas y torturarte cada que no hagas lo que se me dé la gana? – touché, él sabía lo que realmente pasaba con su hermana. Los ojos de la morena se cristalizaron.

-Como quiera majestad – le dio una última mirada de reproche y camino en dirección a su primo quien hablaba con la rubia – Astoria, retírate –

- ¡Pansy! Es tan bueno verte – dijo la rubia cantarinamente.

-No lo diré de nuevo, retírate, Astoria – el rubio con la mirada le pidió exactamente lo mismo y ella tan solo obedeció, un paso más en falso y tendría problemas.

-Eres un ser vil Draco Malfoy, has hecho cosas despreciables, pero ¿Torturar a una niña? –

-No te permito…

-Tú no necesitas permitirme ¿Fue por Astoria? –

-No te incumbe – una sonrisa despectiva se posó en su rostro, él no entendía que Hermione no daría su brazo a torcer.

-Si sigues torturándola se te saldrá de control –

-Estoy seguro de que no volverá a pasar –

-¿A, sí? ¿Gritó? ¿Se quejó? – él no dijo nada y una sonrisa de suficiencia se posó en el rostro de la pelinegra, había visto a su esposo, sus reacciones al castigo, estaba segura de que Hermione había sido educada de la misma forma, igual de limitada – Primero la enloquecerás entes de que logres tu cometido, fueron educados por ese monstruo – luego sin más se fue de nuevo junto a su familia política.

Las palabras de su prima se clavaron en su cabeza, no, ella daría su brazo a torcer como todas las personas ¿Verdad?

…..

¿Qué tal? No me odien, les dije que este fic no iba a ser tan pesado como el anterior, pero, sigo siendo yo, lo desgracia es parte de mi sello personas. En fin, sé que no es lo que esperaban, pero es un pequeño primer acercamiento al Dramione, aún está en desarrollo su interacción pero espero lograr plasmarlo tan bien como suena en mi mente.

No tengo nada más que decirles, las leo, me encanta leerlas y responderles en el siguiente capítulo.

No vemos la próxima semana.